martes, 2 de agosto de 2022
Tanga en el patio, los chicos
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Estaba tendiendo la ropa recién lavada en el patio cuando una torpeza hizo que uno de mis tangas se me deslice entre los dedos. Me asomé y calculé en que piso había caído. Hacía mucho calor y no tendría ni que haberlo colgado. Podría haberse secado bien en casa en el respaldo de una silla.
Igual tendría que explicarme un poco mejor. Soy un chico y los tangas los uso en algunos espectáculos y despedidas de soltero. Bueno, también como ropa interior los días normales, lo admito. Son prendas para hombre, que sujetan la polla y los huevos.
Me cuido, claro, en mi línea de trabajo hay que tener un cuerpo fibrado, con los músculos marcados y bonitos. Y en cuanto a mi orientación sexual, bueno, me va un poco de todo y en cuanto es posible, mucho de todo.
Me puse unas chanclas, unas bermudas y una camiseta vieja de tirantes y bajé a recuperarlo. Me abrió la puerta un chico de unos diez y ocho años vestido con el pantalón de un pijama de muy fina tela bastante caído sobre su cadera. Casi se veía su pubis y la ingle. Apostaría que aquello que casi se trasparentaba era su polla.
Su cuerpo era espectacular, delgado, fibrado y bastante moreno. Se le marcaba una tableta perfecta y me hubiera encantado lamer esos pectorales. Era guapo de "cohones". Y lo tenía allí delante sonriendo, casi en bolas, y mostrando sus blancos dientes. Parecía recién levantado de la cama con el pelo despeinado.
- Lamento haberte despertado.
- No pasa nada, ya era hora de que me levantara.
- Estaba tendiendo ropa y se me caído algo a tus cuerdas. No sé si lo has visto.
Le expliqué la historia y me invitó a pasar diciéndome que no se había dado cuenta. Fue a buscarlo a la cocina y regresó al salón. Según se alejaba era imposible no fijarse en el hipnótico movimiento de sus duras nalgas bajo esa tela tan fina.
Volvía donde yo le esperaba con el tanga negro aún algo húmedo en la mano.
- ¿Así que te pones esto?. Es una prenda interesante.
Me preguntó.
- Desde luego, tengo varios.
Curioso me estuvo preguntando por los tangas. Mientras yo averiguaba que sus padres habían salido de viaje. Estaba solo y yo quería investigar un poco más sobre la ropa interior que él usaba: Boxers y slips, básicamente.
- ¿No te molesta tener el cordón pasando por el culo?.
- Para nada, te acostumbras enseguida.
- Me parecen curiosos. Yo nunca he tenido ninguno.
- No están mal, ni esto ni los suspensorios. Me gusta llevarlos y son sexis.
- Si que son sexis. Me gustaría más verlo puesto claro.
- ¿Por qué no te lo pruebas tú? y así decides.
Como parecía interesado le propuse que se lo probara. Aceptó sin importarle que yo le viera y que la tela aún estuviera algo mojada. Se bajó el pantalón del pijama bajo el que no llevaba nada y se calzó el tanga.
Tenía tan poca vergüenza como yo. Por supuesto no perdí detalle de todo ello viendo bien su polla depilada en reposo. Así sin estar excitado no era grande pero cuando aquello se llenara de sangre podía ser espectacular.
En aquel momento pensé que sería un compañero de trabajo fantástico. Con su cuerpo y desparpajo las chicas querrían comérselo vivo en cualquier striptease o despedida de soltera. Y ni pensar en lo que le desearían hacer con él algunos tíos.
Cuando lo tuvo puesto se giró para que pudiera ver todos sus ángulos y me preguntó que tal le sentaba.
- ¿Me sienta bien?.
- Como un guante. Supersexi. Mejor que cuando me lo pongo yo.
Sonriéndole no tuve mas remedio que decirle que mejor que a mí.
- Con tu cuerpo tan bonito lo llevas de maravilla.
Que en su precioso cuerpo lucía aún mas. Curioso y juguetón me dijo que si yo tenía puesto otro en ese momento.
- ¿Llevas uno ahora?.
Y así era, uno aún mas pequeño que el que tenía puesto él. Nada mas que un triangulo de tela sujetando mi polla y mis huevos con dos finos cordones. Hacía mucho calor y me puse el más pequeño que tengo.
- Ya me has visto a mí. Deberías corresponder y dejar que yo vea como lo luces.
No tuvo que insistir mucho para que me bajara las bermudas y se lo dejara ver. Lo hice sensual, despacio y moviéndome como si lo hiciera ante un montón de mujeres cachondas y borrachas en una despedida de soltera.
Pudo apreciar como yo iba tan bien depilado como él. Como no mi polla empezaba a ponerse dura y asomar por un lateral de la prenda. Le gustaba lo que estaba viendo. Me pidió que me sacara la camiseta.
- Se te vería mejor sin camiseta. Como lo tengo yo, únicamente el tanga.
Así que lo hice y me deshice de todo menos del tanga. Los dos estábamos en medio del salón mirándonos a los ojos calientes.
- Baila para mí.
Tenía puesta algo de música suave y eso parecía lo natural en ese momento. Se movía bien, tiene un buen sentido del ritmo. Si era capaz de hacerlo delante de más gente el chico seria un gran stripper.
Moviéndose sensual se acercó a mí y siguió con un dedo la goma que rodeaba mi cintura rozando mi piel llegando al culo. Yo hice lo mismo en su delantera acariciando con la yema de los dedos la polla que se estaba empezado a poner dura, muy dura, igual que la mía.
Acercamos nuestros rostros casi sin proponérnoslo, de forma natural, muy despacio hasta que nos besamos. Las lenguas se enredaron intercambiando salivas.
Acaricié su torso con suavidad, deleitándome. Pellizcando sus pezones para excitarlo al máximo. Rozando su vientre y pasando las manos por su definida espalda. Probando todo su cuerpo.
No le quité el tanga sólo lo hice a un lado antes de arrodillarme frente a el y comerle el rabo duro, bien depilado y orgulloso.
- Tienes una polla preciosa.
- Toda tuya, cómetela.
Lamiendo de los huevos al glande me la metí todo lo que pude en la boca. Cuando estuvo bien dura y ensalivada me subí a cuatro patas a su sofá. No teníamos lubricante a mano así que hizo un viaje rápido a por aceite de oliva a la cocina.
Lo esperé ansioso. Ambos lo deseábamos, podíamos dejar más juegos y la sensualidad para más tarde. Después de que me hubiera llenado el culo de lefa. Aunque admito que tenía ganas de lamer hasta el último centímetro de su suave piel.
Él tampoco quería sacarme la prenda. Apartó la goma que recorría mi raja para lamer mi ano y juguetear con sus dedos penetrándome. Dilatando mi culo suavemente sin dejar de besar mi hombro y nuca. No era su primer rodeo, tenía claro lo que estaba haciendo.
- Vamos a mancharlo todo.
- No te preocupes, esta cosa es impermeable y no es la primera vez que me toca limpiarla antes de que lleguen mis padres.
Dejó caer un buen chorro en mi espalda para lubricarme el culo, lo extendió por toda mi piel con las manos en un suave masaje. Luego con los dedos clavándolos aún mas en mi ano para dilatarlo.
Me dio morbo ver como se lo extendía por su polla con la mano. Un gesto que yo había hecho cientos de veces me excita al verlo en otros.
Por fin sujetando el tanga con una mano me clavó su bien aceitada polla. Acercó el glande a mi ano y haciendo fuerza entró en mi cuerpo. Despacio pero firme. Y yo lo admití con un fuerte gemido de placer.
De rodillas en el sofá, apoyado en el respaldo, mi polla rozaba los cojines del mueble. Aunque de vez en cuando él la rodeaba con su mano para pajearme con suavidad.
Como aún tenía aceite en la palma la sensación al pajearme era deliciosa. Se notaba como resbalaban sus dedos por mi nabo.
Soy versátil pero no me han follado muchas veces. Aún así empecé a disfrutar en cuanto me clavó el glande abriéndome el culo. Gemía y suspiraba como una vieja locomotora de vapor.
- Ahora tienes que follarme tú. Ni siquiera te has corrido. La tienes durísima.
Cuando se corrió dentro de mí me tocó el turno a mi.
Fue él quien aceitó mi rabo después de darle una cuantas lamidas por todo el tronco y hasta llegar a los huevos y meterlos en la boca. Su mano recorría mi polla arriba y abajo deslizándose sobre mi piel de los huevos al glande, llegando incluso al ano de nuevo.
Yo engrasé su culito después de lamerlo todo. Clavé la lengua en su ano como si quisiera follarlo con ella. Y chupé sus testículos hasta meterlos en mi boca. Seguíamos sin quitarnos las prendas, manchadas con el aceite tendría que volver a lavarlas.
Después de la lengua fue mi polla a su interior. La recibió con un fuerte gemido. Mientras me movía en su culo aprovechaba para besar su cuello, nuca y hombros. Pegando mi pecho a su espalda. Con tanto aceite entre los dos el roce de nuestras pieles era sensual y delicioso.
Ya no paré hasta correrme en su ano. Acompañaba mi orgasmo y mis gemidos con los suyos. Bajé lamiendo su espalda degustando la mezcla de su sudor con el óleo. Hasta volver a clavar la lengua en su ano y recoger el semen que de allí rezumaba.
La situación parecía mas morbosa así con los tangas puestos.
- Te regalaré la mas pequeña, la que tengo puesta ahora, con una condición.
- ¿Si? ¿Cuál?.
- Tienes que hacer una prueba conmigo. ¿No te gustaría actuar en público?.
- ¿Follando?. ¿Con hombres?.
- No sólo follar. La mayoría de las veces es solo bailar o desnudarte ante un grupo de hombres o mujeres y dejarlo así. Otras si que hay que poner toda la carne en el asador. Ya sabes de que carne hablo. Y se gana una pasta.
Desde entonces cada vez que se compra uno nuevo sube a enseñármelo para ver si podemos usarlo en nuestro espectáculo. Y follar además, por supuesto.
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