sábado, 13 de agosto de 2022
Quería ser secretaria y así fue la entrevista
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Una nueva entrevista de trabajo. Algún día lo conseguiría. Pensando que me enfrentaría a un hombre decidí que una buena baza seria enseñar la mayor cantidad de carne posible, eso intentando no parecer una puta, claro.
Me decidí por una falda de tubo que comprimía mis caderas dibujándolas y muy corta, bastante por encima de las rodillas. Si alguien se fijara y no haría falta mucha concentración de notan las tiras del tanga en la tela. Medias cristal muy finas con las ligas de silicona apenas tapaban mis piernas.
Un top sin mangas muy muy ajustado y sin sujetador. Me encanta la sensación de mis pechos bamboleandose libres al caminar. Unna americana encima para poder mantener el control completaba el outfit. Poder quitármela o dejarla puesta según fuera necesario. Y los zapatos de tacón mas altos que tengo.
Con la confianza de sentirme admirada, de que los ojos de los hombres seguían mi contoneo por las calles me dirigí al lugar. Entré en la oficina en la que estaba citada y se me cayó el alma a los pies.
Detrás del escritorio, muy formal tras unas gafas de pasta una atractiva y curvy cuarentona me recibió con semblante serio. Recuperé un poco el ánimo al ver como sus ojos recorrían el nylon que cubría mis piernas. Igual no me había equivocado del todo.
¿Detecté un algo de deseo en su mirada? No estaba segura pero eso me hacía recobrar algo de esperanza. Me senté en la silla que me indicó y crucé las piernas para enseñar un poco más de mi muslo justo entre la liga y la falda.
Decidida a seguir jugando el mismo papel que había decidido interpretar desde que me vestí me exhibía. A poco que me movía mis tetas se meneaban libres bajo el top y ella las miraba.
La miré a los bonitos ojos azules con concentración atenta a sus palabras y preguntas. Rubia teñida, una impresionante delantera que asomaba por el escote de una blusa blanca. Me aventajaba por lo menos en dos tallas. La americana que debía cubrir todo eso colgaba de un perchero, hacia calor. Su parte de abajo me la ocultaba el escritorio pero en conjunto lo que veía era muy atractivo.
Aprovechando que la cosa se alargaba, que hacia calor y que ella no la llevaba me quité la chaqueta y la colgué en el respaldo de mi silla. Según lo hacía me incliné más de la cuenta, adrede dándole la espalda, para pudiera echarle un vistazo a mi grupa.
Mis pezones ya duros a esas alturas se marcaban en la tela del top y sus ojos fueron directos a ellos en cuanto me giré.
Otro cruce de piernas para asegurarme y siguiendo la dirección de su mirada me convencí de que ella había podido ver la piel de mis muslos y hasta el tanga. La falda se había recogido tanto en la banqueta al sentarme que asomaba buena parte de mis desnudas nalgas.
Ella se aturullaba en algunas de las preguntas o en lo que me contaba sobre la empresa. Parece que estaba consiguiendo ponerla nerviosa y que le gustaba lo que veía. Yo conseguía contestar con cierta coherencia pero poco más. Cosas del deseo.
En un descuido abrió uno de los botones de la blusa dejando asomar parte del encaje blanco del sujetador. Además del precioso canalillo de sus impresionantes mamas.
Con un gesto lánguido activó su comunicador y le indicó a su secretaria que despidiera al resto de los aspirantes. Ya no recibiría a nadie más esa tarde.
A mí me indicó el cómodo sofá de cuero que había en un lateral de la amplia oficina. Al levantarme estiré la falda sobre los muslos, un gesto sensual y acariciador que cubría mi piel pero insinuaba.
Al levantarse ella de detrás del escritorio por fin vi el pantalón del traje que también se ajustaba a su cadera. La tela fina y la amplitud de la carne que cubría marcaba perfectamente sus sensuales formas.
Empezaba a desear ver lo que me ocultaba ese tejido de lino. Ya era solo por morbo a esas alturas aunque prácticamente tenía el trabajo en las manos. Se sentó a mi lado en el sofá muy cerca, felina y sensual.
Supongo que todavía dudaba en aprovecharse de una nueva empleada aunque esta también estuviera deseándolo. Sus gestos aún eran tímidos y todavía no se rozaban nuestros muslos.
Forcé mi suerte y puse una mano en su rodilla a la vez que le sonreía con complicidad. Le echaba un ojo al interior de su escote espiando la blanca piel de sus senos que asomaba del sujetador. Nuestras piernas se acercaron más hasta rozarse y ninguna de las dos hizo nada por apartarlas.
Ella seguía contándome y preguntando pero yo miraba el carmín de sus labios deseando besarlos. Mi mano trepaba despacio y sensual sobre su muslo. No la apartó señal de que le gustaba notarla allí.
Ella pasó el brazo por el respaldo del sofá hasta que noté sus dedos jugando en mi espalda con los bordes de mi camiseta. Un momento por la tela pero enseguida buscando la piel de mis hombros y espalda.
Las cabezas se acercaron despacio y al fin nos besamos suave y sensual. Yo mordisqueé su morrito solo con los labios e insinué la lengua, dándole un lametón a su labio inferior. Un gesto lascivo que ella aún hubiera podido rechazar.
Se levantó a echar el cierre a la puerta meneando su culo que yo no perdía de vista. Me pareció ver el encaje de un tanga marcado en la fina tela del pantalón. Y para mi sorpresa a pesar del calor también parecía llevar un liguero y medias. El conjunto completo se insinuaba bajo el lino. El bamboleo de su pandero era hipnótico.
Al volver de la puerta se había abierto un par más de botones del escote y mi camiseta estaba para entonces por fuera de la falda. Ya no merecía la pena mostrarse tímida y había que darle facilidades.
En vez de volver a sentarse se inclinó sobre mí y esta vez su beso fue mas profundo, su lengua se abrió paso entre mis labios. Separé los labios para recibirla en mi boca. Cruzarla con la mía y buscar su saliva.
A la vez que eso pasaba yo posaba mis manos en sus generosos pechos. Las metí por dentro del sostén apoderándome de los pezones grandes, duros y sacando ambas tetas por el escote de la prenda. Liberándolas de las copas que las apretaban.
Sus manos tampoco estaban quietas y tiraba de mi top hacia arriba con la intención de desnudarme. Lo que desde luego permití. Tras librarme del top y dejar mis firmes tetas al aire yo empecé a bajar sus pantalones.
Conseguí sacárselos del todo sin sacarle ni el liguero ni sus tacones. Deliciosa delante de mí solo con el conjunto y la camisa abierta.
El tanga que llevaba hacía juego con el sujetador y el liguero, no me hubiera esperado otra cosa, pero estaba completamente encharcado. Estaba frente a mí de pie, terminando de quitarse la blusa para mostrarse así solo con con el sensual conjunto de lencería.
Me levanté frente a ella para dejar caer mi falda al suelo quedando sólo con el tanga y las medias, notando sus manos por toda mi piel. Agarré su culo desnudo entre las tiras del tanga y el liguero, con fuerza, para apretarla a mi cuerpo, mis tetas contra las suyas aún con el suje.
Las prendas de las dos se iban amontonado sobre el escritorio. Mi top colgaba del monitor de su ordenador.
Me empujó al sofá y levantó uno de mis pies hasta el respaldo se metió los dedos del otro en la boca, me pareció un gesto muy lascivo. Me encantó sentir su lengua jugando con los dedos de mis pies. mojando el nylon de las medias con su saliva. Empezó a bajarlas enrollándolas.
Quedé bien abierta y expuesta a su hambrienta boca. Se limitó a hacer a un lado el tanga que tapaba los depilados labios y buscar con su lengua mi clítoris. Mis finos labios se abrieron al primer toque de la sin hueso. Una vez desatada no paró de comerme el coñito.
Creía que estaba notando su juguetona lengua por todas partes, clavada bien dentro de mi coño, recorriendo los labios, jugando con el clítoris y si yo arqueaba la espalda incluso en el ano. Podía apreciar su maestría y experiencia comiendo coños.
Ya no pude más con la excitación y el morbo y me corrí en su lengua con un fuerte jadeo. El orgasmo cruzó mi columna a la velocidad de la luz llegando, inundando mi cerebro. Siguió lamiendo y chupando mi vulva absorbiendo cada gota de mis jugos. Le dio un tirón al tanga que quedó entre sus dedos roto.
Me incorporé, deseaba amasar sus prietas y abundantes carnes. Tenía que librarme de toda esa cara lencería que aún la tapaba. Empecé con el suje que saltó entre sus brazos solo con soltar los corchetes con una sola mano. Eso era un prueba de todo lo que tenía que contener aquella pieza de elegante y sensual ingeniería.
Besé, lamí y chupé esas dos impresionantes masas de carne. Sus duros pezones entre mis labios eran como caramelitos. Mientras chupaba de una de sus ubres amasaba la otra.
Ahora me tocaba a mí recostarla a ella en el sofá. El tanga se deslizó por sus muslazos mientras tiraba de la mínima prenda. Le dejé el liguero y las medias creo que esas prendas me daban tanto morbo como parecía que le daban a ella.
Podía contemplarla a placer su cuerpo voluptuoso. Era increíble lo plano que tenía el vientre solo con una ligera curvita donde destacaba el ombligo adornado con un pircing.
A mí también me daban morbo sus pies. Cogí uno y lamí su planta con una larga pasada de la sin hueso. Debió hacerle cosquillas por la risita que se le escapó. Pero no le disgustaba así que continué por los dedos.
Pero yo quería probar su piel directamente. Así que elegí ese momento para quitarle las medias que se fueron enrollando según las bajaba por sus piernas. Las arrojé sobre el escritorio junto al resto de nuestra ropa para que no estorbaran en el sofá.
Por fin pude meterme los dedos de sus pies en la boca sin la tela de las medias estorbando. Chupaba cada dedo y lamía la piel entre ellos metiendo la lengua. Es otro de mis fetiches. Empecé a subir por sus increíblemente finos tobillos. Sin separar la lengua de su piel. Ella gemía y suspiraba.
Las pantorrillas y la cara interna de los muslos tenía una piel magníficamente suave. Mi lengua y mis labios se deslizaban despacio, excitándola todo lo que podía camino del pubis grueso, marcado, lascivo por si solo. Lo llevaba perfectamente depilado y suave como yo.
Cuando llegué allí me recibió con un fuerte jadeo. Como había hecho ella anteriormente recorrí todo con la sin hueso. Pero empecé bajando desde el pircing del ombligo.
Separé los labios con dos dedos. En su caso era necesario. Pero los temblores y suspiros con los que recibía cada uno de mis lengüetazos compensaban cualquier esfuerzo extra por mi parte.
Quería buscar también su ano. me apetecía mucho comerme ese culazo.
- Girate, ponte a cuatro patas.
Con la agilidad que había demostrado hasta entonces un segundo más tarde estaba sobre el sofá ofreciéndome la grupa, las rodillas un poco separadas. Apoyé las dos manos en las nalgas casi con reverencia. Separé aquellas masas de carne descubriendo los tesoros que ocultaban.
Acerqué la cara al culazo y sin mas esperas clavé la lengua en el ano. El gemido que soltó me animó a seguir con la faena. Quería darle mucho placer a mi nueva jefa. Tenerla contenta además de devolver los orgasmos que ella ya me había dado.
Se notaba que era toda una dama cuidada y elegante. Se podría comer en ese culo con lo limpio que estaba. Era justo lo que iba a hacer, comerlo con hambre atrasada. Claro que yo también había llevado el mío bien preparado a la entrevista.
Del ano bajé al xixi, volví a separar sus labios con dos dedos y clavar bien dentro la lengua. Jugué con el clítoris duro como un guijarro de río. Podía pasar la mano entre sus muslos y amasar sus tetas que colgaban como campanas. Enormes campanas que colgaban y se movían al compás de su dueña.
Pellizcaba sus pezones. Quería que se excitara todo lo posible y así me dió dos o tres orgasmos. Una vez que estuvo satisfecha o casi se tumbó llamándome a su lado. Muy juntas en el sofá, teníamos que estarlo por que el mueble no daba más de sí. Nuestros cuerpos estaban completamente pegados.
Volvimos a besarnos mis labios aún tenían el sabor de su xoxito. No le importó y volvimos a cruzar las lenguas fuera y dentro de la boca. Cambiábamos saliva como si nos hubiéramos pasado un mes en el desierto y esa fuera el agua que iba a salvarnos la vida.
Nuestras manos recorrían con suavidad y mimo la piel de la otra en caricias que desearía su fueran interminables. Y yo aún conservaba las medias, tendría que irme a casa sin tanga, con el coño al aire bajo la falda.
- Tendremos que empezar a vestirnos. Pero mañana ven preparada para trabajar. Pero seguro que tendremos algún rato para disfrutar.
Así fue como empecé a trabajar de secretaria y me convertí en la amante de mi nueva jefa.
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