domingo, 8 de mayo de 2022
Mis chicos del almacén
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Trabajo en un pequeño almacén de mercancías y logística. Llevó los papeles y la oficina. La empresa es de mi hermano, algo familiar.
Para sustituir a los operarios habituales en las vacaciones de verano el "jefe" contrató a dos mozos de almacén. Yo no llegué a verlos los primeros días, bastante trabajo tenía con lo mío. Me los habían descrito como dos chicos jóvenes pero buenos trabajadores.
Una calurosa tarde de un viernes de julio mi hermano se marchó algo más pronto de lo habitual. Se asomó a mi despacho para decirme que los dos chicos aun estaban en el almacén. Me quedaba sola con ellos. Que les diera una voz antes de marcharme y conectar la alarma. No los fuera a dejar encerrados.
Al rato toda sudada y con el trabajo bien archivado me fui hacia la nave para avisarles de que fueran terminando. Tendría que buscarles entre las filas de palets y estanterías con mercancía. No se oía el ruido de la carrerilla motorizada así que deduje que también estarían terminando la faena.
Lo que no me esperaba es que ya hubieran finalizado hace rato y se estuvieran dedicando a menesteres mas placenteros. Con mis playeras no hacia mucho ruido al caminar por el pasillo cuando empecé a escuchar lo que me parecieron gemidos lastimeros en un primer momento, que equivocada estaba.
No me atreví a levantar la voz para orientarme y llegar al sitio de donde parecían provenir los ruidos. Y menos mal que lo hice así. Ya me parecía estar muy cerca cuando me asomé entre una cajas apiladas y los vi.
Yo les echaría unos diez y ocho o diez y nueve años. Ambos sin camiseta luciendo unos torsos fibrosos, bronceados, sin vello francamente bonitos. Pero lo que mas me impactó fue lo que estaban haciendo.
Estaban de lado respecto a mi posición así que la escena era perfecta para mí. Uno de ellos rubito con barba de dos o tres días estaba arrodillado a los pies del otro, un morenazo, que tenia sus vaqueros bajados a medio muslo.
Desde mi privilegiado puesto de observación podía ver como acariciaba con una mano los testículos y con la otra el pene de su compañero. Con suavidad, ternura y mirándose a los ojos con cara de vicio.
Me quedé estupefacta, era lo mas morboso que había visto en mi vida, en vivo y en directo. Paralizada por la sorpresa no pude avanzar mas y procuré no hacer ningún ruido que pudiera delatarme.
Tampoco podía pensar con claridad, así que me tomé un momento para recuperar el resuello y el hilo de mis pensamientos mientras no apartaba le vista de tan hermoso espectáculo.
No tardó mucho en empezar a deslizar la lengua por tan rígido aparato. Como estaban de perfil respecto a mi posición podía contemplar perfectamente las maniobras bucales del rubio.
En cuanto notó la lengua de su amigo acariciando el amoratado glande al moreno le debieron fallar las piernas y apoyó lo que a esa distancia parecían un durísimo par de nalgas en un montón de sacos que tenia a su espalda.
Siempre me había considerado heterosexual así
que ver dos cuerpos masculinos tan perfectos me estaba poniendo a mil. Pero nunca hasta ese momento habría pensado que verlos follar juntos me excitaría tanto.
Saqué el móvil del bolsillo de atrás del minishort y enseguida me puse a grabar tan excitante escena. Era solo para disfrute personal, conservar un recuerdo.
Pero para sostener el teléfono no necesitaba las dos manos. Estaba tan caliente que no me iba a conformar con solo mirar. El dedo que me iba a hacer sería glorioso.
Apoyé el móvil entre unos envases a mi lado en la estantería apuntando hacia ellos. El video me daría para un montón de buenos ratos. Por fin podía acariciarme. Me tenía que deshacer del sujetador, me estaba apretando tanto las tetas endurecidas y excitadas.
Solté el broche y me lo quité por la sisa de la camiseta. Lo dejé a un lado en el palet más cercano. Esperaba no olvidarlo cuando terminara la función. Empecé a acariciarme una de mis tetas ya descubierta pellizcando el pezón sin perderlos de vista.
Me tenía que morder los labios para que no se me escaparan gemidos y se asustaran. Delante de mí el rubito se había levantado y le daba un beso a su amante, lascivo como no había visto ninguno antes. Cruzaban las lenguas y su saliva chorreaba sobre sus bien formados torsos.
No dejaban de tocarse y acariciarse por todas partes. Uno se inclinaba y lamía una de las axilas del otro. Se mordisqueaban las tetillas y los pezones. bajaban por sus vientres hasta clavar la lengua en el ombligo del otro.
Si seguían gastando tanta saliva no iban a necesitar una ducha. No parecía molestarles el sudor que sus cuerpos debían tener a esas horas.
Ni me di cuenta de forma consciente de cuando abrí el botón de mi short y bajé la cremallera. Pero un momento después ya tenía la mano sobre mi sencillo tanguita de algodón. Estaba empapado, sin bajarme el pantaloncito, lo hice a un lado para tocarme los labios de la vulva.
No podía contenerme, verlos terminar de desnudarse el uno al otro, arrojar sus boxers a un lado y frotar sus pollas una contra otra terminó de ponerme a mil. El rubio las tenía cogidas con una sola mano y mientras se daban lengua las frotaban, glande con glande, los troncos juntos y los huevos, rozando los escrotos.
El moreno giró a su amigo para que le diera la espalda y se pegó a su cuerpo. La polla durísima se encajó de inmediato entre sus nalgas, pero sin llegar a penetrarlo. Besaba y lamía el cuello y la nuca. El pecho frotándose con la espalda.
Las manos lo abrazaron por delante acariciando el pecho, las tetillas y el vientre de su amigo. Hasta agarrar el nabo, le pajeaba despacio sin prisa, solo dando placer. Se iba inclinando lamiendo la piel de la espalda acercándose al culo. Separó las nalgas con las manos y metió la cara entre ellas, sacando la lengua para clavarla en el ano.
Al ver esto me descontrolé del todo. Cuando toqué el clítoris con la yema del dedo índice no pude aguantar más. Llegó mi primer orgasmo de forma incontenible. Se me escapó un suspiro y en ese momento ellos estaban en un silencio relativo, libre de gemidos de placer, así que me oyeron.
Al principio se asustaron y se pusieron a buscar sus ropas con desesperación. Me dio lástima que se separaran así y el sobresalto que se llevaron por mi culpa.
No les di tiempo ni a ponerse los calzoncillos. Salí de mi escondite con mis ropas revueltas y desde luego enseñando más piel de lo que normalmente exhibo.
- Perdonadme. No quería interrumpir. Solo que ya no queda nadie y no quería dejaros encerrados.
Ellos me miraban ojipláticos. El top descolocado mostraba buena parte de mis tetas. y llevaba el short abierto luciendo el reducido tanga. Claro que ellos desnudos del todo no podían criticar nada de mi atuendo.
"A la mierda" pensé, habría que comprobar si eran gays o si también tenían gusto por las chicas. Ellos ya sabían quién era yo.
- Perdone jefa, pero con este calor y con el trabajo terminado. Bueno. Nos hemos puesto cachondos.
- No hay nada que perdonar. Es normal en chicos jóvenes. Siempre estáis calientes.
Mientras hablábamos me iba acercando despacio. En parte para no asustarlos y en parte para verlos mejor y ver si yo también podía tocar.
- La puerta está cerrada, estamos solos. Si queréis seguir un rato más no habría problema.
- Jefa, no sé.
Dudaban.
- Si queréis me marchó, pero me estaba gustando mucho lo que estaba viendo. Sois muy guapos.
Puse una mano en el antebrazo del moreno en un gesto de confianza y ternura. Sonreí y ellos me correspondieron. El trato estaba hecho.
Se habían separado desde el susto pero en ese momento el rubio volvió a acercarse a nosotros. Acarició con una mano el rabo de su compañero que había perdido cierta dureza con el susto.
Aquello volvió a tomar consistencia de inmediato y a apuntar al techo. La otra mano la puso en mi cintura con cierta precaución. Sin saber si yo solo quería ver el espectáculo o participar con ellos en el show.
Entonces me decidí a actuar yo y acaricié el suave pecho del rubito. Ambos acercaron sus agraciados rostros al mío. Besos labios de juntaron en un beso s tres que se fue haciendo más lascivo. sacamos las sin hueso y entramos a jugar con la de los demás.
Mis ropas ya descolocadas rozaron a desaparecer y caer junto a las suyas. Cuando me sacaron el top sus bocas se pegaron a mis pezones como con cianocrilato. Mis brazos levantados les dieron acceso a mis axilas que lamieron con glotonería.
Parece que yo también me iba a ahorrar la ducha. Su saliva ardía sobre mi piel. Mientras sus manos dejaban caer mi short y tiraban del tanga que terminó roto entre sus fuertes dedos.
Cada una de mis nalgas amasada por una mano. Claro que que yo tampoco quería quedarme atrás y cerré el abrazo apretando sus cuerpos fibrados contra el mío. Al principio tiraba de sus cinturas pero pronto bajé las manos a sus durísimos culos.
Como en un descuido deslicé los índices por las rajas de ambos buscando el ano. Como suponía los de ambos estaban más dilatados de lo que sería normal.
Como suelo usar el teclado llevó las uñas bien recortadas y ligadas. Así que no fue difícil y los dedos entraron hasta la primera falange en el interior de sus cuerpos sin ningún esfuerzo.
- Jefa, de cerca esta usted mucho más buena que a través de las cristaleras de su despacho.
- Creo que ya podéis hablarme de tú, chicos. Os estoy follando los culitos.
Gemíamos los tres con las caricias que nos dábamos. Tuvieron que separarse de mí lo justo como para seguir lamiendo mi piel. Parece que eso les gustaba y a mi me encantaba.
Me empujaban con suavidad hasta tumbarme en los mismos sacos sobre los que ellos estaban jugando un rato antes. El moreno detrás de mí empezó besando mi frente, nariz y volviendo a mis labios. Yo le correspondía.
El rubio en cambio se colocó entre mis muslos y tras pasar la lengua por la suave piel de la cara interna se dirigió a mi coñito. Y pronto noté su lengua entre los labios.
Estaba tan cachonda que me corrí enseguida y él no paró de comerme. Se me escapó un grito que ahogaron los besos del otro chico. Seguía bajando por mi cuerpo. Hasta mis pechos mordisqueando mis pezones. Yo tenía los suyos justo sobre mi cara y aproveché para lamerlos.
Ellos me lamían y yo hacia lo mismo con la piel que tenía cerca de la boca. El moreno aún seguía por mi cuerpo hacia mi vientre y darle un beso lascivo a su amigo con mi sabor en sus labios.
Para entonces lo que yo tenía encima de la cara era su bonita y depilada polla. Chupé su huevos como caramelos. Deslicé la lengua por todo el tronco hasta meterme el glande en la boca.
Por mis bajos entre tanto el rubio se había decidido a incorporarse y arrimar la polla. Se la metió a su compañero en la boca para darle saliva y a continuación fue a mi coñito.
Despacio pero firme fue entrando en mi cuerpo mientras la lengua del chico al que le estaba comiendo el nabo acariciaba mi clítoris.
Mientras tragaba polla jugaba con su culo y lo follaba con los dedos. Viendo lo excitados que estábamos los tres no tenía que tardar mucho en correrse. Yo ya llevaba varios orgasmos a cuestas.
Con un fuerte gemido empezó a derramar semen en mi lengua donde procuré guardar la mayor cantidad posible. Sabía que ellos querían compartirlo. Así fue, el chico se incorporó y volvió a buscar mi boca.
Al rubio tampoco le quedaba mucho para correrse. Mientras su amigo y yo nos dábamos lengua empezó a lanzar lefa sobre nuestros rostros.
Volvimos a juntar caras y lenguas para lamernos y limpiar todo ese semen que teníamos encima. Menos mal que no me había puesto maquillaje, ellos solo pasaban las lenguas sobre mi piel.
No nos habíamos quedado satisfechos del todo.
- Chicos, ¿por qué no cerramos aquí y nos vamos a mi apartamento? Podemos cenar y seguir jugando los tres juntos.
Además pensaba que durante el trayecto sus rasgos recuperarían el vigor para seguir follando.
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