sábado, 14 de mayo de 2022
Mirando a mi vecino travesti 2
Esta continuación del relato "mirando a mi vecino travesti" se centra ya en la relación entre las protagonistas. El anterior está publicado en la sección voyeur.
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Ya llevo tiempo espiando a mi joven vecino que en cuanto se queda solo se convierte en una adorable jovencita. Empecé a masturbarme contemplándola. Viendo como se movía por su habitación.
Desde ese día, el de mi primer dedo viéndola, aprovechaba cada momento libre para espiarla. De vez en cuando descubría nuevas y sensuales prendas sobre su hermoso cuerpo.
Arreglada para ella misma en cuanto sus padres salían por la puerta. Me encantaba verla, como se lucía y movía por su cuarto sensual, felina, sinuosa y sobre todo muy femenina.
Más de una vez sospeché que ella me había descubierto mirándola y se hacía la despistada. Pero como yo también me exhibía para ella no le di mucha importancia.
Así era. Yo también dedicaba ratos, los que sabía seguro que ella estaba en su habitación, para pasear con mi mejor lencería o mis vestidos más pequeños y sensuales por delante de esa ventana.
A veces incluso completamente desnuda. Otras veces colocando cosas que siempre habían estado ordenadas. Quería que ella se fijara en mí. Aunque no pudiera ser su amante puede que sí una amiga o mentora.
Nos saludábamos simpáticas cuando nos cruzábamos en el ascensor y yo me fijaba más en ella. Dejaba que mirara mi ropa que parecía que le gustaba.
-¿Te gusta como visto?
Me decidí a preguntarle un día.
- Me encanta. Tienes muy buen gusto y eres muy sexi.
He de admitir que me encantó ese piropo. Puede que incluso fuera un indicio de que también le gustaban las chicas.
- Pues cuando quieras te pasas a tomar un café y hablamos de ropa. Aunque creo que tu también tienes muy buen gusto.
Ahí si que me lancé en plancha. No tenía ni idea de cómo se tomaría ese avance más directo. Ruborizándose en un primer momento. Pero no hubo signos de rechazo. Así que ella sí me había visto cuando la admiraba.
Conseguí que aceptara mi invitación, puede que fuera un poco insistente, pero no se lo tomó a mal. La mañana siguiente en cuanto sus padres salieron a trabajar llamó a mi puerta. Las dos estábamos de vacaciones así que podíamos aprovechar.
Se presentó en mi piso con una de sus camisetas más amplias, igual que su pantalón y sus deportivas. Todo negro. Me moría por saber lo que tenía puesto debajo. En cambio yo solo llevaba un tanga y una camiseta recortada justo por debajo de las tetas. Si levantaba un poco los brazos se me veía casi hasta el pezón.
- Pasa cielo y cierra la puerta. ¿Te apetece un café?.
- Claro.
- Puedes ponerte más cómoda, estarás pasando mucho calor tan de negro. Ya nos hemos visto con menos ropa.
Aún me costó un poco más animarla a que se quitara algo pero al final lo conseguí. Al fin y al cabo me tenía a mí delante medio desnuda.
Sus anchos pantalones cayeron al suelo, debajo llevaba un precioso tanguita de encaje. Como mil veces antes vi que su polla estaba escondida entre sus torneados muslos.
Dejó caer la camiseta larga y amplia que le quedó como un amplio vestido tapando el tanguita y el culito un momento después. Llevaba la melena sujeta en una cola de caballo.
- Suéltate el cabello. Estas preciosa. Vamos a tomar el café.
- Gracias eres muy amable. También tu eres fantástica y muy sexi. Me parece que tienes lencería y ropa muy sensual.
Sentadas en mi sofá nuestras rodillas desnudas se tocaban. No rechazaba el contacto, eso me daba esperanza de que aceptara algo más. Espiando entre sus muslos podía ver de nuevo el tanguita y el bulto sospechoso.
- Si quieres te puedes probar de mi vestidor lo que te guste. Tenemos una talla parecida de cadera y cintura aunque tú seas algo más alta. Y para el pecho tengo algunos rellenos que te valdrían.
- Me encantaría. Y que me ayudaras.
- Desde luego, pero ya te he visto maquillada. Necesitas poca ayuda, se te da muy bien.
Charlábamos como buenas amigas. Era fácil hablar con ella, joven pero centrada. Aunque sus padres no lo entendieran o ella no se lo hubiera dicho.
Tras el café nos fuimos a mi vestidor. Acariciaba mis prendas, mi lencería, con una sonrisa lasciva. Miraba mis vestidos y faldas, los shorts y tops sabiendo que con ellos puestos estaría preciosa.
Me acerqué a ella por detrás soltando la melena de la goma en la que la llevaba recogida y poniéndola sobre un hombro. Luego empecé a subir su camiseta, despacio, descubriendo poco a poco su delgado y precioso cuerpo ante mí espejo.
La miraba por encima de su hombro según volvía a ver el tanga. Ahora el vientre plano con un pírcing en el ombligo.
- Eso es una sorpresa. Tu padre no te lo habrá visto ¿no?. Desde mi ventana no te lo habia visto.
- Tengo hecho el agujero, pero me lo pongo muy poco. Hoy es un día muy especial con una nueva amiga.
- Pues me encanta. Te queda genial. Me tienes que acompañar a hacerme uno.
- ¿Llevas suje?
- No, claro y ¿tu?
- Todavía no, pensaba que me dejarías uno.
- Todos los que quieras. Cariño.
Terminé de subir la camiseta y hacerle levantar los brazos por encima de su cabeza. Sacarla del todo. Aproveché para pegarme a su cuerpo. Mis tetas aún cubiertas por el resto de camiseta tocando su torneada espalda. Notando en mi cadera sus duras nalgas.
Besé suave su hombro y eso pareció agradarle. No se apartó de mí. De hecho cogió mis manos y rodeando su torso las puso sobre sus pezones.
Deseaba seguir por ese camino pero también quería verla como la mujer que era, que es. Teníamos toda la mañana. Así que la empujé suave hacia mis cajones.
- Elige el conjunto que más te guste.
Se fijó en un body de encaje, pequeñito, con la espalda desnuda, terminado en tanga y por delante con un escote en v que llegaba casi hasta el pubis. Ella ya tenía una prenda similar, yo la había visto, aunque parece que le gustaban de ese tipo. Tiré del tanga para quitárselo y su polla que empezaba a ponerse dura salió hacia adelante.
- No hace falta que la escondas conmigo. Me gustas tal y como eres, cielo.
No se preocupó más por su aparato, solo en acomodarlo en las prendas que se fue probando. Nunca me cansaba de verla vestirse y cambiarse de ropa. Así que la dejé a su aire para que estuviera tranquila.
El delicado body fue subiendo por sus preciosas piernas. Separó las nalgas para acomodar la tira de tela en su culito. Volvió a poner su polla entre los muslos con un esfuerzo considerable pues aquello estaba empezando a tomar consistencia. No sé si por la sensual lencería o por mi cuerpo que casi al descubierto tenía a su lado.
Colocó la poca tela que tenía la prenda en torno a su torso y terminó de subir los tirantes en sus torneados hombros. Ni le hacían falta los rellenos para que le quedara espectacular.
Posó ante mi espejo. Me propuso:
- ¿Quieres hacerme unas fotos?.
Me alcanzó su móvil y yo dediqué que un rato a inmortalizar sus bellas posees en el aparato.
- ¿Quieres probar otra cosa?
- He visto un liguero por ahí. ¿Me lo dejas?
- Pues claro nena.
Busqué las medias que iban a juego y el conjunto de tanga y sujetador. Además de unos rellenos de silicona para su pecho plano.
Tenía muchas ganas de ponerle las manos encima y ya no me contuve. Aunque empecé suave ayudándola con las prendas.
Enrolle las medias y ella sentada en lo cama me tendió uno de sus delicados pies. Ante mi rostro tenía una polla preciosa que muy dura apuntaba al techo. Ninguna de las dos la había tocado apenas.
Apoyando el pie en mi rodilla lo introdujo en la media. Fui desenrrollando el nylon por la pantorrilla finamente torneada y luego por su muslo acariciando con suavidad su piel.
Ya no me privé de rozar sus depilados huevos con ternura. Parece que le gustó, su polla dio un salto y pareció ponerse más dura. Pero aún no la toqué. Sujeté las cintas del liguero a las ligas de las medias. En realidad era una prenda completamente innecesaria, esas medias se sujetan solas.
Hice lo mismo con el tanga. Fui yo quien lo subió por sus largas piernas. Ahí si que pude agarrar su dureza y acomodarlo en el escaso encaje. Incluso separé las pétreas nalgas para acomodar la cinta. En su ano rosadito vi el plug que llevaba encajado.
Con el sujetador fui menos delicada, pellizqué sus pezones para ponerlos bien duros antes de abrochar la prenda. Después encajar los rellenos de silicona en las copas.
Para entonces yo ardía, necesitaba caricias. ansiaba que me tocara. Es una chica lista y lo notó. Bueno, tampoco es que se lo pusiera muy difícil, suspiraba y gemía como una vieja locomotora de vapor.
Me quedé tras ella apoyando mis tetas en su espalda. Echó la mano hacia atrás acariciando mi muslo y subiendo hasta mi descubierta nalga. Su caricia fue tierna, como las mías.
Incluso tiró de mi cuerpo para que me pegara más a ella. Besé su fino cuello y subí lamiendo su piel hasta mordisquear su orejita. Mientras se giraba hacia mí aproveché para sacarme la pequeña camiseta. Estaba deseando probar el pírcing de su lengua.
Sus labios entreabiertos me atraían como un imán. Por fin juntamos las bocas en un beso lascivo. Cruzamos las lenguas como si no hubiera un mañana. La saliva resbalaba hasta mis tetas desnudas y mi sujetador, el que ella tenía puesto.
Notaba su polla dura saliendo de mi tanga apretada contra mi vientre. El glande me llegaba al ombligo. Mis manos agarraron sus nalgas apretando con fuerza su prieta carne. Deslicé un dedo por su ano y noté el plug que llevaba puesto. La nena cachonda ya venía preparada.
Ahora fue ella la que empezó a bajar por mi cuerpo. Lamiendo mi cuello, besando mis hombros y amorrándose a mis pechos como un bebé.
- Dejemos lo de la ropa por un rato. Vamos a la cama.
La llevé de la mano. Ya junto al lecho bajé su tanga y ella el mío. No quería quitarle nada más. Estaba preciosa con el liguero, las medias y el sujetador. Su rabo apuntando al frente.
Deslizó su mano entre mis mis muslos para acariciar mi chorreante vulva. Los dedos se le humedecieron de inmediato. Con una sonrisa lasciva en sus bonitos labios los llevó a su boca para saborear mis jugos.
- Los quiero probar de la fuente. ¿Me los das?.
- Toda tuya.
Me tiré al colchón de espaldas, abriendo las piernas todo lo que pude. Se arrodilló en la alfombra entre ellas llevando la lengua a mis labios. Clavándola en mi interior y chupando el clítoris.
De lo excitada que estaba mi orgasmo apenas tardó unos segundos en desatarse y ella no separó la cara de mi pubis.
- Vamos. ¡Fóllame!.
- No pensaba irme de aquí sin hacerlo.
Dijo con su bonita sonrisa. Se incorporó. Estaba tan abierta y húmeda que no hizo falta guiarlo su pene en mi interior. Se deslizó en mi coño como un cuchillo caliente en mantequilla.
- Córrete dentro. Tomo precauciones.
Entraba y salía de mí con firmeza pero suave. No muy deprisa, exactamente como me gusta. Podía ver su cara de vicio y ella la mía. Aguantó un buen rato bombeando y yo corriéndome. Una vez y otra de lo excitada que estaba.
Sus manos me acariciaban allí donde alcanzaban. Hasta pellizcar con suavidad los pezones. Estábamos entregadas del todo. Levanté las piernas hasta apoyarlas en su pecho. Mis pies en sus hombros y noté en ellos su lengua juguetona. Es tan viciosa como yo.
- Pásame el plug. Quiero probarlo.
Se lo sacó del ano sin dejar de penetrarme. Yo me giré para ponerme a cuatro patas. Aún estoy lo bastante ágil y flexible como para hacerlo sin que ella sacara la polla.
Como dejé mi grupa a su alcance, ella mojó dos dedos en su saliva para dilatarme. Jugó un rato con mi ano antes de deslizar su juguete dentro de mí.
Me estaba llenando por los dos agujeros. Era la primera vez que sentía una doble penetración y aquello me estaba haciendo ver las estrellas. Me encantaba como me follaba esa nena.
Su morbo, su vicio, sus ganas de disfrutar me estaban llevando al paraíso. Al fin se corrió dentro de mí. Y no paró, se inclinó y empezó a lamer mi culo. Siguió por la vulva recogiendo en la lengua el semen que rezumaba.
De ahí a besarme para compartir en nuestras lenguas nuestros sabores.
- Mejor nos duchamos antes de seguir con la ropa.
- Tampoco importa mucho ya la lavaré.
En mi ducha renovamos nuestros juegos y caricias juntas bajo el chorro de agua. Nos enjabonamos la una a la otra. recorriendo nuestras suaves pieles con las manos.
Le comí los pies, el culito, la polla volvió a ponerse dura en mi boca y ya no paré hasta que se corrió en mi lengua y volvimos a compartir su lefa en un lascivo beso.
Al salir de debajo del nos secamos la una a la otra entre caricias, besos y risas.
- Ahora quiero no solo la lencería. Quiero que me vistas entera. Quiero probarme algunos de tus vestidos y minifaldas.
Le dí el capricho, eso y todo lo que me pidió. Menos mal que tenemos una tallas muy parecidas. O me hubiera dado de si la ropa. Es algo más alta con lo que mis faldas le quedaban aún más cortas que a mi. Gracias a su culito respingón la tela se ajustaba sensual a su cadera.
En el pecho los rellenos de silicona conseguían dar una bonita forma a los escotes. Bien maquillada su carita parecía aún más femenina. El cuello fino y elegante se veía genial con algunos de mis collares y gargantillas. La muñecas adornadas con mis pulseras.
De mis zapatos solo las sandalias más abiertas le quedaban bien. Pero algo de tacón le estilizaba aún más sus bonitas piernas.
Estaba claro que tenía entre manos una bella mujer. En algún momento tendría que sincerarse con su familia. Pero mientras tanto yo era la persona con quien ella tenía más confianza.
Atesoro la fotos que le hice, que nos hicimos, no solo ese día, sino todas las veces después. A cual más erotica y muchas completamente pornográficas.
No solo nos lo pasábamos bien juntas, más de una noche salimos a divertirnos y a ligar. Pero cuando nos levantamos a un chico las dos juntas y follamos con él toda la noche en mi cama lo dejaré para una tercera parte.
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