sábado, 26 de febrero de 2022

Jardinera

. Es muy bella, la vi en el parque con su hijo. Me dijeron que era divorciada y estaba muy buena. Con su minifalda y las botas casi hasta la rodilla llamaba la atención. Un jersey fino, muy ajustado, casi traslúcido que insinuaba la forma de sus senos. Al día siguiente iba con un pantalón vaquero tan ajustado y fino que se le marcaba el tanga perfectamente cada vez que jugaba con el pequeño. Todo un espectáculo que la mayoría de las otras madres miraban con desaprobación, envidia y alguna de ellas, por qué no con deseo. Que era exactamente la mirada que había en los pocos padres y en mis compañeros jardineros. En casi todos los hombres que paseaban por el parque. Bueno puede que el párroco de una iglesia cercana no la mirase con ese deseo, pero tampoco estoy muy segura. Yo era la más joven de ellos, recién contratada para convertir mis vacaciones de verano en algo rentable. Aprovechaba el calor reinante para anudarme el mono de trabajo a la cintura, lucir mis brazos y pecho musculoso, y los pequeños senos bajo la camiseta de algodón. Sin sujetador mis pezones se marcaban adrede en la fina tela. Aprovechaba para broncearme durante las horas de trabajo. A la vez que el duro trabajo con la pala, las podaderas y todo lo demás me permitía cuidar la musculatura sin pagar un gimnasio. También me fijaba en las miradas de deseo y envidia que mis curvas y definidos músculos levantaban entre los que frecuentaban el enorme parque. Me gustaba llamar así la atención. Yo era la única chica que habían contratado ese verano y solia atarme el mono de trabajo a la cintura. Como había pedido una talla menos que la mía el culo se marcaba bien en la ajustada prenda Dejaba ver la camiseta de tirantes sin sujetador que me ponía para trabajar. Sabía que mis compañeros me miraban y deseaban. Sabía que algunas de las madres, padres y algunos de los chicos mas mayores también me echaban miradas jugosas o se las echaban entre ellos. El calor del verano hacía de ese frondoso parque un lugar muy sensual. Ese día ella iba especialmente sexi, un top ocultaba a duras penas sus pechos. Pero dejaba al aire su vientre plano y unos pantalones cortos de los que salian sus preciosos muslos. El niño se arañó una rodilla justo a mi lado. Al oír su llanto, sin perder un segundo, fui a atenderle y ella llegó al poco tiempo. Me faltaban unos minutos para salir y amablemente me ofrecí a ayudarla a llevarlo a casa. - Solo se ha arañado la rodilla, no parece nada grave. Terminó el diez minutos te puedo ayudar a llevarlo a casa. - Eres muy amable. Creo que puedo apañarme. No quiero molestar. - No es ninguna molestia y con el disgusto que lleva el pobre te va a costar. - Si de verdad no te importa. Te esperamos. Por cierto soy Bea. - Yo Sandra, encantada. Me lo agradeció con una sonrisa deslumbrante. Me cambié de ropa volando y me cargué el niño a la espalda a caballito. Ya se le había pasado el disgusto. Su casa no estaba lejos y tras hacerle una pequeña cura al chaval se fue a jugar a su habitación sin preocuparse mas. - ¿Vivís solos? - Si, soy madre soltera. Me invitó a un refresco para agradecerme el gesto. Se agachó para sacar los vasos de un aparador y el pantalón corto se le ajustó perfectamente a su culo estupendo. No podía dejar de mirar... admirar sus curvas. Y ella empezaba a darse cuenta. - Me estás desnudando con la mirada. - Y no he sido la única. Pero no parece que te importe, creo que te gusta. Yo seguía solo con mi camiseta de tirantes, una mini de vuelo y la capa de sudor. Estábamos hablando conociéndonos sentadas en su sofá. Al principio hablando de naderías. Se descalzó y me ofreció hacer lo mismo. Me quité las sandalias dejando disfrutar en la tupida alfombra a mis pobres pies recién salidos de las gruesas botas de trabajo. Según jugaba con los dedos desnudos en el pelo de la alfombra la minifalda se recogía dejando más de mis muslos al descubierto. - Bonitos muslos. Se te nota el trabajo duro. - Los tuyos son preciosos. Te favorecen los shorts y las mallas. Ella me miraba las piernas sonriendo de forma descarada. Me invitó a comer con ellos y como no tenía nada mejor que hacer acepté. Me ofrecí a ayudarla en la cocina. Fue a cambiarse y ponerse algo más cómodo, de estar por casa y me apareció con un fino camisón de tirantes cortito justo por debajo de las nalgas. Le comenté lo que le gustaba vestir sexi y que me gustaba la ropa con que solía verla. - De hecho me encanta la ropa con la que vas siempre. Muy sexi. Tienes muy buen gusto. - Así que te habías fijado. Supongo que tú también, pero como siempre te veo con el mono no podía decirlo. Luego podemos echarle un vistazo a mi vestidor. Aunque si es verdad que te marca un culito precioso. A veces hasta el tanguita. - Lo pedí de la talla justa para eso. Me encantaría claro, aunque no creo que me valga nada. Es más voluptuosa que yo. - Tengo cosas de talla única y de altura estamos más o menos igual. Se dio cuenta que me había fijado en ella los días anteriores y me confió que también se había fijado en mí. Que le parecía bien una chica tan bonita y con mi cuerpo en un trabajo duro y tradicional de hombres. Le agradecí el cumplido. - Por cierto es raro ver una chica en un trabajo como ese. - Lo hago para ganar algo de dinero. Antes de volver a la universidad. Pero además me gustan las plantas y el campo. Estudio para ingeniero astrónomo. - ¿Me ayudas con la comida? - Claro, vamos. Trasteábamos por la cocina rozándonos como viejas amigas conversando. No teníamos mucha prisa pero me gustaba la confianza que estábamos cogiendo. Me confió que normalmente en casa llevaba aún menos ropa. Que le gustaba el nudismo. - Si estuviera sola iría solo con el tanga o sin nada. - Y ¿al niño no le importa? - Es muy pequeño para darse cuenta y lo dejo para cuando está en la guardería. - Yo también estoy más cómoda con menos ropa con este calor. Pero vivo con mis padres y no tengo muchas oportunidades. - ¿Por eso no suelta usar sujetador? Si que se había fijado en mí. - No me dirás que no es incómodo. Yo también estoy más cómoda desnuda o casi y así se lo dije. Después de comer el niño se fue a dormir la siesta dejándonos solas y a nuestro rollo. Nuria se sacó el camisón dejándose solo el tanga. Mostrándome sus fantásticos senos y me ofreció hacer lo mismo. - Ya es estamos solas. Duerme profundamente y se pone los dibujos el solo en su cuarto. Puedes ponerte más cómoda. Sin pensarlo más me saqué la falda y la camiseta quedando solo con las bragas. Cómo no me había duchado al terminar el trabajo mi olor corporal debía ser fuerte. Le dije que debería irme a casa a ducharme y me ofreció su baño. - Creo que me vendría bien una ducha. - ¿Por qué no lo haces aquí? El baño es grande y cómodo. - No tengo nada limpio para ponerme. - Seguro que te encontramos algo en mi vestidor aunque te venga un poco amplio. Intenté excusarme pues no tenía ropa de recambio y ella me dijo que algo encontraríamos en su armario que me valiera teníamos tallas muy parecidas. Me acompañó al baño con su vaso y se quedó sentada a mi lado. Dejé correr el agua caliente sobre mi piel con el gel acariciándome a misma. Y ella mirándome sin ningún complejo. Procuré disfrutar de la ducha y darle el mejor espectáculo que pude. Al fin le pedí que me alcanzara la toalla. Fue ella la que envolvió mi cuerpo rodeándome con sus brazos y apartando mi melena sobre un hombro besó mi cuello húmedo. Giré la cabeza buscando sus labios y abriéndolos con mi lengua. Solo me entretuve unos segundos para quitarme el agua del cuerpo y aún húmeda dejé caer la toalla al suelo para buscar con mis manos su cadera. Quitarle el tanguita que ya era la única prenda que nos separaba. En ese momento su lengua recorría mi boca. Me agarró de la mano y me llevó a su dormitorio. Su cabello olía de maravilla mientras sumergía mi cara en su melena. Su piel la notaba suave mientras la recorría con mis manos callosas. Las suyas recorrían mis músculos en un duro masaje relajándolos. Comenzó por mis pies que agradecieron el gesto. Cuando sentí su lengua jugando entre mis dedos me derretí. Se los llevó a la boca y pasó la lengua por la planta. Nunca antes me lo habían hecho, jamas había sentido esas caricias durante tanto tiempo. Sus labios en mis tobillos muy lento y despacio. No tenía prisa y yo estaba gozando de verdad. Su lengua escalaba por mis piernas por el interior de mis muslos. Tocando cada punto, el reverso de mis rodillas y subiendo hasta llegar a los labios de mi vulva que a esas alturas chorreaban esperándola. La llevaba depilada casi al completo y en cuanto sintieron el leve toque de su lengua me abrí suspirando. Levanté las rodillas hasta el pecho dejando todo mi coño y culo a su alcance. No se hizo la remilgada como ya suponía. Cuando clavó la lengua el mi ano casi se me escapa un grito que hubiera despertado al crio y tuve que morderme los labios para no gritar. Estiró un brazo y mientras me penetraba con la lengua. Me agarró un pecho retorciendo el pezón. Me daba la impresión de tenerla en todas partes, la sentía en toda mi piel. Su lengua, sus manos su cuerpo sobre el mío según iba subiendo por mi vientre. Hasta besarme con el sabor de mis jugos en su lengua. Conocía mi propio sabor, en innumerables, solitarias masturbaciones me había llevado los dedos a la boca para sentirme, para evitarme excitarme. Pero de alguna forma mezclados con su saliva me parecía que yo era aún mas sabrosa. Por fin escaló tanto que dejó sus muslos a los lados de mi cabeza y con la misma falta de escrúpulos que ella lamí por completo su coño, su endurecido clítoris. Lo mas profundo de la vagina, el ano el perineo pasando por ellos una y otra vez. Gemía bajito, intentando no hacer demasiado ruido. Muy controlada pero esos suspiros me hacían saber que le gustaba como le estaba comiendo el coño. Bueno, el xoxito y todo lo demás. Después de tanto tiempo deseándola. Se corría en mi boca. El cuello estirado, los ojos en blanco, la cabeza hacia el techo. Miró hacia abajo. clavando sus preciosos ojos azules en los míos. Una sonrisa traviesa adornaba sus labios gruesos y sensuales. - ¿Te apetece jugar un poco más? - Contigo. siempre. Se levantó de mi cara y se estiró buscando algo en el cajón de su mesilla. Aún así podía besar la cara interna de su muslo. Cuando al fin vi lo que sostenía en la mano me llevé una peralta sorpresa. - No te hacía yo que fueras de las que juega con esos accesorios. - ¿Y por qué no? Hay que disfrutar. El arnés que me enseñaba era muy realista, en silicona, tenía hasta las venas marcadas. La braguita que lo sostenía hecha con un cuero muy fino parecía bastante cómoda. Tenía pinta de haber costado bastante dinero, era de calidad. Claro que ella no parecía pasar estrecheces. Era el primero que tenía delante. - ¿Quieres follarme? o ¿Te lo hago yo a tí? - Las dos, sino te importa. A no ser que no te guste. - Me parece que quiero probarlo. Póntelo. Ya solo ver subir esa polla encajada en el tanga por sus largos y torneados muslos era un bonito espectáculo. El bello animal que tenía delante andrógino, con la melena despeinada, salvaje y felina. La polla por delante de su pubis me excitaba como pocas veces lo había estado. Separé las piernas lo más que pude. Estaba más que mojada. Pero quería notar sus tetas dos tallas más grandes que las mías frotándose con mi torso mientras me penetraba. Y sus besos y lengua lasciva besando mi boca y buscando mi saliva. - Quiero que tu también disfrutes. - No te preocupes esto lleva un masajeador de clítoris por dentro, ya lo verás. Sin preocuparme más dejé que arrimara aquel falso glande a mis labios. De un solo empujón entró hasta que nuestras caderas hicieron contacto. Nuestras tetas se frotaban y su saliva caía hacia mi boca. Cruzábamos las lenguas sientas una de la otra. Por suerte nuestros gemidos los ahogábamos en los besos lascivos. Comenzó a mover la cadera, follándome con ganas. Al poco ya me estaba corriendo y dejando mis jugos que escurriendo por el perineo en su sábana. Los suyos parecían rebosar del tanga pues me mojaba los muslos. - ¿Quieres probarlo ahora? Me giré dejándola debajo de mí. Bajé por si cuerpo besando sus pechos y mordisqueando sus pezones. No salían mucho pero eran muy sensibles o eso parecía por sus gemidos. Mientras tiraba del tanga ella levantó su culo del colchón para ayudarme. Conseguí sacarlo por sus largos muslos y aproveché para besar los pies cuando los levanto hasta mi cara. Me enfundé aquella extraña prenda, extraña para mí. Efectivamente al llegar a ponerme la tira en el culo y ajustarla a mi pubis algo parecido a unas vellosidades acariciaban mi vulva, labios y clítoris. Aquello tenía que notarse más cuando hiciera fuerza clavando la polla falsa en el coñito de mi amiga. - ¿Me quieres cabalgar? Quiero verte mientras te follo, quiero acariciarte las tetas. - Como quieras. Ven, túmbate. Con mi espalda en su colchón ella subió su cadera, esta vez sobre la mía y no sobre mi cara. Estaba tan mojada que según bajaba le fue entrando como a mí de un solo empujón. Mis manos fueron directas a sus tetas que me tenían hipnotizada. Así como ella se apoyaba en las mías acariciándolas y apretándolas. Pellizcaba mis pezones mientras se movía arriba y abajo. Sin darme descanso. Había que aprovechar la siesta. No sé cuantos orgasmos tuve esa tarde, ni cuantos le dí a ella pero pocas veces antes había estado tan satisfecha. Cuando al fin se derrumbó sobre mi agitada. Su pecho, como el mío, marcando el ritmo como un tambor. La abracé y la retuve contra mi. Me gustaba tenerla apretada a mi cuerpo pero ella tenía sus labores y ya no pudimos estar así mucho tiempo. Me regaló uno de sus vestidos y un precioso tanga de encaje para que pudiera volver a mi casa con ropa limpia. El escote me queda un poco suelto y con mi manía de ir sin sujetador cada vez que me inclinó se me ven las tetas. Pero no importa mucho porque solo me lo pongo para ir a verla. .

domingo, 20 de febrero de 2022

La hija de mi compañero

. Hacía muchos años que no la veía, de hecho ni siquiera la reconocí. Marta es hija de un antiguo amigo y compañero de trabajo. No es mi sobrina de sangre, pero como soy hijo único ella es a la única mujer que podría llamar así. De niña jugaba sentada en mis rodillas cuando tomaba algo con su padre en algún bar. Era una criatura preciosa muy rubia y con unos preciosos ojos azules. Pero nada más que eso, casi un juguete al que entretenía mientras su padre y yo hablábamos de coches, de fútbol, política o arreglabamos el mundo. Yo era más algo joven que él y por entonces estaba soltero. Por motivos laborales tuve que cambiar de ciudad y perdimos el contacto. Apenas conseguía hablar por teléfono o internet con mi amigo de tanto en tanto. Sí que preguntaba por la niña, por mi sobrina y sus progresos, no lo hacía del todo por compromiso. Aunque apenas pensaba en ella por las complicaciones de la vida siempre le tuve un cariño especial. Supe así que había pasado el ciclo básico y el medio de su educación con cierto éxito. Cuando me comentó que iba a empezar la universidad solo pensé en cómo pasa el tiempo y en qué me estaba haciendo haciendo viejo. Seguía soltero y no pensaba en las complicaciones de una relación. Buey suelto bien se lame, como decía mi abuela. Pero tampoco lo relacioné con que en la ciudad en la que vivía ahora hay una de las universidades de más prestigio del país. Y su padre se olvidó de mencionarlo puede que adrede. Así que cuando aquella guapa rubia me saludó en la cola del supermercado ni siquiera la reconocí. Hacía muchos años que no la veía aunque de vez en cuando pensaba en ella. Solo me perdí en la profundidad de sus ojazos azules. Extendidas sobre la cinta a su lado había las típicas cosas para pasar una tarde viendo la tele en el sofá. Prácticamente lo mismo que estaba comprando yo. - Pero tío Alex ¿no sabes quien soy?. De niña me llamaba tío y eso me encantaba. - Créeme si conociera a un ángel como tú no lo olvidaría. No tengo ni idea de quién eres y de cómo sabes mi nombre. Y desde luego no tengo ninguna sobrina tan guapa. Un poco de adulación para subirle el ego no le viene mal a nadie. Y la verdad es que la criatura que tenía delante de mí se la habría puesto firme al más santo de los varones. La rubia melena le llegaba a la mitad de la espalda. Los ojos seguían siendo los mismos de un azul profundo en los que podría ahogarme. La dulce carita había perdido las pecas que la adornaban de niña. Pero sus rasgos se habían convertido en los de una belleza digna de una modelo de catálogo. Los hombros estaban desnudos por que su top se anudaba detrás del fino cuello. Eso le dejaba un escote delicioso, una tetas no muy grandes pero que parecían muy duras. Asomaban en un canalillo en el que podía perderme. La cinturita estrecha estaba al aire por la corta prenda y se veía el ombligo adornado con un discreto pircing. Sus larguísimas piernas salían de una falda que a duras penas merecía ese nombre por la escasa cantidad de tela vaquera con que estaba hecha. Sus sandalias solo eran unas tiras de fino cuero que exhibían sus cuidados pies como si no llevara nada. Las uñas pintadas del mismo color rojo que las de sus manos. Admito que obnubilado por esa belleza mis respuestas apenas eran coherentes. - Bueno, ¿me vas a dejar con la intriga?. - ¿Quién eres? y ¿de que me conoces?. - Soy Marta la hija de Juan. - ¿En serio?. No podía reconocerte en la mujer en que te has convertido. La última vez que te vi eras una niña, apenas me llegabas a la cintura. - Alex. Ahora he pasado bastante de ahí y sé bien lo que hay por esa zona. - Cierto, te has convertido en toda una belleza. Y tu padre no me ha dicho lo guapa que te has puesto. - Será por celos, no me vayas a ligar. Entonces tenías fama de mujeriego. Era pequeña pero no tonta. - No exageremos, pero admito que no se me daban mal las chicas. - ¡Que modesto! Si cada sábado estabas con una diferente. Que te venían a buscar cuando estabas con nosotros. Y seguirás igual. Tu piso será un desfile de modelos de lencería con lo guapo que te conservas. Parece que ella también sabía jugar a eso de adular. El que una belleza tal me dijera que estaba bien me subió la moral algunos puntos. - Pues ninguna de esas modelos debe darse cuenta de ello. O es que estoy de vacas flacas, ahora no estoy con nadie. - Venga tío Alex, invítame a algo y me cuentas qué es de tu vida. He echado de menos lo cariñoso que eras y la paciencia que tenías con aquella mocosa. ¿Como negarme a esa proposición? Solo con que me vieran con ella ya ganaría muchos puntos. - Vale, te llevaré a uno de mis pubs favoritos y te invito a lo que quieras. Pero suponía que una belleza como tú tendría algo mejor que hacer un sábado por la noche que estar con un vejete como yo. - Madurito interesante en todo caso, y ya ves por las marranadss que había comprado que no tenía plan. Dejamos o más bien arrojamos todo lo que habíamos comprado al maletero de mi coche aparcado en la calle a una manzana del súper. Dos calles y un pequeño parque más lejos entramos a uno de mis locales favoritos para llevar a mis ligues. Que además acababa de abrir y éramos los únicos clientes del local. Con nuestras copas en la mano la conduje al rincón del fondo donde cómodos sofás ante mesitas bajas permitían la conversación. En otros casos lo que hacían las parejas era meterse mano y acariciarse con cierta discreción. Yo no iba a ser tan descarado y entrarle a una joven que había jugado en mis rodillas de niña. Así que durante un buen rato estuvimos conversando y poniéndonos al día. Su conversación era fluida y adulta y era todo un placer simplemente hablar mientras ella me permitía contemplar a gusto su belleza. La falda había trepado algo más por sus largas piernas y de vez en cuando podía echarle buenos vistazos a sus torneados muslos. Cada vez que se inclinaba a recoger la copa de la mesita el escote se abría un tanto y los cónicos y duros pechos mostraban el canalillo. Yo no podía competir con nada de eso aunque me conservaba en un forma aceptable y hasta podría presumir de mis abdominales. Pero a ella no parecía importarle y simplemente me hipnotizaba con su forma de ser. El pub se fue llenando e incluso a nuestro alrededor algunas parejas se hacían arrumacos algunos bastante descarados. Nos daba igual, concentrados el uno en el otro. - Tío, ¿sabes que que pequeña estaba enamorada de ti? En ese momento estaba bebiendo de mi tercera copa ya punto estuve de escupir todo el alcohol encima de su bella anatomía. Aún tosiendo solo pude responder: - Cielo, eso me se le dice a un anciano cuando está bebiendo. Me has podido provocar un ataque. - Creo que traspasé mi complejo de Electra de mi padre a tí. - Bueno tu padre es una bellísima persona que no duraría en darle hasta su último céntimo a un amigo en apuros. Es mi mejor amigo, pero no es que sea el más agraciado del mundo. No sé cómo ha salido una criatura celestial como tú. - No has conocido a mi abuela. ¿verdad? Aún tan mayor y sigue siendo una belleza. Soy clavada a ella y nadie se explica como mi padre puede ser su hijo. Pero no te desvíes. - No me aparté del tema, es solo que no me podía imaginar algo así. Eras una niña. - Pero muy madura y me enteraba de todo. Dejó descansar una mano sobre mi muslo. He de admitir que me estaba poniendo muy nervioso. - Ya no tienes edad de jugar encima de mis piernas. - No a lo que jugaba entonces. Pero seguro que podemos encontrar otros juegos. Su mano seguía acariciando mi muslo como en un descuido. Como si ella no se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Y seamos sinceros yo me moría por besar sus labios de fresa. Despacio nos inclinábamos hacia el otro. Las caras cada vez mas cerca. Ya no hicieron falta más palabras. La labios hicieron contacto por primera vez. Un roce suave, un beso tímido, solo un leve toque. Por fin me atreví a tocar su suave piel y ahora fue mi mano la que descansó en su muslo. Despacio, subiendo desde la rodilla. Ningún tipo de seda se podía comparar con lo que estaba acariciando. Y ella no sólo me dejaba, sino que además me estaba animando con la primeros gemidos de placer que escaparon de su boquita. - ¡Ahhh! ¡Tío Alex! Ya tenía ganas. Y eso no sólo no me cortaba, sino que me animaba más. - ¿Me llevas a tu casa? - Tendremos que recoger la compra. Al menos para picar algo. Pasamos por mi coche con prisa. Ambos teníamos ganas de explorarnos. Con la bolsas en las manos nos dirigimos a mi casa. Todo estaba en el mismo vecindario así que minutos después llegábamos a mi portal. Tras la puerta de mi piso estreché el delicioso cuerpo de la chica entre mis brazos y la besé con ardor, con pasión y empecé a darle lengua. Noté como ella abría los labios y respondía, al principio con timidez, luego con lengua y una gran cantidad de saliva. Mis manos resbalaron a lo largo de la espalda. Una espalda firme esbelta que terminaba en un trasero tentador. Las manos acariciaron aquel esplendido culo por encima de la minifalda vaquera sin que mis labios dejaran de besar su boquita. Sentía contra los muslos el contacto del pubis de Marta solo separados por las telas de algodón. También la presencia del vientre, plano, firme y amplio, que empezó a moverse muy lentamente. Restregándose contra la dureza de mi miembro tieso. Sobre el pecho notaba su dos senos. Tan fina era tela de su top y de mi camisa . El ligero movimiento los frotaba, los hacía palpitar bajo el calor de la piel. Mis manos empezaron a explorar aquella maravillosa hembra. Era escultural. Acaricié los muslos desnudos y suaves. Después mientras una mano valoraba la magnificencia del culito, por encima de la falda, y de las caderas, la otra ascendió y acarició las tetas. Marta lanzó un sordo gemido. Un jadeo. Frases entrecortadas de deseo. -Eres bueno, tío Alex. Susurró. Le debía dar morbo seguir llamándome tío. Ya que no tenía ninguno de sangre, tanto su padre como su madre eran hijos únicos. -Y tú estas de verdad buena, Marta... - ¡Oh! ¡Qué manos tienes!. Alex. - ¿Que ocurre? ¿Estás bien? - De maravilla. Me haces vibrar. La respuesta fue un nuevo jadeo, otros gemidos. Le quité el top y no llevaba sujetador. Los senos quedaron al descubierto. Eran dos bellísimas redondeces erguidas coronadas por pezones oscuros, suaves y erectos que invitaban a hundir la cabeza en su tibio aroma. Las besé las succioné y les dí pequeños mordiscos solo con mis labios. - Marta, cariño, tesoro. ahh, me matas. - Me muero, vida mia.... Sigue comiéndome los pechos. Tito. Le quité la minifalda que cayó al suelo de mi habitación. Al liberarla de la braguita , ésta se enganchó en las dos estupendas nalgas. Eran dos prodigios de armonía, separadas altas y salientes. Las agarré con las manos en un gesto posesivo. No quería que se separara de mí cuerpo. Marta también ponía su parte en aquel conocimiento íntimo que intercambiabamos. Tenía sus propias ideas y deseos Acarició con sus manos suaves mi espalda y pecho, liberándome de la camisa y dejándola caer al suelo. Si ella quería desnudarme yo no pensaba poner impedimentos. Segundos después mis pantalones y slip siguieron el camino del resto de las prendas arrojadas a un rincón de mi habitación. Acarició la piel alrededor de mi pubis prácticamente recién depilado y cerró finalmente una mano sobre el miembro erecto y dilatado. Acariciaba mis huevos también. Yo solo gemía en sus oídos. Se inclinó y apoyó la cabeza en mi pecho. Cuando me dí cuenta estaba lamiendo y mordisqueando mis pezones. Duros como piedras sentía que me gustaba mucho esa caricia. Mi sobrinita postiza sabía como hacer gozar a un hombre. - Déjame probarla. Se inclinó más, hasta poder besar el glande con sus labios de fresa. Hasta metes mis testículos en la boca. Hasta pasar una mano entre mis muslos y ponerla entre mis nalgas. Hasta acariciar mi ano con uno de sus dedos e incluso penetrarme con el. Todo mientras su lengua subía y bajaba por el tronco de mi rabo humedeciéndolo. -Oh, tío... cariño... Que duro está... - Solo está así por ti. Por todo lo que me haces. Ahora quiero saborearte yo. Levanta. Lo hizo frente a mí, pegada a mi cuerpo. Con sus duras tetas en mi torso y su lengua buscando la mía. Dejando que la salpica de ambos resbalara por las barbillas. Mi boca descendió a lo largo del cuerpo desnudo de la chica cubriéndola de besos y de mordiscos. Lamí la suave piel de sus axilas siguiendo un camino solo marcado en mi imaginación hacia sus pechos. Me detuve en el vientre. Clavé la lengua en su ombligo y sostuve entre mis labios el pequeño pircing. Después la empujé hasta tumbarla sobre la cama y continuar con el descenso por su cuerpo. Aquel perfume de mujer. Aquel aroma lúbrico y tentador de joven estremecida por el deseo me embriagaba como hubiera hecho el mejor licor destilado. Hundí el rostro entre los bellos muslos y lamí la mojada hendidura. No había vello que impidiera o molestara mis maniobras. Un gemido prolongado y exasperante escapó de los labios de la chica. Lamí el clítoris y luego lo oprimí entre mis labios. Clavé la lengua en lo más profundo de su húmeda gruta. Buscando provocar sus primeros orgasmos. No me conformaría con uno solo. - Tío me vas a derretir. Me voy a licuar si sigues así. Efectivamente sus corridas en mi boca eran jugosas. No creo que fueran squirt pero desde luego eran abundantes. Pero ella me quería en su interior, quería que la follara. Y desde luego estaba bien preparada con lo que hacía estado haciendo con mi boca. Se me puso ella misma a cuatro patas. apoyada en sus rodillas sus nalgas eran algo glorioso. La perfecta imagen de la lujuria ofrecida a mis deseos. Cogiendola de la cintura, despacio fui aproximando la polla dura a la vulva jugosa. Deleitándome en la vista de las dos nalgas firmes, blancas abiertas y del ano ofrecido, oscuro agujero apretadito y promesa de goce futuro. el canal definido y sin vello. El glande hizo por fin contacto con los labios finos arrugados y rojos. y un estremecimiento recorrió el cuerpo de la chica. Suavemente con la punta del miembro acaricié los dos pliegues de sensible piel. La dureza irresistible del pene conseguia que no hiciera falta guiarlo con una mano mientras acariciaba con suavidad los íntimos rincones de la rendida muchacha. Esta suspiraba comenzando a sentir en su interior mi firmeza masculina. Sujetaba su cadera, acariciaba su torneada espalda. Su suave epidermis bajo la yema de mis dedos. Se irguió lo suficiente como para pegarse a mi torso. Tuve que sujetarla del pecho acariciando así sus durísimas tetas. Girada la cabeza para ofrecerme su lengua y poder cruzarla y jugar con la mía. Así era necesario bajar el ritmo. Lo que por cierto me venía bien para no correrme demasiado pronto dentro de esa maravilla de mujer. - Cielo, ¿tomas precauciones?. - Por supuesto tío, me cuido. No me vas a dejar embarazada. Era inevitable mi orgasmo. Con un nuevo gemido de ambos le llené el xoxito con mi semen. Me incliné a comérselo. Nunca me ha importado saborear mi lefa saliendo de un culo tan jugoso y además sorbete para comerle el culo. Lamer su ano y que siguiera gozando. Pero como es lógico mi polla había leído su dureza y nos tumbamos a descansar, muy cerca, nuestros cuerpos pegados. Su cabeza apoyada en el hueco de mi hombro, sus pechos clavados en mi costado y la humedad de su pubis rozando mi cadera. Yo podía acariciarle con ternura, el dulce rostro, el lateral de una de sus tetas. Y de vez en cuando besarla la frente, la nariz respingona y sus labios llenos y sensuales. Seguimos compartiendo confidencias, más íntimas ahora. - Sabes, tengo celos de los chicos que han estado contigo. - Es mi pequeña venganza por cuando te veía irte con esas bellezas y no te quedabas conmigo. Me sentía segura en tus brazos. y no quería que te fueras. - Si lo hubiera sabido, nunca te hubiera dejado. Te habría abrazado hasta el día de hoy. - Y ahora ya sé por qué ellas te buscaban si las hacías gozar como a mí hoy. Si se lo pasaban tan bien. - Ninguna de ellas me hacía disfrutar como tú. Tienes algunos trucos que ninguna de ellas sabía. No sé quién te los habrá enseñado. Sobrina. - Imaginación y documentación. La verdad es que en general los chicos tienen poca imaginación. Van a correrse ellos y punto. Sin pensar en hacernos gozar a las chicas. - Pues espero que no haya sido el caso conmigo. - Para nada, es la vez que mejor me lo he pasado con un hombre. Con mi tío. Eso me hizo sospechar algo. - ¿Con un hombre? y ¿con mujeres?. - He probado y me ha gustado mucho. Supongo que soy bisexual. Seguimos así un buen rato hasta que sus caricias en mi nabo lo hicieron revivir para otro asalto. Nos pasamos toda la noche en brazos del otro dándonos placer. Volvió más noches y al final se vino a vivir conmigo con el permiso de su padre, mi viejo amigo. Aunque no somos pareja como tal. Cada uno sigue follando con quien puede y le gusta además de compartir cama. Algún día se irá pero por ahora nos lo damos todo el uno al otro. .

sábado, 19 de febrero de 2022

Mi primo, su mujer y mi jardín

. Son un matrimonio atractivo, me gustan los dos. No son unos jovencitos pero yo tampoco, aunque me conservo bien. Él, Mario, es uno de mis primos. De esos primos que solo ves en las bodas y los bautizos. Piensas que está muy bueno y que el traje le sienta de maravilla. De buena gana le hubiera hecho un favor o dos. Nuestra relación apenas se ceñía a esas ocasiones. Incluso asistí a su boda, todavía recuerdo el vestido blanco con escote palabra de honor que llevaba ella. Sara estaba maravillosa, muy sexi, aunque elegante también. Me quedé con las ganas de ver su lencería y saber si llevaba tanga y liguero, blancos por supuesto. Nos reencontramos por motivos de trabajo, ellos vinieron a mi despacho para una consulta. Ya hacía un tiempo desde la última ceremonia familiar. En esta ocasión no se me iban a escapar, conseguí su teléfono, mas que nada para no tener que pedírselo a mi madre. Y empecé una relación amistosa y más cercana con ellos. Quedaría a tomar café o ir de compras con ella, lo que suponía un descaso para él. A los chicos nunca les gusta ir de tiendas con sus chicas. Y siempre, en cada ocasión, procuraba vestirme lo mas sexi posible faldas cortas, pantalones ajustados y shorts, el vientre al aire. Como ella yo prefiero el vestido palabra de honor o cuello halter, con los hombros desnudos y un amplio escote. Así eran las prendas que nos comprábamos sensuales y provocativas. A veces sus caras reflejaban sorpresa o incluso deseo al verme llegar así. Se acercaba el verano, uno caluroso, lo que me permitía mostrar aún mas de mi cuerpo a mis parientes. Y ellos también se libraron de bastantes de sus pesadas ropas para el frio. Ellos también se libraban de ropa claro. El pecho de barril de Mario se veía entre los botones abiertos de sus camisas y sus poderosos brazos por las mangas cortas de sus camisetas. Sara también me sorprendió con algún top que descubría su pálida pero elegante y lisa piel. Yo en cambio estoy mucho mas bronceada debido a que en el jardín de mi chalet puedo tomar el sol sin temor a miradas curiosas gracias al tupido, alto y cuidado seto. Me gusta tomar el sol lo mas desnuda posible, completamente en bolas. Así estoy bronceada del todo. Uno de los días que apretaba el calor los había invitado a pasar el día conmigo relajados en el jardín. Les había indicado que se trajeran el bañador. Aunque no tengo piscina es agradable pasar el día en el césped fresco, en bañador o desnudos del todo. Les abrí la puerta vestida con lo mínimo posible, un ajustado pantaloncito muy corto y ajustado y la parte de arriba de un minúsculo bikini de cortina. Al girarme para conducirlos al interior pudieron ver mas de las mitad de mis nalgas, que el escaso pantalón descubría. No me paré a ver su reacción. Sobre el fresco césped les había preparado unos refrigerios. La hierba recién segada invitaba a descalzarse. Relajados en las cómodas tumbonas estaba deseando que se libraran de algo mas de sus ropas. Él había tenido la precaución de traer puesto el bañador y en cuanto el sol apretó un poco mas se libró de los pantalones y la camiseta mostrándonos a las dos el ajustado bóxer de lycra. Al fin podía apreciar en mejores condiciones el paquete de mi primo. Todo un contraste con los trajes con los que estaba acostumbrada a verlo hasta que entraron en mi despacho. Su magnífico cuerpo bien depilado relajado sobre la tumbona ofrecía un bonito espectáculo. Ella en cambio tenia el bikini en el bolso así que la acompañé a mi dormitorio para que pudiera cambiarse. Conseguí quedarme con ella mientras se sacaba el ligero vestido por la cabeza y luego un sensual conjunto de encaje, sujetador y tanguita casi trasparentes. Sus pechos ya los conocía, los había visto en algún probador, pero el pubis depilado fue una bella sorpresa para mí. Me moría por poner mi boca sobre esa vulva o ver como su chico se la follaba. Contemplar en primer plano mientras yo le lamía los testículos. La ayudé a ponerse un bikini pequeñito anudando los cordones mientras aprovechaba para rozar su suave piel. - Espérame un momento mientras me cambio el bikini. Yo me libré del pantaloncito dejando desnudo todo mi culo pues mi bikini tenía el tanga mas pequeño que había podido encontrar. Sara miró anonadada el levísimo tanga. Pero en vez de escandalizarse admiró la prenda y como me quedaba con amables palabras. El suje si me lo cambié por el que hacía juego con el tanga, solo cubría mis areolas y además era muy trasparente. -¡Que pequeño! es la primera vez que veo uno así en vivo. Te queda genial. - Eso espero, por lo que han costado. Tengo otro parecido para ti. ¿Por qué no te lo pruebas? - No sé. - Con tu cuerpo lo lucirás, te quedará estupendo. Sonreí y le dije que había comprado dos iguales y que seguro que a ella le sentaría de maravilla. No la deje pensarlo mucho y lo puse en su mano rozando sus dedos todo el tiempo que me atreví. Un microtanga idéntico al mío, unas finas cadenillas sujetaban un rombo de tela que apenas daría para cubrir los labios finos de su vulva. Se mordió un segundo el labio inferior fingiendo que se lo pensaba pero sonriendo se volvió a sacar la braguita de su bikini para calzarse esa pequeñez. Al fin y al cabo no iba a permitir que yo le enseñara mas piel a su chico que ella. Admirando sus hermosas curvas le tendí el sujetador que daba lo justo para tapar sus rosados pezones. Además se trasparentaban en el fino tejido. Así ataviadas volvimos al jardín con una nueva bandeja de sangría que me había encargado de cargar con un poco mas de alcohol. La cara de Mario era un poema cuando nos vio aparecer. Su mandíbula inferior pegada al pecho. Sus ojos no sabían donde posarse mientras nos acercábamos a él. Conscientes del efecto que provocábamos y que se delataba cada vez mas bajo la lycra de su bañador. Puso la mano en el culo de su esposa amasándolo con confianza pero sin dejar de mirarme. Yo, juguetona les dije que si para mi no había nada. - ¡Qué!, primo, todo el cariño para tu mujer y para tu familia no dejas nada. - Ya me ocupo yo de darte cariño. Dijo Sara. El resultado fue que Sara fue la que me cogió una nalga. Nos reímos los tres de la ocurrencia pero ambos tardaron en soltar su presa de lo que yo no me quejaba en absoluto notando su mano acariciándome el pandero. Las bromas siguieron en ese tono. Ella puso el vaso helado sobre el vientre de su chico "para que se refrescara". Yo jugueteaba con hielo entre mis tetas y mi vientre consiguiendo mojar el sujetador y que los pezones se pusieran aún más duros de lo que ya estaban. No dejábamos de mirarnos unos a otros, toda la piel expuesta y la polla dura a la que faltaban milímetros para asomar por encima de la goma del bañador. Ella como queriendo tomar posesión del pene la acariciaba de vez en cuando por encima de la lycra. Hasta me ofrecí a girarme por si querían un poco mas de intimidad. - Si queréis me vuelvo para que puedas meterle mano sin cortarte. - No hace falta, si quiero acariciarle no me importa que me veas. No me corto. - ¿Verte solo a tí? - No prima, a los dos. Él dijo que podía mirar que ya no le importaba y eso mientras apartaba el sujetador de su mujer para comerle las tetas, tan cachondo estaba. Ella metía la mano dentro del bañador agarrando la dura polla, sacándola a tomar el aire. - ¿Ves como no importa? -A vosotros no. Pero a mí me estáis poniendo cachonda. - Y ¿No era eso lo que pretendías?. Esos bikinis no son de lo más normal. - Ya es hora de que unas. ¿No crees? Me miraron los dos y al ver mi cara de vicio. Ella me propuso tocar también ofreciéndome el pene en su manita. Me arrodillé entre sus muslos y golosa empecé a lamerlo. Ella soltó mi sujetador, no me apartó y se unió a mí en la tarea. Por fin su lengua se cruzó con la mía mezclando nuestras salivas. Babosas las dos sobre la depilada y suave piel de su rabo llenándonos las bocas de carne prieta besándonos lascivas sin alejarnos mucho de la polla. Cruzando las lenguas y compartiendo saliva. Aunque yo estaba deseando acariciar su coñito fue ella la primera que hizo a un lado mi tanga con sus dedos y se apoderó de mi vulva. Me estremecí al notar sus yemas acariciándome el clítoris. - No sabía que tenías tanta experiencia con chicas. Ella sonrío morbosa al notar la humedad que chorreaba entre mis muslos. Yo notaba su vulva mojada parecida entre sus piernas y rota toda contención dejé que siguiera prestando atención a su chico. Mientras yo me colocaba a su espalda para comerle el culo y el coño y que él me viera hacerlo. Como sospechaba le encantó notar mi lengua en todos sus rincones suspirando con mas fuerza cuando le clavaba la lengua en el ano. - Si, prima. Cómeme entera. Se corría en mi boca sin dejar que la suya se separara de la hermosa polla de Mario. Sus gemidos y suspiros eran ahogados por la carne dura. Pero los de mi primo llegaban a mis oídos nítidos. Queríamos estar más juntos, más piel con piel. Conseguí que Sara se pusiera por debajo de mí dejando su coñito al alcance de mi boca. Mi cadera sobre su cabeza estaba justo en la posición ideal para que Mario me follara. Su mujercita, generosa, me ofrecía la polla de mi primo. Yo estaba muy mojada y cachonda y la lengua de esa chica tan guapa haciéndome caricias en el clítoris no hacía más que aumentar mi excitación. Encerré mi cara entre sus muslos dejando que el duro grande se abriera paso entre mis labios. La pétrea polla me llenaba. Se movía despacio dejando que Sara le chupara los huevos y lo que podía de mi pubis. Parecía que lo tenían ensayado. Que no era la primera vez que hacían eso con alguna chica... o chico. Notaba sus manos acariciando mi piel, las de ambos. Todo era placer, entre ambos me estaban haciendo sentir cosas de las que habia disfrutado pocas veces en mi vida. Y yo que pensaba que los estaba seduciendo y en realidad era yo la que había caído en sus brazos. Pero estaba claro que no me quedaba quieta. Mi lengua saboreaba los jugos que Sara soltaba en cada uno de sus orgasmos. Se me da muy muy bien comer coños. Excepto cuando levantaba la cabeza para gemir en mis propios climax. Como Mario se estaba tomando su tiempo ambas tuvimos muchos orgasmos antes de que se corriera. Aunque tomo mis precauciones sacó la polla de mi interior para derramar su lefa en la boca de Sara. De inmediato me giré para besarla y compartirla. Incluso él se unió al beso a tres lenguas para saborear su semen. Nos derrumbamos los tres sobre el césped respirando agitados. La polla de mi querido primo perdió su dureza después de correrse. Teníamos que darle tiempo para que se recuperara. Volvimos a la sangría mientras ellos me contaban algunas de sus aventuras. Resulta que si eran aficionados a los tríos. No era la primera chica, persona, que follaba con ellos. Eso le dio pie a mi imaginación, estar con ellos y una cuarta persona, ya fuera chica o chico o transexual. Que ellos también habían probado con esas mujeres con polla. Yo también les conté cosas de mi vida, mi bisexualidad y que este estaba siendo el mejor trio de mi vida. Poco a poco, con la conversación de pervertidos, los roces de los cuerpos desnudos y las manos cariñosas nos estábamos animando de nuevo. Notaba por turnos los dedos de ambos acariciándome el coñito. Y los besos dulces de sus labios, sus lenguas buscando la mía. Esta vez fue Mario el que terminó de espaldas en la hierba. Con mi lubricante en el ano de su mujer esperaba ver como esa polla abría su culito. Yo quería probar la lengua de mi primo y ver si se defendía tan bien como Sara. Me senté en la cara de mi primo y me abrí el culo. Quería que empezará con un beso negro. Si lengua no me defraudó en absoluto. La notaba en todos mis rincones dándome más orgasmos. Sara se estaba sentando despacio sobre el rabo para que ninguno de los dos se dañara mientras estaba penetrándola por el ano. Volví a saborear sus sensuales labios su lengua juguetona. Ambas nos acariciabamos las tetas, el vientre, el clítoris. No solo nos besábamos en los labios, el cuello, los hombros, las orejas, los pechos, los brazos y hasta los sobacos. Lamiendo cualquier pedacito de piel que alcanzaban nuestras lenguas. - ¿Cambiamos? Sara se levantó dejándome el sitio para que su chico follara mi culito. También me la clavé despacio. Quería disfrutar la penetración. Mientras seguía dando placer y cariño a Sara. Ahogando nuestros gemidos en la boca de la otra. Esta vez ya no paré hasta que me llenó con su semen. Eran tan pervertidos, dignos compañeros para mi placer, que me pusieron a cuatro patas para lamer mi ano a dúo. La lefa que rezumaba era recogida por sus ávidas lenguas. Esta vez el descanso fue más largo. Reponiéndonos con la cena. Se quedaron a dormir por supuesto. Yo me he quedado en su casa muchas noches después de esto. Y los encuentros familiares se han vuelto más animados desde entonces pues sabía que iba a verlos. O directamente a ir los tres juntos. ..

viernes, 18 de febrero de 2022

Segar el césped

. Le vi por la ventana de su dormitorio, su padre le había mandado cortar el césped mientras ellos estaban trabajando. Es un chico guapo el hijo de los nuevos vecinos. Ellos se han ido a trabajar pero como él está de vacaciones se ha quedado solo en casa. Yo voy sólo con un pantalón de deporte viejo y muy pequeño. Y me lo había puesto de milagro por que había dormido desnudo y me gustaba andar así por casa con ese calor. Él llevaba un vaquero que parecía recortado por el mismo, muy reducido. Casi asomaban sus duras nalgas por debajo de la escasa tela. Eso y unas playeras viejas era lo único que tenia puesto. Levantó la vista un segundo y me pilló mirándolo, en vez de sospechar algo levantó un brazo para saludar y sonrió. Le imité saludando con la mano pues el ruido del infernal aparato habría impedido toda conversación. Mi costumbre en vacaciones es desayunar en el jardín y decidí hacerlo así sin ponerme nada más encima. Hacerlo desnudo del todo me parecía muy descarado. Sacar la bandeja a la mesa que tenía en mi césped descalzo. Había puesto una cafetera entera, bollos y mermelada de sobra para un regimiento. Le hice señas para que se uniera a mí y le puse una taza de café delante de la otra silla. - Perdona por el estruendo de ese cacharro. Mi padre debería comprar otro más nuevo. Al cabo de un rato cruzó la valla pidiéndome disculpas por haberme despertado con el ruido. Le dije que no pasaba nada y que ya era hora de levantarme y a ser posible desayunar en buena compañía. Lo dije echándole un buen vistazo a su bello cuerpo. - Siento haber empezado tan pronto a hacer ruido. Supongo que te he despertado. - No importa, ya tendría que haberme levantado. Y merece la pena para tener tan buena compañía en el desayuno. Lo dije echándole una buena mirada apreciativa a su cuerpo, a su piel morena, a sus músculos definidos. Sus pezones pequeños oscuros que podrían ponerse durísimos con el estímulo adecuado. Algo como mi lengua. - Muchas gracias por el desayuno. El trabajo me ha abierto el apetito. Y me gusta pasar tiempo contigo. Sino estaría solo toda la mañana. Me contestó amablemente que también apreciaba mi compañía, ya que iba a pasar la mañana solo. Y pensar que sus ojos también acariciaban mi cuerpo me ponía cachondo. Tenía ganas de ver más del suyo y sin cortarme le propuse ya que nadie había de vernos, quedarnos completamente desnudos. -¡Qué calor hace! Estaríamos mejor desnudos del todo. - Pues tienes razón estaríamos mucho más cómodos en bolas. Viendo que le lacia bien, sin más, me bajé el pantaloncito de deporte y lo abandoné en la hierba. Me imitó y vi que tampoco llevaba nada mas que su depilada y de respetables dimensiones polla bajo el deshilachando vaquero. - Tienes razón, con la hierba fresca, se está mejor en bolas. -¿Y ese short? ¿Lo has comprado? Ya ves que a mí también me gustan prendas así, más bien cortas. Que se vea lo más posible del cuerpo. - Era un vaquero viejo y mi madre lo cortó. Y como no me parecía bastante pequeño luego le di yo otro rebaje. Cuando le pregunté sobre la prenda me dijo que se lo había hecho su madre. Pero pero que él le había pegado un recorte más a posteriori. Viendo su bronceado integral me contó que aprovechaba cualquier rato para tomar el sol completamente desnudo. Cosa que yo ya sabía pues lo tenía bien admirado desde mis ventanas del piso superior. Que además también me había visto a mi en iguales condiciones a través de nuestras ventanas. - Ya veo que no tienes marcas de bañador. - Como mis padres trabajan cuando me quedo solo aprovecho para estar desnudo. Tu también lo haces. Te he visto alguna mañana, desde mi habitación del primer piso, tomar el sol sin nada sobre una toalla en ese rincón de ahí. Por eso no le daba importancia a estar sin nada a mi lado. Jugueteando con un resto de mermelada de mi plato me llevé el dedo a los labios y lo lamí lascivo. Pareció gustarle el gesto pues sonrió al verlo mientras charlábamos de naderías y le ofrecí el plato de confitura acercándolo a su mano. - Puedes tomar lo que quieras. Y no me refería solo a la mermelada. Untó el dedo recogiendo una cantidad generosa y se lo llevó a la lengua que sacó de su boca en un gesto aún mas provocativo. Mi sonrisa lasciva se hizo aun mas amplia. Después me puse un poco en un pezón y el frio hizo que se endureciera de inmediato. Él siguió el juego y puso un poco más en su ombligo. Con el jugueteo y la provocación nuestras pollas empezaban a tomar consistencia. Así que en ese momento me lancé. Recogí aun mas mermelada con dos dedos. La puse a lo largo de su pene de la base al glande. Sin perder su sonrisa ladeada me soltó: -Eso tendrás que limpiarlo. - ¿Si? ¿Y cómo quieres que lo limpie? - Es comida, con la lengua sería buena idea. Y separó las piernas. Me arrodillé entre sus muslos y acariciando sus suaves y depilados huevos con una mano. Comencé a pasar la lengua por el tronco recorriéndolo de arriba abajo hasta seguir por los testículos. Clavando los ojos en los suyos que se entrecerraron por el placer que le estaba dando. Levanté sus piernas todo lo que pude buscando el agujero oscuro, sudado pero limpio. Y clavando la lengua en él, pasándola por toda la raja y cuenta a los testículos y el pene. Empezó a acariciarme la cabeza y los hombros. La postura no era muy cómoda para él así que se deslizó del del banco de plástico hasta quedar tumbado sobre la hierba fresca. Mientras el sol calentaba nuestras pieles desnudas. Ocupado como estaba no me di cuenta que se había bajado el plato al suelo. Seguro que prendía jugar más con la mermelada. Cuando puse mi pelvis sobre su cara en un sesenta y nueve noté en mi culo y polla el contraste entre la humedad fría de la mermelada y la caliente de su lengua. Lamiendo de mis huevos, ano y rabo la confitura que había puesto antes allí con sus dedos. Notaba su lengua en mi ano excitándome aún mas de lo que ya estaba, luego fue uno de sus dedos con la mermelada y dos abriéndome el culo a la espera de lo que tenia en la boca en ese momento. Lubricó mi ano con mas mermelada y yo hice lo mismo con su rabo. No le dejé levantarse, me incorporé yo. Me fui sentando despacio sobre su pene dejando que entrara en mi cuerpo despacio. Abriéndose camino como una barra caliente entre mis nalgas. Apoyado en su pecho jugando con sus pezones y él con los míos, jadeando ambos y moviéndome despacio sobre mis rodillas. Estaba a punto de correrme casi sin tocar mi polla. Subía y bajaba la cadera despacio notando la dureza de su rabo en mi interior. Salpicaría todo su vientre y pecho con mi esperma. Pero él tenía otra idea. En cuanto se corrió tiró de mi cadera hasta poner mi culo sobre su torso y mi rabo directamente frente a su boca. Le dio un lametazo rápido a mis huevos, si se hubiera detenido más con eso me habría corrido sin remedio. Pero lo quería en la boca. Así que puso mi glande en los labios y con solo dos o tres bombeos suaves de su mano me derramé con un fuerte suspiro. Al fin y al cabo estábamos al aire libre y teníamos que contenernos y no hacer mucho ruido. Me incliné para besarlo y compartir mi lefa de su lengua a la mia. Jugamos un rato con las lenguas, con la saliva mientras sus manos acariciaban mi cuerpo. - Tengo que seguir. - Eres un chico genial. Ya llevábamos mucho rato desayunando. Ambos teníamos más cosas que hacer esa mañana. Volvió a su jardín. Al día siguiente lo volví a invitar a desayunar conmigo. En vez del corto pantalón de deporte salí al jardín únicamente con un suave y ajustado bóxer de lycra. Al rato de estar sentados desayunando entre besos y caricias a los dos nos apetecía pasar a mayores. Lo despojé de su short que terminó en el césped. Se puso a mi espalda y me besó en el cuello y el hombro con ternura. Sentía su polla dura insinuandose justo en el canal de mis nalgas por encima del boxer ajustado. Sus manos recorrian mi vientre desnudo subiendo hacia mi pecho para acariciar los pezones duros de excitación, morenos y negros. Los labios se posaban con dulzura en mi hombro derecho y su lengua comenzó a recorrer la piel ansiosa de caricias. su gloriosa desnudez muy apretada a mi espalda. Mientras yo deslizaba mis manos por sus caderas echando los brazos hacia atrás, en busca del ansiado culo y ofrecido a mi caricia. Casi sin despegarme de él, piel con piel, me fui girando lentamente hasta quedar frente a frente. Muy juntos, besando la boca lujuriosa y sintiendo la lengua juguetona dentro de la mia. La dureza de los miembros apretados entre nuestros vientres aumentando el grado de excitación al máximo. - Hoy fóllame tú. Nos gustaba hacerlo sobre el césped a la luz del sol. Así que no nos movimos de allí. Me gusta ver la cara del chico que follo, la expresión de lujuria en su rostro. Pero aquel día simplemente en cuanto se puso a cuatro patas me puse a comerle el culo como preparación para follarle. Gemía y suspiraba, intentando no hacer mucho ruido por si había vecinos al otro lado. Pero yo intentaba que gozara lamiendo todo aquello que podía alcanzar. Le chupaba los huevos, el culo, el ano y saboreaba cada centímetro de su suave piel. Tenía mi polla dura como una piedra. Deseando entrar en su cuerpo. Esa mañana desayunábamos tostadas con aceite de oliva. Ideal como lubricante. Solo tuve que estirar la mano y embadurnar mi rabo y su ano con el óleo. El glande entraba casi sólo, no era virgen. Mis movimientos se fueron haciendo más rápidos y fuertes poco a poco. Sujetaba su cadera para que no perdiéramos el ritmo. Pero él se incorporó sobre un brazo para girar la cabeza y besarme. Ofrecerme su lengua saliendo de entre sus finos labios. Con el torso pegado a su espalda chupé la punta de su lengua. Pellizcando sus pezones con una mano. Y todo ello sin que mi nabo se saliera de su ano. Tuvimos que hacerlo más lento para poder acariciamos más. Así que sudados y calientes duramos más que la mañana anterior. Incluso alcanzaba a pajear su bonita polla con la otra mano. También quería que se corriera. Que derramara su simiente sobre la hierba de mi jardín. Todo llega y cuando noté las contracciones del orgasmo en su culo apretando mi rabo yo me corrí dentro de él. Pude agacharme y seguir con un morboso beso negro aunque su culo sabía a aceite de oliva y a mi propia lefa. A partir de aquel día cada vez que tenía ganas de follar y no estaban sus padres se venía a desayunar conmigo. .

domingo, 6 de febrero de 2022

Strep mus

. Yo me consideraba heterosexual o eso creía yo. Bueno... quién no se ha masturbado alguna vez con un video de chicos guapos comiéndose las pollas o follándose los duros culitos. Y en mi época de putero, si también tuve una buena temporada de esas, si que me metí en la boca el rabo de alguna transexual sexi. De más de una de hecho. ¿Esas son chicas? ¿verdad?. Tienen tetas. No se puede considerar que eso sea de gays. Me decía a mi mismo, puede que para justificarme o tranquilizarme. Pero eso fueron pecadillos de juventud. O eso creía yo. Pensaba que esas locuras habían pasado. Si para entonces me daba miedo hasta un examen de próstata. Con casi cincuenta años, algo de pancita, no gordo, mas bien peludo bueno excepto en la cabeza donde empezaba a ralear, no me machacaba en el gimnasio precisamente. Aunque intentaba mantener la barriga a raya con la bici. Me consideraba un tipo normal, del montón, un osete. No pensaba que a esas alturas fuera a levantar pasiones. Estaba asentado, incluso el deseo sexual había bajado, no tenía tantas ganas de follar, ni siquiera de hacerme pajas. Pero sorpresas te da la vida. El divorcio, el cambio de domicilio, todo conspiró para alterar lo que yo creía era una vida cómoda. De un día para otro todo se me volvió patas arriba. Cansado de la ciudad y pensando en no encontrarme a mi ex a la vuelta de cada esquina, me fui a vivir a un adosado en un pueblo cercano. Era una opción que podía permitirme. Al fin y al cabo no salía por mi barrio y siempre usaba el coche para todo. En la misma línea de casas había algunas opciones interesantes, por lo menos visualmente, chicas jóvenes que vivían con sus padres y alguna milf que según avanzaba el buen tiempo se iban librando de lo más pesado de sus ropas. Pero no terminaba de animarme a ligar en mi nuevo barrio, puede que por que no me tuvieran por el salido de la zona. En el chalet de enfrente vivían dos tipos parecidos a mí. Mediana edad, de físico normal, no es que me hubiera fijado mucho en ellos. Aparte de cruzarnos a la salida de los garajes cuando íbamos a trabajar no es que los viera mucho. El que vivieran solos, sin mujeres me hizo suponer que eran divorciados como yo, que compartían gastos por no poder pagar una casa solos. Eran simplemente parte del paisaje. Seguro que mi ex se hubiera percatado de algunos detalles que para mí pasaban desapercibidos. Las lluvias de primavera habían vuelto salvajes las pocas plantas que tenía en la parte de delante de la casa. Con harto dolor de mi corazón un caluroso sábado de principios de verano me propuse remediar esa situación. Unos días antes me había acercado a un almacén de bricolaje y me había pertrechado de los útiles necesarios para tan ingrata faena. Así que con una azuela y unas tijeras de podar, vestido apenas con unas reducidas bermudas y unas viejas playeras me dispuse a sudar la gorda gorda e impedir al menos que el follaje me impidiera las vistas o la entrada de luz, desde las ventanas de la primera planta, no ya desde el dormitorio sito en la segunda. Y no es que el espectáculo que se divisaba desde mis ventanas fuera algo especial. Mis vecinos hasta entonces siempre habían cuidado de su privacidad y mantenían sus cortinas bien cerradas cuando estaban en casa. Cosa que yo no hacía, estaba seguro de que si querían verme, solo con asomarse un poco habrían podido disfrutar del pobre espectáculo de verme en gayumbos o cambiándome de ropa totalmente desnudo. Había removido un poco la tierra y la había puesto algo de abono a mis plantas resguardado por las hojas del único árbol que tenía de lo peor del sol pero ya no podía retrasarlo más y cogí la podadera. Fuera de la sombra comencé de inmediato a sudar. Un momento después uno de los vecinos de enfrente volvía de la tienda con algo de compra en una mochila. Me saludó simpático como siempre que nos habíamos cruzado. - Cuando termines te pasas y nos tomamos unas cervezas. Parece que te hacen falta. Se te ve bastante sudado. - Genial, en un rato voy. - Estaremos en la parte de atrás, da la vuelta. Al cabo de un rato ya tenía un montón de maleza para la estufa de leña y pellets que había hecho instalar para no gastar tanta calefacción. Y el árbol estaba lo suficientemente recortado como para no tapar las ventanas el resto del año. Me puse una camiseta, cogí las llaves y fui hasta la entrada posterior de su jardín que daba a un callejón. Detrás de la casa ellos tenían un cuidado trozo de césped con una sombrilla, una mesa y unas sillas. En esa parte de mi chalet yo solo tenía una terraza pavimentada. Me abrió el otro vecino, Iván, con una amplia sonrisa y enseguida me alcanzó botellín. - Ya me ha dicho Mario que te había invitado. Ponte cómodo. Apenas hemos hablado nunca y ya llevamos unos meses de vecinos. - Es verdad, aparte de saludarnos no hemos hablado nada. Entonces salió Mario de la casa con unos aperitivos y llevando solo las bermudas. Se había quitado la camiseta, lo que no me importaba. Estaban en su casa y podían ir como quisieran. Yo por la mía solía estar en gayumbos con ese calor. Estuvimos comentando sobre nuestras vidas trabajos y experiencias durante un rato. Les conté sobre mi divorcio y me dijeron que Iván también era divorciado. Mario nunca se había casado. Mario estiró la mano para alcanzar unas avellanas y rozó adrede un pezón de su amigo. Lo acarició durante un rato y recibió una sonrisa a cambio. Yo me quedé estupefacto durante unos segundos. - ¿No te habías dado cuenta?. Compartimos la cama además de la casa. ¿Te importa? - Joder ¡No! Solo me pillasteis de sorpresa. Es vedad que para detectar esas cosas soy bastante negado pero no me escandalizo. Y si os va bien yo no tengo por qué meterme. Antes de marcharme se dieron algún beso suave en la boca y algunas caricias delante de mí sin cortarse demasiado. Pero tampoco nada demasiado fuerte supongo que para no escandalizarme. Desde que me había mudado a esa casa no había mojado el churro. No había tenido ocasión de quedar con nadie. Tampoco es que me quedaran demasiadas amigas de antes del matrimonio. Le había perdido la pista a todas. Y ni pensar en irme de putas, habría terminado de arruinarme. Así que me mataba a pajas. La poca acción que había visto entre ellos me había despertado la líbido y me había hecho recordar alguna de mis experiencias. Los días siguientes los pasé bastante excitado. Animado además por que los vecinos dejaron de cerrar tanto las cortinas. Supuse que la invitación había sido en parte para tantear mi actitud sobre su orientación y ver si podían tener menos cuidado con su intimidad. En varias ocasiones pude verlos desnudos del todo, o casi. E incluso desde el piso superior tenía una vista bastante buena de su cama King size en su dormitorio. Así que un par de veces pude ver como follaban y además vi que ambos eran versátiles. Follaban y ponían el culito. Y no es que me dedicara a espiarles adrede. Un par de semanas más tardevolví a coincidir con uno de ellos. Esta vez volviendo de la tienda. Juntos por el camino estuvimos charlando. Desde luego que no comenté nada sobre su nueva vena exhibicionista. Fue una conversación del todo casual hasta que me dijo: - El sábado vendrá un amigo a pasar la tarde. Te podías venir y echamos un mus o algo así. Si no tienes nada más que hacer claro. Me imaginaba que de sobra sabía él que no tenía nada que hacer. Que si no iba con ellos me pasaría la tarde aburrido ante la televisión o haciéndome pajas con Internet. - Por mi bien. Yo llevo las cervezas. La verdad es que estaba algo nervioso ante lo que podía pasar esa tarde. Aunque lo lógico es que fuera una simple partida entre amigos. Aún si dos de ellos eran pareja. Después de comer volví a entrar por la parte de atrás como me habían advertido. Estaban en la mesa del de jardín con los cafés. Se levantaron para presentarme a su amigo. Algo más joven que nosotros tres y que parecía en buena forma con la ajustada camiseta que llevaba. Por lo demás todos íbamos con bermudas y camisetas. - Este es Carlos un buen amigo. No sé si lo de "buen amigo" iba con segundas. - Jorge es nuestro vecino. Nos llevamos bástate bien. Y juro que tampoco supe si eso de llevarnos bien también iba con cierto retintín. O lo decía por que me habían pillado alguna vez mirando. En vez de cerveza había llevado una botella de pacharán para acompañar la tarde. Me pusieron un café. Descalzo sobre el fino césped bien cuidado y bajo su sombrilla, con mi copa en mano y buena compañía me sentía muy a gusto. Como la vez anterior con la pareja, Carlos y yo estuvimos comentando un rato sobre nuestras vidas de forma bastante inocua. Otro divorciado, debía ser una epidemia. - Bueno, ¿que os parece lo del mus?. - Por mi bien, será una buena forma de pasar la tarde. Dijo Carlos, y los demás también estuvimos conformes. - Pero habrá que apostar algo. - Entre amigos no nos vamos a jugar dinero. ¿No?. - Entonces ¿qué?. - Prendas. - ¿En serio?. ¿Como si fuéramos críos?. - Venga seguro que podemos hacerlo interesante. La pareja que pierde cada vaca paga prenda. - En una idea, pero háganoslo más interesante. No solo prendas de ropa, también pruebas así si una pareja se queda en bolas muy pronto puede seguir la partida. Yo era el mas indeciso en ese intercambio de ideas. Llegué a pensar si no sería una encerrona, pero en cierto momento llegó a darme igual. Lo peor que podía pasarme sería quedarme desnudo ante otros tíos y al menos uno de ellos estaría en pelota picada como yo. Así que al final dije: - Vale, puede ser divertido, aunque nunca he hecho nada así. Todos sonrieron y echamos a suertes las parejas. Me tocó con Iván y eso que pensaba que buscaría ir de pareja con su ídem. Sacaron las cartas y los amarracos y nos pusimos a jugar como si montáramos una inocente partida todas las tardes. Gracias o un órdago a pares ganado con unos duples bajos que me indicó tirándome un besito al aire, que más bien parecía dirigido a mí humilde persona, mi compañero y yo nos hicimos con las camisetas de Mario y Carlos. Daba igual, en el siguiente juego ya estabamos iguales. Todos con el torso al aire. La siguiente fue bástate reñida pues ya nos jugábamos las bermudas y quedarnos en calzoncillos. O tener que hacer una prueba impuesta por la pareja ganadora. Las señas, la verdad eran algo bastante sensual. Las treinta y una con guiños bastante pícaros o cuando con dos reyes o dos ases nos mordisqueábamos el labio o sacábamos la lengua. El culpable de perder los pantalones en realidad fui yo. Caí en una trampa y fui envidando todos nuestros amarracos hasta perder una grande ante tres reyes y un caballo de mi oponente. La cosa se ponía interesante. Descubrí que mi compañero llevaba una especie de bóxer de cintura baja, muy reducido y ajustado cuando se sacó las bermudas meneando la cadera de forma bastante sensual. Marcaba una polla de respetables dimensiones aunque no estaba dura. Yo en cambio entre risas y bromas de nuestros contrincantes dejé caer mis pantalones cortos al suelo con bastante vergüenza. Debajo llevaba un slip con una goma ancha en la cintura solo con tela por delante y detrás y los costados sin nada. Pareció gustar bastante la prenda. Creo que librarme de esa ropa me relajó bastante. Y me permitió disfrutar el resto de la tarde sin complejos. Fue una especie de liberación. Aún así peleamos cada amarraco hasta conseguir que nuestros rivales perdieran sus bermudas. Sus slips tampoco tenían mucha tela. No es que fueran tangas pero tenían la mitad de las nalgas desnudas. Lo pudimos comprobar cuando se giraron para que pudiéramos verlos por todos los ángulos. En realidad me gustó ver como todos estábamos casi desnudos sin nervios ni corte alguno. Aún así lógicamente ninguno quería ser el primero en enseñar la polla. Así que la siguiente vaca fue bastante reñida. Pero esta vez nos favoreció la suerte y ganamos con un órdago a chica que echó mi compañero. Parece que se descuidaron lo justo para colársela así con tres ases. La cosa se ponía interesante. Iván levantó una mano y dijo: - ¿No sería un buen momento para una prueba en vez de pagar prenda?. - ¿Se te ocurre algo que puedan hacer? - Puede que sí, pero tienes que tener en cuenta que a la siguiente que perdamos nos mandarán algo parecido. - Veamos, siempre podemos volver a la prenda y que se desnudez del todo. - Quiero que os beseis. Pero de verdad, con lengua y durante un tiempo marcado. Me miraba a los ojos a ver como me lo tomaba y si me disgustaba lo que estaba diciendo. No era así, me empezaba a dar morbo. - Pero Mario es tu novio. ¿No te importa que se besé con otro tío? - Somos bastante liberales, eso no nos preocupa mientras sea delante del otro. No a escondias. - Pues entonces, adelante. Asentí, esperando a ver como reaccionaban ellos. No hubo protestas por su parte. Se pusieron de pie y se encontraron detrás de mí. Así que tuve que girarme en la silla para poder ver el excitante espectáculo. Siendo sincero me comía la curiosidad. Se acercaron despacio, de frente poniendo las manos sobre la cadera del otro. Si estiraba un poco el brazo podía tocarlos. Mario acercó la cara y puso la lengua con suavidad por la labios de Carlos. Éste en vez de separarlos para que entrara en su boca sacó la suya y se puso a jugar con la sin hueso de su compañero. Pronto abrieron las bocas y empezaron a pasar saliva de una a otra. Jugando con las lenguas e incluso empezando a acariciar el cuerpo del otro con suavidad. Nunca había visto algo tan lascivo entre dos tíos. En vivo nunca había visto algo así. En realidad lo único que se le parecía serían vídeos de lesbianas japonesas jóvenes en Internet. Me excité, como no me iba a pasar con algo como eso delante. Claro que no fui el único, cuando Iván dijo: - ¡Tiempo! A mi me habían parecido que solo habían paso unos segundos. Pero ellos se separaron marcando en sus slips la dureza de sus miembros. Pero igual que no habían protestado cuando se planteó la prueba volvieron a sus sillas sin chistar. Yo no era el único que estaba respirando fuerte e intenté calmarme dándole un trago largo a mi vaso de pacharán. No sé si eso fue una buena idea en ese momento. - ¡Bueno! ¿Seguimos la partida?. Creo que a todos nos apetece. Dijo Carlos con cierto cachondeo. Volvimos a repartir. Aunque durante el juego mi rabo se había calmado hasta cierto punto, cuando perdimos y tuvimos que quitarlos los gayumbos mi polla morcillona colgaba entre los muslos. Así fue, ellos no pidieron prueba, creo que los tres querían verme desnudo del todo. y como ya he dicho no es que el espectáculo fuera algo sensacional. - ¿Puedo?. Dijo Carlos. Y sin respetar mi respuesta estiró la mano y me acarició el escroto. Un escalofrio de placer recorrió mi columna hasta llegar al cerebro. - ¡Oye! ¡que eso no es una prueba! Pero yo me sentía tan a gusto que me dejé sin poner objeciones. Volví a sentarme para seguir con la partida aunque eso ya no era más que una excusa para seguir con la otros juegos. Por cierto pude ver el nabo y los huevos de de Iván sin un solo pelo y de un tamaño respetable antes de que me lo tapara la mesa de nuevo. Para entonces ya daba igual quien perdía por que sabía que lo iba a pasar bien de todas formas. Así que todos habíamos perdido algo de concentración además de mirar los cuerpos de los demás sin disimulo. Yo parecía el más observado por ser el más nuevo. Volvimos a perder aunque no hicimos más que pedir mus y creo que me deshice por descuido de algún rey. Como ya estabamos desnudos del todo nos tocaba prueba. - Queremos veros bailar. - Eso no parece muy difícil. - No como estas pensando, separados. Sino un agarrado caliente. - Bueno a estas alturas ya no creo que me importe. Dije sonriendo. Iván me tendió la mano. Me levanté dispuesto a soportar aquello que se me venía encima. Mario busco en su móvil y puso una romántica canción lenta. - Tenéis que bailar, mientras dure. Iván más decidido que yo se acercó hasta pegarse a mi cuerpo. Junto a la mesa sin manos rodearon mi cintura y tiró de mi. Pecho con pecho, vientre con vientre y nuestras pollas rozándose cada vez más duras. Me estaba dejando llevar, así que puse uno de mis brazos por encima de su hombro. Era cierto, me estaba excitando mucho. Apoyé la cabeza muy cerca de su cuello y la otra mano, para que cortarme, en su espalda casi en su culo. Él se contuvo todavía menos y unos segundos después me estaba amasando las nalgas mientras la música salía del móvil. Nos movíamos despacio, suave, frotándonos piel con piel. Poco antes de terminar la canción sentí sus labios en mi piel. La primera boca de un hombre que me besaba así. Lamiendo mi cuello y humedeciendo mi hombro. No me decidí todavía a responder a estos besos y me limité a disfrutar del roce de su cuerpo y de sus manos. Cuando la música terminó y nos separamos los nabos de los dos apuntaban al techo, duros como rocas. - Ya podemos pasar del juego. ¿No?. Todos dimos nuestra conformidad. Mario el otro miembro de la pareja quería probarme. Tiró de mí hasta que me senté en sus muslos a caballito, mirándole de frente. Ya no podía seguir negándome. Como dicen los borg, la resistencia es fútil. Nuestros rostros se fueron aproximando hasta que su lengua busco la mía. Nos las chupábamos el uno al otro e iniciamos un intercambio de saliva con sabor al pacharán que estábamos bebiendo. Justo a nuestro lado Iván le había sacado el diminuto slip a Carlos y se había arrodillado entre sus muslos para empezar a hacerle una mamada de campeonato. Cuando hacía un descanso para respirar yo volvía la cabeza para ver cómo le chupaba los huevos o lamía todo el tronco. Mario era el único que conservaba el calzoncillo pero su mástil había escapado por la cinturilla de la prenda. El glande me rozaba los testículos. Y me estaba gustando. No voy a presumir de rabo largo pero en esa posición mi glande le llegaba al esternón. Solo con agachar la cabeza un poco se lo metió en la boca. Hacía mucho que no me hacían una buena mamada. Solo tenía que levantarme para sentir su lengua en mi polla y huevos. Tengo que admitirlo fue la mejor mamada que me habían hecho nunca. Hasta ese momento, después ha habido muchas más. Tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no correrme enseguida. Pero claro quería más. Sentía su lengua en los testículos, el glande, todo el tronco y el pubis. Llenando de saliva mi piel. Nuestro lado los otos dos seguían en maniobras parecidas. Tan cerca que cuando Carlos se puso de pie me besó en la boca. Me cogió de la cintura y empezó a darme lengua. Arrodillados a nuestros pies la parejita nos comía las pollas. Yo también estiré la mano y agarré el duro culo que tenía a mi lado y empecé a amasarlo. Deslizando un dedo por la raja buscando el ano. Carlos en cambio me pellizcaba y acariciaba los pezones. Pero también unos dedos buscaban mi culo. De una mano que había pasado entre mis muslos, la de Mario. Los levantamos antes de corrernos y que se terminara la diversión antes de tiempo. Volvimos a besarnos y esta vez probé la boca de Iván. Pero ahora estábamos tan juntos que notaba manos por todas partes. Y la lengua que tenía dentro de mi boca no era la misma que segundos antes. A veces dos lenguas a la vez. Mario nos cogió de las manos y nos arrastró hasta su dormitorio. La cama era enorme pero eso ya lo sabía pues la podía ver desde mi piso de arriba después de podar el árbol. Terminé boca arriba en medio del lecho. Un momento después tenía una boca otra vez dándole un repaso a mi nabo. Pero no debía de vital de los dos miembros de la pareja era por que Carlos estaba sobre mi cara. El culo bien abierto sobre mi boca y los huevos tapándome los ojos. Si que me dediqué a chupárselo todo. Lamer el ano los huevos y la polla cuando me la metía en la boca. Con mi rabo bien ensalivado y puede que con un lubricante que alguien había buscado en la mesita. Carlos se deslizó hacia abajo y se clavó mi mástil en el ano que yo acababa de abrir con mi lengua. Su lugar sobre mi cara lo tomó Mario y yo seguí dando placer con mi lengua mientras mi polla era exprimida dentro del primer culo que me follaba en mi vida. Iván no andaba muy lejos, acariciándonos o lamiendo lo que podía. Carlos empezó cabalgando despacio apretándome el nabo, pero pronto empezó a botar como un potro salvaje. Con ese tratamiento no duré mucho más, me corrí sin remedio jadeando y suspirando. No me iban a dejar escapatoria. Iván levantó mis piernas sujetandome por los tobillos. Carlos empezó a pasar la lengua y a untar mi ano con el lubricante mientras Mario se lo ponía en su polla. Era evidente quién se iba a quedar con mi virginidad y ni siquiera se lo había jugado a la carta más alta. Ya con la lengua y los dedos me estaba gustando, encantando. Mi culo se abría a su toque como si lo deseara antes de que yo mismo lo supiera. Mario se acercó y el glande empezó a abrirse camino dentro de mi cuerpo. A esas alturas solo sentía placer, notaba sus roces por toda mi piel. Carlos e Iván se separaron un poco y podía ver como el último le comía el culo que rezumaba de mi semen, de mi corrida anterior. Con todo eso mi polla volvía a ponerse dura, algo que no solía pesarme pasarme tan pronto después de eyacular. Carlos a cuatro patas recibiendo las atenciones de Iván en su culo se desplazó hasta meterse mi polla en la boca. No hacía falta ni que moviera la cabeza. Con las embestidas de Mario ya le entraba y salía de la boca. Mario tenía pinta de no correrse pronto. Pero yo con todo lo que notaba le llené la boca de semen a Carlos. Parece que esa tarde era el quien lo recibía. Pero en vez de tragarlo lo compartió en un lascivo beso con Mario. Iván seguía a su grupa. Para entonces buscando el culo de Carlos con su polla. Él pecho apoyado en su espalda y empezando a entrar en él. Los gemidos y suspiros de todos llenaban la habitación. Por lo menos en ese momento en que nadie tenía la boca muy ocupada. Mario por fin se corrió en mi culo. Su polla blanda salió sola de mí ano y se derrumbó sobre el pecho buscando de nuevo mi boca para darnos lengua. Lo abracé mientras cambiábamos saliva. Poco después Carlos e Iván se tumbaron a nuestro lado habiendo terminado con éxito su tarea. Riéndonos todos satisfechos. - Ha sido una partida interesante chicos. - Parece que te ha gustado, podemos repetir cuando quieras. - Vale, pero la próxima vez sin cartas. . .

sábado, 5 de febrero de 2022

Hentai

Hada y su operación de pecho

. Soy enfermera, lo que a pesar de los morbos y fantasías que hay por ahí a mí nunca me había causado ningún problema ni tampoco provocado casi ninguna aventura sexual. Pero ese día llevaba el uniforme mas viejo y lavado con lejía que tenía. Un pijama blanco prácticamente traslúcido. Y para colmo, lencería sexi, un conjunto de encaje blanco, unas bragas pequeñas casi un tanguita y un sujetador bastante trasparente. Ni había pensado en ello de forma consciente hasta que ya en mi planta algunas miradas provocativas, lascivas más bien, me hicieron darme cuenta de lo que me había puesto. Decidí ignorarlo y continuar con el trabajo sin distracciones hasta que encontré su habitación. Estaba muy recuperada, le iban a dar el alta uno de esos días. Las cicatrices se habían cerrado bien y sirenas eran marcas enrojecidas en su suave piel. Solo el dinero que pagaba por la habitación de ese caro hospital privado la mantenía allí. Sus ojos burlones recorrieron mi cuerpo desnudándome en cuanto crucé la puerta que cerré a mis espaldas, con seguro. Solo tenía que tomarle la temperatura y la presión. Nada importante. Ella se abrió el camisón enseñando sin pudor los dos perfectos pechos que mi jefe había hecho casi desde la nada. Y usando algo de silicona evidentemente. No pude evitar fijarme en ellos mientras me inclinaba sobre ella. Hada también deslizó sus ojos por mi escote. El escote en v de mi chaqueta había caído al inclinarme dejándole ver mi sujetador. Sonriendo lasciva alabó el buen gusto de la prenda. - Llevas una lencería preciosa, demasiado cara para venir a trabajar parece. Le di las gracias, puede que algo coqueta, devolviéndole la sonrisa, asombrada al ver aquella cara tan femenina a pocos centímetros de la mía. - Gracias. Eres muy amable. Me gusta de este tipo, creo que me sienta bien. Naturalmente tenia acceso al historial y sabia que apenas tapado por la sábana entre los largos y torneados muslos había un pene. Órgano que por cierto yo no había tenido ocasión de ver todavía. Le ayudé a quitarse el ligero camisón abierto que usan los pacientes para poder recrearme con el trabajo de mi jefe. En ella por cómo se marcaban en la fina tela parecía haberse esmerado especialmente. Un poco curiosa y aún más profesional comencé a examinarle los pechos palpándolos y acariciándolos. - ¡Oh! Te queda de maravilla. Se te ve muy sexi. Un gesto en su cara me hizo preguntar si le dolían. - ¿Te he hecho daño? - No, para nada. Es más me está gustando. Creía que perdería sensibilidad. - Eso es por que pocos son tan buenos como mi jefe. Hace maravillas. Respondió que todo lo contrario, aquello le gustaba, lo sentía placentero. Pellizqué sus pezones para comprobar su sensibilidad y me di cuenta de que se excitaban y endurecían, igual que los míos, detalle que tampoco pasó inadvertido. De lo que yo si me di cuenta es de un movimiento bajo la sábana y puesto que sus manos estaban a la vista solo podía tratarse de una erección. El imaginar que probablemente no era mi cuerpo sino mi lencería y mis manos, mis caricias la excitaban hizo que yo misma entrase en calor. Mi braguita se humedecía por momentos. Despacio retiré la sábana de sus muslos descubriendo una buena polla, no un pene monumental pero si de un tamaño razonable e indudablemente bien duro. Muy bonito, recto, con un glande morado con la forma de una fresa. Como ya estaba mejor parecía que se había depilado esa misma mañana. Ella alargó la mano hasta mi cintura justo por encima de la cinturilla del pantalón sobre mi piel desnuda lo que hizo que sintiera un estremecimiento. Y yo misma deslice mis dedos sobre su polla acariciándola y apreciando su suavidad, su dureza. s Su piel depilada con láser, como ella misma me dijo más tarde cuando compartimos confidencias. Nuestros rostros estaban tan juntos que cuando mis labios se posaron en los suyos el beso fue algo natural. Su lengua se abrió camino dentro de mi boca, juguetona, respondí con la mía salivando por la excitación. Nuestras babas se mezclaban mientras abría mi chaquetilla para librarme de ella. Solo nos separamos para que Hada terminara de deslizarla por mis brazos. Lo que aprovechó para apoderarse de mis pechos con su boca bajando el sujetador con los dientes y mordisquear mis pezones con sus suaves labios. Tuve que pararla un momento para quitarme también el pantalón del pijama. Me quedé unos segundos de pie ante ella exhibiéndome en el sensual conjunto de lencería que tanto había llamado la atención. - Pensaba que solo te gustarían los chicos. - Nena, si tu no me gustaras estaría ciega. La expresión lasciva de su cara me decía que le estaba gustando. Volví a la cama donde ella me esperaba con los brazos abiertos. Aparte de un polvo rápido con un joven médico en prácticas y ni siquiera me había tumbado, sino solo apoyado, era la primera vez que iba a follar con alguien en una cama de hospital. Volvimos a besarnos, con ansia, pura lascivia en nuestras lenguas. Mi saliva incluso resbalaba de mi boca a la suya. Sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo. Los notaba suaves y dulces recorriendo mi piel. Haya que las yemas se deslizaron bajo mi tanguita. Buscaron los depilados labios de mi vulva y entre ellos el clítoris. A esas alturas mi coñito chorreaba. Se me escapó un gemido. Yo pensaba en aprovechar más el bonito par de tetas nuevas que estaban a mi alcance. Me incliné a besarlas y lamer sus pezones con cuidado de no lastimarla. Sus suspiros alagaban mis oídos, así que deduje que le debía de estar gustando. No solo me dediqué a sus pechos, seguí lamiendo sus axilas que alguna compañera habría lavado un rato antes. Continué por su vientre plano, clavando las lengua en el ombligo y llegando por fin a la bonita polla. Miembro por cierto que no había dejado de acariciar con suavidad con una mano desde un rato antes. Olía a limpio, lo que me confirmó que se había aseado poco antes. Chupé los huevos suaves, incluso me los metí en la boca. Antes de subir por el duro tengo con la lengua pegada a su piel. - Cielo, si sigues así me voy a correr enseguida. Ni siquiera me he tocado desde la operación. Le sonreía lasciva desde su cadera. Quería su lefa. - No te preocupes por eso. No pienso dejarlo. Como antes de la operación le habíamos hecho un montón de análisis sabía que estaba sana como una manzana. Me metí el glande en la boca y seguí chupando sin dejar de acariciar sus huevos. Efectivamente poco después me llenaba la boca con su semen. Suponía que no tendría muchos complejos, así que me incorporé y volví a besarla dejando caer su propia lefa en su lengua. Cruzarla con la mía y mezclarla con nuestras salivas. Me recibió con tanto morbo como yo le estaba poniendo. Y respondió al beso. - ¿Se volverá a poner dura? - Con el morbo que tienes, estoy segura de que sí. No te va a costar nada. Pero antes déjame tus tetas. Me ayudó a quitarme el sujetador que aún tenía puesto. Y tiró de mi para besar mis tetas. Ya son miedo a lastimarla me libré del tanga y me subí sobre sus piernas. Notaba su polla aún blanda y húmeda de mi saliva pues la había dejado bien limpia rozando los labios de la vulva. Mis rodillas apoyadas a ambos lados de su cadera. Su cabeza entre mis pechos lamiendo mi piel. Llegando a mis pezones y hasta las axilas y la cara interna de los brazos. Sabía cómo excitarme, o mejor dicho mantenerme excitada. Y arrancar de mi boca gemidos que tenía que contener para que nadie que pudiera pasar junto a la habitación por el pasillo me oyera. - Sube más, quiero lamer tu coñito. Así que llegue a ponerme de pie sobre el colchón, dejándole el xoxito al alcance de su boca. No le pareció bastante. - Gírate. Lo hice y así podía llegar con la lengua no solo al coño, también al culo. Lamía de mi pubis a la rabadilla sin dejar ningún rincón. Me chupaba el clítoris con cierta fuerza o clavaba la sin hueso en el ano. No tarde en correrme. Mis jugos bajaron a su lengua y volví a sentarme en sus muslos para besarla y compartir mi sabor. Para entonces el nabo ya empezaba a coger cierta consistencia. Acariciándolo con los húmedos labios de mi vulva, solo adelante y atrás sin penetrarme terminó de ponerse duro. - ¿Lo ves? - Lo noto. Le dije sonriendo. Me levanté lo justo para qué su polla entrara en mi interior. Era yo la que me movía con suavidad. Notándola muy dentro cada vez que bajaba la cadera. Estábamos muy excitadas, aunque subía y bajaba despacio no tardaríamos en corrernos. Alguien debía estar buscándome fuera. Y deseaba su semen en mi coñito. Nuestras bocas no se habían separado. Las lenguas enredadas y sus manos amasando mis tetas. Ah si y las mías en sus preciosos pechos. Estaba tan cachonda que me corrí antes que ella. Aunque claro no iba a parar y dejarla a medias. Así que seguí subiendo y me volví a correr justo cuando ella eyaculaba en mi interior. - Tenemos que repetir esto. Pero con más tiempo y tranquilidad. Tenía que seguir la ronda y ver a otros pacientes. Le devolví el camisón y recuperé mi lencería. No tenía otra cosa que ponerme, así que salí con lo mismo que había entrado, mi pijama traslúcido. Pero ahora me importaban menos las miradas lascivas. Al fin y al cabo estaba bien follada. . .