lunes, 7 de agosto de 2023
Mi hijo y su novia transexual
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Madre, hijo y la nena travestí que se ha ligado el chico. Cuando se la presenta a su madre las cosas se desatan.
Sheila por aquí, Sheila por allá. Siempre la tenía en la boca últimamente. No es que fuera su primera novia, Alex un mocetón de diez y nueve años, con un precioso cuerpo. Y no es amor de madre, hace bastante ejercicio.
Siempre había tenido a las chicas que deseaba y a más de una a la que no quería, pero se le ofrecían igual, comiendo de su mano. Yo había asistido impasible al desfile de jovencitas que perdían las bragas por sus huesos.
Habíamos llegado al acuerdo de que trajera a sus ligues a casa. Prefería que follara en su propia cama y con los condones que yo misma le compraba. Antes de que se arriesgara a hacerlo en un portal o en algún baño sucio y sin precaución.
Además verlas salir por las mañanas de su habitación es un bonito espectáculo. Ataviadas sólo con sus tangas y braguitas y unas mínimas camisetas desayunando los tres juntos.
Y estar con la madre del chico al que acaban de follar no parecía molestar a la mayoría de ellas. No a todas claro, algunas salían corriendo de madrugada. Claro que yo intentaba que se sintieran cómodas y era simpática con ellas por si querían repetir.
Además de que me gusta que se tome su tiempo y lo haga bien. Procurando el placer de sus amantes. Teníamos bastante confianza, la suficiente como hablar de sexo sin cortarnos. Así que hasta le había contado algunos trucos para hacer disfrutar a las chicas.
Vivo sola con él desde el divorcio. Como fue resultado de un penalti, de un descuido de juventud aún no he cumplido los cuarenta. Mi trabajo de comercial me obliga a mantenerme en forma, ir siempre bien vestida y maquillada.
No es que me considere un pibón, pero no estoy mal del todo. Hasta de vez en cuando llamo la atención por la calle. Más de uno se ha cómido una farola por girarse a mirarme el culo.
Así que no hacemos mala pareja del todo. Aunque seamos madre e hijo más de una vez los desconocidos me han tomado por su hermana mayor o una tía joven.
Y en realidad nos llevamos como si lo fuéramos, más como amigos que como madre e hijo. Pero, nunca, nunca, habíamos hecho nada "inapropiado". Aunque si nos hemos visto por casa o en la playa con muy poca ropa o desnudos del todo. Pero sólo vernos.
Yo también tenía mis ligues y no es que fuera muy selectiva a la hora de elegir el género de mi partenaire. Un par de amigas íntimas compartían su cama o la mía, o la de algún hotel conmigo de vez en cuando. No era yo quién para reprocharle a nadie su elección de amantes.
Lo que nunca me había planteado era compartir un ligue con mi hijo, ni juntos ni por separado. Y eso que algunas de las chicas que habían estado con él me habían parecido espectaculares. Pero suponía que aunque fueran bisexuales yo sería demasiado mayor para ellas.
Por una parte, verlo con una chica diferente cada poco tiempo me llenaba de orgullo y por otra me daba celos. Quería a mi niño para mi sola, aunque ya fuera todo un hombre.
Pero aquella Sheila desconocida me daba algo de mala espina. Ya llevaba unos días mencionándola mucho. Y aún no la había visto.
- Pues a ver cuando me la presentas. No haces más que hablar de ella pero aún no sé ni cómo es.
- Una tarde la invito a casa, no te preocupes.
- ¿Aún no te la has follado?.
- ¡Mamá!.
- Hijo. Como si me fuera a asustar a estas alturas.
- No, solo nos hemos besado y acariciado. Por eso quiero traerla a casa. Para profundizar...
Así quedo la cosa, de momento, pero yo no me iba a rendir tan fácilmente. Sobre todo si esa chica era tan importante para él. Quería saber como era, lo que tenía de especial. Deseaba verla e interrogarla.
Necesitaba conocerla. De vez en cuando se lo recordaba para que la invitara. No quería decirme si había llegado a tener relaciones con ella. Pero suponía que de ser el caso hubieran sido prudentes. Aunque no hubieran venido a casa.
- Vendremos el sábado. Y por cierto, sí ya lo hemos hecho. Una tarde que no estabas en casa. A saber con quién estarías follando tú.
Por fin llegó el día, un caluroso sábado por la tarde. Había guardado el secreto hasta el último momento. Alex saldría a comer con ella unas hamburguesas y luego vendrían juntos a casa.
No pensaban irse de copas por la noche. Era mejor pasar la tarde y seguir hasta la madrugada, follando. Y si de verdad era tan especial pasar la noche durmiendo juntos.
Yo estaba muy nerviosa, no sabía con qué me iba a encontrar. Pero Sheila parecía importante. Intenté arreglarme un poco. Tampoco era cuestión de ponerme en plan putón berbenero. Al menos por la tarde, puede que por la noche sí, para salir a ligar. Y dejarlos solos.
Me decidí por un vestido ligero, blanco, de lino, estilo ibicenco y casi trasparente. Es largo, pero si me ponía delante de la ventana se veía toda mi figura como si no llevara nada encima. Un escote profundo y llevar la espalda desnuda del todo también ayudaba.
Preparé el café para todos y nerviosa me senté en el sofá a ver la tele a esperarlos después de comer. Cuando oí el ruido de sus llaves en la cerradura estaba a punto de comerme las uñas.
- ¡Mamá!. ¡Ya estamos el casa!.
- Adelante. Estoy en el salón.
- Ella es Sheila. Ya la has visto por fin. ¡Ala!, nos vamos a mi cuarto.
Bromeaba, pero a punto estuve de creerle. Y de estrangularlo por ello. Yo tampoco habría perdido mucho tiempo con nadie si hubiera tenido ese bombón para follar.
Pero mientras ella caminaba hacia mí para saludarme, felina y sensual, pude darme cuenta de algunos detalles. Por fin comprendí las dudas de mi hijo antes de presentármela.
Como si no me conociera y pensara que yo iba a desaprobar esa monada solo por que tenía una polla entre esos bonitos muslos que el minishort dejaba al descubierto.
Era, es alta, tanto como Alex. La verdad es que juntos hacían una pareja maravillosa. Su carita enmarcada en una larga melena castaña era algo exótica, puede que sus rasgos algo más duros que los de una belleza más normal.
Su cuerpo fibrado se veía precioso con el top escaso de tela y el muy recortado vaquero. No tenía mucha teta, se notaba que no estaba operada. Pero no le hacía falta para resultar sexi y provocativa.
Si se le notaba el tratamiento hormonal con el que debía llevar una buena temporada. Yo no veía ni sombra de barba y la piel parecía muy suave. Hasta su voz profunda resultaba sensual.
Esa chica exudaba puro sexo por cada uno de sus poros. No me extrañaba que le gustara tanto a mi hijo.
Me levanté del sofá para saludarla y acercarme a ella. Al rozar mi mejilla con la suya para darle dos besos me di cuenta de la suavidad de su piel.
- Hola, soy Sheila. Encantada.
- Yo soy Claudia, porque no se si este cantamañanas te ha dicho mi nombre. Y yo sí que estoy impresionada al conocerte por fin. Eres aún más bonita de lo que me habían dicho.
- Mamá no querrás quitarme la novia. ¿No?.
- Por si acaso no te descuides. De verdad que me ha impresionado. Sentaos. ¿Como os conocisteis?.
- Aburrido, mamá. En la disco, ella estaba bailando y me llamó la atención.
- Bueno, y él a mí tampoco me dejó indiferente. En cuanto nos presentamos me dejó atontada.
- ¡Este es mi niño!
Bromeé. Pero me daba envidia la facilidad que tenían a su edad para conocer gente. Conocerla y algo más.
- ¿Ibas tan sexi como ahora?. Porque vas preciosa.
- Gracias, quería gustarte. Cuando me dijo que te iba a conocer. Tu vestido es precioso, me encanta ese estilo casi trasparente.
- Te quedaría genial, con ese cuerpazo.
- Igual podría dejarte algo de ropa.
- Apenas os conocéis y ya estáis hablando de trapitos. Las tías sois increíbles. Pero tengo que admitir que a vosotras dos cualquier cosa os queda de maravilla. Con lo buenas que estáis.
- Ahora ¿quién está alagando a quién?. ¿Qué querrá de nosotras?.
- De ti lo tengo muy claro, bonita. Estoy segura de que se lo harás pasar bien. Y espero que él a tí también.
La charla enseguida se hizo amigable, con el café y las bromas pasábamos un rato divertido los tres. Ella enseguida me cayó bien. Además de guapa y provocativa parecía tener cerebro y tenerlo bien amueblado.
De vez en cuando ellos se acariciaban y besaban. Admito que eso empezaba a darme cierta envidia y a calentarme a la vez. Comencé a mojar el tanga de encaje blanco que llevaba. La mano de Alex descansaba sobre el desnudo muslo con confianza.
Me dio por pensar que esa broma de quitarle la novia o al menos compartirla podía ir en serio. La imaginación se me estaba disparando. Tener aquella belleza entre mis muslos y no hubiera salido de casa en todo el fin de semana.
Tras un buen rato conversando ellos querían estar a solas como es lógico. Así que se retiraron al dormitorio de Alex y yo fui a cambiar mi húmeda lencería. Vale, lo admito, no me conformé con eso. Habíamos comprado una cama grande para su habitación cuando empezó a traer chicas a casa. Así que ellos estarían cómodos en su cuarto.
Me tumbé en mi cama, levanté la falda hasta el vientre, me deshice del tanga y tras buscar uno de mis vibradores preferidos en el cajón, me dediqué un homenaje. Ya estaba muy mojada así que el falo de silicona se deslizó casi solo entre mis labios a mi interior.
Además una pequeña protuberancia que también vibraba le daba un masaje al clítoris. El orgasmo no tardó en llegar entre gemidos y jadeos. Creo que me descuidé mucho y que ellos al otro lado de la pared llegaron a oírme.
Tras un buen rato en el que yo también escuché algunos jadeos y gemidos en una voz ronca y sensual. Parece que Alex se estaba esmerando tras ese muro demasiado fino como para guardar muchos secretos.
Más relajada, me volví a poner el fino y trasparente vestido y un tanga limpio y volví al salón a ver un rato la tele y a tomar un refresco. Pero desde luego no podía pensar más que en lo que estaba ocurriendo detrás de la puerta cerrada de la habitación de mi hijo.
Lo que hubiera dado por verlo, y por participar no digamos. Pero no me quedaba más remedio que armarme de paciencia. No me moví del salón esperando a verlos salir y si era posible con poca ropa encima. Yo por si acaso me había levantado la falda casi hasta la cintura y dejaba ver mis muslos a cualquiera de los dos que pasara por allí.
Todas mis expectativas se vieron cumplidas cuando después de un rato especialmente escandaloso y unos minutos más tranquilos, suponía que de relajación se abrió la puerta. Yo esperaba a Alex pero fue Sheila la que apareció por el corto pasillo.
Lo único que ocultaba su bello cuerpo era una camisa abierta de mi hijo por la que se apreciaba perfectamente el precioso canalillo de unas tetas aún pequeñas pero que prometían y el vientre además de su ombligo. Como son de una altura similar la camisa no llegaba a taparle la cadera del todo y su culito respingón asomaba por debajo.
También llevaba un delicado tanga de encaje más bonito que algunos de los míos, y yo soy aficionada a la buena lencería. La prenda apenas ocultaba un paquete en esos momentos relajado pero de buen tamaño.
- Tengo sed, salía a beber algo.
Le ofrecí mi propio vaso.
- Claro, toma un trago.
Se inclinó a coger el recipiente de mi mano. Con lo que su camisa se abrió dándome una preciosa perspectiva de dos pechos cónicos, duros con los pezones puntiagudos. Parecían esculpidos en mármol blanco y brillantes de sudor. Y allí estaban a menos de dos palmos de mi rostro.
Me sonreía mientras rozaba mis dedos tomando el frío cristal. No me contuve más, estiré la mano y rocé su pezón. Qué suave es su piel. Su sonrisa se hizo aún más amplia. Mientras sus ojos recorrían mi amplio escote.
Se llevó el vaso a los labios. No pareció importarle que la copa fuera solo un refresco. El líquido bajaba por su fino cuello, moviendo la nuez. Cómo si no me hubiera dado cuenta en cuanto entró por la puerta.
Se sentó a mi lado mientras al fondo se oía el ruido de la ducha a través de la puerta del baño. Alex se estaba duchando después del sexo.
- Parece que lo habéis pasado bien.
- Si, es un gran amante. ¿De quién lo habrá aprendido?.
- Supongo que algo de teoría le he dado. Tenemos mucha confianza. La práctica la ha conseguido el solo. Pero creo que tú has puesto de tu parte. No se le oia gemir solo a Alex.
- A mí también me gusta disfrutar y que disfrute conmigo.
Mientras hablabamos se había sentado conmigo. Pegada a mi cuerpo, rozando sus muslos desnudos con los míos. No me aparté, deseaba ese contacto.
- Eso es lo que me gusta. Tenéis que pasarlo bien. A vuestra edad.
- ¿Y a la tuya no?. Yo te veo muy bien. Seguro que podríamos disfrutar todos.
- No sé en qué estás pensando. Pero Alex sigue siendo mi hijo.
- ¿Y acaso no es un hombre magnífico?. Y creo que no necesitas mi testimonio para saber que es un gran amante. Y a mí no se me da mal del todo.
- Pero...
Acalló todas mis protestas con sus labios. El beso se hizo en cuestión de segundos lascivo, profundo y muy húmedo. Desde luego no tarde nada en responder, con todas las ganas que llevaba acumulando toda la tarde y un montón de saliva. Aún me quedaban recelos por supuesto.
- Pero. Y ¿Alex?.
- Ahora viene, cuando yo te haya ablandado.
- Entonces ya teníais todo esto preparado.
Me dio otro profundo beso. Acariciaba mis muslos con suavidad.
- Claro que no, pero era una posibilidad. Me daba mucho morbo verle, bueno no solo eso claro, contigo.
- Pero es mi hijo.
Yo seguía protestando pero cada vez con menos fuerza.
- Además él también te tiene muchas ganas. Sabe lo que gusta el sexo u con quien. Y desde luego los dos tenemos muy claro lo buena que estás.
Con lo caliente que ya estaba y aquellas palabras terminó de derrumbar mis defensas. Así que puse una mano en la cara interna de su muslo cerca de la rodilla. La fui deslizando despacio en una suave caricia hacia el encaje que cada vez cubría menos de su polla.
Al oído, lamiendo mi oreja y con esa voz ronca y sensual que tiene me dijo:
- ¿Sabes una cosa?. Todavía tengo el culo bien limpito y lleno del semen de tu hijo.
¡Como sabe provocarme!. En ese momento solo pude pensar en hacerle un beso negro y eso que estaba deseando tener la dura polla que ya estaba acariciando dentro de mí.
- ¿Quieres llenar el mío con tu lefa?.
- Sabes que no dejaría pasar esa oportunidad. Pero también quiero tu boquita y tu xoxito. Te deseo, te deseamos.
Mientras conversábamos mi mano había ido prácticamente sola a su tanguita. Allí ya podía acariciar la a esas alturas dura polla. Es cierto que las había probado más grandes pero sospechaba que sabía usarla de maravilla.
Empecé a acariciarla con suavidad, los huevos depilados y hasta el pubis. El trocito de tela que intentaba sujetar todo aquello no me puso ningún impedimento. Se hizo solo a un lado en cuanto la preciosa verga empezó a ponerse dura. Viendo la trayectoria que empezaba a llevar la tarde empecé a bajarlo por sus largos muslos y alojarlo a un rincón.
Solo cubierta por la fina camisa parecía una visión angelical completamente impúdica. Puse las manos en su culito respingón y tiré de ella para acercarla a mí y colocarla entre mis muslos. Besé su glande y pasé la lengua por el tronco bajando hacia los testículos. Me los metí en la boca mirando sus preciosos ojos castaños. Su expresión lujuriosa me decía que le estaba gustando.
Ese fue el momento que eligió mi hijo para hacer su aparición en el salón. Su fibrado y delineado cuerpo solo estaba cubierto por una pequeña toalla apenas anudada a la cintura. Creo que las dos nos quedamos embobadas admirándolo.
- No se os puede dejar solas. Me marcho un momento y os encuentro liadas.
Soltó con una carcajada.
- Así que lo teníais preparado.
- Desde que ella vio esa foto tuya.
Señaló un marco en el que yo estaba posando con un diminuto bikini en una playa de las Canarias.
- No sabía que solo eso os hubiera impresionado tanto.
- A mí eso fue mucho antes. Llevo años viéndote con ese cuerpazo por casa y a veces con menos tela encima que ese bikini.
Es verdad que no sería la primera vez que me viera las tetas. Nunca he sido muy pudorosa por casa. Y yo también le había visto últimamente bastante en porretas. Lo admito eso también me tenía cachonda.
Sheila no se había apartado ni un milímetro de mi cuerpo. Y aprovechó ese momento de desconcierto para abrir los tirantes de mi vestido y desnudar mi pecho. Tenía los pezones duros como piedras. Eso podían verlo los dos. Yo tampoco había soldado su polla. Me había aferrado a ella como si fuera un salvavidas en aquella delirante situación.
Ese fue el momento en que la toalla decidió caerse al suelo sola. Su polla tan depilada y dura como la de su novia apuntaba al techo. Supongo que ver a su madre comiéndole el rabo a su preciosa transexual no lo dejaba indiferente.
Se acercó a nosotras despacio derramando testosterona por todo mi salón. Cogió nuestras manos y me hizo levantar. Me dio un beso profundo, su lengua jugaba con la mía. Era el primero que nos dábamos así y estaba intercambiando saliva con mi propio hijo. Casi me flojean las piernas de los nervios.
- Vamos a la cama. Estaremos más cómodos.
Nos arrastró hasta su habitación. Por el camino perdí el vestido y el tanga blanco y todavía no se cual de los dos me arrancó la ropa. En su almohada aún estaba el aroma del sudor de ambos. En cuanto apoyé la cabeza en ella pude notarlo. Sheila con su expresión lasciva vino a acomodarse entre mis muslos.
- No te importará que sea yo la primera que la folle. ¿Verdad cariño?.
Mi chocho estaba tan encharcado que no hacía falta ninguna lubricación adicional. Tenía la polla dura como una barra de acero y en cuanto apoyó el glande en mis labios se me escapó un gemido. Con solo un empujón de la cadera entró hasta el fondo, hasta que sus huevos dieron en mi perinneo.
Alex acercó su polla a nuestras caras. Ya no necesitaba ningún aliciente para empezar a besarla y lamerla. Y si no era bastante, allí estaban los labios y la lengua de Sheila para ayudarme. La saliva de ambas resbalaba por el tronco hasta las pelotas. Nos lo repartíamos, mientras una chupaba la polla, la otra se dedicaba a los huevos. Cruzábamos las lenguas sobre la suave piel y yo seguía agarrando sus prietas nalgas.
Estaba tan excitada que se me ocurrió una pequeña maldad. Suponía que Sheila no se habría privado de explorar el duro culo de Alex. Y seguro que no solo con los dedos. Yo no tenía más que los míos pero eso era lo que iba a usar.
Llevé una mano del culito de ella al de mi hijo. Y empecé a acariciarlo entre las nalgas pasando los dedos por la raja. El índice llegó al ano y sabiendo como tenía el mío propio di me di cuenta de que ella también lo follaba a él.
Ya no había vuelta atrás e iba a disfrutarlo. Cada vez que la polla de Sheila me llegaba al útero tenía que separar la lengua de la polla de Alex para jadear. Y a la vez le clavaba el dedo más profundo al ano de mi hijo. No era yo la única que gemía. Ellos también estaban disfrutando.
Cuando menos lo esperaba ella se giró dejándome a mi encima de su cuerpo. ¡Qué fuerza tiene esa chica!. Montada a caballito sobre su cadera. Alex me quitó su juguete de la boca para ponerse detrás de mí.
Una doble penetración no es sencilla. Hay que acompasar los movimientos. Pero creo que aquello se les daba bien. Enseguida noté el glande e Alex abriendo mi ano. Sheila sujetó mi cintura mientras él me penetraba. Yo no tenía ni que moverme, era Alex el que con suaves empujones conseguía que las dos pollas en mi interior me volvieran loca de placer.
Un orgasmo tras otro hasta que los dos se corrieron dentro de mí. Y ni aún así me dejaron descansar. Entre los dos me levantaron hasta ponerme sobre la carita de Sheila y una vez allí ponerse con las lenguas de ambos a comer mi coño y culo. Si antes me demostraron como usaban las pollas ahora supe como manejaban sus bocas.
- Vamos, Mami, disfruta.
Esa tarde estaba batiendo un récord de orgasmos. Volví a tumbarme para relajarme un poco. Pero ni aún así me dejaron tranquila. Seguía notando sus lenguas por toda mi piel. Empezaron por mis pies uno cada uno. Chupando cada dedo, recorriéndolo con la lengua.
Subieron por mis pantorrillas, llegaron a la muslos y pasaron de largo por el culo y el xoxito. Supongo que se dieron cuenta de que en ese momento los tenía muy sensibles. Lamieron mi vientre, clavando las lenguas en mi ombligo. Menuda capacidad de recuperación tienen esos dos. Para cuando llegaron a mis tetas sus pollas volvían a lucir orgullosas erecciones.
Si no contaba mal eran las terceras de la tarde. Puede que fuera verdad que era yo quien los excitaba tanto. O más bien que ellos son así. Y no son los únicos, no eran solo las caricias o sus pollas dentro de mi lo que me daba placer, era también el morbo de la situación.
Yo quería verlos a los dos juntos en acción y quería ver como ella se lo follaba. Le di un suave azote a Alex en su duro culito.
- Nena, ¿no te apetece?.
- Pues claro mami, hoy tu eres la que manda. Si quieres verlo.
¡Como me puso que ella me llamara mami!. No sé lo que me pasa con esa chica, solo con que se acerque me pongo cachonda. Así que podéis imaginar lo que me pasa cuando me habla con su voz sensual o me acaricia con sus suaves manos.
Volvamos al retomar el hilo. Ellos no lo habían perdido. Alex se puso a cuatro patas. Sheila entre sus pantorrillas ya estaba más que dispuesta para clavarla. La cogí un momento para darle unas lamidas al capullo para lubricarlo. Y yo misma lo llevé hasta el ano. Estaba claro que no era la primera vez que entraba por allí. Dediqué un momento a acariciar los huevos... de ambos.
Ella lo había cogido por la cintura y empezó a moverse despacio. Cogiendo ritmo poco a poco. Yo lo admiraba en primer plano. Tenía la cabeza apoyada en la parte baja de su espalda. Pero a esas alturas quería más. Y aún no había tenido el rabo de Alex en mi coño.
Me deslicé debajo de mi hijo. Su polla estaba como el acero y yo bien abierta de piernas la deseaba dentro. Como antes la de su novia entró en mi interior como un cuchillo caliente en mantequilla. Cada vez que ella empujaba Alex entraba más profundo en mi cuerpo.
Y seguía corriéndome, fue claro no fui la única. Busqué la lengua de Alex con mi boca. Necesitaba ese beso para sentirme completa. Para poder correrme sabiendo que todos lo queríamos. El primero que se derramó en mi interior fue mi hijo. Pero no la sacó hasta que su preciosa novia le llenó el culo de lefa un momento más tarde.
Lo sujeté contra mi pecho tres que ella pudiera hacerle un breve beso negro y lamer el semen de su ojete. Por fin se tumbaron cada uno a un lado recuperando la respiración. Sonriéndonos y contentos.
- ¿Y ahora qué?. Chicos.
- No te comas la cabeza, mamá. Solo vamos a pasarlo bien y disfrutar. Déjate llevar. Pero piensa que te queremos mucho.
- ¿Tú también? Preciosa.
- Desde luego, mami. No te voy a dejar escapar sin disfrutar mucho de ese cuerpazo.
Y me dio un suave beso en la labios.
Esa noche de sábado salimos a tomar unas copas, le presté uno de mis vestidos de estilo ibicenco. Íbamos preciosas y Alex con un pantalón y camisa de lino muy guapo. Bailamos, bebimos y nos divertimos mucho y si que la gente nos miraba. No fuimos nada discretos nuestras caricias además de nuestra belleza.
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