domingo, 13 de agosto de 2023

La madre de mi amigo

.... Marta es la madre de Javi, mi mejor amigo divorciada y para mi gusto muy guapa. Él y yo hemos mos crecido juntos y así era como estábamos conociendo nuestros cuerpos, nuestra sexualidad. A conocer a chicas y a ligar, salir y explorar Me encantaba cuando Javi estaba en casa de su madre entonces iba mas a menudo con él. He de admitir que verla a ella era un aliciente más para estar con mi amigo. Siempre dormíamos en la misma cama y con frecuencia desnudos del todo. Nos arreglábamos en su habitación para salir y nos lucíamos delante de ella para que nos dijera lo guapos que estábamos. Y a veces volvíamos algo bebidos para derrumbarnos en la cama de Javi y dejar que ella nos mimara por la mañana cuando pasábamos la resaca. Un sábado bebí menos que Javi y como resultado me levanté antes que él y menos afectado. Él había dormido profundamente rodeando mi cintura con uno de sus brazos. Separé sus brazos con dulzura, le di un suave beso en los labios para no despertarlo y como hacía calor me limité a ponerme unos bóxer y salir de la habitación. Encontré a Marta en la cocina que encantador como siempre nos estaba preparando el desayuno, su voluptuoso cuerpo apenas cubierto. Llevaba los muslos bronceados desnudos hasta el mínimo tanga que apenas cubría su coñito. Y una larga camiseta amplia de tirantes dejaba ver buena parte de sus voluminosos pechos. Desde la puerta me quedé unos segundos admirando su torneada espalda y el culo amplio. Cuando se dio cuenta de que estaba allí se volvió sintiéndome, sonriéndome y ofreciéndome una taza de café ya preparada y el resto del desayuno sobre la mesa ya puesta. Nos sentamos muy juntos, nuestras rodillas desnudas tocándose. Me preguntaba como nos lo habíamos pasado esa noche y si habíamos conocido chicas guapos. Casi ruborizado le contesté que ninguna tan guapa como ella y ambos nos reímos de la broma. - Bueno, ya os oí llegar. - ¿Te despertamos?, lo siento. - Lo esperaba y me quedé más tranquila sabiendo que habíais llegado. ¿No ligásteis? Seguro que habría chicas guapas. - Ninguna tan linda como tú y además unas calientapollas. No llegamos a hacer nada asiste de bailar. - ¿Y una vez aquí tampoco?. Lógicamente no me atreví a confesar que Javi me había comido la polla hasta que me corrí en su boca y luego le saqué mi semen de ella con mi lengua. Y no seguimos por que íbamos muy borrachos. Tampoco le dije como su glorioso culo volvía a ponérmela dura. - Sabes que nos portamos bien. Por lo que pasó luego sospecho que ella lo sabía todo. Con confianza apoyaba su mano en mi antebrazo o pierna provocándome con sus pechos marcados en la fina camiseta, sus pezones duros apuntando hacia mí. Se levantó para rellenar su taza de café procurando lucir las nalgas desnudas al inclinarse sobre la encimera. Estaba claro que las iba a echar un buen vistazo. Incluso conseguí rozar mi brazo con sus nalgas mientras se movía por allí. - ¿Quieres más café?. Al abrir el grifo del agua la presión mojó todo su pecho trasparentando el algodón y mostrando las tetas de forma mas sensual que si estuvieran desnudas del todo. Mis ojos casi salían de sus órbitas al apreciar la forma, tamaño y consistencia que habían adquirido con el paso de los años. Aunque los había visto en bikini y con algún buen escote aquello me impresionó. Dejó que los viera así húmedos y sensuales luciendo su voluptuoso cuerpo. Sin pudor alguno se sacó la prenda y la usó para secarse un poco. Sin ocultarse a mis ojos que devoraban ese cuerpo con deseo. Nada mas que el triángulo del tanga tapaba el depilado monte de Venus. - ¿Es la primera vez que las ves? ¿Verdad?. - Si, son maravillosas. Estábamos muy cerca y el silencio entre los dos rezumaba deseo. Apoyó la mano en mi pecho acariciando suavemente mi piel sudada. Incluso acarició mi pezón. Se acercó más a mí y me limité a apoyar la cabeza en su hombro dejando que mi barbilla sin afeitar rascara su cuello. - Bésame. Deposité algunos besos en su hombro y cuello. Los pezones duros acariciaban mi pecho desnudo. Por fin apoyé las manos en su cadera, acariciando suavemente su piel con ternura. - Estaremos más cómodos en la cama. Mis labios buscando los suyos y mi polla dura apretada contra su vientre plano. Me apoderé de sus nalgas amasándolas con firmeza. La cogí entre mis brazos. Ella me agarró la mano y me llevó a su propia habitación sobre sus sábanas. Todavía conservaban el calor, el olor de su cuerpo y la humedad y el aroma de su sudor. Puede que de sus jugos si de verdad se enteró de lo que su hijo y yo habíamos estado haciendo al llegar. Todavía nos reíamos cuando nos dejamos caer sobre el colchón y se tumbó sobre mí entre mis muslos abiertos. Besándonos de forma salvaje, su lengua entrando en mi boca y jugando con la mía mientras conseguía acariciar sus pechos con las manos y retorcía sus pezones entre mis dedos. Fui bajando para besarlos y lamerlos a la vez que comencé a sacarle el tanga que en realidad se limitó a desintegrarse al primer tirón. Bajé lamiendo su vientre y metí la lengua en su ombligo. Levanté un poco mas sus muslos con las manos y clavé mi lengua en los labios vaginales separándolos con ella en busca del sensible clítoris. En ese rato Javi se había despertado y me había echado de menos. Como su madre y yo no nos habíamos molestado en cerrar la puerta no tardó en localizarnos por el sonido de nuestros gemidos. Apareció en el dintel con ojos de sueño y nada más que un reducido slip cubriendo su fibrado cuerpo. Como más de una vez le había comentado medio en broma medio en serio mi gusto por las maduritas sexys y mi deseo por su madre. No pareció sorprenderse mucho cuando me vio comiéndole el conejo, al contrario, la escena parecía excitarlo. Le guiñé un ojo con complicidad, tampoco era la primera vez que nos veíamos desnudos en plena faena con otra persona o solos. Vernos y algo más. Estaba excitado y solo pudo llevar la mano a su bóxer y empezar a masturbarse en silencio o en todo el silencio que podía. Mientras nos miraba con cara de salido. Marta extendió su mano para acariciar una de sus tetas. Pellizcaba su pezón con suavidad. Concentrada en su placer y en mis ojos todavía no se había dado cuenta de nada. El boxer de Javi ya había caído al suelo pero la visión de su depilada polla me la tapaba su mano. La tenía bien agarrada. A un gesto mío comenzó a acercarse. Cuando Marta notó el peso de su rodilla sobre el colchón intentó separarse de mí. Hasta empujó mi cabeza para apartarme de su coñito. Me apoderé de su pezón entre mis dedos para excitarla aún mas y que se estuviera quietecita. Sin soltar a su madre le atraje para que me besara y notar su lengua jugueteando con la mía. Tuvo que rozar el muslo de su madre para llegar hasta mi rostro. Ella nos miraba asombrada. No es lo mismo saber algo de forma intelectual que verlo en directo. No se perdía nada del morboso espectáculo sin atreverse a tocar a su hijo pero sin separar los muslos, para que no me alejara mucho. Y desde luego los dos la mirábamos de arriba abajo devorando su voluptuosa anatomía con nuestros ojos. Fue Javi el que por fin, decidido, besó a su madre en los labios, pasándole parte de mi saliva y jugueteando con su lengua. Estaba disparado. Ella se rindió a lo inevitable y dejó que la acariciáramos entre los dos. Tuvo que repartir sus manos entre nuestros cuerpos. Ambas manos buscaban polla. Lástima del abundante vello que cubría su pubis, aunque los labios estaban depilados. Sonriéndonos entre nosotros pasábamos las lenguas por ella y cruzándolas de vez en cuando sobre su suave piel. Saboreando nuestras salivas sobre la piel tersa de su plano vientre. Yo estaba juguetón así que le dejé el xoxito a su hijo y me puse a su espalda. Como deseaba la dureza de esas nalgas que no era la primera vez que follaba. La noche antes de habían librado por poco. Las separé con las manos aunque él apretaba el culo. Pronto se rindió a lo inevitable cuando le di un suave mordisco en la piel de su nalga derecha. Todavía olía a sueño, pero no me importaba. Mi lengua se deslizó por su raja mojándola de saliva. Su madre nos miraba alucinada. Entre sus prietos muslos mi mano acariciaba sus huevos. Lamí su ano jugando con la lengua clavando todo lo que podía. Estaba limpio y sabia que lo que le gustaba por los gemidos que oía. Mi cara enterrada en su culo separándolo con las manos. Subía y bajaba la lengua por toda la raja o volvía a su ano. Marta acariciaba la cabeza de Javi dejándose lamer por todas partes como si fuéramos dos gigolos a los que pagara para darle placer. Me pedí ser el primero en probar su coño y conseguí apartarlo lo suficiente, olvidando durante un momento el duro culito de mi amigo. Entre los dos la tumbamos de espaldas en su cama. A horcajadas deslizando mi polla dura húmeda con la saliva de su hijo y por los jugos. La pasé por los labios de su vulva adelante y atrás haciéndole desear la penetración. Pero como yo la deseaba tanto como ella a mí, no tardé mucho en levantarme lo justo para que mi rabo se deslizara dentro de ella como un cuchillo caliente por mantequilla. Eché una mano hacia atrás por la zona de mi culo para poder jugar con sus huevos depilados de Javi. No se había separado mucho de nosotros, mientras empezaba a subir y bajar sin prisa sobre Marta. Mi amigo en cambio se apartó de mí y se sentó sobre su cara para probar la materna lengua en su polla. Viendo lo que yo le había hecho y apostando a que a él no le importaría separó sus nalgas y deslizó la lengua por el perineo hasta el duro culo de su hijo devorando todo lo que Javi ponía a su alcance deslizando la cadera sobre su rostro. Así podíamos besarnos darnos saliva entre nosotros y seguir magreándonos y acariciándonos todo el cuerpo. Mientras juntos nos follábamos a su madre. Mi lengua incansable exploraba la dulce boquita de mi amigo que aún con lo que habíamos bebido la noche anterior tenía un fresco sabor. La suya correspondía quedando un nivel por debajo de examen laringológico y sus manos parecían pegadas con cianocrilato a mis pezones tan duros como piedras. Acoplados perfectamente sobraban las paginas entre nosotros solo buscábamos el placer, el nuestro y el de las personas que tanto queríamos. Me movía más deprisa buscando el orgasmo que no tardaría en llegar apoyando las manos en los suaves muslos de mi amigo para que algún movimiento mas fuerte no me descabalgara de tan placentera montura. Menos mal que tomé esa precaución pues ella quiso separase al notar la llegada de mi eyaculación por los jadeos y suspiros. Tuve que tranquilizarme, sabía que ella tomaba la píldora. Aunque con otras chicas usáramos siempre protección adicional necesitaba correrme en su interior, llevaba años deseándolo. Notar mi semen abrasando su vagina. Sus ahogados gemidos por la polla y huevos de su hijo sobre su cara me avisaron de que se corría segundos después de mi orgasmo. Mi lefa resbalado por el tronco de la polla aumentando más la lubricación en el interior de su coño. Necesitaba saborear la mezcla de esos jugos y la saqué para poder chupar su vulva mientras mi polla perdía su dureza. Mi amigo también quería probar el semen y qué mejor fuente que el xoxito del que manaba lo que sobraba. Así que solo se inclinó y pude ver el sesenta y nueve más morboso que podía imaginar. Me uní a ellos acariciando sus cuerpos, lamiendo sus pieles. E incluso chupando la polla de mi amigo. Marta nos miraba atónita sin creerse aún como podía gustarnos el sexo de esa manera lasciva y tierna disfrutando de nuestros cuerpos y haciendo disfrutar. Yo no esperaba aún una reacción en mi polla. Pero supongo que mis labios y lengua por ella y un dedo juguetón por mi perineo y el ano entraba a reaccionar. Ella podía ver a su hijo cariñoso devorando mi verga con ansia mientras le acariciaba una de sus tetas con una mano y eso no la dejaba indiferente. Pronto en su boca empecé a notar de nuevo la dureza de mi rabo lo que me alegró pues así Javi no se iba a quedar sin su ración de polla. Pronto se erguía orgulloso ante sus caras pues para entonces no les cabía en las bocas. Se limitaban a deslizar las lenguas por toda su longitud. Mientras seguía sintiendo su lengua haciendo diabluras en mi polla y culo. Con un enorme esfuerzo de voluntad conseguí quitarme de en medio pues no quería dejar de sentir todo eso. Pero lo conseguí para pedirle a Javi que se tumbara de espaldas. Un tierno misionero seria la postura ideal para la primera vez entre madre e hijo y así yo podía acariciar sus pieles aumentando su placer. Marta miraba a los ojos de su retoño buscando el ellos algún signo de rechazo o miedo pero lo único que había en ellos era amor y deseo. Así se subió sobre ella, fue mi mano la que guió el duro nabo apoyándolo en los labios después de acariciar el clítoris con el glande durante unos segundos. Dejando que la cadera de Javi bajara despacio, desplacé la mano a sus testículos. Durante un momento eterno se quedaron quietos mirándose a los ojos hasta que buscaron los labios del otro con los suyos. Abriendo las bocas para que detrás de los labios fueran las lenguas. Mientras ellos se besaban sin mover aun las caderas yo deslicé la lengua por la sudada piel de la espalda de Javi bajado por ella, por los omóplatos, la columna, los riñones. Volviendo a ese duro culo que me tenia hipnotizado desde la primera vez que lo probé. Volví a separar las nalgas y a clavar la lengua en él lo que hizo que por fin empezara a moverse despacio. Haciéndole notar a ella cada penetración y dejando que yo siguiera lamiendo. Le coloqué las pantorrillas por detrás de las rodillas de mi amigo para que él pudiera clavarse más en su interior. Oía orgullosa los mil -te quiero- o -cariño- que se dedicaban o el millón de -mamis- que él suspiraba entre gemidos. Ya con el ano de Javi bien lubricado con mi saliva me chupé un dedo para irlo perforando con él. Levanté la cabeza para mirar a los bellos ojos de mi amigo. Ella agarró mi otra mano con fuerza, como buscando apoyo, mientras su hijo lamía su cuello y besaba su hombro. Una de sus manos agarraba uno de sus pechos suave. Ella subvocalizaba un gracias dirigido a mi. Eso hizo que le clavara a él aún más el dedo en el ano y me inclinase a besar los tiernos labios de Marta. Javi apoyado en sus antebrazos con una cara de vicio infinito sin dejar de mover la cadera contemplaba ahora nuestro beso lascivo y se unió a él ofreciéndonos a las dos su lengua juguetona. Aunque ellos lo hubieran querido nada dura para siempre y ambos llegaron al orgasmo con segundos de diferencia derramando su semen en el coño de Marta. Agotado Javi se desplazó a un lado dejándome a mi su lugar entre los muslos de su madre para que yo pudiera saborear de allí la lefa y los jugos de mi amigo. Mi lengua aún pudo dejarlo bien limpito y luego besarlos a los dos para que disfrutaran también de la mezcla de sabores. Me dejé caer al otro lado dejándola en medio mientras nos acariciábamos con lasitud recuperando la respiración. Al rato bajábamos a la cocina, los tres desnudos y hambrientos a terminar el desayuno que habíamos dejado a medias. Y la siguiente en caer queríamos que fuera mi madre. El fin de semana siguiente lo pasábamos en su casa. La de mi madre y como éramos sus chicos preferidos ahora que también estaba divorciada y en confianza nos paseábamos por su piso con poca ropa. Los mismos boxers ajustados y con el calor que hacía sin camiseta. Javi y yo tocándonos y rozándonos constantemente demostrando a mi morena y bonita madre lo cariñosos que podíamos ser. Ambos buscábamos sus caricias, sus arrumacos incluso cuando ella estaba cubierta apenas con un tanga y un pequeño sujetador. Así podíamos frotar la mayor parte de nuestra piel con su voluptuoso cuerpo. Aún no teníamos muy claro si ambas tenían alguna tendencia bisexual. Pero como en todo era cuestión de probar y quizá al vernos a nosotros se animaran a probar. Al fin y al cabo las dos están muy buenas. En el cuerpo de los dos mi amigo y mi madre. Como en su casa dormíamos juntos abrazados en mi pequeña cama y ya desnudos del todo. Javi se fue a la ducha sin ponerse nada encima mientras yo ganduleaba un rato mas. Le tocaba provocarla a él. Por el pasillo se cruzó con mi madre que llevaba el mismo camino ataviada solo con unas braguitas. Se invitaron a compartir la ducha y a enjabonarse la una al otro y para cuando pude unirme a ellas mi madre sentada en el fondo de la bañera ya le comía la polla y el culo a Javi sobre el que caía el agua. Cuando entré con ellos mi propia madre saboreó mi rabo de inmediato. Y no paró hasta conseguir mi semen. No creí que mi madre fuera tan lanzada, lo mismo deberíamos haber empezado con ella. Ahora solo nos quedaba que ambas madres tan morbosas y depravadas como sus hijos quedaran y se follaran. Todos pudiéramos disfrutar juntos de esos fines de semana de sexo, cariños, lascivia y ternura. De no volver a dormir solos nunca más y levantarnos en los brazos de un amante o dos o tres y junto a sus cuerpos desnudos. Despertarnos desnudos con besos y caricias y comidas en nuestras pollas o lamiendo los coños de las mujeres que deseabamos y amábamos hace años. Que entre los dos les habíamos depilado del todo para así poder comerlas sin pelos que estorbaran. ........

martes, 8 de agosto de 2023

Mis padres en el sofá

... . Los sábados por la noche lo normal es salir con ¿los? ¿las? colegas, bailar, beber e intentar ligar. Esa velada me lo pasé bien, bailé, bebí y me estuve morreando con mi mejor amiga y un par de desconocidos. Pero ella tenía una excursión familiar al día siguiente y nos retiramos pronto. Lo que no me esperaba al volver a casa era encontrarme a mis padres follando en el salón. Admito que eso sí que fue una sorpresa, además de un bonito espectáculo. Como fui el resultado de un penalti los dos son muy jóvenes y están muy buenos. Yo paso poco de los diez y nueve. El culo de mi madre se veía fantástico botando sobre la polla de su guapo marido. El liguero y la medias lo enmarcaban. Y no digo eso por que sea su hija es algo objetivo, mucha gente comparte mi opinión. - ¿No tenéis habitación? - No te esperábamos tan pronto. Cielo. Pero es que no hacían nada por taparse, ni por parar en realidad. Mi madre conservaba parte de su lencería. Un sujetador de encaje muy sexy de media copa sobre el que salían los pezones y todo el volumen de la teta, un liguero y unas medias. - Veo que habéis tenido una noche romántica. - Pornográfica más bien. Las bragas las había perdido en la entrada y yo las había encontrado al llegar. Aún las llevaba en la mano. El vestido, rojo putón y muy sexi, tirado en una silla junto al traje de mi padre. En la mesa una botella abierta de champán y dos copas eran prueba de que habían decidido pasar una bonita velada. - ¿Me puedo poner una copa? - Claro cielo, no será la primera de esta noche. Eso seguro. - Sabes que nunca bebo mucho. Me puse una copita de champán tanto para relajarme un poco, como para seguir viendo el espectáculo con una tonta excusa. Mi padre desnudo del todo lucía su cuerpazo, su torso trabajado. Sentado en el sofá con las manos aferradas a las tetas de su esposa. A ratos acercaba la cara a esos pechos tan bonitos y los besaba o comía sus pezones. Ella seguía moviéndo la cadera despacio con la polla que yo nunca había llegado a ver bien clavada en su interior. Todavía no, al menos, el cuerpo de mi madre me la ocultaba. De vez en cuando se les escapaba un suave gemido. No sé si me estaban ignorando a propósito o estaban provocándome adrede. Pero el bonito espectáculo me estaba gustando tanto y provocando un inmenso morbo que mis pies parecían clavados al suelo. - Y tú, ¿qué?. Podrías irte a tu cuarto. Saltó al fin mi padre. - Podía, pero esto es lo más bonito que he visto en toda la noche. A esas alturas ya había metido una mano dentro de mi short y me acariciaba los labios de la vulva por encima del tanga con suavidad. Al fin mi madre giró la cabeza para mirarme. Su expresión era de una lujuria total. Supongo que parecida a la mía. - Nena, ¿te estas haciendo un dedo?. - Estoy en ello mami. Me gusta que os queráis así. Es bonito. Y muy excitante. Pero ya sé que no está bien que os vea así. - Bueno creo que con el rato que ya has estado mirando no importará un poco más. ¿Qué te parece?. - Lo más excitante que he visto en mi vida. Y más morboso todavía por que sois mis padres y estáis muy buenos. No lo digo yo sola, todos mis amigos están de acuerdo en eso. - ¿En serio? nena. - Desde luego. - Acércate cielo. Mientras tanto mi madre seguía moviéndose despacio, sensual. Cabalgando la polla de su marido sin prisa, solo disfrutándolo. Me coloqué a un palmo del muslo de mi padre, al alcance de sus manos por si querían hacer algo. Fue mi madre la que actuó. Le dio un tirón al short hasta dejarlo a medio muslo. No le costó mucho, ya lo tenía bien abierto. Así pudo ver mi mano acariciando mi xoxito sin prisa, casi al mismo ritmo al que ella se movía. Y desde luego muy, muy húmedo encharcado el delicado encaje del tanga. Solo tuve que mover un poco las piernas para que el pantaloncito terminara a mis pies. Lo único que cubría el pubis era un diminuto tanguita y ya estaba desplazado. Mi padre me miraba con una sonrisa pícara y lasciva a la vez. Una expresión que solo le había visto alguna vez mirando a su preciosa mujer cuando ella vestía sexi. Bueno alguna vez también me había mirado así a mí si llevaba un bikini o algo para salir de marcha. Pero no decía nada dejando que mi madre llevara la batuta. Ella pasaba la mano con suavidad por mi piel. Empezó por la parte delantera del muslo y fue subiendo despacio. Acariciándome con el dorso de la mano. Sin dejar lo que estaba haciendo con él. Pasó de largo mi pubis para acariciar con cariño mi vientre, se metió por debajo del top en busca de mis pechos. Y no es que la dejara, es que me estaban encantando sus caricias. Ni llevaba sujetador así que le fue fácil alcanzar uno de mis pezones. Pellizcarlo con suavidad y ponerme todavía más cachonda de lo que estaba. Ya estaba jadeando al mismo ritmo que mi madre, parecíamos sincronizadas. Tiré del top y me lo saqué por encima de la cabeza. En ese momento estaba más desnuda que mi madre. Yo solo con mi tanga y ella con más lencería. Aún así me las apañé para acariciar sus pechos. El sujetador de media copa me lo ponía fácil. La prenda me permitía acariciar con toda comodidad sus voluptuosos pechos pues se limitaba a sostenerlos desde abajo sin cubrir su volumen. Hacerme con sus pezones y pellizcarlos con cuidado fue una delicia. Son más grandes que los de mis amigas y salen casi un centímetro de la areola. Me acerqué aún más a ellos hasta rozar con mi muslo el de mi padre. No le veía del todo convencido de hacerme nada a mí. Lo que estaba claro es que iba tan cachondo y caliente que era posible que se soltara. Mi madre seguía acariciandome, ella sí que estaba más suelta. Y yo nunca me había dado cuenta de que le gustaran las chicas, ni lo más mínimo. Su mano había empezado a bajar de mis peras, jugando con un dedo en el ombligo. Llegó al tanga y empezó a bajarlo desnudando mi pubis. Ya era oficial estaba caliente y quería follar con mis padres. A esas alturas le estaba amasando las gemelas a mi madre pellizcando sus pezones. Empecé a buscar su boca y ella separó sus sensuales y gruesos labios esperando mi lengua. Cruzábamos las húmedas compartiendo nuestra saliva. Dejando que las babas de ambas resbalaran por su pecho. Sus dedos por fin llegaron a mi coñito y sustituyeron a mis míos en la paja que me estaba haciendo. Fue incluso más dulce y tierna acariciando el clítoris y los labios. Por fin mi padre se animó. Empezó agarrando una de mis tetas. Yo recibí esa caricia con un gemido para agradecérselo y animarlo. Como tenía una mano libre acaricié a mi padre. Su rostro, con suavidad notando la piel un poco rasposa por la barba que le estaba creciendo. Pero lo hice con todo el cariño del mundo. Pasaba la mano por toda su cara hasta el bigote, justo bajo su nariz. Él podía notar el olor de mis jugos en la yema de mis dedos. Así que los llevó a su boca empezó a lamerlos. Los chupaba como yo hacía con las pollas. Y yo lo estaba gozando. - Mami, ¿puedo darle un besito a papi?. - Claro nena. Dale esa lengüita juguetona a mi chico. Ya verás que bien besa. Lógicamente nunca había besado a mi padre con lengua. Y en ese momento aproveché para meterla hasta la campanilla. Como teníamos permiso nos estuvimos dando saliva un buen rato. Con todo lo que estaba notando y el morbo de la situación y las dos personas con las que estaba ya me había corrido un par de veces. Creo que todo eso también les influía a mis padres. Se que mi madre también se había corrido dos o tres veces y le llegó el turno a él. Le estaba llenando el xoxito de lefa. - Me ha dejado sin su corrida, mami. - No te preocupes, cielo. Teniéndonos a las dos así se le volverá a poner dura enseguida. Seguro que lo conseguimos. Yo no sabía con cuál de los dos quedarme. Ponerme a hacerle una mamada a mi padre con los jugos de mi progenitora o al revés y comerle el xoxito a ella rezumando semen. Dejé descansar el pene para que se recuperara y me dediqué a los pechos voluptuosos y el chumino. La mezcla de sabores, los jugos y el semen eran lo mejor que había probado teniendo sexo. - Nunca había comido un xoxito con el semen recién ordeñado. - Pero no es el primero. ¡Eh! Guarrilla. - No mami, he tenido sexo con algunas amigas. - Te lo había dicho. Ha salido a mí, le gusta todo. Dijo, dirigiéndose a mi padre. - Y a mí, cariño. En eso. Pensaba que bromeaban. Pero de entonces aquí me ha quedado muy claro que mis queridos padres son todavía más pervertidos y bisexuales que yo. Mientras ellos cambiaban impresiones sobre mi sexualidad yo le había conseguido un par de orgasmos a mi madre. Pregonados por sus gemidos y palabras entrecortadas a mi padre. Me tumbé ente ellos para relajarme y dejar que dieran unos mimitos. Claro que yo tampoco me quedé quieta. Nos acariciábamos con suavidad y ternura. Por encima del morbo de lo que había descubierto sobre mis padres también estaba confusa y tendría que aclararme sobre mis sentimientos. O seamos sinceros mandarlo todo a la mierda y disfrutar de la nueva situación con mi familia. Para entonces la erección de mi padre no solo se había recuperado sino que parecía más fuerte y orgullosa que la anterior. Mi madre la vio y rozando mi vientre con su antebrazo llegó a tocarla con un dedo. - ¿Vamos a por el segundo asalto?. - Vale, pero ahora me toca a mí. Pedí yo. - ¿Y yo no opino?. - Ya lo hace esa cosa que tienes entre las piernas por ti. Cielo. Sin pensarlo más me subí sobre su cadera. Separé mis propios labios con dedos y me dejé caer sobre el duro miembro de mi progenitor. Los huevos pelados rozaron mi perineo y recibí la profunda penetración con un fuerte gemido. Mi madre por supuesto también quería su parte de la diversión. Así que ella se puso encima de la cara del vicioso de su marido que de inmediato se puso a comerle el coñito y el culo. Y de inmediato me agarró las tetas empezando a amasarlas. Yo me dirigí a sus labios buscando su lengua y saliva con la mía. Y todo ello mientras le pellizcaba los pezones a mi padre. Empecé a subir y bajar despacio para acompasarme con las caricias de mi madre. Parecía que lo hubiéramos hecho toda la vida. No era difícil, son las dos personas que más quiero. Y en ese momento ellos me querían "follar" a mí. Jadeábamos y suspirábamos. No sólo sentíamos placer durante ese polvo, amor y cariño también. Y ya no paré hasta que se corrió dentro de mí. Mezclado con mis jugos notaba como esa humedad se escurría por mis muslos. Pero fue poco tiempo, entre los dos me tumbaron en la cama y se pusieron a comerme el conejo. Con las piernas lo más abiertas que podía notaba como dos lenguas me limpiaban los bajos y me daban todavía más orgasmos. Estaba siendo una noche de récord. Cuando se dieron por satisfechos con la comida de coño se tumbaron a mi lado. - ¿Querrás dormir con nosotros?. - Seguro que podemos repetirlo, nena. - Pues claro papi, no me voy a conformar con esto. Viendo como sois. Esa noche me dormí con la cabeza apoyada en las tetas de mi madre y con la polla de mi padre encajada entre mis nalgas. Desperté relajada como nunca abrazada a mi querida mami y con el aroma del café que nos preparaba su chico. .......

lunes, 7 de agosto de 2023

La pantera y su hijo

... . Había conseguido ligar, una pantera cachonda, una milf, divorciada, que iba provocando a todo el mundo aunque ella estaba de copas con un grupo de amigas. Unos zapatos de tacón altísimo que le dejaban unas bonitas, torneadas piernas apenas cubiertas por unas medias de ligas y una falda de tubo corta y muy ajustada a sus anchas caderas. Un top cuello halter que revelaba más que un generoso escote. Se veían sus hombros desnudos del todo. Mostraba parte de un sujetador sin tirantes de encaje. Más que sujetador, obra de ingeniería por todo el trabajo que tenía que hacer. Labios gruesos, sensuales y profundamente rojos, nariz chata y ojos azules, todo ello enmarcado en una melena lisa teñida de rubio. Todo en conjunto le hacía una cara bonita. En realidad yo no tuve que hacer nada, con diez y nueve años nunca me habría atrevido a entrarle a una mujer así. Fue ella la que me localizó en la pista del pub. En segundos me tenía arrinconado contra a una columna en el rincón mas oscuro del local. - Hola, guapo. Bailas muy bien. ¿Quieres hacerlo conmigo? A día de hoy todavía no se si eso era ya una proposición. Aunque a mí me parecía demasiado pronto para insinuar que el baile podía ser horizontal. - Pues claro, encantado de bailar con una diosa como tú. Alagarla no me vendría mal. Seguro que me haría ganar puntos, y eso que no parecía necesitarlos ya en esa fase tan temprana del cortejo. - Veo que tienes labia, chaval. Eso me gusta. Bailamos durante un rato, cada vez mas cerca el uno del otro hasta entrar en contacto. Fue cuestión de minutos, por no decir segundos. Pegó sus tetas a mi torso apenas cubierto con una fina camiseta. Su cadera rozaba mi pubis donde mi polla ya había tomado consistencia. - Puedes pegarte más. No me pienso quejar. Cuando me di cuenta tenía su lengua dentro de mi boca buscando la campanilla y dándome saliva cantidad. Mis manos estaban rodeando su cintura y amasando su culo. Ella había conseguido poner una de las suyas en mis pectorales y estaba pellizcando uno de mis pezones. Yo encantado. - ¡Que buena estás!. Yo soltando una frase que era todo poesía. Menudo panoli estaba hecho por entonces. Pero como ella tenía muy claro lo que buscaba no le importó e incluso recibió mis palabras con una suave carcajada. - ¿Nos ponemos más cómodos?. Como allí era imposible quitarse la ropa supuse que se refería a que nos sentáramos a tomar una copa. Nos retiramos a un rincón aún más oscuro con sofás para estar más cómodos y tranquilos. Y darle esquinazo a mis amigos que ya me habían visto bien acompañado. Todo sin apartar mis manos de su voluptuosa anatomía, ni las suyas de mi cuerpo. Ella pegaba su culo a mi pubis al caminar juntos notando lo dura que me había puesto la polla. Ya sentados se me pegaba como con cianocrilato haciéndome notar sus tetas poderosas en mi brazo y pecho. Notaba su mano acariciando mi piel, que no me quedaba más remedio que corresponder. Con mucho gusto por supuesto. Ella había metido la mano por debajo de mi camiseta. Notaba suaves las yemas de sus dedos acariciando mi vientre y subiendo hasta el pecho para pellizcar mis pezones. Yo había conseguido meter la mano por debajo de su falda. Las medias terminaron pronto y mis dedos rozaron la piel de la cara interna de sus muslos. Segundos más tarde estaba acariciando el húmedo encaje de su tanga. Ella gemía en mi oído a la vez que lamía mi oreja y besaba mi cuello. Así que no debía de hacerlo mal del todo. Aparté ese escaso trozo de tela para poder deslizar los dos por la seda de los labios de su vulva. Sus jadeos incrementaron el volumen. A punto estuve de sacar la mano de ese horno para que no nos pillaran, pero mirando alrededor resulta que todo el mundo estaba haciendo lo mismo. Así que que continué con mi labor. Metí la lengua en su boca para ahogar sus gemidos. Cruzaba la suya con la mía lo más lascivo que había sentido nunca. Mientras dos de mis dedos entraban más en su xoxito. Parece que llegó a correrse por la forma en que me chupaba la sin hueso. Por supuesto ella no estaba quieta. También acariciaba mi cuerpo. Pasaba la mano por encima de mi dura polla. Pero claro no quería que eyaculara en mis calzoncillos. Así que solo lo manoseaba sin prisa. O deslizaba la mano bajo mi camiseta para pellizcar mis pezones con suavidad. Al cabo de un rato, tras su orgasmo, casi sin terminar las copas, lamiendo mi oreja, me propuso irnos a su piso. Yo, con las ganas de follar que tenía, no lo dudé ni un segundo. - ¿Nos vamos?. Podemos ir a mi casa. - Desde luego, estaré encantado de acompañarte. Nos despedimos de nuestros respectivos grupos. Algunos también habían encontrado compañía y se habían perdido ya. Nos fuimos a su casa comiéndonos la boca por el camino. No estaba lejos. Metiéndonos mano en cada portal y cada esquina, en la calurosa noche de agosto. En el ascensor ella agarró mi polla por encima del vaquero con la intención de no soltarla en el resto de la noche. - Tienes un bonito rabo. Pero quiero todo de ti. Y agarrando su poderoso culo le contesté. - Ya lo tienes. Por fin cruzamos la puerta de su piso. Mi camiseta y su falda desaparecieron nada mas cruzar la puerta. Su tanga de encaje negro que por fin pude ver y no solo tocar, era tan pequeño que apenas tapaba los labios de su coño depilado. De inmediato lo volví a acariciar, buscando el clítoris con el índice y metiendo dos dedos en el muy húmedo y caliente agujero. - No se te da mal hacerle un dedo a una chica. Veamos que tal se te da el resto. No sé como conseguimos llegar a su enorme cama. Me hubiera perdido por su casa si no me hubiera indicado el camino. Allí donde terminamos de arrancarnos la poca ropa que nos quedaba el uno al otro. Donde pude ponerle a cuatro patas para lamerle el coñito que chorreaba y su culo que me moría de ganas de follar. Estábamos tan calientes que no hacían falta muchos más preliminares, aunque claro que desde la disco ya llebábamos un buen rato con ellos. Me mantuve lo suficientemente concentrado como para calzarme un condón. Lo que no sirvió de nada por que eran tantas las ganas que se rasgó y terminó en el suelo. - Follame ya. Sin condón. No me vas a dejar preñada. Tenía claro que yo, mucho, no había mojado el churro y que no corría mucho riesgo. Además de que tenía tantas ganas como yo. Y de inmediato me puse en situación para meterla en la vulva cuando me incorporé. Y solo entonces, eso sí, follarla con todas las ganas que llevaba acumuladas. Procuraba no hacerlo con prisa, sino firme y profundo, tanto como para no correrme pronto como para que ella lo sintiera. Y no debía hacerlo mal a jugar por sus gemidos y suspiros. Ya no paré hasta que me corrí dentro de ella. - Déjame probarlo. Lo que no esperaba es que ella se girara para lamer mi nabo húmedo con el semen y sus jugos. También deslizó una mano entre mis muslos para acariciar mi ano con un dedo. - Yo también quiero saborearte. Sin dudarlo le devolví el favor en un sesenta y nueve en el que disfruté con mi propia leche rebosando de su coño mientras le lamía los labios y el clítoris. - Sí que eres morboso. Me encanta. Al poco rato dormíamos los dos plácidamente debido al cansancio, las copas y el habernos corrido a gusto. Cuando desperté amanecía, no era la primera vez que pasaba la noche fuera de casa, pero sí la primera que lo hacia en una buena cama y así de bien acompañado. Ella tenia el sueño profundo y me levanté a mear y lavarme un poco. Como suponía que éramos los únicos allí fui completamente desnudo. El baño estaba junto al dormitorio. Tras descargar y lavarme, polla incluida, me dirigí a la cocina a por un vaso de agua. Allí me llevé el susto de mi vida. Sentado a la mesa y solo con un diminuto y apretado slip puesto estaba un chico como de mi edad más o menos con una sonrisa burlona en los bonitos labios. Guapo, alto, delgado, depilado y con algún tattoo. - Pasa, pasa, no te quedes ahí plantado. Me dijo. - Creía que estaba solo. - Te has follado a mi madre, hay confianza, pero si vas a estar mas tranquilo... Puedo quedarme como tú. Y se quitó el slip quedando tan desnudo como yo. Yo seguía enmudecido y pasmado. Todavía más por su descaro. Apenas pude balbucear un saludo. - Ho... , hola. - ¿Lo ves? Ahora estamos iguales. Soy Mario. - Ya veo. Y estás muy bien. Yo David. Encantado. Depilado del todo, delgado y con un cuerpo estupendo. Él me miraba el cuerpo desnudo mientras yo cogía un vaso, lo llevaba al grifo y bebía apoyando el culo en la fresca encimera. Haciendo tiempo para tranquilizarme. Todo eso para poder recuperar el habla. Cuando de pronto me preguntó: - ¿Que tal follasteis? Había esperado a que me llevara el vaso a los labios para hacer la pregunta. Me dio la tos y me tiré el agua por el pecho y el vientre. Él, riéndose se mí, se levantó, agarró un paño de cocina limpio y se acercó para secarme con delicadeza. Su cara estaba muy cerca de la mía. - Mario. Es una diosa follando. Contraataqué. A ver como se quedaba. - Soy muy consciente de ello. Está muy buena. Volví a atragantarme pensando en esa madre e hijo follando juntos. Y dándome mucho más morbo. Y entones cuando su mano casi empezaba a rozar mi polla y notaba el glande de la suya rozando mi muslo me besó suave y tierno en los labios. Los separé para que las lenguas pudieran jugar sin estorbos ni descanso. Mi mano se fue derecha a su culo duro para pegarle a mi cuerpo. Solo separé el beso para preguntarle: - ¿Que diría tu madre si nos pilla así?. - Disfrutaría del espectáculo. Ahora fue él quien bebió agua de mi vaso y me la pasó de boca a boca directamente. El beso fue tan lascivo como los de su madre. Sospechaba que era con quien él había aprendido a jugar así con la lengua. Y las dos pollas, ya duras para entonces, estaban juntas apretadas entre nuestros vientres desnudos. Los dos jugábamos con el culo del otro manoseándolo con fuerza. Se arrodilló entre mis pies y empezó a lamerme los depilados huevos. Lo hacia tan bien como su madre. Así que suponía que ella no sólo le había enseñado a besar. Levanté la vista. Entonces la vi en la puerta sonriéndonos, tan desnuda como nosotros. Una mano en su coño, dos dedos dentro de él. Volvía a estar excitada mientras miraba como su hijo le hacia una maravillosa mamada al chico con el que había follado esa noche. Mi rabo aún tendría el sabor de su almeja aunque lo había lavado un poco. Entonces noté uno de los dedos del chico abriéndose camino hacia mi ano, un sitio que su madre había explorado delicadamente con anterioridad, con su lengua y su mano entre mis piernas. Dejándole hacer con el dedo mientras apretaba mi glande contra el paladar con su lengua. Ni se había dado cuenta de que ella nos miraba hasta que dijo: - Chicos. ¿Por que no volvemos a la cama?. Estaremos más cómodos. Estaba claro que la invitación era para los dos. Pensar que ella nos quería a los dos en su lecho, desnudos y follando hizo volar mi imaginación. Le miré a los ojos a ver como reaccionaba pero no hizo mas que incorporarse con naturalidad. Agarró mi polla con la mano para conducirme de vuelta al lecho de su madre. Y lo necesitaba por que me habría perdido en ese piso enorme. Ella nos seguía rozando mi espalda con sus pezones y agarrando mi culo. Nos hizo tumbar boca arriba lado a lado. Se colocó entre nosotros y agarró nuestras pollas cada una con una mano. Nosotros empezamos a besarnos y a compartir babas mientras ella nos las chupaba alternativamente. - Bueno chicos, parece que os habéis hecho amigos enseguida. A ver que sabéis hacer. - ¿Me quieres follar?. Me preguntó Mario. Lo estaba deseando desde luego. - Por supuesto. Me parece que no voy a ser el primero en disfrutar de ese culito tan duro. Pero seguro que tu madre también quiere estar con nosotros. - Hay opciones. Sobre todo si tu también quieres que te follen. Puedo hacerlo yo o... ella. ¿Aún no te ha enseñado sus juguetes?. - Es muy pronto para eso. No sabía si podíamos repetir y no quería asustarlo. Estaba dándome cuenta de donde me había metido. Aquellos dos son un par de pervertidos. - Creo que nunca he visto esas cosas más que en el porno. Y cerré sus labios con otro beso mientras su madre nos comía las pollas poniéndolas duras como vigas de puente con su lengua juguetona. Una vez conseguida una misión tan compleja dudó un segundo sobre cuál de ellas subir. Me hice una idea el que pretendía cuando se subió sobre la cadera de su hijo. No hizo falta que me dijera nada. Cuando Mario me hizo sitio abriendo las piernas alcánzandome un frasco de lubricante ya sabía lo que esperaban de mí. Arrodillado entre los muslos de Mario lubriqué el ano de su madre y mi propia polla. No me costó mucho penetrarla, por allí ya había pasado suponía que el otro nabo y esos mencionados juguetes, pero muchas veces. A pesar de que la postura no era la más cómoda conseguimos acompasarnos. Yo conseguía además lamer y besar su cuello y hombros. Por sus jadeos y suspiros parecía que se corría o al menos lo disfrutaba. Fue ella la que no quiso que nosotros tuviéramos nuestro orgasmo. Quería ver más acción entre los chicos. Moviendo un poco la cadera consiguió descabalgarme. Giro la cabeza y me sonrió. - ¿No quieres follártelo?. Me estaba ofreciendo el duro culo de su hijo. Y he de admitir que me apetecía. Es más, ella misma se desplazó sobre la cabeza de Mario dejando al alcance de su lengua el coño y el culo. Sujetó los tobillos del chico levantándolos lo suficiente como para que se le abrieran las nalgas y el ano quedara a la altura perfecta de mi polla. Le puse más lubricante a mi polla y al nuevo culo que se me ofrecía. También entró fácil. Luego me ha confesado que no eran solo los juguetes de su madre los que lo follaban. Ella empezó a lamer uno de los pies del chico mientras recibía sexo oral. No se donde tendría Mario la lengua pero de vez en cuando ella tenía que separar la lengua de los dedos para gemir. Yo me hice con el otro pie y empecé a chuparlo mientras le follaba. Tampoco me privé de acariciar sus tetas y pellizcar con suavidad sus pezones. Incluso de vez en cuando dejábamos tranquilos los pies para besarnos, intercambiar saliva y jugar con las leguas. No sé lo que duramos pero antes de que yo pudiera dejar el semen en su recto él se corrió sobre sus propios abdominales. Segundos más tarde lo hacía yo en su culo. Sujeté los tobillos para bajar los pies a la cama. Su madre y yo nos inclinamos a lamerlo. Cruzábamos las lenguas sobre la suave piel del chico recogiendo su lefa y compartiéndola en nuevos y lascivos besos. - Que buenos sois, chicos. He perdido la cuenta de las veces que me he corrido. Nos dejamos caer sobre el colchón y ella quedó entre nuestros cuerpos pero con los pies junto a nuestras cabezas. Me había gustado jugar con los pies de Mario y mientas nos relajábamos le daba besos o lamía uno de los de ella. Aún fue más sensual cuando noté su lengua en los míos. Algo que nunca había sentido. - Esto ya lo habéis hecho más veces. ¿Verdad?. - ¿El qué?. - Un trio con otra persona. - No, eso es la primera vez. Es verdad que de vez en cuando nos lo montamos juntos pero hasta ahora éramos nosotros solos. - No sé cómo hemos llegado a esto, pero ha sido genial. Nunca habíamos invitado a nadie a estar junto a los dos. - Pues sois geniales, me puede el morbo que tenéis. Pasamos la mañana follando. Haciendo cosas que yo solo había visto en el porno o ni siquiera eso. Cosas que yo nunca había ni imaginado. Pero todo fue maravilloso, con ellos era y sigue siendo fácil hacer el amor. ......

Mi hijo y su novia transexual

.... Madre, hijo y la nena travestí que se ha ligado el chico. Cuando se la presenta a su madre las cosas se desatan. Sheila por aquí, Sheila por allá. Siempre la tenía en la boca últimamente. No es que fuera su primera novia, Alex un mocetón de diez y nueve años, con un precioso cuerpo. Y no es amor de madre, hace bastante ejercicio. Siempre había tenido a las chicas que deseaba y a más de una a la que no quería, pero se le ofrecían igual, comiendo de su mano. Yo había asistido impasible al desfile de jovencitas que perdían las bragas por sus huesos. Habíamos llegado al acuerdo de que trajera a sus ligues a casa. Prefería que follara en su propia cama y con los condones que yo misma le compraba. Antes de que se arriesgara a hacerlo en un portal o en algún baño sucio y sin precaución. Además verlas salir por las mañanas de su habitación es un bonito espectáculo. Ataviadas sólo con sus tangas y braguitas y unas mínimas camisetas desayunando los tres juntos. Y estar con la madre del chico al que acaban de follar no parecía molestar a la mayoría de ellas. No a todas claro, algunas salían corriendo de madrugada. Claro que yo intentaba que se sintieran cómodas y era simpática con ellas por si querían repetir. Además de que me gusta que se tome su tiempo y lo haga bien. Procurando el placer de sus amantes. Teníamos bastante confianza, la suficiente como hablar de sexo sin cortarnos. Así que hasta le había contado algunos trucos para hacer disfrutar a las chicas. Vivo sola con él desde el divorcio. Como fue resultado de un penalti, de un descuido de juventud aún no he cumplido los cuarenta. Mi trabajo de comercial me obliga a mantenerme en forma, ir siempre bien vestida y maquillada. No es que me considere un pibón, pero no estoy mal del todo. Hasta de vez en cuando llamo la atención por la calle. Más de uno se ha cómido una farola por girarse a mirarme el culo. Así que no hacemos mala pareja del todo. Aunque seamos madre e hijo más de una vez los desconocidos me han tomado por su hermana mayor o una tía joven. Y en realidad nos llevamos como si lo fuéramos, más como amigos que como madre e hijo. Pero, nunca, nunca, habíamos hecho nada "inapropiado". Aunque si nos hemos visto por casa o en la playa con muy poca ropa o desnudos del todo. Pero sólo vernos. Yo también tenía mis ligues y no es que fuera muy selectiva a la hora de elegir el género de mi partenaire. Un par de amigas íntimas compartían su cama o la mía, o la de algún hotel conmigo de vez en cuando. No era yo quién para reprocharle a nadie su elección de amantes. Lo que nunca me había planteado era compartir un ligue con mi hijo, ni juntos ni por separado. Y eso que algunas de las chicas que habían estado con él me habían parecido espectaculares. Pero suponía que aunque fueran bisexuales yo sería demasiado mayor para ellas. Por una parte, verlo con una chica diferente cada poco tiempo me llenaba de orgullo y por otra me daba celos. Quería a mi niño para mi sola, aunque ya fuera todo un hombre. Pero aquella Sheila desconocida me daba algo de mala espina. Ya llevaba unos días mencionándola mucho. Y aún no la había visto. - Pues a ver cuando me la presentas. No haces más que hablar de ella pero aún no sé ni cómo es. - Una tarde la invito a casa, no te preocupes. - ¿Aún no te la has follado?. - ¡Mamá!. - Hijo. Como si me fuera a asustar a estas alturas. - No, solo nos hemos besado y acariciado. Por eso quiero traerla a casa. Para profundizar... Así quedo la cosa, de momento, pero yo no me iba a rendir tan fácilmente. Sobre todo si esa chica era tan importante para él. Quería saber como era, lo que tenía de especial. Deseaba verla e interrogarla. Necesitaba conocerla. De vez en cuando se lo recordaba para que la invitara. No quería decirme si había llegado a tener relaciones con ella. Pero suponía que de ser el caso hubieran sido prudentes. Aunque no hubieran venido a casa. - Vendremos el sábado. Y por cierto, sí ya lo hemos hecho. Una tarde que no estabas en casa. A saber con quién estarías follando tú. Por fin llegó el día, un caluroso sábado por la tarde. Había guardado el secreto hasta el último momento. Alex saldría a comer con ella unas hamburguesas y luego vendrían juntos a casa. No pensaban irse de copas por la noche. Era mejor pasar la tarde y seguir hasta la madrugada, follando. Y si de verdad era tan especial pasar la noche durmiendo juntos. Yo estaba muy nerviosa, no sabía con qué me iba a encontrar. Pero Sheila parecía importante. Intenté arreglarme un poco. Tampoco era cuestión de ponerme en plan putón berbenero. Al menos por la tarde, puede que por la noche sí, para salir a ligar. Y dejarlos solos. Me decidí por un vestido ligero, blanco, de lino, estilo ibicenco y casi trasparente. Es largo, pero si me ponía delante de la ventana se veía toda mi figura como si no llevara nada encima. Un escote profundo y llevar la espalda desnuda del todo también ayudaba. Preparé el café para todos y nerviosa me senté en el sofá a ver la tele a esperarlos después de comer. Cuando oí el ruido de sus llaves en la cerradura estaba a punto de comerme las uñas. - ¡Mamá!. ¡Ya estamos el casa!. - Adelante. Estoy en el salón. - Ella es Sheila. Ya la has visto por fin. ¡Ala!, nos vamos a mi cuarto. Bromeaba, pero a punto estuve de creerle. Y de estrangularlo por ello. Yo tampoco habría perdido mucho tiempo con nadie si hubiera tenido ese bombón para follar. Pero mientras ella caminaba hacia mí para saludarme, felina y sensual, pude darme cuenta de algunos detalles. Por fin comprendí las dudas de mi hijo antes de presentármela. Como si no me conociera y pensara que yo iba a desaprobar esa monada solo por que tenía una polla entre esos bonitos muslos que el minishort dejaba al descubierto. Era, es alta, tanto como Alex. La verdad es que juntos hacían una pareja maravillosa. Su carita enmarcada en una larga melena castaña era algo exótica, puede que sus rasgos algo más duros que los de una belleza más normal. Su cuerpo fibrado se veía precioso con el top escaso de tela y el muy recortado vaquero. No tenía mucha teta, se notaba que no estaba operada. Pero no le hacía falta para resultar sexi y provocativa. Si se le notaba el tratamiento hormonal con el que debía llevar una buena temporada. Yo no veía ni sombra de barba y la piel parecía muy suave. Hasta su voz profunda resultaba sensual. Esa chica exudaba puro sexo por cada uno de sus poros. No me extrañaba que le gustara tanto a mi hijo. Me levanté del sofá para saludarla y acercarme a ella. Al rozar mi mejilla con la suya para darle dos besos me di cuenta de la suavidad de su piel. - Hola, soy Sheila. Encantada. - Yo soy Claudia, porque no se si este cantamañanas te ha dicho mi nombre. Y yo sí que estoy impresionada al conocerte por fin. Eres aún más bonita de lo que me habían dicho. - Mamá no querrás quitarme la novia. ¿No?. - Por si acaso no te descuides. De verdad que me ha impresionado. Sentaos. ¿Como os conocisteis?. - Aburrido, mamá. En la disco, ella estaba bailando y me llamó la atención. - Bueno, y él a mí tampoco me dejó indiferente. En cuanto nos presentamos me dejó atontada. - ¡Este es mi niño! Bromeé. Pero me daba envidia la facilidad que tenían a su edad para conocer gente. Conocerla y algo más. - ¿Ibas tan sexi como ahora?. Porque vas preciosa. - Gracias, quería gustarte. Cuando me dijo que te iba a conocer. Tu vestido es precioso, me encanta ese estilo casi trasparente. - Te quedaría genial, con ese cuerpazo. - Igual podría dejarte algo de ropa. - Apenas os conocéis y ya estáis hablando de trapitos. Las tías sois increíbles. Pero tengo que admitir que a vosotras dos cualquier cosa os queda de maravilla. Con lo buenas que estáis. - Ahora ¿quién está alagando a quién?. ¿Qué querrá de nosotras?. - De ti lo tengo muy claro, bonita. Estoy segura de que se lo harás pasar bien. Y espero que él a tí también. La charla enseguida se hizo amigable, con el café y las bromas pasábamos un rato divertido los tres. Ella enseguida me cayó bien. Además de guapa y provocativa parecía tener cerebro y tenerlo bien amueblado. De vez en cuando ellos se acariciaban y besaban. Admito que eso empezaba a darme cierta envidia y a calentarme a la vez. Comencé a mojar el tanga de encaje blanco que llevaba. La mano de Alex descansaba sobre el desnudo muslo con confianza. Me dio por pensar que esa broma de quitarle la novia o al menos compartirla podía ir en serio. La imaginación se me estaba disparando. Tener aquella belleza entre mis muslos y no hubiera salido de casa en todo el fin de semana. Tras un buen rato conversando ellos querían estar a solas como es lógico. Así que se retiraron al dormitorio de Alex y yo fui a cambiar mi húmeda lencería. Vale, lo admito, no me conformé con eso. Habíamos comprado una cama grande para su habitación cuando empezó a traer chicas a casa. Así que ellos estarían cómodos en su cuarto. Me tumbé en mi cama, levanté la falda hasta el vientre, me deshice del tanga y tras buscar uno de mis vibradores preferidos en el cajón, me dediqué un homenaje. Ya estaba muy mojada así que el falo de silicona se deslizó casi solo entre mis labios a mi interior. Además una pequeña protuberancia que también vibraba le daba un masaje al clítoris. El orgasmo no tardó en llegar entre gemidos y jadeos. Creo que me descuidé mucho y que ellos al otro lado de la pared llegaron a oírme. Tras un buen rato en el que yo también escuché algunos jadeos y gemidos en una voz ronca y sensual. Parece que Alex se estaba esmerando tras ese muro demasiado fino como para guardar muchos secretos. Más relajada, me volví a poner el fino y trasparente vestido y un tanga limpio y volví al salón a ver un rato la tele y a tomar un refresco. Pero desde luego no podía pensar más que en lo que estaba ocurriendo detrás de la puerta cerrada de la habitación de mi hijo. Lo que hubiera dado por verlo, y por participar no digamos. Pero no me quedaba más remedio que armarme de paciencia. No me moví del salón esperando a verlos salir y si era posible con poca ropa encima. Yo por si acaso me había levantado la falda casi hasta la cintura y dejaba ver mis muslos a cualquiera de los dos que pasara por allí. Todas mis expectativas se vieron cumplidas cuando después de un rato especialmente escandaloso y unos minutos más tranquilos, suponía que de relajación se abrió la puerta. Yo esperaba a Alex pero fue Sheila la que apareció por el corto pasillo. Lo único que ocultaba su bello cuerpo era una camisa abierta de mi hijo por la que se apreciaba perfectamente el precioso canalillo de unas tetas aún pequeñas pero que prometían y el vientre además de su ombligo. Como son de una altura similar la camisa no llegaba a taparle la cadera del todo y su culito respingón asomaba por debajo. También llevaba un delicado tanga de encaje más bonito que algunos de los míos, y yo soy aficionada a la buena lencería. La prenda apenas ocultaba un paquete en esos momentos relajado pero de buen tamaño. - Tengo sed, salía a beber algo. Le ofrecí mi propio vaso. - Claro, toma un trago. Se inclinó a coger el recipiente de mi mano. Con lo que su camisa se abrió dándome una preciosa perspectiva de dos pechos cónicos, duros con los pezones puntiagudos. Parecían esculpidos en mármol blanco y brillantes de sudor. Y allí estaban a menos de dos palmos de mi rostro. Me sonreía mientras rozaba mis dedos tomando el frío cristal. No me contuve más, estiré la mano y rocé su pezón. Qué suave es su piel. Su sonrisa se hizo aún más amplia. Mientras sus ojos recorrían mi amplio escote. Se llevó el vaso a los labios. No pareció importarle que la copa fuera solo un refresco. El líquido bajaba por su fino cuello, moviendo la nuez. Cómo si no me hubiera dado cuenta en cuanto entró por la puerta. Se sentó a mi lado mientras al fondo se oía el ruido de la ducha a través de la puerta del baño. Alex se estaba duchando después del sexo. - Parece que lo habéis pasado bien. - Si, es un gran amante. ¿De quién lo habrá aprendido?. - Supongo que algo de teoría le he dado. Tenemos mucha confianza. La práctica la ha conseguido el solo. Pero creo que tú has puesto de tu parte. No se le oia gemir solo a Alex. - A mí también me gusta disfrutar y que disfrute conmigo. Mientras hablabamos se había sentado conmigo. Pegada a mi cuerpo, rozando sus muslos desnudos con los míos. No me aparté, deseaba ese contacto. - Eso es lo que me gusta. Tenéis que pasarlo bien. A vuestra edad. - ¿Y a la tuya no?. Yo te veo muy bien. Seguro que podríamos disfrutar todos. - No sé en qué estás pensando. Pero Alex sigue siendo mi hijo. - ¿Y acaso no es un hombre magnífico?. Y creo que no necesitas mi testimonio para saber que es un gran amante. Y a mí no se me da mal del todo. - Pero... Acalló todas mis protestas con sus labios. El beso se hizo en cuestión de segundos lascivo, profundo y muy húmedo. Desde luego no tarde nada en responder, con todas las ganas que llevaba acumulando toda la tarde y un montón de saliva. Aún me quedaban recelos por supuesto. - Pero. Y ¿Alex?. - Ahora viene, cuando yo te haya ablandado. - Entonces ya teníais todo esto preparado. Me dio otro profundo beso. Acariciaba mis muslos con suavidad. - Claro que no, pero era una posibilidad. Me daba mucho morbo verle, bueno no solo eso claro, contigo. - Pero es mi hijo. Yo seguía protestando pero cada vez con menos fuerza. - Además él también te tiene muchas ganas. Sabe lo que gusta el sexo u con quien. Y desde luego los dos tenemos muy claro lo buena que estás. Con lo caliente que ya estaba y aquellas palabras terminó de derrumbar mis defensas. Así que puse una mano en la cara interna de su muslo cerca de la rodilla. La fui deslizando despacio en una suave caricia hacia el encaje que cada vez cubría menos de su polla. Al oído, lamiendo mi oreja y con esa voz ronca y sensual que tiene me dijo: - ¿Sabes una cosa?. Todavía tengo el culo bien limpito y lleno del semen de tu hijo. ¡Como sabe provocarme!. En ese momento solo pude pensar en hacerle un beso negro y eso que estaba deseando tener la dura polla que ya estaba acariciando dentro de mí. - ¿Quieres llenar el mío con tu lefa?. - Sabes que no dejaría pasar esa oportunidad. Pero también quiero tu boquita y tu xoxito. Te deseo, te deseamos. Mientras conversábamos mi mano había ido prácticamente sola a su tanguita. Allí ya podía acariciar la a esas alturas dura polla. Es cierto que las había probado más grandes pero sospechaba que sabía usarla de maravilla. Empecé a acariciarla con suavidad, los huevos depilados y hasta el pubis. El trocito de tela que intentaba sujetar todo aquello no me puso ningún impedimento. Se hizo solo a un lado en cuanto la preciosa verga empezó a ponerse dura. Viendo la trayectoria que empezaba a llevar la tarde empecé a bajarlo por sus largos muslos y alojarlo a un rincón. Solo cubierta por la fina camisa parecía una visión angelical completamente impúdica. Puse las manos en su culito respingón y tiré de ella para acercarla a mí y colocarla entre mis muslos. Besé su glande y pasé la lengua por el tronco bajando hacia los testículos. Me los metí en la boca mirando sus preciosos ojos castaños. Su expresión lujuriosa me decía que le estaba gustando. Ese fue el momento que eligió mi hijo para hacer su aparición en el salón. Su fibrado y delineado cuerpo solo estaba cubierto por una pequeña toalla apenas anudada a la cintura. Creo que las dos nos quedamos embobadas admirándolo. - No se os puede dejar solas. Me marcho un momento y os encuentro liadas. Soltó con una carcajada. - Así que lo teníais preparado. - Desde que ella vio esa foto tuya. Señaló un marco en el que yo estaba posando con un diminuto bikini en una playa de las Canarias. - No sabía que solo eso os hubiera impresionado tanto. - A mí eso fue mucho antes. Llevo años viéndote con ese cuerpazo por casa y a veces con menos tela encima que ese bikini. Es verdad que no sería la primera vez que me viera las tetas. Nunca he sido muy pudorosa por casa. Y yo también le había visto últimamente bastante en porretas. Lo admito eso también me tenía cachonda. Sheila no se había apartado ni un milímetro de mi cuerpo. Y aprovechó ese momento de desconcierto para abrir los tirantes de mi vestido y desnudar mi pecho. Tenía los pezones duros como piedras. Eso podían verlo los dos. Yo tampoco había soldado su polla. Me había aferrado a ella como si fuera un salvavidas en aquella delirante situación. Ese fue el momento en que la toalla decidió caerse al suelo sola. Su polla tan depilada y dura como la de su novia apuntaba al techo. Supongo que ver a su madre comiéndole el rabo a su preciosa transexual no lo dejaba indiferente. Se acercó a nosotras despacio derramando testosterona por todo mi salón. Cogió nuestras manos y me hizo levantar. Me dio un beso profundo, su lengua jugaba con la mía. Era el primero que nos dábamos así y estaba intercambiando saliva con mi propio hijo. Casi me flojean las piernas de los nervios. - Vamos a la cama. Estaremos más cómodos. Nos arrastró hasta su habitación. Por el camino perdí el vestido y el tanga blanco y todavía no se cual de los dos me arrancó la ropa. En su almohada aún estaba el aroma del sudor de ambos. En cuanto apoyé la cabeza en ella pude notarlo. Sheila con su expresión lasciva vino a acomodarse entre mis muslos. - No te importará que sea yo la primera que la folle. ¿Verdad cariño?. Mi chocho estaba tan encharcado que no hacía falta ninguna lubricación adicional. Tenía la polla dura como una barra de acero y en cuanto apoyó el glande en mis labios se me escapó un gemido. Con solo un empujón de la cadera entró hasta el fondo, hasta que sus huevos dieron en mi perinneo. Alex acercó su polla a nuestras caras. Ya no necesitaba ningún aliciente para empezar a besarla y lamerla. Y si no era bastante, allí estaban los labios y la lengua de Sheila para ayudarme. La saliva de ambas resbalaba por el tronco hasta las pelotas. Nos lo repartíamos, mientras una chupaba la polla, la otra se dedicaba a los huevos. Cruzábamos las lenguas sobre la suave piel y yo seguía agarrando sus prietas nalgas. Estaba tan excitada que se me ocurrió una pequeña maldad. Suponía que Sheila no se habría privado de explorar el duro culo de Alex. Y seguro que no solo con los dedos. Yo no tenía más que los míos pero eso era lo que iba a usar. Llevé una mano del culito de ella al de mi hijo. Y empecé a acariciarlo entre las nalgas pasando los dedos por la raja. El índice llegó al ano y sabiendo como tenía el mío propio di me di cuenta de que ella también lo follaba a él. Ya no había vuelta atrás e iba a disfrutarlo. Cada vez que la polla de Sheila me llegaba al útero tenía que separar la lengua de la polla de Alex para jadear. Y a la vez le clavaba el dedo más profundo al ano de mi hijo. No era yo la única que gemía. Ellos también estaban disfrutando. Cuando menos lo esperaba ella se giró dejándome a mi encima de su cuerpo. ¡Qué fuerza tiene esa chica!. Montada a caballito sobre su cadera. Alex me quitó su juguete de la boca para ponerse detrás de mí. Una doble penetración no es sencilla. Hay que acompasar los movimientos. Pero creo que aquello se les daba bien. Enseguida noté el glande e Alex abriendo mi ano. Sheila sujetó mi cintura mientras él me penetraba. Yo no tenía ni que moverme, era Alex el que con suaves empujones conseguía que las dos pollas en mi interior me volvieran loca de placer. Un orgasmo tras otro hasta que los dos se corrieron dentro de mí. Y ni aún así me dejaron descansar. Entre los dos me levantaron hasta ponerme sobre la carita de Sheila y una vez allí ponerse con las lenguas de ambos a comer mi coño y culo. Si antes me demostraron como usaban las pollas ahora supe como manejaban sus bocas. - Vamos, Mami, disfruta. Esa tarde estaba batiendo un récord de orgasmos. Volví a tumbarme para relajarme un poco. Pero ni aún así me dejaron tranquila. Seguía notando sus lenguas por toda mi piel. Empezaron por mis pies uno cada uno. Chupando cada dedo, recorriéndolo con la lengua. Subieron por mis pantorrillas, llegaron a la muslos y pasaron de largo por el culo y el xoxito. Supongo que se dieron cuenta de que en ese momento los tenía muy sensibles. Lamieron mi vientre, clavando las lenguas en mi ombligo. Menuda capacidad de recuperación tienen esos dos. Para cuando llegaron a mis tetas sus pollas volvían a lucir orgullosas erecciones. Si no contaba mal eran las terceras de la tarde. Puede que fuera verdad que era yo quien los excitaba tanto. O más bien que ellos son así. Y no son los únicos, no eran solo las caricias o sus pollas dentro de mi lo que me daba placer, era también el morbo de la situación. Yo quería verlos a los dos juntos en acción y quería ver como ella se lo follaba. Le di un suave azote a Alex en su duro culito. - Nena, ¿no te apetece?. - Pues claro mami, hoy tu eres la que manda. Si quieres verlo. ¡Como me puso que ella me llamara mami!. No sé lo que me pasa con esa chica, solo con que se acerque me pongo cachonda. Así que podéis imaginar lo que me pasa cuando me habla con su voz sensual o me acaricia con sus suaves manos. Volvamos al retomar el hilo. Ellos no lo habían perdido. Alex se puso a cuatro patas. Sheila entre sus pantorrillas ya estaba más que dispuesta para clavarla. La cogí un momento para darle unas lamidas al capullo para lubricarlo. Y yo misma lo llevé hasta el ano. Estaba claro que no era la primera vez que entraba por allí. Dediqué un momento a acariciar los huevos... de ambos. Ella lo había cogido por la cintura y empezó a moverse despacio. Cogiendo ritmo poco a poco. Yo lo admiraba en primer plano. Tenía la cabeza apoyada en la parte baja de su espalda. Pero a esas alturas quería más. Y aún no había tenido el rabo de Alex en mi coño. Me deslicé debajo de mi hijo. Su polla estaba como el acero y yo bien abierta de piernas la deseaba dentro. Como antes la de su novia entró en mi interior como un cuchillo caliente en mantequilla. Cada vez que ella empujaba Alex entraba más profundo en mi cuerpo. Y seguía corriéndome, fue claro no fui la única. Busqué la lengua de Alex con mi boca. Necesitaba ese beso para sentirme completa. Para poder correrme sabiendo que todos lo queríamos. El primero que se derramó en mi interior fue mi hijo. Pero no la sacó hasta que su preciosa novia le llenó el culo de lefa un momento más tarde. Lo sujeté contra mi pecho tres que ella pudiera hacerle un breve beso negro y lamer el semen de su ojete. Por fin se tumbaron cada uno a un lado recuperando la respiración. Sonriéndonos y contentos. - ¿Y ahora qué?. Chicos. - No te comas la cabeza, mamá. Solo vamos a pasarlo bien y disfrutar. Déjate llevar. Pero piensa que te queremos mucho. - ¿Tú también? Preciosa. - Desde luego, mami. No te voy a dejar escapar sin disfrutar mucho de ese cuerpazo. Y me dio un suave beso en la labios. Esa noche de sábado salimos a tomar unas copas, le presté uno de mis vestidos de estilo ibicenco. Íbamos preciosas y Alex con un pantalón y camisa de lino muy guapo. Bailamos, bebimos y nos divertimos mucho y si que la gente nos miraba. No fuimos nada discretos nuestras caricias además de nuestra belleza. ....