lunes, 15 de agosto de 2022
Recojo a dos hermanos autoestopistas
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Normalmente no me atrevía a coger autoestopistas pero algo en ellos me parecía diferente. Me lo pidieron de una forma tan educada en una gasolinera. El calor apretaba, eran muy jóvenes, de unos diez y ocho diría yo. Estaban sentados en el bordillo con la espalda apoyada en sus mochilas junto a la caseta.
La minifalda vaquera que ella gastaba apenas tapaba un culito que parecía duro y firme y el short de él era tan corto como la falda. Ambos lucían unas piernas preciosas y unas camisetas blancas recortadas que enseñaban sus vientres. Los pies pequeñitos en unas finas sandalias.
Ella levantó su precioso culito del bordillo y se acercó a mí mientras repostaba. Supongo que pensaría que ella era menos amenazadora.
-¿Nos lleva?.
Ya me había fijado en ellos. Algo tan bonito merecía algo más que un vistazo.
- Claro, vamos.
Puse las mochilas en el maletero. Ella se subió atrás y él conmigo.
- Yo soy Mario y ella es Sonia.
- Encantada. Me llamo Sara. Como es que dos chicos tan jóvenes están haciendo autostop por aquí en medio de ninguna parte.
- Queremos llegar a la playa. Pasar unos días divirtiéndonos. Solo usar los bañadores y nada de ropa.
- Yo también voy a la playa, os llevaré hasta allí. Pues os sentarán de maravilla con vuestros cuerpos tan bonitos. ¿Llevarás bikini?.
- Pues claro, y si puedo haré top less.
- Yo suelo hacerlo, me encanta llevar las tetas al aire.
- Si pero las mías son más pequeñas que las tuyas. Tienes una talla estupenda.
Al verme frotar mis muslos uno contra otro, sabían que me habían puesto caliente. Toda esa conversión sobre tetas era francamente excitante. Además de tenerlos al lado con tan poca ropa. Bajo mi minifalda apenas mas larga que la de ella el tanguita se humedecía a pasos agigantados.
Conducía relajada. Por el espejo retrovisor podía ver sus bonitos muslos y muy poca falda. Había separado las piernas. Tras una mirada picara directa a mis ojos, abrió más los muslos y pude ver un muy pequeño tanguita blanco lo que hizo humedecer más el mío.
Él me pidió permiso para quitarse la camiseta. Por supuesto se lo di encantada pudiendo ver así su torso bien definido y sin vello.
- Hace mucho calor. ¿Le pasa algo al aire acondicionado?.
- No va muy bien.
En realidad no llegué a ponerlo a tope pensando que un poco de calor nos vendría bien a los tres. Para poner las cosas más interesantes.
- ¿Puedo quitarme la camiseta?.
- Y todo lo quieras. Con ese cuerpo podrías estar como te de la gana.
Me contaron que eran hermanos pero entre ellos había una complicidad que iba mas allá de lo fraternal. Al menos así lo juzgué al ver las miradas que echaban al cuerpo del otro. Ella se inclinó sobre los asientos de adelante y muy cerca de mi oído me dijo:
- Así que te parece que mi hermano está muy bueno.
- Los dos lo estáis. Sois muy guapos. Pero ahora me entero de que sois hermanos. Pensaba que erais novios.
- Mellizos para más datos. Yo soy mayor que ella diez minutos.
No pude más que darle la razón, aprovechando para decirle que ella también. Palabras que recibió con una bella sonrisa.
- Tenemos mucha confianza, es verdad. Siempre hemos estado muy juntos y casi solos. Me gustaría ponerme el suje del bikini. ¿Puedo?.
- Pues claro.
Se notaban sus pezones duros bajo el algodón de la ligera prenda demostrando que no llevaba nada debajo. Yo tampoco me había puesto sujetador así que estábamos en las mismas condiciones.
Sin más vergüenza que la que habían demostrado hasta ese momento se sacó la camiseta sin prisas. No llevaba nada más que sus tetitas bajo esa prenda.
Tenía la intención de ponerse el sujetador de un bikini que apenas merecía ese nombre, pues solo cubría sus pequeños pezones oscuros. Sus medias naranjas apenas despuntaban pero eran preciosas en su cuerpo delgado.
Traté de no perder detalle de la maniobra por el espejo retrovisor sin pegárnosla. Momento que él como en un descuido aprovechó para poner su mano en mi rodilla con suavidad y descaro.
Creo que era la conductora más lenta de la carretera. Menos mal que no había mucho tráfico. Él, como yo, había estado mirando con lascivia las tetas de su hermana girando el cuerpo en el asiento.
Les pregunté donde pensaban quedarse y al decirme que iban a la aventura les ofrecí quedarse conmigo en el hotel, propuesta que les alegró.
- ¿Tenéis un sitio donde dormir?.
- Pensábamos quedarnos en la playa. O donde nos pareciera.
- Eso no parece muy seguro. ¿No tenéis dinero?.
- No mucho. Lo justo para comer algo y las copas.
- Mi habitación del hotel es grande y hay dos camas. Podríais quedaros conmigo.
- Eso es muy amable por tu parte. No sé si nos lo merecemos.
Notaba las caricias del chico en mi muslo llegando ya bajo mi falda. Los suaves roces de la mano de ella inclinada entre los asientos, en mi hombro desnudo por mi ligero top, en mi oreja y cuello.
- Claro que sí. Estaréis mucho más cómodos conmigo.
Soplaba con suavidad sobre mi piel, erizando mi vello. Deseaba llegar al hotel. Necesitaba verlos desnudos del todo.
En recepción apenas me pusieron problemas al decir que llegaba con dos sobrinos. Nos quedaríamos en la misma habitación de la reserva. Se limitaron a cobrar un suplemento.
La cama era enorme y pensaba disfrutarla. Había una supletoria que no usaríamos para nada. Ni nos planteamos bajar a la playa. Todos teníamos ganas de disfrutarnos.
- Ponéos cómodos. Creo que estaremos bien aquí.
- ¿Bajamos a la playa?.
- Por mí nos quedamos.
El chico se lanzó a besarme en el momento de cerrar la puerta y yo misma le arranqué la camiseta que se había vuelto a poner para entrar en el hotel.
- Joder, ¡Que bueno estás!.
Ella detrás de mí dejó caer mi falda al suelo arrodillándose para mordisquear y lamer mis nalgas sin apenas el estorbo del mínimo tanga.
- Tú también estás buenísima.
Me dijo ella. Casi me corro al notar sus manos abriendo mis nalgas y pasear su lengua por toda mi raja. Apartó la gomita del tanga. Llegando a clavar la sin hueso en mi ano y removerla allí como si me follara con ella.
- Y tú eres una guarrilla. ¿Quién te ha enseñado eso?.
- ¿Qué importa? ¿No te gusta?.
- Me encanta.
Y lo decía entre gemidos.
Mi mano ya se perdía dentro del short del hermano para agarrar la durísima polla que comprobé estaba pelada y suave. Mientras entre los dos hacían volar mi top y sujetador.
Estaba claro que no gastaban mucho en lencería. A Mario solo le quedaba el short bajo el que no llevaba nada más que su bonita polla. Así que pude rodear el cilindro de dura carne con mis dedos sin otro estorbo.
Mario se deshizo de mi top sacándolo por mi cabeza. Se inclinó a lamer las sudadas axilas, comerme las tetas y pasar la lengua por mis pezones sorbiéndolos con sus gruesos y sensuales labios. Sus dedos finos se deslizaban por dentro de mi tanguita acariciando los depilados labios de mi vulva que hacía rato chorreaban.
- ¿Como son sus tetas? Hermanito.
- Deliciosas, espera a probarlas.
Entre tanto Sonia había bajado mi tanga hasta los pies. Yo no podía ni hablar recibiendo las caricias de los hermanos, solo gemir y jadear.
Ni siquiera nos habíamos movido de la puerta. El short cayó al suelo revelando que no gastaba mucho en ropa interior. Así descubrí a mi vista a la cálida luz del atardecer su bonita dura y depilada polla.
Y ella pegaba sus ya desnudas y firmes tetas a mi espalda. Lamía mi cuello y hombros y pasaba su juguetona lengua por mi oreja. Estaba encerrada entre sus calientes cuerpos. Me tenían bien apretada haciéndome notar sus suaves pieles por todas partes.
- Estamos sudados y sucios del viaje.
- Es verdad, podemos seguir jugando en la ducha.
De la mano los arrastré a la ducha. Un amplio suelo plano con un desagüe y chorros de hidromasaje. Allí entrabamos los tres cómodamente para librarnos del sudor del camino. Y poder saborear aquellos bellos cuerpos limpios en todos sus rincones.
Aprovechando el agua y el gel para que las manos se deslizaran con lascivia y sensualidad por las pieles de los demás. Jugando nos lamimos acariciamos, frotamos.
Nos juntábamos frotando nuestras pieles y cuerpos enjabonados sin saber que parte de ellos estaba rozándome en cada momento. Mis manos los acariciaban por todas partes procurando dejarlos bien limpios.
Hasta metí los dedos en sus anos asegurándome de dejarlos brillantes por dentro y por fuera. Pretendía lamer toda su piel, de los dedos de los pies a la nuca incluidos todos los orificios.
Las dos disfrutamos del bonito rabo depilado que él lucía. Con el agua cayendo sobre nuestras cabezas nos arrodillamos las dos chicas. Nos morreamos cambiando saliva de boca en boca y sacando las lenguas para excitarlo más. No podía separar las manos de sus tetitas.
Yo empecé metiéndome los huevos duros y no es una metáfora en ese caso, en la boca. Su hermana recorría el tronco de tan bonita polla hacia arriba buscando el glande. Como buenas amigas la compartíamos. Me dejaba el rabo para ocuparse de los huevos.
Pasé la mano entre sus muslos para meter un dedo en el ano de Mario. Me gustaba jugar con ese culito de durísimas nalgas. Toda la excitación hizo que se corriera. La mayor cantidad cayó en la boca y lengua de su hermana.
Pero como ya éramos buenas amigas lo compartió conmigo en un lascivo beso blanco con cruce de lenguas incluido.
- ¡Chicas! Déjame algo.
Mario se arrodilló junto a nosotras y metió su lengua en nuestras bocas buscando la parte de su semen que quedaba por allí.
Nos aclaramos el gel que nos quedaba encima. Y nos secamos los unos a los otros con los toallones que el hotel ponía a disposición de los huéspedes. Como no podía ser menos renovamos las caricias entre todos.
- Deberíamos bajar a cenar. He visto un burguer a la vuelta de la esquina.
- Si, tendremos que renovar fuerzas.
Nos vestimos, al menos yo. Una minifalda con algo de vuelo y una blusa blanca sin mangas sin suje me dejaba ir muy sexi.
A Sonia pude dejarla un vestido que le quedaba un poco amplio pero muy sexi. Como es algo más alta que yo la falda le quedaba más corta y enseñaba más pierna. El escote no lo rellenaba tanto así que cuando se inclinaba le veíamos los pezones.
Mario tuvo que conformarse con sus shorts y su camiseta. Estaba claro que les invitaría y la verdad es que comían como limas. Se metieron al buche dos hamburguesas cada uno. Sabía que la gente alrededor nos miraba. Éramos un trío muy sexi.
En un pub abarrotado donde se podían respirar las hormonas y las feromonas de la gente buscando sexo. A nuestro alrededor todo el mundo se acariciaba, se besaba y faltaba el pelo de un calvo para que se pusieran a follar en medio de la pista de baile.
Nosotros bailábamos muy juntos. Admito que en algún momento nos pasamos un poco. Yo acariciaba la polla de Mario por encima del vaquero recortado. O deslizaba la mano por debajo del vestido prestado para alcanzar el culito de Sonia.
Los dos también buscaban mi tanga bajo la minifalda hasta conseguir meter algún dedo en mi vulva, junto a la barra o en medio de la pista. Incluso más de una vez una de mis tetas quedaba al aire por completo cuando jugaban con la fina tela de mi blusa.
Rodeados por gente que estaba haciendo lo mismo que nosotros no nos importaba lo más mínimo. En un momento en que estaba bailando con Sonia a nuestro lado un chico le había sacado las tetas por el escote de su camiseta a su amiga y le estaba comiendo los pezones con verdadera ansia.
Claro que yo tenía un muslo entre los de mi amiga tan arriba que notaba en mi piel la humedad y el calor de su coñito. Mario se acercaba mirándonos con su bonita sonrisa y las nuevas copas en las manos. Estaba para comérselo.
- Volvamos al hotel. Quiero que tu hermano me folle.
Ni me respondió. Se limitó a meterme la lengua hasta la garganta al oír mi frase.
- Vas a ver lo bien que lo hace.
Me dijo después de un beso completamente lascivo. Creo que todo el mundo a nuestro alrededor pensaba que éramos lesbianas hasta que Mario se unió al beso.
- Nos vamos.
Le dijo su hermana. Por la calle camino del hotel no dejamos de meternos mano. Yo llegué a la habitación sin el tanga que Mario llevaba en su bolsillo desde dos esquinas atrás. Y el vestido de Sonia no estaba en mucha mejor condición.
Menos mal que en la recepción del hotel la encargada estaba distraída con su móvil y no nos prestó atención.
Nuestro chico perdió la camiseta en el ascensor y yo me la colgué de la cinturilla de la falda. Aprovechamos para lamer sus axilas y pezones, cada una el de su lado. Y lamer la suave piel de su cuello.
No esperé a cerrar la puerta de la habitación y ya tenía los shorts por los tobillos. Le di un suave azote en el culete para mandarlo a la cama. Tumbado boca arriba nos miraba a las dos que le dedicábamos un sensual y lento strip-tease.
Sonia empezó a levantar el vestido subiéndolo por la cadera, el vientre, los pechos hasta sacarlo por encima de la cabeza. Aproveché para lamer sus axilas y chupar sus pezones.
Yo dejé que ella abriera mi blusa y se hiciera con mis tetas mientras seguíamos bailando lento y sensual. Dejé caer la falda al suelo y la aparté de una patada.
Miré con mi mejor cara de lujuria a Mario que tumbado en la cama boca arriba y con la polla apuntando al techo no perdía detalle. Despacio moviéndome felina me dirigí hacia allí seguída por su hermana.
Estaba más que cachonda. Me subí sobre su cadera y su nabo se deslizó en mi húmedo interior sin la menor resistencia. Él no tenía que hacer nada ya me encargaba yo de subir y bajar. Una de sus manos me alcanzaba el clítoris y me volvía loca acariciándolo. Sonia en cambio se subió sobre su carita de no haber roto nunca un plato.
Apoyada en el pecho del chico pellizcando sus pezones con suavidad, podía ver como la lengua de este se desplazaba por la vulva de su hermana hasta acariciar el clítoris. O se perdía hacia atrás en busca del ano de la chica.
Ella y yo frente a frente no perdimos la ocasión de volver a besarnos o de que ella acariciara mis tetas. Pero ninguno de los tres estaba muy coherente en ese momento. Nos dejábamos llevar por el placer jadeando y suspirando al ritmo del movimiento de las caderas.
Se corrió dentro de mí por supuesto. Ya tomaba precauciones para esos momentos. Pero antes yo había tenido dos orgasmos Que ella se había ocupado de silenciar con su lengua en mi boca. Ella también había tenido lo suyo con la juguetona lengua de su hermano. El chico la movía muy bien.
Nos derrumbamos en el colchón todos mezclados sin saber que brazo o pierna teníamos clavados en las costillas pero muy satisfechos. Dormimos abrazados a los otros. Para ir al baño tuve que apartar el brazo de Sonia y pasar por encima de Mario.
A la mañana siguiente Bajamos a la playa donde renovamos nuestros juegos. En el mar nos abrazaban, besábamos y acariciabamos. En la arena con la excusa del bronceador nos metíamos mano.
Así pasaron las vacaciones. Playa por la mañana, siesta con sexo por la tarde, copas por la noche y al volver a la habitación más sexo. Y no parar de besarnos y acariciarnos todo el rato.
Cuando pasaron los días los dejé a la puerta de sus padres aunque no tenían ninguna gana de volver a casa. Por supuesto que mantenemos el contacto. Y los he vuelto a ver.
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sábado, 13 de agosto de 2022
Quería ser secretaria y así fue la entrevista
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Una nueva entrevista de trabajo. Algún día lo conseguiría. Pensando que me enfrentaría a un hombre decidí que una buena baza seria enseñar la mayor cantidad de carne posible, eso intentando no parecer una puta, claro.
Me decidí por una falda de tubo que comprimía mis caderas dibujándolas y muy corta, bastante por encima de las rodillas. Si alguien se fijara y no haría falta mucha concentración de notan las tiras del tanga en la tela. Medias cristal muy finas con las ligas de silicona apenas tapaban mis piernas.
Un top sin mangas muy muy ajustado y sin sujetador. Me encanta la sensación de mis pechos bamboleandose libres al caminar. Unna americana encima para poder mantener el control completaba el outfit. Poder quitármela o dejarla puesta según fuera necesario. Y los zapatos de tacón mas altos que tengo.
Con la confianza de sentirme admirada, de que los ojos de los hombres seguían mi contoneo por las calles me dirigí al lugar. Entré en la oficina en la que estaba citada y se me cayó el alma a los pies.
Detrás del escritorio, muy formal tras unas gafas de pasta una atractiva y curvy cuarentona me recibió con semblante serio. Recuperé un poco el ánimo al ver como sus ojos recorrían el nylon que cubría mis piernas. Igual no me había equivocado del todo.
¿Detecté un algo de deseo en su mirada? No estaba segura pero eso me hacía recobrar algo de esperanza. Me senté en la silla que me indicó y crucé las piernas para enseñar un poco más de mi muslo justo entre la liga y la falda.
Decidida a seguir jugando el mismo papel que había decidido interpretar desde que me vestí me exhibía. A poco que me movía mis tetas se meneaban libres bajo el top y ella las miraba.
La miré a los bonitos ojos azules con concentración atenta a sus palabras y preguntas. Rubia teñida, una impresionante delantera que asomaba por el escote de una blusa blanca. Me aventajaba por lo menos en dos tallas. La americana que debía cubrir todo eso colgaba de un perchero, hacia calor. Su parte de abajo me la ocultaba el escritorio pero en conjunto lo que veía era muy atractivo.
Aprovechando que la cosa se alargaba, que hacia calor y que ella no la llevaba me quité la chaqueta y la colgué en el respaldo de mi silla. Según lo hacía me incliné más de la cuenta, adrede dándole la espalda, para pudiera echarle un vistazo a mi grupa.
Mis pezones ya duros a esas alturas se marcaban en la tela del top y sus ojos fueron directos a ellos en cuanto me giré.
Otro cruce de piernas para asegurarme y siguiendo la dirección de su mirada me convencí de que ella había podido ver la piel de mis muslos y hasta el tanga. La falda se había recogido tanto en la banqueta al sentarme que asomaba buena parte de mis desnudas nalgas.
Ella se aturullaba en algunas de las preguntas o en lo que me contaba sobre la empresa. Parece que estaba consiguiendo ponerla nerviosa y que le gustaba lo que veía. Yo conseguía contestar con cierta coherencia pero poco más. Cosas del deseo.
En un descuido abrió uno de los botones de la blusa dejando asomar parte del encaje blanco del sujetador. Además del precioso canalillo de sus impresionantes mamas.
Con un gesto lánguido activó su comunicador y le indicó a su secretaria que despidiera al resto de los aspirantes. Ya no recibiría a nadie más esa tarde.
A mí me indicó el cómodo sofá de cuero que había en un lateral de la amplia oficina. Al levantarme estiré la falda sobre los muslos, un gesto sensual y acariciador que cubría mi piel pero insinuaba.
Al levantarse ella de detrás del escritorio por fin vi el pantalón del traje que también se ajustaba a su cadera. La tela fina y la amplitud de la carne que cubría marcaba perfectamente sus sensuales formas.
Empezaba a desear ver lo que me ocultaba ese tejido de lino. Ya era solo por morbo a esas alturas aunque prácticamente tenía el trabajo en las manos. Se sentó a mi lado en el sofá muy cerca, felina y sensual.
Supongo que todavía dudaba en aprovecharse de una nueva empleada aunque esta también estuviera deseándolo. Sus gestos aún eran tímidos y todavía no se rozaban nuestros muslos.
Forcé mi suerte y puse una mano en su rodilla a la vez que le sonreía con complicidad. Le echaba un ojo al interior de su escote espiando la blanca piel de sus senos que asomaba del sujetador. Nuestras piernas se acercaron más hasta rozarse y ninguna de las dos hizo nada por apartarlas.
Ella seguía contándome y preguntando pero yo miraba el carmín de sus labios deseando besarlos. Mi mano trepaba despacio y sensual sobre su muslo. No la apartó señal de que le gustaba notarla allí.
Ella pasó el brazo por el respaldo del sofá hasta que noté sus dedos jugando en mi espalda con los bordes de mi camiseta. Un momento por la tela pero enseguida buscando la piel de mis hombros y espalda.
Las cabezas se acercaron despacio y al fin nos besamos suave y sensual. Yo mordisqueé su morrito solo con los labios e insinué la lengua, dándole un lametón a su labio inferior. Un gesto lascivo que ella aún hubiera podido rechazar.
Se levantó a echar el cierre a la puerta meneando su culo que yo no perdía de vista. Me pareció ver el encaje de un tanga marcado en la fina tela del pantalón. Y para mi sorpresa a pesar del calor también parecía llevar un liguero y medias. El conjunto completo se insinuaba bajo el lino. El bamboleo de su pandero era hipnótico.
Al volver de la puerta se había abierto un par más de botones del escote y mi camiseta estaba para entonces por fuera de la falda. Ya no merecía la pena mostrarse tímida y había que darle facilidades.
En vez de volver a sentarse se inclinó sobre mí y esta vez su beso fue mas profundo, su lengua se abrió paso entre mis labios. Separé los labios para recibirla en mi boca. Cruzarla con la mía y buscar su saliva.
A la vez que eso pasaba yo posaba mis manos en sus generosos pechos. Las metí por dentro del sostén apoderándome de los pezones grandes, duros y sacando ambas tetas por el escote de la prenda. Liberándolas de las copas que las apretaban.
Sus manos tampoco estaban quietas y tiraba de mi top hacia arriba con la intención de desnudarme. Lo que desde luego permití. Tras librarme del top y dejar mis firmes tetas al aire yo empecé a bajar sus pantalones.
Conseguí sacárselos del todo sin sacarle ni el liguero ni sus tacones. Deliciosa delante de mí solo con el conjunto y la camisa abierta.
El tanga que llevaba hacía juego con el sujetador y el liguero, no me hubiera esperado otra cosa, pero estaba completamente encharcado. Estaba frente a mí de pie, terminando de quitarse la blusa para mostrarse así solo con con el sensual conjunto de lencería.
Me levanté frente a ella para dejar caer mi falda al suelo quedando sólo con el tanga y las medias, notando sus manos por toda mi piel. Agarré su culo desnudo entre las tiras del tanga y el liguero, con fuerza, para apretarla a mi cuerpo, mis tetas contra las suyas aún con el suje.
Las prendas de las dos se iban amontonado sobre el escritorio. Mi top colgaba del monitor de su ordenador.
Me empujó al sofá y levantó uno de mis pies hasta el respaldo se metió los dedos del otro en la boca, me pareció un gesto muy lascivo. Me encantó sentir su lengua jugando con los dedos de mis pies. mojando el nylon de las medias con su saliva. Empezó a bajarlas enrollándolas.
Quedé bien abierta y expuesta a su hambrienta boca. Se limitó a hacer a un lado el tanga que tapaba los depilados labios y buscar con su lengua mi clítoris. Mis finos labios se abrieron al primer toque de la sin hueso. Una vez desatada no paró de comerme el coñito.
Creía que estaba notando su juguetona lengua por todas partes, clavada bien dentro de mi coño, recorriendo los labios, jugando con el clítoris y si yo arqueaba la espalda incluso en el ano. Podía apreciar su maestría y experiencia comiendo coños.
Ya no pude más con la excitación y el morbo y me corrí en su lengua con un fuerte jadeo. El orgasmo cruzó mi columna a la velocidad de la luz llegando, inundando mi cerebro. Siguió lamiendo y chupando mi vulva absorbiendo cada gota de mis jugos. Le dio un tirón al tanga que quedó entre sus dedos roto.
Me incorporé, deseaba amasar sus prietas y abundantes carnes. Tenía que librarme de toda esa cara lencería que aún la tapaba. Empecé con el suje que saltó entre sus brazos solo con soltar los corchetes con una sola mano. Eso era un prueba de todo lo que tenía que contener aquella pieza de elegante y sensual ingeniería.
Besé, lamí y chupé esas dos impresionantes masas de carne. Sus duros pezones entre mis labios eran como caramelitos. Mientras chupaba de una de sus ubres amasaba la otra.
Ahora me tocaba a mí recostarla a ella en el sofá. El tanga se deslizó por sus muslazos mientras tiraba de la mínima prenda. Le dejé el liguero y las medias creo que esas prendas me daban tanto morbo como parecía que le daban a ella.
Podía contemplarla a placer su cuerpo voluptuoso. Era increíble lo plano que tenía el vientre solo con una ligera curvita donde destacaba el ombligo adornado con un pircing.
A mí también me daban morbo sus pies. Cogí uno y lamí su planta con una larga pasada de la sin hueso. Debió hacerle cosquillas por la risita que se le escapó. Pero no le disgustaba así que continué por los dedos.
Pero yo quería probar su piel directamente. Así que elegí ese momento para quitarle las medias que se fueron enrollando según las bajaba por sus piernas. Las arrojé sobre el escritorio junto al resto de nuestra ropa para que no estorbaran en el sofá.
Por fin pude meterme los dedos de sus pies en la boca sin la tela de las medias estorbando. Chupaba cada dedo y lamía la piel entre ellos metiendo la lengua. Es otro de mis fetiches. Empecé a subir por sus increíblemente finos tobillos. Sin separar la lengua de su piel. Ella gemía y suspiraba.
Las pantorrillas y la cara interna de los muslos tenía una piel magníficamente suave. Mi lengua y mis labios se deslizaban despacio, excitándola todo lo que podía camino del pubis grueso, marcado, lascivo por si solo. Lo llevaba perfectamente depilado y suave como yo.
Cuando llegué allí me recibió con un fuerte jadeo. Como había hecho ella anteriormente recorrí todo con la sin hueso. Pero empecé bajando desde el pircing del ombligo.
Separé los labios con dos dedos. En su caso era necesario. Pero los temblores y suspiros con los que recibía cada uno de mis lengüetazos compensaban cualquier esfuerzo extra por mi parte.
Quería buscar también su ano. me apetecía mucho comerme ese culazo.
- Girate, ponte a cuatro patas.
Con la agilidad que había demostrado hasta entonces un segundo más tarde estaba sobre el sofá ofreciéndome la grupa, las rodillas un poco separadas. Apoyé las dos manos en las nalgas casi con reverencia. Separé aquellas masas de carne descubriendo los tesoros que ocultaban.
Acerqué la cara al culazo y sin mas esperas clavé la lengua en el ano. El gemido que soltó me animó a seguir con la faena. Quería darle mucho placer a mi nueva jefa. Tenerla contenta además de devolver los orgasmos que ella ya me había dado.
Se notaba que era toda una dama cuidada y elegante. Se podría comer en ese culo con lo limpio que estaba. Era justo lo que iba a hacer, comerlo con hambre atrasada. Claro que yo también había llevado el mío bien preparado a la entrevista.
Del ano bajé al xixi, volví a separar sus labios con dos dedos y clavar bien dentro la lengua. Jugué con el clítoris duro como un guijarro de río. Podía pasar la mano entre sus muslos y amasar sus tetas que colgaban como campanas. Enormes campanas que colgaban y se movían al compás de su dueña.
Pellizcaba sus pezones. Quería que se excitara todo lo posible y así me dió dos o tres orgasmos. Una vez que estuvo satisfecha o casi se tumbó llamándome a su lado. Muy juntas en el sofá, teníamos que estarlo por que el mueble no daba más de sí. Nuestros cuerpos estaban completamente pegados.
Volvimos a besarnos mis labios aún tenían el sabor de su xoxito. No le importó y volvimos a cruzar las lenguas fuera y dentro de la boca. Cambiábamos saliva como si nos hubiéramos pasado un mes en el desierto y esa fuera el agua que iba a salvarnos la vida.
Nuestras manos recorrían con suavidad y mimo la piel de la otra en caricias que desearía su fueran interminables. Y yo aún conservaba las medias, tendría que irme a casa sin tanga, con el coño al aire bajo la falda.
- Tendremos que empezar a vestirnos. Pero mañana ven preparada para trabajar. Pero seguro que tendremos algún rato para disfrutar.
Así fue como empecé a trabajar de secretaria y me convertí en la amante de mi nueva jefa.
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miércoles, 10 de agosto de 2022
martes, 2 de agosto de 2022
Tanga en el patio, los chicos
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Estaba tendiendo la ropa recién lavada en el patio cuando una torpeza hizo que uno de mis tangas se me deslice entre los dedos. Me asomé y calculé en que piso había caído. Hacía mucho calor y no tendría ni que haberlo colgado. Podría haberse secado bien en casa en el respaldo de una silla.
Igual tendría que explicarme un poco mejor. Soy un chico y los tangas los uso en algunos espectáculos y despedidas de soltero. Bueno, también como ropa interior los días normales, lo admito. Son prendas para hombre, que sujetan la polla y los huevos.
Me cuido, claro, en mi línea de trabajo hay que tener un cuerpo fibrado, con los músculos marcados y bonitos. Y en cuanto a mi orientación sexual, bueno, me va un poco de todo y en cuanto es posible, mucho de todo.
Me puse unas chanclas, unas bermudas y una camiseta vieja de tirantes y bajé a recuperarlo. Me abrió la puerta un chico de unos diez y ocho años vestido con el pantalón de un pijama de muy fina tela bastante caído sobre su cadera. Casi se veía su pubis y la ingle. Apostaría que aquello que casi se trasparentaba era su polla.
Su cuerpo era espectacular, delgado, fibrado y bastante moreno. Se le marcaba una tableta perfecta y me hubiera encantado lamer esos pectorales. Era guapo de "cohones". Y lo tenía allí delante sonriendo, casi en bolas, y mostrando sus blancos dientes. Parecía recién levantado de la cama con el pelo despeinado.
- Lamento haberte despertado.
- No pasa nada, ya era hora de que me levantara.
- Estaba tendiendo ropa y se me caído algo a tus cuerdas. No sé si lo has visto.
Le expliqué la historia y me invitó a pasar diciéndome que no se había dado cuenta. Fue a buscarlo a la cocina y regresó al salón. Según se alejaba era imposible no fijarse en el hipnótico movimiento de sus duras nalgas bajo esa tela tan fina.
Volvía donde yo le esperaba con el tanga negro aún algo húmedo en la mano.
- ¿Así que te pones esto?. Es una prenda interesante.
Me preguntó.
- Desde luego, tengo varios.
Curioso me estuvo preguntando por los tangas. Mientras yo averiguaba que sus padres habían salido de viaje. Estaba solo y yo quería investigar un poco más sobre la ropa interior que él usaba: Boxers y slips, básicamente.
- ¿No te molesta tener el cordón pasando por el culo?.
- Para nada, te acostumbras enseguida.
- Me parecen curiosos. Yo nunca he tenido ninguno.
- No están mal, ni esto ni los suspensorios. Me gusta llevarlos y son sexis.
- Si que son sexis. Me gustaría más verlo puesto claro.
- ¿Por qué no te lo pruebas tú? y así decides.
Como parecía interesado le propuse que se lo probara. Aceptó sin importarle que yo le viera y que la tela aún estuviera algo mojada. Se bajó el pantalón del pijama bajo el que no llevaba nada y se calzó el tanga.
Tenía tan poca vergüenza como yo. Por supuesto no perdí detalle de todo ello viendo bien su polla depilada en reposo. Así sin estar excitado no era grande pero cuando aquello se llenara de sangre podía ser espectacular.
En aquel momento pensé que sería un compañero de trabajo fantástico. Con su cuerpo y desparpajo las chicas querrían comérselo vivo en cualquier striptease o despedida de soltera. Y ni pensar en lo que le desearían hacer con él algunos tíos.
Cuando lo tuvo puesto se giró para que pudiera ver todos sus ángulos y me preguntó que tal le sentaba.
- ¿Me sienta bien?.
- Como un guante. Supersexi. Mejor que cuando me lo pongo yo.
Sonriéndole no tuve mas remedio que decirle que mejor que a mí.
- Con tu cuerpo tan bonito lo llevas de maravilla.
Que en su precioso cuerpo lucía aún mas. Curioso y juguetón me dijo que si yo tenía puesto otro en ese momento.
- ¿Llevas uno ahora?.
Y así era, uno aún mas pequeño que el que tenía puesto él. Nada mas que un triangulo de tela sujetando mi polla y mis huevos con dos finos cordones. Hacía mucho calor y me puse el más pequeño que tengo.
- Ya me has visto a mí. Deberías corresponder y dejar que yo vea como lo luces.
No tuvo que insistir mucho para que me bajara las bermudas y se lo dejara ver. Lo hice sensual, despacio y moviéndome como si lo hiciera ante un montón de mujeres cachondas y borrachas en una despedida de soltera.
Pudo apreciar como yo iba tan bien depilado como él. Como no mi polla empezaba a ponerse dura y asomar por un lateral de la prenda. Le gustaba lo que estaba viendo. Me pidió que me sacara la camiseta.
- Se te vería mejor sin camiseta. Como lo tengo yo, únicamente el tanga.
Así que lo hice y me deshice de todo menos del tanga. Los dos estábamos en medio del salón mirándonos a los ojos calientes.
- Baila para mí.
Tenía puesta algo de música suave y eso parecía lo natural en ese momento. Se movía bien, tiene un buen sentido del ritmo. Si era capaz de hacerlo delante de más gente el chico seria un gran stripper.
Moviéndose sensual se acercó a mí y siguió con un dedo la goma que rodeaba mi cintura rozando mi piel llegando al culo. Yo hice lo mismo en su delantera acariciando con la yema de los dedos la polla que se estaba empezado a poner dura, muy dura, igual que la mía.
Acercamos nuestros rostros casi sin proponérnoslo, de forma natural, muy despacio hasta que nos besamos. Las lenguas se enredaron intercambiando salivas.
Acaricié su torso con suavidad, deleitándome. Pellizcando sus pezones para excitarlo al máximo. Rozando su vientre y pasando las manos por su definida espalda. Probando todo su cuerpo.
No le quité el tanga sólo lo hice a un lado antes de arrodillarme frente a el y comerle el rabo duro, bien depilado y orgulloso.
- Tienes una polla preciosa.
- Toda tuya, cómetela.
Lamiendo de los huevos al glande me la metí todo lo que pude en la boca. Cuando estuvo bien dura y ensalivada me subí a cuatro patas a su sofá. No teníamos lubricante a mano así que hizo un viaje rápido a por aceite de oliva a la cocina.
Lo esperé ansioso. Ambos lo deseábamos, podíamos dejar más juegos y la sensualidad para más tarde. Después de que me hubiera llenado el culo de lefa. Aunque admito que tenía ganas de lamer hasta el último centímetro de su suave piel.
Él tampoco quería sacarme la prenda. Apartó la goma que recorría mi raja para lamer mi ano y juguetear con sus dedos penetrándome. Dilatando mi culo suavemente sin dejar de besar mi hombro y nuca. No era su primer rodeo, tenía claro lo que estaba haciendo.
- Vamos a mancharlo todo.
- No te preocupes, esta cosa es impermeable y no es la primera vez que me toca limpiarla antes de que lleguen mis padres.
Dejó caer un buen chorro en mi espalda para lubricarme el culo, lo extendió por toda mi piel con las manos en un suave masaje. Luego con los dedos clavándolos aún mas en mi ano para dilatarlo.
Me dio morbo ver como se lo extendía por su polla con la mano. Un gesto que yo había hecho cientos de veces me excita al verlo en otros.
Por fin sujetando el tanga con una mano me clavó su bien aceitada polla. Acercó el glande a mi ano y haciendo fuerza entró en mi cuerpo. Despacio pero firme. Y yo lo admití con un fuerte gemido de placer.
De rodillas en el sofá, apoyado en el respaldo, mi polla rozaba los cojines del mueble. Aunque de vez en cuando él la rodeaba con su mano para pajearme con suavidad.
Como aún tenía aceite en la palma la sensación al pajearme era deliciosa. Se notaba como resbalaban sus dedos por mi nabo.
Soy versátil pero no me han follado muchas veces. Aún así empecé a disfrutar en cuanto me clavó el glande abriéndome el culo. Gemía y suspiraba como una vieja locomotora de vapor.
- Ahora tienes que follarme tú. Ni siquiera te has corrido. La tienes durísima.
Cuando se corrió dentro de mí me tocó el turno a mi.
Fue él quien aceitó mi rabo después de darle una cuantas lamidas por todo el tronco y hasta llegar a los huevos y meterlos en la boca. Su mano recorría mi polla arriba y abajo deslizándose sobre mi piel de los huevos al glande, llegando incluso al ano de nuevo.
Yo engrasé su culito después de lamerlo todo. Clavé la lengua en su ano como si quisiera follarlo con ella. Y chupé sus testículos hasta meterlos en mi boca. Seguíamos sin quitarnos las prendas, manchadas con el aceite tendría que volver a lavarlas.
Después de la lengua fue mi polla a su interior. La recibió con un fuerte gemido. Mientras me movía en su culo aprovechaba para besar su cuello, nuca y hombros. Pegando mi pecho a su espalda. Con tanto aceite entre los dos el roce de nuestras pieles era sensual y delicioso.
Ya no paré hasta correrme en su ano. Acompañaba mi orgasmo y mis gemidos con los suyos. Bajé lamiendo su espalda degustando la mezcla de su sudor con el óleo. Hasta volver a clavar la lengua en su ano y recoger el semen que de allí rezumaba.
La situación parecía mas morbosa así con los tangas puestos.
- Te regalaré la mas pequeña, la que tengo puesta ahora, con una condición.
- ¿Si? ¿Cuál?.
- Tienes que hacer una prueba conmigo. ¿No te gustaría actuar en público?.
- ¿Follando?. ¿Con hombres?.
- No sólo follar. La mayoría de las veces es solo bailar o desnudarte ante un grupo de hombres o mujeres y dejarlo así. Otras si que hay que poner toda la carne en el asador. Ya sabes de que carne hablo. Y se gana una pasta.
Desde entonces cada vez que se compra uno nuevo sube a enseñármelo para ver si podemos usarlo en nuestro espectáculo. Y follar además, por supuesto.
..
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