viernes, 10 de junio de 2022
Concierto, la rueda pinchada
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Otra historia de David en chico de pueblo de la serie: "concierto". Esta vez él y su primo ayudan a una milf con un problema mecánico.
Dos chicos guapos y una rueda pinchada en medio del campo. Una damisela en apuros que pide ayuda a dos caballeros.
Por supuesto no sin antes tener la precaución de colocar un poco mas altas las tetas en el escote con con un par de botones abiertos. Casi se veía la areola de la pezones.
Los vi llegar desde un camino lateral y bajarse de un tractor agrícola. No estaban nada mal, me esperaba un cuarentón gordo y eran dos chicos guapos, jóvenes y delgados.
Los recibí con mi mejor sonrisa mientras paraban detrás de mí coche. Bajaron sin dejar de mirarme. Les devolvía el favor observando sus culos que parecían durísimos mientras bajaban de la enorme máquina.
- Hola chicos, he tenido un pequeño percance.
- Ya lo vemos. Puede que podamos "echarte una mano". Yo soy David y este es mi primo Mario.
- Me encantaría que dos chicos tan guapos me echaran una mano, pero primero habría que cambiar la rueda. Yo soy Sonia. Encantada.
Me miraban las tetas mientras accedían a ayudarme a cambiarla. Para eso las estaba enseñando lo más posible. Eran de un pueblo cercano y pasaban por allí.
- Eso no será un problema. No nos costará mucho.
En realidad pensaba dejar que ellos hicieran todo el trabajo. Pero viéndoles fibrados con sus camisetas de tirantes no pensaba dejarlos sin recompensa. Me estaban poniendo cachonda solo con ver como se movían sacando las herramientas y la rueda de repuesto.
Naturalmente exhibía más mis encantos mientras ellos trabajaban. Descubría mi voluptuoso cuerpo para animarlos en la tarea que una vez realizada no parecía tan difícil. Los veía trabajar, forzando sus músculos haciendo palanca y moviendo la rueda pinchada.
A esas alturas mis tetas rebosaban del sujetador enseñando los pezones. Lo hice con disimulo pero en apenas un par de hábiles movimientos de manos ya me los podían ver.
El pantalón de cintura baja había caído aún mas dejando que ellos vieran la goma del tanga rosa y la mitad de mis poderosas nalgas. Sus ojos iban detrás de mí culo mientras ponían la rueda de repuesto en su sitio.
Cuanto mas me agachaba mas carne quedaba expuesta y ellos no dejaban de mirarla. Aunque sin dejar de trabajar. Procuraba rozarme con ellos, con sus brazos fuertes, mis pechos acariciando sus espaldas y mis muslos sus caderas y culos duros.
En poco rato habían terminado, mi coche volvía a estar en condiciones y podía seguir mi camino. Pero desde luego no sin agradecerles a esos chicos tan amables el favor.
- Muchas gracias chicos. Habéis sido muy amables.
- Tengo algo para que os limpieis.
Mientras se lavaban con una garrafa de agua y algo de jabón que llevaba en el maletero. Sus camisetas quedaron arruinadas entre la grasa y el agua jabonosa. Así que sonriendo les pedí que se deshicieran de ellas admirando sus torsos fuertes morenos y depilados.
- Hace mucho calor, podéis quitaros las camisetas.
-Y tú ¿qué te vas a quitar? guapa.
- Normalmente prefiero que me desnuden a mí.
Con una mano apoyada en el pecho de cada uno de ellos rozando sus pezones y sonriendo morbosa.
- Eso tampoco nos costará mucho. Y será todo un placer.
Por fin se lanzaron sobre mí poniéndome una mano en una teta y la otra en el culo. Como si se hubieran puesto de acuerdo ambos haciendo la misma maniobra. Uno a cada lado.
Y aproximaron sus caras a la mía. Sus labios a los míos, hasta que sin complejos y en medio del campo nuestras leguas juguetonas se unieron en un húmedo beso, las tres.
Excitada y caliente poco me preocupaba ya estar a medio camino entre dos pueblos en una carrera por la que podía pasar más gente.
Ellos colaboraban para desnudarme y en segundos mis tetas estaban al aire. Los pantalones caían por mis muslos descubriendo el minúsculo tanga rosa. Sus dedos lo hicieron a un lado hurgando en mi húmedo y caliente coño.
Mis manos se desplazaron directamente a sus pollas buscándolas por dentro de sus vaqueros y tirando de ellos hacia mí. Sus fuertes manos me depositaron sobre el caliente capot de mi propio coche y separaron mis muslos para lamer mi chirri los dos juntos.
Sus lenguas cruzándose en los labios de mi coño haciendo aún mas morbosa la situación. No creí que ellos se atrevieran a tocarse. Pero lo hacían.
Y logrando que yo me corriera una y otra vez, mi conejito y culo recibiendo sus atenciones. No dejaban de lamer mi piel y pasar la lengua por mis puntos erógenos.
Uno de ellos, el tal David, consiguió situarse a un lado del capot y darme su polla en la boca además de lamer sus depilados huevos. Su compañero trepó sobre mi cuerpo hasta clavarme su polla y ayudarme a comer la otra polla.
Le estábamos dando lengua por el rabo y los huevos dejando que nuestras salivas se mezclaran. Mario estaba entrando en mí, despacio, tierno, haciéndome notar cada centímetro de su duro nabo.
En el maletero también llevaba una manta vieja para ocasiones como esas. Quería las dos pollas dentro.
- Chicos ¿me follariais el coño y el culo a la vez?.
- ¡Me pido el culo!.
Saltó Mario que aún estaba encima de mí. Mientras David extendía la manta en la hierba a un lado del camino nosotros nos bajamos del coche y fuimos tras su culo prieto.
Ellos se adelantaron y antes de hacer nada más se besaron. He de admitir que me quedé de piedra pero más excitada todavía. Los miraba acariciarse las pollas pasmada. Pero no quería quedarme sin participar de la juerga.
Los primos parecían pasarlo bien solos y yo estaba dispuesta a entrar en su juego y ponerme en medio. David se tumbó boca arriba sonriendo y con la polla apuntando al cielo.
- ¿Dispuesta?.
Ni me molesté en contestar, con las piernas a cada lado de su cadera fui bajando despacio la mía hasta empezar a deslizar el glande en mi xoxito. Me incliné hacia adelante para meter mi lengua en su boca y dejar caer saliva dentro. El me dio su lengua cruzándose con la mía.
Mario vino por detrás sabía a por lo que iba. Y lo recibí con las nalgas bien abiertas. Estaba claro que a ellos no les importaba tocarse. Apoyaban las manos en el otro para buscar la partida más cómoda.
Incluso diría que ya lo habían hecho antes y no es una postura fácil. Moverse follando, lo hacían fácil, sensual, lascivo. Se les notaba que lo hacían muy bien por que les gustaba.
Jadeábamos, gemíamos, como si nadie nos pudiera escuchar al lado de esa carretera solitaria.
Cuando quise darme cuenta ya tenía las dos pollas dentro y solo lubricadas con saliva. Se movían sincronizados. Yo ya me había corrido varios veces pero ellos aguantaban bien con las pollas duras.
Pero nada dura para siempre y al fin me llenaron con su semen. Los dos agujeros rezumando lefa. Viendo por donde iban los tiros deduje que me reservaban una sorpresa final.
Así fue. Entre los dos se pusieron a lamer mi pubis y mi ano recogiendo el semen. Y todo eso junto a mis jugos yo quería saborearlo. Volvimos a juntar las lenguas. Un beso a tres, uno más de los que compartimos esa mañana calurosa.
Yo tenía que continuar mi camino y ellos su tarea dura la que fuera. Así que cambiamos los números para comunicarnos por WhatsApp. Nos vestimos y seguimos nuestro camino.
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