martes, 24 de mayo de 2022
sábado, 14 de mayo de 2022
Mirando a mi vecino travesti 2
Esta continuación del relato "mirando a mi vecino travesti" se centra ya en la relación entre las protagonistas. El anterior está publicado en la sección voyeur.
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Ya llevo tiempo espiando a mi joven vecino que en cuanto se queda solo se convierte en una adorable jovencita. Empecé a masturbarme contemplándola. Viendo como se movía por su habitación.
Desde ese día, el de mi primer dedo viéndola, aprovechaba cada momento libre para espiarla. De vez en cuando descubría nuevas y sensuales prendas sobre su hermoso cuerpo.
Arreglada para ella misma en cuanto sus padres salían por la puerta. Me encantaba verla, como se lucía y movía por su cuarto sensual, felina, sinuosa y sobre todo muy femenina.
Más de una vez sospeché que ella me había descubierto mirándola y se hacía la despistada. Pero como yo también me exhibía para ella no le di mucha importancia.
Así era. Yo también dedicaba ratos, los que sabía seguro que ella estaba en su habitación, para pasear con mi mejor lencería o mis vestidos más pequeños y sensuales por delante de esa ventana.
A veces incluso completamente desnuda. Otras veces colocando cosas que siempre habían estado ordenadas. Quería que ella se fijara en mí. Aunque no pudiera ser su amante puede que sí una amiga o mentora.
Nos saludábamos simpáticas cuando nos cruzábamos en el ascensor y yo me fijaba más en ella. Dejaba que mirara mi ropa que parecía que le gustaba.
-¿Te gusta como visto?
Me decidí a preguntarle un día.
- Me encanta. Tienes muy buen gusto y eres muy sexi.
He de admitir que me encantó ese piropo. Puede que incluso fuera un indicio de que también le gustaban las chicas.
- Pues cuando quieras te pasas a tomar un café y hablamos de ropa. Aunque creo que tu también tienes muy buen gusto.
Ahí si que me lancé en plancha. No tenía ni idea de cómo se tomaría ese avance más directo. Ruborizándose en un primer momento. Pero no hubo signos de rechazo. Así que ella sí me había visto cuando la admiraba.
Conseguí que aceptara mi invitación, puede que fuera un poco insistente, pero no se lo tomó a mal. La mañana siguiente en cuanto sus padres salieron a trabajar llamó a mi puerta. Las dos estábamos de vacaciones así que podíamos aprovechar.
Se presentó en mi piso con una de sus camisetas más amplias, igual que su pantalón y sus deportivas. Todo negro. Me moría por saber lo que tenía puesto debajo. En cambio yo solo llevaba un tanga y una camiseta recortada justo por debajo de las tetas. Si levantaba un poco los brazos se me veía casi hasta el pezón.
- Pasa cielo y cierra la puerta. ¿Te apetece un café?.
- Claro.
- Puedes ponerte más cómoda, estarás pasando mucho calor tan de negro. Ya nos hemos visto con menos ropa.
Aún me costó un poco más animarla a que se quitara algo pero al final lo conseguí. Al fin y al cabo me tenía a mí delante medio desnuda.
Sus anchos pantalones cayeron al suelo, debajo llevaba un precioso tanguita de encaje. Como mil veces antes vi que su polla estaba escondida entre sus torneados muslos.
Dejó caer la camiseta larga y amplia que le quedó como un amplio vestido tapando el tanguita y el culito un momento después. Llevaba la melena sujeta en una cola de caballo.
- Suéltate el cabello. Estas preciosa. Vamos a tomar el café.
- Gracias eres muy amable. También tu eres fantástica y muy sexi. Me parece que tienes lencería y ropa muy sensual.
Sentadas en mi sofá nuestras rodillas desnudas se tocaban. No rechazaba el contacto, eso me daba esperanza de que aceptara algo más. Espiando entre sus muslos podía ver de nuevo el tanguita y el bulto sospechoso.
- Si quieres te puedes probar de mi vestidor lo que te guste. Tenemos una talla parecida de cadera y cintura aunque tú seas algo más alta. Y para el pecho tengo algunos rellenos que te valdrían.
- Me encantaría. Y que me ayudaras.
- Desde luego, pero ya te he visto maquillada. Necesitas poca ayuda, se te da muy bien.
Charlábamos como buenas amigas. Era fácil hablar con ella, joven pero centrada. Aunque sus padres no lo entendieran o ella no se lo hubiera dicho.
Tras el café nos fuimos a mi vestidor. Acariciaba mis prendas, mi lencería, con una sonrisa lasciva. Miraba mis vestidos y faldas, los shorts y tops sabiendo que con ellos puestos estaría preciosa.
Me acerqué a ella por detrás soltando la melena de la goma en la que la llevaba recogida y poniéndola sobre un hombro. Luego empecé a subir su camiseta, despacio, descubriendo poco a poco su delgado y precioso cuerpo ante mí espejo.
La miraba por encima de su hombro según volvía a ver el tanga. Ahora el vientre plano con un pírcing en el ombligo.
- Eso es una sorpresa. Tu padre no te lo habrá visto ¿no?. Desde mi ventana no te lo habia visto.
- Tengo hecho el agujero, pero me lo pongo muy poco. Hoy es un día muy especial con una nueva amiga.
- Pues me encanta. Te queda genial. Me tienes que acompañar a hacerme uno.
- ¿Llevas suje?
- No, claro y ¿tu?
- Todavía no, pensaba que me dejarías uno.
- Todos los que quieras. Cariño.
Terminé de subir la camiseta y hacerle levantar los brazos por encima de su cabeza. Sacarla del todo. Aproveché para pegarme a su cuerpo. Mis tetas aún cubiertas por el resto de camiseta tocando su torneada espalda. Notando en mi cadera sus duras nalgas.
Besé suave su hombro y eso pareció agradarle. No se apartó de mí. De hecho cogió mis manos y rodeando su torso las puso sobre sus pezones.
Deseaba seguir por ese camino pero también quería verla como la mujer que era, que es. Teníamos toda la mañana. Así que la empujé suave hacia mis cajones.
- Elige el conjunto que más te guste.
Se fijó en un body de encaje, pequeñito, con la espalda desnuda, terminado en tanga y por delante con un escote en v que llegaba casi hasta el pubis. Ella ya tenía una prenda similar, yo la había visto, aunque parece que le gustaban de ese tipo. Tiré del tanga para quitárselo y su polla que empezaba a ponerse dura salió hacia adelante.
- No hace falta que la escondas conmigo. Me gustas tal y como eres, cielo.
No se preocupó más por su aparato, solo en acomodarlo en las prendas que se fue probando. Nunca me cansaba de verla vestirse y cambiarse de ropa. Así que la dejé a su aire para que estuviera tranquila.
El delicado body fue subiendo por sus preciosas piernas. Separó las nalgas para acomodar la tira de tela en su culito. Volvió a poner su polla entre los muslos con un esfuerzo considerable pues aquello estaba empezando a tomar consistencia. No sé si por la sensual lencería o por mi cuerpo que casi al descubierto tenía a su lado.
Colocó la poca tela que tenía la prenda en torno a su torso y terminó de subir los tirantes en sus torneados hombros. Ni le hacían falta los rellenos para que le quedara espectacular.
Posó ante mi espejo. Me propuso:
- ¿Quieres hacerme unas fotos?.
Me alcanzó su móvil y yo dediqué que un rato a inmortalizar sus bellas posees en el aparato.
- ¿Quieres probar otra cosa?
- He visto un liguero por ahí. ¿Me lo dejas?
- Pues claro nena.
Busqué las medias que iban a juego y el conjunto de tanga y sujetador. Además de unos rellenos de silicona para su pecho plano.
Tenía muchas ganas de ponerle las manos encima y ya no me contuve. Aunque empecé suave ayudándola con las prendas.
Enrolle las medias y ella sentada en lo cama me tendió uno de sus delicados pies. Ante mi rostro tenía una polla preciosa que muy dura apuntaba al techo. Ninguna de las dos la había tocado apenas.
Apoyando el pie en mi rodilla lo introdujo en la media. Fui desenrrollando el nylon por la pantorrilla finamente torneada y luego por su muslo acariciando con suavidad su piel.
Ya no me privé de rozar sus depilados huevos con ternura. Parece que le gustó, su polla dio un salto y pareció ponerse más dura. Pero aún no la toqué. Sujeté las cintas del liguero a las ligas de las medias. En realidad era una prenda completamente innecesaria, esas medias se sujetan solas.
Hice lo mismo con el tanga. Fui yo quien lo subió por sus largas piernas. Ahí si que pude agarrar su dureza y acomodarlo en el escaso encaje. Incluso separé las pétreas nalgas para acomodar la cinta. En su ano rosadito vi el plug que llevaba encajado.
Con el sujetador fui menos delicada, pellizqué sus pezones para ponerlos bien duros antes de abrochar la prenda. Después encajar los rellenos de silicona en las copas.
Para entonces yo ardía, necesitaba caricias. ansiaba que me tocara. Es una chica lista y lo notó. Bueno, tampoco es que se lo pusiera muy difícil, suspiraba y gemía como una vieja locomotora de vapor.
Me quedé tras ella apoyando mis tetas en su espalda. Echó la mano hacia atrás acariciando mi muslo y subiendo hasta mi descubierta nalga. Su caricia fue tierna, como las mías.
Incluso tiró de mi cuerpo para que me pegara más a ella. Besé su fino cuello y subí lamiendo su piel hasta mordisquear su orejita. Mientras se giraba hacia mí aproveché para sacarme la pequeña camiseta. Estaba deseando probar el pírcing de su lengua.
Sus labios entreabiertos me atraían como un imán. Por fin juntamos las bocas en un beso lascivo. Cruzamos las lenguas como si no hubiera un mañana. La saliva resbalaba hasta mis tetas desnudas y mi sujetador, el que ella tenía puesto.
Notaba su polla dura saliendo de mi tanga apretada contra mi vientre. El glande me llegaba al ombligo. Mis manos agarraron sus nalgas apretando con fuerza su prieta carne. Deslicé un dedo por su ano y noté el plug que llevaba puesto. La nena cachonda ya venía preparada.
Ahora fue ella la que empezó a bajar por mi cuerpo. Lamiendo mi cuello, besando mis hombros y amorrándose a mis pechos como un bebé.
- Dejemos lo de la ropa por un rato. Vamos a la cama.
La llevé de la mano. Ya junto al lecho bajé su tanga y ella el mío. No quería quitarle nada más. Estaba preciosa con el liguero, las medias y el sujetador. Su rabo apuntando al frente.
Deslizó su mano entre mis mis muslos para acariciar mi chorreante vulva. Los dedos se le humedecieron de inmediato. Con una sonrisa lasciva en sus bonitos labios los llevó a su boca para saborear mis jugos.
- Los quiero probar de la fuente. ¿Me los das?.
- Toda tuya.
Me tiré al colchón de espaldas, abriendo las piernas todo lo que pude. Se arrodilló en la alfombra entre ellas llevando la lengua a mis labios. Clavándola en mi interior y chupando el clítoris.
De lo excitada que estaba mi orgasmo apenas tardó unos segundos en desatarse y ella no separó la cara de mi pubis.
- Vamos. ¡Fóllame!.
- No pensaba irme de aquí sin hacerlo.
Dijo con su bonita sonrisa. Se incorporó. Estaba tan abierta y húmeda que no hizo falta guiarlo su pene en mi interior. Se deslizó en mi coño como un cuchillo caliente en mantequilla.
- Córrete dentro. Tomo precauciones.
Entraba y salía de mí con firmeza pero suave. No muy deprisa, exactamente como me gusta. Podía ver su cara de vicio y ella la mía. Aguantó un buen rato bombeando y yo corriéndome. Una vez y otra de lo excitada que estaba.
Sus manos me acariciaban allí donde alcanzaban. Hasta pellizcar con suavidad los pezones. Estábamos entregadas del todo. Levanté las piernas hasta apoyarlas en su pecho. Mis pies en sus hombros y noté en ellos su lengua juguetona. Es tan viciosa como yo.
- Pásame el plug. Quiero probarlo.
Se lo sacó del ano sin dejar de penetrarme. Yo me giré para ponerme a cuatro patas. Aún estoy lo bastante ágil y flexible como para hacerlo sin que ella sacara la polla.
Como dejé mi grupa a su alcance, ella mojó dos dedos en su saliva para dilatarme. Jugó un rato con mi ano antes de deslizar su juguete dentro de mí.
Me estaba llenando por los dos agujeros. Era la primera vez que sentía una doble penetración y aquello me estaba haciendo ver las estrellas. Me encantaba como me follaba esa nena.
Su morbo, su vicio, sus ganas de disfrutar me estaban llevando al paraíso. Al fin se corrió dentro de mí. Y no paró, se inclinó y empezó a lamer mi culo. Siguió por la vulva recogiendo en la lengua el semen que rezumaba.
De ahí a besarme para compartir en nuestras lenguas nuestros sabores.
- Mejor nos duchamos antes de seguir con la ropa.
- Tampoco importa mucho ya la lavaré.
En mi ducha renovamos nuestros juegos y caricias juntas bajo el chorro de agua. Nos enjabonamos la una a la otra. recorriendo nuestras suaves pieles con las manos.
Le comí los pies, el culito, la polla volvió a ponerse dura en mi boca y ya no paré hasta que se corrió en mi lengua y volvimos a compartir su lefa en un lascivo beso.
Al salir de debajo del nos secamos la una a la otra entre caricias, besos y risas.
- Ahora quiero no solo la lencería. Quiero que me vistas entera. Quiero probarme algunos de tus vestidos y minifaldas.
Le dí el capricho, eso y todo lo que me pidió. Menos mal que tenemos una tallas muy parecidas. O me hubiera dado de si la ropa. Es algo más alta con lo que mis faldas le quedaban aún más cortas que a mi. Gracias a su culito respingón la tela se ajustaba sensual a su cadera.
En el pecho los rellenos de silicona conseguían dar una bonita forma a los escotes. Bien maquillada su carita parecía aún más femenina. El cuello fino y elegante se veía genial con algunos de mis collares y gargantillas. La muñecas adornadas con mis pulseras.
De mis zapatos solo las sandalias más abiertas le quedaban bien. Pero algo de tacón le estilizaba aún más sus bonitas piernas.
Estaba claro que tenía entre manos una bella mujer. En algún momento tendría que sincerarse con su familia. Pero mientras tanto yo era la persona con quien ella tenía más confianza.
Atesoro la fotos que le hice, que nos hicimos, no solo ese día, sino todas las veces después. A cual más erotica y muchas completamente pornográficas.
No solo nos lo pasábamos bien juntas, más de una noche salimos a divertirnos y a ligar. Pero cuando nos levantamos a un chico las dos juntas y follamos con él toda la noche en mi cama lo dejaré para una tercera parte.
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jueves, 12 de mayo de 2022
Mirando a mi vecino travesti 1
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Saliendo de casa me encontré con el hijo de los nuevos vecinos. Se habían mudado la semana anterior. No está nada mal, moreno, delgado, muy guapo y parecía simpático.
Aunque su aspecto de emo vestido muy de oscuro con una camiseta muy amplia y unos vaqueros anchos que en nada le favorecían. Tenía una melena lisa y negra, atada en una cola de caballo.
Llevaba un look casi andrógino. Incluso se maquillaba los labios con un carmín muy oscuro, igual que el khol de los ojos, puede que negro o azul muy oscuro.
También perforaba su bonita piel con algún pírcing más de los que normalmente me gustan. El de la lengua se lo podía perdonar. No estoy muy puesta en tribus urbanas pero supongo que se trata de algo de eso.
Aunque ese día yo llevaba un generoso escote no pareció fijarse en mis tetas. Parecía que miraba más mi ropa: los vaqueros pitillo muy ajustados, la blusa escotada y muy femenina con la blonda del sujetador asomando por el escote, los altos zapatos de tacón. Lo descarté como una impresión errada y me dirigí a mis asuntos en esa calurosa mañana.
Al regresar a casa solo tenia ganas de deshacerme de esa ropa y tomar algo frio. Por el rabillo del ojo distinguí movimiento en la ventana, mientras me desnudaba. Por un capricho del arquitecto mi dormitorio quedaba enfrente del suyo, las ventanas enfrentadas.
El largo cabello moreno y liso del joven vecino caía ahora suelto sobre sus níveos hombros y lo único que vestía era un body de encaje y unas medias. Incluso se había maquillado. Me quedé tan anonadada que solo pude ocultarme tras las cortinas de mi dormitorio y seguir mirando.
A su cuerpo delgado no le quedaba nada mal la lencería femenina. Quizá un poco de relleno en el pecho le viniera bien, aunque yo tenia amigas tan planas como ella, pero el tanga de la prenda desaparecía entre las carnosas nalgas de su culito respingón.
Parecía hipnotizada ¿observándolo? ¿observándola?, yo estaba muy confusa. Como se movía por la habitación colocando ropa y objetos. A mí sólo me quedaba puesto el sensual tanga de encaje rojo y la blusa abierta solo con un botón abrochado.
Excitada por lo que estaba viendo una de mis manos fue automáticamente a los húmedos labios de la vulva por debajo del tanga. La otra pellizcaba mis pezones alternativamente.
Olía mi propia excitación y de vez en cuando me llevaba los dos dedos que usaba para acariciarme el clítoris y los labios de la vulva a la boca para probar mis jugos.
Aprovechando que no parecía fijarse en mi ventana dejé resbalar mi blusa por los brazos hasta deshacerme de ella. El tanga fue bajando detrás enrollado por mis piernas.
No podía distinguir su polla. La tenía oculta entre los muslos y sujeta de alguna forma por el body, lo que hacía su figura un poco más femenina. No parecía excitado pero sus movimientos eran sensuales felinos, el meneo de su culito mientras caminaba era completamente femenino e hipnótico.
Hubiera jurado que llevaba tacones aunque por la posición del alféizar bajo la ventana no podía verlos. Pero sus muslos ahusados y elegantes adornados con el encaje de las ligas de las medias me daban esa pista. Y su caminar moviendo la cadera.
Si juzgaba por el resto de la ropa probablemente eran unas sensuales sandalias de alto tacón. Viendo sus gestos, su piel expuesta, blanca como el nácar. Parecía que no tomaba mucho el sol. Mi excitación subía acercándome al orgasmo y ¿él? ¿ella? estaba completamente al margen de mi placer.
¿Lo? ¿La? imaginaba frente a mí, juntas al lado de mi lecho, deslizando mi mano suavemente por su barbilla suave, rozando con el pulgar sus finos labios. Bajando la caricia por el cuello fino, por los hombros níveos hasta los tirantes del body.
Susurrándole al oído lo bien que le sentaba la prenda y si quería probarse algo de mi lencería mas sensual. Era una fantasía por supuesto, por cómo la estaba viendo suponía que le gustarían los chicos.
La figura andrógina excitaba mi imaginación con caricias que solo existían en mi mente y mis dedos acariciando los rincones mas íntimos de mi cuerpo pasando de mi clítoris al interior de la vagina hasta llegar al orgasmo.
Amasando mis tetas y pensando en lo que me gustaría que fueran sus manos las que lo hicieran. En ese momento deseaba que su lengua recorriera toda mi piel, sentirla dentro de mi boca. Y si ella lo quisiera que fueran mis dedos los que follaran ese culo marmoreo que el tanga de encaje me dejaba ver.
Fue uno de los orgasmos más intensos que he tenido nunca masturbándome. El bello espectáculo que el jovencito me estaba brindando junto a mi propia imaginación hicieron que se me doblaran las rodillas hasta quedar sentada en el suelo sobre mis propios jugos que habían resbalado de mi vulva por la cara interna de mis muslos.
Recogí todo ese desastre y me metí en la ducha. Pero no podía dejar de darle vueltas a lo que había visto de mi vecinita. En la ducha volví a excitarme y retomar mis caricias. Sobre mi piel húmeda y enjabonada con el gel mis manos se deslizaban suaves erizando todos mis puntos erógenos.
Al final sólo con acariciar el clítoris sensible y durísimo e imaginar la polla de esa nena que no había conseguido ver volví a derramarme.
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domingo, 8 de mayo de 2022
Mis chicos del almacén
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Trabajo en un pequeño almacén de mercancías y logística. Llevó los papeles y la oficina. La empresa es de mi hermano, algo familiar.
Para sustituir a los operarios habituales en las vacaciones de verano el "jefe" contrató a dos mozos de almacén. Yo no llegué a verlos los primeros días, bastante trabajo tenía con lo mío. Me los habían descrito como dos chicos jóvenes pero buenos trabajadores.
Una calurosa tarde de un viernes de julio mi hermano se marchó algo más pronto de lo habitual. Se asomó a mi despacho para decirme que los dos chicos aun estaban en el almacén. Me quedaba sola con ellos. Que les diera una voz antes de marcharme y conectar la alarma. No los fuera a dejar encerrados.
Al rato toda sudada y con el trabajo bien archivado me fui hacia la nave para avisarles de que fueran terminando. Tendría que buscarles entre las filas de palets y estanterías con mercancía. No se oía el ruido de la carrerilla motorizada así que deduje que también estarían terminando la faena.
Lo que no me esperaba es que ya hubieran finalizado hace rato y se estuvieran dedicando a menesteres mas placenteros. Con mis playeras no hacia mucho ruido al caminar por el pasillo cuando empecé a escuchar lo que me parecieron gemidos lastimeros en un primer momento, que equivocada estaba.
No me atreví a levantar la voz para orientarme y llegar al sitio de donde parecían provenir los ruidos. Y menos mal que lo hice así. Ya me parecía estar muy cerca cuando me asomé entre una cajas apiladas y los vi.
Yo les echaría unos diez y ocho o diez y nueve años. Ambos sin camiseta luciendo unos torsos fibrosos, bronceados, sin vello francamente bonitos. Pero lo que mas me impactó fue lo que estaban haciendo.
Estaban de lado respecto a mi posición así que la escena era perfecta para mí. Uno de ellos rubito con barba de dos o tres días estaba arrodillado a los pies del otro, un morenazo, que tenia sus vaqueros bajados a medio muslo.
Desde mi privilegiado puesto de observación podía ver como acariciaba con una mano los testículos y con la otra el pene de su compañero. Con suavidad, ternura y mirándose a los ojos con cara de vicio.
Me quedé estupefacta, era lo mas morboso que había visto en mi vida, en vivo y en directo. Paralizada por la sorpresa no pude avanzar mas y procuré no hacer ningún ruido que pudiera delatarme.
Tampoco podía pensar con claridad, así que me tomé un momento para recuperar el resuello y el hilo de mis pensamientos mientras no apartaba le vista de tan hermoso espectáculo.
No tardó mucho en empezar a deslizar la lengua por tan rígido aparato. Como estaban de perfil respecto a mi posición podía contemplar perfectamente las maniobras bucales del rubio.
En cuanto notó la lengua de su amigo acariciando el amoratado glande al moreno le debieron fallar las piernas y apoyó lo que a esa distancia parecían un durísimo par de nalgas en un montón de sacos que tenia a su espalda.
Siempre me había considerado heterosexual así
que ver dos cuerpos masculinos tan perfectos me estaba poniendo a mil. Pero nunca hasta ese momento habría pensado que verlos follar juntos me excitaría tanto.
Saqué el móvil del bolsillo de atrás del minishort y enseguida me puse a grabar tan excitante escena. Era solo para disfrute personal, conservar un recuerdo.
Pero para sostener el teléfono no necesitaba las dos manos. Estaba tan caliente que no me iba a conformar con solo mirar. El dedo que me iba a hacer sería glorioso.
Apoyé el móvil entre unos envases a mi lado en la estantería apuntando hacia ellos. El video me daría para un montón de buenos ratos. Por fin podía acariciarme. Me tenía que deshacer del sujetador, me estaba apretando tanto las tetas endurecidas y excitadas.
Solté el broche y me lo quité por la sisa de la camiseta. Lo dejé a un lado en el palet más cercano. Esperaba no olvidarlo cuando terminara la función. Empecé a acariciarme una de mis tetas ya descubierta pellizcando el pezón sin perderlos de vista.
Me tenía que morder los labios para que no se me escaparan gemidos y se asustaran. Delante de mí el rubito se había levantado y le daba un beso a su amante, lascivo como no había visto ninguno antes. Cruzaban las lenguas y su saliva chorreaba sobre sus bien formados torsos.
No dejaban de tocarse y acariciarse por todas partes. Uno se inclinaba y lamía una de las axilas del otro. Se mordisqueaban las tetillas y los pezones. bajaban por sus vientres hasta clavar la lengua en el ombligo del otro.
Si seguían gastando tanta saliva no iban a necesitar una ducha. No parecía molestarles el sudor que sus cuerpos debían tener a esas horas.
Ni me di cuenta de forma consciente de cuando abrí el botón de mi short y bajé la cremallera. Pero un momento después ya tenía la mano sobre mi sencillo tanguita de algodón. Estaba empapado, sin bajarme el pantaloncito, lo hice a un lado para tocarme los labios de la vulva.
No podía contenerme, verlos terminar de desnudarse el uno al otro, arrojar sus boxers a un lado y frotar sus pollas una contra otra terminó de ponerme a mil. El rubio las tenía cogidas con una sola mano y mientras se daban lengua las frotaban, glande con glande, los troncos juntos y los huevos, rozando los escrotos.
El moreno giró a su amigo para que le diera la espalda y se pegó a su cuerpo. La polla durísima se encajó de inmediato entre sus nalgas, pero sin llegar a penetrarlo. Besaba y lamía el cuello y la nuca. El pecho frotándose con la espalda.
Las manos lo abrazaron por delante acariciando el pecho, las tetillas y el vientre de su amigo. Hasta agarrar el nabo, le pajeaba despacio sin prisa, solo dando placer. Se iba inclinando lamiendo la piel de la espalda acercándose al culo. Separó las nalgas con las manos y metió la cara entre ellas, sacando la lengua para clavarla en el ano.
Al ver esto me descontrolé del todo. Cuando toqué el clítoris con la yema del dedo índice no pude aguantar más. Llegó mi primer orgasmo de forma incontenible. Se me escapó un suspiro y en ese momento ellos estaban en un silencio relativo, libre de gemidos de placer, así que me oyeron.
Al principio se asustaron y se pusieron a buscar sus ropas con desesperación. Me dio lástima que se separaran así y el sobresalto que se llevaron por mi culpa.
No les di tiempo ni a ponerse los calzoncillos. Salí de mi escondite con mis ropas revueltas y desde luego enseñando más piel de lo que normalmente exhibo.
- Perdonadme. No quería interrumpir. Solo que ya no queda nadie y no quería dejaros encerrados.
Ellos me miraban ojipláticos. El top descolocado mostraba buena parte de mis tetas. y llevaba el short abierto luciendo el reducido tanga. Claro que ellos desnudos del todo no podían criticar nada de mi atuendo.
"A la mierda" pensé, habría que comprobar si eran gays o si también tenían gusto por las chicas. Ellos ya sabían quién era yo.
- Perdone jefa, pero con este calor y con el trabajo terminado. Bueno. Nos hemos puesto cachondos.
- No hay nada que perdonar. Es normal en chicos jóvenes. Siempre estáis calientes.
Mientras hablábamos me iba acercando despacio. En parte para no asustarlos y en parte para verlos mejor y ver si yo también podía tocar.
- La puerta está cerrada, estamos solos. Si queréis seguir un rato más no habría problema.
- Jefa, no sé.
Dudaban.
- Si queréis me marchó, pero me estaba gustando mucho lo que estaba viendo. Sois muy guapos.
Puse una mano en el antebrazo del moreno en un gesto de confianza y ternura. Sonreí y ellos me correspondieron. El trato estaba hecho.
Se habían separado desde el susto pero en ese momento el rubio volvió a acercarse a nosotros. Acarició con una mano el rabo de su compañero que había perdido cierta dureza con el susto.
Aquello volvió a tomar consistencia de inmediato y a apuntar al techo. La otra mano la puso en mi cintura con cierta precaución. Sin saber si yo solo quería ver el espectáculo o participar con ellos en el show.
Entonces me decidí a actuar yo y acaricié el suave pecho del rubito. Ambos acercaron sus agraciados rostros al mío. Besos labios de juntaron en un beso s tres que se fue haciendo más lascivo. sacamos las sin hueso y entramos a jugar con la de los demás.
Mis ropas ya descolocadas rozaron a desaparecer y caer junto a las suyas. Cuando me sacaron el top sus bocas se pegaron a mis pezones como con cianocrilato. Mis brazos levantados les dieron acceso a mis axilas que lamieron con glotonería.
Parece que yo también me iba a ahorrar la ducha. Su saliva ardía sobre mi piel. Mientras sus manos dejaban caer mi short y tiraban del tanga que terminó roto entre sus fuertes dedos.
Cada una de mis nalgas amasada por una mano. Claro que que yo tampoco quería quedarme atrás y cerré el abrazo apretando sus cuerpos fibrados contra el mío. Al principio tiraba de sus cinturas pero pronto bajé las manos a sus durísimos culos.
Como en un descuido deslicé los índices por las rajas de ambos buscando el ano. Como suponía los de ambos estaban más dilatados de lo que sería normal.
Como suelo usar el teclado llevó las uñas bien recortadas y ligadas. Así que no fue difícil y los dedos entraron hasta la primera falange en el interior de sus cuerpos sin ningún esfuerzo.
- Jefa, de cerca esta usted mucho más buena que a través de las cristaleras de su despacho.
- Creo que ya podéis hablarme de tú, chicos. Os estoy follando los culitos.
Gemíamos los tres con las caricias que nos dábamos. Tuvieron que separarse de mí lo justo como para seguir lamiendo mi piel. Parece que eso les gustaba y a mi me encantaba.
Me empujaban con suavidad hasta tumbarme en los mismos sacos sobre los que ellos estaban jugando un rato antes. El moreno detrás de mí empezó besando mi frente, nariz y volviendo a mis labios. Yo le correspondía.
El rubio en cambio se colocó entre mis muslos y tras pasar la lengua por la suave piel de la cara interna se dirigió a mi coñito. Y pronto noté su lengua entre los labios.
Estaba tan cachonda que me corrí enseguida y él no paró de comerme. Se me escapó un grito que ahogaron los besos del otro chico. Seguía bajando por mi cuerpo. Hasta mis pechos mordisqueando mis pezones. Yo tenía los suyos justo sobre mi cara y aproveché para lamerlos.
Ellos me lamían y yo hacia lo mismo con la piel que tenía cerca de la boca. El moreno aún seguía por mi cuerpo hacia mi vientre y darle un beso lascivo a su amigo con mi sabor en sus labios.
Para entonces lo que yo tenía encima de la cara era su bonita y depilada polla. Chupé su huevos como caramelos. Deslicé la lengua por todo el tronco hasta meterme el glande en la boca.
Por mis bajos entre tanto el rubio se había decidido a incorporarse y arrimar la polla. Se la metió a su compañero en la boca para darle saliva y a continuación fue a mi coñito.
Despacio pero firme fue entrando en mi cuerpo mientras la lengua del chico al que le estaba comiendo el nabo acariciaba mi clítoris.
Mientras tragaba polla jugaba con su culo y lo follaba con los dedos. Viendo lo excitados que estábamos los tres no tenía que tardar mucho en correrse. Yo ya llevaba varios orgasmos a cuestas.
Con un fuerte gemido empezó a derramar semen en mi lengua donde procuré guardar la mayor cantidad posible. Sabía que ellos querían compartirlo. Así fue, el chico se incorporó y volvió a buscar mi boca.
Al rubio tampoco le quedaba mucho para correrse. Mientras su amigo y yo nos dábamos lengua empezó a lanzar lefa sobre nuestros rostros.
Volvimos a juntar caras y lenguas para lamernos y limpiar todo ese semen que teníamos encima. Menos mal que no me había puesto maquillaje, ellos solo pasaban las lenguas sobre mi piel.
No nos habíamos quedado satisfechos del todo.
- Chicos, ¿por qué no cerramos aquí y nos vamos a mi apartamento? Podemos cenar y seguir jugando los tres juntos.
Además pensaba que durante el trayecto sus rasgos recuperarían el vigor para seguir follando.
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