domingo, 20 de marzo de 2022
Coronas y la nudista
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- Buenos días, me llamo Coronas. ¿Podría dedicarme diez minutos?.
Estaba desnuda del todo, en casa. Para abrir la puerta simplemente me pongo un kimono. Allí estaba ella en mi puerta. La dejé pasar e invité a sentarse. No nos conocíamos. En mi sofá explicándome no sé que tontería, al fin y al cabo era comercial y eso era su trabajo.
La bata ligera de raso que me cubría estaba atada a la cintura con un cordón. Era lo único que tenia puesto, debajo iba desnuda del todo sin siquiera un mínimo tanga. Y poco a poco comenzó a abrirse enseñando más de mi pecho. Más arriba por mis piernas desnudando lentamente mis muslos casi hasta el pubis perfectamente depilado.
Normalmente no soy tan descuidada y me cubro más. Pero hacia tanto calor y yo estaba tan excitada. Ella me parecía tan bonita y deseable. Me apetecía sudar con ella en mi cama.
Le sonreía intentando parecer atenta a las tonterías que me contaba. En realidad me limitaba a contemplar su cuerpo sexi y voluptuoso encerrado apenas en un traje ligero y veraniego pero elegante.
Francamente bonita con su melena rubia y lisa larguísima. Los ojos azules casi gélidos, la nariz respingona, los labios gruesos y sensuales, la piel clara como de valquiria nórdica. El cuello blanco marmóreo y delicado saliendo de sus níveos hombros pecosos que el top con un fino tirante por detrás del cuello, descubría.
Éramos de una constitución muy parecida, voluptuosa. Mi ropa y lencería le valdrían, usa las mismas tallas que yo. Pero yo estaba pensando justo en todo lo contrario, en despojarla de todo lo que llevaba puesto.
Su americana ya estaba olvidada sobre una silla. Ese top fino de raso marcaba sus pechos. Tan grandes como los míos y de forma muy parecida.
Al descuido descrucé las piernas y sonreí para mi misma cuando ella no pudo mas que seguir con su mirada el camino abierto entre mis muslos. Hasta el pubis rasurado. Pasé la otra pierna por encima, inclinándome un poco mas hacia adelante, el escote del kimono se abrió. Ni Sharon Stone en "Instinto básico" lo había hecho mejor.
En mi posición, ahora le enseñaba una de mis tetas grandes llenas, un poco colgantes y su enorme pezón rosado y excitado. Duro casi hasta el punto de dolerme de tan excitada que estaba. Además la tela había resbalado y descubría buena parte del muslo hasta mi nalga apoyada en el brazo de un sillón.
Me estaba exhibiendo para ella y parecía disfrutar del espectáculo. Sus pezones empezaron a clavarse en la fina tela de raso de su camiseta. Sus pechos eran tan generosos como los míos o quizá más aunque apretados en su escote sólo veía de ellos un claro canalillo que me atraía.
De su vientre podía vislumbrar a veces el ombligo pues su top era cortito en la cintura. Cuando la acompañaba al salón y le había hecho pasar delante de mí había podido apreciar sus caderas y su gran culo en la fina tela de los pantalones de su traje. Además de ver al trasluz su ropa interior un fino tanga y el sujetador de un blanco virginal.
Los muslos tan gruesos y firmes como los que yo le estaba mostrando aunque apostaría a que los míos eran mucho mas morenos.
Sus pies en unas delicadas sandalias de tacón, finos y delicados con las uñas primorosamente pintadas del mismo rojo que las uñas de sus manos e incluso el carmín de sus labios.
- ¿Te apetece algo de beber? Ponte más cómoda, espero que no tengas prisa. Estas en tu casa.
Le dije que se pusiera cómoda y le ofrecí algo de beber. Aceptó mi ofrecimiento, se sacó las sandalias que torturaban sus bonitos pies. Viendo que yo andaba descalza.
En mi viaje a la cocina a por un par de refrescos y dos vasos aproveché para aflojar el nudo del cinturón que ya apenas sujetaba el kimono. Así mientras volvía con las manos ocupadas hacia ella, la bata terminó de abrirse descubriendo mi cuerpo moreno al completo.
- Vaya, perdona. Se ha abierto del todo.
- No es problema. Tienes un cuerpo precioso. Da gusto verlo.
Noté que ella no perdía detalle. Mirando mi cuerpo desnudo relamiéndose los labios.
- ¡Oh!, perdona mi descuido. Lo siento.
- No hay nada que perdonar,. Repito tienes un cuerpo muy bonito.
- ¿De verdad?
- El tuyo también lo parece pero lo tapas tanto.
- Bueno, estoy trabajando, no es plan que vaya desnuda por ahí.
- Con tu cuerpo hermoso seguro que vendías mucho más si no llevaras ropa encima.
- Sí fuera así, vender seria lo ultimo que me preocuparía. Tendría otras prioridades.
Su sonrisa era preciosa al decirlo. Al tenderle su vaso nuestros dedos se rozaron de forma sensual y yo no había hecho ningún esfuerzo por cubrirme.
- Me empiezo a acalorar.
Y le echó un largo trago a su refresco.
- Pues quitate algo mas.
- ¿Puedo?.
- Pues claro, estamos solas y en confianza, permite que te ayude.
Y uniendo la acción a la palabra levanté su largo cabello y solté el broche que sujetaba su top por detrás del cuello.
Ella sola terminó de sacarse el top por encima de la cabeza dejando sus pechos grandes pesados sostenidos por el fino encaje blanco del sujetador sin tirantes casi traslúcido.
Tampoco me costó mucho soltar el broche del sujetador palabra de honor. Ella misma terminó de quitarse la prenda, que cayó en su regazo, echándola a un lado. Dejándome ver al fin sus tetas desnudas claras y con unas enormes areolas rosaditas coronadas por los duros pezones que salían mucho.
- Tienes unos pechos fantásticos.
- ¡Bah! No digas eso, los tuyos son mejores.
Dejé caer el kimono al suelo en un solo movimiento fluido.
- ¿Tu crees?
Le dije burlona y cogiendo su mano la arrastré hasta el dormitorio. Ya no hacía falta andar con más disimulos. Frente al enorme espejo que cubría el ropero la coloqué delante de mí y le dije:
- Pues vamos a compararlos.
Me puse a su espalda. Me hice hice con los suyos levantándolos con mis manos, acariciándolos, y pellizcando suave sus pezones. Justo enfrente nuestro esas dos preciosas chicas imitaban nuestros movimientos.
La besé en el cuello pasando mis labios y lengua por sus hombros pecosos. Así arranqué el primer suspiro. Ella sentía mis pechos en su espalda y yo su tremendo culo aún cubierto por el fino pantalón en mi pubis depilado.
A su oído suavemente besando su orejita le susurré:
- Tengo una idea mejor, comparémonos enteras.
Yo pasé la lengua suave por su oreja, por el cuello, mientras mis manos abrían despacio su pantalón y lo dejaban caer a sus tobillos. El botón y la cremallera se abrieron sin problemas. Su delicado tanga de encaje no se resistió mucho y bajó igual enrollándose. Mientras me agachaba tras ella y clavaba mis dientes suavemente en una de sus poderosas nalgas.
- Ahora te he marcado y eres mía.
Dije riendo. Pasé la mano entre sus muslos. Clavé dos dedos en su coñito húmedo y chorreante y volví a morderle sin hacerle daño.
-¡Dilo!
-¡Si! Soy tuya.
-Así me gusta.
Ahora la empujé hasta la cama donde la hice tumbar y fui subiendo sobre ella. Empecé por sus delicados pies chupando sus deditos. Despacio tomándome mi tiempo subí por sus torneadas pantorrillas. Lamiendo la piel de la cara interna de sus muslos.
Empezó a gemir sin control moviendo la cabeza lado a lado. Su melena rubia derramada por mi almohada. Quería hacerla disfrutar, conseguir todos los orgasmos posibles en mi boca.
Chupé suave el clítoris y volví a introducir el índice y el medio en su vagina. Pasé lamiendo por su ombligo y llegué a sus pechos generosos. Mordisqueé sus pezones sin sacar los dedos de su interior y por fin llegué a sus labios rojos.
- ¡Ufff! Me vas a derretir.
Busqué ansiosa su lengua con la mía. Ella sacó la suya al encuentro y la saliva escurría de nuestras bocas a su cuello y tetas.
Y ahora le hice lamer mis dedos húmedos de sus jugos. Seguí subiendo y ahora yo le pasaba mis tetas por la cara jugueteando con mis pezones en sus labios, escamoteándolos y acercándolos alternativamente.
- Házmelo tú. Saboreame.
Un poco mas y sentí la punta de su lengua en mi ombligo. Ahora pasé un muslo por encima de sus brazos y clavé las rodillas en el colchón a cada lado de su cabeza mirando a sus ojos entre mis tetas.
Bajé despacio la cadera hasta apoyar los labios de mi vulva en los suyos de la boca. En cuanto noté la lengua abriéndolos mis jugos se derramaron en su lengua en mi primer orgasmo.
De inmediato ella agarró mis poderosas nalgas separandolas y llegando con un dedo a mi ano. Ella también tenía muy claro como hacerme disfrutar a mí.
- Tú también sabes. Nena.
Se puso a comerme enterita. El coño y el culo, mi ano recibía las caricias de su lengua. Yo acariciaba su cabeza, su cabello con una mano y sus tetas con la otra. Pellizcaba sus pezones, durísimos.
Gemía y suspiraba, arqueando mi espalda, echando la cabeza atrás, dejando que mi melena negra cayera a mi espalda. No podía mirar a mi techo por que tenía los ojos en blanco.
- Eres buena cielo.
Agotada tras una infinidad de orgasmos me dejé caer a su lado. Besando sus labios que retenian mi sabor con ternura. Acariciando su cuerpo, sus grandes pechos, el vientre ligeramente abombado, deslizando un dedo en su ombligo. Volviendo a deslizar mi mano por su húmedo pubis.
- ¿Te apetece probar otra cosa?
- Claro, todo lo que venga de ti. Me lo estoy pasando de puta madre.
Me giré hacia mi mesilla. Abrí el cajón de mis juguetes. Allí tenía el último que había comprado, no siquiera había tenido tiempo de probarlo con nadie.
- No sé si también te gustan los chicos. Pero esto nos puede gustar a las dos.
Era un vibrador con dos glandes. Dos penes unidos por la base, una base muy flexible que permitía varias posturas. Soltó una carcajada al verlo.
- Si hay alguien con quien me apeteciera probar algo como eso, es contigo. Tendrás lubricante.
- Tengo, claro. Pero estás muy mojada, no creo que lo vayamos a necesitar.
Me limité a darle una lamida a uno de los glandes y empezar a acariciar su pubis con él. Al ponerlo entre los labios no hizo falta más lubricación. Estaba muy muy húmeda y se coló en su interior con un gemido sin hacer ningún esfuerzo.
Fue ella la que se subió encima de mí. Doblando el aparato podía follarme haciendo el misionero. Mirándonos a los ojos y besándonos. Lo guió con la mano en mi interior.
Mi coño se abría para recibirlo. Estaba claro que no es una polla de verdad. Pero notar su cuerpo sobre el mío, sus tetas apretadas contra las mías, estaba más que bien. Fue mejor todavía cuando empezó a mover la cadera.
Ahogábamos nuestros gemidos con los besos. Con la lengua en la boca de la otra. Me agarraba a sus nalgas para que se clavara más todavía en mí. Ella había pasado un brazo por detrás de mí cuello y usaba la otra mano para amasar mi teta.
Puse mis piernas por detrás de sus rodillas. Nos corríamos, las dos. Ese extraño aparato funcionaba, nos daba más placer.
- Ahora verás.
Apoyó las manos en la almohada y se incorporó levantando su cuerpo como si me cabalgara. Es muy ágil. Cuando me quise dar cuenta estaba pasando un muslo por debajo de mi pierna, como haciendo una tijera.
En esa postura solo nos rozaríamos los labios y los clítoris. Pero con ese vibrador dentro el contacto era total. Sus jugos resbalaban hasta mojar todo mi pubis y muslos.
No yo sabía que pudiera tener la suficiente flexibilidad como para que levantará una de mis piernas. Y llegar con mi pie a su boca y lamerlo y chuparlo.
No sé si mis vecinos llegarían a oirnos pero no nos cortábamos con los alaridos de placer. Ahora fue ella la que cayó encima de mí agotada pero satisfecha. Acariciándome con ternura.
Saqué el vibrador de su interior, aún me sentía un poco rara con aquello saliendo de mi cuerpo. Así que tiré de él y lo arrojó a un lado.
- Buen estreno. Parece que esa cosa funciona.
- No ha estado nada mal. Aunque tendría que acostumbrarme.
- Pues puedes volver cuando quieras y seguimos probándolo hasta que nos acostumbramos.
- Volveré, desde luego. Pero será por ti.
- ¿Me puedo dar una ducha? Tendría que seguir trabajando.
- Claro, si me dejas ducharme contigo.
- Creía que no me lo pedirías.
Nos duchamos juntas. Le dejé uno de mis conjuntos de lencería y volvió a ponerse su ropa. No se la ganas que tendría de trabajar, a mi no me hubiera quedado ninguna. Pero hemos vuelto a vernos y a probar más juguetes juntas.
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sábado, 5 de marzo de 2022
Gemelos separados
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¿Que hubiera pasado si Luke y Leia se hubieran conocido en otras circunstancias? ¿Si el emperador no hubiera construido la estrella de la muerte?.
Me sentí atraído hacia ella de inmediato. Apenas la conocía, pero su cuerpo y su sexo me llamaban desde el otro lado de la sala. Alguien me dijo que era la hija de Bail Organa, el senador del poderoso y rico mundo de Alderaan.
A su lado yo soy un paleto, el piloto del representante de un mundo pobre, desértico y atrasado del borde exterior, Tatooin. Nuestro embajador es un anciano excéntrico llamado Ben Kenobi. Solicitábamos del imperio que nos librara de la dominación de los Hutt. Vestía una túnica sencilla y unos pantalones del color de la arena de mi planeta.
Era un baile del senado galáctico. Una fiesta enorme con senadores, sus esposas e hijas, representantes de muchos mundos de la galaxia. Puede que incluso se esperase la presencia del emperador más tarde en la velada. No sé si nos habían invitado para que viéramos la magnificencia de Coruscant o para hacernos sentir miserables.
Todo el mundo parecían pavos reales con atuendos diseñados para llamar la atención. Exhibían los cuerpos de cientos de especies alienígenas. La gran galería parecía un puzle multicolor de millones de piezas.
Es bonita pero no una belleza. Algo en sus rasgos denotaba fuerza, valor, inteligencia. Vestía demasiado sexi, un vestido blanco de gasa que trasparentaba sus pequeñas formas perfectas. Es menudita, fibrada y con un cuerpo trabajado.
Los pezones pequeñitos y oscuros, durísimos se veían en aquella tela tan trasparente como si no llevara nada. Morena, lleva el cabello recogido en un complicado peinado a ambos lados de su cabeza.
Pero correspondió a mi sonrisa, a mis miradas, por increíble que parezca. Así que saqué fuerzas de flaqueza, me acerqué y le hablé. Respondió, no es tímida. Es inteligente y en carácter y gustos somos muy parecidos. Su personalidad es como la mía incluso físicamente somos similares, muy similares.
El mismo cabello, aunque la vida en el desierto con interminables horas de sol habían clareado el mío hasta hacerlo casi rubio. De altura, constitución y puede que hasta el rostro sea parecido. Como mirarse en el espejo distorsionado de una feria.
Tras la presentación todo fue natural entre nosotros. No necesitábamos que al alto droide dorado nos tradujera, ambos hablábamos bien el galáctico estándar.
- R2D2 piérdete. Y llevarte a C3PO por favor.
En un rincón oscuro, tras una columna, mi mano se deslizó entre sus muslos por debajo de la falda de su vestido llegando a acariciar los labios de su vulva depilada. Su mano sujetando mi polla por encima de mis estrechos pantalones me excitaba tanto como la humedad de su coño me decía que lo estaba ella.
Convencidos de lo que queríamos nos fuimos juntos en mi aerocoche alquilado buscando un sitio tranquilo y oscuro solo para nosotros. La azotea de uno de los más altos rascacielos del planeta capital del imperio. Parecía raro llevar a toda una princesa y senadora a un sitio así.
Subió la falda del vestido desnudando los preciosos muslos en el asiento a mi lado. Acariciaba la suave piel con deseo subiendo por su pierna hacia la vulva cubierta apenas por una bragas totalmente transparentes y capaces de guardar su olor durante meses.
Los gemidos de la dulce princesa alagaban mis oídos. Estaba seguro de hacerla gozar. Mientras jugaba con los labios de la vulva y su clítoris acacias acallaba sus gemidos con mis besos. Chupaba su lengua y sorbía su saliva. Ya le había conseguido algún orgasmo con la punta de mis dedos.
- ¡Oh! Luke, se te Dan bien los trabajos manuales. Veremos que tal manejas otra pieza.
Leia estaba ansiosa, tiró de mis pantalones hasta bajarlos por debajo de mis rodillas. Me arrancó la túnica y a punto estuve de perderla arrojada sin cuidado fuera del vehículo por el dosel abierto. El viento revolvía nuestros cabellos, los rodetes de su peinado deshechos y la melena suelta.
Apartó sus bragas a un lado y se subió encima de mis muslos en el asiento donde estaba. Despacio fue bajando la cadera hasta clavarse mi polla. Ella sola lo estaba haciendo todo subiendo y bajando. Yo la sujetaba de su durísimo culo para que no se saliera del aerocoche.
Mordisqueaba sus pezones y lamía sus tetas. La gasa del vestido era tan fina que no tuve ni que quitárselo para que sintiera mi lengua y saliva. El cuerpo fibrado y delgado era ideal para ese tipo de sexo acrobático en el estrecho asiento de un vehículo como ese.
Se corrió varias veces antes de que yo dejara mi semen en su coñito de la nobleza.
Me quedé con sus braguitas transparentes hechas con la seda de una rara araña de un planeta a muchos parsecs de allí. Ella me pidió mis boxers que guardó en su bolso como recuerdo y como promesa.
Al llegar a la habitación que tenía asignada en la torre de dignatarios extranjeros aspiré el aroma de su intimidad que guardaba la delicada prenda.
Sabía su nombre, su dirección en una de las torres del senado. Para esto la había llevado hasta allí. Conocía el código de su comunicador. Y yo volví a llamarla, claro, volvimos a quedar, pero esta vez solos. Sin una multitud que nos observara. No era digno que vieran a una princesa en mi habitación para extranjeros. Yo iba a su apartamento para los senadores y sus familias.
Empezamos a vernos y cada vez el sexo entre nosotros fue grandioso. Saltaban chispas cuando tenía sus pechos en mis manos o si ella tomaba mi polla en su boca.
Cuando la penetraba nos fundíamos el uno en el otro como la mas fina aleación, como distintos tipos de acero en un damasco. Nos íbamos conociendo mejor. Descubrimos que teníamos un montón de cosas en común. Los dos éramos adoptados. La tía Beru me lo había contado.
Una mañana, después de ducharnos juntos y hacer el amor bajo el agua, al mirarme en el espejo del baño en el lujoso apartamento de la princesa ella apoyó su cara bonita en mi hombro. En el reflejo se veían dos rostros pero eran el mismo. Como no me había fijado hasta ese momento. La única diferencia eran nuestros cabellos.
Al mirar sus ojos azules idénticos a los míos vi en ellos el mismo reconocimiento que me había alcanzado como un rayo. De alguna forma nos habíamos encontrado después de ser separados al nacer.
De pronto el shock que había en su rostro dio paso a una calentura que era idéntica a la mía. Girándome la abracé y llamándola hermana por primera vez en nuestras vidas. Mi lengua buscó la suya con ansia agarré su culo bajo el albornoz y la subí al lavabo.
Mi polla dura buscó entre sus muslos abiertos los labios de su vulva depilada. Sus pechos clavados en el mío. Tiró mi albornoz al suelo mientras mi cadera golpea su pelvis. La vulva de mi hermana gemela, su coño, sus tetas en mis manos incestuosas, sus pezones mordidos por mi boca.
Sus aullidos de placer resonaban aún en mis oídos cuando me corrí dentro de ella oí de sus labios las palabras que deseaba:
- Hermanito, como te quiero.
- Lo sé. Leia.
Casi terminamos en el suelo cuando al correrme me flaquearon las piernas. La volví a arrastrar a la cama del lujoso dormitorio para volver a comerle el coño, el culo, mi lengua recorría incansable su cuerpo arrancando orgasmo tras orgasmo. De los pies delicados a la nuca y el cuello fino y aristocrático.
Ella me comía la polla, pasaba la lengua por mi ano por mis sobacos y pies. El sexo con mi salvaje hermanita es mas que fantástico. Desinhibida y lasciva es la mujer con la que más he gozado.
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viernes, 4 de marzo de 2022
Con tres chicos en la playa
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Una mañana de diario de mucho calor descansaba en el trabajo y decidí acercarme a la playa. En mi sitio preferido, el punto medio, entre dos pueblos. Al que se llega por un estrecho camino desde el aparcamiento. Apenas había gente y lo prefiero así. Poder relajarme y pasar un rato conmigo mismo, relajado de descanso.
Aquellos tres chicos me estaban estropeando el rato zen. Llegaron en tres pequeñas y ruidosas motos, ciclomotores, que aparcaron al lado de mi todo terreno. Y de inmediato se apropiaron de la tranquilidad del lugar. Hasta ese momento había estado completamente solo, no se veía a nadie en la playa.
Tampoco me molestaba mucho. Al librarse de sus ropas dejaron a la vista tres bellos cuerpos delgados fibrados, muy sexis, apenas cubiertos por sus microscópicos bañadores tipo slip. Casualidad, el que yo me había puesto pensando que iba a estar casi solo era del mismo tipo, muy reducido y ajustado.
Apoyado en los codos, el torso erguido para no perderme ni un detalle del bello espectáculo que me estaban dando. Oía la música que habían puesto en uno de sus móviles a todo volumen.
Me estaba gustando verlos moverse, jugar entre ellos, divertirse, tocándose sin complejos. Tanto me estaba gustando que pronto me excité y mi polla empezó a marcarse en la escasa tela que la cubría. No hice nada por ocultarlo desde luego. Si les molestaba que no miraran, al fin y al cabo ellos habían terminado con la paz de ese tramo de playa.
Evidentemente no les ofendía, las suyas, las pollas, con sus roces y toqueteos estaban tomando consistencia también, lo que no sólo no se molestaban en ocultar sino que las lucían orgullosos.
Me miraban de reojo y no parecía que les molestara mi presencia. Cuchicheaban entre ellos de vez en cuando. Hasta que el mas rubio y con la piel mas blanca se acercó a mí con lo que a esas alturas parecía fingida timidez, después de lo que les estaba viendo hacer.
-¿Te apetece jugar con nosotros?. Así podemos hacer dos parejas. Me llamo Daniel.
Me propuso. Le contesté con la misma timidez fingida pues en realidad tenía muchas ganas de "jugar"con los tres.
- Yo soy Javi pero... ¿No seré muy mayor para "jugar"con vosotros?
- Pues claro que no. Parece que estas muy bueno y en forma. ¡Anímate!.
- Vale vale, ¿seguimos con la pelota? O ¿queréis hacer otra cosa?
- Podemos jugar en el agua, luchas de caballitos o algo así por que contigo somos pares.
- Sí que me apetece mojarme.
Contesté con mi mejor y mas lasciva sonrisa. Mientras hablábamos nos íbamos acercando a sus amigos que escuchaban sonriendo la conversación llena de dobles sentidos. Y que a la vez miraban mi cuerpo depilado con lo que parecía aprobación.
Otro de ellos, moreno de piel, se puso a mi lado casi rozándome mientras bajábamos por la arena hacia el agua.
- Yo soy Mario, me dijo.
- Y yo Alex dijo el último de ellos.
El rubio se fue con el tercero y le cogió de la cintura pegándose a su cuerpo mientras caminaban. Un gesto muy cariñoso que me llamó la atención y me gusto ver.
- ¡Al agua patos!
Entraron en el agua delante de Mario y de mí parecía sin preocuparse de lo que yo podía pensar. Se fueron internado hasta que el agua les cubrió hasta la cintura. Les tiramos agua encima y ellos pudimos oír su risa cristalina.
- ¡Cogeme!
Cuando el agua me llegaba por encima de las rodillas Mario saltó sobre mi espalda. Como me había avisado pude sujetar sus muslos, muy cerca de sus duras nalgas. Mientras él se sujetaba a mi cuello. Notaba en la espalda todo pecho y su paquete justo sobre mis riñones.
Seguimos acercándonos a los otros dos que nos miraban con una sonrisa. Aquellos chicos no tenían muchos complejos.
- Parece que ya habéis decidido. Alex súbete tú.
De un salto se subió a su espalda. Yo podía ver como Dani le sujetaba directamente del culo. Poniendo sus manos en las nalgas. A su vez Alex le susurraba algo que no entendí, al oído, lamiendo su oreja.
Entré más adentro en el mar para que no nos hiciéramos daño si nos caíamos. El agua ya me llegaba por la cintura y estábamos muy cerca de la otra pareja. En vez de intentar tirarnos empujando lo que hicieron los dos jinetes fue agarrarse y acercarnos más a todos.
Así que quedé pegado al cuerpo de Dani. No podía usar las manos pero nuestras pieles se frotaban. Torso con torso, hasta las pollas se tocaban en algunos momentos y desde luego nuestros rostros.
Creí notar los labios del guapo chico que tenía enfrente buscando los míos. Pero solo fue un momento hasta que los jinetes nos obligaron a separarnos.
En ese momento tropecé con algo y los dos nos vamos al agua en un revoltijo de miembros. Si antes me había rozado con Dani ahora lo estaba haciendo con Mario que no parecía tener ninguna intención de separarse de mí. De hecho me sujetaba con más fuerza, lo que me obligaba a mí a tocar su pecho y vientre y a sujetar a su cadera.
Tanto fue así que cuando conseguimos ponernos de pie la polla y los huevos del chico se habían salido del pequeño bañador y se mostraban orgullosos a nuestra vista. El mío también se había movido y me había dejado medio culo, bueno no al aire pues estaba en el agua, sino ante la vista de los demás.
A nadie pareció importarle. En más Dani y Alex se bajaron un poco la lycra que apenas los tapaba hasta enseñar los pubis depilados hasta la raíz de los rabos y tanto culo como yo.
- Así nos broncearemos más.
No se quién lo dijo pero estuve de acuerdo de inmediato. Miré hacia la orilla y no se distinguía a nadie en toda la extensión de arena que podíamos ver. Estábamos solos.
Mario y Alex se había acercado mientras tanto y se habían cogido de la cintura. Sus cuerpos estaban pegados. Creo que una mano ya estaba tocando nalga.
Dani se me acercó por detrás y se pegó a mí. Notaba su pene duro rozando mis nalgas y sus brazos rodeándome la cintura.
- ¿A qué son guapos?
Dijo en mi oído rozando la oreja con sus labios.
- Mucho, tanto como tú.
- Para esto podíamos desnudarnos del todo.
- Pues tienes razón, nadie va a vernos.
Uno a uno nos fuimos sacando los bañadores y arrojándolos a la arena cerca de las toallas. Todos depilados y con las pollas duras. Dani no se había separado de mí más que lo justo para quitarse el slip y pronto volví a notar su glande esta vez rozando mis nalgas sin nada que los separara.
Eché la mano atrás y sujeté su culo pegándolo más a mi cuerpo. Empecé a notar sus labios y lengua recorriendo suaves mi cuello y hombro. Mientras Alex y Mario habían empezado a besarse y chupar la lengua del otro.
- Acércate. Nos están esperando.
No tuvo que empujarme mucho. Sin prisa me fui acercando sin perderme nada del espectáculo. Dani no se despegaba de mí ni un milímetro. Cuando estaba a su lado estiraron los brazos para unirnos a ellos.
- ¡Ya era hora!.
Estaba en el medio de tres hermosos muchachos que parecían desearme. Notaba sus manos por todo mi cuerpo. Acariciando toda mi piel. Separando curiosos mis nalgas para deslizar un dedo por el ano.
- Nos ha encantado encontrarte. Ya creíamos que nos íbamos a tener que divertir solos.
- Me imagino que no os hubiera importado mucho. Con lo buenos que estáis.
- Pero siempre es más divertido con más gente.
Y en ese momento alguien metió la lengua en mi boca buscando la campanilla. Parecía que la notaba en todas partes, en el paladar, por las encías, cruzándose con mi lengua. Vaya si el chico sabía besar.
A la vez ya tenía una mano acariciando mis huevos depilados y suaves. O subiendo por el tronco de la polla. Mis manos se podían en dos durísimos culos que me permitían incluso llegar con el dedo índice a los anos y jugar con ellos. Lubricados por el agua de mar pude meter por allí hasta la primera falange.
Aquello ya era una orgía en toda regla. Tan pegados estábamos que no hubiera cabido entre nuestros cuerpos ni una cuchilla de afeitar. Toda una confusión de manos y bocas allí donde podíamos alcanzar. Empezaron a oírse los gemidos y suspiros de los cuatro.
Dani era el que seguía a mi espalda y pasaba su polla entre mis nalgas. Sin buscar penetrarme, todavía, pero apretándola en mi raja. Seguía besando mis hombros, nuca y cuello y me lamía las orejas.
- Me encanta tu culo duro. No hacía más que mirarlo haber un rato cuando tomabas el sol boca abajo.
Otra polla se había acercado a la mia, la de Alex y la mano de Mario agarró las dos, pajeándolas juntas. El moreno seguía dándome lengua y saliva y su amigo lamía su cuello. Se iba inclinando para chupar sus pezones lo que le obligaba a separarse un poco de mí.
- Que rabos más ricos.
Así Alex tenía también mi pecho y pezones para mordisquear. Seguía bajando lamiendo la piel de nuestros vientres y metiendo la lengua en nuestros ombligos. Se tomaba su tiempo para llegar a las pollas lo que lo hacía morboso y placentero.
- Me las voy a comer enteritas.
Las dos pollas estaban tan duras que salían del nivel del agua. Asomando los glandes. Aunque pronto desaparecieron dentro de la boca de Alex. Nos chupaba los rabos de forma alternativa mientras nos acariciaba un pezón a cada uno.
Detrás de mí Mario tenía su polla bien encajada en la raja de mi culo haya que empezó a buscar más. Separaba mis nalgas con sus manos y comenzó a acariciar el ano con un dedo.
Me incliné un poco hacia adelante buscando los labios de Dani para besarlo y darle lengua. Eso lo aprovechó Mario para arrodillarse detrás de mí y hacerme un beso negro.
Se me escapó un gemido de placer ahogado por los labios y lengua que tenía en mi boca. Notaba su lengua insistente en mi ano.
- Vamos fóllame.
Me incliné más. El único lubricante que había allí era el agua del mar. Tendría que valer. Su glande empezó a abrirse paso en mi interior mientras mi polla era exprimida por la boca del otro muchacho. Y recibía en la mía uno de los besos más lascivos que me habían dado nunca. Estaba en la gloria.
Para que no se secara mi culo tenía que sacar la polla casi del todo. Dejar que se mojara y volver a meterla. Lo hacía despacio con lo que yo notaba cada empujón.
Dani al oído me decía
- Quiero que me folles.
- Descuida, te tengo muchas ganas.
Con un fuerte gemido Mario me llenó el culo de semen. Yo, con tanto estímulo intentaba no correrme por todos los medios posibles. Sabía que en cuanto metiera el rabo en caliente me derramaría como un adolescente.
Pero suponía que no importaba. Allí todos estábamos muy cachondos. Cuando Mario salió de mi culo Dani me arrastró de la mano un poco mas fuera del mar, donde se arrodilló y se puso a cuatro patas esperándome. Yo me arrodillé tras él entre sus piernas.
- Ahora es mi turno. Quiero tu polla.
Quería ser suave y dulce y dejar que mi polla se tranquilizara un tanto. Así que empecé besando su espalda y bajando por ella hasta el prieto culo. Buscaba cómemelo, como me habían hecho a mí. Tenía ganas de lamer ese ano prieto. No me privé y durante un rato estuve intentando follarlo con mi lengua.
- No tengas prisa. Te lo quiero comer antes.
A nuestro lado Alex tumbado en la arena de besaba lascivo con Mario que estaba sobre él. Le rodeaba la cintura con sus piernas como si no quisiera que se le escapase. Las olas a veces los cubrían hasta casi las cabezas.
- ¡Cabálgame! Te voy a dar mi rabo.
El que mantenía el pene duro de ese dúo era Alex y pronto Mario fue subiendo hasta que se abrió el culo. En cuclillas empezó a bajar y pronto tuvo la polla de su amigo dentro.
Para entonces yo ya había arrimado el glande al ano que me esperaba. Sujeté su cadera con las manos y empecé a clavarle. Apoyado en los antebrazos Dani gemía y suspiraba. Su placer era evidente. Las olas también nos mojaban con su ritmo, pero eso me refrescaba un poco haciendo que no me corriera tan pronto.
- ¡Que bueno! ¡Que polla! Tenéis que probarla chicos.
Todos manteníamos un ritmo tranquilo y acompasado, sonriéndonos unos a otros. Al final a todos nos fue llegando el orgasmo. Nos dejamos caer en el agua que se fue llevando el semen dejándonos limpios, frescos y con la piel con sabor a sal.
- ¿Tomamos el sol un rato y descansamos?
- Me parece una buena idea.
Volvimos a las toallas después de recoger los bañadores y quitarles un poco la arena en el agua. Seguiamos solos así que no hacía falta que nos los pusiéramos.
Mezclados, nos empezamos a poner protector solar unos a otros. Aprovechando así para seguir sobándonos y acariciándonos. También besábamos la boca que nos pillaba más cerca.
Ellos me contaron que comenzaron a follar al poco de empezar a hacerse pajas. Eran amigos de toda la vida y estaba muy claro que sabían disfrutar juntos.
- Podéis venir a mi casa cuando os apetezca seguir follando y tengáis otro sitio.
- Nos gustaría pero solo estamos de vacaciones. nos vamos en unos días.
- Bueno, me ha encantado estar con vosotros. Si estos días queréis repetir ya sabéis.
- ¿Te rindes tan pronto? Yo vuelvo a tener la polla dura y estos también.
- A mi también me habéis vuelto a poner cachondo.
Todos estábamos preparados para una segunda vuelta. Esta vez sobre las toallas. Alex quiso probar mi rabo y se subió sobre mi cadera para cabalgarme. Dani se sentó en mi cara, tenía ganas de probar el semen de al menos uno de ellos en mi boca y sujeté su cara para que no se fuera hasta correrse.
Chupé sus huevos y culo, desde luego su polla hasta lo más profundo que pude. Mientras notaba como un culo estrecho apretaba mi rabo. Mario no se había separado mucho y le daba su nabo a lamer a Dani.
Yo me corrí en el culo que me estaba montando. Cuando Mario y Dani se iban a correr los dos pusieron sus glandes en mi boca dejando toda su lefa en mi lengua. Después se inclinaron para besarme y de forma alternativa compartir su propia lefa.
Eran unos chicos muy morbosos, mientras duraron sus vacaciones nos vimos algunas veces más. Incluso en mi casa se pudieron quedar algunas noches. No hemos podido vernos más veces aunque mantenemos en contacto por Internet.
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