domingo, 10 de diciembre de 2023
Mis dos madres
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. Marta, Sonia, Alex....
A ver, la historia no es fácil de explicar así que tened un poco de paciencia.
Tengo dos madres, Marta y Sonia eso ahora no es tan raro, pero si digo que una de las dos es mi padre la cosa se complica. Mis padres se conocieron cuando tenían diez y seis años, se enamoraron y en un descuido con un condón mi madre quedó embarazada. Por aquel entonces eran Marta y Juan.
No es que mis abuelos fueran el colmo de la liberalidad pero una vez planteada la situación lo aceptaron con todas las consecuencias. Les dieron todo su apoyo. Y además fueron aprendiendo con el tiempo, evolucionando y adaptándose. Hasta ahí todo normal, una pareja con un niño de penalti pero que se aman y tiran para adelante.
Ahora es cuando la cosa se complica. Mi padre, Juan, no estaba muy a gusto con su cuerpo. Poco más tarde, decidió que no era él sino ella y con el completo apoyo de mi madre y abuelos que las querían como siempre, inició la trasformación. Se seguían amando y nada cambiaba eso. Poco a poco y según yo iba creciendo ella se iba convirtiendo en una hermosa mujer, en Sonia.
Mis padres se convirtieron en una pareja lésbica algo extraña pero que se ama profundamente. Ahora con mis diez y ocho años tengo dos madres, dos pibones de treinta y seis años. Con mis hormonas revueltas eso a veces resulta incómodo, muy inusual y otras muy excitante.
Llevan entre las dos una tienda de ropa femenina. En ella surten a casi todas las chicas travestis y transexuales de la ciudad, casi toda la clientela es queer pero también hay muchas mujeres que simplemente quieren vestir sexis pero elegantes.
Así que el dinero ni sobra ni falta en casa, vivimos bien. Yo he pasado un montón de tardes en la tienda disfrutando de la vista del desfile de cuerpos femeninos y no tan femeninos pero muy excitantes.
Con su historial estaba claro que en casa no íbamos a ser muy pudorosos. Ellas se pasaban el verano en braguitas, haciendo top less y yo apenas me ponía un bóxer encima.
Ver a una de mis madres con una polla más grande que la mía apenas cubierta por la fina tela de su lencería, y verlo como algo normal. Influyó en mi forma de ver el sexo y las relaciones, hizo que no le tuviera miedo a otro miembro masculino.
Tengo claro que mi identidad sexual es la de chico, pero a la hora de elegir con quien follar también es cristalino que soy bisexual. He estado con chicos y chicas y lo he disfrutado. E incluso algunas de las clientas, transexuales o mujeres,a clientas de la tienda me han dispensado sus favores.
Mis madres son relativamente liberales, si quieren hacer algo con otras personas han de estar las dos. Desde que tuve edad para fijarme sé que hacen tríos o están con otras parejas, pero siempre juntas. Ellas también tienen su vena bisexual por supuesto.
Debe ser un sueño para cualquiera, hombre, mujer o cualquier persona que esté entre esos extremos, estar con dos monumentos como ellas a la vez. Es evidente que con las hormonas disparadas y con todo eso en casa yo me excitaba con ellas. Fantaseaba con ellas y andaba siempre con la polla en la mano como un mono. Vale, ya se que soy un pervertido.
Tontas no son, así que cuando me veían con la polla dura por casa sabían que era por ellas. Pero de ahí a plantearse hacer algo conmigo iba un mundo. O al menos supongo que no se lo plantearon nunca mientras yo era menor.
Pero después de mi décimo octavo cumpleaños empezaron a mirar mi cuerpo delgado, cuidado, fibrado, con algo más de interés. Habían descubierto que en casa había una tercera persona con un sexo interesante.
Desde luego ellas sabían de mis aventuras. Teníamos mucha confianza y habíamos tenido largas charlas sobre sexo. Todo teórico hasta que yo empecé a practicar.
Me habían instruido para que supiera dar placer a mis parejas y que no dejara embarazada a ninguna chica, como les había pasado a ellas, y todo sobre la protección. Todo de forma teórica claro. Tenía pocos secretos que ellas no conocieran. Así que estaba claro que no me iban a desvirgar.
Pero de las fantasías y deseos a llegar a follar hay un mundo. Todos tienen morbos, pero al final casi nadie los lleva a la práctica. Aún así las miradas, los roces, las muestras de cariño se fueron intensificando según la primavera y el verano hacían que aligeráramos lo que nos cubría.
Nunca he llegado a saber lo que hablaron entre ellas, pero tal y como las conocía seguro que se lo plantearon y llegaron a algún tipo de acuerdo. En algún momento me di cuenta de que sus tetas, las cuatro hermosas y duras peras estaban siempre en el camino de mi torso cuando estaba de pie.
Si estaba sentado la cosa era aún mejor me las pasaban por la cara y siempre con los pezones duros. O eran sus nalgas las que rozaban mi nariz y eso cuando solo llevaban un tanga era algo difícil de soportar para un saco de hormonas.
Lo hacían todo como en un descuido, como si no lo hicieran adrede, pero eso fue solo el principio. Unos días después lo que se interponía en mi camino eran sus perfectos culos. Las nalgas de una o de otra parecía que siempre estaban donde yo iba a poner mi cadera y a esas alturas ya mi polla bien dura.
Al principio intentaba hacer como que no pasaba nada o incluso les pedía perdón por esos roces que yo no buscaba, todavía. Pero visto que la cosa se volvía bastante descarada dejé de evitar los encuentros y poco más tarde era yo quien los provocaba.
No diré que nunca le había tocado el culo o una teta a alguna de ellas, puede que jugando hacía años y desde luego en la playa o la piscina me deleitaba esparciendo crema por sus dos suaves pieles. Pero por supuesto todo eso siempre había sido mucho más inocente que todo lo que estaba pasando ahora.
Las deseaba y aunque en ese momento todavía no lo sabía ellas también me tenían ganas a mí. Ahora había que ver quién daría el primer paso. Marta llevaba unos días muy mimosa. Tampoco me extrañaba, de vez en cuando le daban esos arrebatos. Yo lo achacaba a sus periodos. No hacía más que darme largos besos húmedos y frotarse con mi cuerpo.
Pero ahora es verano y ella solo tenía puestas unas bragas y más bien pequeñas y sexis. Y lo mío no era más que un ajustado bóxer que marcaba un pene que se ponía duro cada vez que la tenía cerca. Además la mayoría de las veces Sonia andaba por allí viéndonos, lo que sacaba cierta vena exhibicionista en mí. Y todo ello le ponía la polla dura a ella.
Así que todos nos excitábamos más, provocándonos con esos juegos. Era retroalimentación. Al final fue Sonia la que dio el primer paso. Una mañana antes de salir para la tienda fue a darme un beso de despedida y despertarme. Apenas me tapaba con la sabana, dormía desnudo y tenía una erección mañanera de las que hacen época.
Verme así creo que fue lo que la decidió. En vez de agarrar mi hombro o darme un beso en la mejilla rodeó mi polla con la mano en una suave caricia. El beso fue en los labios, uno suave pero bastante más largo de lo habitual. Incluso me pareció notar su lengua en mis labios.
- Cariño, nos vamos. Te hemos dejado el desayuno.
Me encontraba muy adormilado y aparte de notar una suave mano acariciando mi escroto y sus tiernos labios sobre los míos apenas me estaba enterando de nada. Si hubiera seguido un minuto más me hubiera corrido. No me dí la vuelta y seguí durmiendo por que me tenía agarrado por mis partes pudendas.
- Salgo, para que puedas arreglar eso con tranquilidad.
Dijo con un retintín de burla en la voz.
Para cuando conseguí abrir los ojos solo alcancé a ver sus torneados muslos saliendo de una cortísima minifalda y la torneada espada desnuda por su top saliendo por mi puerta. Todo me había parecido un sueño. Pero la semilla estaba plantada. Tras el desayuno me hice una buena paja. Para arreglar eso como ella había dicho. Por cierto lo hice usando uno de sus vibradores, que me prestaban sin problema, en mi ano, y tomé una ducha.
Podía elegir entre quedarme y entrar en Internet o jugar a la consola, o acercarme a la tienda y ver algo bonito en directo. Como con la paja ya estaba más relajado me puse unas bermudas, sin nada debajo y una camiseta y me decidí a enfrentarme al calor de la calle.
Por el camino la piel descubierta de los viandantes volvía a ponerme cachondo. Chicos con camisetas aún más pequeñas que la mía, chicas con shorts enseñando media nalga, el vientre o con tremendos escotes. Desde luego me tomé el camino con tranquilidad disfrutando del espectáculo.
En la tienda solo estaban mis madres y una chica bajita, rubia, curvy y muy muy sexy. Miraba una estantería con tops tan reducidos que durante un rato me estuve planteando cómo querría meter esas dos tremendas masas de carne y me refiero a sus tetas, en uno de ellos. A la vez que pensaba en que me gustaría verlo si lo conseguía.
Fui a saludarlas y esta vez fueron las dos las que me apretaron entre sus brazos y besaron mis labios. Besos más largos y húmedos que los de costumbre. Ya que se estaban tomando esas confianzas decidí aprovechar y puse las manos en sus cinturas e incluso las bajé hacia sus culos.
Sonia estaba excitada, notaba su polla tan dura como la mía solo separadas por las telas de mis bermudas y su short. A saber lo qué estarían haciendo antes de llegar yo. Pero no se separaba de mi cuerpo. Yo notaba sus tetas operadas en mi torso y no quería apartarme de ella nada más que por un abrazo parecido de mi otra madre. Incluso pasó la lengua por mis labios. Un contacto que me provocó un escalofrío que recorrió toda mi columna.
La clienta por fin se había decidido por un par de tops. Entró al probador pero antes me pidió si podía decirle que tal le quedaban. Por supuesto accedí. Mis madres se unieron a darle su opinión.
- ¿Me dirás como me queda?. Necesito la opinión de un hombre.
Vale, eso de hombre me alagó.
- Pues claro. Todos lo haremos.
Cuando salió de detrás de la cortina nos quedamos asombrados al ver sus impresionantes tetas apenas contenidas por la prenda. Las sostenía lo suficiente como para dejar un escote precioso y la espalda desnuda.
- ¡Espectacular!.
- Te queda fantástico, guapa.
- Sois muy amables. ¿Pero no se me ve mucho?.
- Nena, esas tetas hay que lucirlas.
- Si te detienen por escándalo público nosotras vamos a sacarte de la cárcel.
- Y os cobráis la fianza en carne. ¿Verdad?.
Nos echábamos unas risas bromeando con ella. El ambiente era relajado pero también excitante. Me estaba costando no pedirle que nos las enseñara al natural. Y creo que a mis madres les pasaba lo mismo.
Para subir las apuestas Marta cogió el mismo modelo y sin cortarse un pelo se quitó la ajustada camiseta que tenía para ponérselo. Desde luego mi madre no tiene la misma talla que Coronas aún así le quedaba precioso. Y todos miramos sus pechos el momento que los tuvo al aire. Sus pezones parecían querer salir disparados.
Yo para entonces tenía la polla como una estaca. Empezaba a marcarse en las bermudas. Y aunque las tres lo habían notado ninguna decía nada para no avergonzarme. Coronas tenía cosas que hacer y tuvo que marcharse. Aunque lo hizo a regañadientes.
- Ya he visto que este top te ha impresionado y sobre todo las tetas de chica. Cariño, pero ¿no me queda bien a mí?
- Fantástico, Mami, no hace falta tenerlas tan grandes. A ti te queda precioso. ¿Verdad Sonia?.
Evidentemente mi otra madre se apresuró a darme la razón y más le valía. Aunque un bulto padecido al mío en su pequeño short proclamaba que su respuesta era tan sincera como la mía.
- Pues claro que sí, parece hecho a medida. Aunque ya sabes que a mí tus tetas me gustan más al natural, amor mío.
- Si hasta parece que lo decís en serio.
Se burló de nosotros mirando descarada nuestros paquetes abultados.
- Y ¿solo os gustan mis peras?.
Estaba claro que estaba juguetona. Me lo había dejado claro cuando fue a despertarme y en ese momento aumentó más las apuestas. Levantó despacio la escasa tela de su minifalda subiendo por sus torneados muslos. Cuando llegó a la vulva Sonia y yo pudimos ver que no llevaba bragas.
- Cielo ¿has estado así todo el rato?.
- ¡Pues claro!. Pero no me contestas.
Se había pasado la mañana con el xoxito al aire. Asombrados podíamos ver su precioso coñito pelón.
- Nena a mi me tienes enamorada desde hace mucho tiempo y a Alex le estás poniendo cardíaco, pobrecito mío.
- ¿Por qué no le ayudas a relajarse? Cielo. Seguro que le gusta como usas la boquita y he cerrado la puerta cuando ha salido Coronas.
Sonia tampoco es nada tímida desde luego. Se había colocado detrás de mí y empezaba a subir mi camiseta para quitármela. Notaba sus labios y lengua en mi cuello y hombros. Y un momento más tarde sus tetas operadas en mi espalda. Además de su polla bien pegada a mis nalgas.
Mientras ante nosotros Marta sensual y lasciva seguía dándonos un espectáculo digno de peep show. Acariciaba su cuerpo descubriéndolo según levantaba o apartaba la tela que lo cubría. Abrió el escote del todo sacando sus pechos, los acariciaba y sobaba. Pellizcaba sus pezones sin dejar de mirarnos a los ojos.
No es que me dejara llevar. En ese momento aún estaba como paralizado sintiendo las caricias y besos. Suspirando bajito y disfrutando del strep tease que mi madre nos dedicaba. Y de las atenciones que recibía desde mi espalda.
Sonia había acercado sus labios a mi oreja y rozaba mi piel de vez en cuando con su lengua. Muy bajito me preguntaba:
- ¿Te gusta?.
- Me alucina. Es lo más bonito que he visto nunca.
Mi otra madre no se había separado de mi cuerpo y en cierta forma imitaba los movimientos de las manos de Marta con las suyas sobre mi cuerpo. Me había estado acariciando el pecho y pellizcando los pezones al mismo tiempo que su esposa los suyos.
Cuando Marta empezó a bajar por su plano vientre deslizando un dedo por su ombligo yo notaba en el mío los hábiles dedos de Sonia. Delante de nosotros dejó caer la minifalda al suelo. Y en ese momento mis bermudas se deslizaban por mis muslos abajo.
Como no llevaba otra cosa mi polla durísima saltó frente a Marta.
- ¿Has visto? El chico ya venía preparado.
Para entonces Sonia ya tenía su mano rodeando el tronco de mi rabo. Mientras con la otra seguía pellizcando mi pezón. Marta se acercó a nosotros hasta pegarse a mi cuerpo. Su lengua buscó la mía esta vez en un profundo morreo.
Me tenían emparedado entre las dos y desnudo. Sonia separó su cuerpo del mío lo justo con para dejar caer su short al suelo. Así que enseguida noté su dura polla metida entre mis nalgas hacia arriba.
No pensaba quedarme quieto y dirigí mis manos a las dos preciosas y duras tetas que tenía delante. Tiré del top completamente descolocado hacia arriba y sujeté las muñecas por encima de la cabeza con el trozo de tela.
Me incliné hacia adelante para besarla, en la boca, el cuello, las tetas, las axilas. Eso hizo que mi culo quedara completamente al alcance de Sonia. Ella empezó a jugar con él. Notaba el glande pasando por toda la raja, arriba y abajo. Se insinuaba en mi ano.
- Mamá, eso me gustaría pero busca el lubricante, anda.
Menos mal que es una chica lista y lo tenía preparado sobre el mostrador justo al lado de la mano. Entre tanto yo había terminado de desnudar a Marta, lo que no me resultó muy difícil. Bastó con dejar caer la minifalda al suelo.
Ya estaba tan pegada a mí que tenía que notar mi polla apretada en su vientre. Colgada de mi cuello teníamos las lenguas enredadas como serpientes en su nido.
Un momento más tarde tenía dos dedos acariciándome el ano bien untados de lubricante y empezando a dilatarlo.
- Joder, Mami. ¡Que gusto!.
- Así, cielo, disfruta.
Marta me dijo lamiendo mi oreja.
- ¿Podrás conmigo?.
- Claro que sí, eres como una pluma. Pero depende de lo que me hagan por detrás.
Y sin más saltó sobre mis manos. La sujeté de las nalgas y la yema del dedo índice terminó justo en su ano. Siguió lamiendo mi oreja y provocándome más con sus palabras. Mientras mi glande fue abriendo los labios de la vulva hasta que mi polla terminó en su interior.
Rodeó mi cintura con sus piernas interrumpiendo el placentero trabajo que Sonia estaba haciendo. Se sostenía bien pero como yo quería más di los pasos suficientes como para apoyarla en el mostrador.
Quedo perpendicular a mi cuerpo y con mi polla clavada hasta los huevos. Además me incliné lo suficiente como para besarla y lamer los huevos. Lo que le dejó el camino libre a mi culo a ya sabemos quien.
Se arrodilló tras de mí y separó mis nalgas con las manos. El lubricante debía ser comestible por que con la primera pasada de lengua que le dio a mi ano lo dejó bien limpio y eso que acababa de ducharme en casa. A la vez que me arrancaba un fuerte gemido.
- Vamos cariño, ¡fóllame!.
Me decía Marta.
- Vamos Mami, ¡fóllame!.
Le decía yo a Sonia. Volvió a ponerme lubricante en el culo y lo puso en su polla. No tardamos en acompañarnos. Entre gemidos y suspiros de todos.
Me lamía la oreja mientras me tenía clavado hasta los huevos y me decía.
- ¡Que ganas le tenía yo a este culito!
- Y yo a tu polla Mami.
Marta tenía estiradas las piernas hasta que yo podía lamer sus pies. Me encantaban, pequeñitos, con las uñas pintadas y bien cuidados. A la vez que llegaba a acariciar su ano con un dedo.
Notaba unas manos pellizcando mis pezones y no sabía de cual de mis madres eran. Ni me importaba de hecho. Solo quería disfrutar de su amor, cariño y desde luego de sus muy deseables cuerpos. Se que Marta es multiorgásmica y se corría mucho antes y mucho más de que nosotros lo hiciéramos.
Sonia se derramó en mi interior y pocos segundos más tarde le llenaba yo el coñito a Marta. Era la perífrasis vez que excitábamos nuestro amor de esa forma y no iba a ser la última estaba claro.
- Vamos a seguir dándote mimos nene.
Se sentó en el suelo delante de mí y cuando sacaba la polla del xoxito de Marta ella se la metió en la boca. Y eso sin dejar de acariciar su propio rabo que seguía morcillón. Mi otra madre se bajó del mostrador y fue a darme un beso negro y limpiar el semen de su esposa que salía de mi ano.
Las piernas me temblaban. Solo me sostenía en pie por que ellas me ayudaban y quería seguir recibiendo las atenciones de sus boquita juguetonas. Miraba hacia abajo y podía ver la expresión perversa de mi madre mientras su lengua repasaba mi nabo y aún más abajo sus pechos moviéndose al mismo ritmo que su cabecita.
Detrás tenía a Marta recorriendo todo mi culo con su lengua o mordisqueando mis nalgas. una de sus manos había pasado entre mis muslos para acariciar mis huevos y ofrecérselos a Sonia. Hasta allí llegaba la lengua, y por todo el pubis.
Habían conseguido que mi polla volviera a ponerse dura después de dejarla bien limpia. Y estaba volviendo a excitarme tanto que estaba de nuevo al borde del orgasmo.
- Me voy a correr, mamás.
- ¿Otra vez?, cariño.
- Pues claro sois puro fuego.
Las dos se pusieron delante de mí para seguir lamiendo hasta que eyaculé en sus boquitas. Se repartían mis huevos, el tronco y el glande cruzando las lenguas sobre mis genitales. Y cuando me corrí lo hice entre ellas. Compartían mi semen en un lascivo beso al que me uní de inmediato.
Me arrodillé junto a ellas echando mano, las dos, a sus duros culos. Mi lengua se unió al baile que las suyas estaban sosteniendo juntando mi saliva a sus bocas. Notaba mi sabor en ellas.
- ¿No podíais esperar a casa? Y hacerlo en la cama.
Les pregunté cuando conseguimos separarnos. Pero sin dejar de acariciarnos derrumbados sobre la cómoda moqueta de la tienda.
- Te teníamos muchas ganas y hemos aprovechado la ocasión. Además hemos visto que Coronas te estaba calentando.
- Ya venía caliente pero es que vosotras sois unas diosas. Hace tiempo que os deseaba.
- Lo sabemos.
Estaba seguro de que alguno de nuestros culos llegaba a verse por el escaparate, pero la verdad es que me importaba un pimiento. Si alguien miraba que disfrutase.
- Deberíamos vestirnos y volver a abrir. Esta noche hablamos.
- ¿Hablamos?.
Y los tres nos echamos a reír.
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sábado, 25 de noviembre de 2023
Rejuv
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Efectos de la rejuv:
Mejora drástica del tono muscular y flexibilidad de la piel.
Recuperación de la coloración y número de cabellos, uñas etc.
Amplia recuperación de las capacidades cognitivas.
Intenso aumento de la libido.
Nunca tuve complejo de Edipo pero cuando mi abuela salio de rejuv verla así, prácticamente con el físico de una chica de mi edad me cambió en algo.
La abuela, Marta, es una matrona viuda que gobierna el clan con mano de hierro. La fortuna familiar administrada por ella le permite mantener ese control. Sobre todo si los hijos, nietos y sobrinos quieren llegar a disfrutar algún día de algo de esa ingente cantidad de dinero. Y estamos hablando de mucho dinero.
La ciencia ha perfeccionado mucho todo el proceso de rejuvenecimiento. Pero es caro, lógicamente, solo los muy muy ricos pueden permitírselo. Neuro activadores para evitar la degeneración del cerebro, hay tratamientos con nanocitos, cirugía plástica y demás opciones.
Incluso tenían la posibilidad de obtener un cambio de sexo, los millonarios viejales podían salir de allí como jovencitas sexis y ninfómanas pero millonarias. Exceptuando claro el pellizco que la clínica le daba a sus fortunas.
Lo mismo vale para el caso contrario, el de ancianitas que ganaron sus fortunas en la cama de maridos ricos. Ahora se convierten en jóvenes agraciados con pollas de caballo. Dispuestas a ser ellas las que se follen a todo lo que se mueva.
El caso de mi abuela es diferente, empiezo ya con una buena posición de salida, una antigua fortuna familiar, trabajó y tuvo suerte hasta convertirse en más rica que Creso. Así que a mí me parece bien que haga con lo que ganó lo que quiera. El abuelo fue un personaje casi indiferente, invisible y que desapareció pronto en un isla del caribe con una mulata después de dejar su semilla.
La abuela ha pedido casi todo lo que el sanatorio podía ofrecer. Desde luego salió de allí con el mismo tipo de genitales con los que había entrado pero rejuvenecidos. Esta muy orgullosa de ellos. Tenía muy claro que era mujer, una gran mujer. Eso hasta yo se lo reconozco.
Poco a poco va quedando como una tía buena, con un cuerpo aún mejor que el que tenía a sus veinte años, cuando tenía que trabajar. Todo eso ni yo ni nadie lo vio hasta el final. Tiene dinero para permitírselo.
En la publicidad no se habla abiertamente de que uno de los efectos del tratamiento es aumentar la líbido y mucho. Eso solo se comenta de boca en boca. Lo que en realidad es una ventaja.
Pero yo no tenía ni idea de eso, siempre he ido a mi aire. En cambio mi madre y su mente maquinadora sí lo sabía. Ha salido a su madre es evidente. Aunque siempre he intentado ser independiente y alejarme de los familiares, llegó un momento en que no pude librarme.
Durante el tratamiento no se permitían las visitas. Los pacientes a veces ni siquiera estaban visibles encerrados en bio cámaras del tamaño de enormes féretros. Así que recibir esa llamada de mi madre me sorprendió al principio, hasta que averigüé de donde venían los tiros.
- Marcos, la abuela sale mañana de la clínica.
- Lo sabía, tienes esa fecha marcada a fuego en el calendario. ¿En qué me afecta a mí?
- Vas a coger el Merc de tu padre e ir a recogerla.
- Oh vamos, seguro que hay muchos deseando ir.
- Por eso precisamente vas tú. El resto de los que quieren ir no saben cuándo es exactamente.
- Así que piensas conseguir ventaja. Te lo has callado. Ya veo. Pero ¿por qué no vas tú?
- Ya cariño, podría, pero seguro que a la abuela le hace más ilusión ver a un chico joven y guapo como tú ese día. Hazme ese favor, anda.
Sabía que algo maquinaba.
- No me alagues que sabes que no me lo trago. Si vas tú la abuela de lo va a oler, es muy lista.
He de admitir que le hice pedírmelo durante un buen rato antes de aceptar. Al fin y al cabo quería defender mi independencia.
Pero al fin al día siguiente me presenté a la puerta de la clínica con el lujoso suv eléctrico de mi padre. Yo usaba un viejo Toyta de segunda mano, aunque admito que era un poco por postureo.
Con mis vaqueros rotos, mi única camisa y zapas si no fuera por el coche los vigilantes me hubieran echado de allí nada más verme.
Al verla salir por la puerta no la reconocí aunque había visto fotos de ella de joven. En realidad no se parecía ni a ella misma. Igual hasta necesitaría pruebas de adn o comprobación de sus huellas dactilares.
Tan previsora como siempre se había comprado todo un vestuario nuevo antes del tratamiento. Supongo que quemaría todo lo viejo. Y eso que para su edad sería siendo una mujer muy sexy antes de entrar en la clínica, aunque no lo fuera exhibiendo.
El vestido con el que salía se ajustaba a sus nuevas curvas como si lo llevara pintado encima. Era sexi pero a la vez elegante. Parecía flotar sobre unos tacones que superaban la altura de uno de mis palmos y yo no tengo la mano pequeña precisamente.
En su rostro no quedaba ni el menor rastro de arrugas. El cuello fino y delicado hubiera podido dar envidia a una chica de diez y ocho años.
El cabello lo llevaba muy corto, incluso rapado en la nuca, las puntas eran blancas, pero por debajo las raíces parecían del rubio con con el que solían teñirla las carísimas estéticien que la atendían en su casa. Y parecía un rubio completamente natural ahora.
Le quedaba bien ese peinado a su cara ovalada de rasgos algo duros pero muy atractivos.
Más de la mitad de las tetas asomaba por el escote dejando un canalillo que nada tendría que envidiar a Suez o Panamá. Incluso se le marcaban los pezones en la fina tela. Delatando que no se había puesto sujetador.
Es una mujer a la que nunca le había visto las rodillas. Siempre vestía elegante pero no especialmente sexy, supongo que por sus años. Ahora lucía sus muslos torneados y tersos casi hasta el tanga sobre el cuero del sillón. No es muy alta, de hecho para besar su frente yo tengo que inclinarme.
Al subir al coche la falda se había subido. Y en la tela ajustada se marcaba que en efecto lo único que llevaba debajo del vestido era un reducido tanga. Por lo entallado de la prenda el vientre se notaba plano e incluso se podían notar los abdominales. Ya los tenía antes pues hacía bastante gimnasia, pero ahora parecían esculpidos en mármol.
Si me la hubiera cruzado en una discoteca sin saber quien era no le habría echado más de veinte años. Y sin dudar le hubiera tirado los trastos. Me estaba poniendo cachondo mi abuela. No podía estar más salido.
Ella sí que me reconoció a mí. Su cerebro que nunca había perdido ni un ápice de su capacidad ahora tenía más teras que el mas potente de los ordenadores del gobierno. Y no había perdido ni un pelo del filo que le caracterizaba.
En segundos tenía sentada a mi lado sobre el caro cuero del asiento a un precioso bombón. Estaba claro que el genio, el carácter y la mala uva lo había conservado.
- ¡Arranca!. ¿O te vas a quedar ahí parado mirándome las tetas con cara de pasmo?.
Me lo decía mietras miraba de reojo mi bragueta con una pícara expresión en sus bonitos ojos azules. Estaba claro a esas alturas que los vaqueros rotos intentaban ocultar sin mucho éxito, una erección cada vez más evidente.
- Claro abuela. Vámonos.
- Llévame de copas. "Cielo". Y no me llames abuela, hazlo por mi nombre Marta.
Así era como solía llamarme, cielo, no sé si se habría molestado en aprenderse mi nombre alguna vez. Y no era por que no me quisiera. Quería y cuidaba de toda la familia, creo que como si fuéramos pollitos y ella la mamá gallina. Eso sí con mano hierro.
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De copas y de compras con mi abuela.
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- A tus órdenes Marta. Pero no se sí te van a gustar los sitios por los que voy yo.
- Pues tendré que acostumbrarme. No voy a ir a sitios de viejos.
Arranqué el enorme SUV y pensando dónde podía llevarla me dirigí uno de los pubs más discretos y sencillos. Y a esa hora tan temprana estaría bastante tranquilo y no se le echarían encima un montón de babosos y por qué no, también babosas. No quería asustarla. Aunque empezaba a imaginar que esa belleza no se iba a acobardar por nada.
Era imposible no echarle un buen vistazo a los bien torneados muslos que tenía casi desnudos al completo en el asiento de al lado. No se le escapa nada.
- Mira a la calle que no quiero volver a la clínica tan pronto.
- En este tanque no nos puede pasar nada, abu... Marta.
Me corrigí a tiempo. Pero por si acaso tuve que dejar las miraditas a su estupenda anatomía para los semáforos y paradas del tráfico. Me estaba calentando con mi propia abuela, increíble. Pero por la forma en que esos dos perfectos muslos se frotaban uno contra otro yo no era el único cachondo en ese coche. Pues claro que lo veía, en cada semáforo.
Ella también me estaba echando buenos vistazos de reojo. Me había abierto la camisa, un poco por lucir mi torso trabajado y otro poco por el calor que sentía. Y por los efectos no le disgustaba lo que estaba viendo. A pesar del aire acondicionado la temperatura estaba subiendo allí dentro.
Por fin conseguí aparcar la monstruosidad no lejos del pub y como todo un caballero corrí a abrir su puerta. Evidentemente con lujuriosas intenciones. Para bajar del vehículo mi abuela separó los muslos un poco más de la cuenta dándome el precioso espectáculo del encaje de su diminuto tanga.
A poco que supiéramos de su carácter sospechaba que lo estaba haciendo completamente a posta. Sostuve su mano para ayudarla a bajar, algo que no necesitaba en absoluto y ella apretó la mía un momento más del necesario.
Se acercó a mi cuerpo clavando sus preciosos pechos nuevos en el mío y besó mi mejilla largo y húmedo.
- Gracias por todo, cariño.
- Está siendo todo un placer, Marta.
- Más de lo que pensabas, ¿verdad?.
- Mucho más.
La dejé pasar delante para poder ver al fin la grupa que le habían dejado. Si por el frente era algo espectacular, por detrás era algo digno de dioses. La rubia cabecita sobre el fino y terso cuello, la espalda moldeada, las nalgas prietas y duras apretadas una contra otra con su caminar cadencioso y al fin las largas y estilizadas piernas. No me perdí ni un detalle.
Las caras de estupefacción de los pocos clientes al ver entrar aquel monumento hubieran sido dignas de mención si no hubiera estado tan pendiente de mi abuela y me hubiera fijado en ellas. Se colgó de mi brazo para llegar hasta la barra apretando una de sus tetas contra mi bíceps.
Yo sabía que la camarera es bisexual. La había visto con chicos y chicas pero nunca había intentado ligar con ella. Además estaba con su reducido uniforme de trabajo, únicamente un microscópico short vaquero y en top less. Nos miraba entrar petrificada desde detrás del mostrador.
En ese momento era el hombre más dichoso del mundo. Eso sí, con la estaca como una piedra. Mientras pedía las copas a la camarera embobada por los evidentes encantos de mi abuela pude ver como los pocos clientes se habían quedado prendados de su figura.
La cabrona parecía que lo hacía adrede, sacaba el culo o se inclinaba ante la guapa camarera enseñándole el escote. Yo estaba algo celoso, tengo que admitirlo. Pero después de sus coqueteos siempre se giraba hacia mí y me hacía una caricia. Supongo que para mantener mi interés.
Algo que no necesitaba en absoluto. Ya me había cautivado desde que la vi acercarse al coche. No lo esperaba en absoluto pero de pronto las cosas empezaron a subir de nivel. Pegó su cuerpo al mío, cogió una de mis manos para que rodeara su estrecha cintura y me pareció que temblaba. La miré asombrado.
- Marta, ¿estás bien?.
No es que yo fuera don Juan Tenorio, pero alguna experiencia he tenido. Podía apreciar las perlas de sudor en su frente, el temblor de su pecho y los muslos muy frotándose uno contra otro. O estaba pillando la madre de todas las gripes, poco probable considerando de donde había salido, o estaba muy cachonda y apunto de tener un orgasmo.
- Mejor que hace muchos años, cariño. Todavía tendré que agradecerle a tu madre que te haya enviado.
Parecía todavía muy excitada cuando se colgó de mí cuello y metió la lengua en mi boca hasta casi alcanzar la campanilla. No me tengo por el más espabilado del mundo pero habiendo visto las señales previas correspondí al beso poniendo de mi parte todo el ansia y las ganas que llevaba acumuladas de todo el rato. Además de mis dos manos en su pétreo culo. La apreté contra mi pecho como si quisiera incrustarla en él.
- Abuela, ¿crees que esto está bien?.
- ¡Esta increíble! ¡Y llámame Marta!.
- Pero...
No me dejó terminar la frase sellando mis labios con un nuevo morreo de los que hacen época. Aproveché entonces para llevar una mano a su pecho y hacerme con una de sus tetas. El pezón parecía querer romper la tela. Aproveché para acariciarlo y retorcerlo suavemente entre dos dedos.
- Hacia mucho que no se sentía tan bien. Llévame a los sofás del fondo.
Era ella la que mandaba. Así que cogí su manita para guiarla hasta el final del local. A esa temprana hora solo otra pareja, dos chicos, se hacía arrumacos muy juntos en un sillón. Me dio un empujón que me hizo sentarme de golpe sobre los cojines.
Se subió sobre mis muslos a caballito. Mirándome de frente y directo a mis ojos. Yo podía perderme en esa mirada profunda y lasciva. No perdió un momento más y volvió a meter la lengua en mi boca.
Yo agarré su prieto culo con las manos que se deslizaron solas por debajo de la cortísima falda. No se que habrían hecho con su piel pero aquello era lo más suave que había tocado nunca. A la vez que duro y firme.
Con el dedo índice alcanzaba el ano por debajo del fino cordón de su prenda. El gemido que estaba a punto de soltar hizo que su lengua entrara más en mi boca a la vez que su abundante saliva.
Volvió a coger mi mano para llevar uno de mis dedos entre sus labios y ensalivarlo. Al oído mientras empezaba a lamer mi oreja me dijo:
- Sigue, mételo.
- A tus órdenes, preciosa.
Alagarla no me vendría mal. Los jugos que fluían de su xoxito habían calado el tanga y empezaban a humedecer mis panaderas. Justo donde mi durisima polla hacia presión en los labios de su vulva.
Como seguía lamiendo mi oreja y todo el lateral de mi cara tenía a la vista a nuestros vecinos. Ver como uno de ellos le sacaba la polla al otro y lo pajeaba suave la animó a seguir. Por entonces yo había metido la mano por dentro del tanga. Ya estaba abriendo su coñito con dos dedos y buscaba el clítoris.
Un escalofrío de placer recorrió su cuerpecito que temblaba sobre mis muslos. Pensé que se había corrido. Ella misma se abrió el escote, lo que no le costó nada por como estaba hecho el vestido, sacando las tetas a tomar el aire.
- Cómetelas.
Parece que cada cosa que le hacía le entusiasmaba. Al pasar la lengua por sus pezones sus gemidos llegaron a ser audibles para la otra pareja que nos sonreía.
- Quiero que me folles. Cariño. Quiero tu rabo.
- Sácamela. Es toda tuya, abu.
En ese momento no le molestó que volviera a recurrir a nuestro parentesco. Puede que hasta le diera más morbo. Metió una mano entre sus muslos buscando mi pubis. Con los nuevos tejidos y cierres de la ropa apenas tuvo que tirar de un broche para que mis pantalones y ropa interior se abrieran. La polla saltó sola hasta que el glande rozó el pequeño trozo de tela mojado que tapaba su coño.
Aparté el tanga y ella misma bajó la cadera. El glande fue abriendo los labios de la vulva y entrando en su ardiente interior. Otro fuerte suspiro alagó mi oído. Parece que no había perdido práctica con los años.
Por encima de su hombro podía ver como la camarera no pedía detalle. Nos miraba, a las dos parejas, con los ojos como platos y se pellizcaba un pezón. Podía ver el culo perfecto de mi abuela por que tenía el vestido recogido en la cintura. Aunque mis manos tapaban parte, yo le agarraba las nalgas de vez en cuando.
Marta se movía despacio, subiendo y bajando sobre mis muslos sin prisa. Sentía cada penetración larga y suave. Un horno húmedo que asprisionaba mi verga. Por supuesto mi boca no había abandonado sus tetas y besaba y lamia sus duros pezones. Apenas pude entender entre sus gemidos sus frases entrecortadas.
- No recuerdo haber tenido tantos orgasmos seguidos. Me encanta cielo, tu polla me viene como un guante.
Ella también pellizcaba mis pezones. O pasaba una mano por su espalda hasta alcanzar mis huevos y acariciarlos. Parecía magia como ella era capaz de excitarme y a la vez retrasar mi orgasmo para conseguir su propio placer. Paraba cuando yo estaba a punto de correrme y luego aceleraba y volvía a ponerme a punto del climax.
A nuestro lado uno de los dos chicos se había arrodillado entre los muslos del otro para comerle la polla. Aún así ambos giraban la cabeza a menudo para mirar la sensualidad de mi abuela. También la camarera con una mano entre sus propios muslos, la otra amasando una de sus tetas, los ojos vidriosos y los bonitos labios entreabiertos estaba cerca de su propio orgasmo.
Marta con una última fuerte convulsión de derramó sobre mí hombro respirando con fuerza. Podía notar el movimiento de su pecho intentando hacerse con aire apoyado en el mío. Sus labios aún podían recorrer mi cuello y su lengua lasciva humedecía mi piel.
Con un elegante movimiento bajó la falda y el vestido quedó tan arreglado como si acabara de salir de la caja. Se cerró el escote ocultando el precioso espectáculo de sus tetas a mis ojos y a los de todos los demás que estaban a nuestro alrededor. Aún así no estaba satisfecha. Ni yo me había corrido. Aunque tenía mi polla, huevos y todo el pubis mojado con sus jugos.
Así que se inclinó y empezó a deslizar su lengua juguetona por el glande. Ese fue el comienzo, pero siguió por el tronco, los testículos, mis muslos, la parte baja del vientre. Esa lengua me estaba volviendo loco. Recogía su propia humedad de mi piel be nuevos escalofríos de placer. Y al fin cuando volvía a tenerme a punto de la corrida se metió el capullo en la boca y dedico una mano a pajear el rabo y la otra a acariciar los huevos.
No dejó caer ni una gota de mi semen. Todo quedó en su boca y para terminar se pasó la lengua por los labios en un gesto completamente obsceno. También le guiñó un ojo a la camarera que se había corrido. Luego buscó mi boca para besarme con mi sabor en la lengua. Correspondí al beso con todas mis ganas, toda la lengua y mucha saliva.
Por fin, con ella más tranquila, conseguimos hablar.
- No te comas la cabeza cariño. Me ha encantado follar contigo y espero que lo repitamos. Te confieso que estás siendo uno de mis mejores amantes y he tenido unos cuantos.
Y lo decía tan tranquila, sin alterar el gesto lo más mínimo. Aunque yo tenía que admitir que había sido el mejor polvo de mi vida, de lejos, y eso que había tenido unos cuantos. Incluso con los mirones a nuestro alrededor o puede que ellos también ayudarán al morbo.
- Pero. ¿Ha sido por la rejuv?.
- Supongo que algo ha influido, pero desde luego me apetecía mucho pillar un chico joven tan guapo como tú. Debes tener una buena genética jejeje.
- Gracias, Marta. Desde luego eres una maravilla. Creo que me apetece mucho conocer mejor a mi abuela. Te he tenido muy descuidada.
- Yo también quiero conocer mejor al pervertidos preferido de mi nieto. Al menos a juzgar por estos sitios a los que vienes. Igual aún día podríamos invitar a la camarera o alguna otra amiga o amigo tuyo.
- Y a mí me tienes que contar más cosas de esos amantes y aventuras tuyas. Además ¿Así que también te gustan las mujeres?.
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Aventuras de la abuela en el mar arábigo con las mujeres del jeque. Follando con todo el harén.
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sábado, 21 de octubre de 2023
Trio con el compañero de trabajo.
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Una mañana de diario de mucho calor descansaba en el trabajo y decidí acercarme a la playa. En mi sitio preferido, el punto medio, entre dos pueblos. Al que se llega por un estrecho camino desde el aparcamiento. Apenas había gente y lo prefiero así. Poder relajarme y pasar un rato conmigo mismo, relajado de descanso.
Aquellos tres chicos me estaban estropeando el rato zen. Llegaron en tres pequeñas y ruidosas motos, ciclomotores, que aparcaron al lado de mi todo terreno. Y de inmediato se apropiaron de la tranquilidad del lugar. Hasta ese momento había estado completamente solo, no se veía a nadie en la playa.
Tampoco me molestaba mucho. Al librarse de sus ropas dejaron a la vista tres bellos cuerpos delgados fibrados, muy sexis, apenas cubiertos por sus microscópicos bañadores tipo slip. Casualidad, el que yo me había puesto pensando que iba a estar casi solo era del mismo tipo, muy reducido y ajustado.
Apoyado en los codos, el torso erguido para no perderme ni un detalle del bello espectáculo que me estaban dando. Oía la música que habían puesto en uno de sus móviles a todo volumen.
Me estaba gustando verlos moverse, jugar entre ellos, divertirse, tocándose sin complejos. Tanto me estaba gustando que pronto me excité y mi polla empezó a marcarse en la escasa tela que la cubría. No hice nada por ocultarlo desde luego. Si les molestaba que no miraran, al fin y al cabo ellos habían terminado con la paz de ese tramo de playa.
Evidentemente no les ofendía, las suyas, las pollas, con sus roces y toqueteos estaban tomando consistencia también, lo que no sólo no se molestaban en ocultar sino que las lucían orgullosos.
Me miraban de reojo y no parecía que les molestara mi presencia. Cuchicheaban entre ellos de vez en cuando. Hasta que el mas rubio y con la piel mas blanca se acercó a mí con lo que a esas alturas parecía fingida timidez, después de lo que les estaba viendo hacer.
-¿Te apetece jugar con nosotros?. Así podemos hacer dos parejas. Me llamo Daniel.
Me propuso. Le contesté con la misma timidez fingida pues en realidad tenía muchas ganas de "jugar"con los tres.
- Yo soy Javi pero... ¿No seré muy mayor para "jugar"con vosotros?
- Pues claro que no. Parece que estas muy bueno y en forma. ¡Anímate!.
- Vale vale, ¿seguimos con la pelota? O ¿queréis hacer otra cosa?
- Podemos jugar en el agua, luchas de caballitos o algo así por que contigo somos pares.
- Sí que me apetece mojarme.
Contesté con mi mejor y mas lasciva sonrisa. Mientras hablábamos nos íbamos acercando a sus amigos que escuchaban sonriendo la conversación llena de dobles sentidos. Y que a la vez miraban mi cuerpo depilado con lo que parecía aprobación.
Otro de ellos, moreno de piel, se puso a mi lado casi rozándome mientras bajábamos por la arena hacia el agua.
- Yo soy Mario, me dijo.
- Y yo Alex dijo el último de ellos.
El rubio se fue con el tercero y le cogió de la cintura pegándose a su cuerpo mientras caminaban. Un gesto muy cariñoso que me llamó la atención y me gusto ver.
- ¡Al agua patos!
Entraron en el agua delante de Mario y de mí parecía sin preocuparse de lo que yo podía pensar. Se fueron internado hasta que el agua les cubrió hasta la cintura. Les tiramos agua encima y ellos pudimos oír su risa cristalina.
- ¡Cogeme!
Cuando el agua me llegaba por encima de las rodillas Mario saltó sobre mi espalda. Como me había avisado pude sujetar sus muslos, muy cerca de sus duras nalgas. Mientras él se sujetaba a mi cuello. Notaba en la espalda todo pecho y su paquete justo sobre mis riñones.
Seguimos acercándonos a los otros dos que nos miraban con una sonrisa. Aquellos chicos no tenían muchos complejos.
- Parece que ya habéis decidido. Alex súbete tú.
De un salto se subió a su espalda. Yo podía ver como Dani le sujetaba directamente del culo. Poniendo sus manos en las nalgas. A su vez Alex le susurraba algo que no entendí, al oído, lamiendo su oreja.
Entré más adentro en el mar para que no nos hiciéramos daño si nos caíamos. El agua ya me llegaba por la cintura y estábamos muy cerca de la otra pareja. En vez de intentar tirarnos empujando lo que hicieron los dos jinetes fue agarrarse y acercarnos más a todos.
Así que quedé pegado al cuerpo de Dani. No podía usar las manos pero nuestras pieles se frotaban. Torso con torso, hasta las pollas se tocaban en algunos momentos y desde luego nuestros rostros.
Creí notar los labios del guapo chico que tenía enfrente buscando los míos. Pero solo fue un momento hasta que los jinetes nos obligaron a separarnos.
En ese momento tropecé con algo y los dos nos vamos al agua en un revoltijo de miembros. Si antes me había rozado con Dani ahora lo estaba haciendo con Mario que no parecía tener ninguna intención de separarse de mí. De hecho me sujetaba con más fuerza, lo que me obligaba a mí a tocar su pecho y vientre y a sujetar a su cadera.
Tanto fue así que cuando conseguimos ponernos de pie la polla y los huevos del chico se habían salido del pequeño bañador y se mostraban orgullosos a nuestra vista. El mío también se había movido y me había dejado medio culo, bueno no al aire pues estaba en el agua, sino ante la vista de los demás.
A nadie pareció importarle. En más Dani y Alex se bajaron un poco la lycra que apenas los tapaba hasta enseñar los pubis depilados hasta la raíz de los rabos y tanto culo como yo.
- Así nos broncearemos más.
No se quién lo dijo pero estuve de acuerdo de inmediato. Miré hacia la orilla y no se distinguía a nadie en toda la extensión de arena que podíamos ver. Estábamos solos.
Mario y Alex se había acercado mientras tanto y se habían cogido de la cintura. Sus cuerpos estaban pegados. Creo que una mano ya estaba tocando nalga.
Dani se me acercó por detrás y se pegó a mí. Notaba su pene duro rozando mis nalgas y sus brazos rodeándome la cintura.
- ¿A qué son guapos?
Dijo en mi oído rozando la oreja con sus labios.
- Mucho, tanto como tú.
- Para esto podíamos desnudarnos del todo.
- Pues tienes razón, nadie va a vernos.
Uno a uno nos fuimos sacando los bañadores y arrojándolos a la arena cerca de las toallas. Todos depilados y con las pollas duras. Dani no se había separado de mí más que lo justo para quitarse el slip y pronto volví a notar su glande esta vez rozando mis nalgas sin nada que los separara.
Eché la mano atrás y sujeté su culo pegándolo más a mi cuerpo. Empecé a notar sus labios y lengua recorriendo suaves mi cuello y hombro. Mientras Alex y Mario habían empezado a besarse y chupar la lengua del otro.
- Acércate. Nos están esperando.
No tuvo que empujarme mucho. Sin prisa me fui acercando sin perderme nada del espectáculo. Dani no se despegaba de mí ni un milímetro. Cuando estaba a su lado estiraron los brazos para unirnos a ellos.
- ¡Ya era hora!.
Estaba en el medio de tres hermosos muchachos que parecían desearme. Notaba sus manos por todo mi cuerpo. Acariciando toda mi piel. Separando curiosos mis nalgas para deslizar un dedo por el ano.
- Nos ha encantado encontrarte. Ya creíamos que nos íbamos a tener que divertir solos.
- Me imagino que no os hubiera importado mucho. Con lo buenos que estáis.
- Pero siempre es más divertido con más gente.
Y en ese momento alguien metió la lengua en mi boca buscando la campanilla. Parecía que la notaba en todas partes, en el paladar, por las encías, cruzándose con mi lengua. Vaya si el chico sabía besar.
A la vez ya tenía una mano acariciando mis huevos depilados y suaves. O subiendo por el tronco de la polla. Mis manos se podían en dos durísimos culos que me permitían incluso llegar con el dedo índice a los anos y jugar con ellos. Lubricados por el agua de mar pude meter por allí hasta la primera falange.
Aquello ya era una orgía en toda regla. Tan pegados estábamos que no hubiera cabido entre nuestros cuerpos ni una cuchilla de afeitar. Toda una confusión de manos y bocas allí donde podíamos alcanzar. Empezaron a oírse los gemidos y suspiros de los cuatro.
Dani era el que seguía a mi espalda y pasaba su polla entre mis nalgas. Sin buscar penetrarme, todavía, pero apretándola en mi raja. Seguía besando mis hombros, nuca y cuello y me lamía las orejas.
- Me encanta tu culo duro. No hacía más que mirarlo haber un rato cuando tomabas el sol boca abajo.
Otra polla se había acercado a la mia, la de Alex y la mano de Mario agarró las dos, pajeándolas juntas. El moreno seguía dándome lengua y saliva y su amigo lamía su cuello. Se iba inclinando para chupar sus pezones lo que le obligaba a separarse un poco de mí.
- Que rabos más ricos.
Así Alex tenía también mi pecho y pezones para mordisquear. Seguía bajando lamiendo la piel de nuestros vientres y metiendo la lengua en nuestros ombligos. Se tomaba su tiempo para llegar a las pollas lo que lo hacía morboso y placentero.
- Me las voy a comer enteritas.
Las dos pollas estaban tan duras que salían del nivel del agua. Asomando los glandes. Aunque pronto desaparecieron dentro de la boca de Alex. Nos chupaba los rabos de forma alternativa mientras nos acariciaba un pezón a cada uno.
Detrás de mí Mario tenía su polla bien encajada en la raja de mi culo haya que empezó a buscar más. Separaba mis nalgas con sus manos y comenzó a acariciar el ano con un dedo.
Me incliné un poco hacia adelante buscando los labios de Dani para besarlo y darle lengua. Eso lo aprovechó Mario para arrodillarse detrás de mí y hacerme un beso negro.
Se me escapó un gemido de placer ahogado por los labios y lengua que tenía en mi boca. Notaba su lengua insistente en mi ano.
- Vamos fóllame.
Me incliné más. El único lubricante que había allí era el agua del mar. Tendría que valer. Su glande empezó a abrirse paso en mi interior mientras mi polla era exprimida por la boca del otro muchacho. Y recibía en la mía uno de los besos más lascivos que me habían dado nunca. Estaba en la gloria.
Para que no se secara mi culo tenía que sacar la polla casi del todo. Dejar que se mojara y volver a meterla. Lo hacía despacio con lo que yo notaba cada empujón.
Dani al oído me decía
- Quiero que me folles.
- Descuida, te tengo muchas ganas.
Con un fuerte gemido Mario me llenó el culo de semen. Yo, con tanto estímulo intentaba no correrme por todos los medios posibles. Sabía que en cuanto metiera el rabo en caliente me derramaría como un adolescente.
Pero suponía que no importaba. Allí todos estábamos muy cachondos. Cuando Mario salió de mi culo Dani me arrastró de la mano un poco mas fuera del mar, donde se arrodilló y se puso a cuatro patas esperándome. Yo me arrodillé tras él entre sus piernas.
- Ahora es mi turno. Quiero tu polla.
Quería ser suave y dulce y dejar que mi polla se tranquilizara un tanto. Así que empecé besando su espalda y bajando por ella hasta el prieto culo. Buscaba cómemelo, como me habían hecho a mí. Tenía ganas de lamer ese ano prieto. No me privé y durante un rato estuve intentando follarlo con mi lengua.
- No tengas prisa. Te lo quiero comer antes.
A nuestro lado Alex tumbado en la arena de besaba lascivo con Mario que estaba sobre él. Le rodeaba la cintura con sus piernas como si no quisiera que se le escapase. Las olas a veces los cubrían hasta casi las cabezas.
- ¡Cabálgame! Te voy a dar mi rabo.
El que mantenía el pene duro de ese dúo era Alex y pronto Mario fue subiendo hasta que se abrió el culo. En cuclillas empezó a bajar y pronto tuvo la polla de su amigo dentro.
Para entonces yo ya había arrimado el glande al ano que me esperaba. Sujeté su cadera con las manos y empecé a clavarle. Apoyado en los antebrazos Dani gemía y suspiraba. Su placer era evidente. Las olas también nos mojaban con su ritmo, pero eso me refrescaba un poco haciendo que no me corriera tan pronto.
- ¡Que bueno! ¡Que polla! Tenéis que probarla chicos.
Todos manteníamos un ritmo tranquilo y acompasado, sonriéndonos unos a otros. Al final a todos nos fue llegando el orgasmo. Nos dejamos caer en el agua que se fue llevando el semen dejándonos limpios, frescos y con la piel con sabor a sal.
- ¿Tomamos el sol un rato y descansamos?
- Me parece una buena idea.
Volvimos a las toallas después de recoger los bañadores y quitarles un poco la arena en el agua. Seguiamos solos así que no hacía falta que nos los pusiéramos.
Mezclados, nos empezamos a poner protector solar unos a otros. Aprovechando así para seguir sobándonos y acariciándonos. También besábamos la boca que nos pillaba más cerca.
Ellos me contaron que comenzaron a follar al poco de empezar a hacerse pajas. Eran amigos de toda la vida y estaba muy claro que sabían disfrutar juntos.
- Podéis venir a mi casa cuando os apetezca seguir follando y tengáis otro sitio.
- Nos gustaría pero solo estamos de vacaciones. nos vamos en unos días.
- Bueno, me ha encantado estar con vosotros. Si estos días queréis repetir ya sabéis.
- ¿Te rindes tan pronto? Yo vuelvo a tener la polla dura y estos también.
- A mi también me habéis vuelto a poner cachondo.
Todos estábamos preparados para una segunda vuelta. Esta vez sobre las toallas. Alex quiso probar mi rabo y se subió sobre mi cadera para cabalgarme. Dani se sentó en mi cara, tenía ganas de probar el semen de al menos uno de ellos en mi boca y sujeté su cara para que no se fuera hasta correrse.
Chupé sus huevos y culo, desde luego su polla hasta lo más profundo que pude. Mientras notaba como un culo estrecho apretaba mi rabo. Mario no se había separado mucho y le daba su nabo a lamer a Dani.
Yo me corrí en el culo que me estaba montando. Cuando Mario y Dani se iban a correr los dos pusieron sus glandes en mi boca dejando toda su lefa en mi lengua. Después se inclinaron para besarme y de forma alternativa compartir su propia lefa.
Eran unos chicos muy morbosos, mientras duraron sus vacaciones nos vimos algunas veces más. Incluso en mi casa se pudieron quedar algunas noches. No hemos podido vernos más veces aunque mantenemos en contacto por Internet.
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miércoles, 4 de octubre de 2023
Túnel dimensional, Mesopotamia
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"Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia"
Tercera ley de Clarke.
El túnel al multiverso es una tecnología desconocida y aún incontrolada. Los científicos no se ponen de acuerdo en sus bases teóricas. Pero sus efectos son bien conocidos en la institución que lo estudia. Gracias a los informes de los conejillos de Indias, ups, perdón, las personas que lo cruzan con destinos inesperados. Otras épocas, lugares e incluso mundos de fantasía, de novela o de cine.
Esta colección de extractos de esos informes hace hincapié en las vivencias más eróticas de la protagonista narradas por ella misma.
¡Oh! Mierda es lo único que pude pensar cuando salí al otro lado del túnel. Esta vez si que alguien o algo la había cagado y mucho.
Estaba completamente desnuda encima de un altar rodeada por una multitud vestida a medias con algún tipo de burdas túnicas y taparrabos. En el medio de una gran plaza en una aldea o ciudad hecha de adobe y techos de cañizo.
Desde donde estaba no podía distinguir el tamaño real de la población. Pero por el número de la multitud no podía ser pequeña.
Las caras de espanto y sorpresa de las gentes de alrededor al verme aparecer entre los fuegos artificiales del túnel ocultaron mi sorpresa el tiempo suficiente para que me hiciera una idea de la situación. A estas alturas ya era bastante rápida identificando el lío en el que estaba metída cada vez.
La ciudad, por llamar de alguna forma a aquel conjunto de chozas, era muy primitiva a juzgar por mis escasos conocimientos de arqueología. Me daba pocas indicaciones sobre el lugar y el tiempo. Podía encontrarme en algún lugar de oriente medio o Anatolia, el creciente fértil. O puede que en época babilónica o Mesopotamia. Por lo que sabia en ese primer momento incluso Mesoamérica era una opción, solo si por allí había maiz claro.
Las estatuas de los dioses que flanqueaban el ara, una forma femenina y otra masculina estilizadas con los atributos sexuales muy potenciados tampoco es que me dieran muchas pistas. No había toros alados ni otras deidades que yo pudiera reconocer.
Mi primera intención fue salir corriendo en pelota picada y esconderme en algún rincón, pero con tal afluencia de fieles eso hubiera sido imposible. Me decidí por la segunda opción, ocupar el papelón de diosa que el túnel en su infinita sabiduría me había atribuido.
El sacerdote situado a dos pasos de mi y postrado por el terror de ver a su divinidad encarnada de repente, tenía unas anchas espaldas, una lacia melena negra y un un culo duro y bien formado que su escaso taparrabos me permitía ver. El tipo no estaba mal del todo, para ser un ejemplar del neolítico. Nunca llegué a quedarme con su nombre.
Entre la multitud algunas bellas muchachas apenas vestidas y algunos jóvenes que lucían agradables y musculosos cuerpos prometían algunos placeres mayores de los que la primera impresión daba. La verdad es que parecían gentes bien alimentadas y felices. Si de verdad estaba en el creciente fértil no debería extrañarme mucho.
Todo lo majestuosa que pude estando en pelota picada bajé del altar intentando no caerme en el irregular suelo de losas de piedra. Para impresionar a mis nuevos fieles proyectando la voz todo lo que pude me lancé a relatar todas las poesías que recordaba por orden cronológico.
De los romances que recordaba del instituto a Espronceda y Machado pasando por Bécquer. Segura de que no me iban a entender ni jota pues ellos hablarían algún arcaico dialecto del arameo.
Parecieron bastante impresionados con mi discurso pero he de admitir que ya estaban bastante asustados por mi espectacular aparición.
Desnuda como estaba, pero eso sí muy regia, conseguí atraer la atención del sacerdote y lograr que me escoltara al interior del templo. El tipo era bastante joven y atractivo, aunque no fuera información, algo podía sacar de él en esos primeros momentos aprovechando su estupefacción.
La construcción no era algo complicado, solo un rectángulo de piedra no muy bien tallada techado con madera. Amontonados junto a grandes vasijas de barro con grano, aceite y vino había otros tesoros como telas y tapices de seda y lino, probablemente lo mas fino que sus artesanos podían trabajar.
Incluso sobre una mesa algunas joyas y estatuillas de oro relucían a la luz de minúsculas lámparas de aceite. El local parecía tener funciones tanto de lugar de culto como de almacén de distribución para la comunidad.
Pero me di por conforme con tener un lugar discreto donde poder arrancarle al fulano el taparrabos y eso sí muy mayestáticamente, cabalgarlo sobre unos sacos de cereal hasta que se corrió para ganarme su apoyo incondicional.
No es que me importe que me vean follar. A todo se acostumbra una en esos viajes y el exhibicionismo es un placer como cualquier otro. No habría sido la primera vez que lo hacia en público. Ni en sitios más incómodos que un ara de piedra en medio de una plaza. Pero en aquel momento pensé que su diosa debía mantener cierto misterio.
La cara de alucinado que ponía por compartir los atributos de la divinidad habría merecido inmortalizarla en video pero no tenía como. Sinceramente el fulano aquel no parecía muy espabilado. Lo que en realidad me convenía si quería mantener mi papel.
No es que follando tuviera una gran técnica, pero como yo hice la mayor parte del trabajo no importó. Ya mejoraría con la practica. No se atrevió ni a tocar mis divinos senos. Y eso que me hubieran venido bien algunas caricias. Pero eso ya lo conseguiría.
Lo del depilado integral puede parecer raro, al fin y al cabo la mayoría de los víajes son a épocas y culturas en las que no existe esa costumbre o es técnicamente imposible que lo hagan aunque quisieran. Pero todo tiene su explicación. Aunque la organización me ha vacunado contra prácticamente cualquier cosa que pudiera pillar en esos viajes no hay forma de inmunizarse contra las ladillas, pulgas y bichejos similares. Y ya volví una vez con una importante cantidad de piojos, como para querer repetir la experiencia.
Lo primero que hice tras todo ese chusco episodio fue asegurarme los servicios de los jóvenes mas guapos y fuertes y de las chicas mas bonitas que pude encontrar. Después de hacer que se bañaran, dos o tres veces, por supuesto. Conseguí su fidelidad incondicional por el mismo medio que la del sacerdote.
Cuando una supuesta diosa te come el coño o la polla y te saca un par de orgasmos no hay forma de discutir. Pero mientras ellos no me llevaran la contraria estaba dispuesta a pasarlo bien con mi séquito. Y hacerles disfrutar a ellos.
La muchacha más linda de la aldea no se despegaba de mí. Era una belleza morena de ojos negros. La más valiente, fue la única que se atrevió a corresponder a mis atenciones sin miedo y sin cortarse un pelo. Además de valiente lista, cuando me fui de allí pensaba que era la única que se había dado cuenta de todo el montaje. Se hacía llamar Nadesh.
Con los nombres he intentado hacer una transcripción fonética lo más cercana posible a la pronunciación que ellos tenían. Pero no sé si he conseguido captar todos los matices. Solo conseguí aprender como un centenar de palabras del idioma. Pero con la infatigable escolta de Nadesh no me hizo falta mucho más. Ella atendía todas mis necesidades.
Cuando me la llevé al interior del templo y empecé a besarla un segundo después tenía su lengua dentro de mi boca. Aprendía rápido o puede que ya hubiera practicado con una amiga anteriormente. El caso es que con bastante reverencia me ayudó a librarme de la trasparente túnica de lino que llevaba puesta.
Creo que esa primera vez todavía pensaba en mí como en un ser sobrenatural. No tuve que pedirle nada. Aunque tampoco hubiera podido hacerlo más que con mímica. Ella solita empezó a besar y lamer mi piel, suave, despacio y lasciva. Del cuello y los hombros pasó a mis tetas.
Sabía como comer unos pezones, así que aquel no era su primer rodeo. ¿Esa chica era bisexual? O ¿estaba aprovechando mi presencia para satisfacer un gusto exclusivo por las mujeres?. Según fui conociendo más su cultura resultó que todos eran en mayor o menor medida bisexuales.
La lengua juguetona en mi vientre me hacía cosquillas. Pareció sorprenderse cuando llegó por fin a mi depillado y limpio pubis. Murmuró algo en su lengua sobre la que no aún no tenía tanto dominio como para entenderlo. Y sin más dilaciones clavo la húmeda entre mis labios buscando el clítoris.
La gente que pasaba cerca del recinto tuvo que oír mis jadeos y gritos y me importó un higo. En segundos me había conseguido el primer orgasmo de la tarde, al que siguieron muchas corridas. Parecía que Nadesh tenía sed de mis jugos. Pero ni siquiera se conformó. Clavó la lengua en mi ano y siguió hasta los pies.
Tenía que corresponder, desde luego que no se trataba de devolver el favor sino de que estaba deseando comermela. Volví a besar sus sensuales labios. Acariciaba su cuerpo con suavidad, la piel fina era como de melocotón. Cuando llegué a su coñito estaba chorreando. Tenía dos dedos pringados de su jugo y, lasciva se los llevó a la boca. No me daba descanso se puso a chuparlos como si fueran una polla.
Visto que si no me ponía firme me estaba comiendo el terreno. La tumbé sobre el lecho improvisado y separé sus torneados muslos. Me comí ese bollito hasta que le conseguí media docena de orgasmos. Le di la vuelta y le estuve lamiendo el culo hasta que se corrió otras seis veces. Parece que con eso se tranquilizó bastante.
Pero así fue como conseguí mi mejor adepta. No se despegaba de mí ni siquiera cuando estaba follando con otras personas. Así despertó mi vena exhibicionista en aquel lejano pasado. Desde luego también solía participar.
Pensando en que me iba a pasar una temporada entre neolíticos tuve que habilitar el templo como mi residencia habitual, lo que no fue un gran problema.
Apenas con reordenar los enseres que ya había allí me hice con un sitio cómodo donde vivir los días que pasara en ese primitivo lugar. Las enormes estatuas no molestaban mucho. Alfombras finamente tejidas, sedas, linos, formaron un lecho cómodo donde poder follar con mis fieles.
Fue Nadesh la que me presentó a otro de mis principales seguidores. Como todavía no había conseguido captar los matices más sutiles del arameo nunca llegué a saber si se trataba de su primo o hermanastro. Desde luego eran familia. Pero tenía muy claro que esos dos se llevaban demasiado bien incluso antes de mi llegada.
Aakeem era un mozo que me sacaba a mi casi diez centímetros y yo era la más alta de por allí hasta que apareció él. Una impresionante colección de músculos rodeando unos huesos muy bien formados. No en vano era de la familia de Nadesh.
Al principio se ofreció como guardaespaldas aunque por allí nadie parecía querer hacerme daño. Todos estaban muy impresionados con mi aparición entre luces y ruidos extraños como para pensar en otra cosa que adorarme. Aún así se pasó un par de días siguiéndome armado con un garrote capaz de disuadir a cualquiera con malas intenciones.
Aakeem pronto pasó a ser más íntimo. Era evidente el deseo que se veía en sus ojos cada vez que me miraba. Nadesh no tenía celos sino que le divertía tener a su familiar pendiente hasta de mis más mínimos deseos.
Ya me miraba con ojos de cordero degollado aún antes de acariciar su agraciado rostro. Solo tuve que recorrer su barbilla con la yema de los dedos para que viniera detrás de mí al fondo del templo. Ella nos seguía con una sonrisa lasciva dispuesta a librarse de su fina túnica a la primera provocación.
Le había instruido bien. El chico estaba bien limpio. Puede que ella misma le hubiera lavado, fregado y untado sus duros músculos con aceite aromático. El taparrabos cayó sobre mis alfombras con un leve tirón.
Aakeem estaba bien armado, lástima de la poblada mata de pelo negro que rodeaba la base y cubría los testículos. La polla en sí recta, sin circuncidar y con las venas marcadas era de las más bonitas que había visto.
Nadesh tuvo que darle un último empujón, literalmente, que lo arrojó en mis brazos. Mientras ella dejaba caer su túnica al lado del taparrabos de su hermanastro. Agarré las nalgas del chico que parecían talladas en la misma piedra de sus estatuas. Ella se pegó a su espalda atrapando mis manos con su pubis.
- Desnúdame.
Aún teniendo a Aakeem entre las dos soltó el broche de mi túnica que se deslizó al suelo solo con un suspiro de telas ligeras. El mozo no sabía donde mirar ni donde poner las manos, así que las notaba por toda mi piel.
Su polla dura como una piedra estaba atrapada entre nuestros cuerpos. Yo podía notar el glande casi entre mis tetas. Así que una cubana era una buena opción. Solo con inclinarme un poco me la puse entre los pechos y Nadesh se ocupó de apretarlos. Suavemente empecé a moverme. No quería que se corriera pronto. Tenía que disfrutar del chico.
Con la lengua y los labios alcanzaba el glande. Parecía que disfrutaba de esas caricias. Su hermana se estaba frotando con la espalda. La duras tetas clavadas en sus riñones, pero claro que no se conformó. Fue bajando lamiendo y besando por la línea de la columna, por los dorsales hasta mordisquear las pétreas nalgas.
Mientras yo le chupaba los huevos ella le abrió el culo y empezó a buscar el ano con su lengua de viciosa. Eso le puso la polla aún más dura por la que subí con mi lengua hasta meterme el glande en la boca como un caramelo, enorme y muy duro. Entre las dos le estábamos haciendo gemir y jadear.
Desde luego no quería que se corriera sin metérmela. Así que lo tumbé en mi improvisado lecho y me subí sobre él para cabalgarlo. Nadesh no pensaba perderse su parte así que puso su coñito sobre la cara de Aakeem que de inmediato se puso a comerlo.
- ¡Oh! Mi diosa.
La chica se agarró a mis tetas como si fueran un flotador en un mar embravecido a la vez que buscaba mi boca con la misma ansia que la primera vez que nos besamos. Su lengua entró en mi boca compartiendo nuestras salivas.
Ya no paré de mover la cadera hasta que el chico se corrió en mi interior. Yo ya había tenido mis orgasmos y seguro que Nadesh también. Menos mal que llevo un Diu. No me hubiera gustado volver embarazada de un chico del neolítico por muy bueno que estuviera.
Esos dos eran un par de pervertidos. Los días que estuve en aquella ciudad fueron los encargados de traerle a su diosa los mejores ejemplares para follar y disfrutar. Menos mal que las paredes no hablan por si algún arqueólogo ha encontrado los restos de ese templo.
Luego pude mejorar algo la vida de aquellas gentes sin gran esfuerzo y eso sin introducir técnicas demasiado modernas. Empezando por la higiene, construyeron, siguiendo mis instrucciones, unos baños primitivos pero prácticos.
Unas tablillas de barro o cera sirvieron para enseñarles una forma sencilla de escritura cuneiforme y mejorar sus matemáticas. Y hasta conseguí variar un poco sus limitadas recetas de cocina.
Algo de ayuda con el sistema de riego y la invención de un carro algo más efectivo que los pesados armatostes de que ellos disponían. Cosas prácticas, todas ellas surgieron en ese periodo de la historia y en esa zona geográfica.
Buena cagada habría montado si en realidad estuviera en América y les hubiera enseñado el uso de la rueda. Vale, no había maiz por ninguna parte, solo trigo, cebada, centeno, lino y avena, además de un montón de caballos, burros y mulas.
Aunque suponía que el tunel no me permiría fastidiar demasiado la continuidad espacio temporal, pero eso no era mas que una hipotesis. En otras épocas y con otros personajes históricos nada parecía haber cambiado cuando volvía a casa y a mi época.
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domingo, 17 de septiembre de 2023
Topicazos, fiesta de pijamas
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Hermana que vuelve de marcha y al volver a casa pilla a su hermana bollera de fiesta de pijamas con sus amigas.
Mi hermana, Silvia, quería organizar una fiesta de pijamas con sus dos mejores amigas, Marta y Susana, como cuando era una niña. Al explicarme el plan toda entusiasmada parecía que volvía a tener doce años. Pero las tres tienen los diez y ocho y yo no creía que fuera un buena idea. Tampoco tenía argumentos para oponerme.
Ellas querían recordar viejos tiempos y no era yo quién en para llevarle la contraria en esa situación. Me bastaba con quitarme de en medio arreglarme y salir con mis propias amigas de copas y a ligar algún macizo. Al fin y al cabo nuestros padres no estaban ese fin de semana. Y para colmo me habían dejado a mí de responsable.
La única condición que les puse es que no se trajeran ningún chico a casa. Y todo terminara como el rosario de la aurora, con la casa destrozada por una fiesta descontrolada. Pero la última intención que podían tener era meter un chico en su diversión y yo en la inopia.
Las famosas amigas habían llegado a media tarde y me tocó a mi abrir la puerta y recibirlas. Hacía tiempo que no las veía. Y joder como se habían desarrollado las puñeteras. Me quedé con la boca abierta al dejarlas entrar en el piso meneando esos culitos.
Susana se había convertido en una rubia alta y espigada, con una larga melena y un cuerpo moldeado por alguna entidad sobrenatural, enfundado en una ajustada minifalda de lycra y un top que apenas era más grande que un sujetador.
Marta en cambio había optado por la voluptuosidad en sus formas y es una curvy con todo muy bien repartido, pero en abundancia. Llevaba un mono de tela ligera, no suelto por que con su cuerpo se le marcaba todo y con la espalda completamente desnuda.
Al pasar a mi lado las dos me echaron una buena ojeada. Una termina fijándose en esas cosas igual que en su evidente belleza aunque nunca había tenido ese tipo de inclinaciones. Tampoco es que fuera muy tapada, para estar por casa usaba una camisa vieja de mi padre muy lavada y fina, que apenas tapaba mi culo y un tanga sencillo.
Creo que ellas radiografíaron todo mi cuerpo en esos pocos segundos. Pero no me dí cuenta de que que lo hacían con deseo. Así que me limité a dejarlas pasar e indicarles el cuarto de mi hermana que no se había dejado ver desde que habíamos metido los platos de la comida en el lavavajillas. No les presté mucha más atención.
Durante un rato estuve viendo la tele y el móvil. Y ya más tarde me dediqué a arreglarme para salir esa noche. Había quedado con una de mis amigas, la última que quedaba en la ciudad en ese verano.
Oía como en segundo plano música que salía de la habitación de mi hermana. Supuse que estarían charlando y bailado. Pero no pensé mucho en ello.
Peiné mi larga melena, me maquillé y me enfundé en el vestido de lycra más corto y ajustado a mis curvas que tenía. Solo lo sujetaba el cuello halter, una tira que cruzaba por mi nuca y me dejaba un escote fantástico.
Llamé a la puerta de la habitación de Silvia para despedirme. Me dijeron que pasara. La escena que vi tuvo que darme alguna pista pero debía tener la cabeza en otra parte. Parecía que se estaban probando ropa, nada más. Yo también lo hacía con mis amigas, a veces usando solo un probador.
Susana estaba junto al armario de mi hermana únicamente con un tanga de encaje muy sexi, las tetas al aire y con un sujetador de mi hermana en las manos. Giró la cabeza y pude ver su preciosa sonrisa en sus finos labios.
Marta estaba sentada en el suelo. No le valdría ninguna de las prendas de las otras dos. Pero había soltado el peto del mono y lucia sus impresionantes tetazas al desnudo. A ojo tendría una talla ciento diez o ciento cinco. Admito que algo de envidia tenía de esas impresionantes mamas. A mi me cuesta rellenar una noventa y cinco.
Mi hermana tumbada en su cama, boca abajo tenía puesto el top de su amiga y unas bragas, nada más. Lucía así el canalillo de sus tetas contenidas y el precioso culito respingón. Los largos muslos sobre la cama y con las rodillas dobladas tenía las pantorrillas y los piecitos levantados.
Tenía el móvil en la mano. Pensé en que esperaba que si se estaban haciendo fotos no las publicaran en Internet. Al menos no vestidas así.
- Bueno chicas, yo me voy. Portaros bien.
- Pues claro.
Contestaron las tres casi a coro. Me quedé un momento más mirando la escena y esperando a que Susana se pusiera el sujetador y ver cómo le quedaba ese conjunto. Como imaginaba parecía una modelo. También eché un último vistazo a los cántaros de la otra amiga.
Mientras cerraba la puerta me pareció oír no sé en cuál de las dos voces:
- Nena, ¡que buena está tu hermana!.
Sacudí la cabeza y la melena y salí de la casa sin darle más vueltas. Fui al encuentro de mi amiga. Es guapa y sexy pero con ella jamás se me había ocurrido pensar en su belleza, de forma lasciva. Y eso que nos habíamos cambiado juntas y visto desnudas del todo un montón de veces. Al menos no como lo que había sentido con mi hermana y sus amigas un rato antes.
Esa salida no fue muy memorable, más bien todo un fracaso. Tomamos un par de copas. Nos entraron un par de chicos. Pero para entonces ellos ya estaban tan borrachos que cuando intentaron meternos mano lo único que consiguieron fue calentarnos en vano.
Al mío no pude ni besarlo por el olor a alcohol de su aliento. Pero durante un rato había conseguido alcanzar mi tanga con los dedos. Apoyados en una columna de la discoteca consiguió meter la mano entre mis muslos. Con sus caricias en mi vulva consiguió humedecerme, pero nada más que eso. Muy lejos del orgasmo se quedó dormido sobre mi hombro.
Todavía puedo agradecer que no vomitara sobre mí. Cabreada, lo aparté para despertarlo y salí a la calle a tomar el aire. Me dio por pensar que igual lo estaría pasando mejor con mi hermana y sus amigas bailando en pijama o lencería y contándonos chistes malos.
¿Qué estaba haciendo allí aguantando a borrachos?. Así que despidiéndome a la francesa me encaminé de vuelta hacia casa.
Al abrir la puerta respiré hondo, aliviada. No había en marcha ninguna fiesta salvaje con chicos. En la cocina estaban las cajas de pizza que habían cenado y las latas de refresco. ¡Qué suertudo el pizzero cuando le abrieron esas tres beldades!.
Fui hacia el dormitorio de Silvia de donde aún salía música a un volumen suficiente como para no molestar a los vecinos y un rayo de luz por debajo de la puerta cerrada. Aún seguían despiertas.
Le di unos golpes a la madera para hacerles saber que estaba allí. Pero no oía ninguna respuesta sino más bien gemidos y suspiros. Volví a pensar en que allí había uno o más chicos. Abrí la puerta con cuidado. Al menos podría comprobarlo. No, no había ningún representante del género masculino. Habían juntado las dos camas de la habitación.
Mi inocente hermanita y sus amigas se las apañaban solas. Ya habían terminado con los bailes y los chistes. Lo primero que vi fue el imponente culo de Marta que estaba arrodillada entre los muslos de mi hermana. Con las rodillas separadas podía ver el pubis y los labios gruesos y sensuales. Y hasta el ano oscuro entre las dos inmensas nalgas.
Silvia gemía suave solo cuando la rubia separaba los labios de su boca. Y lo hacía solo para lamer sus tetas y chupar sus pezones. Ya ha quedado claro que no soy de piedra. Aunque nunca había tenido inclinaciones sáficas aquella escena me estaba calentando mucho más y más deprisa que los dedos del borracho.
Susana, aunque tenía la manita de mi hermana entre sus muslos, fue la primera que se dio cuenta de mi presencia. Me sonrió.
- ¿Qué haces en la puerta?. Ven.
No dudé mucho y di un par de pasos dentro del cuarto. Allí hacía mucho calor pero no era del termómetro. Pude captar más detalles. En el culazo de Marta había un pequeño tatuaje, un triskel. Sus tetas colgaban acariciando y rozando los muslos de Silvia
Mi hermana tenía los pezones tan en punta que parecían a punto de salir disparados. Tenía una mano sobre la cabeza de la curvy para que no apartara la lengua de su coñito. La otra mano acariciaba el clítoris y los labios de Susana.
Marta, tan ocupada estaba, que no se había dado cuenta de mi presencia. Mi familiar me vio en ese momento y me dedicó una sonrisa. Para entonces mis pezones estaban tan duros que se marcaban de maravilla en la lycra de mi vestido. Casi me dolían así que solté la tira que sujetaba mi escote y bajé toda esa tela hasta mi cintura. Me acaricié los pechos y pellizqué mis pezones contemplando tan bello espectáculo. Sin participar todavía.
Admito que las poderosas posaderas me atraían en ese momento como un imán. Así que se las acaricié con suavidad. Me chupé un dedo para pasarlo por el ano oscuro y cerrado. Eso le arrancó un fuerte jadeo sobre el pubis de Silvia.
- Eso me ha gustado. ¿Quién es la qué...?
- Soy yo cielo. ¿Me dejas?.
- Pues claro. Siempre me has gustado mucho.
- Pero tu sigue con ese xoxito tan lindo.
Sin dejar de amasar tan poderoso pandero me levanté lo suficiente como para besar a mi hermana. Buscó mi lengua de inmediato aunque tuvo que compartirla con su amiga que también buscó mis labios.
- Creía que no te gustaban las chicas, tata.
- Y así era. Pero algo está cambiando, sobre todo al ver como os divertís vosotras.
- Besas bien.
- Tú también, hermanita.
- Pues sigue.
Nos estuvimos morreando un buen rato jugando con nuestras lenguas y nuestra saliva. Y ambas recibíamos las caricias y besos de Marta. Notaba sus manos subiendo mi falda y apartando a un lado mi tanguita. Cuando empezó a lamer mi coño mi hermana ahogó mis jadeos con su lengua.
También notaba las manos de Susana recorriendo el resto de mi cuerpo con suavidad. También su boca amorrada a uno de mis pezones. Por ser la novedad estaba recibiendo las atenciones de las tres.
- ¿Bailas?
Fue la diosa rubia la que me reclamó. Tiró de mi mano para ponerme de pie. Yo aún llevaba mi vestido recogido como una falda, pero ella estaba desnuda del todo. Me cogió de la cintura y me pegó a su cuerpo con ternura.
Nuestras tetas prácticamente iguales, firmes conos de prieta carne, se frotaban. Yo agarré con fuerza sus duras nalgas. Y empezó a lamer y besar mi cuello. Nos movíamos despacio, sensuales, al ritmo de la música, buscando el mayor contacto posible entre nuestros cuerpos.
Silvia nos miraba desde la cama, sonriendo, con Marta a su lado. Habían cogido un móvil y nos estaban haciendo fotos y un video.
- Espero que no lo publiques.
- No, tranki, esto es para consumo propio. Sólo para nosotras.
Pero poco tardaron en unirse a nosotras. Mi hermana se colocó detrás de mí para terminar de desnudarme. El vestido y el tanga salieron por los pies dejando que notara por delante el cuerpo de Susana y por detrás el de mi hermana.
Marta se había juntado a la espalda de la rubia. Frotando sus tetazas y cadera con ella. A la vez había manos por todas partes. Yo notaba dos lenguas en mi cuello una a cada lado. Estaba muy excitada. Y eso que nunca había pensado que me pondría así con otras chicas.
Sentí la mano juguetona de mi hermana acariciando mi culo. Deslizándose entre mis nalgas, acariciando el ano a su paso. Y por fin a través de mis muslos separados en los labios de mi vulva. Chorreaba. Si mano se mojó de inmediato con mis jugos. Pero no por ello dejó de masturbarme.
- Tata estás muy mojada.
- Vosotras me estáis poniendo así.
Mientras yo me agarraba con una mano a una nalga de Susana para juntarla todavía más a mí con la intención de seguír frotando nuestras tetas. Con la otra amasaba una de las poderosas mamas de Marta.
Las cuatro muy juntas, de pie, en medio de la habitación, moviéndonos sensualmente al ritmo de la música. Era algo sensacional que me hacía jadear de placer como nunca había sentido. Parecía estar en medio de un orgasmo continuo.
- Besa a tu hermana. Siempre te ha deseado. Nos lo ha confesado muchas veces.
Me giré para abrazar a mi hermanita y darle la ternura que ella me estaba proporcionando. Mirándola a los ojos besé sus labios. Pero a esas alturas también éramos pura lujuria. Las lenguas entraron en acción y uno de sus muslos se metió entre los míos.
Ninguna de ellas estaba dispuesta a darme tregua. Seguía rodeada por sus bellos cuerpos desnudos. Poco a poco volvieron a llevarme a la cama. Parecía que yo era la única receptora de todas sus atenciones.
- Túmbate.
Me tumbaron en la cama y de inmediato empecé a notar labios, lenguas y manos por todo mi cuerpo. Y digo todo al completo. Desde mis pies hasta la nuca. Incluso alguien levantó mis piernas hasta que alcanzó mi culo y clavó la lengua en él.
- ¡Joder!. Sois insaciables.
- Silvi, cariño, quiero comerte.
Yo también quería dar placer y la primera en sentarse sobre mí cara fue mi hermana. Su xoxito es precioso, delicado, caliente y muy suave y húmedo. Y de inmediato me puse a lamerlo, a jugar con su clítoris y clavar la lengua lo más que podía en su coñito. Agarrando y separando sus nalgas para llegar al ano.
La oía jadear por encima de mi cabeza mientras yo misma tenía que ahogar mis gemidos con mi boca en su potorro. Esas tres me iban a matar de placer. Y desde luego estaba dispuesta a devolverles el favor.
A mi hermanita ya la tenía parece que satisfecha pues se levantó al cabo de un rato para dejar su sitio a Marta. Su impresionante cadera fue descendiendo despacio sobre mí cara. Como Susana me estaba comiendo el culo Silvia se dedicó a mi xoxete.
- ¡Te toca!. ¡Qué lengua tiene!
Y todas acariciando cada trozo de piel que podíamos alcanzar. Llegó un momento en que no sabía quién, ni donde me estaba acariciando. Seguía en un orgasmo continuo.
- ¡Tregua!
Agotadas y casi satisfechas nos quedamos dormidas unas en brazos de las otras y muy juntas. Me habían descubierto un mundo nuevo de placeres. No iba a renunciar a los chicos pero estaba convencida de que tenía que explorar ese nuevo horizonte.
Y desde luego viendo que mi hermana era una experta en el tema, además de estar buenísima, le pediría ayuda, teórica y práctica. A ella y a sus amigas por supuesto.
Por la mañana seguimos desnudas. Nos duchamos juntas. Seguimos haciendo el amor allí donde nos pillaba y con la que deseábamos en ese momento. Seguimos así hasta media hora antes de volver nuestros padres.
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viernes, 15 de septiembre de 2023
Realizando fetiches. La zapatería
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Como se puede deducir del título mi trabajo es vender zapatos. Eso y botas, sandalias y cualquier producto relacionado, plantillas, cepillos y betunes que pueda colar. Eso es precisamente lo que el jefe pide. Luego cada una hace lo que puede.
Esa tarde de verano, calurosa y agobiante no había entrado nadie y me encontraba cruzada de brazos y aburrida con el local limpio como una patena.
Normalmente ando bastante liada, colocando, cobrando o haciendo cualquier tarea que necesite el establecimiento. Así que les doy los zapatos y dejo que se los prueben sin prestar mas atención. Pero aquella tarde de verano había tenido pocos clientes y la tienda estaba en orden.
En su caso no pude contenerme y tampoco tenía otra cosa que hacer. Pero es que ella estaba muy buena. La camiseta fina de tirantes que llevaba insinuaba una delantera de bellas proporciones y formas. La breve minifalda me permitía una vista espectacular de sus bien torneados muslos y sus reducidas sandalias unos pies muy bonitos y cuidados.
Estuvo dando una vuelta y mirando la mercancía. Le llamó la atención los zapatos y sandalias de fiesta con mucho tacón. Eligió dos pares para probarse y fui solícita a buscar los de su número.
Tengo que admitir que cierto fetiche por los pies también tengo. Como siempre me han gustado los cuerpos hermosos y no había nadie más en la tienda decidí darle una atención personalizada.
Yo misma me arrodillé a sus pies con los zapatos de tacón que ella había seleccionado a mi lado. Dejando caer el suelto escote barco de mi camiseta para que fuera ella la que le echara un buen vistazo a mis pechos libres de sujetador.
Con uno de sus pies desnudo entre mis manos levanté la vista hasta su rostro y nuestras miradas se cruzaron. Solo un segundo pero había una sonrisa de complicidad en sus brujos ojos azules. Tenía las uñas bien recortadas, limadas y pintadas de rojo.
Al calzarle una sandalia masajeé su pie un momento. Separé sus piernas sin que ella opusiera resistencia y allí donde sus muslos se unían pude apreciar la humedad de su excitación en un tanga de color claro. De igual forma ella podía apreciar en mis duros pezones lo que sus bellas formas provocaba en mí.
- Te van a quedar muy bien con un vestido de fiesta.
- Son para una ceremonia y el color va con el del vestido.
Mis dedos se deslizaban por su tobillo y pantorrilla acariciando una piel tan suave como la podría soñar. El suave masaje parecía que le gustaba. Al menos no protestó, ni retiró la pierna de mis manos.
Ella se inclinó aún más para ver algo de mi cuerpo, todo lo que mi ligera ropa le permitía. Pero no me tocó. Eran mis manos las que tocaban sus pies, deslizándose entre sus dedos, acariciando la planta y el empeine.
El que calla otorga. Como mis caricias eran bien recibidas y estábamos solas, me atreví a más. Me lo llevé a la boca. Chupé sus elegantes dedos y deslicé mi lengua entre ellos saboreando su sudor. Mis labios por la planta lamiendo y humedeciendo con mi saliva el bello pie.
Su sonrisa se hacía más amplia cuando las cosquillas casi la hacían reír. Pero lo disfrutaba, los gemidos y los suspiros que escapaban de su fina garganta así me lo indicaban. Apoyé el pie húmedo entre mis senos por encima del escote, sobre mi piel desnuda. Con el pie bajé la tela descubriendo mis tetas y más piel para acariciarme con él. Mientras subía con mi lengua lamiendo por la pantorrilla y el interior de sus muslos.
Levantó un poco el culito del sillón. Lo suficiente para que yo pudiera agarrar del levísimo tanga y sacarlo descubriendo su vulva a mis ansiosos ojos. Al llegar a medio muslo, impaciente, me limité a romper el encaje y meterlo dentro de uno de los zapatos para quitarlo de en medio.
Tiré de sus piernas hasta tener apoyado su culo en el filo del sillón. Me pasé sus rodillas por encima de los hombros. Acerqué la cara a su coño que besé con todo el deseo acumulado desde que la vi entrar en la zapatería.
El olor de sus jugos me embriagaba. Cuando mi lengua acarició sus labios un escalofrío recorrió su cuerpo y un leve grito se le escapó. Separó más las piernas dándome más acceso a su coño. Sin usar las manos, solo con la lengua, abrí los labios buscando el clítoris, clavándola lo mas que pude en el interior de su vulva.
Su humedad resbalaba por mi barbilla. Mientras ella disfrutaba con la minifalda enrollada en la cintura y sus muslos apretando mis orejas en cada orgasmo.
De pronto estiró una de sus preciosas piernas. Noté sus dedos acariciando mi vientre. Incluso en mi ombligo. Luego un poco más abajo, sobre mí monte de venus. Por suerte yo también me había puesto una minifalda. Un poco de ligera tela separaba los dedos de su pie de un tanga microscópico que apenas tapaba los labios de mi depilada vulva.
Apenas habíamos cruzado un par de frases sobre zapatos y ya le estaba comiendo el coño. Y ella buscando el mío con uno de sus pies. Aquello iba lanzado pero podían pillarnos en cualquier momento. Cualquiera podía entrar en la tienda y sorprendernos en tan grata tarea. Eso creo que nos excitaba más a las dos. Algo exhibicionistas además de fetichistas de los pies.
Y además quería más de ella, quería hacerle el amor con todo mi cuerpo y que ella respondiera a cada una de mis caricias con las suyas. Sin que nadie nos pillara. Bueno, en ese momento todo me daba ya igual. Quería la caricia en mi xoxito.
Todo ello pasó durante un segundo por mi mente. Puede que también por la suya pero para nada importaba. En ese mismo momento yo lo descarté y en ella no hubo ninguna muestra de que hubiera caído en ello. Así que seguí con mi dulce tarea. Podía la llegar al perineo pero no llegaba al ano.
Aparté mi falda para dejar paso a su pie. Era habilidosa. No hizo falta más, con un suave movimiento de su dedo gordo apartó mi tanga. Enseguida lo noté acariciando los labios de mi vulva. Buscaba el clitoris y no tardó en encontrarlo.
Incluso me penetraba todo lo que podía. Así fue como yo empecé a gemir y suspirar. Con la pierna estirada y la otra por encima del brazo del sillón yo apenas pude alcanzar el clítoris con la lengua. Además de jadear, claro.
- ¡Córrete, nena!.
- Ya me viene. ¡Sigue!
Pero ella ya se había corrido y varias veces, por lo que había podido deducir. Así que no le importaba más que buscar mi orgasmo. El primero me llegó con facilidad. Lo del pie en mi coñito me estabas volviendo loca.
- Yo también quiero ver los tuyos cielo. Ponte de pie.
- No son tan bonitos como los tuyos.
Me hice la humilde aunque estaba muy orgullosa de mis pies. Bien cuidados con dos fuimos y uñas pintadas. Y si no tenía a nadie que me los acariciara lo hacía yo misma. Al ponerme de pie aproveché para quitarme el tanga. Estaba tan húmeda que solo era un trapo mojado entre mis muslos. Y ella tampoco lo tenía puesto.
Palmeó su rodilla para indicarme lo que quería que hiciera. Me libré de mi sandalia y puse el pie derecho sobre ella. Sus manos fueron de inmediato a acariciarlo con suavidad. Y yo seguía con las tetas al aire.
- Es precioso, reina.
Como había hecho yo antes pasó sus dedos entre los míos. Acarició el empeine y me hizo cosillas en la planta. Incluso subió por el tobillo y la pantorrilla. Yo misma amasaba mis prechos para darme aún más placer.
- ¿Me dejas que te lo coma?
- Lo estoy deseando.
Tuve que sentarme a su lado para estar más cómodas y poder alcanzar su carita con el pie. Solo con sentir su legua repasando la plante ya me corrí jadeando. Cuando me chupó los dedos casi me vuelvo loca. Y cuando pasó la lengua entre ellos me corrí mojando el sofá sobre el que otra gente se probaba zapatos. Y sin tocarme el coño.
Quedé completamente postrada y respirando con fuerza, jadeando, intentando encontrar el aire que faltaba a mis pulmones. Con las tetas al aire, un pie sin calzado con una sandalia en el suelo y el otro por encima del respaldo del sofá.
Tenía las piernas completamente abiertas, la falda levantada por encima de la cintura. Estaba expuesta del todo a sus lascivos ojos y por supuesto a su lengua juguetona. Se inclinó sobre mí cuerpo dispuesta a seguir dándome placer.
Yo creía estar saciada pero aún no había sentido su lengua en mi coño. Jamás pensé que se podía gozar tanto. Seguía encadenando orgasmos y más cuando levantó mis piernas y llegó con la lengua hasta mi ano.
Fue una locura total, pero mi excitación hizo que no me importará nada. Aunque estábamos en un rincón discreto lejos del escaparate y tapadas por una estantería era posible que alguien nos viera. Supongo que si eso pasó le gustó el espectáculo pues nadie dijo nada.
He vuelto a verla. Aunque no me atraían de forma especial las mujeres no es fácil encontrar alguien que comparta tu fetiche. Y menos capaz de dar y recibir placer así.
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jueves, 14 de septiembre de 2023
Me paso el día bailando
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SEXI ES LA PALABRA QUE LO DEFINIA
Sexi es la palabra que lo definía. Era guapo y él lo sabía.
Yo con mi vestido ajustado gran escote y falda corta podía presumir de mi cuerpo serrano.
Me acerqué a él como pude y coloqué mi culo en su bragueta. Insinuándome lo más descaradamente que pude en aquella pista de baile abarrotada.
Se me estaba derritiendo el sexo de pensar en la tranca que se ponía dura por momentos contra mis nalgas.
Él me agarró por la cintura y me besó en el cuello. Sus labios se deslizaban por la piel de mis hombros que el vestido dejaba desnudos. Su mano estaba muy baja sobre mi pubis y me apretaba contra él.
Me sacó de la pista y nos sentamos muy juntos. Nos besamos con mucha pasión, menuda y salva. Puso su mano en mi muslo y cada vez iba más dentro en busca de unas bragas que no me había puesto.
Llegó sin dificultad a mi coño que encontró abierto y dispuesto a ser acariciado y penetrado por sus dedos. Tuvo que callar mi gemido con su boca.
Mientras nos besábamos en la boca y nuestras lenguas se enroscaban la una en la otra recorriendo nuestras dentaduras. Su índice abrió mis labios vaginales donde quedó mojado.
Subió hasta mi clítoris que acarició incansable. La otra mano apretaba mis nalgas duras y respingonas.
Yo no podía corresponderle obnubilada por todo lo que estaba sintiendo. Pero no parecía que eso le molestara dedicado a darme placer.
Pocos minutos más tarde me estaba corriendo sobre sus dedos. Me derretía por el coño. Con un gesto lascivo se llevó los dedos a la boca y los lamió.
El bello desconocido se levantó del sofá y se perdió entre la multitud. Nunca ha vuelto a esa discoteca a pesar de las veces que le he buscado en la pista de baile.
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miércoles, 6 de septiembre de 2023
Entre la arena y el agua, Coronas
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La playa siempre se me hizo un lugar perfecto para ligar, pero nunca pensé que allí otra chica consiguiera ligar conmigo. Básicamente yo era heterosexual practicante, a ser posible muy practicante, vamos que me encanta el sexo. Pero entonces encontré más de lo que pretendía.
Tomaba el sol en top less para provocar a los chicos y esperar que alguno se me acerque. Mis braguitas de bikini se habían ido reduciendo a la mínima expresión. Procuraba ponerme el bronceador de la forma más sensual posible, acariciando mi propio cuerpo.
Cuando alguien a mi lado extendió una toalla y se tumbó en la arena. Miré hacia allí de reojo para no ser demasiado descarada. Vi una chica rubia y voluptuosa, de amplias caderas y muy generosos senos apenas cubiertos por su bikini. No me importó, podía ponerse donde quisiera.
Yo soy pequeña morena y como hago mucho ejercicio mis músculos se marcan en la piel muy bronceada. La verdad es que tengo un aspecto un poco masculino. Pero mis pechos pequeños y firmes están ahí para mostrar una feminidad desatada. Mi cadera es estrecha y el culito respingón, los muslos largos con los músculos definidos.
El minúsculo tanga blanco procedente de un sex shop hacia resaltar aún mas el moreno de mi piel o el negro azabache de los abundantes rizos del pubis que la poquedad de la licra no llegaba a contener.
Decidí mostrarme como buena vecina, la saludé y me presenté. Ella se llamaba Coronas y está verdaderamente buena, una chica maciza, una curvy sexy. Parecía que me miraba con deseo. Después de haber provocado esa mirada en muchos chicos sabía reconocerla.
- ¡Hola! Soy Olga, ¿te vas a poner aquí?
- Si no está reservado, si claro.
- No, para nada, adelante.
Y le dediqué una sonrisa. Pensaba que las dos juntas con nuestros cuerpos casi desnudos, atraeríamos más miradas, a más chicos.
Mirando mis pechos al descubierto. Mi oscura piel haría un bonito contraste con la suya más clara para los chicos que pasaran cerca de nosotras. Mientras ella estaba pensando en cómo acariciar la mía.
Había gente a nuestro alrededor y ella tenia que empezar con cierta prudencia. Pero en algún rincón de mi mente ya sabía que ella iba a entrarme. Me dijo que le vigilara sus cosas mientras iba al chiringuito cercano a por unos refrescos.
- Voy al chiringuito, ¿me vigilas mis cosas?.
- Pues claro.
- ¿Quieres algo?.
- No gracias, tengo de todo.
Al volver yo estaba sentada mirando hacia el mar despistada y pasó una de las latas heladas por mi espalda. Me rei de la broma pues la verdad es que necesitaba refrescarme un poco. No solo por el calor del sol. Y acercamos un poco mas las toallas hasta que quedaron pegadas.
- ¿Me pones bronceador?
- Pues claro, túmbate.
Luego me pidió que le diera bronceador por la espalda. Lo que cumplió su misión nos permitió un mas intimo conocimiento aparte de las primeras de inocentes caricias.
Solté el nudo de su sujetador para no mancharlo. Pude masajear sus dorsales con fuerza y parecía que le gustaba. Cada vez que me inclinaba hacia un lado veía sus preciosos y voluptuosos pechos sobresalían por sus costados aplastados sobre la toalla.
La braguitas de su bikini tampoco era muy grande. Apenas tapaba su culo poderoso. Así que también tuve que poner bronceador por allí. Y estaba claro que le gustaba.
- No te cortes, nena. El culo también se quema.
Al poco rato ya charlábamos como viejas amigas y allí comenzó nuestra relacion. Yo le contaba como me gustaban los chicos, como me encanta follar, en todas las posturas posibles y de donde había salido el tanga.
- Es un tanga muy bonito, parece casi trasparente.
- Es una travesura. ¿Te cuento la verdad?.
- Pues claro. Mientras voy a atarme el suje.
En estas era ella la que me estaba poniendo crema a mí. Desde luego se cortaba mucho menos que yo. Aprovechó para sobar mi cuerpo por todas partes. Y esas caricias me estaban gustando, mucho.
No sé si lo de volver a ponerse el suje lo hacía adrede para provocarme. Ocultar sus pezones a mi vista. Mantener el misterio unos momentos más.
- Compré el tanga en una tienda erótica. En realidad no sé si es un bañador. Pero a quien le importa y ¿a que me queda bien?.
- Te queda fantástico. Estoy pensando en buscar algo parecido para mí.
- Menos mal que me echas un piropo por fin.
Ella me contó una triste y no del todo verdadera historia sobre una prima suya lesbiana. Un cuento, vamos, sobre cómo a ella le habían empezado a gustar las chicas. A mi me picó la curiosidad.
- ¿Tú eres como tu prima ahora?.
- No del todo. He tenido experiencias con chicas y me han encantado. Pero también sigo haciendo cosas con chicos. No eres la única a la que le gusta el sexo. Desde luego.
- Sinceramente creo que eso nos pasa a muchas aunque no se atrevan a decirlo.
Aunque nunca había tenido esas inclinaciones mi filosofia es que hay que probarlo todo aunque solo sea una vez en la vida.
Eso y con la bien fundada sospecha de que Sara quería ligar conmigo me hizo decidirme. Podría probar y ella es muy atractiva. Le di un piquito en los labios con la intención de pasar a mayores en cuanto pudiera.
- ¿Nos bañamos?.
Nos metimos en el agua lo que nos permitió acariciarnos con disimulo y sin que nadie se fijara en nosotras. Pasamos un rato jugando y yo sentia sus manos por todo mi cuerpo. La sensación era muy agradable.
Tampoco se cortó nada durante el baño. En cuanto el agua nos cubrió por encima de la cintura noté sus manos en mi cintura sujetándome y sus labios buscando los míos. Yo había sido la primera que la había besado así que respondí abriéndolos y esperando su lengua.
El ser deseada y acariciada así por otra chica me hacia sentir caliente, aunque para eso no hace falta mucho. Deslizó una de sus manos bajo mi tanga para rozarme el coñito. Estaba muy mojada y no era por el agua del mar. Fue solo un segundo pero me encanté.
Yo le acaricié, por fin, los enormes pechos dejándola en top less como yo estaba. Mis manos se aferraron solas a aquellas dos preciosas masas de carne. Todo el tiempo que ella me dejó estuve amasándolas.
Me llevé su sujetador como trofeo en la mano. Ella me persiguió entre risas y cuando me dejé coger se dedicó a amasar mis tetas mucho más pequeñas que las suyas. Tenía los pezones duros como guijarros de río.
- ¡Que duras las tienes!
Volvimos a las toallas y una nueva ración de bronceador nos permitía seguir acariciándonos casi sin disimulo. Yo deslizaba una mano entre sus muslos cada vez mas arriba hasta el bikini. Lo que me permitían sus piernas abiertas.
- Como separes más los muslos se van a dar cuenta.
Visto que allí no hacíamos nada más "interesante" me decidí a invitarla al apartamento que tenía alquilado durante las vacaciones. Ella se puso un ligero vestido de falda corta y amplios escotes sin preocuparse del sujetador. Yo me puse unos vaqueros muy cortos y una camiseta que dejaba mi vientre al desnudo de los que me libré de inmediato al cruzar el umbral.
- Como si estuviera en tu casa.
La invite a ponerse cómoda, se sacó los zapatos y nos sentamos juntas en el sofá. Se lanzó a por mí casi de inmediato y yo solo con mi breve tanga se lo había apuesto muy fácil.
- ¡Bésame! Cielo.
Me cogió un pecho mientras se sinceraba conmigo y me contaba que era lesbiana desde hacía cinco años. Me dio un beso de amante en la boca poniendo en ello toda la pasión, lengua y saliva, de la que era capaz y era capaz de mucha.
- Adoro estas tetitas.
- Y yo estas tetazas. Coronas.
Yo no pude, ni quise, reaccionar en contra una vez decidida a hacer el amor con esa belleza no me iba a mostrar tímida. Y me encontré entre sus brazos. sintiendo sus caricias en mi piel, en toda ella. Me besaba en el cuello y hombros y comenzó a acariciame los muslos cada vez mas cerca de mi ya por entonces muy húmeda vulva.
- Voy a saborearte.
Yo casi sin darme cuenta le estaba devolviendo las caricias y besos deslizando mis manos por debajo de la ligera tela de la falda hacia su coñito. Se me hacia muy fácil seguir su ritmo o incluso adelantarme a ella. Muy suavemente como hacía con los chicos la besé en los hombros, deslizando los tirantes del vestido y bajé por los pechos amplios hacia los pezones sonrosaditos que me metí en la boca. La hice gemir.
- Pues para ser tu primera vez con una chica me estás llevando al cielo.
Con los chicos eso es automático, la mayoría de ellos no saben que eso podria excitarlos. Con ella fue algo sensacional sentir como se ponían duros bajo mi lengua mientras mis dientes recorrían sus areolas suavemente. Los chupé y mordí con deseo y alrededor de ellos los suaves montes de carne dulce que formaban sus tetas. Solo rozándolas con mis labios y alrededor de ellos por sus costillas, cosquilleándola con mis labios, dientes y lengua.
- Cómemelas, cielo.
Y bajando por su vientre siguiendo la tela de su vestido que bajaba por su cuerpo. Levantó el culito del sofá lo justo para que se los sacara por los muslos blancos y fuertes. y quedara solo con la escasa braguita del bikini. Besé su piel alrededor del breve triangulo de tela que me ocultaba su coño.
- ¿Es tu primer coñito?.
- Si, preciosa.
- No hay prisa, disfrútalo.
Ella misma se lo sacó para permitirme el libre acceso hasta la mas rica almeja que probaron mis labios. Abrí los que ella tiene allí con los dedos no sin antes lamerles de la sal del mar con mi hambrienta lengua que no tardó en introducirse lo más que pudo en la húmeda y caliente gruta de la que brotan todos los placeres. Jadeaba así que debía estar haciéndolo bien.
Encontrando su clítoris al que dediqué grandes atenciones y caricias. Para ser la primera vez que chupaba un coñito no debía estar haciéndolo mal pues ella me regalaba los oídos con los más ardientes suspiros y gritos de goce de los que había disfrutado en toda mi vida. Yo entre sus piernas todavía conservaba el tanga completamente húmedo por mis propios jugos.
- Me he corrido, cariño. Bésame.
Ella lo agarró y me lo saco por las piernas dejándome totalmente desnuda a su vista. Me cogió de los sobacos y me izó con suavidad hasta que mi cara volvió a quedar a la altura de la suya y volvimos a unir nuestros labios en un cálido y apasionado beso. Ella disfrutó su propio sabor en mis labios.
- Me gustan tus caricias.
Deslizaba las manos por todo mi cuerpo. Mi espalda, las piernas y pronto el triángulo de vello negro bien recortado que me dejó encima de mi pubis y el organo de placer que ese pelo apenas esconde. No me depilo del todo. Con sus dedos abrió un poco la entrada y comenzó una lenta penetración sin olvidarse de acariciar por el camino el clítoris.
- Dijiste que te gustan los chicos.
Dijo con una risita. Con uno de los dedos de la otra mano alcanzó el agujero de mi ano que también forzó para completar esa consentida iniciación lésbica, que cada vez me proporcionaba más placer. Desde luego no era virgen por el culito y me encanta sentir algo duro y caliente allí dentro. Incluso puso pasar la lengua durante un rato por mi ano. Pedí la cuenta de las corridas.
Sabia que la estaba mojando los dedos, una y otra vez, igual que ella se estaba corriendo en mi mano que no había dejado de masturbarla, y por las apariencias dándole tanto placer como ella a mi.
- Sigue preciosa.
Mi otra mano acariciaba sus pechos y retorcia sus pezones claros y grandes con el pezón duro y marcado. Se inclinó sobre mi pecho para besar mis tetas y se metió mis oscuros pezones en la boca que mordisqueó suavemente.
Me estiré para alcanzar el cajón de la mesilla. Allí guardaba uno de mis juguetes, un vibrador de silicona anatómicamente bastante correcto. Lo había llevado por si no conseguía ligar o como complemento si la otra persona lo admitía.
El motor es bastante silencioso así que cuando lo encendí Coronas no se enteró. Solo se dio cuenta cuando empecé a pasarlo con suavidad por la piel de su espalda bajando despacio hacia sus poderosas nalgas y a deslizarlo entre ellas.
- Pero si vienes con complementos. ¿Donde me lo vas a poner?.
- Donde quieras.
Me lo llevé a la boca para lubricarlo un poco con mi saliva y al momento tenía su lengua ayudándome. Si hubiera sido una polla de verdad el chico lo hubiera disfrutado.
- ¿Por dónde te lo meto?.
- Ibas bien. Fóllame el culo nena.
Ella misma boca arriba se agarró las rodillas pegadas a sus tetas para exponer bien su cadera. Sus abundantes jugos resbalaban de su xoxito al ano lo que unido a la saliva que le habíamos puesto hizo que el aparato entrara con facilidad en su recto.
Mientras movía el pene de silicona en su interior con suavidad me dediqué a lamer su coñito ya chupar su clítoris. Ahora si que los vecinos tuvieron que oír sus gritos y jadeos si no nos habían escuchado antes. Todavía más cuando lo puse s su máxima potencia. Sus corridas fueron sísmicas. Auténticos terremotos que acudían su voluptuoso cuerpo.
- ¡Joder nena! Ha sido genial. Ningún tío hubiera podido hacer esto sin la ayuda de una tercera persona.
- Pues agárralo que ahora te toca a ti.
Después de lavarlo. Ella me puso a cuadros patas y prefirió metérmelo en la vulva y comerme el culo. Con el vibrador a máxima velocidad el orgasmo parecía continuo. sólo podía disfrutar y ahogar mis gritos en la almohada.
Tras esas intensas corridas en las que demostramos las ganas que nos teníamos conseguimos relajarnos. Dormimos juntas.
Bueno para cerrar la historia, pasamos el resto de las vacaciones juntas. Incluso conseguimos montar algunos tríos. Un par de chicos se unieron y una chica de la localidad que nos pilló morreándonos y acariciándonos en una disco.
......
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