sábado, 30 de julio de 2022
La protectora, la transexual y el novio
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Vanesa pasea su dulce cuerpo por la ciudad levemente enfundado en un mono de lycra negro con un ancho cinturón de cuero. Marca su cadera y sus poderosos pechos operados y unas botas altas hasta la rodilla y de fino tacón.
A su alrededor va levantando miradas de admiración. Su culo prieto se marca como si no llevara nada puesto. Se paseaba así llamando la atención y atrayendo miradas de deseo.
Pero casi ninguno de los que las admiran sabe lo que esconde entre sus piernas. Su polla, un recuerdo de una antigua vida, de otra persona apresada entre sus muslos hacia sus nalgas prietas y duras.
Vanesa es una nueva persona en una nueva ciudad. Quiere dejar todo atrás y empezar de nuevo. Nuevo trabajo y nuevos amores.
Es consciente que de entre todos los que la admiran muy pocos de ellos admitirían sus diferencias. No sabía como conocer alguien dispuesto a aceptarla tal y como es.
Solo se está dejando llevar. Solo alguien valiente se le insinuaría. Un auténtico hombre muy seguro de si mismo, casi un héroe, o en más de un caso un despistado. Pero no por eso ella dejar de provocarlos, de ser la mas sexi y bella. La más femenina.
La cremallera de la prenda abierta descubriendo el canal entre sus pechos. Solo un poco de significativa piel. Pero pensaba en exhibir mucho mas esa noche en la discoteca, una noche de liberación.
Cambia el mono ajustado por la minifalda mas corta de su armario y el top mas escotado. Su cuerpo ha de llamar la atención. Su larga melena morena y lisa ha de moverse suelta. La acompaña un grupo de amigos gays.
Sin pudor baila en medio de la pista. Moviendo su melena de lado a lado al ritmo de la música.
Entre los hombres que la rodean y que la desean ninguno parece llamar su atención.
Pero entre el gentío cree reconocer a alguien, un fantasma del antiguo pasado. Una protectora, una amiga, pero no esta sola, la acompaña un chico.
Ambos son bellos, son sexys y si la personalidad del chico se parece a la que ella recordaba de sus tiernos de instituto los dos son buenos, dulces y cariñosos.
Debía asegurarse, en la penumbra de la discoteca es fácil confundir los rostros. No podía estar segura de nada. Así que tenía que acercarse un poco mas. La oportunidad se dio junto a la barra cuando la bella transexual podía una copa.
- No esta mal la putita.
Pensaba Olga mientras la admiraba bailar medio desnuda entre un grupo de babosos medio borrachos que intentaban manosearla y la coreaban.
En la penumbra de la discoteca no distinguía muchos detalles, solo se veía su cuerpo, su cara quedaba en las sombras de su larga melena oscura. Y Olga no podía ver su rostro claramente. Alta destacaba bailando entre la gente que no la perdía de vista e intentaba acercarse para rozarla.
A su lado Vanesa veía el culito perfecto de Olga amasado por las fuertes manos de su compañero, su muslo desnudo acomodado firme entre las piernas de él. Por fin compartieron una sonrisa de reconocimiento.
Entre los los muslos de la bella transexual un cosquilleo recorrió su polla y testículos, anticipación y deseo a partes iguales.
Vanesa quería estar con ellos, sentir sus pieles, al igual que ellos estaban sintiendo la piel del otro. Dulces y morbosos deseaba estar con ellos, todos desnudos en la misma cama. Hablaba con ella como si nunca se hubiera perdido el contacto.
Pero el hermoso cuerpo de Vanesa, las piernas largas saliendo de una falda mínima, el vientre desnudo, un top pequeño por no decir escaso casi descubría unos pechos llenos y voluminosos llamaba la atención.
Había otras chicas mas hermosas, había otras mas desnudas, que destapaban mas de su piel, pero la sensualidad que ella desprendía por todo su cuerpo hacía que la mayoría la admirara, incluidas algunas de las demás chicas.... incluida Olga.
Claro que Olga no estaba mucho mas vestida que la guapa transexual, con una corta falda de tablas y otro top anudado por detrás del cuello, que le permitía a su chico acariciar suavemente la completamente desnuda espalda.
Olga no estaba sola, estaba con su novio, Mario un chico guapo, buena persona, morboso, atento y todo un atleta, enviciado con la natación y la bicicleta en su hermoso cuerpo destacaban sus músculos en su asustada camisa.
Un capricho de las luces justo cuando un movimiento de la cabeza apartaba el cabello de la cara de Vanesa. Durante un segundo un foco de la pista la iluminó y a Olga le pareció reconocer a un antiguo compañero del instituto en esa belleza morena.
Era un chico dulce y tímido, apocado en aquella época y sospechaba que gay. Pero si esta impresionante mujer era él entonces el cambio había sido algo espectacular.
Desechó la idea como una jugada del alcohol y la poca luz. Y se prendió del cuello de su chico metiéndole la lengua en la boca. Mientras notaba las dos manos de Mario sujetando su culo como si fuera a perderlo entre la gente.
Durante un rato se acariciaron junto a la barra, reconociendo el cuerpo del otro con las manos frotándose al ritmo de la música. Los roces se hacían más intensos.
Olga estaba caliente y pellizcó los pezones de Mario sobre la camisa y él consiguió acariciar el culo de la joven, desnudo por debajo de la falda, incluso consiguió apartar un poco la tira del tanga para deslizar un dedo por el ano sudado. Luego, morboso, se llevó el dedo a la boca y lo chupó ante la lasciva mirada de su novia.
- Te quiero.
Le dijo ella rozando su oído con los labios y juguetona con la punta de la lengua.
- Y yo a tí.
Respondió. Era casi seguro que alguien podía ver las duras posaderas aunque Olga estaba acorralada contra la barra. Le frotaba los marmoreos pechos por el torso del chico y notaba en el pubis la dureza de su polla.
No llamaban mucho la atención, como ellos otras cien parejas en el oscuro local estaban estaban dedicadas a las mismas maniobras o deseaban estarlo.
A su lado entre las peste de sudor, alcohol y sexo que reinaba allí el aroma de un perfume caro sobre una piel suave llegó a la respingona nariz de la pelirroja. Notó como su novio separaba los labios de su cuello que en ese momento besaba y su vista se posaba en el escote de la chica que olía tan bien.
No es que Olga fuera celosa, estaba muy segura de los sentimientos de su novio, pero por curiosidad también miró y era la morena sensual de la pista. Al fin fue Vanesa la que la reconoció, ya estaba segura de la identidad de su antigua amiga, en ese mismo momento.
Lo que un rato antes le había parecido una mala jugarreta del alcohol y las luces cambiantes resultó que era cierto. La Vanesa lanzada y valiente que ahora iba a conocer fue en algún tiempo en su pasado Juan, un chico dulce y tímido con el que todo el mundo se metía.
- ¡Olga!, ¿en serio eres tú?.
- Yo si, sigo siendo la misma. Tú eres la que ha cambiado mucho y para mejor. Estás preciosa.
Vanesa la recordaba por que Olga no le incordiaba y en alguna ocasión puede que hasta lo ayudase con algún abusón de su pasado común. Se le hacía raro hablar con esa bella mujer como si se conocieran de toda la vida, mientras que la persona que recordaba era completamente diferente.
Pero pronto la frescura y cordialidad de Vanesa le hicieron pensar que merecía la pena volver a conocer a esa persona completamente nueva.
Eso sin contar con la nerviosa mano de Mario acariciándole la espalda desnuda siguiendo una enigmática conversación a voces de la que evidentemente se perdía mas de la mitad.
En ningún momento Olga le contó a su novio el panorama completo de Vanesa. Prefería que lo descubriera solo. Los dobles sentidos de la conversación eran misterios para él que solamente sonreía. Que se limitaba a sonreír embobado por la belleza de su espectacular novia y la de su vieja amiga.
En un aparte Vanesa tuvo que decirle su nuevo nombre al oído para que Mario no se diera cuenta de ese pequeño detalle.
Ellos ya estaban calientes, las caricias que se dedicaban lo demostraban. Y no costó nada que ella se uniera a ellos, al principio para un rato. Intentar hacerles sentir que su deseo era tan fuerte como el de la pareja, que su intención era darles placer a ambos.
Sin contar con la curiosidad que le producía el complicado proceso por el que Vanesa había pasado. Sus deliciosos pechos medio tapados, ¿destapados?, con los duros pezones marcados en la fina tela, decían más de lo que decía su boca.
Sus ojos recorrían el cuerpo del novio y parece que también el de la pelirroja con deseo evidente. Su cara de morbo así se lo declaraba.
- Esto está muy agobiante. ¿Buscamos un sitio más relajado?
Se imponía un cambio de escenario y le preguntaron si se iría con ellos a tomar algo a un sitio mas tranquilo. No estaba sola pero se despidió de sus amigos sin pensarlo dos veces y se internaron los tres juntos en el calor de la noche.
Olga se puso a un lado de ella y Mario al otro. Enlazados por la cintura recorrían el camino hasta el coche de la parejita. Con una mirada de entendimiento al chico todo quedó decidido.
Se sentó en el asiento trasero al lado de Vanesa y cuando arrancaron puso la mano en el muslo desnudo. La transexual le sonrió con su dulce boquita dándole así todo el permiso que necesitaba para iniciar más avances.
No tardó mucho en besarla suavemente y ella correspondió a sus besos mientras el novio echaba rápidos vistazos por el retrovisor. Se dejaron de mas tonterías y fueron directos a su piso.
Las manos de Vanesa habían empezado a recorrer las partes de la piel que su escasa ropa desnudaba mientras subían en el ascensor y una vez en el sofá siguió con las mismas maniobras.
Ya en casa la acorralaron entre los dos, Mario pegando su dura polla a su prieto culito y Olga sus tetas contra las suyas. Respondió a los besos con pasión, lengua con lengua notando cierta dureza contra el pubis.
Mario las dejaba solas sentado en un sillón enfrente del sofá, contemplando el bonito espectáculo todavía sin intervenir. La pelirroja estaba deseando ver lo que la bella transexual guardaba bajo la minifalda, así que soltó el cierre y dejó que cayera al suelo.
El chico quiso participar ya. Pudieron acariciar la suave piel alrededor del tanga. Mario centrado en su prieto culo y Olga en el suave vientre. Y por fin la pelirroja consiguió sentir la dureza de su polla saliendo despacio de entre los muslos donde estaba recluida.
Chocó contra las piernas y el vientre donde Olga la notaba cálida y dulce y quería saborearla. Mario todavía no se había dado cuenta de la no tan pequeña sorpresa de su invitada y le estaba besando el cuello y la nuca bajo la larga melena. Amasaba los duros y cónicos pechos acariciando los de su novia pegados a los de Vanesa a la vez.
Olga tiró de su top hacia arriba y desnudó sus tetas sin suje para que Vanesa inclinándose pudiera lamerlas. Con ese movimiento clavó su duro culo en el pubis de Mario y la invitada tuvo que notar la preciosa y dura polla en sus nalgas.
Aprovechó para quitarle la escueta camiseta y dejarla por fin solo con el tanga rojo de encaje que ya no tapaba ni el rabo que asomaba por un lateral. Además de las altas sandalias de tacón que estilizaban sus pantorrillas. Ella también trasteaba con la falda de Olga que pronto quedó como un trapo viejo a sus pies.
Calientes como diosas del amor y el sexo se volvieron hacia el chico que todavía estaba vestido, Olga le cogió de la mano y la llevó despacio hacia la polla de su amiga. Aún más que chuparla la pelirroja deseaba ver como la mamaba su novio.
Su cara al descubrir la dura herramienta de Vanesa fue todo un poema, sorpresa y calentura se mezclaban a partes iguales y desde luego que no defraudó mostrando rechazo. Así su novia le clavó la lengua en la boca casi hasta la garganta que lasciva lamía y besaba.
Entre las dos consiguieron arrancarle los vaqueros y el tanga de chico desnudando por fin su durísimo rabo. Mario se agachó un poco, es de algo más de su altura, un poco mas baja que él, para besarla. No sin antes mirarle a los ojos de Olga para pedirle permiso.
Sonriendo le mostró su aceptación. Sus labios se juntaron y enseguida las lenguas entraron en acción cruzándose fuera de las bocas así Olga podía verlo. Vanesa siguió agachándose hasta que se metió sus depilados huevos en la boca y su novia veía que le encantaba.
Sin dejar de tocarse, besarse y acariciarse se desplazaron hasta el dormitorio. Se habían olvidado de las copas, de la música y de cualquier cosa que no fueran sus cuerpos y el sexo.
Le pidió a él que le comiera la polla a la invitada. Quería verlo con detalle y con ella tumbada boca arriba a su lado contempló, como había estado Olga un montón de veces antes, a su chico a cuatro patas.
Pasando la lengua por el tronco duro arriba y abajo o por los huevos duros y perfectamente depilados, metiéndolos en la boca e incluso tragando buena parte de la polla. Ambos lo estaban disfrutando. De hecho le parecía que Mario la comía mejor que Olga.
- Estoy deseando probar tu coñito cielo.
Vanesa dijo que se quería comer a su vieja amiga y está se arrodilló sobre su cabeza. Estaba claro que la transexual es bisexual y maneja la lengua de forma magistral abriendo los labios con ella. Introduciéndola lo mas profundo que podía, jugando con su clítoris y con su ano, lo que excita y enloquece a Olga.
Olga quería, necesitaba un rabo dentro y pensaba que tenía dos para elegir. Se quedó con el de Vanesa pues además de probarlo quería ver como el chico le follaba el culo a la morena. Acariciando sus pechos suaves se desplazó sobre su cuerpo hasta su pelvis.
Apartando la cabeza de su novio a un lado pero sin ahuyentarlo. Él podía ver en primerísimo primer plano como la polla de esa belleza morena le abría el coño a su novia e iba entrando despacio. Incluso ayudó sujetando el pene derecho o abriendo los labios de la vulva para que la humedad la hiciera deslizarse hasta el fondo.
Una vez que estuvo clavada, él metió la cabeza entre los muslos de las chicas lamiendo los huevos y el clítoris. A su espalda la oía gemir y suspirar y Olga se unió a ella según comenzó a moverse arriba y abajo.
Vanesa le agarraba las nalgas amasándolas y deslizando algún dedo hacia el ano de su amiga.
Mario las veía gozar y colaboraba a su placer sin dejar de acariciarlas y lamerlas. A medio polvo Vanesa giró todo el cuerpo para mirar a su amiga a los ojos y poder acariciar sus tetas y que ella cogiera las suyas.
En ese momento el chico le clavó la lengua en el ano. Olga see sentía acariciada y tocada por todas partes. Las manos de ella en sus muslos, los dedos en su clítoris y la boca comiendo la otra. Las tetas frotándose.
Quería el semen en el interior de su cuerpo y quería ver la cara de Vanesa cuando se corriera. Aunque antes de eso Olga ya se había corrido varias veces, varios orgasmos, hasta que notó las descargas calientes en el coño y se desmadejó sobre Vanesa en el mayor orgasmo de la noche.
Descansó unos segundos besándola con cariño, beso al que se unió Mario con su sabor aún en sus labios pues él había seguido chupando aún después de que Vanesa la llenara de semen.
Tan excitado como ellas no había perdido su dureza y al oído y suavemente le dijo a su amiga que quería verla follada por el novio. Quería ver su duro culo precioso abierto y penetrado. Ella como antes Olga se limitó a sonreírle a modo de aceptación. Giró su cuerpo con sus propias manos y lamiendo su espalda siguió su columna hasta llegar a las nalgas que abrió con las manos.
Mario seguía el camino de saliva que su novia había dejado hacia las nalgas en la suave piel con su lengua. Haciendo que Vanesa notara en su cuerpo los besos y lamidas de los dos. Se las mordisqueó, pasó la lengua por todo el canal del duro culo removiéndola en el ano abriéndoselo y excitándola hasta llegar a sus huevos.
La pelirroja se estaba dedicando a mantener la erección del chico con la lengua pero sin que se corriera. Al fin casi le gritó:
- ¡Follame!.
Le dejó a él su lugar y Olga guió con la mano el glande duro como la piedra hasta el estrecho agujero. Sujetó la dos pollas. Una con cada mano mientras la del novio se abría paso por el musculoso aro.
Lo estaba viendo en primer plano. No quería perderse ningún detalle, dejó suelta la bonita polla de ella para abrir bien sus nalgas con las manos. El glande ya estaba dentro lubricado solo con saliva y empujando fuerte.
El pubis depilado de Mario se juntó a las duras nalgas de la transexual, golpeándolas una y otra vez. El tronco duro dilatando el ano rosadito hasta extremos que Olga nunca hubieran pensado que se podía dilatar aún habiéndolo probado en su propio culo. Viendo como espectadora, asi desde fuera casi le daba lastima el suyo cuando Mario le follaba el culito vicioso.
En esa pose el culo del novio quedaba muy ofrecido y Olga no pensaba desperdiciarlo. Como había hecho antes con Vanesa le pasó la lengua entre sus duras nalgas abriéndose paso hasta el ano donde la clavó haciendo círculos para excitarlo más. Puso una de sus manos en las nalgas del chico y empezó a buscar con un dedo su agujerito.
Estaba dispuesta a hacer probar a sus dos amantes todos los placeres, despacio y humedeciendo el índice ya con la saliva o con sus propios jugos. Fue violando el agujero secreto del chico. Cada vez mas dentro, como hacía con su propio coñito en sus masturbaciones. No parecía disgustarle, le encantaba cuando en las tardes mas morbosas le comía y lamía su culo prieto.
Así que en esa noche de vicio y morbo Mario aceptaba cada nueva sorpresa. Olga empezaba a sospechar que no eran cosas tan nuevas para él. Que ya se había estrenado con alguna que otra polla.
En ese momento Mario se follaba un culito que no era el de su novia con la roja melena de esta esparcida por la espalda de la hermosa transexual y sin perderse detalle de tan bello espectáculo. Acariciando el pubis de ella, asombrada de como su polla volvía a adquirir dureza poco a poco, suponía que por la excitación de sentirse follada.
Olga se tumbó boca arriba y reptando consiguió ayudarla a ponerse dura del todo con su boquita juguetona. Volvió a meterse aquel trozo de carne entre los labios y acariciarlo con la boca, con cariño. Mientras en primer plano los huevos de ambos chocaban rítmicamente.
No sé como consíguió acomodar su cadera entre los codos de Vanesa y su cabeza volvió a buscar entre los muslos deseando darle el mismo placer que la pelirroja le daba a ella. Excitada a tope por todo lo que estaba viendo en cuanto la lengua de su vieja amiga hizo contacto con el clítoris se derretió en un nuevo orgasmo que ella no dejó de saborear y lamer de entre mis labios.
Aún en el interior de su xoxito estaba el semen que Vanesa buscaba entre los labios menores con la lengua. Juguetona no quería que ella se corriera en la boca. Dudaba que culo prefería que ella se follara si el suyo de nuevo o el de sospechosamente
- ¡Hola hola! , acepto todo lo que caiga- de su novio.
No habría celos por parte de ninguno de los tres y Olga empezaba a imaginarme más trios con ellos. Volver a reunirse y a renovar todos esos juegos
Al final decidió que quería la polla de su viejo amigo y nueva amiga en su propio culo mientras Mario le follaba el coño. ¡Que mejor doble penetración que esta!.
El que los acompañara a su piso esa noche y todas las demás fue la consecuencia lógica de esa velada provocándose entre los tres. El que los llevara a que ellos la desnudaran. El que el novio se arrodillara a los pies de la bella Vanesa y descubriera su polla bajando el tanga y con una cara de lascivia y sorpresa la chupara.
Fue algo tan natural como cuando la folló el culo o la transexual penetrara el de la chica mientras él las acariciaba a las dos con ternura. El mismo amor y cariño que Vanesa les demostraba a los dos novios.
Esa noche compartieron los tres algo mas que sus cuerpos calientes, sentimientos y algo de sus corazones y desde luego todo el sexo que fueron capaces de darse que era mucho.
La polla de Vanesa en la boca de sus amigos. Sus manos recorriendo la piel de la transexual, el pene del chico en su culo, placer, mucho placer repartido entre todos los que han compartido esa cama. Les gusta disfrutar del morbo y de cuerpos calientes.
Mientras el chico follaba el culo de Vanesa con su durísimo rabo mientras le come el coño a ella. La guapa transexual lame todos los orificios del cuerpo de su vieja amiga, dándoles a ambos todo el placer que pudo.
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viernes, 15 de julio de 2022
Mi hermana nos pilla y se nos une.
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Era otra época, hace ya algunos años de esto. Por entonces internet no se había inventado. Los videos, bueno teníamos, por la gracia de mis padres, un vhs en casa, pero no era fácil para un chico tímido y pajillero alquilar una porno.
Lo mejor de lo que disponía eran algunas revistas pilladas vaya usted a saber donde. A veces un Clima, que por cierto aún se edita, comprado en un kiosco de otro barrio por si me reconocían.
La prehistoria, vamos, y seguro que hay muchos que se reconocen en ese personaje. Aunque haya cambiado el siglo no hace tantos años de esto.
La época está clara, los personajes van ahora, empiezo por mí y mi amigo Mario. Dos chicos jóvenes no mal parecidos delgados y con algún grano de vez en cuando, no hace falta entrar en grandes detalles. Os los podéis imaginar o buscarlos como twinks en cualquier web gay.
Falta otro personaje, mi hermana Marta. Largos muslos, culo prieto y respingón, tetas duras y bien puestas, una larga melena morena lisa y una carita que haría botar mil barcos.
En resumen un pibón que tenía detrás a todos los chulitos del barrio. Pero tenía novio, un gilipollas que me caía como una patada en los mismísimos.
Mario y yo habíamos crecido juntos. Teníamos mas confianza con el otro que con cualquier persona en el mundo incluidos nuestros padres. Eso de ser amigo de los hijos no se llevaba por entonces. Ese año yo entraba en la universidad y Mario empezaba a trabajar en la tienda de unos tíos. Pero teníamos el verano libre.
No nos comíamos un colín evidentemente y nos matábamos a pajas. Pronto descubrimos que hacerlo juntos nos daba mas morbo. No nos conformábamos con intercambiar las revistas que conseguíamos. En algún descampado o en el garaje ocultos tras un coche nos sacábamos las pollas y nos poníamos a darle a la zambomba.
A veces teníamos algo mas de suerte y nos quedábamos solos en casa, la mía o la suya, que lujo, poder masturbarnos juntos sobre una cama con comodidad y sin prisas.
Nos la machacábamos pero sin mariconadas, ¡que frase! Han pasado años y aún me avergüenzo de haberla dicho alguna vez. Por que ni siquiera era cierta, estaba tan caliente que rabiaba por que Mario me la cogiera con la mano y la acariciara.
Y lo que habría dado para que me la chupara, si sé lo que hubiera dado, hacerle una mamada de campeonato con toda la aplicación de la que fuera capaz.
Pero durante mucho tiempo fuimos tan idiotas como para ni planteárnoslo. Cuanto tiempo pedido.
Las ganas aumentan poco a poco y al final perdimos la vergüenza. Una tarde de domingo mis padres habían cogido el coche, un venerable ciento veintisiete, para ir a ver a mis abuelos al pueblo. No se les esperaba.
Mi hermana Marta estaba con su novio, tampoco. Al terminar de comer Mario se vino a mi casa de inmediato. Teníamos toda la tarde para hacer lo que quisiéramos y mi cuarto para hacerlo.
El plan era paja, merienda y futbol en la tele, puede que con alguna variación del orden según nuestros apetitos, pasar del futbol y seguir con las pajas. Por entonces se nos volvía a poner dura momentos después de habernos corrido. Juventud divino tesoro.
Hacia calor, habíamos terminado los exámenes pero teníamos que esperar a las vacaciones del progenitor para salir de la ciudad. En mi caso al pueblo a aburrirme soberanamente.
Pero aquel domingo nos fuimos derechos a mi cuarto. En vez de arrimar una silla al armario le dije:
-¡Ayúdame!.
Con su espalda pegada a las puertas del armario, me cogió de la cintura, y me izó hasta el altillo donde tenía escondidas las revistas. Cogí las dos primeras sintiendo su cara pegada a mi pecho y sus manos deslizándose por mis muslos hasta sujetar mi culo.
- Las tengo.
Algo se empezaba a revolver en mi actitud para el sexo. O puede que fueran las hormonas, nada mas. Casi sin separarme de él me saqué la camiseta. Mi cara muy cerca de la suya y mirándonos a los ojos. Me imitó sin perder un segundo casi con los torsos pegados.
- Mejor desnudos. ¿No?
Pero aún con miedo a tocarnos. Estaba ya muy excitado y nervioso. Dejé caer mis vaqueros hasta los tobillos y me tiré a la cama atravesado.
Mario se lo tomó con mas calma pero igualmente se bajó los pantalones y él se los quitó del todo.
Su slip abanderado blanco con abertura era tan pequeño que el duro glande asomaba por encima de la cinturilla. El mío era igual de grande y mi polla echada al lado izquierdo se marcaba durísima en el algodón.
- Ya la tienes dura. Cabrán.
Ese día era un punto de inflexión en nuestra relación y en nuestra sexualidad. Acercándose a mí terminó de sacarme el pantalón tirando de la prenda. Me miraba a los ojos y al rabo alternativamente.
- Sin nada de nada.
Y se apoyó en la parte alta de mi muslo para subirse a la cama a mi lado. Me dio un escalofrío cuando lo hizo. El roce que parecía casual me gustó más de lo que me atrevería a admitir.
-Pásame una de esas revistas.
Lo hice, rozando sus dedos. En un gesto de confianza cogió mi mano y me la apretó. Justo antes de coger su gayumbo y bajarlo justo por debajo de su prieto culo dejando la polla al aire. Era bonita, recta, el morado glande escondido en su pliegue de piel, con su mata de pelo oscuro en la base, cargaba un poco hacia la izquierda como la mía.
Con un diestro movimiento, practicado miles de veces, bajó el pellejo descubriendo el pulido glande. Yo no podía dejar de mirarla olvidando mi revista a un lado sobre mi cama. Me tenía hipnotizado, en ese momento mandé a la mierda todos mis reparos y acerqué la mano a sus peludos huevos.
- Me miras mucho.
Pero no lo decía como reproche, sino con una sonrisa lasciva.
A mí me gustaba acariciar los testículos cuando me pajeaba y sabía que Mario también lo hacía. Lo había visto muchas veces. Rocé su escroto con suavidad.
Mis dedos se deslizaron por su piel, haciendo caracolillos con su vello. No se enfadó, al contrario, soltó un gemido que me indicó que le gustaba.
Tanto, que extendió el brazo hacia mí rabo. Con prisa, antes de que algo lo hiciera cambiar de opinión y arrepentirse. Terminé de quitarme lo que me quedaba de ropa antes de que su mano llegara a tocarme.
Él empezó cogiendo mi polla mientras yo seguía acariciando sus huevos cada vez con más confianza. La apretaba con suavidad moviéndola de arriba abajo sin prisa. Yo también me animé más y acariciaba todo su pubis peludo, huevos y polla.
Nos miramos a los ojos y nos sonreímos. Si alguien tenía que tocarnos el nabo quién mejor que un amigo de toda la vida. Pero estábamos tan cachondos que los dos queríamos más.
Nuestros rostros se fueron acercando lentamente y nos dimos un beso, en la boca, suave y dulce. Nos íbamos animando y segundos después estaba dando el primer beso con lengua de mi vida y no era a una chica y eso no me importaba.
Como no esperábamos a nadie no me había preocupado de cerrar y dejar la llave puesta en la cerradura por dentro. Si volvían mis padres eso les hubiera parecido raro.
En ocasiones anteriores como solo nos pajeábamos con las pollas fuera de la ropa nos daba tiempo a recomponernos. Aunque pringáramos los calzoncillos de semen. Esta vez desnudos del todo y mucho más concentrados nos olvidamos de la puerta.
Entró mi hermana casi sin hacer ruido. No sabía si estábamos en casa y llegó al pasillo sin decir nada antes de oír el ruido de los muelles del colchón en mi habitación.
Y nos encontró a ambos con la mano en la polla del otro y las lenguas fuera de las bocas cruzándose lascivas. Nuestras salivas caían por las barbillas hasta nuestros torsos lampiños por aquel entonces.
Venía caliente y cabreada, su novio le había metido mano en el asiento de atrás del coche. En su caso un simca mil de segunda mano, sí, como el de la canción. Después se había ido con sus amigotes a ver el fútbol. La había dejado a medias.
Así que la sorpresa hizo que casi se le cayeran las bragas. Y eso era difícil por que el lois que llevaba puesto parecía pintado sobre su culo y muslos perfectos, de rodillas para abajo la tela era más ancha. De pata de elefante como se llevaban entonces.
El concepto de bisexual no lo teníamos muy claro en esa época. Pero era evidente que aunque lo que estábamos haciendo juntos en ese momento nos gustaba y al menos por mi parte estaba dispuesto a seguir explorándolo, no nos habíamos olvidado de las chicas.
Creo que ver a mí guapa hermana allí delante mirándonos con una expresión desencajada, excitada y cachonda en vez de cortarnos nos excitó aún más. No sabíamos como reaccionaria.
Bueno, pues en vez de poner el grito en el cielo y llamarnos pervertidos solo se quedó allí en el umbral, mirándonos. Su cara de salida nos decía que le gustaba lo que veía.
Así que seguimos. Yo tenía una mano en la polla de mi amigo y la otra en sus huevos pero lo acariciaba suave. Él en cambio movía la mía como si quisiera arrancármela y llevársela a casa como recuerdo.
Al verlo mi hermana se acercó y puso su mano sobre la de Mario para que aflojara el ritmo. A la vez sus dedos rozaban mi glande.
- Si os corréis demasiado pronto a las chicas no nos hace gracia. Tómatelo con calma, no tenemos prisa.
Ahora los asombrados éramos nosotros. ¿Que le pasaba?. ¿De verdad esa era mi hermana o me la habían cambiado?.
- Dime como hacerlo. ¿Como os gusta a vosotras?.
- A las chicas nos gusta que seáis atentos con nosotras. Que os interese lo que sentimos y que nos deis placer.
Increíblemente no había soltado mi polla y seguía acariciándola con ternura junto con la mano de Mario. El roce de sus dedos me parecía lo más morboso que me había pasado y eso que esa tarde iba para récord.
Mario retiró su mano y dejó la de Marta pajeándome con suavidad. Ella se inclinó despacio y empezó a besar a mi amigo dándole lengua. Nos había arrebatado la iniciativa y era ella la que mandaba.
Ya tenía los dos rabos uno en cada mano y empezó a besarnos alternativamente dándonos cada vez más lengua y más saliva.
- Ahora os las voy a comer. Tomad buena nota por que después quiero ver como lo hacéis vosotros. Eso me pondrá muy caliente.
- ¿Has cerrado?
- Si, he echado la llave.
Uniendo la acción a la palabra se arrodilló entre los dos. No soltaba las pollas. Inclinó la cabecita. La melena le cubría la cara cuando sentí su lengua recorriendo mi escroto. Una corriente eléctrica recorrió mi columna desde el nabo hasta la base de mi cerebro.
Un jadeo escapó de los labios de mi amigo cuando Marta se dedicó a su rabo. Cada poco rato cambiaba de polla, lamiendo el tronco hasta llegar al glande o chupando los huevos.
No se si yo sabría hacerlo pero en ese momento ya estaba dispuesto a todo. Y creo que Mario estaba igual de preparado.
- Vuestro turno. Seguid mientras me desnudo.
Me empujó para que me tumbara mientras Mario se subía encima de mí. Su nabo quedó justo encima de mi cara. Ya no había vuelta atrás y empecé besando el glande. Para luego deslizar la lengua por todo el duro aparato.
Él en cambio empezó por mis huevos, mojándolos con su saliva antes de meterlos entre sus labios. De reojo no perdía de vista a Marta que se desnudaba despacio sin dejar de mirarnos.
Cuando se quitó la camiseta sus tetas contenidas por el cruzado mágico serían las primeras que veríamos en vivo. Echó las manos a la espalda para soltar el broche lo que hizo que parecieran más cónicas y duras de lo que ya eran.
La prenda se abrió y resbaló por sus torneados brazos, me quedé con la boca abierta lo que mi amigo aprovechó para meter en ella la polla. Los pechos que veía eran aún más maravillosos que cualquier cosa que me hubiera imaginado. Más bonitos incluso que los que salían en las revistas.
Mario tuvo la misma reacción que yo al ver la tetas de mi hermana pues paró de lamer mis huevos. Todo fue a mayores cuando empezó a bajar el lois. La pequeña braga blanca de algodón apenas tapaba su encharcado coño. La tela se trasparentaba allí y casi se veía la pelambrera negra de su conejito.
Fueron segundos pues en cuanto el pantalón salió por los pies, fue detrás la braguita. Durante un momento deslizó los dedos por los labios de su vulva separándolos. Se acarició el clítoris, aunque no supe hasta un rato después como se llamaba ese botón. Y eso que si lo había visto en las fotos de las revistas.
Nunca supe si se llegó a correr en ese momento pero cuando apartó la cadera de Mario de encima de mí cabeza y puso la suya encima de mi boca lo que probé en ese momento me supo a gloria. Saqué la lengua y me puse a pasarla por los labios y a intentar penetrarla con ella como un loco.
- Despacio nene, no hay prisa. Como te dije antes. Pasa la lengua y disfrútalo. Haz que la note.
Mario no había dejado de lamer mi polla y huevos. Pero se había girado y puesto entre mis piernas para no perderse nada de lo que me hacía Marta. Para entonces estaba tan excitado que no pude contenerme más. Me corrí en la boca de mi mejor amigo sin poder avisarle.
También es verdad que tenía la boca muy ocupada con el coño de mi hermana. No le importó, se lo tragó sin protestar.
-A ver chicos, que no tenga que repetirlo, se trata de disfrutar los tres. Cuando haya lefa la compartimos, no seáis egoístas.
Marta buscó en la boca de mi amigo los restos de mi semen metiendo la lengua hasta la garganta. Como Mario y yo habíamos estado practicando le respondió al beso lascivo. Creo que bastante de su saliva resbaló haya mi vientre.
Yo seguía dando lengua y recibiendo en la boca los orgasmos de mi hermana. Pero ella quería una polla dentro y la mía había quedado fuera de juego por el momento.
Hizo que Mario se pusiera en el borde del colchón. Se le subió encima y despacio, con las rodillas a los lados de su cadera, dejó caer la pelvis sobre su rabo.
- Vamos, hermanito sigue usando la lengua como ya me has demostrado que sabes.
Me puse entre los muslos de Mario, separé sus rodillas y me puse a comerle el culito a Marta, lamer sus nalgas prietas y llegar hasta el ano con la sin hueso. Alcanzaba hasta los huevos peludos de mi colega y el interior de sus muslos.
Les oía gemir a los dos disfrutando del polvo y de mis atenciones con la lengua. Precisamente por eso mi polla volvía a ponerse dura.
- Marta, ¿ahora que hago?
- Aún me queda otro agujero. ¿No quieres utilizarlo?.
Ni en mis más locas fantasías me habría imaginado que mi estreno sería sodomizar a mi hermana, comerle el coño y la polla a mi amigo. Y parecía que ella ya había estrenado esa vía con un éxito notable.
- Ponle bien de saliva y a tu polla también. Para que no nos duela.
Como había hecho toda la tarde seguí sus instrucciones al pie de la letra. Guiando el glande con la mano lo acerqué al ano e hice fuerza. Es evidente que debido a mi inexperiencia no entró a la primera, pero insistiendo conseguí deslizarme en el interior de su recto.
Coordinar los movimientos también nos llevó unos momentos lo que consiguió además retrasar la corrida de Mario. Pero no mucho más tiempo, estaba muy excitado, un momento más tarde noté como su nabo se salía solo del xixi y rozaba mis huevos mojándolos con los jugos mezclados de ambos.
Inmovilizado por el peso de mi hermana no podía moverse así que siguió besándola y comiendo sus duras tetas mientras yo le follaba el culo. Ella lo apretaba exprimiendo mi rabo. Hubo un momento que pensé si no querría arrancarlo y quedarse con él dentro.
Yo aproveché para inclinarme un poco más, besar sus hombros y lamer su orejita. Movía el culo saliendo a mi encuentro cada vez que yo empujaba. Y jadeaba recibiendo las caricias de los dos.
- Tata, ¿y esto?.
Le pregunté extrañado. Entre suspiros y gemidos consiguió soltar alguna frase coherente.
- Antes de tomar la píldora era la mejor opción para no quedar preñada y le cogí cierto gusto. Te defiendes, sigue follando, no pares.
Seguí su orden con sumo placer. Hasta terminar llenando el culo de Marta con mi leche. Nos estaba demostrando lo morbosa y guerrilla que es. Y continuó en esa línea.
Se giró y le puso el culo en la cara a Mario. Este se había quedado sin lamerla hasta ese momento. Ansioso sacó la lengua y sin problema, ni asco, se puso a comérla entera. Mi semen rezumando del ano de mi hermana y su coñito del que aún salía algo de su propia lefa.
Mientras yo conseguí besar a Marta y jugar con su lengua.
- Hermanito. Tendremos que dejar lo de que me folles para otro día. Pero no pienso desaprovechar dos pollas como las vuestras.
- Y nosotros encantados.
- Habrá que aprovechar estas tardes de fútbol. Pero mientras quiero que vayáis practicando entre vosotros.
Yo pensaba en que tendría algún rato a solas con ella en casa sin padres. Y más ratos con mi amigo en los que explorar esa nueva forma de relación que habíamos descubierto. Viendo que a mí hermana le gustaba el anal llegamos a explorar esa opción.
Para entonces ya teníamos algo de prisa para lavarnos y ventilar la habitación. Aunque no nos privamos de contemplar a Marta sentada en el bidé lavándose el chumino y el culito completamente desnuda. Ni de lavarnos el uno al otro nuestros rabos.
Por entonces le llegué a coger el gusto a tener una polla o un vibrador metido en el ano. Un placer del que no me he privado con posterioridad cada vez que se me presentaba la oportunidad. Desde luego los tríos se repitieron todo lo que pudimos, todo lo morbosos y lascivos que nos dictaba nuestra imaginación.
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lunes, 11 de julio de 2022
Túnel dimensional, Grecia clásica
"Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia"
Tercera ley de Clarke.
El túnel al multiverso es una tecnología desconocida y aún incontrolada. Los científicos no se ponen de acuerdo en sus bases teóricas. Pero sus efectos son bien conocidos en la institución que lo estudia gracias a los informes de los conejillos de Indias, ups, perdón, las personas que lo cruzan con destinos inesperados: Otras épocas, lugares e incluso mundos de fantasía, de novela o de cine.
Esta colección de extractos de esos informes hace hincapié en las vivencias más eróticas de la protagonista narradas por ella misma.
Ya no estamos en Kansas.
Debe ser una frase muy repetida últimamente, especialmente por mí. El túnel dimensional me dejó en una playa virgen de fina arena blanca, preciosa. El mar azul parecía infinito. A primera vista no se veía rastro de civilización alguna a mi alrededor. ¿Que tiene que hacer una chica del s. XXI cuando se ve en una situación así?.
Solo lo que parecían unos olivos tras la linea de la costa podrían indicar la presencia de agricultura y puede que de humanos cerca. Sabia que donde quiera que hubiera llegado no estaba preparada para ello.
Una camiseta de tirantes, un mini short vaquero y unas puñeteras sandalias eran todo mi atuendo. Ni siquiera me había pillado con una navaja multiusos, por no decir la nueve milímetros.
Mi duda era seguir la linea de playa o buscar una senda entre los olivos. Me decidí por la plantación por que quizá una choza de labradores o de pastores me permitiría pasar mas desapercibida que un jodido puerto populoso y un montón de marineros borrachos y salidos.
Por lo menos hasta poder cambiar mi atuendo por algo que no llamara la atención en esa época, fuera cual fuere.
Un poco mas adelante en el camino había vides y algunas parcelas de cereales. Lo que me confirmó por el tipo de cultivos que estaba en alguna parte de la cuenca del Mediterráneo.
Al fin divisé una columna de humo trepando al cielo sobre los cultivos y me acerqué con cuidado. Un pequeño huerto bien cuidado, algunos animales de granja alrededor de la choza, gallinas y ovejas encerrados en un corral hecho con estacas de madera.
Podía pertenecer prácticamente a cualquier lugar y época de un amplio espectro de siglos en esa zona geográfica.
Suponía que podría apañármelas con alguna versión del latín o del griego clásico. Menos mal que se me dan bien los idiomas. Estaba pensándolo cuando vi salir de la choza a una joven mujer para echarle unos desperdicios a las gallinas.
Su indumentaria tampoco me daba muchas pistas, una toga corta sujeta solo al hombro izquierdo que descubría sus fuertes muslos podía proceder de cualquier tiempo de la era clásica entre los campesinos pobres.
Sus bonitos pechos llenos y voluptuosos se meneaban libres de cualquier sostén bajo la fina tela de lino marcando la dureza de unos pezones muy deseables. A veces la teta derecha se escapaba de la tela.
Durante un rato me quedé como petrificada contemplando tan bonito espectáculo. Algo que nadie había visto en cientos de años. Por fin me decidí a presentarme.
Probé primero con el latín sin que hubiera ningún resultado. Pero en griego conseguí hacerme entender. Tuve que escribir algunas palabras en la arena con una ramita. ¡Ella sabía leer!. Bueno y mejor funcionó cuando ella corrigió bastante de mi pronunciación. Bueno, estaba claro que había ido a caer en Grecia.
Nadie excepto otro viajero del túnel había oído ese idioma, bien pronunciado al menos en siglos. Por suerte había cambiado impresiones con él días antes, en mi cama. El chico había aterrizado en Esparta y lo había pasado fatal y yo me dediqué a consolarlo.
Para no asustarla y explicar mi extraña apariencia le endiñé el cuento de que era una viajera de tierras lejanas. No parecía que ella se fuera asustar por casi nada pero la historia de la viajera me permitía darle una razón a mis errores, en el vestir, hablar y comportarme.
Y así por fin conseguí averiguar donde demonios había ido a caer. Era una chica culta para ser campesina y por los reyes y hechos que ella consiguió nombrarme conseguí situarme. Estaba en Lesbos hacia el s. IV antes de Cristo en pleno Egeo.
Ademas de belleza que poseía mucha, tenia inteligencia y conocimientos sobre los hechos de su tiempo. Me contó que estábamos cerca de un puerto donde atracaban galeras y mercantes de toda Grecia, Egipto y Fenicia. Así que el mar que se veia desde su puerta era el Egeo. Esto puede ser que me diera la opción de conocer a Safo.
Era la única personalidad importante que se me ocurría que pudiera estar por la zona. Durante la conversación admiraba su perfil griego, el escote insinuado en los pliegues de la túnica, los brazos desnudos, bronceados y fuertes.
La verdad, la Helena que tenía delante hubiera podido hacerle de modelo a Praxiteles. Quizá no botar mil barcos pero un par de galeras si que se hubieran movido por ella.
Por una de las sendas nos llegó el sonido de un silbido. Era su marido, Jason, que conducía por el ronzal un par de mulas con las que había estado trabajando un campo de cereal.
Su granja parecía bien cuidada y próspera. Se acercó al pozo, dejó caer la corta túnica que lo cubría quedando completamente desnudo. Sacó agua con un cubo de madera. No parece que hubiera ningún tabú sobre desnudez en esa cultura.
Se lavó el polvo y el sudor de la musculatura impresionante. Si habéis visto trescientos os haríais una idea, pero sus músculos se debían al duro trabajo del campo y no de un gimnasio pijo de Holliwood.
Un magnífico ejemplar de hombre, todo un macho griego, un verdadero hoplita. Pues cuando me invitaron a entrar en su casa vi sobre la chimenea colgados el escudo, el casco y la espada, todo en bronce bruñido lo confirmé. Pude admirar esas armas, no tras la vitrina de un museo, sino recién forjadas en una isla del Egeo.
Se ató a la cintura una simple tela de lino y por fin bien limpio se acercó a nosotras que habíamos mirado todo el proceso con cierta admiración. Al menos por mi parte, ella debía estar acostumbrada.
Aún estabamos en la puerta charlando y sin perdernos nada del espectáculo. Cogió a su mujer de la cintura y la besó profundamente dándole una buena ración de lengua a lo que ella respondió con entusiasmo.
Por debajo de la corta túnica pude espiar la mitad de las respingonas nalgas de la bella morena cuando el péplum se levantó en el abrazo. Detalle que aprecié aunque había pasado media tarde mirando sus torneados muslos.
Las miradas de ambos no habían dejado de espiar mi cuerpo. El vientre desnudo por la cintura baja de mis pantalones. El escote de la camiseta y lo pegado de la tela tan ajustada a mi piel que mis tetas se notaban perfectamente, los muslos desnudos.
Parecían extrañarse por mi indumentaria, desconocida en ese tiempo, lógico. Pero como me tenían por una viajera de lejanas tierras ese detalle se pasó por alto, como una cortesía más debida a un huésped. Su sentido de la hospitalidad consiguió que me invitaran a cenar e incluso a pasar la noche con ellos.
No es que me apeteciera dormir en un montón de paja lleno de pulgas pero mientras la entrada al túnel cuántico no volviera a alcanzarme no podria volver al s. XXI.
Tras lavarnos juntas ella y yo, lo que me permitió ver al natural sus tetas perfectas, y a ella admirar mi cuerpo desnudo, según dijo, pasamos al interior de la vivienda. Me prestó un paño de lino para cambiarme y dejar mis sudadas ropas a un lado. Me ayudó a colocarlo aprovechando para acariciar mi cuerpo en el proceso.
La cena, aunque sencilla a base de embutidos, queso y verduras frescas con aceite y vino elaborado en su propia casa fue muy sabrosa. Ayudé en lo que pude pero aparte de cortar y lavar los vegetales no pude hacer mucho más.
Ademas fue animada, eran agradables, buenos conversadores, inteligentes, simpáticos y pude practicar mi oxidado griego clásico. Me contaron chismes y cotilleos de la zona y las noticias que les llegaban de las ciudades estado.
Tras servir la mesa a lo que la ayudé, Helena se ató la túnica a la cintura dejándonos ver sus dos preciosas tetas. Me indicó que podía deshacerme de algo de ropa y aflojé el péplum imitándola desnudando mis peras sin problema, ya había confianza de sobra.
Ambos parecieron admirar el gesto y la belleza de mis formas que alabaron en voz alta. Yo ya había admirado el trabajo de la granja y de la bien cuidada casa pero ellos empezaron con mi cuerpo. Yo también les halagaba a ellos, lo que me resultaba fácil y sincero.
Solo son verdades, la musculatura de luchador y los rasgos finos que él tenía. Y ella, bueno, sus pechos perfectos que aún no habían amamantado, su cadera generosa, los afinados muslos musculosos por el trabajo, y su carita, bueno, a esas alturas estaba deseando besarla.
A los postres, algo con mucha miel y almendras, ellos comenzaron a besarse y acariciarse demostrando su amor ante la invitada. A la que estaban poniendo los dientes largos. La suave tela de lino que cubría la polla se empezaba a levantar y en cuanto Helena se dio cuenta de ello le agarró el rabo ya duro a su marido.
Esta vez dejándomela ver a mí. El nudo se soltó y quedó completamente desnudo ante nosotras. Sin pudor, como algo natural. Mirándome a los ojos con un gesto me pidieron que me reuniera con ellos.
Con la misma naturalidad que hasta entonces habían mostrado en todo acariciaron mi piel, besaron mis labios. Yo pude disfrutar de sus cuerpos no sobre el tan temido montón de paja sino en un lecho del vellón de sus ovejas, cubierto de suaves pieles.
Helena fue la primera que se acercó a mí. Supongo que pensaron que me daría más confianza. Sus tiernos besos al principio fueron leves y dulces. Pero viendo que le correspondía y que mi lengua buscaba la suya se hicieron mucho más lascivos.
Sus tetas atraían mis manos con poderoso magnetismo y por fin pude acariciar los duros pezones. Pronto noté en las mías unas manos fuertes. Jason por fin se había decidido y desde mi espalda había puesto sus manazas en mis tetas. Su poderoso torso pegado a mi espalda y empezaba a notar su polla griega buscando el griego.
Acorralada entre los dos no tenía escapatoria ni la quería. Sus pieles frotándose con la mía me estaban calentando. Menos mal que los únicos seres vivos de las cercanias eran sus gallinas y corderos, eran los únicos que podían oír nuestros gemidos y suspiros.
Helena ya buscaba con los dedos el clítoris, para entonces tenía el coño encharcado y estaba mojando su mano. Con la palma de la mano en los labios de mi vulva alcanzaba a acariciar el glande de Jason.
Con ternura lo fue guiando a mi interior. Estaba tan excitada que se abrió paso en mi xoxito de una sola vez. Helena se recostó sobre las suaves pieles abriendo los poderosos muslos. Lamí sus axilas, besé sus pechos y el vientre bajando por su cuerpo.
La postura hacía que yo quedara a cuatro patas. Por fin tenía ante mí la delicada vagina. A cada empujón del hoplita en mi cadera mi lengua posaba por los labios de su chica, los del dulce coñito, e intentaba penetrarlo con ella. Sus gritos llenaban la choza, y los míos no solo por que tenía la boca muy ocupada. Jason me estaba follando con fuerza, ternura y firmeza pero no muy deprisa justo como me gusta.
Entre el diu y las vacunas no tenía que tomar ninguna precaución extra así que le animé a seguir hasta que me llenó con su semen y eso que ya me había corrido un par de veces. Helena también había disfrutado lo suyo, pero estaba dispuesta a un poco más.
Obligó a su marido a no sacarla de mi coño y reptando de colocó debajo de mi cuerpo. Con su linda cabecita bajo nuestros sexos ensamblados. De inmediato noté su lengua juguetona en mi clítoris y según la polla iba perdiendo su dureza lamía el semen y los jugos que escurrían de mi interior y del glande de su esposo. Yo aproveché para darle las últimas lamidas a su xoxito.
Al final me dormí entre los brazos de los dos cariñosos griegos. El suave vellocino sobre el que dormíamos me acariciaba tanto como sus manos.
A la mañana siguiente, tras cumplir con los trabajos de la granja, Helena me llevó al mercado del puerto. Aunque me había dejado uno de sus péplum para que pasara más desapercibida. Nunca habría imaginado lo sensual de aquella sencilla prenda.
La verdad es que era más trasparente de lo que solía vestir habitualmente. Mis pezones se marcaban en la fina tela y los pliegues de la falda mostraban mis muslos a cada paso. Pero como todas las mujeres vestían así no llamábamos la atención.
Paseábamos entre los puestos del mercado, viendo las mercancías procedentes de todo el mediterráneo y más allá. Telas, especias, artesanía, herramientas, incluso armas y joyería, pero yo no tenía dinero ni nada para intercambiar por que hasta el trueque estaba permitido.
En una colina cerca del pueblo se levantaba un templo. No era ni muy grande, ni muy impresionante pero allí estaba con sus columnas dóricas y los frisos policromados. No era el Partenon pero me valía. Nos dio tiempo hasta hacer una pequeña ofrenda a Afrodita, la diosa patrona de la ciudad. Al teatro ya no pudimos entrar pero pude verlo cuando pasamos a su lado.
La actitud de la gente era desinhibida. Se acariciaban y metían mano sin recato. Aprovechando el calor reinante las ropas iban sueltas mostrando más partes del cuerpo de las que en nuestro siglo XXI sería normal ver por la calle. Los pechos de las mujeres, los torsos de los hombres y hasta los culos de los jovencitos que los hombres acariciaban sin problema.
Mi escasa ropa se la había regalado a Helena y Jason. El minishort le quedaba de miedo a la portentosa cadera de la griega. Como la tela no duraría muchos años no le daría un susto de muerte a un arqueólogo contemporáneo. En previsión de algo así me había acostumbrado a no llevar nada de plástico. Por una parte, una lástima, me hubiera gustado comprar alguna chuchería como recuerdo y por otra a mi regreso todo se lo quedaría la "institución".
Al acercarnos a la orilla pude contemplar los trirremes de guerra atenienses, los panzudos mercantes fenicios, las galeras egipcias. Siempre me da rabia no poder llevarme el móvil o al menos una cámara. Tener que guardar esos detalles en la memoria y tener que dibujarlos después es un coñazo.
Viendo lo bien que me había defendido con ella en su lecho Helena me guardaba una sorpresa. Me condujo a una bonita casa en el pueblo. Allí conocí a Safo en su cama hicimos el amor mientras Helena nos contemplaba y no tardó en unirse.
Tras una breve introducción que me hizo la granjera Safo me recibió entre sus brazos. Las túnicas tardaron segundos en caer y poco más en llevarme a la cama.
Bajo los atentos ojos de Helena la poetisa se tumbó sobre mí en un sesenta y nueve para demostrar a la chica extranjera sus habilidades buco linguales. Desde luego le correspondí saboreando su dulce coñito.
Un momento más tarde teníamos a Helena sobre nosotras lamiendo y acariciando toda la piel que pudiera alcanzar. Justo sobre mis ojos veía su lengua lamiendo el ano de Safo.
La dos griegas me dieron un montón de orgasmos esa tarde calurosa junto al Egeo. Las chicas sabían lo que hacían acariciaron, besaron y lamieron todo mi cuerpo. Y yo me dediqué a darles placer a las dos.
Caminando de vuelta entre los olivos solo me dio tiempo a un rápido beso a Helena antes de que el túnel me devolviera a casa. Las luces debieron impresionarla pero en una cultura donde los dioses interactuaban con los hombres constantemente no creo que causara un gran revuelo. Fue uno de los viajes más cortos, apenas un par de días, pero de los que más disfruté.
Todavía sostenía un manuscrito de Safo en la mano, poemas inéditos, cuando llegué ataviada con el péplum y las sandalias. Menos mal que el túnel me dejó cerca de mi casa y aún así la gente me miraba por la calle. ¿He dicho ya que las tetas se notaban mucho en esa tela tan fina? No hay dinero para pagar esos poemas o el manuscrito, claro que tampoco me los iban a pagar.
La organización que estudia esos viajes, la "institución", se queda con cualquier cosa de valor histórico o arqueológico que los viajeros podamos traer. Desde luego las prendas me las quedo. Serán un bonito recuerdo de la chicas griegas.
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sábado, 9 de julio de 2022
Boda-orgia
boda orgia
Siempre me he llevado muy bien con mi prima, muy, muy bien. Así que me invitó a su boda como era lógico.
Pero la cosa es más complicada que eso. Sonia pensaba organizar una orgía. Siempre ha sido una chica muy morbosa, sexi, inteligente. Nos lo empezamos a montar juntos con diez y ocho años. Exploramos juntos mucha de nuestra sexualidad y buena parte de la de otros primos y amigos.
Llevamos años follando, algunos tríos, incluso intercambios de pareja. Incluso uno en el que ella se quedó con mi chica y yo me divertí con su chico. Ellas nos miraban como nos follamos el uno al otro y nosotros pudimos ver sus maniobras sáficas en directo para excitarnos más.
Sus padres estaban divorciados y Sonia vivía con mi tío. Un macho muy guapo, bien conservado y como prueba de mi bisexualidad yo también había follado con él. Y por cierto sabía que padre e hija se llevaban muy bien. Los dos me lo habían contado como confidencia de cama.
Por mi trabajo hacía unos meses que no nos veíamos. Vivía en otra ciudad pero conservábamos el contacto por WhatsApp y otros chats, incluido algo de cibersexo. Así que me había contado como había conocido a un chico, había empezado a salir con él y las cosas se habían puesto muy serias.
Conociéndola era evidente que el mozo sería tan pervertido y morboso como ella, o se iba a pasear por ahí con unos cuernos que le impedirían cruzar puertas hasta de hangar de aviación. Eso me lo confirmó la invitación a la boda. Decorada con dibujos del kamasutra, el texto lo aclaraba más. El encabezado decía:
BODA/ORGIA.
Sonia Fulanita de Tal y Mario Menganito de Cuál tienen el honor de invitarte a la ceremonia de compromiso que se celebrará en un chalet en medio de ninguna parte.
El atuendo adecuado será lo más putón posible, lencería sexi, disfraces o ropa que descubra el cuerpo. Daba algún detalle más pero para aclarar las cosas simplemente la llamé.
- Sonia. ¿De qué va esto?
- Ya habrás deducido algo por la invitación Mario y yo nos casamos.
- Nunca pensé que eras de las que se casan.
- A todo cerdo le llega su San Martín, primito. Algún día te tocará a tí, pero Mario y yo somos iguales y hemos decidido formalizar la relación.
- Vale, entonces ¿de que va esto de la ceremonia?.
- Vamos a celebrar algo íntimo con unos pocos amigos y familia escogida. De los que van de mi parte creo que te los has follado a casi todos. Así que establecerás nuevas relaciones con los amigos de Mario.
- Entonces ¿lo de la boda solo es un paripé para montar la orgia?
- Para nada, montaremos algo más serio más adelante. Pero la verdadera se hará ese sábado, La oficiará Marta, mi amiga, la que curra en el ayuntamiento y llevará los papeles. De hecho quiero que seas uno de mis testigos.
- Estaré encantado claro. Marta está muy buena, ¿sabes como irá vestida?.
- Aún no, pero como la conocemos los dos te puedes imaginar que no defraudará.
- Por cierto Y ¿tú? ¿Que llevarás?.
- Ya lo verás, creo que no te sentirás defraudado. Tú intenta cumplir e ir muy zorrita. Dejamos una habitación de vestuario para que la gente pueda cambiarse allí. Te veo el sábado. Bye, primito.
Conociendo a Sonia sabía que todo esto no era una encerrona o una broma pesada, sino que iba completamente en serio.
Todo eso me suponía un problema. ¿Qué coño me iba a poner?. En cierto momento hasta me planteé ir de nudista y quedarme en bolas del todo. Hasta visité un par de sex shops en busca de ideas. Pero la mayoría de lo que tenían allí era muy sadomaso para mí gusto. Hasta me imaginé con lencería de chica.
La solución la tenía en el fondo de uno de mis cajones. Un bóxer de malla completamente trasparente, regalo de una follamiga, serviría para la ocasión. No había llegado a estrenarlo. Como complemento y ya que en una boda esa es una prenda imprescindible llevaría una corbata.
Con unas bermudas y una camiseta cogí el coche y me dirigí donde me indicaban las coordenadas GPS que venían en la invitación. La escasa indumentaria la llevaba en una mochila.
Cuando llegué uno de mis primos vestido únicamente con un slip negro y un arnés de cuero me llevó directamente de mi coche al vestidor habilitado. Sin dejarme pasar por el jardín donde estaban los invitados que habían llegado antes que yo.
Un miembro de la familia del novio con el mismo atuendo hacía en mismo servicio a los que venían de su parte. No pude más que echarle un buen vistazo mientras mi primo nos presentaba brevemente. La verdad es que merecía la pena.
Ya me hubiera conformado con esos dos, pero dentro había promesas sino mejores si en más cantidad. No era cuestión de ser impaciente.
Tras ponerme lo que había traído una desconocida jovencita que esperaba fuera me indicó el camino a seguir. La chica solo llevaba puesto un body de encaje negro con muy poco encaje. Se cuerpo espectacular asomaba por todas partes, escote, espalda, culo y muslos. Todo precioso y al aire.
La cosa prometía, se ve que todos los asistentes estaban dispuestos a divertirse a base de bien. Al fin pude asomarme al jardín donde amigos y familia, los más pervertidos de ambas categorías, disfrutaban del cóctel de bienvenida.
Como yo, aprovechando el calor reinante, nadie iba muy vestido. Todos los atuendos eran sexis y provocativos. Lencería, disfraces, algún vestido recortado estratégicamente para desvelar la anatomía de su portadora o portador. No sabía donde poner los ojos pues a cada paso algo nuevo atraía mi atención.
Alguien me puso una copia en la mano. Pero con tanta carne exhibida apenas me fijé en las camareras que llevaban unas minifaldas negras, yo habría dicho cinturones, y unas blusas de gasa blancas completamente trasparentes. Marcaban sus pezones duros como escarpias.
Al poco rato empezó a sonar la típica marcha nupcial. Yo me había reunido con mi primo el de la puerta que ya había terminado su trabajo allí y una amiga de la novia ataviada con un bikini.
Todos nos giramos hacia una carpa cerrada con cortinas y adornada con lazos y motivos eróticos. Se abrió y salió la comitiva hacia un estrado también rodeado de gasa blanca y figuritas de personajes desnudos en posiciones del kamasutra.
El montaje estaba muy cuidado y todo parecía caro y del gusto de una lujuriosa pervertida como Sonia y de su, en pocos momentos, nuevo marido.
Por fin pudimos ver a los protagonistas de la fiesta. La comitiva nupcial cruzó el jardín desde la carpa al estrado sobre un camino de pétalos de rosa blanca. Y todos pudimos ver la poca tela que cubría sus cuerpos.
La novia y su suegra, una madura curvy y sexi, llevaban dos corsés sin copas con las tetas al aire. La misma prenda era un liguero para sujetar las medias. Tampoco llevaban tanga así que todos podíamos ver sus coñitos depilados. Un trozo de gasa en la espalda a modo de falda y otro en la cabeza simulando un velo completaban su atuendo.
El novio y mi tío, suegro del novio y que además hacía de padrino, solo llevaban un tanga negro de chico, un cuello falso y una pajarita.
La oficiante, que esperaba en el estado, se había decidido por una fina capa de raso morado bajo la que parecía llevar su precioso cuerpo completamente desnudo.
Podíamos haber pasado directamente a firmar el acta y seguir con la parte de la orgia. Pero era evidente que mi prima no se iba a conformar con eso.
El texto de la ceremonia habitual había sido modificado según los gustos de los novios. Y desde luego los votos no mencionaban absolutamente nada de fidelidad. Si de cuidarse, amarse y darse placer entre ellos y a todos los que sea posible hasta que la muerte los separe.
Nunca hubiera pensado que mi prima pudiera ir tan en serio con nadie. Siempre había sido un espíritu libre.
Todos los demás asistíamos con la debida solemnidad, aunque algo de ella se perdía por como íbamos ataviados.
Cuando les dijo eso de que podían besarse los novios se juntaron en un lascivo morreo cuya visión hubiera excitado a un paciente terminal. Había manos por todas partes y todos podíamos ver las dos lenguas cruzándose fuera de las bocas y la saliva resbalando hasta sus torsos.
Una vez finalizada la ceremonia la hermana del novio, Olga, una preciosa morenita con un ajustado vestido rojo de lycra que aún no sé cómo destapaba sus duras tetas y vulva, y yo nos acercamos a firmar el acta.
En cuanto dejé la pluma en la mesa Marta cogió una de mis manos y la llevó directamente a su encharcada vagina. Lo mismo hizo la morenita dejándome sin más posibilidad de acción que acariciarlas. Por cierto aprovechó para quitarse el vestido, arrojarlo sobre el atril y quedar desnuda del todo.
El tenerme inmovilizado entre las dos lo aprovechó el novio para darme un beso que parecía querer sacar toda la saliva de mi boca. Le correspondí gustoso mientras mi prima hacía lo mismo con su suegra.
El resto de los invitados también había empezado a acercarse a los demás. Manos y bocas se juntaban por todo el jardín empezando a buscar el placer.
Tantas opciones y tan poco tiempo. Pero en algo tenía razón mi prima ese día era una toma de contacto, un comienzo para establecer nuevas relaciones. Aunque también renovar el contacto con las personas que ya conocíamos.
Entre las dos me habían librado del bóxer dejando mi polla dura apuntando al frente. Y la corbata no es que me tapara mucho. Se agacharon para lamer mis pezones. Si la cosa empezaba así me iba a correr enseguida.
Menos mal que cerca del estado se había habilitado un cómodo lecho, como otros que hacía dispuestos estratégicamente para disfrute de los invitados.
Al que me arrastraron sin dejarme opinar estaba sobre una plataforma para satisfacer la vena exhibicionista de los ahora ya marido y mujer. Todos podían vernos desde donde estaban.
La madre del novio me tumbó boca arriba diciéndome:
- Me han dicho que sabes usar muy bien la lengua.
Y un momento más tarde tenía su amplia cadera cubriendo mi cara. Así que durante un rato perdí de vista el resto de lo que pasaba. Pero seguía notando por todo mi cuerpo caricias y lamidas. Incluso mis huevos y polla dentro de una boca.
Yo me limité a sacar la sin hueso y darle un buen repaso al depilado coño que se me ofrecía. Lamí los labios, chupé el clítoris y la peentré todo lo que pude.
En cierto momento que levantó la cadera después de tener un orgasmo pude echar un vistazo y descubrí que era el novio a cuatro patas quien me comía la polla mientras mi tío le estaba follando el culo.
Detrás de ellos Sonia y su cuñada los acariciaban, lamían y besaban a los dos, chupaban sus pezones y pasaban la lengua por sus cuerpos y espaldas.
Había piel para todos. Pero antes de que me corriera los novios quisieron hacer una ronda y pasar por todos los grupos que se habían hecho y que ya habían empezado a disfrutar.
Besaban unas bocas por allí, acariciaban una polla o metían los dedos en un culo o un coño. Y eran acariciados y lamidos por cada amigo y familiar al que se acercaban.
Las copas, los preservativos, el lubricante, los juguetes eróticos eran repartidos con generosidad por las camareras. A esas alturas ya tenían las faldas completamente recogidas en sus cinturas dejando ver sus coñitos depilados. Y las blusas abiertas dando acceso a sus bonitos, duros pechos.
No sabía de donde había sacado Sonia esas tres monadas dispuestas a hacer ese trabajo pero era un placer verlas moverse entre los invitados repartiendo las copas y lo demás entre gente desnuda y dejándose acariciar. Una de ellas ya estaba sin la blusa, enseñando los pechos cónicos y duros y con la falda en la cintura.
Entre tanto yo me había quedado tumbado relajado conversando con la madre del novio, la oficiante, mi tío y la hermana del novio. De vez en cuando dejaba caer unas gotas de mi copa en la piel de alguno de ellos y le daba una lamida.
Por entonces pasamos todos a otra carpa donde estaba preparada la comida. Como todo en ese extraño día los manjares tenían relación con el tema. Todo tenía forma fálica o de vulva y los ingredientes eran clásicamente afrodisíacos.
De todas formas la mayor parte de la comida terminó sobre los cuerpos de los asistentes que a esas alturas ya estaban desnudos del todo. Nadie tenía muchas ganas de comer y si de lamerlo de la piel de la persona que tenía más cerca.
Antes de los cafés y las copas, tras la comida todos pasamos por las duchas. Otro placer del día fue enjabonarnos unos a otros, recorrer la piel del más próximo con el gel de ducha. Aprovechar para sobar el cuerpo y restregarnos con la piel húmeda.
Tras el café charlábamos más relajados, los chicos conteniendo el orgasmo para complacer a las damas y darles a ellas todo lo posible. Olga cogió mi mano y me llevó a dar una vuelta por entre los invitados de su hermano.
El primo que había atendido la puerta me recibió con un buen morreo, sujetando mi polla y me dijo lamiendo mi oreja:
- La próxima vez que nos veamos no te escapas, guapo.
Claro que yo también le di un buen masaje a su culito respingón mientras hablábamos. Así que si se había fijado en mí cuando llegué por la mañana.
De ahí pasamos a una exnovia de Mario ya muy entretenida con uno de los amigos de Sonia y otra de nuestras primas. La chica y Olga se reconocieron muy cariñosas, antes de que mi prima nos presentara. Ella se me subió encima clavándose mi rabo y dándole unos pocos meneos con la cadera.
Seguimos así durante un rato sin que chicas o chicos se comportaran de forma diferente. Sino eran bisexuales durante todo ese día olvidaron sus complejos y se limitaron a disfrutar del cuerpo que tenían más cerca sin que les importara su género.
Incluso me presento una transexual con un duro par de tetas operadas y una polla prácticamente del mismo tamaño que la mía. Hada era amiga de Mario y de Olga y evidentemente follaba con los dos. También me propuse volver a verla y hacer el amor con ella.
Pero aunque me había corrido un par de veces durante el día, la primera en la boca de la madre del novio y la segunda en el culito de un amigo Mario, esperaba un gran final.
Estaba deseando lamer el cuerpo de Olga desde los cuidados deditos de sus lindos pies a las pequeñas orejitas pasando por toda su adorable anatomía. Y descargar mi lefa en cualquiera de sus orificios.
El baile lo abrieron los novios con el típico vals pero como estaban desnudos del todo el espectáculo que nos daban era precioso. Poco a poco el resto de los invitados nos fuimos uniendo.
Pero al final fue Sonia, mi prima, la que durante el baile se hizo con mi duro rabo. Los cambios de pareja en los agarrados, las tetas bamboleándo en las canciones más movidas, hasta la conga con la fila donde las pollas rozaban el culo que tenían delante. El baile seguía en la misma tónica de todo el día.
Sonia me pilló en uno de los agarrados. No sé las veces que se habría corrido durante el día, ni la lefa que le había caído encima, pero estaba claro que no le bastaba.
Se apretó contra mi cuerpo. Como soy bastante más alto mi glande se acomodó entre sus tetas. Sus manos recorrían mi espalda y yo besaba su cuello lamiendo su piel y mis manos agarraba con fuerza sus nalgas.
- ¿Que te ha parecido? ¿La fiesta te ha defraudado?.
- Ha sido genial, si piensas organizar más orgias en este estilo espero que me invites.
- Viendo el éxito que has tenido levantado pasiones y pollas cuenta con ello. No estaba segura de que fuera a salir bien.
- Pues por la cantidad de orgasmos que ha habido por aquí creo que ha sido todo un éxito. Todo el mundo parece buena gente y estaban dispuestos a pasarlo bien.
- ¿Te quedas a dormir?.
- No creo que ahora pudiera conducir, Me tiemblan las piernas.
- Por lo que estoy notando puede que las piernas te tiemblen pero el rabo lo tienes bien firme.
- Tú siempre me lo has puesto así.
- Pues ahora lo quiero dentro.
Me arrastró hasta la cama elevada donde durante el día cualquiera que quisiera ser visto había demostrado sus habilidades follando.
Sonia tenía claro lo que quería. Me empujó al colchón y se subió encima de mí para cabalgarme, así yo podía acariciar sus pechos y pellizcar sus duros pezones. Por última vez en el día me corrí en el dulce coñito de mi salida prima.
Había camas para todos y la mayoría las aprovechamos para seguir al día siguiente en el que nadie tenía que trabajar.
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miércoles, 6 de julio de 2022
De caminata por el campo.
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Discutí con el resto y me separé del grupo. Hice mi mochila y me largué. Hacía un calor terrible, iba con mis pantalones vaqueros cortos, muy cortos, recortados por mí. Las playeras y una camiseta que tenía atada a las correas de la mochila, la usaba para quitarme el sudor.
Seguí por un camino de cabras montaña arriba para tranquilizarme y que se me pasara el cabrero, ups perdón el cabreo. La soledad, el sonido de los pájaros el duro ejercicio físico de caminar cuesta arriba, todo pensaba que me calmarla.
En una vuelta del camino, entre matorrales y arboles, un regato de agua cristalina corría fresco entre la hierba suave. Un sitio perfecto, un lugar para descansar una vez olvidada la bronca.
Al rato de estar tumbado apoyado contra un tronco, debí quedarme medio adormilado. Pero me despertó un silbido próximo.
Acercándose por la otra parte de la trocha venia un chico de mi edad. Vestía apenas, con un pantalón de deporte aun mas cortito que el mío como única vestimenta. También sin camiseta y acompañado de un enorme mastín. Se tumbó a mi costado sobre la hierba al lado del arroyo. Sin dudar, con confianza, como si el sitio fuera suyo y parece que lo era.
- Hola, ¿vienes de muy lejos?.
- No, estoy de excursión.
- ¿Solo?.
- Ahora ya no, ¿Y tú?.
Le dije sonriendo.
- Vivo un poco mas arriba con mi familia. He salido a dar una vuelta y despejarme.
- Pues como yo.
Nos sonreímos.
- Oye, ¿Sabes que este es mi rincón? Nadie viene por aquí mas que yo.
- Lo siento por haberte invadido.
- No pasa nada, me gusta tener compañía y además tan agradable. Me llamo Mario.
- Y yo Juan y gracias.
Nos tendimos la mano, y el apretón duró más de lo que yo pretendía.
- Una cosa, por aquí me gusta andar en bolas, tomar el sol y bañarme. ¿Te importa?.
Vaya, eso sí que había sido rápido. Pero si me gustaba verle con ese mínimo pantalón, contemplarlo al natural sería aún mejor.
- En absoluto, a mi también me gusta estar desnudo, así que por mí perfecto.
Sin mas palabras vi como levantaba el prieto culo de la hierba haciendo fuerza con los pies. Se sacó el pantalón de deporte y lo colgó de una rama. No llevaba nada debajo.
Por fin vi su rabo morcillón apoyado en la cadera. Una bonita polla gruesa, era evidente que tomaba el sol desnudo pues estaba bronceado del todo. Y sin un pelo que estorbara el comerla. No sabía yo que los chicos de pueblo fueran tan modernos. Pero me alegró.
- Estás muy sexi así depilado.
Yo me lo había tomado con mas calma. Me puse de pie para que pudiera verme a placer. Abrí el botón y la cremallera del short y lo bajé despacio por mis muslos, ofreciéndole el mejor espectáculo que pude pues él me miraba sin perder detalle como había hecho yo antes. Como no tenía nada debajo también me quedé en bolas. Me dijo.
- Estás muy bien. Tienes un cuerpo estupendo.
Me tumbé y me puse de costado mirándolo. Como yo no tenía un sitio tan privado para tomar el sol la piel de mis nalgas que cubría el speedo que usaba normalmente para tomar el sol y bañarme era mas blanca que el resto de mi cuerpo y él lo notó. Me lo señaló.
- Tienes el culito blanco.
- Bueno, yo tengo que ir a una piscina pública a tomar el sol. No como tú que tienes todo el campo para quedarte desnudo.
- Pero aparte de eso, tío, estas muy bueno, seguro que las tías en bikini van detrás de ti.
Sonriendo le contesté:
- Las tías y algunos tíos.
- ¿Y eso?, ¿No es un problema para ti?.
También sonreía y se relamía los labios.
- Para mí no, también me gustan los chicos, sobre todo si son tan guapos como tú.
- Vale ¿Pues que haces tan lejos?
Me levanté y me acerqué a él. Sin molestarse mucho le echó mano a mis huevos y polla y la acarició con suavidad. Desde luego reaccionó de inmediato poniéndose dura en su mano. También la suya se había endurecido.
- Veo que a tí también te gusta la carne y no solo el pescado.
Se incorporó un poco y se metió mi polla entre los labios. Se la saco de la boca para poder hablar. Pero desde luego sin soltarla.
- Pues claro y si es un chorizo tan apetitoso como este más.
Al terminar la frase empezó a chuparme los huevos con verdadera ansia. Subía por el tronco hasta comer el glande y apretarlo contra el paladar sin dejar de acariciar los testículos con la mano. Pasó la mano entre mis muslos para acariciar mi culo. Deslizar dedos por la raja.
- ¡Joder que bueno eres! No será la primera que chupas.
- Ni va a ser la última, pero esta está deliciosa.
Me incliné a besarlo, tuvo que dejar mi rabo en paz. Sino me hubiera corrido segundos después tan bien lo estaba haciendo. Inclinado sobre su cara pude saborear su lengua y darle la mía. Me la chupaba tan bien como lo había hecho con mi nabo. La saliva caía de mi boca a la suya y la aceptaba morboso.
Estiré la mano para acariciarle los pezones y pellizcarlos con suavidad. Su piel era muy suave. Gemía en mi boca. Despacio lo fui tumbando en la hierba hasta quedar sobre su cuerpo. Besándonos y acariciándonos toda la piel sin prisa. Las pollas duras apretadas entre nuestros cuerpos.
- Tienes buenas manos.... y todo lo demás.
- Tú no te quedas atrás.
Separó las piernas y rodeó mi cintura con ellas. Con eso mi rabo bajó hacia la raja de su duro culito. Movía la cadera con suavidad acariciando su ano con el glande. Pasó a lamer mi oreja, la barbilla, el cuello lascivo y muy muy húmedo.
Yo le correspondía por donde alcanzaba con la lengua. Bajé la mano hasta agarrar su nalga, levantar el muslo y acariciarlo.
- Yo también quiero saborearte.
- Pues soy todo tuyo.
Aflojó la presa de sus piernas lo justo para dejarme moverme y empezar a bajar besando cada centímetro de su suave piel. Lamer la piel de su pecho y mordisquear los pezones. Pasar la lengua por las depiladas axilas y clavarla en el ombligo.
Evité la polla por el momento. Le hice rabiar un poco y bajé por la cara interna de los muslos. Para ser un tío que vivía en el campo y andaba entre los hierbajos con pantalones cortos tenía la piel suave y sin muchos arañazos.
Quería probar sus pies, uno de mis fetiches. Chupar los dedos, las plantas de los pies. No me privé y él me dejaba. Sabía que solo pretendía darle placer y recibirlo.
- Me haces cosquillas. Pero es genial. ¡Joder! Que bueno.
- Tú si que estás bueno. Te voy a lamer entero.
Uniendo la acción a la palabra le giré boca abajo.
- Ahora por aquí.
Volví a subir por sus muslos sin separar la lengua de su piel. Allí delante de mí cara tenía ese duro culito perfecto. Lamí sus durísimas nalgas separándolas son prisa con las manos buscando su agujerito.
Clavé la sin hueso en el ano como si quisiera follarlo con ella. Y él jadeaba demostrando que le estaba gustando. No quería que se corriera pronto así que seguí por su espalda siguiendo la línea de la columna.
Hasta llegar a los hombros y nuca siempre sin separar la húmeda de su piel. Para entonces tenía mi férreo nabo justo en la entrada ensalivada de su culo.
- Vamos, ya, fóllame. No me hagas esperar más.
- Como quieras.
Le dije, lamiendo su oreja. Estaba claro que ya le habían penetrado antes. El glande se deslizó dentro de su cuerpo sin ninguna dificultad y detrás fue todo mi rabo hasta que mi huevos rozaron los suyos.
Lo único que se oía en ese claro era la banda sonora de nuestros suspiros y gemidos de placer. Ni siquiera su mastín se atrevía a interrumpir nuestro placer. Tumbado a nuestro lado pero sin perdernos de vista.
Me gustaría poder decir que aguanté horas dentro de su culo. Deslicé una mano debajo de su cuerpo hasta agarrar su polla y pájaro al mismo ritmo con que lo penetraba.
Como resultado ambos estábamos más cachondos todavía. Momentos después él se corría sobre la hierba. No sé cuánto de su semen habría regado ese césped antes de nuestro encuentro. Pero viendo lo morboso que es seguro que era una gran cantidad.
Segundos más tarde le llené el ano con mi lefa. Jadeando al lado de su oído y deslizando la lengua por su oreja.
Nos derrumbamos sobre la hierba con los miembros enredados. Descansamos un rato siguiendo con las confidencias y descubrí lo morboso que puede ser un chico de campo.
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martes, 5 de julio de 2022
El perfecto disfraz de chica.
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Se acercaban los carnavales, tengo diez y ocho años y por fin se me iba a permitir pasar la noche o la mayor parte de ella fuera. Junto a unos amigos, salir y divertirnos disfrazados.
Yo tenia pensado algo espectacular, me disfracé de chica, pero puse todo lo posible de mi parte y la ayuda de mi hermana para quedar, no bien, fantástica.
Me depilé por entero aunque casi no hace falta, pues no tengo mucho vello. La ropa de mi hermana sobre mi cuerpo delgado: unas medias negras cubriendo mis largas y finas piernas, una minifalda ajustada a mi culito respingón y a los muslos disimulaba el pene que había tenido colocarme hacia atrás.
Un sujetador con relleno disimulaba la ausencia de senos y un top cubriéndolo lo justo atraía la vista hacia mi vientre plano y mi ombligo que iba desnudo pero adornado con un pircing falso.
Un maquillaje algo agresivo disimulaba lo poco masculino que quedaba en mis rasgos y darle un peinado diferente a mi larga melena rubia terminaba de ocultar mi personalidad real.
Con la cazadora abierta al bajar al portal donde mis amigos me esperaban ni ellos consiguieron reconocerme en un primer momento. Claro que solo se fijaron en mis tetas postizas. Incluso intenté disimular con cierto éxito mi voz y hasta que no me eche a reír como una loca no llegaron a darse cuenta de que de verdad era yo.
Resultó una verdadera sorpresa para ellos, alguno tuvo que tragarse algún sincero piropo que me había dirigido. Todos se habían esforzado tanto como yo en disfrazarse pero ninguno había conseguido llegar a engañar a los demás tanto como yo.
Íbamos a ir a una fiesta de disfraces pero aún era temprano. Así que nos dedicamos a vagar por las calles atestadas disfrutando de la vista del resto de los disfraces y tomando algo en algun bar.
Casi de inmediato mis amigos tomaron el papel de caballeros protectores al lado de una dama, a mi alrededor y parecía que a nuestro alrededor la gente con la hablaba me tomaba por una chica de verdad. Después de algunos experimentos exitosos y algunas miradas jugosas por parte de algún hombre me relajé y conseguí disfrutar con alegría.
Al cabo de un rato conseguimos llegar a la disco, había un montón de chicos y chicas casi todos con una gran multitud de disfraces diferentes. Al principio conseguimos mantener nuestro grupo junto pero tras la primera deserción de nuestro romano tras una Cleopatra cada uno decidió ir por su lado y mezclarnos con el resto de la gente.
Yo estuve bailado con chicas y chicos sin preocuparme en nada del genero o la orientación de mis ocasionales parejas y sin pensar en si ellos y ellas habían llegado a vislumbrar la verdad bajo la ropa prestada.
Al acercarme a la barra para pedir una copa se colocó a mi lado un chico que no iba disfrazado. Era guapo y bajo la ajustada camiseta se adivinaban unos pectorales de modelo. Deslizando una mano por mi cintura me dijo que se llamaba David y me dio dos besos en las mejillas. Yo pensaba:
- Hola guapa, ¿te puedo invitar a una copa?.
Vaya un ligón de discoteca. Pensé.
- Claro. Tomo cuarenta y tres cola.
- Soy Marcos, preciosa ¿y tú?.
- Sandra, encantada.
Me dio dos besos en las mejillas como si fuera una presentación normal. Pero le dejé hacer para ver hasta donde se atrevía a llegar. Quería ver su cara cuando le dijera que tenia una polla como la suya. Le conteste que mi nombre era Sonia con mi mejor voz de chica.
Nunca, ni siquiera entonces me había planteado montármelo con un tio, aunque dejar que me invitara a una copa un despistado no me parecía mal.
Intentaba portarme lo mas femenina posible y el parecía tragársela hasta el fondo. Con las copas en la mano buscamos un rincón discreto para charlar. Al fondo de la discoteca entre dos columnas que nos tapaban de los focos láser que iluminaban la pista.
Yo tenía cuidado de que no andara cerca alguno de mis colegas para no ser objeto de sus bromas al día siguiente. Pero logramos deslizarnos hasta allí sin que nadie se fijara en nosotros. El chico además de ser guapo tenia una conversación interesante. Hasta compartíamos hobbys.
El sitio era oscuro y el sofá cómodo y cuando quise darme cuenta tenia su mano en mi muslo. La falda era muy corta. A través del nylon de la media notaba la fuerza de sus dedos. Entonces decidí que era hora de terminar con la broma y le dije que era chico como él. Al oído rozando su oreja con mis labios.
- Soy un chico. No sé si te habías dado cuenta.
- Ya lo sabía, cielo, pero me gustaste y me dio morbo verte así. Por eso estoy contigo.
Ahí fue cuando me dejó helado o para entonces ya debería decir helada. Acercó su cara despacio a la mía y me dio un suave beso en los labios sin apartar la mano de mi muslo.
- Y ahora me gustaría que nos conociéramos mejor. Si no te echas atrás.
- Me está gustando. Quiero probar cosas nuevas.
A la vez que decía esto acariciaba su poderoso torso con la mano hasta tocar con dos dedos uno de sus pezones. Se lo pellizqué un momento y él recorrió mi cuello con su lengua. Me tenía cogida por la cintura con su mano sobre mi piel entre la tela de la falda y el top.
Estaba dispuesta a llegar al final. En ese miento deseaba a ese chico y quería tenerlo. Me pegué más a su cuerpo, frotándome con su cuerpo como cualquiera de las demás putillas que teníamos alrededor.
Su mano había alcanzado la piel de mi muslo por encima de la liga de la media. Parecía que no iba a parar hasta llegar a mi culo o al tanga. Me encantaba esa caricia. El tanga apenas podía contener ya mi erección.
Cuando puse la mano en sus vaqueros justo encima de su pene noté lo duro que lo tenía. Pero la quería notar suave, dura y caliente en mi mano. Abrió su cinturón y hundo el vientre para que yo pudiera meter la mano por dentro del pantalón.
El slip que llevaba no supuso ningún obstáculo mientras notaba en mis dedos la suave piel depilada de su pubis. Poco más tarde rodeaba el tronco duro como si estuviera petrificado con la mano. Lo acaricié suave durante un rato, no quería que se corriera en medio de la disco.
Él tampoco había parado y había conseguido liberar mi rabo del tanga. Pero cubierto por la minifalda sus manipulaciones eran discretas. Me pajeaba también con suavidad. Su otra mano me amasaba las nalgas con firmeza pero con cariño.
No habíamos dejado de intercambiar saliva. Y en ese rincón oscuro otras parejas estaban en las mismas condiciones que nosotros sin que se pudieran distinguir sus géneros. A nuestro lado lo que parecían dos chicas se amasaban las tetas con fuerza, aunque una o las dos podían ser tan chicas como yo.
- Quiero más.
- Solo tengo el coche. Seguro que encuentro un sitio tranquilo para aparcar.
- ¿Y a qué esperamos?.
- A qué termines la copa.
Le di un último trato a mi vaso y le cogí de la mano para salir de allí. Tampoco me iba a comportar como una tímida jovencita una vez decidido lo que deseaba.
- ¡Vámonos!
Sin soltar mi mano me llevó hasta su vetusto vehículo de segunda mano. Nos valdría perfectamente para lo que ambos deseábamos. En quince minutos más estábamos en un solitario parking frecuentado por parejitas.
El cada semáforo había acariciado mi rodilla aún cubierta por el nylon de la media. Pensaba seguir en mi papel de chica el mayor tiempo posible. Hasta continuaba hablándole con mi voz aflautada. Pero mi polla no había perdido nada de su dureza en el camino. Se marcaba en la falda.
Por fin aparcó en un rincón oscuro, bajo un árbol. Hacía frío y tuvo que dejar el motor encendido para tener calefacción. En ese momento baje el respaldo de asiento a tope, hasta apoyarlo en la banqueta del trasero.
Marcos no lo hizo todavía pero se inclinó sobre mí para darme un beso dulce en los labios. Su mano apoyada en mi cintura empezó a deslizarse por el vientre levantando el top. Considerando que no tengo tetas el sujetador y los rellenos de silicona era lo que se iba a encontrar por allí.
Cuando metió la lengua en mi boca me di cuenta de que no le importaba, de que lo que yo era le daba más morbo. Crucé la lengua con la suya y recibí en mi boca su saliva. Ese beso era el mas lascivo que había recibido en mi vida. Ninguna chica me hacía besado así.
Empecé a tirar de su ropa para desnudarlo. Quería ver ese poderoso cuerpo masculino. Bajó el respaldo de su asiento. Para entonces ya tenía su torso desnudo y me incliné a besar y lamer sus pectorales. Chupé sus pezones.
- Quiero que te dejes la lencería.
Por fin me quitó el top. El suje de encaje era bonito y lo dejó donde estaba un rato más. Su lengua ya recorría mi cuello, besaba mi oreja o bajaba hasta mis hombros que podía lamer pues solo los tapaban los finos tirantes.
Me estaba gustando y excitando a partes iguales su forma de tratarme. Me bajé la falda, solo me quedaba puesta la lencería. Marcos se tomó un momento para mirar mi cuerpo con cara de vicio.
Mi polla había escapado del tanga y apuntaba dura al techo del coche. Era una parte de mí que también le atraía y la rodeó con sus dedos para pajearme con suavidad. Me acarició los huevos depilados mientras yo intentaba librarlo de sus vaqueros y de un bóxer blanco ajustado que marcaba la forma de su nabo.
Pronto lo saqué de su encierro. Aún no me decidía a ponerlo en mi boca pero me dediqué a acariciarlo como él estaba haciendo con el mío. Seguíamos lamiéndonos y besando la piel que el otro ponía al alcance.
Marcos fue el primero en buscar mi rabo con su lengua. Empezó lamiendo mis huevos. Para luego subir por el tronco hasta meterse el glande entre los labios. Llevaba tanto tiempo duro y excitado que no tardé mucho en correrme.
- ¡Me corro!.
- Hazlo, dame tu leche.
Todo mi semen acabó en su boca. Pero fue solo un segundo por que se incorporó para besarme y pasármelo. Nuestras lenguas se cruzaban jugando con la mezcla de semen y saliva.
- No estoy preparada para que me folles. Soy virgen.
- Lo imaginaba. Tranquila. Pero déjame comerte el culito ya verás como lo disfrutas.
- Me vas a matar. Nadie me ha hecho eso.
Pero me giré ofreciendo mi cadera. Confiando en él. Empezó besando mis nalgas. Apartó la gomita del tanga, no me quitó la prenda. Pasando la lengua por mi piel. Adentrándose entre ellas sin prisa hasta llegar al ano. Como si quisiera penetrarme con ella, lubricando el agujero negro con su saliva. La sensación era fantástica me hacía gemir y suspirar.
Jugó con sus dedos, llegando a clavar uno o dos de ellos en mi interior. Mojados de sus babas y con mi excitación llegó a gustarme, mucho. Si hubiera seguido un minuto más me hubiera dejado follar.
- Quiero acariciarte.
Pero el no se había corrido aún. Y deseaba probar su semen. Alcance su rabo con mi mano, como pude en ese pequeño espacio, acariciándolo con suavidad. Y me giré para buscarlo con mi boca.
Para lamer sus huevos tan depilados y suaves como los míos. Para subir lamiendo el férreo tubo de carne hasta llegar al morado glande. Meterlo en mi boca y claro como el mejor caramelo que hubiera probado jamás. Lógicamente mis habilidades en la felación eran inexistentes.
No dejé de acariciar sus huevos con la mano. Pero le saqué partido a mis visionados de porno en Internet. Y aunque no llegué a hacerle un garganta profunda creo que lo disfrutó. Sobre todo por que un momento más tarde tenía su semen en mi lengua.
Como hizo él con el mío lo compartimos como buenos amigos en un lascivo cruce de lenguas. Y eso sin dejar de acariciarlo y repasar todo su cuerpo con las manos.
Descansamos un rato, yo estaba acurrucada entre sus poderosos brazos sintiéndome protegida. Con mi cabeza apoyada en su torso de barril. Juguetona lamiendo de vez en cuando uno de sus pezones. Aún conservaba puesta toda mi lencería, eso le excitaba como me dijo.
- En general no me gustan los chicos. Pero me dan mucho morbo las chicas como tú. No sé por qué un joven guapo, sexi con un conjunto como el que llevas, tan sexi, me excita mucho.
- Cada uno vive su sexualidad como quiere. Yo tengo que admitir que me has hecho descubrir cosas completamente nuevas para mí. Nunca me había planteado follar con un tio y me ha encantado todo lo que hemos hecho.
- A mí también. Has sido una chica maravillosa.
- Lo he intentado. Pero me estás diciendo que ¿solo repetirlas todo esto conmigo si me ves vestida de chica sexi?.
- Básicamente si. No se si me pondría tan cachondo contigo o con cualquier otro chico si te viera con vaqueros y una camiseta. A no ser que debajo llevaras algo parecido a lo de hoy.
- Pues si mi hermana me echa una mano igual podríamos repetir y puede que llegar algo más lejos. Me ha excitado mucho todo Sobre todo cuando estabas jugando con mi culo.
- ¿Lo harías por mí?.
- Lo haría por mí. Lo he pasado muy bien. Me ha puesto muy cachonda ser esta putita.
Mientras me llevaba a mi casa no paraba de acariciarme el muslo sobre el nylon de la media. E incluso llegaba hasta el tanga y mi polla por debajo de la falda.
Me despedí de él ante mi portal con un morreo de campeonato volviendo a cambiar saliva con el carmín corrido en mis labios.
Si de verdad quería repetir tendría que contarle toda mi aventura a mi hermana. Incluso el haber tenido sexo con un chico. Conociéndola era probable que quisiera participar.
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sábado, 2 de julio de 2022
Criogenia
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Desde niña he estado enamorada de mi mejor amiga, Sonia. Ella sabía que yo era lesbiana y que me gustaban las mujeres, pero mi sentimiento por ella era de amor.
En cambio ella era heterosexual, se derretía por cualquier polla que se cruzara en su camino. Aún conociendo mis deseos su cariño por mí no cambiaba.
Había ciertos limites que ni ella ni yo nos atrevíamos a cruzar en nuestras caricias y roces. No queríamos arruinar nuestra perfecta amistad. Bromeábamos con nuestras actitudes y todo eso aún nos unía mas.
A los diecinueve años me diagnosticaron una enfermedad mortal e incurable y entré en un programa experimental de criogenia. Ya sabéis, eso de congelar a la gente y revivirlos años después. No quiero extenderme mucho en la tragedia que fue en su día, pero había una esperanza.
Lo ultimo que supe de los siguientes treinta años fue que me dormí con la anestesia viendo las caras de mis padres y la de Sonia mirándome en la cama del hospital. No recuerdo haber soñado en ese periodo.
Ahora me han descongelado y me estaban curando. La primera cara que vi al despertar me pareció la suya. Suponía que eran los efectos de la sedación pero era idéntica y no parecía haber pasado el tiempo por ella. ¿Me habían despertado tan pronto?.
Pero había algo raro en la placa de identificación que lucia en la pechera de un extraño uniforme azul celeste. Allí estaba estampado mi nombre, Marta, no el suyo.
Su peinado era diferente pero sus facciones eran las mismas de las que acababa de separarme y de las que estaba enamorada.
- ¿Sonia?. ¿Ya encontraron la cura?. O no me he quedado dormida.
Confusa, le pregunté si no había funcionado llamándola Sonia, el nombre que recordaba.
Con una dulce sonrisa en sus labios rojos por fin me lo explicó ahora que yo estaba coherente.
- Si, estas perfecta. Ya casi has terminado el tratamiento. Así que no te preocupes por nada. Ahora solo tienes que recuperar la forma física.
- Pero.... Sonia.
- No, soy Marta su hija. En cuanto puedas recibir visitas dejo pasar a todo el mundo. Están deseando verte, pero hoy eres toda mía. Todavía estás muy débil.
Poco a poco me lo fue explicando. Habían pasado treinta años, yo estaba curada y ella no era Sonia sino Marta la hija de mi mejor amiga, la descendiente de mi amor platónico y tan bonita como ella.
Llevaba mi nombre en mi honor, Sonia nunca me había olvidado. Marta la había acompañado en sus visitas al hospital desde niña. Se había hecho doctora en buena parte por mi causa.
Pregunté por ella y me dijo con la misma risa cristalina que yo recordaba en su madre que había hecho falta personal de seguridad para apartarla de la cápsula. E impedir que entrara en la habitación demasiado pronto. En cuanto yo estuviese preparada la dejaría venir a verme.
Si siempre había estado enamorada de su madre ahora mis sentimientos eran confusos. Mi médico estaba despertando ahora en mí emociones inteligibles para mí corazón, pero tan intensas como los que tenía por su madre. Los flechazos existen. Aunque con mi suerte seguro que seria aún mas hetero que Sonia.
El resto de los reencuentros fueron emotivos, familia y amigos aunque mi infatigable doctora cuidaba de que no me cansaran demasiado. Las técnicas gerontologicas también han avanzado mucho y mi padres están perfectos. El reencuentro mas intenso desde luego fue con ella, Sonia.
Los tratamientos de cirugía plástica y rejuvenecedores habían avanzado mucho en esos años. Debían ser maravillosos o mis enamorados ojos perdonaban cualquier detalle. Me parecía que por mi amiga no había pasado el tiempo.
Nos interrumpíamos la una a la otra al hablar. Recordábamos los viejos tiempos que para mí era ayer. No me quería descubrir nada de ese presente que podía resultarme abrumador.
Por fin su hija sonriendo y entre bromas la echó de la habitación. Tan atenta como siempre me preguntó cómo me sentía.
El shock emocional era tan fuerte que necesitaba desahogarme con alguien y todo salió de mi boca como un torrente.
Yo aún tenía diecinueve o veinte años fisiológicos, el tiempo no había pasado apenas por mi cuerpo congelado. Desde luego no por mi mente. No había envejecido, pero no había vivido todos los años que habían pasado y todo había cambiado sin yo enterarme.
La chica que me abrazaba en la ultra moderna cama de hospital y que poseía un rostro que yo adoraba era seis años mayor que yo. Mi amiga había vivido toda una vida en ese tiempo, maridos, amantes, una hija, todo por lo que yo tendría que pasar a partir de ese momento.
La descarga emocional la recibió sentada en mi cama abrazándome con ternura acariciando mi cabello. Dejando que mis lágrimas resbalaran por la bata azul de un tejido que era incapaz de reconocer.
Cuando terminé de sollozar me separó un poco y besó mi frente apartando mis cabellos.
Ante su mirada de ternura intenté disculparme por lloriquear como una niña. Pero no me dejó, mirándome a los ojos agachó un poco más la bonita cabeza y besó muy suavemente mis labios.
El suave roce como un aleteo de las alas de una mariposa me conmovió, pues era justo lo que estaba esperando toda mi vida, un beso de esos labios.
Pero también me confundía pues aunque la boca era idéntica, no era el beso de la persona que yo esperaba.
Por fin sin soltar el abrazo y en la habitación del hospital donde me había despertado me lo explicó. Ella estaba enamorada de mí desde siempre. De niña acompañaba a su madre para ver mi confusa silueta desnuda tras el cristal del congelador.
Veía cada foto que nos habíamos hecho juntas su madre y yo. La infinidad que ella me había hecho a mí cuando aún no me habían congelado. Escuchaba las explicaciones de Sonia sobre una amistad tan fuerte que sobrevivía a los años y a esa extraña separación.
Marta, como yo, era consciente de ser lesbiana, de que sus deseos eran por mujeres. Pero era a mí, la ausente amiga de su madre a quien amaba. Teníamos clavada la mirada en los ojos de la otra con miedo de su reacción, con sentimientos confusos y emociones a flor de piel.
Como no podía enfrentarme a todo ello en ese momento me limité a volver a abrazarla apretándola fuerte contra mi pecho. Apoyando la cabeza en el hueco de su hombro con el cuello y dejando que el perfume de su piel inundará mis sentidos.
Con otro suave beso se despidió de mí para dejarme descansar y reflexionar sin ruegos ni promesas. Solo dejando que fuera mi mente, mis sentimientos y mi cuerpo los que llegaran a una decisión.
Tenía claro que en realidad no conocía a esa chica que decía estar enamorada de mí. No podía trasferir mi amor por su madre con tanta facilidad y a la vez ansiaba conocerla.
Los siguientes días no me presionó más que en el aspecto físico para acelerar mi recuperación, para recuperar mis fuerzas. Pero sus manos en mi piel me excitaban cada vez que me examinaba desnuda o cuando forzaba mis músculos en los ejercicios o ante su aguda mirada. Sus suaves dedos me quemaban, me provocaban deseos.
Todo el mundo allí parecía haber vivido mas que yo. Apostaba conmigo misma que hasta la chica, médica, mujer, que confuso, que afirmaba amarme habría tenido mas amantes que yo en mi época. Y eso sin pensar en los avances en las técnicas del sexo en todos esos años y que me había perdido.
Una tarde le dije:
- Tendrían que congelarte a tí cuatro años para que yo pudiera alcanzarte.
- Cielo, me gustas tal y como eres. Mucho más ahora que estás despierta y te conozco de verdad. No sé si una vieja como yo te puede gustar a tí.
- Siempre me pusieron las maduritas.
Conseguí bromear. Y me llevé un suave pellizco en el brazo. Aún así no estaba tranquila del todo. Yo le iba a parecer una paleta al lado de las chicas con experiencia que se habría follado. Y no es que no estuviese un poco celosa de esas amantes sin rostro.
Por fin llegó el día de salir del hospital y por su cuenta y casi sin contar con mi opinión me llevaron a su preciosa casa donde vivían las dos solas. En la de mis padres con el resto de la familia no quedaba apenas sitio y ellos consintieron en esa opción.
El el trayecto apenas pude reconocer ningún edificio de mi ciudad. Ni las tiendas, todo era desconocido. Hasta los coches habían evolucionado. Casi no podía reconocer ningún modelo y todos eran eléctricos y muy silenciosos.
Andaban por casa apenas cubiertas por sensuales prendas que yo, la chica venida del pasado, de épocas oscuras, solo podía soñar. Tangas, sensuales bodys y kimonos y ni pensar en lo que poco que se ponían para salir a la calle y a trabajar. Marta cuando más vestida estaba era en el hospital con el uniforme que la protegía de contagios.
Si que habían cambiado las costumbres. Se besaban y acariciaban de una forma que yo nunca me habría atrevido a hacerlo con mi madre. A veces incluso me parecía ver sus lenguas jugar durante unos segundos. Sus manos acariciar los pechos o nalgas de la otra con lo que a mí me parecía mucha confianza.
A menudo ni se ponían bragas debajo de sus camisetas o faldas. Verle el xoxito depilado del todo a Sonia y ahora me lo mostraba con menos pudor que años atrás me ponía cardíaca. Y yo llevaba el mío con todo el pelo, a lo jungla salvaje. Nunca me había depilado. Y por cierto aún lo tapaba mucho más que ellas.
Renovaron mi vestuario, prendas a las que tendría que acostumbrarme y que se sentían sensuales, incluso lascivas. Pensaba que me daría vergüenza salir a la calle vestida así. Pero todas las mujeres llevaban esas ropas.
Me mimaban, pero me obligaban a trabajar duro para conseguir recuperar el tono muscular perdido durante los treinta años durmiendo. Una vez recuperada estaba en estado de constante excitación. Por ver sus cuerpos casi desnudos a mi alrededor con los rostros que mas amaba.
Me masturbaba pensando en ellas. Me sorprendí pensando en las dos y la amabilidad y ternura que tenían conmigo hacían que las amara aún mas.
Por fin una noche, estábamos muy juntas en el sofá mi doctora y yo. Sonia había salido con uno de sus amantes. Me atreví a preguntarle si sus sentimientos habían cambiado al tenerme moviéndome por su casa y no tras un helado cristal.
- Ahora que te conozco creo que te quiero todavía más.
Fue su respuesta.
Yo me sentía como una Neandertal atrasada pero viva en vez de una estatua congelada incapaz de meter la pata.
Cogiendo mis manos y mirándome a los ojos me contestó que me amaba más que nunca.
- La chica real es aún mejor que la más fantástica mujer que me hubiera imaginado, mejor que las historias de mi madre. Y por cierto siempre me han gustado las jovencitas.
Respondí con una carcajada. Allí mismo sellamos nuestro amor con un beso que poco a poco se fue haciendo más y más lascivo. Las lenguas empezaron a invadir la boca de la otra y las manos a recorrer la piel desnuda y a exponer la poca epidermis que estaba tapada.
Vale, me había ligado a toda una doctora y no había hecho nada para ello. Una mujer sofisticada, profesional, con un buen sueldo, terriblemente sexi y como estaba a punto de descubrir completamente lujuriosa.
Abrió mi kimono de seda sintética con suavidad inclinándose a besar mis pechos y lamer mis pezones. Yo me deshice de su body de lencería con las nuevas habilidades aprendidas en estas semanas.
La suave prenda se me quedó en las manos antes de darme cuenta de que estaba tirando de la tela. Su glorioso cuerpo apareció ante mis avariciosos ojos completamente desnudo.
Marta pretendía seguir bajando pero agarré fuerte sus duras nalgas para apretarla a mi cuerpo. Deseaba poder acariciar el suyo, besé su cuello, lamí su piel y jugué con la punta de mi lengua en su oído.
- ¡Como te he deseado!.
Estaba hambrienta de su carne y ella de la mía. Necesitaba probar cada centímetro de su suave piel. Así que empecé a bajar por su cuerpo. mis labios probaron sus hombros y sus pechos. Lamí sus axilas antes de tumbarla en el diván en el que estábamos. Seguí por su vientre plano.
Aunque estaba deseando probar su sexo, me lo tomé con calma. Quería excitarla todo lo posible y hacerle saber que la chica venida del pasado también tenía sus trucos.
Me dediqué a besar, lamer y acariciar cada centímetro de su tersa piel. Desde luego que me detuve en sus pezones, en la vulva y en el ano. Y supe que se corría. Sus jadeos y gemidos me confirmaban cada orgasmo.
Ella tampoco quería quedarse quieta. Sus manos recorrían todo mi cuerpo. Su lengua repasaba mi piel. Por entonces yo tenía menos experiencia que ella, había tenido menos amantes.
Marta estaba explorando sitios de mi anatomía que nadie antes había tocado. Cuando la punta de su lengua se clavó en mi ano me corrí como nunca. Lamió cada uno de mis dedos de mis pies. Chupó mis tetas con lo habría hecho un bebé hambriento.
Por supuesto dedicó un montón de tiempo y de mis orgasmos a lamer mi coño. Clavaba sus dedos en mi encharcada vulva mientras su lengua se dedicaba a mí clítoris. Estaba tomando buena nota de lo que me hacía.
Lo que vino después fue mucho sexo dulce, húmedo, lascivo, tierno. Sobre su cama hasta muy tarde en la madrugada y muchas madrugadas después.
Cuando por la mañana su madre encontró nuestras ropas en el sofá y a las dos durmiendo juntas con las piernas enredadas desnudas en la cama solo pudo despertarnos con besos en la boca y felicitarnos por nuestro amor. Con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja lo único que dijo fue:
- ¡Por fin!
..
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