domingo, 3 de octubre de 2021

Amnesia

. Me levanté de la cama del hospital después del accidente de coche. No recordaba nada de mi vida anterior. En mi armario de la habitación ni siquiera estaba mi ropa destrozada en el accidente, ni documentos, nada. Lo llaman amnesia. Al poco rato acompañando al médico que me había atendido entró en la habitación una hermosa mujer. Al verla sexi y elegante en un ajustado vestido deseé que ella fuera mi esposa o novia. En cambio se presentó como mi hermana, Sonia. Y cuanto más la miraba más bonita me parecía. Después de los remiendos en el hospital yo no parecía estar mal del todo y unos días de ejercicio y fisioterapia me devolverían la forma perdida. Lo que no volvía era la memoria. Mi hermana me llevó a su casa para poder cuidar de mí y devolverme mi vida anterior. Mi pijo cuñado al que no reconocería ni aunque me diera de bruces con él en el salón de su casa se pasaba los días de viaje dejándonos solos en la enorme y bonita casa. Me habían preparado un elegante dormitorio junto al de ellos, el de ella, pues él no parecía aprovecharlo mucho. Supongo que tenía sus apaños por ahí. Pero esa habitación tenía algo raro, parecía que tenía mucho uso y las ropas del armario eran todas de mi talla. Hasta los reducidos bañadores tipo slip que no recordaba haber usado nunca. Mientras mi bonita hermana se paseaba por la casa con las mínimas prendas posibles. Cosas muy sugerentes: camisones semitransparentes realmente cortos, ajustados shorts que dejaban buena parte de su firme culo al aire. Llevaba sujetadores de bikini tan pequeños que tapaban poco mas que los pezones de esos pechos que parecían la excelente obra de un carísimo cirujano plástico. Me mantenía así en un estado de constante excitación que apenas podía aplacar en cuanto ella se daba media vuelta pajeándome como un mono. Era incapaz de recordar si ese nivel de confianza era previo a mi situación o en realidad ella me estaba provocando por algún motivo propio. Así que mi confusión crecía a cada vistazo a su descubierta piel. Incluso me dejaban conducir el range rover completamente equipado. Recordaba como se conducía. Una tarde tras dejar a mi cuñado en el aeropuerto para uno de sus viajes de negocios nos fuimos juntos de copas. Nadie nos conocía en los bares a los que fuimos. Yo vestía camisa y pantalón que debían ser míos por que me sentaban estupendamente. Y ella estaba arrebatadora con un ajustadísimo vestido verde de tirantes con la falda cortísima por la que lucía sus bronceados muslos. Ante el mundo debíamos parecer novios demostrándonos un cariño que por mi parte era equivalente al deseo. Mis manos se deslizaban por su cintura con la confianza que había ido surgiendo desde el accidente. Ella se apoyaba al completo en mi cuerpo como si estuviera acostumbrada a hacerlo desde que éramos niños. Bailando muy apretados en un oscuro pub mis manos en su, bueno, justo encima de donde la espalda pierde su casto nombre. Su cara apoyada en mi hombro, notaba su caliente respiración en mi cuello. Casi sola la mano bajó a su precioso culo amasando la nalga con confianza y sin que ella pareciera sorprenderse de ello. Al contrario, cuanto más sobaba su culito más se apretaba a mi cuerpo. Llamándome hermanito y suspirando en mi oído. Me revolvía el cabello con las mano y los labios entreabiertos. La lengua asomando entre sus sensuales labios parecía que pedía la mía. Así que la besé y nuestras salivas se mezclaron en medio de la pista de baile donde nadie nos conocía. En realidad ni yo mismo me conocía. Le acaricié un pecho y sus suspiros subieron de nivel. Siguiendo el tirante del vestido desde el hombro hacia el pezón marcado en la fina tela. Sentí su cadera fuerte voluptuosa apoyándose en la mía donde mi rabo estaba cada vez mas duro. Su pubis apoyado en mi polla. Ella acariciaba mi espalda bajando hacia mi culo y cuando apoyó las manos allí me atrajo más hacia ella. Tenía que notar mi deseo, la firmeza de mi pene latiendo por ella y parecía que lo quería exactamente así. Ya las lenguas exploraban la boca del otro y las manos el cuerpo y la piel. A duras penas conseguimos separarnos para llegar al rover todoterreno y luego a casa hasta la enorme cama de matrimonio que mi cuñado apenas usaba. Ella parecía conocer mi cuerpo casi mejor que yo, sabía dónde tocarme. Como sacarme la camisa lamiendo mi pecho y mordiendo mis pezones. Mis prendas iban quedando por el camino al dormitorio, los zapatos junto a la entrada, la camisa en la escalera. Pasando la lengua por mis axilas haciendo que me excitara mas. Intenté arrancarle el vestido pero ella me pidió que fuera despacio. De hecho se lo sacó ella sola sensual, sinuosa, felina. El cuerpo de mi hermana bellísimo solo cubierto por un fino y caro tanga de encaje allí ante mí, entregada a nuestro placer. Por fin pude acariciar sus tetas sin nada por medio, lamer sus pezones pequeños y oscuros, tan duros, sentada sobre mis muslos mirándonos cara a cara. En ese momento no pensaba en que ella fuera mi hermana solo deseaba lamer todo ese cuerpo perfecto. Y no me privé. Recorrí cada centímetro de su piel con mis labios, besandola suavemente, con mi lengua humedeciendola. Sus gemidos sinceros me decían que ella lo deseaba tanto como yo. Esa temporada en el hospital y la convalecencia habían hecho que estuviera aún más caliente. Besé su cuello, sus níveos hombros. Mordisqueé sus pezones solo con los labios. Levanté sus brazos para lamer sus axilas suaves y se seguí por la cara interna de sus brazos y antebrazos hasta las muñecas y las palmas de sus manos agradecido. Ella revolvía mi cabello y acariciaba mi espalda con la mano que yo no tenía cogida. Volví a su cuerpo, me gustaban y excitaban los preliminares con ella. Mil besos en su plano vientre le dí. Jugaba Con la lengua en su ombligo haciéndole cosquillas. Sus risas se mezclaban con sus gemidos y suspiros. No quería que ella me tocara. Si en ese momento sus finos dedos hubieran rozado mi rabo me hubiera corrido. Así de caliente me tenía con sus coqueteos, sus insinuaciones y su ropa provocativa. Poco a poco estaba llegando a su pubis. Tan suave, bien depilado, empecé dando suaves besitos alrededor de su xoxito. Bajé por la cara interna de sus muslos, por la enorme longitud de sus piernas hasta sus cuidados pies. Besarlos, lamerlos chupar sus deditos y la planta. Volví a su coño. Agarraba su culito con fuerza, sus nalgas jugando con un dedo en su ano apartando la goma del tanga. Durante un buen rato me dediqué a saborearla. Sabía que se estaba corriendo. Algún rastro de memoria me lo decía, puede que fuera igual que conducir, solo lo sabía. Sus jugos me sabían a gloria, como nada que recordara haber probado antes. Incluso cuando clavé la lengua en el ano e intentaba penetrar ese agujerito con la sin hueso algo me decía que acertaba Subí hasta su boca. Nuestros besos la hacian gemir y suspirar y clavarme la lengua hasta la garganta. La saliva cambiaba de boca. No parábamos de tocarnos y acariciarnos en ningún momento. Ella misma me sacó los pantalones llevándose el pequeño slip con ellos y volviendo a subir sobre mi cuerpo. A trepar encima de mi y ponerse donde más se excitaba. Pero en ningún momento me aclaró nada de esa nueva "situación". Se callaba como puta. Y aunque en ese momento se estuviera comportando como la más experimentada meretriz en ningún momento se me ocurriría compararla con una señorita de vida alegre. Cuando ella sola se clavó la polla en su coño sin sacarse el tanga sensual, incestuosa, estiró el cuello echando la cabeza hacia atrás. La cascada de su pelo cayendo por la espalda en un gesto que yo debía haber visto mil veces con anterioridad y que no recordaba. Por que fue en ese momento cuando en un flash volvió mi memoria. Mirando su cara de vicio y de pura lascivia y con las manos pegadas a sus perfectas tetas, con su cadera sobre la mía y mi polla en su interior. Todos mis recuerdos volvieron de repente, las veces que ella me había cabalgado en esa misma postura. Como su matrimonio había sido pactado entre los tres para que mi cuñado pudiera irse a follar con chicos que era lo que le gustaba y nosotros pudiéramos seguir nuestra incestuosa relación que manteníamos desde adolescentes. Sin darse cuenta de mi momentánea confusión intentando ordenar mis recuerdos siguió moviéndose sobre mí. Follándome hasta que mi semen la inundó corriéndonos a la vez. No hicieron falta mas explicaciones cuando ella vio la mirada de amor y comprensión completa en mis ojos. Lo que si hubo fue mucho sexo entre nosotros. A veces con su marido, mi mejor amigo y millonario mirando mi polla con deseo. Bueno si quería tener un sobrino de alguna forma habría que excitar al marido, ya que entre hermanos sería peligroso engendrar. .

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