domingo, 10 de diciembre de 2023
Mis dos madres
... .
. Marta, Sonia, Alex....
A ver, la historia no es fácil de explicar así que tened un poco de paciencia.
Tengo dos madres, Marta y Sonia eso ahora no es tan raro, pero si digo que una de las dos es mi padre la cosa se complica. Mis padres se conocieron cuando tenían diez y seis años, se enamoraron y en un descuido con un condón mi madre quedó embarazada. Por aquel entonces eran Marta y Juan.
No es que mis abuelos fueran el colmo de la liberalidad pero una vez planteada la situación lo aceptaron con todas las consecuencias. Les dieron todo su apoyo. Y además fueron aprendiendo con el tiempo, evolucionando y adaptándose. Hasta ahí todo normal, una pareja con un niño de penalti pero que se aman y tiran para adelante.
Ahora es cuando la cosa se complica. Mi padre, Juan, no estaba muy a gusto con su cuerpo. Poco más tarde, decidió que no era él sino ella y con el completo apoyo de mi madre y abuelos que las querían como siempre, inició la trasformación. Se seguían amando y nada cambiaba eso. Poco a poco y según yo iba creciendo ella se iba convirtiendo en una hermosa mujer, en Sonia.
Mis padres se convirtieron en una pareja lésbica algo extraña pero que se ama profundamente. Ahora con mis diez y ocho años tengo dos madres, dos pibones de treinta y seis años. Con mis hormonas revueltas eso a veces resulta incómodo, muy inusual y otras muy excitante.
Llevan entre las dos una tienda de ropa femenina. En ella surten a casi todas las chicas travestis y transexuales de la ciudad, casi toda la clientela es queer pero también hay muchas mujeres que simplemente quieren vestir sexis pero elegantes.
Así que el dinero ni sobra ni falta en casa, vivimos bien. Yo he pasado un montón de tardes en la tienda disfrutando de la vista del desfile de cuerpos femeninos y no tan femeninos pero muy excitantes.
Con su historial estaba claro que en casa no íbamos a ser muy pudorosos. Ellas se pasaban el verano en braguitas, haciendo top less y yo apenas me ponía un bóxer encima.
Ver a una de mis madres con una polla más grande que la mía apenas cubierta por la fina tela de su lencería, y verlo como algo normal. Influyó en mi forma de ver el sexo y las relaciones, hizo que no le tuviera miedo a otro miembro masculino.
Tengo claro que mi identidad sexual es la de chico, pero a la hora de elegir con quien follar también es cristalino que soy bisexual. He estado con chicos y chicas y lo he disfrutado. E incluso algunas de las clientas, transexuales o mujeres,a clientas de la tienda me han dispensado sus favores.
Mis madres son relativamente liberales, si quieren hacer algo con otras personas han de estar las dos. Desde que tuve edad para fijarme sé que hacen tríos o están con otras parejas, pero siempre juntas. Ellas también tienen su vena bisexual por supuesto.
Debe ser un sueño para cualquiera, hombre, mujer o cualquier persona que esté entre esos extremos, estar con dos monumentos como ellas a la vez. Es evidente que con las hormonas disparadas y con todo eso en casa yo me excitaba con ellas. Fantaseaba con ellas y andaba siempre con la polla en la mano como un mono. Vale, ya se que soy un pervertido.
Tontas no son, así que cuando me veían con la polla dura por casa sabían que era por ellas. Pero de ahí a plantearse hacer algo conmigo iba un mundo. O al menos supongo que no se lo plantearon nunca mientras yo era menor.
Pero después de mi décimo octavo cumpleaños empezaron a mirar mi cuerpo delgado, cuidado, fibrado, con algo más de interés. Habían descubierto que en casa había una tercera persona con un sexo interesante.
Desde luego ellas sabían de mis aventuras. Teníamos mucha confianza y habíamos tenido largas charlas sobre sexo. Todo teórico hasta que yo empecé a practicar.
Me habían instruido para que supiera dar placer a mis parejas y que no dejara embarazada a ninguna chica, como les había pasado a ellas, y todo sobre la protección. Todo de forma teórica claro. Tenía pocos secretos que ellas no conocieran. Así que estaba claro que no me iban a desvirgar.
Pero de las fantasías y deseos a llegar a follar hay un mundo. Todos tienen morbos, pero al final casi nadie los lleva a la práctica. Aún así las miradas, los roces, las muestras de cariño se fueron intensificando según la primavera y el verano hacían que aligeráramos lo que nos cubría.
Nunca he llegado a saber lo que hablaron entre ellas, pero tal y como las conocía seguro que se lo plantearon y llegaron a algún tipo de acuerdo. En algún momento me di cuenta de que sus tetas, las cuatro hermosas y duras peras estaban siempre en el camino de mi torso cuando estaba de pie.
Si estaba sentado la cosa era aún mejor me las pasaban por la cara y siempre con los pezones duros. O eran sus nalgas las que rozaban mi nariz y eso cuando solo llevaban un tanga era algo difícil de soportar para un saco de hormonas.
Lo hacían todo como en un descuido, como si no lo hicieran adrede, pero eso fue solo el principio. Unos días después lo que se interponía en mi camino eran sus perfectos culos. Las nalgas de una o de otra parecía que siempre estaban donde yo iba a poner mi cadera y a esas alturas ya mi polla bien dura.
Al principio intentaba hacer como que no pasaba nada o incluso les pedía perdón por esos roces que yo no buscaba, todavía. Pero visto que la cosa se volvía bastante descarada dejé de evitar los encuentros y poco más tarde era yo quien los provocaba.
No diré que nunca le había tocado el culo o una teta a alguna de ellas, puede que jugando hacía años y desde luego en la playa o la piscina me deleitaba esparciendo crema por sus dos suaves pieles. Pero por supuesto todo eso siempre había sido mucho más inocente que todo lo que estaba pasando ahora.
Las deseaba y aunque en ese momento todavía no lo sabía ellas también me tenían ganas a mí. Ahora había que ver quién daría el primer paso. Marta llevaba unos días muy mimosa. Tampoco me extrañaba, de vez en cuando le daban esos arrebatos. Yo lo achacaba a sus periodos. No hacía más que darme largos besos húmedos y frotarse con mi cuerpo.
Pero ahora es verano y ella solo tenía puestas unas bragas y más bien pequeñas y sexis. Y lo mío no era más que un ajustado bóxer que marcaba un pene que se ponía duro cada vez que la tenía cerca. Además la mayoría de las veces Sonia andaba por allí viéndonos, lo que sacaba cierta vena exhibicionista en mí. Y todo ello le ponía la polla dura a ella.
Así que todos nos excitábamos más, provocándonos con esos juegos. Era retroalimentación. Al final fue Sonia la que dio el primer paso. Una mañana antes de salir para la tienda fue a darme un beso de despedida y despertarme. Apenas me tapaba con la sabana, dormía desnudo y tenía una erección mañanera de las que hacen época.
Verme así creo que fue lo que la decidió. En vez de agarrar mi hombro o darme un beso en la mejilla rodeó mi polla con la mano en una suave caricia. El beso fue en los labios, uno suave pero bastante más largo de lo habitual. Incluso me pareció notar su lengua en mis labios.
- Cariño, nos vamos. Te hemos dejado el desayuno.
Me encontraba muy adormilado y aparte de notar una suave mano acariciando mi escroto y sus tiernos labios sobre los míos apenas me estaba enterando de nada. Si hubiera seguido un minuto más me hubiera corrido. No me dí la vuelta y seguí durmiendo por que me tenía agarrado por mis partes pudendas.
- Salgo, para que puedas arreglar eso con tranquilidad.
Dijo con un retintín de burla en la voz.
Para cuando conseguí abrir los ojos solo alcancé a ver sus torneados muslos saliendo de una cortísima minifalda y la torneada espada desnuda por su top saliendo por mi puerta. Todo me había parecido un sueño. Pero la semilla estaba plantada. Tras el desayuno me hice una buena paja. Para arreglar eso como ella había dicho. Por cierto lo hice usando uno de sus vibradores, que me prestaban sin problema, en mi ano, y tomé una ducha.
Podía elegir entre quedarme y entrar en Internet o jugar a la consola, o acercarme a la tienda y ver algo bonito en directo. Como con la paja ya estaba más relajado me puse unas bermudas, sin nada debajo y una camiseta y me decidí a enfrentarme al calor de la calle.
Por el camino la piel descubierta de los viandantes volvía a ponerme cachondo. Chicos con camisetas aún más pequeñas que la mía, chicas con shorts enseñando media nalga, el vientre o con tremendos escotes. Desde luego me tomé el camino con tranquilidad disfrutando del espectáculo.
En la tienda solo estaban mis madres y una chica bajita, rubia, curvy y muy muy sexy. Miraba una estantería con tops tan reducidos que durante un rato me estuve planteando cómo querría meter esas dos tremendas masas de carne y me refiero a sus tetas, en uno de ellos. A la vez que pensaba en que me gustaría verlo si lo conseguía.
Fui a saludarlas y esta vez fueron las dos las que me apretaron entre sus brazos y besaron mis labios. Besos más largos y húmedos que los de costumbre. Ya que se estaban tomando esas confianzas decidí aprovechar y puse las manos en sus cinturas e incluso las bajé hacia sus culos.
Sonia estaba excitada, notaba su polla tan dura como la mía solo separadas por las telas de mis bermudas y su short. A saber lo qué estarían haciendo antes de llegar yo. Pero no se separaba de mi cuerpo. Yo notaba sus tetas operadas en mi torso y no quería apartarme de ella nada más que por un abrazo parecido de mi otra madre. Incluso pasó la lengua por mis labios. Un contacto que me provocó un escalofrío que recorrió toda mi columna.
La clienta por fin se había decidido por un par de tops. Entró al probador pero antes me pidió si podía decirle que tal le quedaban. Por supuesto accedí. Mis madres se unieron a darle su opinión.
- ¿Me dirás como me queda?. Necesito la opinión de un hombre.
Vale, eso de hombre me alagó.
- Pues claro. Todos lo haremos.
Cuando salió de detrás de la cortina nos quedamos asombrados al ver sus impresionantes tetas apenas contenidas por la prenda. Las sostenía lo suficiente como para dejar un escote precioso y la espalda desnuda.
- ¡Espectacular!.
- Te queda fantástico, guapa.
- Sois muy amables. ¿Pero no se me ve mucho?.
- Nena, esas tetas hay que lucirlas.
- Si te detienen por escándalo público nosotras vamos a sacarte de la cárcel.
- Y os cobráis la fianza en carne. ¿Verdad?.
Nos echábamos unas risas bromeando con ella. El ambiente era relajado pero también excitante. Me estaba costando no pedirle que nos las enseñara al natural. Y creo que a mis madres les pasaba lo mismo.
Para subir las apuestas Marta cogió el mismo modelo y sin cortarse un pelo se quitó la ajustada camiseta que tenía para ponérselo. Desde luego mi madre no tiene la misma talla que Coronas aún así le quedaba precioso. Y todos miramos sus pechos el momento que los tuvo al aire. Sus pezones parecían querer salir disparados.
Yo para entonces tenía la polla como una estaca. Empezaba a marcarse en las bermudas. Y aunque las tres lo habían notado ninguna decía nada para no avergonzarme. Coronas tenía cosas que hacer y tuvo que marcharse. Aunque lo hizo a regañadientes.
- Ya he visto que este top te ha impresionado y sobre todo las tetas de chica. Cariño, pero ¿no me queda bien a mí?
- Fantástico, Mami, no hace falta tenerlas tan grandes. A ti te queda precioso. ¿Verdad Sonia?.
Evidentemente mi otra madre se apresuró a darme la razón y más le valía. Aunque un bulto padecido al mío en su pequeño short proclamaba que su respuesta era tan sincera como la mía.
- Pues claro que sí, parece hecho a medida. Aunque ya sabes que a mí tus tetas me gustan más al natural, amor mío.
- Si hasta parece que lo decís en serio.
Se burló de nosotros mirando descarada nuestros paquetes abultados.
- Y ¿solo os gustan mis peras?.
Estaba claro que estaba juguetona. Me lo había dejado claro cuando fue a despertarme y en ese momento aumentó más las apuestas. Levantó despacio la escasa tela de su minifalda subiendo por sus torneados muslos. Cuando llegó a la vulva Sonia y yo pudimos ver que no llevaba bragas.
- Cielo ¿has estado así todo el rato?.
- ¡Pues claro!. Pero no me contestas.
Se había pasado la mañana con el xoxito al aire. Asombrados podíamos ver su precioso coñito pelón.
- Nena a mi me tienes enamorada desde hace mucho tiempo y a Alex le estás poniendo cardíaco, pobrecito mío.
- ¿Por qué no le ayudas a relajarse? Cielo. Seguro que le gusta como usas la boquita y he cerrado la puerta cuando ha salido Coronas.
Sonia tampoco es nada tímida desde luego. Se había colocado detrás de mí y empezaba a subir mi camiseta para quitármela. Notaba sus labios y lengua en mi cuello y hombros. Y un momento más tarde sus tetas operadas en mi espalda. Además de su polla bien pegada a mis nalgas.
Mientras ante nosotros Marta sensual y lasciva seguía dándonos un espectáculo digno de peep show. Acariciaba su cuerpo descubriéndolo según levantaba o apartaba la tela que lo cubría. Abrió el escote del todo sacando sus pechos, los acariciaba y sobaba. Pellizcaba sus pezones sin dejar de mirarnos a los ojos.
No es que me dejara llevar. En ese momento aún estaba como paralizado sintiendo las caricias y besos. Suspirando bajito y disfrutando del strep tease que mi madre nos dedicaba. Y de las atenciones que recibía desde mi espalda.
Sonia había acercado sus labios a mi oreja y rozaba mi piel de vez en cuando con su lengua. Muy bajito me preguntaba:
- ¿Te gusta?.
- Me alucina. Es lo más bonito que he visto nunca.
Mi otra madre no se había separado de mi cuerpo y en cierta forma imitaba los movimientos de las manos de Marta con las suyas sobre mi cuerpo. Me había estado acariciando el pecho y pellizcando los pezones al mismo tiempo que su esposa los suyos.
Cuando Marta empezó a bajar por su plano vientre deslizando un dedo por su ombligo yo notaba en el mío los hábiles dedos de Sonia. Delante de nosotros dejó caer la minifalda al suelo. Y en ese momento mis bermudas se deslizaban por mis muslos abajo.
Como no llevaba otra cosa mi polla durísima saltó frente a Marta.
- ¿Has visto? El chico ya venía preparado.
Para entonces Sonia ya tenía su mano rodeando el tronco de mi rabo. Mientras con la otra seguía pellizcando mi pezón. Marta se acercó a nosotros hasta pegarse a mi cuerpo. Su lengua buscó la mía esta vez en un profundo morreo.
Me tenían emparedado entre las dos y desnudo. Sonia separó su cuerpo del mío lo justo con para dejar caer su short al suelo. Así que enseguida noté su dura polla metida entre mis nalgas hacia arriba.
No pensaba quedarme quieto y dirigí mis manos a las dos preciosas y duras tetas que tenía delante. Tiré del top completamente descolocado hacia arriba y sujeté las muñecas por encima de la cabeza con el trozo de tela.
Me incliné hacia adelante para besarla, en la boca, el cuello, las tetas, las axilas. Eso hizo que mi culo quedara completamente al alcance de Sonia. Ella empezó a jugar con él. Notaba el glande pasando por toda la raja, arriba y abajo. Se insinuaba en mi ano.
- Mamá, eso me gustaría pero busca el lubricante, anda.
Menos mal que es una chica lista y lo tenía preparado sobre el mostrador justo al lado de la mano. Entre tanto yo había terminado de desnudar a Marta, lo que no me resultó muy difícil. Bastó con dejar caer la minifalda al suelo.
Ya estaba tan pegada a mí que tenía que notar mi polla apretada en su vientre. Colgada de mi cuello teníamos las lenguas enredadas como serpientes en su nido.
Un momento más tarde tenía dos dedos acariciándome el ano bien untados de lubricante y empezando a dilatarlo.
- Joder, Mami. ¡Que gusto!.
- Así, cielo, disfruta.
Marta me dijo lamiendo mi oreja.
- ¿Podrás conmigo?.
- Claro que sí, eres como una pluma. Pero depende de lo que me hagan por detrás.
Y sin más saltó sobre mis manos. La sujeté de las nalgas y la yema del dedo índice terminó justo en su ano. Siguió lamiendo mi oreja y provocándome más con sus palabras. Mientras mi glande fue abriendo los labios de la vulva hasta que mi polla terminó en su interior.
Rodeó mi cintura con sus piernas interrumpiendo el placentero trabajo que Sonia estaba haciendo. Se sostenía bien pero como yo quería más di los pasos suficientes como para apoyarla en el mostrador.
Quedo perpendicular a mi cuerpo y con mi polla clavada hasta los huevos. Además me incliné lo suficiente como para besarla y lamer los huevos. Lo que le dejó el camino libre a mi culo a ya sabemos quien.
Se arrodilló tras de mí y separó mis nalgas con las manos. El lubricante debía ser comestible por que con la primera pasada de lengua que le dio a mi ano lo dejó bien limpio y eso que acababa de ducharme en casa. A la vez que me arrancaba un fuerte gemido.
- Vamos cariño, ¡fóllame!.
Me decía Marta.
- Vamos Mami, ¡fóllame!.
Le decía yo a Sonia. Volvió a ponerme lubricante en el culo y lo puso en su polla. No tardamos en acompañarnos. Entre gemidos y suspiros de todos.
Me lamía la oreja mientras me tenía clavado hasta los huevos y me decía.
- ¡Que ganas le tenía yo a este culito!
- Y yo a tu polla Mami.
Marta tenía estiradas las piernas hasta que yo podía lamer sus pies. Me encantaban, pequeñitos, con las uñas pintadas y bien cuidados. A la vez que llegaba a acariciar su ano con un dedo.
Notaba unas manos pellizcando mis pezones y no sabía de cual de mis madres eran. Ni me importaba de hecho. Solo quería disfrutar de su amor, cariño y desde luego de sus muy deseables cuerpos. Se que Marta es multiorgásmica y se corría mucho antes y mucho más de que nosotros lo hiciéramos.
Sonia se derramó en mi interior y pocos segundos más tarde le llenaba yo el coñito a Marta. Era la perífrasis vez que excitábamos nuestro amor de esa forma y no iba a ser la última estaba claro.
- Vamos a seguir dándote mimos nene.
Se sentó en el suelo delante de mí y cuando sacaba la polla del xoxito de Marta ella se la metió en la boca. Y eso sin dejar de acariciar su propio rabo que seguía morcillón. Mi otra madre se bajó del mostrador y fue a darme un beso negro y limpiar el semen de su esposa que salía de mi ano.
Las piernas me temblaban. Solo me sostenía en pie por que ellas me ayudaban y quería seguir recibiendo las atenciones de sus boquita juguetonas. Miraba hacia abajo y podía ver la expresión perversa de mi madre mientras su lengua repasaba mi nabo y aún más abajo sus pechos moviéndose al mismo ritmo que su cabecita.
Detrás tenía a Marta recorriendo todo mi culo con su lengua o mordisqueando mis nalgas. una de sus manos había pasado entre mis muslos para acariciar mis huevos y ofrecérselos a Sonia. Hasta allí llegaba la lengua, y por todo el pubis.
Habían conseguido que mi polla volviera a ponerse dura después de dejarla bien limpia. Y estaba volviendo a excitarme tanto que estaba de nuevo al borde del orgasmo.
- Me voy a correr, mamás.
- ¿Otra vez?, cariño.
- Pues claro sois puro fuego.
Las dos se pusieron delante de mí para seguir lamiendo hasta que eyaculé en sus boquitas. Se repartían mis huevos, el tronco y el glande cruzando las lenguas sobre mis genitales. Y cuando me corrí lo hice entre ellas. Compartían mi semen en un lascivo beso al que me uní de inmediato.
Me arrodillé junto a ellas echando mano, las dos, a sus duros culos. Mi lengua se unió al baile que las suyas estaban sosteniendo juntando mi saliva a sus bocas. Notaba mi sabor en ellas.
- ¿No podíais esperar a casa? Y hacerlo en la cama.
Les pregunté cuando conseguimos separarnos. Pero sin dejar de acariciarnos derrumbados sobre la cómoda moqueta de la tienda.
- Te teníamos muchas ganas y hemos aprovechado la ocasión. Además hemos visto que Coronas te estaba calentando.
- Ya venía caliente pero es que vosotras sois unas diosas. Hace tiempo que os deseaba.
- Lo sabemos.
Estaba seguro de que alguno de nuestros culos llegaba a verse por el escaparate, pero la verdad es que me importaba un pimiento. Si alguien miraba que disfrutase.
- Deberíamos vestirnos y volver a abrir. Esta noche hablamos.
- ¿Hablamos?.
Y los tres nos echamos a reír.
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