sábado, 21 de octubre de 2023
Trio con el compañero de trabajo.
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Una mañana de diario de mucho calor descansaba en el trabajo y decidí acercarme a la playa. En mi sitio preferido, el punto medio, entre dos pueblos. Al que se llega por un estrecho camino desde el aparcamiento. Apenas había gente y lo prefiero así. Poder relajarme y pasar un rato conmigo mismo, relajado de descanso.
Aquellos tres chicos me estaban estropeando el rato zen. Llegaron en tres pequeñas y ruidosas motos, ciclomotores, que aparcaron al lado de mi todo terreno. Y de inmediato se apropiaron de la tranquilidad del lugar. Hasta ese momento había estado completamente solo, no se veía a nadie en la playa.
Tampoco me molestaba mucho. Al librarse de sus ropas dejaron a la vista tres bellos cuerpos delgados fibrados, muy sexis, apenas cubiertos por sus microscópicos bañadores tipo slip. Casualidad, el que yo me había puesto pensando que iba a estar casi solo era del mismo tipo, muy reducido y ajustado.
Apoyado en los codos, el torso erguido para no perderme ni un detalle del bello espectáculo que me estaban dando. Oía la música que habían puesto en uno de sus móviles a todo volumen.
Me estaba gustando verlos moverse, jugar entre ellos, divertirse, tocándose sin complejos. Tanto me estaba gustando que pronto me excité y mi polla empezó a marcarse en la escasa tela que la cubría. No hice nada por ocultarlo desde luego. Si les molestaba que no miraran, al fin y al cabo ellos habían terminado con la paz de ese tramo de playa.
Evidentemente no les ofendía, las suyas, las pollas, con sus roces y toqueteos estaban tomando consistencia también, lo que no sólo no se molestaban en ocultar sino que las lucían orgullosos.
Me miraban de reojo y no parecía que les molestara mi presencia. Cuchicheaban entre ellos de vez en cuando. Hasta que el mas rubio y con la piel mas blanca se acercó a mí con lo que a esas alturas parecía fingida timidez, después de lo que les estaba viendo hacer.
-¿Te apetece jugar con nosotros?. Así podemos hacer dos parejas. Me llamo Daniel.
Me propuso. Le contesté con la misma timidez fingida pues en realidad tenía muchas ganas de "jugar"con los tres.
- Yo soy Javi pero... ¿No seré muy mayor para "jugar"con vosotros?
- Pues claro que no. Parece que estas muy bueno y en forma. ¡Anímate!.
- Vale vale, ¿seguimos con la pelota? O ¿queréis hacer otra cosa?
- Podemos jugar en el agua, luchas de caballitos o algo así por que contigo somos pares.
- Sí que me apetece mojarme.
Contesté con mi mejor y mas lasciva sonrisa. Mientras hablábamos nos íbamos acercando a sus amigos que escuchaban sonriendo la conversación llena de dobles sentidos. Y que a la vez miraban mi cuerpo depilado con lo que parecía aprobación.
Otro de ellos, moreno de piel, se puso a mi lado casi rozándome mientras bajábamos por la arena hacia el agua.
- Yo soy Mario, me dijo.
- Y yo Alex dijo el último de ellos.
El rubio se fue con el tercero y le cogió de la cintura pegándose a su cuerpo mientras caminaban. Un gesto muy cariñoso que me llamó la atención y me gusto ver.
- ¡Al agua patos!
Entraron en el agua delante de Mario y de mí parecía sin preocuparse de lo que yo podía pensar. Se fueron internado hasta que el agua les cubrió hasta la cintura. Les tiramos agua encima y ellos pudimos oír su risa cristalina.
- ¡Cogeme!
Cuando el agua me llegaba por encima de las rodillas Mario saltó sobre mi espalda. Como me había avisado pude sujetar sus muslos, muy cerca de sus duras nalgas. Mientras él se sujetaba a mi cuello. Notaba en la espalda todo pecho y su paquete justo sobre mis riñones.
Seguimos acercándonos a los otros dos que nos miraban con una sonrisa. Aquellos chicos no tenían muchos complejos.
- Parece que ya habéis decidido. Alex súbete tú.
De un salto se subió a su espalda. Yo podía ver como Dani le sujetaba directamente del culo. Poniendo sus manos en las nalgas. A su vez Alex le susurraba algo que no entendí, al oído, lamiendo su oreja.
Entré más adentro en el mar para que no nos hiciéramos daño si nos caíamos. El agua ya me llegaba por la cintura y estábamos muy cerca de la otra pareja. En vez de intentar tirarnos empujando lo que hicieron los dos jinetes fue agarrarse y acercarnos más a todos.
Así que quedé pegado al cuerpo de Dani. No podía usar las manos pero nuestras pieles se frotaban. Torso con torso, hasta las pollas se tocaban en algunos momentos y desde luego nuestros rostros.
Creí notar los labios del guapo chico que tenía enfrente buscando los míos. Pero solo fue un momento hasta que los jinetes nos obligaron a separarnos.
En ese momento tropecé con algo y los dos nos vamos al agua en un revoltijo de miembros. Si antes me había rozado con Dani ahora lo estaba haciendo con Mario que no parecía tener ninguna intención de separarse de mí. De hecho me sujetaba con más fuerza, lo que me obligaba a mí a tocar su pecho y vientre y a sujetar a su cadera.
Tanto fue así que cuando conseguimos ponernos de pie la polla y los huevos del chico se habían salido del pequeño bañador y se mostraban orgullosos a nuestra vista. El mío también se había movido y me había dejado medio culo, bueno no al aire pues estaba en el agua, sino ante la vista de los demás.
A nadie pareció importarle. En más Dani y Alex se bajaron un poco la lycra que apenas los tapaba hasta enseñar los pubis depilados hasta la raíz de los rabos y tanto culo como yo.
- Así nos broncearemos más.
No se quién lo dijo pero estuve de acuerdo de inmediato. Miré hacia la orilla y no se distinguía a nadie en toda la extensión de arena que podíamos ver. Estábamos solos.
Mario y Alex se había acercado mientras tanto y se habían cogido de la cintura. Sus cuerpos estaban pegados. Creo que una mano ya estaba tocando nalga.
Dani se me acercó por detrás y se pegó a mí. Notaba su pene duro rozando mis nalgas y sus brazos rodeándome la cintura.
- ¿A qué son guapos?
Dijo en mi oído rozando la oreja con sus labios.
- Mucho, tanto como tú.
- Para esto podíamos desnudarnos del todo.
- Pues tienes razón, nadie va a vernos.
Uno a uno nos fuimos sacando los bañadores y arrojándolos a la arena cerca de las toallas. Todos depilados y con las pollas duras. Dani no se había separado de mí más que lo justo para quitarse el slip y pronto volví a notar su glande esta vez rozando mis nalgas sin nada que los separara.
Eché la mano atrás y sujeté su culo pegándolo más a mi cuerpo. Empecé a notar sus labios y lengua recorriendo suaves mi cuello y hombro. Mientras Alex y Mario habían empezado a besarse y chupar la lengua del otro.
- Acércate. Nos están esperando.
No tuvo que empujarme mucho. Sin prisa me fui acercando sin perderme nada del espectáculo. Dani no se despegaba de mí ni un milímetro. Cuando estaba a su lado estiraron los brazos para unirnos a ellos.
- ¡Ya era hora!.
Estaba en el medio de tres hermosos muchachos que parecían desearme. Notaba sus manos por todo mi cuerpo. Acariciando toda mi piel. Separando curiosos mis nalgas para deslizar un dedo por el ano.
- Nos ha encantado encontrarte. Ya creíamos que nos íbamos a tener que divertir solos.
- Me imagino que no os hubiera importado mucho. Con lo buenos que estáis.
- Pero siempre es más divertido con más gente.
Y en ese momento alguien metió la lengua en mi boca buscando la campanilla. Parecía que la notaba en todas partes, en el paladar, por las encías, cruzándose con mi lengua. Vaya si el chico sabía besar.
A la vez ya tenía una mano acariciando mis huevos depilados y suaves. O subiendo por el tronco de la polla. Mis manos se podían en dos durísimos culos que me permitían incluso llegar con el dedo índice a los anos y jugar con ellos. Lubricados por el agua de mar pude meter por allí hasta la primera falange.
Aquello ya era una orgía en toda regla. Tan pegados estábamos que no hubiera cabido entre nuestros cuerpos ni una cuchilla de afeitar. Toda una confusión de manos y bocas allí donde podíamos alcanzar. Empezaron a oírse los gemidos y suspiros de los cuatro.
Dani era el que seguía a mi espalda y pasaba su polla entre mis nalgas. Sin buscar penetrarme, todavía, pero apretándola en mi raja. Seguía besando mis hombros, nuca y cuello y me lamía las orejas.
- Me encanta tu culo duro. No hacía más que mirarlo haber un rato cuando tomabas el sol boca abajo.
Otra polla se había acercado a la mia, la de Alex y la mano de Mario agarró las dos, pajeándolas juntas. El moreno seguía dándome lengua y saliva y su amigo lamía su cuello. Se iba inclinando para chupar sus pezones lo que le obligaba a separarse un poco de mí.
- Que rabos más ricos.
Así Alex tenía también mi pecho y pezones para mordisquear. Seguía bajando lamiendo la piel de nuestros vientres y metiendo la lengua en nuestros ombligos. Se tomaba su tiempo para llegar a las pollas lo que lo hacía morboso y placentero.
- Me las voy a comer enteritas.
Las dos pollas estaban tan duras que salían del nivel del agua. Asomando los glandes. Aunque pronto desaparecieron dentro de la boca de Alex. Nos chupaba los rabos de forma alternativa mientras nos acariciaba un pezón a cada uno.
Detrás de mí Mario tenía su polla bien encajada en la raja de mi culo haya que empezó a buscar más. Separaba mis nalgas con sus manos y comenzó a acariciar el ano con un dedo.
Me incliné un poco hacia adelante buscando los labios de Dani para besarlo y darle lengua. Eso lo aprovechó Mario para arrodillarse detrás de mí y hacerme un beso negro.
Se me escapó un gemido de placer ahogado por los labios y lengua que tenía en mi boca. Notaba su lengua insistente en mi ano.
- Vamos fóllame.
Me incliné más. El único lubricante que había allí era el agua del mar. Tendría que valer. Su glande empezó a abrirse paso en mi interior mientras mi polla era exprimida por la boca del otro muchacho. Y recibía en la mía uno de los besos más lascivos que me habían dado nunca. Estaba en la gloria.
Para que no se secara mi culo tenía que sacar la polla casi del todo. Dejar que se mojara y volver a meterla. Lo hacía despacio con lo que yo notaba cada empujón.
Dani al oído me decía
- Quiero que me folles.
- Descuida, te tengo muchas ganas.
Con un fuerte gemido Mario me llenó el culo de semen. Yo, con tanto estímulo intentaba no correrme por todos los medios posibles. Sabía que en cuanto metiera el rabo en caliente me derramaría como un adolescente.
Pero suponía que no importaba. Allí todos estábamos muy cachondos. Cuando Mario salió de mi culo Dani me arrastró de la mano un poco mas fuera del mar, donde se arrodilló y se puso a cuatro patas esperándome. Yo me arrodillé tras él entre sus piernas.
- Ahora es mi turno. Quiero tu polla.
Quería ser suave y dulce y dejar que mi polla se tranquilizara un tanto. Así que empecé besando su espalda y bajando por ella hasta el prieto culo. Buscaba cómemelo, como me habían hecho a mí. Tenía ganas de lamer ese ano prieto. No me privé y durante un rato estuve intentando follarlo con mi lengua.
- No tengas prisa. Te lo quiero comer antes.
A nuestro lado Alex tumbado en la arena de besaba lascivo con Mario que estaba sobre él. Le rodeaba la cintura con sus piernas como si no quisiera que se le escapase. Las olas a veces los cubrían hasta casi las cabezas.
- ¡Cabálgame! Te voy a dar mi rabo.
El que mantenía el pene duro de ese dúo era Alex y pronto Mario fue subiendo hasta que se abrió el culo. En cuclillas empezó a bajar y pronto tuvo la polla de su amigo dentro.
Para entonces yo ya había arrimado el glande al ano que me esperaba. Sujeté su cadera con las manos y empecé a clavarle. Apoyado en los antebrazos Dani gemía y suspiraba. Su placer era evidente. Las olas también nos mojaban con su ritmo, pero eso me refrescaba un poco haciendo que no me corriera tan pronto.
- ¡Que bueno! ¡Que polla! Tenéis que probarla chicos.
Todos manteníamos un ritmo tranquilo y acompasado, sonriéndonos unos a otros. Al final a todos nos fue llegando el orgasmo. Nos dejamos caer en el agua que se fue llevando el semen dejándonos limpios, frescos y con la piel con sabor a sal.
- ¿Tomamos el sol un rato y descansamos?
- Me parece una buena idea.
Volvimos a las toallas después de recoger los bañadores y quitarles un poco la arena en el agua. Seguiamos solos así que no hacía falta que nos los pusiéramos.
Mezclados, nos empezamos a poner protector solar unos a otros. Aprovechando así para seguir sobándonos y acariciándonos. También besábamos la boca que nos pillaba más cerca.
Ellos me contaron que comenzaron a follar al poco de empezar a hacerse pajas. Eran amigos de toda la vida y estaba muy claro que sabían disfrutar juntos.
- Podéis venir a mi casa cuando os apetezca seguir follando y tengáis otro sitio.
- Nos gustaría pero solo estamos de vacaciones. nos vamos en unos días.
- Bueno, me ha encantado estar con vosotros. Si estos días queréis repetir ya sabéis.
- ¿Te rindes tan pronto? Yo vuelvo a tener la polla dura y estos también.
- A mi también me habéis vuelto a poner cachondo.
Todos estábamos preparados para una segunda vuelta. Esta vez sobre las toallas. Alex quiso probar mi rabo y se subió sobre mi cadera para cabalgarme. Dani se sentó en mi cara, tenía ganas de probar el semen de al menos uno de ellos en mi boca y sujeté su cara para que no se fuera hasta correrse.
Chupé sus huevos y culo, desde luego su polla hasta lo más profundo que pude. Mientras notaba como un culo estrecho apretaba mi rabo. Mario no se había separado mucho y le daba su nabo a lamer a Dani.
Yo me corrí en el culo que me estaba montando. Cuando Mario y Dani se iban a correr los dos pusieron sus glandes en mi boca dejando toda su lefa en mi lengua. Después se inclinaron para besarme y de forma alternativa compartir su propia lefa.
Eran unos chicos muy morbosos, mientras duraron sus vacaciones nos vimos algunas veces más. Incluso en mi casa se pudieron quedar algunas noches. No hemos podido vernos más veces aunque mantenemos en contacto por Internet.
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miércoles, 4 de octubre de 2023
Túnel dimensional, Mesopotamia
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"Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia"
Tercera ley de Clarke.
El túnel al multiverso es una tecnología desconocida y aún incontrolada. Los científicos no se ponen de acuerdo en sus bases teóricas. Pero sus efectos son bien conocidos en la institución que lo estudia. Gracias a los informes de los conejillos de Indias, ups, perdón, las personas que lo cruzan con destinos inesperados. Otras épocas, lugares e incluso mundos de fantasía, de novela o de cine.
Esta colección de extractos de esos informes hace hincapié en las vivencias más eróticas de la protagonista narradas por ella misma.
¡Oh! Mierda es lo único que pude pensar cuando salí al otro lado del túnel. Esta vez si que alguien o algo la había cagado y mucho.
Estaba completamente desnuda encima de un altar rodeada por una multitud vestida a medias con algún tipo de burdas túnicas y taparrabos. En el medio de una gran plaza en una aldea o ciudad hecha de adobe y techos de cañizo.
Desde donde estaba no podía distinguir el tamaño real de la población. Pero por el número de la multitud no podía ser pequeña.
Las caras de espanto y sorpresa de las gentes de alrededor al verme aparecer entre los fuegos artificiales del túnel ocultaron mi sorpresa el tiempo suficiente para que me hiciera una idea de la situación. A estas alturas ya era bastante rápida identificando el lío en el que estaba metída cada vez.
La ciudad, por llamar de alguna forma a aquel conjunto de chozas, era muy primitiva a juzgar por mis escasos conocimientos de arqueología. Me daba pocas indicaciones sobre el lugar y el tiempo. Podía encontrarme en algún lugar de oriente medio o Anatolia, el creciente fértil. O puede que en época babilónica o Mesopotamia. Por lo que sabia en ese primer momento incluso Mesoamérica era una opción, solo si por allí había maiz claro.
Las estatuas de los dioses que flanqueaban el ara, una forma femenina y otra masculina estilizadas con los atributos sexuales muy potenciados tampoco es que me dieran muchas pistas. No había toros alados ni otras deidades que yo pudiera reconocer.
Mi primera intención fue salir corriendo en pelota picada y esconderme en algún rincón, pero con tal afluencia de fieles eso hubiera sido imposible. Me decidí por la segunda opción, ocupar el papelón de diosa que el túnel en su infinita sabiduría me había atribuido.
El sacerdote situado a dos pasos de mi y postrado por el terror de ver a su divinidad encarnada de repente, tenía unas anchas espaldas, una lacia melena negra y un un culo duro y bien formado que su escaso taparrabos me permitía ver. El tipo no estaba mal del todo, para ser un ejemplar del neolítico. Nunca llegué a quedarme con su nombre.
Entre la multitud algunas bellas muchachas apenas vestidas y algunos jóvenes que lucían agradables y musculosos cuerpos prometían algunos placeres mayores de los que la primera impresión daba. La verdad es que parecían gentes bien alimentadas y felices. Si de verdad estaba en el creciente fértil no debería extrañarme mucho.
Todo lo majestuosa que pude estando en pelota picada bajé del altar intentando no caerme en el irregular suelo de losas de piedra. Para impresionar a mis nuevos fieles proyectando la voz todo lo que pude me lancé a relatar todas las poesías que recordaba por orden cronológico.
De los romances que recordaba del instituto a Espronceda y Machado pasando por Bécquer. Segura de que no me iban a entender ni jota pues ellos hablarían algún arcaico dialecto del arameo.
Parecieron bastante impresionados con mi discurso pero he de admitir que ya estaban bastante asustados por mi espectacular aparición.
Desnuda como estaba, pero eso sí muy regia, conseguí atraer la atención del sacerdote y lograr que me escoltara al interior del templo. El tipo era bastante joven y atractivo, aunque no fuera información, algo podía sacar de él en esos primeros momentos aprovechando su estupefacción.
La construcción no era algo complicado, solo un rectángulo de piedra no muy bien tallada techado con madera. Amontonados junto a grandes vasijas de barro con grano, aceite y vino había otros tesoros como telas y tapices de seda y lino, probablemente lo mas fino que sus artesanos podían trabajar.
Incluso sobre una mesa algunas joyas y estatuillas de oro relucían a la luz de minúsculas lámparas de aceite. El local parecía tener funciones tanto de lugar de culto como de almacén de distribución para la comunidad.
Pero me di por conforme con tener un lugar discreto donde poder arrancarle al fulano el taparrabos y eso sí muy mayestáticamente, cabalgarlo sobre unos sacos de cereal hasta que se corrió para ganarme su apoyo incondicional.
No es que me importe que me vean follar. A todo se acostumbra una en esos viajes y el exhibicionismo es un placer como cualquier otro. No habría sido la primera vez que lo hacia en público. Ni en sitios más incómodos que un ara de piedra en medio de una plaza. Pero en aquel momento pensé que su diosa debía mantener cierto misterio.
La cara de alucinado que ponía por compartir los atributos de la divinidad habría merecido inmortalizarla en video pero no tenía como. Sinceramente el fulano aquel no parecía muy espabilado. Lo que en realidad me convenía si quería mantener mi papel.
No es que follando tuviera una gran técnica, pero como yo hice la mayor parte del trabajo no importó. Ya mejoraría con la practica. No se atrevió ni a tocar mis divinos senos. Y eso que me hubieran venido bien algunas caricias. Pero eso ya lo conseguiría.
Lo del depilado integral puede parecer raro, al fin y al cabo la mayoría de los víajes son a épocas y culturas en las que no existe esa costumbre o es técnicamente imposible que lo hagan aunque quisieran. Pero todo tiene su explicación. Aunque la organización me ha vacunado contra prácticamente cualquier cosa que pudiera pillar en esos viajes no hay forma de inmunizarse contra las ladillas, pulgas y bichejos similares. Y ya volví una vez con una importante cantidad de piojos, como para querer repetir la experiencia.
Lo primero que hice tras todo ese chusco episodio fue asegurarme los servicios de los jóvenes mas guapos y fuertes y de las chicas mas bonitas que pude encontrar. Después de hacer que se bañaran, dos o tres veces, por supuesto. Conseguí su fidelidad incondicional por el mismo medio que la del sacerdote.
Cuando una supuesta diosa te come el coño o la polla y te saca un par de orgasmos no hay forma de discutir. Pero mientras ellos no me llevaran la contraria estaba dispuesta a pasarlo bien con mi séquito. Y hacerles disfrutar a ellos.
La muchacha más linda de la aldea no se despegaba de mí. Era una belleza morena de ojos negros. La más valiente, fue la única que se atrevió a corresponder a mis atenciones sin miedo y sin cortarse un pelo. Además de valiente lista, cuando me fui de allí pensaba que era la única que se había dado cuenta de todo el montaje. Se hacía llamar Nadesh.
Con los nombres he intentado hacer una transcripción fonética lo más cercana posible a la pronunciación que ellos tenían. Pero no sé si he conseguido captar todos los matices. Solo conseguí aprender como un centenar de palabras del idioma. Pero con la infatigable escolta de Nadesh no me hizo falta mucho más. Ella atendía todas mis necesidades.
Cuando me la llevé al interior del templo y empecé a besarla un segundo después tenía su lengua dentro de mi boca. Aprendía rápido o puede que ya hubiera practicado con una amiga anteriormente. El caso es que con bastante reverencia me ayudó a librarme de la trasparente túnica de lino que llevaba puesta.
Creo que esa primera vez todavía pensaba en mí como en un ser sobrenatural. No tuve que pedirle nada. Aunque tampoco hubiera podido hacerlo más que con mímica. Ella solita empezó a besar y lamer mi piel, suave, despacio y lasciva. Del cuello y los hombros pasó a mis tetas.
Sabía como comer unos pezones, así que aquel no era su primer rodeo. ¿Esa chica era bisexual? O ¿estaba aprovechando mi presencia para satisfacer un gusto exclusivo por las mujeres?. Según fui conociendo más su cultura resultó que todos eran en mayor o menor medida bisexuales.
La lengua juguetona en mi vientre me hacía cosquillas. Pareció sorprenderse cuando llegó por fin a mi depillado y limpio pubis. Murmuró algo en su lengua sobre la que no aún no tenía tanto dominio como para entenderlo. Y sin más dilaciones clavo la húmeda entre mis labios buscando el clítoris.
La gente que pasaba cerca del recinto tuvo que oír mis jadeos y gritos y me importó un higo. En segundos me había conseguido el primer orgasmo de la tarde, al que siguieron muchas corridas. Parecía que Nadesh tenía sed de mis jugos. Pero ni siquiera se conformó. Clavó la lengua en mi ano y siguió hasta los pies.
Tenía que corresponder, desde luego que no se trataba de devolver el favor sino de que estaba deseando comermela. Volví a besar sus sensuales labios. Acariciaba su cuerpo con suavidad, la piel fina era como de melocotón. Cuando llegué a su coñito estaba chorreando. Tenía dos dedos pringados de su jugo y, lasciva se los llevó a la boca. No me daba descanso se puso a chuparlos como si fueran una polla.
Visto que si no me ponía firme me estaba comiendo el terreno. La tumbé sobre el lecho improvisado y separé sus torneados muslos. Me comí ese bollito hasta que le conseguí media docena de orgasmos. Le di la vuelta y le estuve lamiendo el culo hasta que se corrió otras seis veces. Parece que con eso se tranquilizó bastante.
Pero así fue como conseguí mi mejor adepta. No se despegaba de mí ni siquiera cuando estaba follando con otras personas. Así despertó mi vena exhibicionista en aquel lejano pasado. Desde luego también solía participar.
Pensando en que me iba a pasar una temporada entre neolíticos tuve que habilitar el templo como mi residencia habitual, lo que no fue un gran problema.
Apenas con reordenar los enseres que ya había allí me hice con un sitio cómodo donde vivir los días que pasara en ese primitivo lugar. Las enormes estatuas no molestaban mucho. Alfombras finamente tejidas, sedas, linos, formaron un lecho cómodo donde poder follar con mis fieles.
Fue Nadesh la que me presentó a otro de mis principales seguidores. Como todavía no había conseguido captar los matices más sutiles del arameo nunca llegué a saber si se trataba de su primo o hermanastro. Desde luego eran familia. Pero tenía muy claro que esos dos se llevaban demasiado bien incluso antes de mi llegada.
Aakeem era un mozo que me sacaba a mi casi diez centímetros y yo era la más alta de por allí hasta que apareció él. Una impresionante colección de músculos rodeando unos huesos muy bien formados. No en vano era de la familia de Nadesh.
Al principio se ofreció como guardaespaldas aunque por allí nadie parecía querer hacerme daño. Todos estaban muy impresionados con mi aparición entre luces y ruidos extraños como para pensar en otra cosa que adorarme. Aún así se pasó un par de días siguiéndome armado con un garrote capaz de disuadir a cualquiera con malas intenciones.
Aakeem pronto pasó a ser más íntimo. Era evidente el deseo que se veía en sus ojos cada vez que me miraba. Nadesh no tenía celos sino que le divertía tener a su familiar pendiente hasta de mis más mínimos deseos.
Ya me miraba con ojos de cordero degollado aún antes de acariciar su agraciado rostro. Solo tuve que recorrer su barbilla con la yema de los dedos para que viniera detrás de mí al fondo del templo. Ella nos seguía con una sonrisa lasciva dispuesta a librarse de su fina túnica a la primera provocación.
Le había instruido bien. El chico estaba bien limpio. Puede que ella misma le hubiera lavado, fregado y untado sus duros músculos con aceite aromático. El taparrabos cayó sobre mis alfombras con un leve tirón.
Aakeem estaba bien armado, lástima de la poblada mata de pelo negro que rodeaba la base y cubría los testículos. La polla en sí recta, sin circuncidar y con las venas marcadas era de las más bonitas que había visto.
Nadesh tuvo que darle un último empujón, literalmente, que lo arrojó en mis brazos. Mientras ella dejaba caer su túnica al lado del taparrabos de su hermanastro. Agarré las nalgas del chico que parecían talladas en la misma piedra de sus estatuas. Ella se pegó a su espalda atrapando mis manos con su pubis.
- Desnúdame.
Aún teniendo a Aakeem entre las dos soltó el broche de mi túnica que se deslizó al suelo solo con un suspiro de telas ligeras. El mozo no sabía donde mirar ni donde poner las manos, así que las notaba por toda mi piel.
Su polla dura como una piedra estaba atrapada entre nuestros cuerpos. Yo podía notar el glande casi entre mis tetas. Así que una cubana era una buena opción. Solo con inclinarme un poco me la puse entre los pechos y Nadesh se ocupó de apretarlos. Suavemente empecé a moverme. No quería que se corriera pronto. Tenía que disfrutar del chico.
Con la lengua y los labios alcanzaba el glande. Parecía que disfrutaba de esas caricias. Su hermana se estaba frotando con la espalda. La duras tetas clavadas en sus riñones, pero claro que no se conformó. Fue bajando lamiendo y besando por la línea de la columna, por los dorsales hasta mordisquear las pétreas nalgas.
Mientras yo le chupaba los huevos ella le abrió el culo y empezó a buscar el ano con su lengua de viciosa. Eso le puso la polla aún más dura por la que subí con mi lengua hasta meterme el glande en la boca como un caramelo, enorme y muy duro. Entre las dos le estábamos haciendo gemir y jadear.
Desde luego no quería que se corriera sin metérmela. Así que lo tumbé en mi improvisado lecho y me subí sobre él para cabalgarlo. Nadesh no pensaba perderse su parte así que puso su coñito sobre la cara de Aakeem que de inmediato se puso a comerlo.
- ¡Oh! Mi diosa.
La chica se agarró a mis tetas como si fueran un flotador en un mar embravecido a la vez que buscaba mi boca con la misma ansia que la primera vez que nos besamos. Su lengua entró en mi boca compartiendo nuestras salivas.
Ya no paré de mover la cadera hasta que el chico se corrió en mi interior. Yo ya había tenido mis orgasmos y seguro que Nadesh también. Menos mal que llevo un Diu. No me hubiera gustado volver embarazada de un chico del neolítico por muy bueno que estuviera.
Esos dos eran un par de pervertidos. Los días que estuve en aquella ciudad fueron los encargados de traerle a su diosa los mejores ejemplares para follar y disfrutar. Menos mal que las paredes no hablan por si algún arqueólogo ha encontrado los restos de ese templo.
Luego pude mejorar algo la vida de aquellas gentes sin gran esfuerzo y eso sin introducir técnicas demasiado modernas. Empezando por la higiene, construyeron, siguiendo mis instrucciones, unos baños primitivos pero prácticos.
Unas tablillas de barro o cera sirvieron para enseñarles una forma sencilla de escritura cuneiforme y mejorar sus matemáticas. Y hasta conseguí variar un poco sus limitadas recetas de cocina.
Algo de ayuda con el sistema de riego y la invención de un carro algo más efectivo que los pesados armatostes de que ellos disponían. Cosas prácticas, todas ellas surgieron en ese periodo de la historia y en esa zona geográfica.
Buena cagada habría montado si en realidad estuviera en América y les hubiera enseñado el uso de la rueda. Vale, no había maiz por ninguna parte, solo trigo, cebada, centeno, lino y avena, además de un montón de caballos, burros y mulas.
Aunque suponía que el tunel no me permiría fastidiar demasiado la continuidad espacio temporal, pero eso no era mas que una hipotesis. En otras épocas y con otros personajes históricos nada parecía haber cambiado cuando volvía a casa y a mi época.
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