domingo, 19 de febrero de 2023

Yo soy la ex

. Yo soy la ex. Precuela de "Trio con la ex" Iván un chico con el que había salido y con el que aún me llevaba bien ha empezado a vivir con su actual novia, Sandra. Él ya ha contado en el relato "trio con la ex" como salió el encuentro entre los tres. Que terminó en un bonito trio. Ahora tengo que contar como nos conocimos Sandra y yo y tramamos juntas llegar a ese punto. Hace unos días decidí llamar a un ex novio. Estaba aburrida y nos habíamos separado en buenos términos. No es que fuéramos follamigos pero más de una vez después de dar por finalizada la relación y cuando ninguno de los dos tenía pareja, nos habíamos puesto cariñosos, mucho. - Hola. ¿Iván? - No puede ponerse. Está en la ducha. Me respondió una bonita voz femenina. - ¡Ah!, bueno, ya le llamaré otro día. - ¿Y quién le digo que le ha llamado? No es que quisiera hacerme la interesante, ni nada de eso, pero cuando él estaba con alguien yo no quería molestar. Dábamos por sentado la fidelidad cuando alguno de los dos tenía pareja. - Da igual. - Voy a quedar muy mal si le digo que le han llamado y no sé dar razón de quien. Ella empezó a caerme simpática, no sé si por su curiosidad o porque parecía ser simpática de veras. - Soy Laura una vieja amiga. - ¡Ah! ¡No pareces nada vieja por tu voz!. Encantada. Yo soy Sandra su novia. - Imaginaba. Si has cogido su teléfono estando él en remojo. - Así que habéis hablado de mí. - Me dijo que estaba con alguien. Me mandó un mensaje. Pero no me dijo que fuera tan simpática. ¿Y a tí? ¿Te ha contado algo de mí?. - Bueno, suponía que había estado con otras chicas. E imaginaba que tiene buen gusto. Y veo que no estaba equivocada. Oye, saldrá de la ducha y nos cortará. Si te apetece podríamos quedar y comparar notas. - No se me habría ocurrido hacer eso con ninguna de sus novias. Pero tú pareces algo especial. No creo que nos arranquemos los pelos cuando nos veamos. - ¿Qué haces mañana por la tarde?. - No tenía nada pensado. - ¿Quedamos? y tomamos un café. Me dio el nombre de una discreta y oscura cafetería donde solían quedar parejitas y donde se podía tener una conversación, relajadas y tranquilas. Ella parecía tener tanta curiosidad como yo y todo el mundo sabe lo que le pasó al gato. No es que pensara ligármela aunque no hubiera sido mi primera chica. Para nada. Pero estaba claro que tenía que ir sexi. Dispuesta no a competir, sino, supongo que a demostrar algo. No soy celosa, pero quería que ella viera mi mejor lado. No sabía lo que iba a encontrarme aunque Iván nunca había estado con ninguna chica fea ni mala persona, que yo supiera. Esa noche estuve pensando en lo que iba a ponerme, desde luego tenía opciones en mi armario. Me pierde la ropa provocativa. Era pleno verano así que ir ligerita no sería problema. Tras algunas dudas y probarme algunos conjuntos me decidí por un fino top que me dejaba la espalda desnuda. También llevaba la falda más corta que tengo, de tela vaquera así que es rígida. Cada vez que me inclino o subo unas escaleras se me ve Sodoma y Gomorra. La melena atada en una cola de caballo para dejar mis hombros libres y unas sandalias. Llegué pronto, no quería hacerla esperar, pero ella se me había adelantado. Estaba esperando en la barra. La reconocí de inmediato por su llameante melena roja, que ella me había descrito. Su atuendo no se diferenciaba mucho del mío. Aunque había elegido un short en vez de una falda, la prenda le sentaba de maravilla a sus largos muslos. El top en vez de descubrir su espalda le dejaba un escote delicioso y el vientre al aire. Su nívea piel descubierta y su carita pecosa me pareció preciosa. Su contoneo sensual según caminaba entre las mesas hasta donde yo estaba no solo llamaba mi atención, parecía levantar pasiones en todos los presentes. - ¿Sandra? - Si, luego, tú eres Laura. - Encantada, ya sabia yo que Iván tiene buen gusto. - Eso puedo confirmarlo al verte. Su sonrisa iluminaba la sala. Pero habíamos ido a comparar notas y si tenía suerte a algo más, no a alagarnos la una a la otra toda la tarde. - ¿Vamos a piropearnos toda la tarde?. No me importaría, pero hay más cosas de las que hablar. Pedimos las copas a una guapa camarera con unos leggins muy pegados a un culo precioso. Ya os habéis dado cuenta de que también me gustan mucho las chicas. Durante la siguiente hora nos dedicamos a despellejar a Iván diseccionando cada aspecto de su físico y personalidad. Salió bastante bien parado, al fin y al cabo a las dos nos gustaba y ambas habíamos follado con él. Incluso nos contamos las historias de nuestras relaciones. Los comienzos con Iván y con otros chicos y en mi caso otras chicas. Eso pareció levantar su curiosidad. - Iván no me dijo que fueras bisexual. - No creo que lo sepa, una chica siempre ha de guardar algo de misterio. ¿No crees?. - Cierto. Todas debemos guardar algún secreto. Pero estoy convencida de que le hubiera encantado saberlo. Verte a tí con otra chica en acción debe ser un espectáculo delicioso. - Bueno, Aunque puede que sospeche algo por algún comentario o mirada que se me escapaba estando con él. Si la otra chica fueras tú seguro que si. Empezábamos a conocernos y a compartir datos sobre nosotras, no sólo sobre mi ex. La verdad es que me gustaba y yo no parecía disgustarle. Y a echarnos las primeras indirectas. Lo cierto es que la primera impresión que tenía de ella se confirmó. Esa chica me estaba gustando mucho. - Me encanta tu cabello, creo que siempre tuve debilidad por las pelirrojas. - Pues en el único sitio donde lo tengo es en la cabeza. Todo lo demás me lo he quitado, aunque también era rojo. - ¿No te has dejado ni una tira por encima?. Te quedaría precioso. - Nada de nada. - Bueno, yo tampoco. Así me lo pueden comer mejor. Jejeje. Estábamos sentadas en un sofá acolchado al fondo de la sala. Nuestras rodillas empezaron rozándose. Pero al poco rato me moví hasta hacer contacto con todo el lateral de su muslo. Me encantaba el calor de su piel y ella no rehuía el roce. De hecho fue la primera que hizo un movimiento, algo muy típico, pero decidido. Pasó la mano por el respaldo del sofá y la deslizó por mi espalda desnuda. Enredó los dedos en los cordones que sujetaban el top, como jugando con ellos, pero en realidad acariciando mi piel. - Tienes una piel muy suave. Dejé la copa en la mesa que teníamos delante y aproveché para poner la mano en su muslo, como apoyándome. Su sonrisa lasciva y deslumbrante me animaba a seguir. - ¿Y tú?. ¿Has tenido alguna experiencia con una mujer?. - Algo ha pasado. Pero con nadie tan fascinante como tú. - Vaya gracias. ¿Volvemos a los cumplidos?. - No he parado en ningún momento en mi mente. Me has gustado mucho. Deslicé despacio la mano por su muslo cada vez mas arriba. Mientras ella dejaba de jugar con mi ropa y se dedicaba a tocar mi piel ya sin más disimulo. Llegadas a ese punto besarnos fue algo completamente natural. - Tú también me has dejado obnubilada. Nuestros rostros se acercaron despacio, no teníamos prisa. Con sensualidad, mirándonos a los ojos, hasta que los labios se juntaron. Empezamos a mordisquear los labios de la otra, sin poner los dientes. Solo jugando. La camarera llegó en ese momento a recoger los vasos vacíos. Nos miraba con una sonrisa lujuriosa. - Si alguna vez queréis hacer un trío avisadme, nenas. Estaría encantada de participar con vosotras. Y se retiró volviendo a enseñarnos su culito pétreo. Entre tanto mi mano había trepado por el firme muslo e Sandra hasta llegar a la dura nalga. Como en los demás sofás las parejas estaba haciendo lo mismo que nosotras nadie se fijó en mis maniobras. Ni en las suyas, pues dos de sus dedos habían alcanzado una de mis tetas y pellizcaban mi pezón con suavidad. Era imposible no rendirse a sus encantos. Era lo que le había pasado a mi ex. Estaba segura. Si Sandra se lo hubiera propuesto ni Iván ni yo hubiéramos tenido ni una opción. Los gemidos que soltábamos los ahogaba la boca de la otra y pronto lo hizo la lengua. Su minishort me cerraba el acceso a algunas partes de su bella anatomía pero aún así tenía piel de sobra para acariciar. En cambio la minifalda que a esas alturas ya no tapaba nada de mis muslos le dejaba vía libre para alcanzar mi tanga, más que húmedo a esas alturas. No sé cortó un pelo y cuando me di cuenta ella había deslizado un dedo por debajo de ese minúsculo trozo de tela. Con ese mínimo roce mis labios hambrientos de caricias se separaron dando acceso a mi interior. Ya que no podía tener la polla de Iván allí dentro sus dedos eran un sustituto maravilloso. Ahí si que se me escapó un jadeo que ni siquiera su lengua juguetona pudo ahogar. Mirando por encima de su hombro me di cuenta de que la pareja que teníamos detrás se había dado cuenta. Ella se limitó a girar la cabeza y sonreírme. Supongo que estaba deseando que su novio llegara al mismo sitio en su anatomía que mi nueva amiga había alcanzado en la mía. Sandra estaba lanzada. En el momento en que yo me había despistado ella había tirado de mi tanga y me lo había dejado por las rodillas. No había forma de volverlo a poner en su sitio sin llamar la atención incorporándome así que terminé de sacarlo por mis pies y lo guardé en su bolso. - Es un regalo. Estábamos empezando a llamar mucho la atención. Por entonces yo vivía sola e imaginaba que a Sandra le gustaría ir conmigo y pasar un rato más íntimo a solas. - Podemos ir a mi piso, está cerca. Con un suave beso en los labios me dijo: - Mejor si, vámonos. En mi piso llegará Iván del trabajo en un rato. Al ponerme de pie tuve que estirar la tela de mi falda sobre mis muslos o todo el mundo en la cafetería habría visto el estado de mis muslos por los que escurrían mis jugos. Pero ella tuvo que recolocar su top o habría enseñado sus preciosas tetas. Fui a pagar las copas a la bonita camarera. Con una sonrisa me dijo: - A estas invita la casa, preciosa, me habéis puesto muy cachonda. Aquí tienes mi número por si algún día quieres tomar algo conmigo. O las dos. Deslizó un post it entre mis dedos que de inmediato guardé en mi bolso. Ya en la calle caminando del brazo con Sandra, muy juntas se lo conté. - Tengo el número de la camarera si quieres quedar algún día con ella. - Por ahora creo que Iván y tú me bastáis. Pero si quieres llamarla guárdalo. Pocos metros más adelante estaba mi portal. No pude resistir la tentación y la acorralé contra los buzones para volver a hacerme con sus dulces labios y cruzar mi lengua con la suya. - Sí que me tenías ganas. - Eres la primera chica con la que sale Iván que tengo así y pretendo disfrutarte. En el ascensor seguimos acariciándonos pues subíamos solas. Metió un muslo entre los míos alcanzando los desnudos labios de mi vulva. Sé que dejé algo de mi humedad en su suave piel por que ya en mi habitación me dediqué a lamerla entera. - ¿Quieres algo de beber? - Solo de ti cielo. Así que la llevé derecha al dormitorio. Las sandalias de ambas cayeron a un rincón según entramos en la habitación. Me tumbé en la cama y me limité a abrirme de piernas. Con lo que la falda se subió del todo dejando ante sus ojos todo mi pubis. Como ella ya tenía mi tanga en su bolso se limitó a arrodillarse entre mis muslos y pasar la legua por toda mi rajita. - Tú también tenías ganas. - Muchas. Hacía tiempo que no estaba con una chica. Tenerte a ti así me parece que es estar con Iván. A las pocas lamidas ya me había corrido y ella tenía entre sus carnosos labios mi clítoris y lo sorbía como si quisiera arrancarlo. Volví a correrme sin reprimir mis jadeos que llenaban la habitación. Sandra trepó sobre mi cuerpo sin separar la lengua de mi piel. Separando la tela del top y dejando un reguero de babas. Hasta llegar a mis labios y meter la lengua en la boca hasta la garganta. Devolví el beso con todo mi ser. Notando en su lengua restos de mi sabor más íntimo. Poniendo en él toda mi lengua y saliva. Deslizando una mano dentro de su short. Alcanzando su pubis suave y depilado. Y por fin separando los labios de su vulva con uno de mis dedos. Me tocaba a mí hacerla gemir y darle gusto. Le quité el pantaloncito que me estorbaba mucho. Me llevé el tanga en la misma maniobra y ante mis ojos ansiosos quedó su precioso coñito. Ese xoxito que mí ex se follaba ahora. En cuanto pasé la lengua por los labios descubrí lo deliciosa que es. Sus abundantes jugos llenaban mis papilas gustativas. Cuando chupé el clítoris con fuerza llenó mis oídos con sus jadeos. Y tras su primer orgasmo tiró de mis brazos para pedirme un nuevo beso. Cruzamos las lenguas. Su sabor en la mía parece que le gustaba pues estuvo chupándola hasta que no me dejó ni una gota de saliva. No conseguía separar las manos de sus tetas. No dejaba de pellizcar sus pezones. Notaba en las mías sus dedos que seguían con las caricias sin descanso. Uno de sus muslos se deslizó entre los míos hasta alcanzar mi chochito. Mi humedad alcanzó su suave piel. Sin dejar de acariciarnos me fui moviendo despacio subiendo una de mis piernas hasta que conseguí que mi vulva se colocara bien pegada a la suya. Notaba sus jugos mezclándose con los míos. Los labios frotándose hasta casi rozar los clítoris. Admito que la tierra no es una de mis posturas favoritas. Aunque el roce de los coños es casi total hay que mantenerla a base de brazos y no se puede acariciar nada más. Pero con ella todo era morboso y placentero. Ambas nos corrimos con solo mezclar nuestras humedades llenando mi habitación con gemidos de gusto. Teníamos que descansar un rato. Y la recibí entre mis brazos con su cabecita apoyada en mis tetas. Para seguir charlando. - ¿Como a que dejaste a Iván? Ahora que te conozco he de admitir que estoy un poco celosa. - Nunca hemos llegado a dejarlo del todo como te puedes imaginar. Pero nunca me he metido en las relaciones que ha tenido después de mi. Ni él en las mías, ya haya sido con chicos o con chicas de las que Iván no ha llegado a enterarse. - Hablando de eso. ¿No estás con nadie ahora?. - No, no hubiera dejado que las cosas entre nosotras llegaran a esto. Pero es difícil resistirte. - ¡Oye!, que no soy la única que está desnuda en esta cama. Tú también eres bastante irresistible. - Ahora que hemos dejado claro lo perfectas que somos tendremos que ver o que va a pasar ahora. - Lo de compartir a Iván o a cualquier otro novio es algo que se me había ocurrido nunca. Lo admito. Pero tampoco he hecho nunca un trio y es una de mis fantasías. - ¿Estas diciendo lo qué creo? - Si crees que me gustaría follar con los dos a la vez acertaste. - Nena eso es fuerte. Pero también a una de mis fantasías no realizadas. Y con poca gente lo haría. Dicho eso, vosotros sois algo especial. - Pues solo queda ver como le ponemos el cebo. Y a esperar que pique. - ¿Con estos cuerpos tienes alguna duda? - Ninguna. ....

viernes, 10 de febrero de 2023

La residencia universitaria

. - Quiero acostarme contigo. Me dijo esa noche, cuando nos quedamos solos en nuestra habitación de la residencia universitaria. Nadie me había hecho una proposición tan directa y menos aún otro chico, por que aunque no lo haya dicho los dos éramos chicos. Él, guapo donde los haya: un mentón firme y unos labios hechos para ser besados, delgado. Con un torso firme y musculosos y un vientre plano que había visto muchas veces al salir de la ducha de nuestra habitación o en la piscina. Su culo prieto marcado en los bañadores tipo slip que usaba y sus muslos firmes y sin vello. Y era Mario, mi amigo de toda la vida, quien me proponía hacerme el amor allí entre las paredes de nuestra habitación. Cuando él sabía que yo era heterosexual. Pero algo se movía en mi cerebro hacía poco que lo había dejado con una novia. La idea empezó a atraerme cuando acarició el filo de mi barbilla suavemente con sus dedos y depositó un dulce beso en mis labios. Yo todavía confuso, no me atreví a responder. Pero como tampoco di evidentes muestras de rechazo lo animé con mi inmovilidad. Me abrazó y empezó a besarme en el cuello. Yo por fin reaccioné y respondí tímidamente a su abrazo. Tampoco quería ofenderlo por nada del mundo, nos conocíamos desde hacía años. Volvió a besarme en la boca y esta vez correspondí a su beso al principio, tímidamente y luego cuando me forzó a abrir los labios con su lengua con mas decisión. Empezó a acariciarme la espalda deslizando sus manos hacia mi culo y entonces se separó un poco y comenzó a desvestirme. Me quitó la camisa y los zapatos. Yo le dejé hacer. Empezó a besarme por el pecho a meter mis pezones en su boca a acariciarme el vientre con sus manos y lamer mi ombligo con su lengua. Yo estaba muy excitado y cuando comenzó a bajarme los pantalones estaba paralizado, heladas mis manos. Me dejaba hacer como una marioneta. Mario se separó de mí un minuto para arrancarse la ropa con violencia, prisa y deseo. Nadie me había mirado nunca con ese ansia y deseo en los ojos. Volvió abrazarme y la piel de nuestros pechos se juntó por primera vez sin tela que estorbara. Yo me iba poniendo en situación haciéndome a la idea de tener un chico guapo entre mis brazos. Cada vez mas excitado simplemente por ese hecho. Nadie podía interrumpirnos. El cerrojo nos aislaba por completo del mundo. Nuestras pieles se rozaban por que lo único que teníamos puesto eran los slip. Los besos se fueron haciendo cada vez más ardientes. Mi lengua pasó a explorar su boca perdiendo los últimos restos de timidez. Al flanquear la frágil barrera de sus dientes blancos y pequeños. La suya salió al encuentro de la mía para jugar con ella. Mis manos comenzaron a explorar el cuerpo del primer chico que tenían a su alcance. Podemos hacerlo o no. ¿Pero hasta cuando? Yo aún tenía mis dudas, incluso teniéndolo entre mis brazos. No se como controlar mis impulsos, mi propio cuerpo lucha por entregarse. Por sentir piel con piel. El deseo me inunda, la polla dura. Los huevos buscando descargar su semen caliente y que Mario lo recoja en la lengua. Y yo poder lamer sus testículos y su pene. A esas alturas quería sexo y él también o puede que algo más. Deseo en los dos cuerpos. Al final fue él quien se pasó a mi cama. Buscando mis labios con los suyos. Abrí la boca esperando recibir su lengua dentro de ella. No me hizo esperar mordió mis labios con los suyos jugueteando con la lengua. La mano se me fue sola a la cintura, me costó un segundo soltar el cordón que sujetaba el pantalón de su pijama. Mis dedos rozaron con suavidad la polla dura, tersa y suave. Él en cambio abrió la chaqueta de mi pijama acariciándome el pecho. Uno de sus dedos tocaba mi pezón con suavidad. Excitado, duro, esperando recibir un suave mordisco de sus dientes y su lengua remojando mi piel. Mientras mi mano reposaba en su verga tierna pero firme atrayéndolo sobre mi cuerpo. Los besos se hicieron mas intensos mas lascivos. Mi lengua buscaba la saliva de su boca. La suya se cruzaba con la mía jugando lamiendo mis dientes llegando hasta mi paladar. Yo también investigaba lo mas profundo que podía acariciando el interior de su boca con mi lengua. Froté su pene con mas firmeza de arriba abajo deslizando harta sus testículos suaves. Sus gemidos en mi cara me indicaban que le gustaban las caricias. Mis uñas pasaban con suavidad por su escroto buscaba aumentar su excitación. Sus manos tampoco estaban quietas, arañaba la piel de mi torso con suavidad. Pellizcaba mis pezones o pasaba la yema de uno de sus dedos por mi ombligo. Siguió bajando por mi vientre, por mi suave piel hacia el vello que rodeaba la base de mi nabo. Enroscaba sus dedos en él dándome suaves tirones. Cuando se cansó de jugar con mi pelo fue a por mi polla durísima a esas alturas. Cada caricia suya la notaba en mi columna recorriéndome del glande al cerebro. Su piel suave me llamaba, bajé más sus pantalones por los firmes muslos. Seguí acariciando mas de su cuerpo desplazándome hacia sus nalgas. Sentía bajo mi mano la dureza de los músculos de su culo. La raja se me abría casi sola. Se me había subido encima y había metido uno de sus muslos entre mis piernas, los pijamas se enredaban y solo nos estorbaban. Así que nos tomamos un momento para librarnos de las ligeras telas. Aunque nos costó separar las lenguas el tiempo suficiente para hacerlo. Aprovechó para bajar por mi cuerpo. Noté sus labios en mi cuello, su lengua en mis clavículas, los dientes en mis pezones. Humedeciendo mi piel con saliva. Bajando por el vientre clavándose en el ombligo. Cuando la noté recorriendo el tronco de la polla sólo podía retorcerme. Nunca había sentido tanto placer. Cuando mojó mis huevos de saliva y se los metió en la boca tuve que ahogar mis gritos con la almohada para que nos oyeran en las habitaciones vecinas. Y no se detenía, separó mis muslos y me lamió el perineo. Me hizo coger las rodillas con las manos y arquear la espalda para poder alcanzar con su lengua el ano. Pasar la húmeda por toda la raja y clavarse en el musculoso aro. Estaba a punto de romper la almohada con los dientes cuando cubrí mi vientre de semen. Él se limito a recogerlo con la boca lamiendo mi piel guardándolo el tiempo suficiente para besarme con mi lefa. Esta vez la saliva y mi leche, espesas en nuestras lenguas las unían con hilos viscosos. Cada vez que nos separábamos lo justo para mirarnos a los ojos con ese amor puro de la juventud. Mis manos nunca llegaron a abandonar su cuerpo allí donde alcanzaba, tenia que devolverle el placer que me había dado. Tenía que saborear su semen aunque también lo deseaba en mi interior. Me decidí y le pedí que me penetrara, que me follara. Mi ano ya estaba bien dilatado por el tratamiento de su lengua. Lo estaba deseando, notar como su carne dura me abría. Como su glande dilataba mi ano y se metía despacio mirándolo a los ojos con lascivia. Jamás hubiera pensado que me vería así. Se movía despacio pero firme, con más experiencia de la que yo le hubiera adjudicado. El placer que me estaba dando era algo que nunca había esperado. Pero era mi amigo, mi compañero y ahora mi amante. Se corrió en mi interior y no por esas se conformó. Teniéndome bien abierto y entregado según sacó la polla se inclinó a lamer mi culo. Y yo seguía gozando. Con dos caricias de su mano volví a correrme. Esa noche fue la primera que dormimos juntos, abrazados, piel con piel. Eso ha vuelto a repetirse muchas veces. Nunca volvimos a usar pijamas. ......

sábado, 4 de febrero de 2023

Jugando pádel

0 . Ellos estaban jugando pádel en la pista de la urbanización. Yo tomaba el sol tumbada en la piscina justo al lado, con el bikini mas pequeño que tengo. No podía evitar mirar como se movían. A cada saltito su cortísima falda me dejaba ver un culo perfecto por que se había puesto un tanguita blanco a juego con la minifalda, todavía mas pequeño que el de mi bañador. Natalia es una vecina en la que ya me había fijado antes, esta muy buena. El culito respingón y moreno atraía mis miradas cada vez que un saltito levantaba la pequeña prenda descubriendo sus nalgas duras y perfectas. Parecía un video de tik tok en vivo, su faldita de lado a lado descubría el pubis apenas cubierto. Anque su oponente también merecía algún vistazo. Sabia que vivía sola, podía ser un novio pero se parecían mucho, el mismo cabello rubio, los mismos ojos azules. ¿Seria su hermano? ¿Un primo?. Alto, delgado, fibrado, nada mal la verdad. Y bajo ese pantalón corto de deporte se adivinaba un culito prieto y duro, como para clavar los dientes en esas nalgas. Sabía que de vez en cuando sus ojos, los de ambos, reposaban en mi cuerpo. Sobre mi piel desnuda cuando le ponía bronceador, lasciva, acariciándola e hidratándola. Más de una bola se había perdido por esos despistes. Acariciando mis pechos cubiertos únicamente por la lycra suficiente para tapar mis pezones. Al ser día de diario no esperaba que apareciera alguien más por allí. - ¡Hola!, ¿no descansais un rato? Os vendría bien reponer electrolitos. Me había bajado unos refrescos que les ofrecí amable para que hicieran un descanso. Antes de sentarse en el césped a mi lado él aprovechó para sacarse la camiseta y secarse el sudor del torso con ella. - Eres muy amable, gracias. Hace mucho calor y ya llevamos un rato dándole a las pelotitas. - Pues a mí me parece que le has dejado las pelotitas en paz. Si ella se hubiera quitado el polo hubiéramos visto sus duros y cónicos pechos cuyos pezones se marcaban perfectamente desafiantes en el fino tejido. Estaba claro que no llevaba sujetador. - No sabía que te hubieras echado novio, Natalia. - Ja Ja, no es mi novio, Carlos es mi hermano. Y ella es Olga mi vecina. ¿Has visto, tato, la vecina tan buena que tengo?. - ¡Si!. Ya veo, ya, esta buenísima. Nos interrumpiamos al responder. - Eso explica lo guapo que es. Se ve el parecido de familia. Encantada. - ¿Me estás alagando? Igual por cierto. - A los dos y descarada. ¿Os importa? - Para nada. - Que lastima no poder sacarnos los sujetadores ni las camisetas aquí. Estoy sudando. Eso, el top less, no lo permitían las normas de la piscina. Lo que todas obviábamos usando los bañadores y bikinis mas pequeños que podíamos encontrar. - Te puedo dejar uno de los míos, si quieres quitarte el top. Tengo otro bikini seco en la bolsa. Aunque así sudado, y trasparentandose te queda muy bien. Casi se adivinan los pezones. - Déjame el suje. Al menos se podrá secar el sudor. Yo pensaba que me encantaría lamer ese sudor directamente de su piel. Me puse a gatas dándoles la espalda para buscarlo en la bolsa que había bajado. Así ellos veían mi culo, mis nalgas separadas, la gomita del tanga que apenas tapaba el ano y los labios de la vulva marcados en la licra. Me giré para darle la prenda y sorprendí con agrado las miradas lascivas que ambos me estaban dedicando. Sus ojos clavados en mis posaderas. Rocé los dedos de Natalia para alcanzarle una prenda que apenas cubriría sus pezones. Su sonrisa al verla me indicó que le agradaba la idea de ponerse tan impúdico trozo de tela. Sin más tardanza se sacó el polo sudado, dejándonos ver sus preciosos pechos. No pensábamos que nadie mirara así que no se tapó más. Unos segundos más tarde los tenía tapados, por decir algo, con mi sostén. Tras ponerse el sujetador se sentó con las piernas cruzadas frente a nosotros, lo que levantaba la cortísima falda y nos mostraba la húmeda tela del tanguita. Por lo menos a mí que la miraba justo enfrente. Tumbada boca abajo en mi toalla, me permitía ver su húmedo tanga introduciéndose entre los labios de su depilada vulva. Sabía que ambos me estaban mirando el culo perfectamente expuesto en esa posición. Sus lujuriosa miradas estaban clavadas en mi grupa. Les ofrecí ir a tomar algo a mi piso, un almuerzo ligero y seguir conversando. - Si ya estáis cansados podemos subir a casa, os invito a almorzar. - Tendríamos que ducharnos antes. - Da igual, con el calor que hace volveríamos a sudar en minutos. Animáos. Y podéis hacerlo en mi piso. Se miraron el uno al otro como pidiéndose permiso. - Vale, genial. Me cubrí la cadera con un pareo de gasa trasparente y no les di oportunidad ni para que se negaran ni para que fueran a buscar mas ropa. De hecho arrimando mis tetas al pecho de él impedí que volviera a ponerse la camiseta. Nadie nos vería en el breve trayecto en el ascensor. - No hace falta que os tapeis más. Solo vamos a coger el ascensor. Ya en mi piso les indiqué que se pusieran cómodos mientras dejaba caer las sandalias y el pareo y me dirigía a la cocina. Al volver con la bandeja, meneando el culo, me senté entre ellos dejando que mis muslos desnudos rozaran los suyos. - Si queréis algo más solo tenéis que decirlo. Eso sí que iba con doble intención. - Podría pedirlo, pero creo que tu también quieres pedirlo y darlo. Me apoyaba en uno o en otro para charlar según me convenía. Tocando su piel con toda confianza. Le dije a ella que podía sacarse la minifalda con toda confianza. Así estaríamos las dos iguales. - Yo solo estoy con el bikini. Natalia igual te estorba la falda. Con este calor sobra todo. - Tienes razón, total eso no tapa nada. Uniendo la acción a la palabra se limitó a ponerse en pie y dejar caer la falda al suelo. La apartó de una parada y dió una vuelta sobre si misma. Estaba claro que a los dos nos gustaba lo que estábamos viendo. El tanguita era algo mínimo, apenas un triángulo de tela sujeto en su sitio por finos cordones. Aunque había tenido vistazos fugaces de la prenda en la pista de tenis y la piscina por fin pude ver su precioso par de nalgas en todo su esplendor. Volvió a sentarse junto a mí. Esta vez creo que con toda intención rozando con su duro culito todo mi brazo. Le sonreí y no me lancé sobre ella en ese momento por que su hermano estaba allí y los deseaba a los dos. Se pegó más a mi muslo rozando nuestras piernas. Me giré hacia Carlos. - Tira de la lazada. Me parece que te gustaría verme las tetas. A su confirmado bello hermano le pedí que soltara el nudo de mi sujetador girándome. Con lo cual yo volvía a enseñar más piel que ella. - Vaya Olga, menos mal que en la piscina no se pude hacer top less. O todos nos pondríamos malitos viendo esas dos preciosidades. - No exageres, Natalia que las tuyas son impresionantes y más grandes que las mías. Mi suje apenas te cubre los pezones. - Si que es un poco pequeño para mí. Pero eso lo hace más interesante. ¿Verdad?. En ese momento contestó su hermano. - A mí es a quién estáis poniendo duro, entre las dos. Notaba sus manos en mi espalda mientras las mías acariciaban los pechos de ella según la ayudaba a subir la poca tela que los cubría. Notaba su polla dura rozando mi culo detrás de la fina tela de su pantaloncito de deporte. - Eso me parece que lo estoy sintiendo yo. Mientras lamía la sal del sudor del cuello de la hermana. La mano del chico pasó por encima de mis piernas para buscar entre sus torneados muslos su coñito. - ¡Lo sabía!. Vosotros os queréis mucho. - Pero mucho, mucho. No parece que te importe. - Si me dais un poco de cariño a mi también, en absoluto. Me da curiosidad y morbo. La sonrisas lascivas y las caras de morbo decían todavía más que las palabras. Y eso que lo estábamos dejando todo claro. - Desde luego no te vamos a dejar sólita. Y cerró mis labios con un lascivo beso. O más bien los abrió más para meter su lengua en mi boca hasta la campanilla. La mía respondió cruzándose y jugando. Yo ya me besaba con ella. Nuestras lenguas cruzándose con ansia intercambiando saliva que resbalaba por las barbillas cayendo sobre nuestras tetas desnudas. En mi nuca notaba la lengua del hermano excitándome aún más. Mientras sus habilidosas manos terminaban de quitarnos las pocas prendas que nos quedaban. Y él se libraba de su short de tenis. Mi tanga desapareció misteriosamente, no he vuelto a encontrarlo, más que en la cadera de Natalia la siguiente vez que nos cruzamos en la piscina. Claro que Carlos me ha regalado un precioso body y unas medias como compensación. Ella acariciaba mi vulva y buscando el clítoris con la yema de los dedos. Me recostó sobre el pecho del chico babeando mis tetas, el vientre, el ombligo. Por entones fue cuando me corrí jadeando y gimiendo como una vieja locomotora. Mientras él me subía sobre sus muslos, ella abría los míos para acariciar los labios de mi vulva con la lengua, mi perineo y el ano. Me lo excitaba, abría. Y yo seguía corriéndome. Siguió dándome dedos, lengua y saliva en el culo durante un rato. Mientras Carlos besaba mi cuello y hombros y cuando yo giraba la cabeza cruzábamos las lenguas. Al oído me dijo. - Quiero follarte el culito. Me estaba calentando mucho desde que te lo veía abajo en la piscina. - Pues adelante, tu hermana me lo ha preparado bien. Conseguí decir entre suspiros. A fuerza de brazos levantó mi cadera lo suficiente para que Natalia guiara la imponente polla dentro de mi cuerpo. Y desde luego lo hizo por el ano. Una vez bien sentada sobre los muslos de Carlos esta llevó sus manos a mis pechos amasándolos y pellizcando mis pezones con suavidad. Con sorprendente fuerza los brazos del chico me levantaron hasta clavarme la poderosa polla en mi culo. Ella, entre nuestras piernas separadas, seguía lamiendo todo lo que podía: el clítoris, los labios de mi coño separados por el rabo, los huevos de él, los muslos de ambos, toda nuestra piel. La postura parecía ideal para grabar un video porno o para que ella se acomodará entre nuestros muslos y pudiera lamer todo mi xoxito y los huevos de su hermano. Como no era una pose cómoda por fuerza el ritmo había de ser lento, justo como a mí me gusta que me follen el culo. Además de sorber mi clítoris como si quisiera arrancarlo me penetraba con dos dedos. Yo estaba en la gloria siendo el centro de las atenciones de los dos hermanos. Me corría una y otra vez. Carlos ya no paró hasta que con un fuerte gemido dejó su semilla en mi interior. A mí me temblaban las piernas y Natalia tuvo que ayudarme para poder ponerme de pie. Tras una rápida visita al baño para asearmos descansamos un rato en el mismo sofá que nos había visto disfrutar tanto. Estuvimos charlando y me contaron como llevaban una buena temporada siendo amantes cuando ninguno de los dos tenía pareja. - Pero es la primera vez que hacemos un trío juntos y además con alguien que sabe de nuestro secreto. - Y a quien le da tanto morbo, puedes decirlo. Pero al final yo apenas os he visto juntos. Aunque casi me matáis de gusto a mí. - Eso podemos arreglarlo. Y uniendo acción a la palabra cogió a Carlos de la mano y tiró de él mientras ella se recostaba en el sofá. El chico no se limitó a tumbarse sobre ella para penetrarla. Se le había ocurrido otra cosa. Se giró y buscó un sesenta y nueve con su hermana. Sus rodillas a cada lado de la cabeza de ella dejaban su duro culito en una posición levantada. Como tenía la lengua muy ocupada con la vulva de Natalia no podía protestar por lo que yo le hiciera. Decidí ver como se tomaba el que yo probara si duro culo. Le di un suave muerdo a una de sus pétreas nalgas antes de pasar la lengua por toda la raja. Tuvo que separar la cara del pubis de su hermana para gemir. Parece que le estaba gustando. No siquiera protestó cuandole clavé un dedo bien ensalivado. Mientras Natalia le chupaba los huevos a su hermano podía ver perfectamente lo que yo le estaba haciendo. Y parecía aprobarlo por completo. De hecho con las manos sujetaba las nalgas manteniéndolas bien abiertas para mí. Por fin tenía a los dos hermanos comiéndose ante mí. Sin complejos, demostrando un amor mucho más allá de lo filial y manteniendo mí excitación al máximo. Cuando Natalia se dedicaba a chupar la polla me dejaba a mí los huevos. A la vez que podía meter la mano entre los dos cuerpos y acariciar los preciosos pechos de mi vecina. - Bien, pero me gustaría más. - ¿Quieres que me lo folle? - Desde luego, quiero ver ese coñito bien abierto con su polla. - Pues a ello. Túmbate. Me puse de espaldas en mi propio sofá. Esta vez ella se colocó sobre mí en un sesenta y nueve, dejando al alcance de mi ávida legua su deliciosa vulva. Su hermano se colocó entre mis muslos y fue acercando el glande a nosotras. Para entonces mi vecina ya había clavado la lengua en mi No resistí la tentación y lo agarré llevándolo primero a mi boca para darle unas lamidas. Luego yo misma lo coloqué entre los labios de Natalia y dejé que él se lo clavara. De un solo empujón se lo metió hasta la empuñadura. Así quedaron sus testículos colgando sobre mi boca. Podía ver como la polla entraba y salía, sin prisa pero a un ritmo constante. No iba a dejarlo, me puse a lamer todo lo que tenía a mi alcance. Al menos mientras no suspiraba de placer. Notaba cómo Natalia me comía el coño al ritmo de la penetración de Carlos. Para entonces había perdido la cuenta de mis orgasmos. El cuerpo nos pedía descansar y el tiempo había pasado. Decidimos dejarlo por esa tarde, pero teníamos que continuarlo otro día. Ya fuera los tres juntos o con cada uno de ellos por separado. .....