sábado, 24 de diciembre de 2022

Coxman

Este es mi particular homenaje a un libro erótico que leí hace años. La premisa era.... bueno juzguen, pero resultó divertido de leer. "Sufro" de priapismo, para quien no lo sepa y diciéndolo para que todo el mundo lo entienda es que siempre tengo el rabo duro. La enfermedad fue nombrada en honor al dios romano de la virilidad Priapo. Como podrán imaginar eso supone algunos inconvenientes. Lo más peliagudo es a la hora mear, lógicamente tengo que hacerlo sentado. En algunos casos la enfermedad es dolorosa, yo tengo suerte y no es así. No me duele y puedo tener incluso orgasmos múltiples, correrme varias veces en poco rato con la estimulación adecuada. La estimulación puede venir de chicas, de chicos, de transexuales o de todos la vez. Me gusta hacer uso de ese don lo más que puedo. Y siempre hay personas que agradecen tenerlo en sus manos... o en cualquier otra parte de sus anatomías, bocas, coños, culos. Pero no sólo de polla vive el hombre, me gustaba hacer uso de todo mi cuerpo para disfrutar. Y dar placer a todo el cuerpo de mis amantes, no solo a los genitales. Para aprender formas mejores de placer me dirigí a la India. El lugar donde escribieron el Kama Sutra sería un buen sitio donde investigar ese aspecto. Tomo un avión en el J. F. K. y me planté en Calcutta en unas horas. Y eso que el súper constellation no es un avión rápido. Sé que durante el vuelo las azafatas se han fijado en mi prominente paquete y que no se me ha bajado en todo el tiempo. Alguna se ha sentido halagada por ello pensando que era por su desde luego bonito cuerpo y sus reducidos uniformes. Y en algún caso algo ha influido, como en el de la rubia de muslos interminables cuya faldita apenas los cubría. Cada vez que se inclinaba podía ver sus braguitas trasparentes. Se llama Lola. O incluso el chico que iba en la fila de delante, su vaquero marcaba un paquete muy respetable aunque no estuviera duro todo el tiempo y un culito duro y respingón. Al bajar del avión lo primero que noté fue el calor, abrasador y húmedo. Tuve que librarme de la americana y la corbata lo más rápido posible. El sudor enseguida mojó la camisa en la zona de las axilas. En la misma terminal me alcanzaba Lola con una pequeña maleta. Compartimos taxi hasta el hotel. Por suerte no me importan los gastos y es el mejor alojamiento de la ciudad. Esa noche Lola comparte mi cama. Me ofrece todos sus orificios para que los disfrute con la lengua y con la polla. Y a la vez ella penetra alguno de los míos con su lengua y dedos. No es una chica que se conforme solo con recibir placer, también quiere darlo. Al día siguiente decidimos explorar los templos y los festivales de placer, las orgias sagradas dedicadas a sus dioses ancestrales. Lola apenas cubre su cuerpo con una ligera y pequeña tela que ella dice que es un vestido. Ni lencería se ha puesto. ¿Para qué? Seguro que desaparece enseguida. Yo tampoco llevo nada debajo del fino pantalón de lino así que también iba marcando mis dones naturales. Paseábamos sin prisa contemplando la belleza y el exotismo de sus gentes. Vara es una sacerdotisa devadasi. Nos recibe a la entrada de su templo vestida con un fino sari. La sensual prenda la cubre casi por entero, pero también la desnuda debido a la delgadez del tejido. Es un honor para dos occidentales ser saludados por tan alta personalidad. Es una belleza morena de profundos ojos castaños y curvas sensuales y voluptuosas. Su pecho destaca apuntando sus duros pezones hacia nosotros en la fina tela que los cubre. Nos muestra el enorme recinto donde se están preparando los festejos del día siguiente. Unas cuantas bellas muchachas vestidas con saris, semejantes al de su jefa, que marcan la belleza de sus formas se dedican a limpiar el lugar y decorar las estatuas. La invito a cenar con nosotros en el restaurante más caro de la ciudad. Con un vistazo a mi polla dura marcada en el pantalón acepta, supongo que pensando en lo que podía pasar después. Tras la cena la sacerdotisa acepta acompañarnos a la suite, besándonos en los labios tanto a mí como a la dulce azafata rubia. Ellas empiezan solas mientras yo paso al baño a darme una ducha. Al volver únicamente cubierto por una pequeña toalla las puedo contemplar en acción sobre el enorme colchón, acariciándose e intercambiando saliva. Al entrar en la cama me agarro a los pechos poderosos de Vara que en ese momento tiene sus manos en el coño de Lola y embisto al culo de esta con toda la fuerza de mi polla. Lo tiene bien dilatado y lubricado y me es relativamente fácil entrar. Lola se corre bien pronto por las caricias que mis manos le hacen a su coño y las que Vera le propina a sus tetas duras y contenidas. Ellas continúan besándose y mis labios se deslizan sobre los hombros y nuca de Lola. Cuando esta separa su boca de la de la hindú y se dedica a sus hombros cuello y tetas. Vara se lanza sobre mi boca por encima del hombro de Lola. Por fin nos corremos todos y yo paso por encima de Lola para quedar entre las dos mujeres de cara a la bella hindú. A la que meto mi polla por la vulva y comienzo a moverme suave. A la vez ella se restriega contra mi cuerpo, pasando sus brazos hacia atrás para acariciar los senos y el coño de Lola a la que masturba mientras Lola me hace cosquillas en los testículos, en la raíz de mi polla y en los labios del coño de Vara con una mano y con la otra le acaricia el culo a la morena y le mete los dedos en el ano. Pronto tenemos un orgasmo y el siguiente no se hace esperar. Entonces Lola se hace con mi pene deseosa de beberse todo el semen que pueda a la vez que me metía dos dedos en el culo. Vara no se conforma y metiéndose entre las piernas de Lola le chupa el coño como si se le fuera a acabar el jugo, cosa imposible. También logro ver como mete dos de sus dedos en su propio coño o como se pellizca el clítoris hasta correrse varias veces. Yo podía acariciar la cabeza, hombros pechos y parte de la espalda de Lola, que jugando con su lengua o mordiéndome suavemente el glande o apretando este contra su paladar. Mientras acariciaba el tronco con la lengua, dientes y labios me proporcionaba las más deliciosas sensaciones, continuamos haciendo el amor por algunas horas. No hemos dormido mucho ninguno de los tres. Pero eso no nos importa. A mí por mi especial condición física siempre estoy dispuesto a nuevos placeres. Lola está a un paso de un diagnóstico de ninfomanía y le encanta el placer venga de donde venga. Y Vara por su condición de prostituta sagrada tiene un entrenamiento tántrico que le permite dar y recibir gusto durante horas sin cansarse. Por la mañana después de un sustancioso desayuno volvemos al templo. Ahora estamos en una de las orgias rituales en el templo en una de las festividades en honor a los dioses del sexo. Al poco tiempo pierdo de vista a la dos mujeres entre la multitud desnuda y deseosa de gozar. Cerca de mí veo como un hombre y una mujer se abrazan y cómo la polla le entra lentamente en el coño a la mujer, entonces yo me hago con su culo y empiezo a acariciar sus nalgas. Poco después comienzo a introducir mi pene en su ano y acariciándola por todo el cuerpo. Llevo mis manos a sus tetas pero también acaricio su coño, la polla y los huevos y el culo del otro hombre. Cuando ya he eyaculado un par de veces en su culo siento cómo una cabeza se mete entre mis piernas para chuparme y mordisquearme los huevos. Para facilitar esa labor saco la polla del ano y la meto en la boca de la mujer que tenía entre mis piernas y siento una boca y una nariz que buscan mi culo lo acarician y besan. Mi culo y espalda. Es el tío que folla el coño de la mujer que tengo debajo. Ellos ya llevaban un rato disfrutando y cuando tuve el orgasmo en la boca de la mujer él me ofreció su vulva donde me introduje acariciando sus pechos grandes y su espalda. Entonces fue él quien cogió mis nalgas, las abrió y metió su polla en mi culo. Sus manos me tocaban los testículos a la vez que follaba a la chica y me follaban por el culo. Que orgasmos tuve sintiendo todo eso. Luego el hombre se marchó buscando otra mujer cuando se corrió en mi culo. Y yo busqué el ano de esta de la que ya conocía el coño. Se nos acercó otra chica admirando mi potencia, la besó a ella primero, luego a mí, y acarició y lamió todos nuestros cuerpos mientras le follaba su poderos culo hindú. La atendí de inmediato por delante mientras nos besábamos en la boca, dándonos saliva en cantidad, en el cuello y los hombros. Ella había pillado a otro hombre con sus manos y le acariciaba y le obligó a follarla por el culo. Me entretengo algo con estas furias eróticas que tengo encima. Siento como unas manos me arrancan el pantalón y la camisa. Una de ellas se apodera de mi polla con la boca y le da furiosas lamidas. Otro hombre me besa en la boca y acaricio su pecho y pellizco sus pezones. Con la otra mano me apodero de la vagina de una joven y la hago gozar. Otras y otros me acarician todo el cuerpo y cuando eyaculé unas cuantas apartaron a la primera de mi polla. Una de ellas logra encajarla en su coño que es muy estrecho y me hace disfrutar lo indecible, cabalga como loca y cada vez que entra mi rabo en su coño lanza un grito de placer. Otra de ellas se sienta sobre mi cara dejando al alcance de mi lengua un hermoso culo que chupo y acaricio con labios, lengua y nariz. Hasta que también es apartada y su lugar lo ocupa otra que prefiere darme a chupar su coño. Pronto mis besos y lengua hacen que sus labios se relajen y permiten entrar la lengua en la hermosa y caliente cueva. También me hago con su clítoris que acaricio con la punta de la lengua humedeciéndolo aún más o besándolo con los labios. La chica pronto se corre y recojo todos sus jugos. Mis manos recorren el cuerpo de dos mujeres a mis costados. Sus morenas pieles bien podían competir en suavidad con las de cualquiera. La chica que tenía en mi polla cede el puesto a un chico que se clava mi rabo en el culo disfrutando ambos como locos. ......

martes, 6 de diciembre de 2022

El piso de estudiantes de enfrente

. Han alquilado el apartamento de enfrente como piso de estudiantes. No es que la anciana pareja que vivía antes y se ha mudado a la Costa del Sol fuera una bicoca pero desde luego no molestaban mucho. Con dos puertas por planta suponía que a partir de ahora los nuevos vecinos podían convertirse en un suplicio. A mis cuarenta y tantos me había acomodado en mi estilo de vida de solterón, tras el divorcio. Buey suelto bien se lame, que decía mi abuela. Diciéndolo como algo más práctico, yo me lo guiso, yo me lo como. Aunque no me comía un colín, llevaba un mes en dique seco. No había conseguido echar un polvo en bastante tiempo y no es que sea muy escogido. Había probado de todo y me gustaba variar, al menos en el pasado. Estaba relativamente equivocado en lo referente al piso. Universitarios jóvenes, guapos y por lo que fuimos viendo con el tiempo, mas o menos formales. Durante la semana se dedicaban básicamente a estudiar sin montar jaleo. Los fines de semana o se volvían a las casas de sus padres o salían y aunque volvían de madrugada lo hacían lo suficientemente serenos o al menos con cuidado de no despertar a nadie. No habían organizado ni una fiesta los primeros meses así que la desconfianza fue bajando a pasos agigantados. Siempre he sido simpático y con ellos no me costaba mantener la sonrisa cuando nos cruzábamos en el rellano. La sonrisa y la mirada por sus cuerpos jóvenes, delgados y bellos. Aunque durante el invierno no podía disfrutar mucho de esas vistas. Iban muy tapados, como todos. Llegó la primavera y el tiempo mejoraba y todos nos íbamos librando de ropa según hacía más calor. Con lo que el espectáculo mejoraba, podía verlos en camisetas finas y de manga corta y en vaqueros ajustados. Hacía muchos años que no disfrutaba de un cuerpo masculino. Mis ultimas amantes habían sido todas mujeres. Supongo que simplemente por la vagancia de aceptar una cierta normalidad o mi ex-mujer me había acostumbrado al sexo heterosexual. Así que mi bisexualidad se había refugiado en ver de vez en cuando vídeos gays por internet y las pajas que caían con ellos. Pero tener aquellos cuerpos así al otro lado del tabique había despertado algo en mí. Y esa sensación la había ido desahogando en el gimnasio y la piscina. Donde además disfrutaba de la vista de otros cuerpos femeninos y masculinos en buena forma física. A veces incluso desnudos del todo en las duchas, los de los chicos. La sensación y la energía que me sobraba de no follar la gastaba haciendo ejercicio. Así que yo también podía salir en camiseta ajustada sin que me avergonzase una barriguita cervecera. Una mañana de un sábado de mayo especialmente caluroso llamaron al timbre. Me pilló en calzoncillos, un bóxer de lycra, ajustado y bastante normal. A punto estuve de ponerme algo más encima. Pero lo pensé mejor y me dije que si llamaban a esas horas quien fuera no se molestaría por verme así. Era uno de los vecinos de enfrente que iba algo más tapado que yo, pero no mucho más. Un pantaloncito de deporte de lycra muy reducido, corto y tan ajustado como mi bóxer. Su camiseta de deporte, por llamarla de alguna forma, apenas eran dos tirantes que se unían en la parte baja del vientre dejándome ver todo su pecho y los costados de su torso. Ya le conocía de vista e incluso sabía que se llama Manuel. Es guapo, alto, delgado, el cabello castaño claro, casi rubio y la piel blanca, marfileña. - Hola, nos hemos quedado sin café. Me podrías prestar algo. Luego salgo a la compra y te lo devuelvo. - Sin problema, pasa a la cocina y vemos que necesitáis. - Necesito, yo solo, este finde me han abandonado. Anoche me quedé estudiando y necesito algo para despejarme. Así que lo que tengas a mano me vendrá bien. - Tienes suerte, normalmente lo tomo soluble pero desde hace unos días tengo café de verdad. Pero necesitas cafetera y no sé si tenéis. - Tenemos de todo. Nuestras madres nos han provisto bien. - De todas formas lo estaba preparando. Te puedes tomar una taza conmigo y así ya lo llevas dentro. Si no tienes mucho que estudiar claro. Sonreí mirando sus formas perfectas y dejando que se diera cuenta de cómo admiraba su cuerpo. Él también recorría el mío con sus ojos azul claro. - Sería estupendo. Y llevo chapando semanas, lo llevo todo al día. Puedo tomarme un rato de relax. O dos si es en buena compañía. Me devolvió la sonrisa con sus dientes perfectos. He de admitir que eso del relax me sonó a gloria. Lo llevé hasta la cocina donde estaba preparando mi desayuno. Como no parecía estar molesto por lo breve de mi atuendo no me puse nada más encima. - Siéntate, eres mi invitado. ¿Como lo tomas? - Con leche y azúcar, por favor. A punto estuve de ofrecerle mi leche en ese mismo momento. Pero me pareció muy pronto para eso. Así que le puse una taza, la leche y azúcar delante para que se lo pusiera a su gusto y un pastel de crema. Como buen goloso siempre tenía algo de bollería a mano. - Así que también te gusta el dulce. Ya somos dos. En esta casa nunca falta. - Cierto, me encantan las cosas dulces. Él resultó ser tan goloso como yo. Verle disfrutar del bollito ya fue una satisfacción. Su sonrisa y los mofletes masticando lo decían todo. - Veo que estás muy cómodo en tu casa. Solo con ese bóxer tan bonito. - Y no me has pillado en bolas de milagro. Me puedo poner algo más si te incómoda o te puedes quitar la camiseta tú para estar más parejos. Lo que prefieras. Se limitó a tirar la camiseta sobre el respaldo de una silla. - ¡Joder!. ¡estás buenísimo!. Me salió de golpe, sin pensar. Al verlo, así con el torso al aire, no me pude callar. - Tú no estás nada mal y lo estoy viendo casi todo. Eso que llevas no tapa y marca. - Si quieres puedo enseñarlo todo. Ya no sería nada a estas alturas. Y ese pantalón que llevas parece pintado sobre tu cadera por cierto. - Pues por mí no te cortes, con este calor a mi también me gustaría estar desnudo. Empecé a bajar el bóxer despacio descubriendo mi pubis depilado y la raíz de la polla despacio. Como en un espejo él me imitaba. La lycra de su pantalón de deporte me iba dejando ver más de su piel según se lo quitaba. Con cada centímetro de epidermis que quedaba al aire me parecía más bello. Por fin las dos pollas algo más que morcillonas salieron al descubierto. Tiramos las dos prendas encima de su camiseta en el respaldo de una silla. - ¿Nos terminamos el desayuno?. - Si, claro, yo tengo hambre. A pesar de la calentura y sensualidad que había en la habitación no teníamos prisa. Volvimos a sentarnos a la mesa, lado a lado, pero mirándonos a los ojos con concentración. Por no mirar a las pollas desde luego. Su expresión era de pura lascivia, creo que igual que la mía. Cuando sacó la lengua para lamer la crema de un pastelillo ya no pude esperar más. Dejé caer una mano con suavidad sobre su muslo. Los dedos por la cara interna subiendo despacio hacia su polla. Viendo que habíamos dejado de disimular se inclinó hacia mí buscando mis labios. Su beso empezó siendo suave. Cogiendo mi labio inferior entre los suyos. Yo le di mi lengua y mi saliva. El beso se fue haciendo cada vez más lascivo. En ese momento noté su mano acariciando mi pecho y pellizcando mis pezones con suavidad, con lo que eso me excita. Debió notarlo por el jadeo que solté. Así que para ponerme aún más cachondo se inclinó a lamerlos. Para entonces yo ya tenía en la mano su rabo que se había puesto bien duro. Y acariciaba sus suaves y pelados huevos. - Mejor vamos a la cama. Será más cómodo. Me levanté y durante el segundo que le dí la espalda para dirigirme a mi dormitorio aprovechó para besar una de mis nalgas. Como aún estaba sentado le fue fácil. - ¿Tantas ganas tienes?. Estas muy cachondo. - Creo que como tú. Llevas un buen rato con la polla apuntando al techo. ¿Hacia mucho que no follabas? - Seguro que más que tú. Tienes muy buena compañía en el piso. - No están mal, y nos divertimos pero hoy quería probar algo diferente. Se pegó a mi espalda poniendo su polla entre mis nalgas y me abrazó por la cintura rodeando cuerpo. - ¿El café?. - Mejor la leche. La que guardas aquí. Rodeó el tronco de mi rabo con sus dedos finos y largos. La acarició un par de veces antes de levantarse y venir detrás de mí. No perdía de vista mi culo, seguro que pensaba en follármelo. Junto al lecho nos abrazamos buscando la boca del otro. Cruzábamos las lenguas fuera de las bocas. Besaba de miedo, como queriendo saborear toda mi boca, chupando la sin hueso. Dejando caer nuestras salivas hasta los pechos de ambos. Aprovechando esto se inclinó de pronto a lamer la piel de mi torso. Buscaba mis pezones que se metió entre los labios. Es algo que me encanta, los tengo muy sensibles y jadeaba, ya sin control. - ¡Sigue! Lame toda mi piel. Yo alcanzaba a acariciar su espalda torneada, el cuello y los hombros. Levantó mis brazos solo con un gesto y pasó la lengua por mis depiladas, suaves y muy sensibles axilas. Ese chico sabía como excitarme. Le dejé hacer por supuesto Me estaba poniendo a mil. Siguió lamiendo mi vientre, metió la húmeda en el ombligo y un rato más tarde estaba besando el pubis y la raíz de la polla. Ésta durísima apuntaba directamente al frente. Pasó de largo y se metió mis huevos en la boca. Antes de seguir me empujó a la cama para estar más cómodos y que yo pudiera también acariciarlo. Mejor todavía él pensaba en un sesenta y nueve. Así que dejó su bonito y depilado rabo al alcance de mis labios y lengua. Además agarré con fuerza sus nalgas. Las separé para poder acariciar el ano. No podía gemir pues para entonces ya tenía mi verga en la boca y viceversa evidentemente. Ya no paramos hasta corrernos en la boca del otro. En vez de tragar su lefa la guardé en la boca para dársela en un nuevo beso. A él se le había ocurrido la misma idea. Y un segundo más tarde nos vimos cruzando las lenguas con nuestro semen en ellas. Ese chico es tan guarro y morboso como yo. - Como todos en tu piso sean como tú os lo pasasteis de miedo. - Más o menos sí. Mientras habíamos estado comiéndonos los rabos no habíamos dejado de jugar con el culo del otro. Para cuando me corrí ya tenía dos dedos abriendo su ano. No me fue muy difícil. Ya lo tenía bien trabajado. El mío a esas alturas también se abría bien y él lo aprovechaba para hurgar en mi interior. Con todo ese tratamiento mientras nos besábamos las pollas se estaban volviendo a poner duras. - ¡Fóllame! Me dijo. Y no pensaba llevarle la contraria aunque también deseaba su rabo en mi interior. Quería ver su cara de vicio mientras le penetraba. Así que le puse en el borde de la cama. Y yo de pie frente a él. Apoyó las piernas en mi pecho, bien abiertas. Él sabía lo que yo estaba buscando. Mantuvo las nalgas separadas con sus manos mientras mi glande se iba abriendo paso en su interior. Tenía sus pies a los lados de la cabeza y aproveché para besarlos y lamerlos. Mientras me movía despacio pero firme, sujetando sus muslos con las manos. Hasta meterla entera en el caliente horno que era su duro culito. Le miraba a los ojos disfrutando de su cara de morbo a la vez que él estaba viendo la mía. Tardé un rato en correrme pero no quería sacar la polla de allí por nada en el mundo. Al final la cosa se fue final y terminó por door sola de tan caliente agujero. Después de una limpieza rápida volvimos a la cama aún con ganas. Su rabo seguía duro como el hierro. - ¡Cabálgame! Era una opción que me gusta bastante así que no puse objeciones. Me subí sobre su cadera. Dejé caer un buen chorro del lubricante que siempre tengo a mano sobre su glande. Fue resbalando por el tronco hasta llegar a sus huevos. - Suave, por favor. - Desde luego. Él mismo sujetaba su polla en posición vertical para acertar con mi ano a la primera. Bajando despacio hasta que mis nalgas se asentaron en sus muslos. Me apoyaba en su pecho y aprovechaba para pellizcar sus pezones con suavidad. Ver su cara de vicio y por sus gemidos me evitaban todavía más de lo que ya estaba. Empecé a moverme despacio. Subir y bajar sin prisa. Quería disfrutar de la sensación de tenerlo dentro. Ya no paré hasta que se corrió en mi interior. Aprovechando que habíamos pasado por el baño y que estábamos limpios por dentro y por fuera, tiró de mi cuerpo hasta ponerme encina de su cabeza. Se puso a lamer la lefa que salía de mi ano en un fantástico beso negro. Yo era el que suspiraba al notar su lengua recorriéndome desde el ano a los huevos sin descanso. Al fin caí rendido a su lado en mi colchón. Sonriendo como bobos nos mirábamos a los ojos y vivimos a besarnos. - Tío ha sido genial. - Fantástico. Follas cómo los ángeles. Tierno y morboso. - Tendría que volver a estudiar un rato. Se me ha pasado la mañana. - Si quieres quedarte a comer, puedes. - Mejor que no o volveríamos a engancharnos. Pero puedes estar seguro que quiero repetir. - Pues cuando tengas ganas solo tienes que cruzar el pasillo. Y si quieres invitar a alguno de tus compañeros estaría bien. .....