martes, 22 de noviembre de 2022
Topicazos, cheerleader
.
Después de clase de penal tenía que ir a los ensayos para el partido del sábado. La verdad es que con el calor que hacía lo último que me apetecía era ponerme a dar saltitos y brincos al ritmo de la música.
Si no queda claro soy animadora, cheerleader, porrista, bastonera, etc. Menos mal que el uniforme se había reducido mucho desde que mi madre hacía lo mismo en la misma universidad a principios de los sesenta.
Ella me había enseñado su uniforme tanto en fotos, como las prendas que aún conservaba en el desván. Llevaba una falda por debajo de las rodillas y un jersey que aunque ajustado marcando la forma que sus bonitas tetas tenían en esa época, le cubría hasta el cuello y las muñecas.
Estoy segura de que aún podría ponérselo y le quedaría estupendo, es más se pondría el mío y lo luciria tan bien como yo. Se conserva de maravilla.
En el mío en cambio la falda se había acortado hasta muy poco por debajo de las nalgas. Y al llegar la primavera calurosa de Florida nos poníamos la fina camiseta de tirantes con un buen escote para lucir la pechuga.
Además de ser corta por debajo, por donde se nos vería el vientre y el ombligo. En realidad se parecía más a un sujetador deportivo que a una camiseta, eso sí con el emblema del equipo bien visible entre las tetas.
Así animabamos a los muchachos a jugar mejor luciendo nuestros bonitos cuerpos como una promesa de goce sexual si alcanzaban el triunfo. E incluso parecía funcionar. Aquellos calentorros nos miraban babeando por poder tocarnos y daban lo mejor de sí en cada jugada.
A veces ganaban y otras perdían, pero creo que eso era lo de menos mientras la cerveza fresca corriera abundante por las gradas.
Bueno, a lo que iba. A mí personalmente me interesaban más mis compañeras que los chulitos forzudos que corrían por el campo.
Pero aunque en los ochenta del siglo pasado la homosexualidad se veía más normal que en tiempos de mi madre, que también se había cómido más de un xoxito en su época, yo aún no había salido del armario.
Llegaba tarde al entrenamiento, me había quedado charlando con una guapa profesora de derecho mercantil después de clase. Toda una milf ataviada con una falda de tubo ajustada a su cadera y una blusa blanca que trasparentaba parte de su lencería.
Pero a pesar de que el tonteo era evidente no me quedó más remedio que dejarla al ver la hora y echar a correr. El caso es que tuve que darme prisa, meterme en los vestuarios sin entretenerme más y cambiarme. Ya estaba a solas pues mis compañeras habían salido al césped practicando las cabriolas.
Me quité el short y la camiseta, el tanga y el sujetador. Por entonces los tangas aún no eran una prenda de uso muy común. En realidad era algo bastante nuevo en la moda, pero yo me encontraba en una etapa de experimentación.
Lo había visto en una película erótica en vhs y no paré hasta encontrarlo en una tienda de mercería. Había comprado media docena.
También me había fijado en como la protagonista llevaba el vello del xoxito recortado y me había afeitado los lados de los labios y dejado solo un triangulito de pelo por encima. Lo suficiente para que no saliera nada por los bordes de la prenda que pensaba usar.
Saqué de la bolsa la minifalda y la camiseta del uniforme y ahí me di cuenta de que había olvidado la lencería que usaba habitualmente bajo el puti-forme. Había olvidado meterla en la bolsa de deporte después de hacer la colada. Un sujetador deportivo y unas bragas grandes o un cullotte para que no se nos viera nada en las piruetas.
A la mierda, pensé, no es más que un ensayo y ni siquiera están los chicos para babear y decirnos burradas. Así que volví a ponerme el reducido tanguita que era lo único que tenía a mano. Pasé del sujetador que en realidad no necesito, pues mi figura es más bien delgada y fibrada y mis tetas pequeñas y duras.
Salí corriendo al campo bajo la mirada reprobadora de la capitana que sinceramente me importaba una mierda. La habían elegido más por su carácter rígido y desagradable, por su figura voluptuosa y su buen par de tetas, que por sus cualidades atléticas.
Por llegar tarde me pusieron a bailar con la más... nueva. Pensabais que iba a decir la más fea ¡Eh!. Pero ninguna es fea. Una hermosa colección de chicas sexis que llevábamos esos pequeños uniformes.
Shannon, la nueva es una dulce y bella pelirroja pecosa que ha sido animadora durante todo el instituto. Así que ya tenía mucha experiencia y lo hacía tan bien como cualquiera de nosotras.
Pero por ser la más reciente incorporación y a mí por haber llegado tarde y por no aguantar el genio de la capitana era poco probable que nos dejaran actuar ese sábado.
Tampoco es que fuera un gran desengaño. Me hacía más ilusión prácticar esa tarde con la pelirroja. Nos apartamos un poco de las demás que estaban realizando una coreografía de grupo. Nosotras estábamos con una de parejas. La cogí de la mano y la llevé un poco más lejos todavía. Quería mantener algo de intimidad.
Sinceramente me había olvidado de que bajo la falda solo llevaba un tanga muy pequeñito. Así que la primera vez que apoyé las manos en el suelo e hice una pirueta levantando los pies hizo efecto la ley de la gravedad. La falda cayó alrededor de mi vientre.
En resumen puse el culo desnudo justo ante la bonita cara de mi compañera, mientras ella sujetaba mis tobillos. Las piernas estaban algo abiertas y el pubis situado bajo su barbilla.
Podía habérselo tomado a mal, pero cuando me levanté y quedé frente a ella lo único que ví fueron las pequitas que cubrían su pecho casi hasta el nacimiento de las tetas y su precioso rostro en el que sólo había una sonrisa pícara.
- Es bonito lo que he visto. ¿Qué es?.
- Mi culo.
- Eso es precioso. Pero me refería a lo que llevas puesto.
- ¿Te ha gustado?.
Le pregunté con doble sentido.
- Las dos cosas. Pero sigues sin responder.
- Se llama tanga y lo vi en una peli.
- ¿Pero qué tipo de películas ves tú?.
- Las más picantes que pillo y puedo. Pero me da que a tí también te han llamado la atención.
- No soy de piedra.
- En absoluto. De preciosa carne, nena. ¿Quieres probarte uno?.
- ¿Tienes más?. Creo que sí. Me gustaría ver como me queda.
- Con tu cuerpo y esas nalgas, fantástico. Y a mí también me gustaría verlo. Tengo más en mi cuarto de la fraternidad.
Seguíamos practicando los bailes y las posturas. Y yo no perdía la ocasión de enseñarle todo lo que tenía bajo la minifalda. O de pegar mis tetas sin sujetador a su firme cuerpo.
Shannon también empezó a animarse y a ponerme el culo y el pubis frente a la cara en cuanto el baile lo permitía. Aunque sus bragas eran mucho más grandes y solo me dejaban vislumbrar la preciosa forma de los labios y de las nalgas. Bueno y ver que ya las tenía mojadas.
Al poco tiempo empezaba a dejar mis manos en sus pechos o en su culo más tiempo sin que eso la molestara. Ella también aprovechaba para sobarme, tímidamente al principio, lo que me encendía.
En un momento dado siguiendo el ritmo de la música puso las manos en mis tetas. Yo tenía los pezones como pulidos guijarros de río y desde luego lo notó.
- Tampoco llevas suje.
- No, se me olvidó toda la lencería en la secadora. Así que llevo todo lo que tenía en la bolsa.
Las faldas eran tan cortas que en cierto momento apoyé mis desnudas nalgas en sus muslos que tampoco tapaba nada en ese momento. Tenía la falda recogida en su cadera. Aproveché para frotarme desde luego. Y ella no lo rechazó en absoluto.
Recibía mis avances con placer e iniciaba los suyos al poco rato. Cogió una de mis manos y la llevó directamente a una de sus duras y perfectas, pétreas peras. Teníamos que ser discretas pues las compañeras aún estaban por allí. Pero eso le añadía algo más de morbo al juego.
Un momento más tarde pude incluso sujetar los dos pezones entre el índice y el pulgar durante unos segundos. En ese momento Shannon tenía apoyada la espalda en mi pecho y mirábamos hacia el lado contrario al resto del grupo.
Ya le tenía cogidas las tetas así que el húmedo beso que le di en cuello no le sorprendió. Y no lo rechazó en absoluto. Apoyé la cadera en su duro culo y apreté mi cuerpo contra el suyo. Ella cogió mis manos y cerró aún más el abrazo, con más fuerza.
En la siguiente vuelta era Shannon la que estaba a mi espalda. Como hacía un rato ya me había sobado las tetas ahora aprovechó para levantar mi falda y deslizar un dedo por el suave tejido del tanga.
- ¡Estas mojada!
- Por supuesto, me has puesto muy cachonda.
Pasó la lengua por mi cuello, humedeciendo mi piel y provocándome un escalofrío. Me clavó las duras tetas en la espalda, pegada a mí como con cola.
- Tú también me has calentado a tope. ¿Me invitas tu habitación?.
- No te voy a dejar escapar. Pero mañana tenemos clase.
Entre tanto el resto de las compañeras estaban terminando su entrenamiento y recogían sus toallas y el equipo de música. Tuvimos que separarnos para no escandalizar, aunque pensaba que la única que podría tener esa reacción sería la capitana. Las demás lo asumirían o incluso lo compartían.
Así que pusimos unas pulgadas entre las dos mientras las compañeras se encaminaban hacia los vestuarios. Entre tanto me dediqué a pensar donde podía tener un rato de intimidad y de promesas con ella.
Un sitio más discreto que en medio del césped del estadio donde podían vernos desde las gradas. Eso fue lo que me dio la idea. Ya había oído a los jugadores que si conseguían alguna chica la llevaban debajo de los asientos del estadio. Más de una había quedado preñada en una de esas excursiones.
Por fin las perdimos de vista aunque alguna giró la cabeza con algo de entre curiosidad, morbo y envidia en su mirada. De inmediato apagué la música, la cogí de la mano y la llevé hacia el andamio que sostenía los bancos de los espectadores.
Nunca había acompañado a ninguno de los jugadores, así que no conocía las condiciones del sitio. Enseguida me di cuenta de mi error. Aquello estaba lleno de condones usados y otras inmundicias. No sabía que tipo de chica con tan baja autoestima se dejaría follar en un lugar así.
Desde luego no lo haría allí con Shannon, mi pelirroja, ni borracha. From lost to the river. A la mierda el madrugón. Sin soltar su manita la conduje al aparcamiento previa visita muy rápida y discreta a los vestuarios a recoger las mochilas con nuestra ropa.
Esquivando el interés de las rezagadas, que probablemente lo hacían adrede para dedicarse a los mismos juegos que yo estaba buscando, conseguimos salir del estadio. Aunque si pudimos echarles un vistazo rápido a ellas y a sus diferentes estados de desnudez.
No quería ni que se duchara, ni se cambiara. Me daba cierto morbo hacerle el amor con el uniforme y quitárselo yo. Sería una de mis fantasías, ¿por eso yo misma me hice animadora?. No estudio psicología y no podía responder a eso.
Sin más incidentes alcanzamos mi VW Rabbit de última mano. Era regalo de mi hermano que pocos años antes había sido uno de esos cachas que correteaban por ese mismo césped. Pero que esa tarde-noche me iba a prestar un servicio heroico.
- ¿Donde me llevas?
- Podemos buscar un sitio tranquilo para aparcar o nos vamos a la fraternidad. Tú eliges.
- Quiero que sea algo especial. Mejor en una cama.
Impaciente ya por tanta dilación arranqué el coche y creo que batí mi propio récord en ese trayecto que conocía bien. Aún así ninguna de las dos podíamos estarnos quietas y deslizabamos las manos muslos arriba de la otra.
Shannon, metió la mano bajo mi corta falda e hizo a un lado la escasa tela de mi tanga. Por fin pudo apreciar la suavidad de mi pubis bien depilado. Cuando yo intentaba llegar al suyo la amplitud de su braga me impedía alcanzar el ansiado tesoro con comodidad.
- Estoy deseando comérterlo, así suave y sin vello, tiene que ser delicioso. Espera un segundo.
Y sin decir más, se limitó a bajar la prenda por sus largos y blancos muslos hasta sacarla por los pies aún calzados con las deportivas del ensayo. Se la dejó olvidada bajo el asiento y yo tuve que recuperarla antes del fin de semana. Me encantaba esa mezcla de inocencia y perversión que demostraba por momentos.
Sentada a mi lado separó las piernas y levantó la falda casi hasta la cadera, provocándome. Deslicé la mano por la cara interna de su muslo subiendo hacia su coñito.
Tuve que buscar los labios de entre la mata de pelo rojo que lo adornaba. Ella solo se afeitaba la línea del bikini, detalle que había podido apreciar duarte las cabriolas del ensayo.
La única forma de que alguien pudiera ver a lo que nos estábamos dedicando sería parar en algún semáforo al lado de una pick up. Pero ya tenía yo buen cuidado de evitarlas y a sus conductores paletos.
En el momento en que alcancé su clítoris ella empezó a gemir y suspirar con una locomotora de vapor del viejo oeste. Con el calor reinante y un viejo Rabbiit sin aire acondicionado llevábamos las ventanillas bajadas y empecé a temer que alguien la oyera, o que me oyeran a mí.
- Sigue, no pares.
Sus dedos juguetones consiguieron que me corriera antes de llegar a la casa de la fraternidad y el trayecto no era muy largo. Si era capaz de eso en el asiento viejo de un coche y sin quitarme el tanga, estaba deseando comprobar lo que podía hacer en una cama.
Las de primero venían fuerte este año. Al menos cuando yo estaba en ese curso me había dejado seducir.
Por fin aparqué en mi plaza. La veteranía y haber sido amante de la anterior presidenta me había dado ciertos privilegios, como un cuarto para mi sola y un sitio donde aparcar. Claro que en ese momento me importaba una mierda si todas las chicas de la casa se hubieran puesto a mirarnos, tan cachonda iba.
La conduje a mi habitación sin cruzarnos más que con una de las chicas, que ataviada únicamente con un reducido camisón bajaba a la cocina. No tenía muy claro por qué se había puesto el camisón pues habitualmente andaba por la casa sólo con las bragas.
Una vez cerrada la puerta me lancé a por su boca que estaba deseando devorar a gusto. Durante el ensayo los besos habían sido, fugaces, suaves y sobre todo, muy discretos. Ella también debía desearlo pues enseguida noté su lengua, dentro de mi boca, buscando mi campanilla.
Mientras jugábamos con las sin hueso ya en una boca ya en la otra mis manos recorrían la piel suave de su cintura entre la falda y el top. Una subiendo en busca de sus pechos una o dos tallas más grandes que las mías. Pronto me hice con uno de sus pezones retorciéndolo con suavidad entre dos dedos. Solo me limité a subir su ropa.
Acariciaba la cara interna de su muslo subiendo despacio la falda. La humedad corría por su piel y pronto la yema de mis dedos se mojaron con sus jugos. Como sus bragas se habían quedado en mi coche enseguida llegué a rozar los labios de su vulva.
Ella también investigaba por debajo de mis prendas. Pellizcó con suavidad uno de mis pezones mientras la otra mano ya estaba apartando el tanga. No dejábamos de comernos la boca con ansia, con verdadera hambre.
Un segundo más tarde me estaba sacando el top por encima de la cabeza. Con mis brazos levantados se inclinó a lamer mi torso, las axilas y al fin las tetas y chupar mis pezones. Su lengua me provocaba escalofríos que recorrían mi columna haciéndome jadear.
- Déjate el tanga.
La falda cayó al suelo un momento después. Se apartó un poco de mí para verme ataviada solo con el tanga y las zapatillas. Parecía que le gustaba el espectáculo, su cara tenía una expresión de lujuria que nunca le había visto.
Me empujó a la cama para descalzarme y empezar a lamer mis pies y chupar los dedos. Había dado con uno de mis puntos débiles y allí me tenía espatarrada en mi cama y jadeando. Empezó a subir lamiendo la piel de mis piernas, la cara interna de la muslos.
- Eres preciosa.
Llegó a mi xoxito que empezó a besar sin siquiera apartar el tanga. Si que le había dado morbo la prenda. Yo tiré de su top y su sujetador deportivo, me parecía lasciva solo con la minifalda plisada.
- Me voy a correr solo con mirarte. q
Estaba haciendo un trabajo genial en mi coñito proporcionándome un orgasmo tras otro y haciéndome gemir y jadear. Y eso solo con apartar el pequeño trozo de tela que lo cubría a un lado.
Empezó a empujar mis muslos hacia arriba. Veía a donde quería llegar y estaba deseando dárselo. Así la húmeda pasó por el perineo camino del ano. En esa postura mis nalgas se separaban solas y le ofrecían el cerrado agujerito a su ávida lengua.
- Tienes un culo espectacular. Ya sé por que te queda tan bien esta cosa.
La pelirroja me estaba haciendo disfrutar como pocas chicas lo habían conseguido antes que ella, y ningún hombre. Era una máquina de follar. Estaba deseando devolverle todos esos favores.
Yo la puse a cuatro patas y tiré la tela de su falda por encima del culo a su espalda. Le hice separar las rodillas todo lo que pude. Toda su preciosa grupa ofrecida a mi lengua y mis caricias.
- No te voy a quitar la mini.
Empecé besando las plantas de sus pies, pensabais que iba a ir directa a por su xixi, pero favor con favor se paga. Tenía cosquillas pero lo estaba disfrutando. Creo que nunca he besado una piel tan suave como la de la parte trasera de sus muslos, camino de su blanco y duro culo.
Estaba deliciosa. Sus jugos me sabían a gloria cuando por fin los probé de su fuente. Sus jadeos llenaron la habitación cuando clavé la lengua en su ano. Se estaba corriendo como una fuente y lo estaba consiguiendo yo. Sin dejar de lamer su culo la fui penetrándo con dos dedos.
Sin sacarlos de su vulva y follarla con el índice y el medio subí lamiendo su torneada espalda, la nuca y buscaba sus labios con su sabor en los míos. Ahogaba sus gemidos con mis besos. Mi lengua recorría sus dientes y hasta el paladar, cruzándose con su lengua en el camino y jugando con ella.
Terminamos derrumbadas en el colchón, jadeando y contentas de habernos encontrado.
- ¿Te quedas a dormir?.
- Si me invitas, claro.
Las dos teníamos clase al día siguiente así que ya no podíamos entretenernos mucho más. Pero estaba impaciente por que llegara el fin de semana y encerrarnos en ese mismo cuarto de la fraternidad.
Allí nadie se sorprendería por mí invitada. La mayoría por que también participaba en mayor o menor grado de nuestros gustos.
.....
lunes, 21 de noviembre de 2022
Intercambio para aprender lenguas
.
Intercambio
Una joven viaja a Inglaterra en viaje de estudios. Se va a hospedar en una casa familiar. Tras cumplir los diez y ocho años sus padres le permiten viajar sola al extrajero.
La reciben cuatro incestuosos miembros de una familia de nudistas que empiezan disimulando pero que terminan todos juntos follando.
Me vinieron a recoger al aeropuerto con un enorme cartel y cuatro deliciosas sonrisas, ademas de un enorme abrigo por si yo no había tenido esa precaución. Sus detalles me alagaron y me hicieron sentir cómoda y bien acogida.
Nevaba fuera de la terminal pero en el trayecto en coche hasta su casa me hicieron sentir como si estuviera en mi propia casa. Una familia algo lejana pero al fin y al cabo gente que me apreciaba.
Loren era mi amiga de intercambio habíamos hablado por mail, Skype y wassup. En verano estaba previsto que ella viniera a mi casa a pasar unos días.
Nos habíamos intercambiado fotos, visto por la cámara y ya conocía su aspecto y el de su familia así como ellos ya me habían visto a mí y a mi gente. Todos vestidos por supuesto.
Loren, rubia con una carita dulce, de no haber roto un plato en su vida, y un cuerpo precioso y delgado que hasta ese día casi solo conocía por un par de fotos en bikini que me había mandado.
Vale, seré sincera. Más de una vez cuando chateábamos a solas nos habíamos puesto cachondas. Habíamos tenido algo de cibersexo y nos habíamos confiado que ambas somos bisexuales. Nunca me confió lo que iba a encontrar al llegar a su casa, pero sabía que yo me lo iba a tomar bien.
Sus padres Karen y Mark son un par de atractivos cuarentones. Por lo que había visto por lar fotos y cuando estaban sin los abrigos en el aeropuerto y en las fotos. parecía que se cuidaban. Tenían buenos cuerpos.
El que me impresionó en vivo fue el hermano mayor, Josh que en las fotos que había recibido parecía un tirillas. Desde que Loren se las habían hecho había empezado con el rugby y se había puesto mazas. Un tiarrón con buenos músculos. La cabrona me lo había ocultado como una bonita sorpresa.
Durante el trayecto realizaron un verdadero interrogatorio al que yo respondida como buenamente podía en mi mal inglés de instituto terminado. Y sin dejar de hablar me contaban cosas de ellos y de su pequeño pueblo de Essex.
La vivienda era un unifamiliar de los que se estilan en toda Inglaterra pero el suyo parecía reformado. Con mis escasos conocimientos de arquitectura me di cuenta de que estaba muy reforzado el aislamiento y las ventanas.
De tal forma que sin que se derritiera la nieve en el tejado en el interior la temperatura rondaba unos cómodos treinta grados. Y algo increíble, para ser Inglaterra, tenían duchas, planas, en las que habrían cabido media docena de personas cómodamente.
Ellos se despojaron sin complejos de buena parte de su ropa y a mi no me quedó mas remedio que quedarme con mi camiseta interior y el sujetador despojándome del jersey y con los vaqueros si no quería morir asfixiada.
Mi amiga se fue a su habitación y volvió con lo que parecía un ligero pijama de verano, un short y una camiseta de tirantes de raso que le sentaba de maravilla. Parecía hecho arde para ella y su cuerpo delgado.
El de su madre era un camisón, pero muy parecido en la tela y el corte y desde luego no demasiado largo. Le sentaba estupendamente, sus largos muslos saliendo de esa corta prenda eran todo un espectáculo.
Y los pijamas de ambas parecían recién estrenados en mi honor. Como si los hubieran sacado de la caja esa misma mañana. Hasta conservaban algún doblez de haber estado guardados.
Ellos volvieron con cortos pantalones de deporte y ligeras camisetas. Todavía no sé como conseguí cerrar la boca al ver la musculatura que se gastaba el hermanito y ni un gramo de grasa por ninguna parte. Para mi asombro el cuerpo del padre era muy parecido. Fibrado y con músculos bien definidos. Y hasta algún discreto tattoo.
Aquella gente me parecía que no tenia demasiados complejos. Pero donde fueres haz lo que vieres. Toda la ropa que había traído era de invierno, de abrigo. Mis pijamas, bueno si intentara estar un rato con ellos puestos allí me asfixiaría.
Cuando Loren me acompañó al cuarto que íbamos a compartir, según subíamos por la escalera, para llevar mi maleta, le conté mi problema.
- Nena. (baby) Tengo un problema. Todo lo que he traído es de abrigo. Me voy a asar.
- Tranqui. Ya te prestaré algo, o puedes quitarte más cosas. A nadie le va a extrañar.
Bueno, quería quedarme a solas con ella para poder comentar algunas de esas cosas más relajadas. Pero lo primero que salió de mi boca y en castellano fue:
- ¡Tía! ¡Que buenorro se ha puesto tu hermano!
Ella se echo a reír y me confirmó que no era la única de sus amigas que mojaba las bragas por el.
- Pues ponte a la cola por que todas mis amigas están deseando pasarlo por la piedra.
- Alguna ventaja tendré estando en tu casa.
Me miró con una expresión misteriosa y lasciva a la vez.
- Tienes todas las ventajas, cariño.
Para solucionar mis problemas de vestuario me ofreció sus cajones que comparándolos con los míos me parecieron extrañamente desprovistos de lencería y ropa de andar por casa. De hecho algunas de las prendas aún conservaban las etiquetas.
Pero como además yo le sacaba más de diez centímetros lo que me probé me quedaba literalmente como el culo que quedaba casi por entero al aire. A mi lado ella parecía una muñequita, sexi y adorable eso si.
En principio iba a dormir con ella. Su cama daba para dos plazas y mi idea desde que la había visto desnuda por la cámara era no dormir mucho precisamente.
Para empezar y estando a solas con ella en su cuarto me libré de los vaqueros que empezaban a picarme en los muslos. Ella se quedó admirando mi tanga el mejor y mas caro de los míos, de encaje trasparente y muy sexi. Ella en perfecto ingles me lo alabó con lo que me pareció cierta mirada de deseo.
- Es una prenda preciosa. Te habrá costado una pasta.
Se lo ofrecí cuando lo laváramos.
- Puedes usar mi lencería cuando quieras. Creo que he traído como para un ejército.
Me dijo también:
- Al jugador de rugby le va a encantar verte solo con eso.
Lo dijo como si fuera algo que iba a pasar seguro. Pero mientras tanto yo seguía en tanga y una camiseta mínima de tirantes, térmica eso si. Para solucionarlo le pidió a su hermano alguna de las camisetas de entrenamiento.
Como él me sacaba una cabeza, a mí me llegaría a medio muslo. Podría usarla de ropa de casa y camisón a la vez hasta que pudiéramos ir de compras. La diferencia de altura entre los hermanos era algo increíble.
Me dejé el sujetador puesto, lo que ni Loren ni su madre habían hecho. Sus pezones se marcaban en el fino raso como si no llevaran nada. Todas las camisetas de su hermano que me había traído eran de tirantes aduciendo que en invierno eran las que él no usaba.
No me haría falta nada más abrigado. Como Josh era mucho más grande, de alto y de ancho, que yo por la sisa y el escote se me habrían visto las tetas al completo. Cosa que les habría encantado a todos, pero no adelantemos acontecimientos.
También me cambié las bragas sustituyendo el tanga por un culote algo mas amplio. Puede que el hermano me hiciera humedecerlo mientras cenábamos. Y al paso que iban las cosas no solo Josh.
Los roces y la confianza entre ellos eran constantes. Tanto así que cuando su padre abrazó a Karen levantó su camisón dejándonos ver a todos que sus bragas habían quedado olvidadas en alguna parte. Lucía un firme y bien formado culo desnudo del todo.
No me había fijado cuando se las había quitado supongo que estando juntas con Loren en su cuarto buscando ropa. Ahora que lo pensaba en realidad nunca supe si las había tenido puestas en algún momento.
Lo que sí me llamó la atención del cuarto de los padres era la enorme cama en la que habría podido dormir un regimiento. Cuanto menos que la familia al completo mas alguna invitada despistada. O invitado viendo la familiaridad con que se trataban padre e hijo. Pero parece que insisto en adelantarme, retomaré el hilo.
Como todo el rato hasta ese momento, la cena, contundente por cierto, discurrió entre risas, y bromas. En un ambiente de sensualidad que no me había esperado. Las bromas y chascarrillos de orden sexual fueron de lo que más abundó.
Admito que entré al trapo en mas de una ocasión con lo que conseguí no quedar como una mojigata. Pero eran de los que les das la mano y te cogen el brazo hasta el hombro. Así que consiguieron sacarme los colores con bastante frecuencia.
A mitad de cena ya tenía una mano de Josh en un muslo y otra de Loren en el otro acariciándome sin demasiado disimulo. Sabía que sus dedos se rozaban mientras las manos subían y bajaban por mi piel y a ellos no les importaba. Los hermanos sentados a mis lados se trataban con mucho cariño y a mí también.
Como me estaba gustando me limite a separar las piernas y dejar que siguieran. No sé cual de los dos alcanzó primero mi xoxito, a esas alturas empapado pero aún cubierto. Solté un gemido sin poder contenerme y aunque Karen y su marido se hicieron los despistados seguro que se dieron cuenta.
Enfrente de mí los padres se dedicaban el uno al otro parecidas atenciones. Antes del postre me padeció ver asomar más de una vez el glande duro de Mark por encima del borde de la mesa. Mientras se daban un morreo que habría cambiado de boca toda su saliva.
Karen meneando su impresionante pandero se levantó a por el pudding adornado con nata. Así que me esperaba nuevos avances viendo el ritmo que llevaba la noche.
Loren cogió algo de nata con un dedo y juguetona lo puso en mi boca. Mirando a sus preciosos ojos azules abrí la boca y chupé su dedo con lascivia. Como hubiera hecho con la polla de Josh, algo que ya estaba deseando.
Spoiler: Como se darán cuenta yo ya llevaba los deberes bien hechos. Tanto con chicas como con chicos. Lo que no me esperaba y nunca había hecho en realidad era un orgía nada más llegar. ¡Y con toda la familia! ¡además!.
Pero bueno: from lost to the river. Suponía que serían Loren o Josh los que intentaran ligarme por su cuenta antes de introducirme en todo el jaleo. Pero de uno en uno y desde luego no delante de sus padres.
Por supuesto siguieron adelante viendo que yo me tomaba bien sus avances. Si en algún momento yo me hubiera mostrado ofendida o enfadada ellos hubieran parado y me hubieran dejado tranquila. Pero a esas alturas estaba claro que yo estaba tan caliente como ellos.
Loren era ambidextra, pues mientras tenía un dedo en mi boca dándome bocaditos de nata otro de la otra mano ya había entrado bajo mi cullotte. Me estaba acariciando los labios de la vulva. Ante la excitada mirada de su hermanito.
Como no quería que este se sintiera desplazado fui yo la que lo atendí. dejé caer mi mano con suavidad sobre su pubis y efectivamente su polla bien dura ya estaba al aire esperando una caricia.
- ¿Por qué no te quita la camiseta?
Le di un tirón a sus pantalones para que se los quitara. Ya no creía que a nadie le importara verle con el culo al aire, culo pétreo y bien formado por cierto. Fue el primero en quedar desnudo del todo. En cuanto lo hizo volvió a sentarse aún más cerca de mí. Para entonces Loren y yo ya habíamos compartido nuestro primer beso y la primera saliva.
Bajé una mano a coger sus huevos bien depilados y suaves y acariciarlos con ternura. De vez en cuando miraba a Mark y Karen que se dedicaban a coger cucharaditas del pudding y pasarlas de una boca a la otra en sus besos.
Y mi abuela decía que con la comida no se juega. Probablemente si hubiera visto esto le hubiera dado un patatús. Pero a mí me gustó la idea. Cogí una cuchara y porciones pequeñitas del postre para compartirlas.
Primero a Josh que buscó el pudding en mi boca con su lengua dándome bien de saliva. Echó mano a mis pechos que su hermana ya había tenido la precaución de liberar abriendo el broche de mi sujetador con una mano.
Como era incómodo meter la mano entre el escote de la camiseta y el sujetador mal colocado. me saqué esos prenda por la sisa de la camiseta. Como ya pensaba los escotes dejaban ver mis pechos casi al completo. De lo que Josh y su linda hermana se aprovecharon de inmediato.
Pellizcaba mis pezones a la vez que Loren y yo compartíamos el postre de una boca a otra. Yo tampoco soy manca, una de mis manos en el rabo de Josh subiendo y bajando con suavidad y la otra entre los muslos de Loren.
Karen y Mark miraban nuestros juegos con grandes sonrisas y sin dejar de besarse y acariciarse.
El short suelto de su pijama no me ofrecía una gran barrera. Un segundo después ya estaba tocando su encharcado coño.
Lamiendo su orejita le pedí:
- Quítame el cullotte.
Se arrodilló a mi lado hasta que me sacó las bragas. Besando con suavidad mi costado y muslo mientras lo hacía. Giré la cabeza hacia Josh. Le lamí la oreja y le pedí:
- Quítale la camisola a Loren.
Estaba deseando ver a los dos actuar juntos. Con una sonrisa tiró de la poca tela por delante de mí. Ambos se inclinaron para besarse. Justo ante mi cara. Me uní al beso convirtiéndolo en uno a tres lenguas, mientras nuestras manos no dejaban de acariciar nuestras pieles.
El chico hubiera podido cogernos a la dos a la vez en brazos para llevarnos a la cama. Pero se contuvo mm sonrió que por que sabía que sus padres querían disfrutar del espectáculo. Y a mí no me importaba exhibirme.
Yo misma tiré de mi camiseta arrojándola a un rincón. Ya me había dado cuenta de que en esa casa la ropa sobraba. Un segundo que me había despistado y Mark le había sácado el camisón a su bella esposa y está le había librado de su camiseta.
Ellos aún sentados en sus sillas nos miraban complacidos y sonrientes y con enormes expresiones de lujuria. Pude confirmar lo bien que se conservaban, tenían unos cuerpos espectaculares.
Loren me dejó un momento con su hermano para acercarse a ellos y darles un buen morreo. Primero a su madre, luego al padre y cuando estaba en ello se unió Karen en un cruce de lenguas a tres bandas. Eso ya terminó de calentarme, si todo lo anterior no me tuviera ya como un horno.
Me colgué del cuello de toro de Josh para subirme sobre sus poderosos muslos. La durísima polla apretada entre nuestros vientres. Empezó a amasar con sus manazas mis pechos, sin olvidar pellizcar mis pezones con suavidad.
Admito que el chico me tenía atontada, aunque no por ello iba a dejar de probar el rabo de su padre o el coñito de de su bella madre. Hablando de ellos fue Mark el que se acercó a nosotros. Lo primero que hizo fue meterme la lengua hasta la garganta, para lo que abrí mi boca al máximo gustosa.
Sacó de mi boca toda la saliva que si hijo me había estado pasando en nuestros besos. Pero lo que me impactó fue que de inmediato hizo lo mismo con Josh, mientras este le agarraba la polla y se la masajeaba suave.
- ¿Quieres?
Me la ofreció. Como no quería ser mala invitada y estaba viendo por primera vez en mi vida a dos chicos actuando juntos estiré la mano y le acaricié los huevos.
Mientras mi amiga y su madre se entretenían solas me habían cedido a los dos hombres. Ahí fue cuando Josh me levantó sujetando mi culo y solo con la fuerza de sus muslos se puso de pie.
Rodeé su cintura con mis piernas mientras su padre se ponía a mi espalda. Noté unos dos poniendo lubricante en mi culito, creo que los de mi amiga pero con la húmeda de Josh en mi boca no estaba para investigar.
Me levantó un poco más, lo justo como para poner su glande entre los labios de mi vulva. Empezó a bajarme despacio penetrándome. A la vez notaba la polla de Mark empezando a abrirse camino en mi entrada posterior.
Colgada del cuello del jugador de rugby yo no podía moverme. Ellos me manejaban como una masajeaba de silicona. Me subían y bajaban a fuerza de brazos haciéndome notar mi primera doble penetración.
Solo jadeaba y gemía, disfrutando cada vez que Josh dejaba mi boca para darle lengua a su padre por encima de mi hombro. La saliva de ambos resbalando hasta mi piel.
Loren y Karen se pusieron a nuestro lado para prodigarnos caricias y besos. Cuando ambos se corrieron en mi interior yo ya había perdido la cuenta de mis propios orgasmos.
- ¿Te ha gustado el recibimiento?. Guarrilla.
- Uffff. Me ha encantado, pero prométeme que no vamos a parar.
- Solo cuando salgamos de casa para enseñarte la ciudad.
- Con todo esto el único inglés que voy a aprender aquí solo me va a valer para rodar porno.
Los cuatro recibieron mi salida con una carcajada general. Su madre intentando poner un poco de orden me cogió de la mano y me llevó a la ducha.
- Dejad descansar a la chica que la vais a desmontar.
En la ducha se dedicó a lavarme y mimarme. Desde luego sin dejar de besarme ni de acariciar todo mi cuerpo. Me dejó bien limpia por fuera y por dentro, lamió mis pies y las axilas. Me comió el culito como nadie había hecho antes, de bien digo, algún beso negro si que me habían hecho en mi ciudad.
Estaba segura de que mientras la bella madre me daba mimitos en una ducha en la otra los otros tres pervertidos no permitían que nadie se enfriase. Y seguían dedicados a sus juegos. Porque al llegar a la cama todos olíamos a limpio y a gel de ducha.
A la enorme cama del dormitorio principal, seguro que dormían todos juntos la mayoría de las noches. Pero yo tenía un capricho, al ver a los dos hombres besándose y cogiéndose las pollas sin complejos quería ver más de eso.
- ¿Podríais seguir vosotros solos? y nosotras mirar.
- Hay que hacerle caso a la invitada. Así que ya podéis poneros cariñosos.
Sentadas en la cama les hicimos corro. Ellos en medio empezaron muy suave, de rodillas, frente a frente, besándose con cariño. Poco a poco fueron sacando las lenguas y dejando caer saliva por sus barbillas.
Yo estaba a un extremo del corro, al lado de Loren. Muy excitada, pronto me di cuenta de que los dedos de Karen acariciaban el dulce xoxito de mi amiga. De vez en cuando giraba la cabeza y besaba sus húmedos labios con ternura.
Enfrente Josh había juntado su polla con la de su padre y cogido las dos con una mano pajeándolas juntas. Frotando una contra otra. Mark se fue agachando lamiendo el pecho de su hijo, mordisqueando sus pezones.
Bajaba besando el marcado vientre con una impresionante tableta de músculos hasta llegar al durísimo rabo. Chupó los huevos como caramelos, incluso se los metía en la boca. Lamía el tronco arriba y abajo hasta el glande.
Al poco lo tragaba hasta donde podía que con aquel garrote no era mucho. Ninguna pudimos hacerlo más que él, como pude comprobar más tarde. Loren se decidió a ayudarlos, trajo el lubricante que un rato antes le había aplicado a mi propio culito. Empezó a ponérselo al ano de su hermano.
Empezaba a estar claro quien iba a recibir y quien a dar. Josh poco a poco se fue tumbando de espaldas y levantando las piernas. Mark entre sus muslos acercó la polla al culito y lo fue penetrándo. Nosotras, calientes, los mirábamos sin querer perdernos nada del sensual espectáculo pero sin dejar de acariciarnos tampoco.
Me acerqué más para no perder detalle. Verlo todo en primer plano. Lo que me permitía además arrimar la boca al glande de mi musculoso objeto de deseo. Empecé a darle besos al glande de Josh mientras tenía la mirada en su culo bien abierto por la polla de su padre.
Estaba a cuatro patas para no perder detalle si que enseguida empecé a notar una lengua en mi propio ano y besos en mis nalgas. Madre e hija se habían lanzado de inmediato sobre mi grupa al verme así de ofrecida.
Era la primera noche allí y ya había disfrutado de más orgasmos que en los dos últimos meses juntos. Era evidente que lo iba a pasar de miedo en Inglaterra.
Tuvo que ser Karen, como siempre la voz de la razón, la que indicara que yo debía estar cansada del viaje y de la caña que me estaban dando. Todos debíamos recuperar fuerzas para el día siguiente.
Así que mezclados en la enorme cama, unos en brazos de los otros nos fuimos durmiendo. El resto de los días que pasé allí fueron en la misma tónica. Conocí íntimamente a los amigos de los dos hermanos tan pervertidos y bisexuales como ellos y yo misma. También me presentaron a otros miembros de la familia y colegas de los padres.
......
martes, 15 de noviembre de 2022
jueves, 10 de noviembre de 2022
Extremo Oriente
.
Es europea o americana, con dinero, una joven heredera. Lesbiana pero eso aún no lo tiene muy claro todavía, solo se da cuenta de que no le gustan mucho los hombres. Therese.
Seducida por el erotismo del oriente colonial, el exotismo de las bellas mujeres de ojos almendrados y suave piel tostada, ligeras de ropa en el cálido clima de Bangkok.
Al bajar del buque de vapor perdida entre el gentío del puerto, las mercancías descargadas de los mercantes o esperando para embarcar se fijaba en la hermosura de las mujeres. Distraída por el espectáculo no tenía prisa, caminaba despacio.
Encontró un extraño vehiculo mezcla de bicicleta y calesa, un rickshaw, que la llevaría a su lujoso hotel. Un fornido marinero la ayudó a cargar el equipaje.
El joven que pedaleaba vestido sólo con un trapo atado a la cintura, delgado, musculoso y guapo se llevó una generosa propina. Aunque reconocía la belleza y sensualidad de su cuerpo no le atraía en absoluto.
Therese llegó al lujoso hotel con la blanca blusa empapada de sudor y su cara lencería de seda mojada con sus jugos. Se dio un largo baño antes de bajar a cenar. El agua fresca solo le permitió recordar los cuerpos semidesnudos en las abarrotadas calles.
Lo que llevó a su delicada mano a recorrer su piel, y un leve roce en los pezones aún la excitó mas. Bajó por su vientre rozando el ombligo hasta llegar al fino vello rubio sobre su vulva. Un suspiro escapó de los gruesos labios cuando las yemas de los dedos abrieron los otros labios descubriendo el clítoris y acariciándolo.
El agua jabonosa daba lubricación a la otra mano que recorría el cuerpo. Haciendo mas sensible cada trozo de piel que tocaba, su cuello, sus axilas, vientre, pechos y pezones.
La excitación subía de nivel poco a poco, conduciéndola inexorablemente al orgasmo. Gemidos y suspiros que subían de volumen mientras recordaba la musculosa espalda desnuda del joven del vehículo.
Volvía a ver en su imaginación los pechos pequeños duros y cónicos de las mujeres que lavaban la ropa en el río desnudas de cintura para arriba. Sus caderas estrechas en las prendas casi trasparentes.
Las bronceadas y doradas pieles de las nativas con las que se había cruzado la habían excitado. A cada nuevo recuerdo un toque en el clítoris hasta provocarse el orgasmo liberador de la tensión acumulada.
Al secarse con las suaves y lujosas toallas, la sensualidad del ambiente volvió a sus pensamientos. La seda de las bragas, las medias y la combinación limpias sobre su cuerpo no hizo más que acelerar su corazón. El vestido ligero y sensual no hacia más que acentuar la voluptuosidad de su figura.
Al entrar en el restaurante todos los ojos presentes siguieron el avance de su lascivo cuerpo entre las mesas. Los ojos tanto de hombres como de mujeres la desnudaban con lujuria.
Tenía una cita con con un exportador local, un digno anciano local, ataviado con una túnica, que no era amenaza para su virtud. Como representante de su acaudalado padre estaba autorizada a establecer nuevos contactos comerciales en ese viaje.
A quién no esperaba sentada a la misma mesa era a la preciosa joven de ojos rasgados y cabellos negrísimos. Nieta del exportador, al levantarse para saludarla la rubia recorrió la figura delicada con sus ojos azules.
Apenas cubierta con un vestido de corte chino completamente pegado a su cuerpo. La bellísima joven era la intérprete del comerciante.
Los dragones bordados parecían reptar sobre su anatomía a cada movimiento, cobraban vida sobre el ondulante cuerpo de la joven. Su pierna izquierda aparecía desnuda hasta la cadera por el corte de la falda. El torneado muslo de la joven con la morena piel había llamado la atención de la rubia.
Se la presentaron como Mei, que en chino significa hermosa. La occidental no podía estar más de acuerdo con ello. Se había quedado obnubilada con el aspecto de la joven traductora.
Los rasgados ojos de la oriental desnudaban el cuerpo voluptuoso de la rubia observando sus pezones duros marcándose en las finísimas telas. La amplia cadera de la joven occidental y sus blancas piernas cubiertas de seda asomando de la quizá un poco corta y ajustada falda para lo que se estila en esa época.
La atracción entre las dos fue inmediata. Antes de terminar la cena la morenita ya se había ofrecido como guía. Además de una situación para propiciar un conocimiento mas íntimo entre ambas mujeres.
El abuelo cansado por sus obligaciones diarias decidió retirarse mientras su nieta ya acariciaba con confianza el brazo desnudado por la manga corta de su blusa de su nueva amiga.
Con algún intencionado roce a sus muslos y a sus pechos cuando el acercamiento se hacía más cercano mientras compartían una copde champán en el bar del hotel. El ambiente sensual de los salones del lujoso hotel, la mezcla racial y cosmopolita, la orquesta inundándolo de música enardecía sus sentidos.
Para entonces las dos se habían dado cuenta de que se gustaban. Buscando más intimidad las dos chicas se perdieron en la oscuridad del jardín aspirando el perfumado aire de la noche tropical.
Ocultas detrás de las frondas de un magnolio se dieron el primer beso dulce, suave, apenas un leve roce de sus labios ardientes. Pero cogidas de la cintura juntaron sus pechos, sus caderas.
La rubia ansiaba acariciar la suave piel tostada de una de las indígenas desde que bajó del barco. Y allí tenía a la más bonita de todas a punto de caer en sus brazos, aunque no fuera una chica local sus bellos ojos hacían que eso no le importase. Fue derecha a por el muslo izquierdo de la oriental, el que su vestido descubría.
Deslizando su mano despacio por la raja de la falda del vestido ascendiendo por su pierna buscando mas y mas piel hasta descubrir que su amante no llevaba ropa interior. Sus dedos tropezaron sin estorbos con el rizado vello negro y su ya muy húmedo coño haciéndola gemir contra los labios apretados en su boca.
La occidental no tenía mucha práctica con vulvas ajenas. Pero sí con la suya, así que poniendo en ejecución lo aprendido en sus muchas masturbaciones fue acariciando los labios finos, suaves y muy mojados.
Con ternura, con suavidad, mojando sus dedos con los jugos de la oriental. Ahogando sus gemidos con sus besos. Apoyadas contra el tronco del magnolio y escondidas por sus ramas.
Aunque no parecían ser las únicas que disfrutaban en esa noche tropical. Se oían más suspiros de placer en la foresta. Otras parejas estaban haciendo lo mismo que ellas.
En segundos Therese se había corrido soltando un gemido más fuerte. Ahogado en la boca y con la lengua de la occidental, que en ese momento tenía clavada hasta la garganta. Pero ella también quería hacer disfrutar a la rubia.
Separó sus rojos labios de la boca de su amante solo para ponerlos en la oreja, el cuello, los hombros y empezar a bajar por su escote. Los botones de la blusa saltaron solo con tocarlos, quedó abierta hasta la cintura. Solo con empujarlos un poco con sus manitas los generosos pechos salieron de la tela del sujetador que apenas los ocultaba.
Así pudo poner los dientes en los claros pezones y mordisquearlos con ternura. No buscaba el rubio pubis con las manos, pretendía saborearlo. Las usaba para levantar la corta falda de tubo y descubrirlo. Aunque ajustada a la generosa cadera no fue fácil, tuvo que pelear con ella.
Mei no se molestó en quitarle la breve prenda de seda que tapaba el objeto de su deseo. Se limitó a apartarla lo suficiente como para descubrirlo. En la oscuridad no podía distinguir los detalles pero no le hizo falta para encontrar el clítoris con la lengua.
Los jadeos de la occidental amenazaban con llamar más atención de la debida y tuvo que morderse el labio para acallarlos. Parecía que la muñequita oriental sabía lo que se hacía. No debía ser el primer coñito que lamía.
La tensión erótica que la rubia llevaba acumulando desde que se había bajado del vapor estalló en un fenomenal y maravilloso orgasmo. La lengua de su amante se apresuró a recoger cada gota del preciado jugo.
Volvió a colocar la braguita en su sitio antes de levantarse y buscar los labios de Therese. El sabor del xoxito aún en su lengua compartido en un nuevo beso muy lascivo.
- Necesito hacértelo yo. Quiero saborearte.
Le dijo al oído lamiendo su orejita.
- Llévame a tu habitación. Quiero hacerte el amor toda la noche.
La ayudó a colocar los pechos de nuevo dentro del fino sujetador y a abrochar los botones de la blusa. Cogidas de la mano, mirándose a los ojos, con amplias sonrisas que casi les llegaban a las orejas, llegaron a la lujosa suite. No se atrevían a separarse ni un segundo.
Solo con soltar una fíbula que sujetaba el vestido de la dulce morena sobre uno de los torneados hombros este cayó al suelo. La bella oriental quedó ante la rubia únicamente con los zapatos de tacón.
- ¡Ámame!.
Ahora le tocaba a Therese, que miraba su desnudez asombrada. Su amante esperaba sus caricias ansiosa. Pero no podía dejar de contemplarla. Despacio se acercaba casi sin atreverse a rozar tal perfección.
Pero el deseo podía más que sus reparos. Despacio levantó una mano hasta llegar a rozar con un toque leve como el del ala de una mariposa el oscuro pezón de la oriental.
Recibió como respuesta un gemido y unas pocas palabras en el incomprensible idioma de la joven china. Siguió acariciando el hermoso y duro pecho. Extendiendo los roces despacio por todo el torso.
Exploraba su piel, la epidermis de la primera mujer que tenía entre sus brazos. Necesitaba descubrir cada uno de sus secretos. Empezó a bajar por el vientre. Pero se acercó más a Mei buscando sus labios, sus besos, su lengua inquieta.
Las húmedas de las dos se cruzaban juguetonas fuera de las bocas dejando caer saliva sobre las contenidas tetas de la traductora. Ella se fue recostando poco a poco sobre el suave colchón de plumas.
La rubia deseaba probar, lamer, besar cada pulgada de la piel de la bella oriental. A ello se puso con toda la dedicación de la que era capaz. Levantó los finos brazos para lamer las axilas. Evidentemente cubiertas por una marta de fino vello. Pasó la lengua por la piel hasta llegar a las manos pequeñitas de finos dedos.
Mei jadeaba, suspiraba y se le escapaban palabras de amor en su idioma de origen. Era incapaz de coordinar sus pensamientos sintiendo las caricias, los besos y la lengua de la extranjera.
El cuello fino, el filo de la mandíbula, la orejita, los hombros, y de ahí empezó a bajar buscando darle a su amante el placer que esta le había dado en la oscuridad del jardín. Le dio tiempo a mordisquear con suavidad los pezones oscuros antes de pasar la sin hueso por el plano vientre.
Deslizó la lengua por el ombligo antes de llegar al coñito. Tuvo que buscar entre la mata de pelo profundamente negro que adornaba su pubis los húmedos labios. Muy mojados, a esas alturas los jugos resbalaban muslos abajo.
Therese lamió cada gota, jugó con el clítoris y buscó en cada rincón de la vulva el placer de la muñeca oriental. Levantó sus muslos hasta que Mei se los sujeto con las manos rozando sus pechitos con las rodillas.
Necesitaba descubrir cada rincón. Así que siguió lamiendo el perineo hasta clavar la lengua en el ano. Ya nada podía contener los gemidos y jadeos que llenaron la habitación de sonido. Por las abiertas puertas de los balcones de la suite escapaba y podían oírlas en los demás pisos del hotel, Lo que no las importaba nada.
Después de nadie sabe cuántos orgasmos de la traductora Therese siguió bajando por la cara interna de los muslos, la parte trasera de las rodillas, las pantorrillas y los tobillos, alternando lamidas y caricias de sus dedos hasta llegar a los pequeños pies.
Se metió los deditos en la boca. Lamió la planta provocando cosquillas que liberaron la cristalina risa de Mei. Ni aún así la dejó tranquila, volvió a subir por sus piernas pero girándola boca abajo en la suntuosa cama.
Volvía a buscar las respingonas nalgas y entre ellas el ano y seguir por la espalda siguiendo la línea de la columna, desviándose a los omóplatos hasta llegar al fino cuello y la nuca.
A Mei se le terminó la paciencia y se revolvió para dar parte de lo que estaba recibiendo. Esta vez no se limitó a lamer el clítoris y los labios de Therese además clavó dos de sus deditos en el interior mientras recibía idénticas atenciones de la inexperta rubia. Estaba aprendiendo a pasos agigantados tomando buena nota de cada atención que recibía de la bella oriental.
Perdió la cuenta de los órganos que había disfrutado hasta quedar dormida en los brazos de su amante. Las despertó el sol entrando por las puertas abiertas de la balcones. Una suave brisa movía lisa finas cortinas. Pero aún así las sonrisas de ambas iluminaban más la suite que la luz del amanecer.
Habían descubierto el amor juntas así explorarian todas las posibilidades que se les ofrecían. Aprovechando cada viaje de negocios, cada reunión. Ya que los ancianos familiares les estaban dando más poder el sus negocios ellas buscarían ocasiones para estar juntas.
..
martes, 1 de noviembre de 2022
Entre la arena y el agua, mi novio y mi amiga.
.
Patricia es mi amiga de toda la vida. Planeaba mis vacaciones en la costa con Mario mi novio. Sin consultarlos decidí unirla al viaje. Ambas nos llevábamos muy muy bien, con algún episodio lésbico incluido cuando explorábamos nuestra sexualidad de adolescentes.
- Tú te vienes con nosotros y no hay más que hablar. Necesitas unas vacaciones y relajarte.
- Pero si os voy a molestar e incordiar. No me gusta hacer de carabina.
- No te preocupes por eso. Ya encontraremos la forma de divertirnos.
En ese momento en lo que pensaba era en incluirla a ella en nuestra diversión. Y me refiero a que estaba deseando tenerlos desnudos juntos a los dos en mi cama o en este caso colchón hinchable y saco de dormir.
Mi novio sufrió cierta desilusión al saberlo pensando en que se había quedado sin todo el sexo que podíamos tener a solas. Pero no demasiado por que Patricia le gustaba.
Estando juntos los tres le había pillado mirando su escote o sus muslos. Como no soy nada celosa eso no solo no me molestaba sino que me excitaba un tanto.
-¡Oh!. Vamos, Patricia es un encanto, está muy buena y sabes que nos divertimos con ella.
Pero tenía que dejarle bien claro que por que estuviera con él no pensaba olvidarme de Patricia.
- Es mi mejor amiga, llevamos juntas muchos años y no la voy a dejar sola estos días.
También quería dejarlo claro con ella. Seguiría siendo mi mejor amiga, mi confidente, puede que amante lesbiana ocasional y madrina de mis hijos, siempre.
- Aunque esté con Mario tú eres muy importante para mí y nunca me olvidaré de ti.
- Ya lo sé pero de ahí a hacer de carabina va un mundo.
- No te preocupes, nos divertirnos.
Yo estaba dispuesta a que se llevaran bien y aprovechando la mas mínima oportunidad para meterle mano a Mario delante de Paty. Incluso ponerme cariñosa con ella delante de mi novio. No quería levantar celos en ambos, sino excitarlos.
Hacia mucho calor. Para el viaje en coche me había puesto el bikini más pequeño que tenía y un short vaquero. Mario iba en bermudas amplias y cortas y camiseta.
Si me ponía juguetona podía acariciar su muslo muy arriba, cerca de su polla. Durante el trayecto ya íbamos cachondos los tres. Y yo procuraba pícarlos y subir la temperatura.
- ¿Has visto que chico más guapo tengo?.
- Muy mono y muy paciente y bueno.
-Y tú. ¿Ves lo buena que está mi amiga?
- Preciosa y una santa que te aguanta. Jajaja.
Girada en mi asiento podía disfrutar de la visión de los bonitos muslos blancos de mi amiga saliendo de su cortísima minifalda. Incluso si o mejor dicho cuando ella los separaba podía echarle fugaces vistazos al mínimo tanguita negro.
Y a sus tetas poderosas asomando por el escote de la reducida camiseta de tirantes. La cabrona sabía que nos gustaba disfrutar de la vista de su preciosa anatomía y no se había puesto sujetador. Marcaba sus duros pezones.
Mario acariciaba mis piernas suaves y bien depiladas muslo arriba. Yo las separaba y dejaba que su mano llegara hasta el short y rozara mi encharcado tanguita. Incluso dejaba que algún gemido escapara de mis labios.
En las paradas yo aprovechaba para ir con ella al baño y echarle un vistazo a su xoxito pelado. Cuando la sostenía para que su su culito pefecto no tocara la porcelana.
- Lo tienes precioso, reina. Como echo de menos darle unas lamidas.
- Pero tienes novio, no podemos hacerlo. Aunque yo también lo echo de menos. Cuando tú me lo comes tengo mis mejores orgasmos.
- ¡A ver si eres lesbiana!. ¿Y con las pollas no disfrutas?.
- Claro que sí. También me gustan. Pero nadie come el coño como otra mujer.
- Seguro que estos días tenemos la oportunidad de repetir. Cielo. Pero Mario no lo hace nada mal, te aviso.
Ni siquiera nos molestamos en ir al camping. Ya habíamos reservado la parcela y aún era pronto. Así que nos fuimos directos a la costa buscando un tramo tranquilo de playa para estar solos.
El playón parecía tener kilómetros. Entre dos pueblos vimos una zona en la que no parecía haber nadie. Cerca de unas rocas planas desgastadas por el oleaje. El sitio era idílico.
Ya en la arena me limité a sacarme el short y dejar mi culo al aire en el tanga de mi bikini. Les ayudé a cambiarse a los dos sosteniendo la toalla alrededor de sus cuerpos. Mientras ellos se deshacían de sus ropas de viaje y se ponían los bañadores.
Mario no llevaba nada debajo de la bermudas y se subió un brief que yo le había comprado en Internet. Era muy muy pequeño y ajustado. Él intentaba que no se le viera nada mientras levantaba una pierna para meterse la pequeña prenda.
Yo en cambio jugaba con la toalla para exhibirlo ante mi amiga. ¡Qué pudorosos!. No tardarían mucho en perder esa timidez.
- Noelia, No te conocía ese bikini. Es muy pequeño.
- Es nuevo. Acostúmbrate por que te he comprado dos iguales para ti.
- No sé si me atreveré a llevar un tanga. Y menos delante de Mario.
- Ya verás que sí. Al cabo de un rato no te darás cuenta. Por Mario no te preocupes, seguro que le gusta ver ese culito tan mono. ¿No te pasó eso mismo cuando te pusiste el primer tanga de lencería?.
- Me sentí un poco rara, pero entonces me ponía un pantalón por encima y no pasaba nada. Pero es que eso no tapa ni el culo, ni apenas la vulva.
- ¿Nunca te los pusiste con una minifalda?
- ¡No! ¡Qué dices!
- Nena es genial llevar buena ventilación ahí abajo. Incluso ir sin nada debajo de la falda. ¿Te atreves y te lo pones?.
- Vale.
- Toma, sujeta y te lo doy.
Adrede solté la toalla antes de que ella pudiera agarrarla. Lástima que en ese momento se me resbalara el trozo de tela de las manos dejándole ver a Mario las tetas bien desarrolladas de Paty. No las perdió de vista durante un buen rato.
- Aquí tienes, aún lleva puesta la etiqueta.
Al fin consiguió enfundarse, sin más accidentes, la pequeñez de microbikini que le había regalado.
Paty había podido ver el duro culo de mi novio un rato antes. Puede que le echara algún vistazo a su polla morcillona pues de reojo me di cuenta que no había perdido detalle de mis descuidos con la toalla.
Bajamos hacia el mar relativamente aislados de los demás bañistas en el solitario playón. Había elegido el sitio a conciencia. Sabía que no era muy concurrido y que incluso se podía hacer nudismo.
Sobre mi toalla me dediqué a embadurnar de crema generosamente el cuerpo de Paty. No me corté en acariciar su suave piel ante los ojos de mi novio. Quería acariciar todo su cuerpo y no solo para excitar a Mario.
Bajaba por la espalda, rozando sus axilas y los costados de sus pechos maternales. Llegaba a su amplio culo que otras veces había cómido y lamido el ano. Seguía por los muslos, pantorrillas y hasta los finos tobillos y delicados pies. Metía mis dedos entre los suyos de los pies.
Empezaba a marcar paquete, por enésima vez desde que habíamos salido de casa, en el bañador que le había regalado para el viaje. La escena era bastante lésbica completamente adrede.
Charlaba con Paty de nuestras cosas haciéndome la despistada pero sin perder detalle de cómo se comportaban. Mientras Mario cubierto solo con ajustado bañador tipo slip se daba el primer baño. Evidentemente para refrescar los ardores que los dos cuerpos femeninos le estaban provocando.
Ese bañador también se lo había comprado yo. Ese día me había dejado una pasta en Internet. Pero había disfrutado eligiendo las prendas más pequeñas y sexis tanto para Mario como para nosotras. Estaba convencida que ese primer baño fue para bajar su erección.
Para cuando regresó yo ronroneaba como una gatita notando las suaves manos de mi amiga recorrer las piel de mi espalda e incluso de mi culo descubierto y muslos. Ya, cuando llegó a mis pies estaba a puntito de correrme. Puede que exagerara un poco pero no me hacía falta mentir, estaba disfrutando. Nos habíamos acariciado así muchas veces y por suerte Patricia no se cortó. Siguió con las caricias.
Seguro que el espectáculo de nuestros cuerpos hermosos al sol no lo dejaba indiferente. Aprovechando que me había soltado el nudo de mi sujetador al girarme mostraba mis tetas sin pudor. Me puse panza arriba para que mi querida amiga magreara mis tetas sin pudor.
Estábamos prácticamente solos, había más gente pero estaban lejos. Y me parecía que algunos de ellos estaban haciendo más que nosotros amparados por la lejanía del resto de la gente.
Pobrecitos míos, los estaba calentando adrede. Patricia se levantó de encima y fue a bañarse. Deduzco que para enfriar sus ideas, como había hecho mi novio momentos antes.
Mario se tumbó sobre mí para descargar un poco su calentura. Lo recibí boca abajo con los muslos bien abiertos para que se acomodara entre ellos y girando la cabeza, juguetona, con mi lengua buscaba la suya. Notando su polla, bien dura a pesar del agua fría, en mis nalgas. No me importó que su cuerpo estuviera mojado al completo.
Sin que le importara ya tener de espectadora a mi amiga, que volvía también mojada, noté sus manos en mis tetas. Yo conseguí deslizar una entre nuestros cuerpos para agarrar su ya dura polla y sacarla por una de las perneras de su pequeñísimo bañador.
Masajearla suavemente y apretar sus huevos que me había preocupado de depilar previamente al viaje. Dejarlo todo bien suavecito para poder lamerlo a gusto.
La saqué del bañador por el lado en que Patricia podía verla. Sabía que ella disfrutaría de la visión de su belleza dura y tersa acariciada suavemente en mi mano.
Me aparté la braguita del bikini a un lado y dejé que el glande acariciara mis humedecidos labios mirando a los ojos de mi amiga. En ellos descubrí con excitación que ella estaba mirando directamente a la polla de mi novio cuando se incorporaba un poco para facilitar mis maniobras.
Su duro capullo abriendo mi vulva mientras mi amiga cogía mi mano tan excitada como yo. Tiré de ella hacia nosotros, no pensaba perder esa oportunidad y conseguí que se inclinara lo suficiente como para besar sus labios ante mi caliente novio. Un momento después me había penetrado.
- Seguro que nunca habías visto porno en vivo.
- Solo a vosotros cuando os beseis y metéis mano en las discos delante de mí. Noe no te cortas nada.
- ¿Por qué iba a hacerlo? Él es mi novio y tú mi mejor amiga. Os quiero a los dos.
Para entonces apenas podía decir nada coherente. Solo gemía. Mario estaba follándome, despacio y suave pero, tumbados del todo, boca abajo, no conseguía llegar todo lo dentro que a mí me gusta. Así que levanté la cadera, me puse a cuatro patas dejando la cabeza apoyada en la toalla.
Mario también se incorporó lo suficiente como para follarme con más comodidad. Ya no le importaba tener público, su calentura había podido con sus remilgos. Él también suspiraba en mi oído.
Ya no me sorprendía por casi nada, pero lo siguiente lo consiguió. Patricia también se había desinhibido. Se deslizó al lado de mi cuerpo y noté sus finos dedos acariciando mi clítoris y probablemente los huevos de mi novio. Además de sus besos en mi espalda, suaves y tiernos.
No quería poderme nada pero con la cabeza apoyada en la toalla de lado lo único que podía ver eran los bonitos muslos de mi amiga y su xoxito aún cubierto por el tanga. Poniendo el oído su pude darme cuenta de que un momento más tarde ambos se estaban besando.
Las gotas de la saliva de ambos resbalaban hasta mi culo. Mientras yo me corría jadeando y segundos más tarde mi novio me llenaba el xixi de semen. Me derrumbé en la toalla y me puse de medio lado mirándolos divertida. No sabía cuando Patricia había perdido el sujetador
- ¡Por fin! Ya pensaba que tendría que empujarla encima de ti.
- Llevas calentándonos todo el viaje, tenía que pasar. Y sí que es verdad que tu amiga es preciosa. Y veros a las dos en plan rollo bollo sería un sueño para mí.
- Me vais a sacar los colores par de pervertidos. Pero ya te puedo admitir que me gustaría probar esa polla y su comida de coño que me la has puesto por las nubes. Por ahora quiero saborear su jugo.
Y uniendo la acción a la palabra pasó dos dedos por los labios mi vulva, de donde rezumaba la lefa de Mario. Con una increíble cara de lascivia los llevó a su boquita para lamerlos.
Me quedé un poco asombrada pero encantada de que las cosas se hubieran desatado tan rápido. Pensaba que tendría que esperar a la noche en la tienda.
- Vamos al agua un momento para quitarnos la arena de encima. Deberíamos ir a plantar la tienda y el colchón hinchable. Para no tener que dormir en el coche esta noche.
Eché a correr hasta la orilla perseguida por los dos, que me rodearon con sus brazos en cuanto me alcanzaron dentro del agua.
Mario me abrazó buscando mis labios y lengua puede que un poco arrepentido de haber morreado a Paty. Su polla que había perdido dureza después de correrse estaba de vuelta al encierro del bañador. Mi amiga me abrazaba por la espalda clavándome sus durísimas tetas en los omóplatos.
- ¡Que buenos estáis los dos!. ¡Cabrones!. Que ganas os tengo.
Ella aún conservaba el tanga del bikini bien puesto. El mío era el que estaba descolocado por completo esperando más caricias. No tuve que esperar mucho. Pronto noté los deditos de mi amiga acariciando el clítoris y la polla de mi novio bien pegada a mi pubis.
- Ya tenía ganas de notarte, Paty. Hacía mucho que no me acariciabas así.
- Es que tienes novio.
Refrescada por el agua del mar mi excitación volvía a subir muy rápido. Pero era Paty la que necesitaba desahogarse, ella aún no se había corrido. Me giré buscando ansiosa su boca. Abrazándola con fuerza, pegando nuestras tetas y agarrando su amplio culo con las manos.
Le hice un gesto a Mario para que se pusiera detrás de ella. Como él agua me ayudaba a sostenerla la levanté hasta que ella rodeó mi cintura con sus torneados muslos. Mario había recuperado la erección al vernos juntas acariciándonos.
Se puso detrás de ella. Yo la sostenía por las nalgas separándolas para hacer sitio al rabo duro. Hice a un lado el tanguita que le había regalado y clavé un dedo en su ano. Nuestras tetas se rozaban con los pezones duros como piedras. Lamiendo su orejita le pregunté.
- ¿Por donde la quieres? Nena. ¿Por el culito o el coñito?.
- Quiero sentirla en el xixi. Ya tendremos tiempo de todo lo demás. ¿Dejaras que se corra dentro?.
- Pues claro, cielo. Si es lo que quieres tú.
Mario dobló las rodillas lo suficiente como para deslizar su bonita polla entre los labios de mi amiga. Intenté ayudarle levantando el culito y que ella se apoyará más en mí. Buscando mi lengua y ahogando sus gemidos en mi boca.
Ambos estaban tan excitados que no tardaron casi nada en llegar a sus fuertes orgasmos. Paty desmadejada entre mis brazos se recuperaba. Mario Conseguía sostenernos a las dos, llegando a sujetar mi cadera.
- Vamos chicas ya es hora de irnos.
- Tendremos que colocarnos bien los bikinis y tú el bañador.
Contesté con una carcajada. Pero por fin conseguimos separarnos lo suficiente como para vestirnos y volver al coche. Montamos la tienda en el camping, sin ninguna de las divisiones interiores por supuesto.
Teníamos que pasar esas vacaciones muy juntos. Ya veríamos cómo seguir después, al volver a casa. Pero estaba convencida de que los tres nos deseábamos y gustábamos mucho.
...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)