lunes, 26 de julio de 2021
Orgía bisexual
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Se preparaba un evento para gente seleccionada, bisexuales convencidos sin complejos y dispuestos a gozar follando. Así se anunciaba para gente de una escogida lista de correo. Para el evento a celebrar se había elegido un selecto pub liberal de otra provincia.
Cuando entraron en detalles me di cuenta que podía pasármelo muy bien. Ya conocía a la organizadora, una transexual muy activa en el movimiento swinger y que follaba de maravilla. Todo se montó por Internet y wassup.
Lo que se proponía era un cuarto oscuro pero con ciertas condiciones. Entrar de uno en uno para no encontrarse con los demás participantes. Lo que ocurriría dentro quedaría registrado por cámaras de visión nocturna. Seguiríamos sin poder reconocer a los participantes. Era una precaución por si alguien fuera de ese círculo se hacia con las grabaciones. Pero se podría distinguir lo que se estaba haciendo.
Perfectamente depilados y cubiertos de lubricante comestible y con un montón de condones. Ni siquiera sabrías si conoces a alguien allí dentro. Incluso si estas follando con un familiar o amigo, ni su edad, ni siquiera su sexo o nada de su físico hasta que lo tocas, hasta que no sientes su polla o coño o tetas en tu piel.No sabes ni cuanta gente habría allí dentro.
Me decidí a acudir de todas formas y probablemente ya habría follado con algunos de los participantes en anteriores fiestas. Pensaba que no podía llevarme muchas sorpresas.
Así que acudí a la hora que me habían dicho. Me hicieron esperar en una habitación diferente. Luego un chico y una chica únicamente vestidos con unos pequeños tangas me desnudaron con ternura y mimo sin que yo tuviera que hacer nada. Esos dos eran desconocidos y parecían hasta de fuera de la comunidad. Ya había repasado mi depilado antes de acudir, pero ellos volvieron a hacerlo en alguna parte de mi cuerpo con una maquinilla nueva.
Sobre todo mi culo y perineo, con la pierna apoyada en el bonito pecho de la joven el chico guapo con mis nalgas abiertas repasaba mi piel primero con la cuchilla y luego con crema hidratante, para terminar con su lengua. Mi excitación iba subiendo. Ellos mismos me pusieron el primer preservativo de la tarde. Ya me la habían puesto bien dura y tenía que entrar preparado.
Luego me condujeron a la antesala de la oscura habitación donde embadurnaron todo mi cuerpo con lubricante comestible sin dejar ni un centímetro de mi cuerpo, de la planta de los pies al cabello. Mi melena quedó pegada a la nuca cuello, y espalda. Una forma para que nadie pueda reconocer a otra persona por su peinado.
Apagaron la luz de la antesala y me permitieron el acceso al otro cuarto.Casi tropiezo con una gran cama redonda preparada allí. Tanteando con las manos encontré un pie. Solo buscaba hacer gozar ahí que en vez de seguir hacia arriba me agaché y comencé a lamer ese pie desconocido. Pasando la lengua entre los dedos, la planta, el talón, besando y chupando los dedos, subiendo despacio por la pantorrilla, sin prisa, lamiendo la piel recién depilada suave por detrás de la rodilla.
La persona estaba boca abajo, y parecía que ocupada en dar placer a alguien más situado un poco mas lejos con su boca. Así que subí lamiendo la parte trasera del muslo hasta llegar a unas nalgas duras.
Sabía que le estaba gustando pues colaboraba en mis caricias doblando las rodillas y ofreciéndome la mayor cantidad de piel y de culo posible.
Adrede no había tocado entre sus piernas por delante para seguir ignorando si era un hombre o una mujer. Me limité a abrir ese culo y lamerlo con todas las ganas de dar placer que tenía encima.
Clavé la lengua en el ano después de recorrer toda la raja y darle de mordisquitos en los duros mofletes. Después de un buen rato chupando el limpio culo y notando como se abría y relajaba ante mis caricias. Sujeté la cadera levantándola para que se apoyara mas en sus rodillas. Sin mas preámbulo acerqué la polla al apretado culo donde gracias a la abundancia de lubricante se fue abriendo paso con suavidad.
Desde luego no era su primer rodeo pues empujaba despacio hacia atrás para empalarse aún más. Sujetando la cadera follé un rato aquel apretado ano. Notaba como su culo apretaba mi polla como queriendo exprimirla. No quería correrme tan pronto, claro y sintiéndolo la saqué de aquel caliente agujero para limpiarla con toallitas que nos habían dejado en los lugares apropiados.
Aunque apenas hacia falta pues el interior de su ano estaba tan limpio como el mío gracias a las lavativas. A pesar de esas medidas las toallitas no sobraban la higiene era primordial. Puse más lubricante tanto en mi polla como en el agujero que acababa de penetrar.
Volví en busca de la acción y esta vez me encontró a mi, en forma de una mano que acertó con mi antebrazo. Me agarró tirando de mí hasta unos labios que esperaban mi lengua y dientes. La persona estaba tumbada boca arriba en la cama y sujetándome del pecho y del cuello me atrajo a él o ella.
Consiguió guiarme a un lascivo beso con un buen intercambio de salivas y juego de lenguas. Ahora si que busqué saber algo más de quien recorría mi cuerpo con sus manos mientras me besaba con lascivia.
Era un hombre, encontré un pecho plano. Mientras pellizcaba sus pezones con delicadeza bajando por su vientre y acariciando su ombligo llegué a una cabeza. Tenía el cabello tan largo como el mío y estaba comiendo la polla del tío que me besaba, pero de esa tercera persona no sabía nada. .
Este por su parte había encontrado mi polla y huevos que acariciaba fin la mano arrancándome suspiros de placer. Hasta ahora era un festival de nabos y a ninguno de los dos parecía importarnos lo mas mínimo dedicados a darnos placer en uno al otro. Había deslizado la otra mano entre mis muslos hacia la raja del culo y un dedo en el ano.
Parece ser que la persona que le estaba comiendo la polla a mi besucón buscaba más acción. Le dio una lamida rápida a la mía y creo que le gustó. Por que lo siguiente que hizo fue buscar una mejor postura para que lo follara. Su espalda era fina y su cadera poderosa pero seguí sin querer saber el género.
Nadie soltaba una palabra, era una de las condiciones. Lo único que se oía en toda la sala eran gemidos, suspiros y gritos de placer. Y yo colaboraba a ese coro cuando alguien me hacía algo que me gustaba y no tenía la boca muy ocupada en ese momento.
Una mano sujetó mi nabo, no sabía si del chico con quien me besaba o de la persona a la que iba a follar. Así me guiaron la polla al segundo ano de esa tarde. Entró suave y me moví despacio pero hasta el fondo. Deduje que me estaba follando a una chica que seguía mamando de la polla del chico que me besaba.
Entonces noté un par de manos en mi espalda. Alguien nuevo había entrado y buscaba a tientas a los que estábamos dentro. Dos brazos rodearon mi torso y un buen par de pechos se pegaron a mi espalda, esponjosos y firmes. Su cadera se frotaba con mi culo apresando la mano que ya estaba allí.
Una lengua recorría mi cuello y nuca, provocándome escalofríos. Eché una mano atrás agarrando una nalga dura y firme y apretando a su dueña mas a mí. En ese momento noté algo más rozando mis nalgas, fuera quien fuera esa mujer tenía una buena polla entre las piernas.
Rodeó con una pierna una de las mías frotando mi piel con todo su cuerpo. Ella siguió lamiendo mi espalda bajando por ella deslizándose por mis riñones hasta darle un muerdo a una de mis nalgas. Sentí sus manos apoderándose de ellas y abriéndolas despacio mientras su lengua recorría la sensible piel de todo mi culo.
Fue bajando por mi raja hasta clavarse en mi ano, rodeándolo, jugando clavándose lo mas que podía en mi interior. Fui inclinándome sobre el otro hombre recostándolo de espaldas en la cama. Yo iba quedando a cuatro patas sobre él ofreciendo mi culo a la desconocida que empezó a follarme el culo con dos dedos. Lo estaba preparando para clavarme su rabo.
Menos mal que el lubricante seguía trabajando. Tenía que comprar un envase de cinco kilos para mí. Me abrió las nalgas y su glande se fue abriendo paso por mi ano. A la vez yo estaba lamiendo otro glande y toda la polla y huevos. Él fue sujetando sus rodillas para arquear la espalda y dejarme lamer aún más de su cuerpo. Bajar de la huevos al perineo y el ano.
Alguien más, buscando esa polla que yo estaba lamiendo lo apartó de mí y lo sustituyó una chica. Esta vez estaba claro, tenía delante un coño. Yo no podía moverme por que me seguían follando. Así pude cambiarme el condón, mientras ellos se decidian por ver queen de iba a poner ante mí cabeza, en ese momento de confusión.
Pero ella se puso en la misma posición que el chico al que había sustituido. Me puso su xoxito delante de la cara. Así que aproveché y clavé la legua entre los labios, pasándola de abajo arriba en busca del clítoris.
Me dejó comerle un rato y creo que se corrió en mi boca. Pero debía tener dotes de contorsionista. Se deslizó bajo mi cuerpo ayudada por el lubricante del que ambos estábamos bien cubiertos para tener dentro mi polla que no había bajado de dureza ni un segundo.
Cada vez que la transexual empujaba dentro de mi culo yo me clavaba profundo en el coño de la chica. Podía además besarla, lamer su cara, cuello y orejas y recibir idénticas atenciones por su parte.
La oscuridad y el placer hacían que se perdiera el sentido del tiempo. Parecía que llevaba horas con la polla dura. Pero no podía ser, aunque había intentado reservarme y cuando estaba muy cachondo había sacado el nabo de donde lo tuviera y lo había dejado enfriar. Puede que el lubricante llevara alguna sustancia retardante.
El cuerpo que tenía debajo se notaba delgado, fibrado. Como si la chica hiciera mucho ejercicio. Las tetas pequeñas y duras como piedras, los pezones como guijarros de río. El vientre plano como mármol pulido. Los brazos que me rodeaban hasta alcanzar las tetas de la transexual que me follaba a mí como cables de acero. Los músculos de la vulva exprimiendo mi polla. Sus piernas nos rodeaban a la chica con polla y a mí haciendo que esta se pegara aún más a mí cuerpo.
No puedo decir que la chica y yo nos corrieramos a la vez. Pero pareció transcurrir muy poco tiempo entre que noté como su cuerpo vibraba y sus gemidos subían de volumen y mi propio orgasmo. Ya no pude retenerlo más.
Mi polla empezaba a aflojar pero aún me quedaban las manos y la boca con la que dar placer. Esperaba estar a la altura y seguir acariciando, masturbando, besando y lamiendo. Nadie parecía tener queja si buscando encontraba mi rabo en posición de descanso. Esa persona buscaba mis dedos y los conducía a su sexo o culo, o me dejaba recorrer su piel con ellos o mi lengua.
En segundos una polla se interpuso entre nuestros labios que no habían dejado de besarse. Así que la chica y yo estuvimos lamiendo un pene a dúo mientras yo seguía con otro clavado en el ano. Yo me dedicaba a los huevos mientras ella subía por el tronco hasta el glande o viceversa.
Le deje ese rabo a ella cuando la transexual se retiró de mí. Quería probar ese coñito que me había estado follando. Así que fui bajando por ese cuerpo fibrado. Lamiendo sus pechos, las axilas, el vientre hasta colocar la cabeza entre sus esculpidos muslos. Como esperaba hallé una muy húmeda vulva sin un pelo a la que dediqué todas mis atenciones hasta conseguirle un par de nuevos orgasmos.
Otras manos desconocidas y muy amables habiendo palpado mi pubis y conociendo mi estado me habían librado del condón y limpiado mi polla.
La acción se desplazaba de un lado a otro del enorme colchón redondo. Los participantes que agotados por sus corridas abandonaban la sala parecían ser sustituidos por activos nuevos que entraban por la misma puerta que había usado yo. Pero luego todos nos dimos cuenta que solo salian a darse una ducha y refrescarse y volver con energías renovadas a por más sexo.
Nunca había tocado, besado y lamido tanta piel, tetas, culos, pollas y coños en mi vida. Pero en ningún momento supe si eran personas nuevas o repetía con las mismas. Exceptuando a la atleta con la que me volví a cruzar un rato más tarde. Ese culo forjado en acero al que le estuve haciendo un beso negro era inconfundible.
Me pareció reconocer una polla por la forma del glande a la que estuve masturbando un rato más tarde. Pero solo fue una sensación. Mi rabo volvió a endurecerse al cabo de un rato y los demás participantes la buscaron con las mismas ganas que en la anterior erección.
Alguien terminó de ponerla en condiciones con su boca mientras clavaba dos dedos en mi ano y chupaba mis huevos como si nadie le hubiera dejado hacerlo antes. Como solo alcanzaba a acariciar su cabeza tampoco supe su género. Pero de ahí alguien se me sentó encima dándome la espalda y clavándose mi miembro en su culo. Como otro chico se estaba sentando sobre mi cara para que le comiera el culo, huevos y polla tampoco pude identificarlo.
Sabíamos qué en algún momento se encenderían las luces y todos podíamos identificarnos. Si nos había gustado la experiencia repetiríamos pero esta vez con más iluminación.
Viendo me acostumbré a la repentina falta de oscuridad y pude mirar alrededor efectivamente reconocí algunos de los participantes. Amigos y amigas con derecho a roce.
Mi mayor sorpresa fue la chica delgada que reconocía como una atleta famosilla de mi ciudad y de la que nunca hubiera sospechado esas tendencias bisexuales en ella al verla en la cadena local de televisión. Cuando se encendieron las luces estaba haciendo un sesenta y nueve con una follamiga mía.
Todos nos cambiamos los wassup y hemos seguido en contacto. Incluso he estado en algún trio y a solas con la nadadora.
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sábado, 24 de julio de 2021
En un hotel extranjero
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Me apetecía tomarme una copa. Llegaba a mi hotel desde las conferencias de un congreso profesional terriblemente aburrido. Había viajado sola y aún era temprano así que no me apetecía recluirme en mi habitación a ver una televisión que siquiera emitía en mi propio idioma.
Aún con la falda de tubo, la blusa blanca y los stilettos que había llevado todo el día me senté en un taburete junto a la barra y le pedí al camarero mi veneno habitual 43 cola.
Apoyada en el filo del taburete del bar del hotel, las nalgas duras, el muslo de piel blanca ahusado saliendo de una falda de tubo increíblemente ajustada con una raja que me llegaba casi hasta la ingle. La rodilla un poco doblada, la fina pantorrilla llegaba hasta la sandalia con el tacón enganchado en el reposapiés del taburete, el tobillo extendido del todo hasta el perfecto y cuidado pie. Me estaba luciendo, sabía que esa ropa me favorecía.
Perezosamente deje resbalar la vista por todo local disfrutando del ambiente cosmopolita e intentando adivinar la nacionalidad de las personas que me rodeaban. La mayoría bastante más mayores que yo.
Aunque en un discreto rincón una pareja de jovencitos se besaba y acariciaba sin complejos. El resto de la clientela se comportaba con la corrección propia de un hotel de negocios. Me divertía la frescura de los jóvenes y aunque no quería mirarlos no había mucho más en lo que entretenerse.
Desde mi posición distinguía perfectamente sus lenguas intercambiando saliva. Y sus manos recorriendo el cuerpo del otro, sin dejar de acariciarse ni un segundo. Incluso iniciando algún atrevido movimiento bajo la ropa fina, escasa y veraniega. Ella estaba ahogando los gemidos de placer que los atrevidos dedos de su novio le provocaban bajo la reducida falda.
Hasta que llegó ella. Llamaba la atención y las cabezas tanto de hombres como de mujeres se giraban a su paso. Atravesando el vestíbulo y la cafetería.
Su roja melena llameaba alrededor de su bonita cara. El ligero vestido veraniego apenas cubría sus curvas que se deslizaron sinuosas hasta el taburete situado a mi izquierda desde donde se apreciaba mi muslo descubierto por la raja de la falda. Entablar conversación con ella casi fue demasiado fácil. Incluso hablábamos el mismo idioma y no tenía que esforzarme en traducir. Ella estaba de vacaciones en esa ciudad y estaba sola.
Mi primera impresión fue que se trataba de una prostituta en busca de clientes, una de lujo por su belleza y la perfección de sus curvas. Luego resultó que yo le había parecido lo mismo a ella. Los trajeados de alrededor nos miraban asombrados viéndonos reír de bromas tontas que ellos no entendían.
Con mi brazo apoyado en el suyo desnudo acariciando su piel con suavidad. Con su brazo rodeando mi cintura y sus dedos bajando hacia mis nalgas. Acercando mi cabeza a su fino y delicado cuello y casi rozando la orejita con mis labios. Haciéndole confidencias que no había compartido con casi nadie. Me respondía con las suyas muy cerca de mi cara y de mis oídos.
La soledad, la distancia a nuestras casas, la extrañeza de una ciudad nueva, puede que fuera lo que nos unió en primer lugar. Pero aparte de eso nos gustábamos. Nos habíamos atraído como una bombilla y una polilla. Y ella era la luz, una lámpara roja y llamarte.
Le invité a continuar la fiesta en mi habitación con una botella que le pedimos al camarero. Descalzas tumbadas sobre la cama las confidencias fueron subiendo de tono a la vez que los botones de mi blusa iban cayendo y la tela de su falda subía sobre su muslo. No recuerdo cual de las dos fue la primera en admitir el gusto por las chicas. Pero una vez confesado ya no había vuelta atrás, y tampoco prisa.
Lo primero que noté fue su mano acariciando suavemente mi pecho, incluso por encima de la blusa y el sujetador de encaje su roce fue electrizante. La piel que el escote descubría le ofrecía un hueco por donde acceder a mi intimidad y lo aprovechó. Sus dedos cálidos y secos paseaban suaves por las curvas de mis pechos. Pronto se deslizaron bajo el encaje del sujetador para jugar con mis pezones.
Las dos sabíamos donde nos llevaba todo eso. Sin prisa igual que hacía ella dejé descansar una de mis manos en su cadera. Tan arriba había llegado la tela de su falda que pude enredar un dedo en la goma de su tanga jugueteando. Era una prenda coqueta y delicada. Se puso de costado sobre mí. Se lanzó a por mi boca con sus labios abiertos y la lengua fuera buscando la mía. Noté su saliva caliente entrando en mi boca y la saboreé jugando con mi lengua, jugando con ella.
Aproveché para subirla sobre mi cuerpo sujetándola por la cadera a caballito. Mis manos trepaban por sus muslos y me permitió subir hasta su tanga. Hasta el pubis depilado que acariciaba con mi pulgar. Por debajo de la poca tela que aún lo cubría. Busqué mas abajo con ese dedo hasta alcanzar su clítoris. Mientras ella seguía comiéndome la lengua sorbiendo la saliva que yo le daba.
Mi otra mano fue por detrás, a por su culito a por el ano. Entre sus nalgas con el índice acariciando el aro sensible de músculos. No puso ningún impedimento, parecía que le gustaba. Mi dedo abriéndose paso hasta la primera falange. Noté sus dientes en la lengua y luego sus labios mordisqueando los míos.
Tiré del vestido hacia arriba. Necesitaba contemplar su desnudez y como no tenía sujetador la dejé solo con el tanga que ya no la tapaba nada. Los pechos grandes algo caídos con las formas de pera que tanto me atraen. No pude evitar besarlos y lamerlos, morder los pezones que salían duros casi un centímetro.
Ella también quería mi desnudez. Me hizo incorporar lo suficiente como para poder arrancar los botones de mi blusa que saltaron por todas partes y el sujetador lo levantó sin soltarlo. Miro mis pechos claros más pequeños, duros y firmes que los suyos con una sonrisa lasciva. Volví a incorporarme a por sus tetas mientras ella terminaba de sacarme la blusa y el sujetador y desnudaba mi torso al completo.
Apoyada en mis pechos amasándolos volvió a morrearme. Mi mano no paraba de jugar en su culito penetrando el ano con suavidad. Me pellizcaba los pezones mientras su lengua se me metía casi hasta la garganta peleando con la mía por cada gota de saliva que nos intercambiabamos.
La falda tan apretada costó trabajo que saliera. Tuve que levantar el culo del colchón mientras ella tiraba. Pero el tanga casi salió solo. Igual que su vestido que a esas alturas ya no le tapaba nada. Su tanga hacia tiempo que yo había conseguido arrojarlo a un rincón.
Al rato se decidió a empezar a bajar por mi cuerpo. Sus besos erizaron la piel de mi cuello y de mis hombros. Su lengua me hizo cosquillas en las axilas, lo que me hizo reír además del placer que me estaba dando. Se dedicó a chupar mis pezones como si quisiera sacar leche de ellos. Lamía mis pechos y bajaba por mi vientre hasta clavar la sin hueso en mi ombligo.
Se estaba tomando su tiempo para llegar hasta mi depilada vulva. Pero cada caricia hacia hervir mi sangre y arrancaba gemidos de lo más profundo de mi garganta. Por fin sus labios se posaron en los que todas tenemos ahí abajo. Esta vez mi suspiro salió de lo más profundo de mi cuerpo.
Cuando su lengua me acarició el clítoris me llegó el orgasmo de forma irreprimible. Pero ella no la separó de mi xoxito y buscó sedienta cada gota de mis jugos que se derramaron en ese momento.
Una vez conseguido que me corriera como una loca, lógicamente, ella quería que le devolviera el favor. Lo que por otra parte estaba deseando hacer. Pero como está vez tenía más prisa dejamos las virguerias para más tarde. Cuando quise darme cuenta la tenía sentada encima de mi cara. Con acceso directo a su coñito que ya chorreaba solo y abriendo sus firmes nalgas con mis manos a su ano.
Su vulva sabía a gloria y el culo parecía recién lavado. Me esmeré en devolverle el placer que ella me había dado saboreándola. Desplazaba la lengua del clítoris al ano, clavándola en su vulva y lamiendo todo lo que alcanzaba. Con las manos amasaba su culo manteniendo separadas las nalgas.
Estaba tan excitada como yo. No me costó mucho conseguir su primer orgasmo y saborearlo entero. En ese momento ella se derrumbó sobre mí. La postura era un sesenta y nueve. Teniendo su cabecita pelirroja entre mis muslos volvió a buscar mi xoxito. Yo no paré, seguí lamiendo su coño parando solo para gemir y suspirar al notar las caricia de su lengua y labios.
No conté las veces que corrí ni sus orgasmos pero he de decir que ella era fantástica usando la lengua y los dedos. Hablando de estos últimos estaba deseando probar los de sus pies. Es uno de mis fetiches. Y parece que a ella le encantó como se los chupaba y lamía la planta y el empeine.
Las dos noches que duró el congreso ella las pasó en mi habitación. Y en cuanto las conferencias me dejaban un rato libre quedaba con ella. Al fin ella continuó viaje y yo volví a mi casa.
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jueves, 22 de julio de 2021
Mi novia divorciada y su hijo
Llevo veintitantos años buscando a la persona que sea compatible con mi forma de ver el sexo. Nunca la encontré, por lo menos alguien con quien me planteara casarme. Como se puede suponer con mas de cuarenta estoy soltero. Ya por no hablar de tener descendencia o formar una familia.
Me gusta el sexo lascivo, morboso, lujurioso, húmedo. Pero de quedarse muy cortos en ese aspecto en mi juventud, ahora la gente se pasa quince pueblos. Como si estuviéramos en el s. XVII y todavía hubiera esclavitud, a todo el mundo le ha dado por la sumisión y el sado. Y a mí cuando me sacan una fusta o un látigo o me defiendo o salgo corriendo, según quieran usarlo conmigo o que yo les dé con él.
He tenido relaciones, mas o menos largas, pero en la mayoría las mujeres con un misionero y darse la vuelta a dormir tenían bastante. Eso cuando no eran de mírame y no me toques. Tan perfectas que se derretirían si les pones un dedo encima. En general chicas menos agraciadas físicamente estaban mas dispuestas al tipo de sexo que a mi me gusta, pero tampoco he conseguido amoldarme a ellas a veces por que solo lo hacían por complacerme y que no las dejara. Y otras por que no tenían bastante conmigo y eran ellas las que me dejaban a mí en busca de mas cantidad de pollas o de fustas.
Esta claro que lo mío es quedarme muy corto o pasarme de largo.
También he estado con prostitutas, pero ni siquiera la mayoría de ellas tenían la imaginación que yo buscaba. Solo hacían una mamada lo mas sencilla posible, se tumbaban o ponían a cuatro patas y gemían esperando que me corriera lo más pronto posible. Y cuando tenían ese punto de morbo, de lascivia procuraba repetir con ellas hasta que las perdía de vista. Al fin y al cabo ninguna de ellas buscaba ningún tipo de relación.
Algunas de ellas eran transexuales. Las buscaba adrede, ya he dicho que me gusta el sexo lascivo así que ver una polla en un cuerpo de mujer me ponía muy caliente. Pero nunca llegué a conocer a ninguna travesti que no fuera puta. Si hubiera encontrado una chica con polla y nos hubiéramos conocido sin tener que pagar por sus favores igual ahora seguiría con ella. Pero no ocurrió. O conocerla pagando y que luego ella hubiera querido otro tipo de relación conmigo. Nunca llegó a cuajar.
Con chicos u hombres no conseguí tener ninguna relación completa, me refiero a duradera, pero si muchos escarceos. No he llegado a considerarme bisexual, lo más hétero curioso. No por que no lo deseara sino por que me pasaba algo parecido a lo que ocurría con las chicas. Algunos lo único que buscan en otro hombre es la polla ignorando el resto del cuerpo y los que buscaban más... no tenían suficiente conmigo. Igual también querían fustas que yo no estaba dispuesto a aceptar.
Pero sí era lo suficientemente curioso como para no echarme atrás si en alguna de las visitas a pubs de ambiente. Si encontraba un chico o un hombre con el que me apeteciera tener sexo o algo más. Y si esa sensación era mutua por supuesto. Así conseguía algo de sexo, buen sexo, mamadas geniales y bastantes veces conseguía follar culos. De hecho la primera vez que lo hice fue con un chico y no con una chica. Debían verme muy heterosexual y activo cuando visitaba esos clubs. Aunque yo me hubiera atrevido a más, a experimentar con mi propio ano, nadie llegó a pedírmelo.
Y todo eso, esa larga explicación, para llegar a la situación actual. He buscado en aplicaciones de citas y paginas de contactos, curioseando mas bien. Tampoco eso parecía una buena solución. La media busca una pareja para toda la vida y su forma de ver el sexo es muy tradicional. O todo lo contrario, la otra mitad se pasa un montón, buscando cuero, ataduras, dolor, sumisión, scat, zoo cosas que no me excitan o me repelen directamente. En el medio está la virtud.
Llevaba una temporada pajeándome con videos y relatos y alguna visita ocasional a un club que bastaba para apaciguar mi lívido. Seguía sin encontrar esa prostituta ideal, viciosa y lasciva de la que ser cliente fijo.
Por fin creí encontrar lo que he estado buscando, es una mujer, la ex esposa de un antiguo compañero de trabajo. Nos reencontramos años después de que nos presentaran en una comida de empresa y congeniamos enseguida. En el reencuentro ella me dijo que se había divorciado. Como hacía tiempo que no veía a su marido no me dio cargo de conciencia invitarla a cenar.
Cristina es de mi edad, voluptuosa, le sobra algún kilo, bien repartido, pero para nada gorda lo que le deja un buen escote, es decir un par de tetas de buen tamaño, por no decir enormes. Tiene una cadera ancha y un culo precioso duro y grande. Una larga melena negra como el ala de un cuervo que casi le tapa las nalgas cuando la lleva suelta y unos ojos azules que podrían ser del color del cielo si el cielo tuviera un color tan bonito.
Pero lo mejor no es su físico que ya de por sí es espectacular, sino su lascivia, su forma de ver el sexo. Sus ganas de disfrutar con todo, su piel y cuerpo y hacerme disfrutar a mí. Nuestra relación pronto profundizó en cuanto descubrimos las cosas que nos gustaban a ambos.
Ya en la primera cita, juguetona me enseñó uno de sus pezones en un descuido del camarero. Mojó un dedo en la copa de vino y estuvo jugando con la aureola hasta que lo puso bien duro. Yo alucinaba pero me encantaba esa lascivia y sacaba la lengua como si estuviera lamiéndolo. Estuvimos en esos juegos hasta que regresaba el camarero y tenía que esconder la teta para no provocar al tío equivocado.
La primera vez que me arrodillé entre sus muslos y se corrió en mi boca, tiró de mí para que la besara con su sabor en mis labios. Cualquier otra chica con la que antes había intentado eso había retirado la cara sin dejarme sus labios, aduciendo que ella no era lesbiana. Cristina en cambio buscó en mi boca con su lengua cada resto de sus jugos y mi saliva.
Lo mismo ocurrió cuando fue al contrario y mi lefa en su boca terminó en un lujurioso beso en el que nuestras lenguas jugaban con el líquido. A la segunda vez que le comía el coño ya pasaba la legua por su ano y ella se retorcía de placer pidiendo que le clavara la lengua y los dedos por detrás. Y poco mas tarde con la polla, como ya había practicado ese ejercicio con chicos estaba bastante seguro de mí mismo. De que podía dilatarla y ella me confirmó que la hice disfrutar, que no le dolió nada.
Y más me impresionó cuando sin ninguna muestra de asco ella empezó a hacérmelo a mi. Cuando ella me clavaba la lengua en el ano yo deseaba más, tan excitado me ponía y ella me follaba con sus dedos sin ningún rechazo. La polla se me ponía como una piedra al sentir cómo a cuatro patas ella me follaba el culo y me chupaba los huevos a la vez. Al final me corría como nunca antes regando su cara con mi lefa. Luego la besaba recogiendo mi semen con la lengua y lo llevaba hasta su boca donde lo compartíamos en besos lujuriosos.
No había parte de nuestros cuerpos de la que no disfrutáramos, que no acariciáramos o lamiéramos. Me encanta lamer los cuidados deditos de sus pies y ella chupa los dedos gordos de los míos mirándome a los ojos con lascivia como cuando lo hacía con mi polla. Lamer sus axilas haciéndole cosquillas y esperando el momento en que ella me lo hacía a mí.
Nos encanta jugar con lencería y disfraces, follar con ropa sexi le da un punto de morbo al sexo.
Incluso nos hemos planteado hacer algún trio, los dos tenemos ese puntillo bisex que nos haría disfrutar con una tercera persona de cualquier género, pero si hemos tardado mas de veinte años en encontrar una persona con la que estar a gusto haciendo el amor ¿vamos a tardar otros veinte en encontrar una tercera?.
A veces hacemos algo de exhibicionismo. Este verano hemos salido a playas nudistas y nos hemos lucido en pelota picada ante desconocidos. Desconocidos que se limitaban a mirar, pero no nos entraban. O estando en un bar deslizar mi mano entre sus muslos bajo la falda y descubrir que no se había puesto tanga, mis dedos húmedos de sus flujos acariciando su clítoris en medio de la gente. Procurando que nadie se dé cuenta pero al sacar la mano de tan caliente nido lamer mi dedo... o dárselo a lamer a ella que lo hacía poniendo cara de vicio.
Todo eso solía terminar en mi piso por que allí estábamos solos y podíamos dar rienda suelta a nuestra pasión sin molestar a nadie. Ella vivía con su hijo, Marcos. Un chaval majo de diez y ocho años. Un desliz de juventud anterior a su matrimonio con mi ex compañero de trabajo y probable causa de su divorcio. Me lo había presentado, habíamos cenado juntos y hecho juntos los tres alguna excursión en mi coche. Me llevó bien con él.
Es guapo como solo se puede ser a esa edad delgado y muy muy sexi. Moreno y con los mismos ojos arrebatadores de su madre. Nos caiamos bien. Si en mi época de experimentación hubiera encontrado un chico como él me hubiera convertido en gay y me lo hubiera comido enterito. Lo hubiera chupado enterito como el caramelito que era.
Pero estaba con su madre. Hubiera quedado muy mal si hubiera intentado ligármelo. Y más sin saber si le gustan los hombres. Incluso sabiendo que su madre es tan pervertida como yo. Puede que incluso más que yo y pronto descubriría cuanto qq.
Una noche habíamos salido a cenar, luego unas copas. No se había puesto sujetador bajo la camiseta, lo que le empezó a marcar los pezones en cuanto me rozó la polla. Yo apenas podía separar las manos de sus pechos en cuanto pensaba que nadie nos miraba. Pellizcaba sus pezones y los ponía aun mas duros. Ni tanga bajo la falda, lo que me permitió hacer alguna travesura entre sus húmedos labios a lo largo de la tarde.
Besaba y lamía su fino cuello lamiendo su piel suave, apartando la melena. El calentón que nos estábamos pillando era importante y dio la casualidad de que su piso estaba mas cerca. En el ascensor conseguí levantar su camiseta y comerle las tetas que tanto me gustaban. Sus manos la sostenían bajo su cuello para dejarme hacerlo. Se la bajó cuando llegamos a su planta sólo para quitársela del todo en cuanto pasamos la puerta de su casa.
No habíamos pensado nada sobre donde estaría Marcos, se nos había olvidado por completo en el arrebato de pasión. Morreándonos con lascivia y mucha saliva junto a la puerta de entrada. Con mis manos perdidas en su busto empezamos a oír ruidos dentro de la casa. No podía ser nadie mas que su hijo pero a esas horas ¿que hacia despierto?. ¿Jugando videojuegos? ¿Viendo una película? O la película era porno o el chico tenía compañía a juzgar por los suspiros y gemidos que salían de la habitación.
Me puso un dedo en los labios para que no hiciera ruido, lo que aproveché para besarlos a lo que ella respondió con una sonrisa traviesa.
Me imaginaba lo que pretendía y no estaba seguro de que invadir la intimidad del chaval fuera buena idea. Pero al fin y al cabo ella era su madre.
El chico pensando que Cristina se quedaría a dormir conmigo había decidido traer invitados. Ella me cogió de la mano y silenciosamente recorrimos el pasillo con rumbo a la puerta semi abierta. No tenia mucha luz pero con la que había bastaba para ver el interior de la estancia.
A Marcos un joven con un cuerpo tan bonito como el suyo le estaba haciendo un beso negro de antología. A juzgar por sus gemidos tenía que ser tan bueno como los que me hacía su madre a mí. Sentada contra el cabecero de su cama una joven rubia de su misma edad y bastante guapa los miraba con cara de vicio mientras se hacia un dedo.
Mas de veinte años buscando una persona como yo y parece que había encontrado dos, puede que cuatro si contaba a los amigos desnudos de Marcos.
Según lo que ahora pensara hacer su madre. En principio estaba mirando el bello espectáculo tras la puerta semiabierta con los ojos como platos y una mano entre sus muslos, con la falda recogida hasta el poderoso culo y la otra mano agarrada a mi durísima polla. Por encima de su melena yo también podía verlo todo, lo que me estaba llevando al borde de la corrida allí mismo en el pasillo.
Al tenerlo bien abierto y lubricado el amigo empujó un poco a Marcos para situar su cabeza entre los torneados muslos de la rubia para que le hiciera con la lengua lo que ella se estaba haciendo con sus dedos. A la vez él se incorporaba y de rodillas entre las piernas del que ya consideraba mi hijastro arrimaba su durísima polla al ensalivado ano y empezaba a follárselo.
Pensábamos que no se habían percatado de los mirones que tenían completamente excitados pero la joven levantó la vista y nos vio a través de la rendija de la puerta. Al principio tuvo un leve sobresalto pero enseguida se dio cuenta del estado en que nos encontrábamos y nos sonrió pícara sin que ninguno de los chicos se fijara en la situación completa.
Empezó a acariciarse los pechos y pellizcar suave sus pezones en nuestro honor. Por la cara que tenía no debía hacerle falta mucha más excitación. Marcos debía estar esforzándose con la legua en su coñito.
Devolviendole la sonrisa y tirándole un beso con los dedos cerramos con cuidado la puerta y nos fuimos al dormitorio de Cristina donde dimos rienda suelta a nuestra pasión. Nuestros gemidos empezaron a rivalizar con los del hermoso trío. Gracias al delgado muro nos oíamos perfectamente de un dormitorio al otro.
Sus gemidos pararon un momento que debido al susto, pero la rubia debió explicarles la situación y al rato una explosión de nuevos suspiros hizo coro a los nuestros. Marcos también tuvo que contar a sus amigos que nosotros éramos bastante fogosos.
Terminamos de desnudarnos el uno al otro, ella con la sensualidad que le caracteriza y yo con algo más de prisa por tener su cuerpo al alcance de mi boca. En un momento besaba sus generosos pechos y mordisqueaba con mucho cuidado sus oscuros y grandes pezones.
Ella no perdió mucho más tiempo y ya tenía cogida mi polla en cuanto se libró de mis pantalones y tanga de chico. Me la acariciaba suave para que no me corriera enseguida y poniendo una de sus manitas en mi pecho me empujó hacia la cama. La veía las intenciones, quería cabalgarme.
Pero como esperaba algo me tumbó de forma que ella podía ver la puerta de la habitación en vez de darle la espalda. Así quedamos atravesados en la ancha cama. Primero se acuclilló sobre mi cara. Era claro para que le comiera la vulva y el ano. Así quería sus primeros orgasmos en la cama. Alguno me llevaba de ventaja durante la tarde por la calle. Como había salido sin tanga yo había podido acariciar su clítoris sin estorbos cada vez que no nos miraba nadie.
Mientras ella subía la cadera sobre mi pubis y se dejaba caer despacio clavándose mi polla en el coñito. No le quitaba ojo a la puerta esperando de un momento a otro tener espectadores. Me daba la espalda para vigilar la entrada. Se movía despacio con mis manos pegada a sus poderosas nalgas, quería hacerlo largo, que durara.
Efectivamente poco después se dejaron de oír ruidos en la habitación de al lado. No se preocuparon mucho de disimular sus pasos por el pasillo. Unos segundos más tarde los tres se asomaban a nuestra puerta. Seguían desnudos y muy pegados para no perderse ni un detalle.
Su madre levantaba los brazos y los cruzaba detrás de la cabeza. Eso levantaba sus pechos ya bonitos de por sí y descubría sus suaves axilas buen depiladas. Seguía moviendo la cadera follándose con mi polla. Nos mirábamos los unos a los otros con caras de vicio.
Cristina les hizo un gesto para que se acercaran a nosotros. Excitados y curiosos vinieron muy cerca para no perderse detalle. Mientras la rubita se colocaba entre nuestros muslos y acercaba la cara a museos pubis unidos. Tanto que llegó a rozar con la lengua mis huevos y el clítoris de Cristina. Un calambrazo recorrió mi columna de los testículos a la base del cráneo.
Los chicos en cambio se pusieron a nuestros costados lo que me permitió a mí acariciar sus pollas. Habían llegado en reposo pero apenas tardaron nada en ponerse firmes entre el espectáculo y mis caricias. Tiré con suavidad de ellas hacia mi cara para poder lamerlas. Mientras ellos se besaban yo alternaba cada rabo dentro de mi boca.
Ya estábamos todos juntos, desnudos y revueltos y no sabía si alguna mente perversa había conspirado para llegar a ese resultado. Por mí perfecto. Cristina se bajó de mí para dejarle el sitio a la joven. Mientras se besaban la chica se fue clavando mi polla. Ella reclamó las atenciones de los dos chicos que a nuestro lado empezaron a acariciarla.
Al alcance de mi mano mi amante a cuatro patas recibía en el culo el nabo del amigo de su hijo a la vez que ella le dedicaba a este una de sus magistrales mamadas. Yo tenía en una mano una de sus tetas y en la otra una de las de la rubia. Había manos por todas partes acariciando y procurando más excitación a los demás.
Marcos se inclinó lo suficiente como para besarme. Su lengua juguetona recorría mi boca cruzándose con la mía en nuestro primer beso. Estaba convencido que no sería el último. Su amiga se apoyaba en mi pecho pellizcando mis pezones o le acariciaba la espalda al hijo de Cristina.
Todos seguimos hasta corrernos tal y como estábamos. Los gemidos, suspiros y más de un grito llenaban la habitación. No hacía falta que nadie hablara, las explicaciones llegarían luego. Era el momento de gozar. según nos íbamos corriendo caiamos en la cama mezclados sin dejar de besar o acariciar lo que tuviéramos más cerca.
Cristina y la chica se buscaron para seguir besándose y dándose dedo en sus coñitos. Y Marcos le hacia un magnífico beso negro a su madre recogiendo el semen de su amigo que salía de su ano.
-¿Os quedaréis a dormir?
Y esa fue la primera de muchas noches que se quedaron a dormir. Y yo tampoco volví a mi piso más que para recoger algunas cosas.
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Salida
Me hubiera encantado afanar uno de esos carteles que en los edificios indican la "salida" y colgarlo sobre la cabecera de mi cama. Pero uno bien grande en verde fosforito y de los que brillan en la oscuridad.
¡De esta me gano el cartel!
He tenido experiencias, tanto con chicos como con chicas y la verdad es que a mis diez y nueve años me encanta el sexo. Me llamo Sonia y adoro el placer de unas manos y una lengua recorriendo mi piel aunque a temporadas, por suerte no muy largas, tengan que ser mis propios dedos los que me den placer.
Me gusta vestir sexi, faldas y pantalones muy cortos y ajustados, tops pegados y con grandes escotes. He hecho el amor con chicos y chicas, cuerpos y pieles calientes, gente con la que disfrutar sean como sean. No me considero ninfómana solo por que soy capaz de concentrarme en otras cosas cuando lo considero necesario.
Estaba echándole un vistazo a algunas de mis webs de citas preferidas. Una tarde aburrida con el móvil, pasando fotos de desconocidos, desconocidas y algunas bellezas a medio camino, transexuales con poca o ninguna ropa. Mi mano ociosa se deslizó por debajo de mis shorts de lycra, muy ajustados, muy muy cortos y muy cómodos para estar en casa, en busca de mi pubis depilado. La caricia era suave, dulce sin prisa humedeciéndome a un ritmo lento.
Mojando un tanga tan pequeño que apenas cubría los labios y el monte de Venus. Por mí estaría desnuda del todo, pero no sé por qué aún me daba algo de vergüenza estar completamente en bolas delante de mis padres, aunque nunca llevaba mucha ropa ante ellos. Pasé a la sección de parejas en mi ciudad.
Un respingo sacudió mi cuerpo. Conocía esa habitación, la cama, el edredón, hasta el estucado de las paredes y ese cuadro al fondo. Era imposible pero ahí en la pantalla estaba la habitación de mis padres. Tuve que levantarme de la cama y encender el ordenador para comprobar los detalles en una pantalla más grande.
Detalle por detalle, cada mueble reflejado en el enorme espejo que ocupaba las puertas del armario empotrado. Allí en el medio de pie sobre la cama una impresionante morena. El móvil con el que se había hecho la foto tapaba su rostro de forma estratégica. Su cuerpazo voluptuoso enfundado en un body de encaje muy escaso que desnudaba su cadera y le dejaba un impresionante escote entre sus pechos talla cien. Una milf perfecta. Y yo sabía su talla por que había curioseado en sus cajones sus sujetadores.
En la siguiente foto la morena con la cara pixelada vuelta hacia la cámara aparecía a cuatro patas luciendo su culazo en el tanga que la prenda dejaba. Aumenté el tamaño de la imagen en pantalla hasta poder ver una marca de nacimiento que mi progenitora tenía en la parte alta del muslo. Eso lo había visto muchas veces cuando Sara llevaba bañadores y bikinis en la playa o la piscina.
¡Joder!, sabía que mi madre estaba buena con su tripita plana y su figura de reloj de arena pero en aquellas imágenes posaba completamente lasciva. Una foto más acostada boca abajo en la que su culazo se apreciaba de maravilla. Viendo todo eso no me quedó mas remedio que reanudar la paja que había interrumpido por el sobresalto.
¡Un momento! ¿De dónde demonios había sacado Sara ese body?, no recordaba haber visto prenda tan provocativa entre su lencería y mira que la había revisado veces. ¡Será cabrona! Como una exhalación me lancé a mi propio cajón y allí estaba bien doblado y recién lavado pues yo me lo había puesto el fin de semana anterior.
¡Si a esa zorra le quedaba mejor que a mí! su cuerpo mas voluptuoso lo llevaba mejor. Sus tetas dos tallas mayores que las mías quedaban preciosas, mas de la mitad asomaba por el escote. Y su culo se veía espectacular enmarcado en el encaje. Me lo iba a dar de sí.
Una foto más donde se había sacado las tetas por el escote en uve y juntándolas las amasaba con sus manos mostrando el pezón grande y oscuro entre sus dedos, ni se había quitado la alianza. Y yo me sorprendí a mi misma terminando de hacerme el dedo ante las fotos de mi querida mami y llegando a un fantástico orgasmo. Sacándome el short para dejarlo colgado de una sola de mis rodillas.
Chorreando ante la pantalla de mi ordenador, mojando mi escaso tanga. Acariciando mi clítoris, llevando el dedo a la lengua para saborearme. Frotando los labios de la vulva con dos dedos y luego penetrándome con ellos hasta correrme.
Las imágenes iban acompañadas de un sencillo texto donde explicaba que buscaba una chica para ella y para su marido. Una chica bisex con la que follar y que ofrecerle a él como regalo de aniversario.
Todo ello era un shock para mí, por una parte me sorprendía esa actitud en mis padres que nunca se habían mostrado demasiado liberales ante mí.
Tampoco es que fueran muy retrógrados, solo parecía que el sexo no les importaba mucho, vaya eso solo eran apariencias. Ni pensaba que a mi madre le fuesen las chicas hasta ese momento. Nunca la había visto mirar a otra mujer de forma lasciva o soltar un comentario sobre el físico de alguna fémina.
Quizá sólo querían experimentar, y nunca habían hecho nada así, no lo sabia. Por otro lado me ofendía que buscasen fuera lo que ya tenían en casa y no se habían dado cuenta, una jovencita morbosa encantada de cumplir con todas sus fantasías licenciosas.
Quizá fuera por mi causa, por mi actitud desinhibida y por la escasez de mis atuendos con los que me paseaba por casa y para salir, provocativa, por lo que habían decidido ampliar horizontes. Puede que fuera yo la que les había empujado a tener esas fantasías.
Visto que ellos ya estaban abiertos a esas posibilidades era yo la encargada de que las cumplieran conmigo. No me daría ningún reparo. Es más me ponía como una moto al pensar en compartir su cama. Solo de pensar en tener a mi padre follando mi coñito mientras yo lamía el de mi madre me excitaba a punto del orgasmo.
Dudaba si contactar por la página o provocarles aún más en casa hasta que no pudieran aguantar más y se lanzaran sobre mi caliente cuerpo. Pensaba en algo así como ir en top less directamente o con un tanga que dejara el culo al aire para estar con ellos.
Me decidí por una estrategia mixta y hacer las dos cosas. Después de marcar su anuncio como uno de mis favoritos para meditar un poco mas en la respuesta que le daría. Empecé a seleccionar entre mi ropa lo que dejaría de usar por casa para lucir más de mí piel.
Mientras hacía eso podía pensar en una buena respuesta a su anuncio. Empezar con algo neutro cómo si no me hubiera dado cuenta de que eran ellos. No saltar a la yugular y asustarlos.
Cómo hacía calor la parte de casa no fue difícil. La primera vez que salí de mi cuarto sin camiseta y me puse a ver la tele con ellos con las tetas al aire a mi padre casi se le desencaja la mandíbula.
- Nena ¡ponte algo encima, por favor!
-¡Pero si hace mucho calor! Tú no llevas camiseta y no te decimos nada.
- Pero yo soy un hombre y no tengo tetas.
- ¡Si que tienes y pezones y todo!
Tuvo que mediar mi madre en la disputa que iba medio en serio, medio en broma.
- Tú, deja a la niña en paz. Y tú, intenta no levantar pasiones ¡hija!
El tono de mi madre tampoco iba muy en serio, y además me estaba mirando los pechos descarada. Así que me salí con la mía y me pasé toda la tarde con las tetas al aire. Solo tapada con el short de lycra. Un par de horas más tarde mi madre se animó a imitarme enseñándonos a los dos sus preciosos melones. Era la primera vez que se las veía al natural de frente y tan cerca.
Alguna vez había tenido un vistazo fugaz mientras se cambiaba y las había visto en las fotos de la web. Me di cuenta que ya tenia una aliada en mi propio campo. Acalló las propuestas de mi padre con un:
- Como si no me las hubieras visto y tocado nunca.
Al día siguiente cambié el orden de las prendas. Me puse camiseta, reducida y sin sujetador debajo, eso si. Pero de cintura para abajo lo único que llevaba era un reducido tanga rojo que dejaría ver el vello de mi pubis si me hubiera dejado alguno. Al verme así mi padre estuvo a punto de la apoplejía. Si el día antes ya le salía humo por las orejas, esa tarde al verme el culo desnudo la sangre se le fue directamente al sitio que yo pretendía.
Sara volvió a apoyarme aunque no le hizo falta insistir mucho. Cuando volvió de la cocina otra vez con las tetas al aire Mario se quedó sin argumentos. Yo me pegué al cuerpazo de mi madre y le di un largo, húmedo y cariñoso beso en la mejilla. Haciéndole notar la dureza de mis tetas en su brazo.
Para entonces ya tenía pensado lo que les iba a escribir por la página web. Me haría la despistada. Presentándome como una jovencita a la que había llamado la atención su anuncio y sus fotos. Al principio solo un mensaje de texto.
Por las fotos publicadas en mi perfil no me reconocerían. No las había hecho en casa sino en la playa y con un bikini prestado por una amiga muy muy pequeño que mi madre nunca había visto o lavado. Lógicamente mi amiga me había dejado el reducido bañador y no solo eso. Me había hecho las fotos en las que enseñaba las tetas y el coñito apartando la tela. Yo le hice a ella algunas fotos del mismo estilo Y luego lo habíamos pasado muy bien juntas.
- He visto tus fotos y me has parecido muy morbosa y guapa. Soy bisexual y me gustaría conocer a una pareja interesante.
Envíe el mensaje y ese mismo día ya tuve la notificación de que Sara, suponía, había visitado mi perfil. Pero no contestó hasta que mi padre volvió por la tarde del trabajo y pudieron hablar tranquilos un rato más tarde. Eso me confirmó que no era cosa solo de mi madre, que los dos estaban en el ajo. Su respuesta me animó aún más.
- Nos has parecido una chica muy sexi estaríamos encantados de conocerte mejor.
Bueno, ahora tenía que subir las apuestas. Al día siguiente cuando mis padres estaban desayunando en la cocina salí de la ducha con la única indumentaria de una toalla atada en la cabeza recogiendo mi melena. Meneando las tetas y la cadera, orgullosa de mi xoxito depilado fui a recoger mi taza de café.
Mi madre llevaba como única vestimenta un sencillo tanga de algodón que no le tapaba prácticamente más que los labios de la vulva. Mi padre un ajustado bóxer de lycra que empezó a abultar según yo me paseaba del frigorífico a la mesa.
Era sábado y ninguno de los dos trabajaba. Mi exhibición descarada les había dejado sin palabras aunque ellos no llevaban mucha ropa encima. Al final fue Sara la que saltó pero después de un buen rato recreándose en mi desnudez.
-¿No piensas ponerte nada encima?
- Hace mucho calor. Luego me pondré algo fresquito.
Esa semana le había vuelto a pedir prestado el bikini de las fotos a la amiga que me las había hecho. Mi amiga había pedido su precio por el préstamo que pagué encantada, nos montamos un sesenta y nueve sobre su cama.
Volviendo a la mañana con mis padres me divertí torturando un rato más a Mario paseando el culito delante de sus ojos y de vez en cuando arrimándolo a su polla o a su cuerpo. O inclinándome sin doblar las rodillas les dejaba ver los labios de mi vulva. Sabía que ambos me miraban y me exponía más separando los muslos sentada a un lado de la mesa de la cocina.
Cuando terminé el café pensé que era hora de terminar con la broma y ver si ellos eran capaces de reconocer el bikini. Solté la toalla y deje la melena suelta caer por mi torneada espalda. Meneando el culo me fui para la habitación a ponerme la diminuta prenda. Por el pasillo les oía.
- ¿No se ha vuelto muy descarada la nena?
- Déjala, es joven y tiene que disfrutar. Nosotros lo hacíamos a su edad o ya no te acuerdas.
- Claro que me acuerdo y por eso esta ella aquí. Por lo bien que lo pasábamos juntos.
- Creo que ella tiene más cabeza que nosotros. He visto los condones en su cajón.
- Eso espero por que con lo buena que está se la tienen que comer viva. Espero que nos haga abuelos a nuestra edad.
- ¡Así que tu también te has fijado!.
- Como para no fijarse si nos lo ha enseñado todo. Y suéltame la polla que como salga se va a dar cuenta que la tengo empinada.
- Pues claro que se va a dar cuenta si es ella quien te la ha puesto como un leño. ¿ No te gustaría que la que contestara al anuncio fuera como ella?.
- Por lo que hemos visto se le parece mucho pero creo que la nuestra es más guapa. Como para que no se me ponga dura si me ha pegado el culo al nabo varías veces. Y tú tienes el xoxito empapado cielo. Ese tanga está bien mojado.
Los oía desde mi cuarto pues había tenido la precaución de dejar la puerta abierta. Mientras me ponía el bikini y buscaba en el cajón el body de encaje para mi madre. Este lo llevaría en la mano pero oculto tras la espalda. Aunque hice ruido al caminar por el pasillo casi les pillo juntos metiéndose mano. Tan ocupados estaban. De un bote se separaron justo cuando yo atravesaba la puerta de la cocina. Me quedé en el quicio sacando pecho y con las manos juntas detrás de la espalda.
Solo tardaron un segundo en reconocerme. A Mario se le desencajó la mandíbula mientras su polla que era lo que yo estaba mirando daba un bote bajo su pegado bóxer. Sara me miraba con una increíble cara de vicio.
- Bueno parece que ya habéis caído. ¿Os gusta la chica que habéis conocido en la página web?
- Cielo ya sabrás que nos preces preciosa, pero ¿como vamos a hacer esa barbaridad?
Mario como siempre intentando poner un poco de cordura y cortando la diversión. Le lancé el body a Sara que lo recogió sobresaltada. Reconociendolo de inmediato con una lasciva sonrisa. Sin mediar más palabra por su parte se sacó el tanga que tenía puesto. Tan sensual como siempre empezó a ponerse la prenda que yo le había llevado. Al vivo le quedaba mejor que en las fotos.
Pero mimosa me senté sobre los muslos de mi papi. Rodeé su cuello con mis brazos y empecé a darle besitos en su carrillo subiendo despacio hacia su oreja. Mi culo desnudo desnudo por el mínimo tanga estaba muy cerca de su durísima polla.
Mi madre una vez que había admitido que no le disgustaba la idea poniéndose mi body me había dejado a mi suerte. Igual debía haber empezado con ella a solas y luego entre las dos intentar convencer a mi padre. Pero ya no podía echarme atrás. Al llegar a la oreja de Mario la besaba y lamía mientras le decía.
- ¿Para qué vas a buscar fuera lo que ya tienes en casa? ¿Quién te, os va a querer más que yo?
- pero si te doblamos la edad. ¿Como te vas a fijar en nosotros?
Poco a poco se rendía, ya no decía que era mi padre. Mientras le pasaba mi teta apenas cubierta por el pequeño sujetador por su torso poderoso. Frotándome descarada con su cuerpo.
- Vosotros estáis muy buenos, cualquiera de mis amigas o chicas o chicos de mi edad follaría con vosotros. ¿Y no era eso lo que pedíais por Internet?
- Bueno si, pero teníamos pensado alguien más mayor. De unos treinta o algo así.
-¿Y no es mejor lo que tienes encima? papi.
Por fin puso sus manos sobre mi piel. Echó mano a mi culito y se rindió a la evidencia. La otra mano acariciaba mi muslo con ternura y cariño.
-¿Seguro que tú lo quieres? cielo
- Nunca había estado tan convencida en mi vida.
Echó una mirada por encima de mi hombro a mi madre que le sonrió para darle ánimos. La mano del muslo subió a mis tetas que dejó al descubierto apartando las copas del sujetador. Pellizcó con suavidad mis pezones mientras su boca ya liberada de complejos buscaba la mía.
Le di mi boca, mi lengua y mi saliva. Y puse todo mi corazón en ese beso, y mucha lascivia. Acariciando su cabeza, revolviendo su cabello dejé que nuestras lenguas se cruzaran dejando caer saliva sobre nuestros pechos desnudos. Sus fuertes manos acariciaban con ternura la piel de su hija.
Sara mirándonos había apartado la tela del body de su coñito. Como en alguna de las fotos que había visto se estaba haciendo un dedo, excitada por lo que hacíamos.
-Ya que nos hemos decidido. ¿Por qué no volvemos a la cama?
Nos dijo mi madre. Mario me cogió en brazos como cuando de niña me llevaba dormída a mi cama. Pero esta vez con mis brazos rodeando su cuello me llevaba a la suya. Sara caminaba detrás esperando su momento para colaborar. Estaba deseando quitarle el boxer a su marido. Lo hizo en cuanto este me arrojó sobre el colchón.
Aún estaba deshecha, su olor, su sudor, el de ambos, todavía impregnaba la sábana. Me los quedé mirando mientras mi madre le bajaba el calzoncillo a mi padre y de allí saltaba dura como acero templado su polla. Le puso una mano en el pecho para que se quedara quieto mirándonos.
- Ahora me toca a mí.
Sara se vino encima de mí, con sus tetazas aún cubiertas por el encaje sobre las mías. Ahora era ella la que buscaba mis lascivos besos. Su lengua cruzándose con la mía y dejando caer saliva en mi boca. Nunca, ni en mis mas viciosos sueños hubiera pensado que mi madre pudiera ser tan guarra, hasta que vi la página web, claro.
Ansiaba volver a mamar de esos pechos. Así que bajé los tirantes de la prenda para desnudarlos. Haciendo que se incorporara lo justo para mordisquear esos pezones duros y que asomaban casi un centímetro. Ella aprovechó para librarme del sujetador que completamente descolocado ya no tapaba nada de mis tetas.
Mí padre sin perder detalle se acariciaba el nabo con parsimonia esperando por un agujero en el que meterlo. Ahora era la lengua de mi madre la que recorría mi piel bajando por mi anatomía. lamiendo mis axilas suaves, besando mis tetitas, metiendo la lengua en mi ombligo. Seguía despacio haciéndome desear más de su experiencia con chicas.
Separando bien los muslos dejé que se acomodara entre mis piernas. Las levanté para darle cómodo acceso a toda la zona. Enseguida ella agarró mis nalgas. Un segundo más tarde tenía su lengua entre los labios de mi vulva buscando el clítoris. Y yo gimiendo como una loca. Bajó por el perineo hasta clavarla en el ano. Y así me corrí, como no lo había hecho nunca. la carita de mi madre con mis jugos y soltando un grito que esperaba no hubieran oído los vecinos.
-Ven papi, arrima esa polla que quiero probarla.
Se arrodilló sobre el colchón junto a mi cabeza mientras mi madre seguía en busca de mi segundo orgasmo. Una larga lamida a sus testículos le hizo soltar un fuerte gemido. Me dediqué un buen rato a chuparlos como mis caramelitos. Antes de subir con las lengua por el tronco de la polla.
Aquello estaba duro, marmóreo. Era un gustazo recorrerla con mi lengua. Lamerla como si fuera un polo de helado. Hasta que pude meterme el glande en la boca. Apenas me cabía nada más, dado su tamaño y consistencia. Jugaba con la lengua acariciándolo y apretándolo contra mi paladar.
Pero lo quería en mi coñito, aunque deseaba probar el sabor de su semen. Lo necesitaba primero en mi chocho. Mi madre previsora había sacado condones de su cajón. A saber con quién los habían usado pues ella tenía hecha una ligadura de trompas hacía unos años. O puede que como el body fueran un préstamo de mis cajones. Si me descuido no llego a ver como se lo calzó con una inusitada pericia.
Tuvimos que reorientarnos. Para poder disfrutar las dos de las atenciones de mi padre. Sara me dejó la polla encantada. Lo hicimos tumbar boca arriba y yo despacito me fui clavando su rabo en el chichi. Dejándome caer sin prisa sobre su cadera. Disfrutando cada segundo de aquel momento inolvidable.
Mi madre más acostumbrada a que la acariciara fue a sentarse sobre su cara. Dejando que Mario la acariciara con la lengua. Su coñito y culo recibió sus atenciones. Nosotras de frente nos mirábamos a los ojos con cara de lobas. Un segundo antes de que yo lo hiciera Sara se lanzó a lamer mi lengua y meter la suya en mi boca hasta la campanilla. Aún pude saborear algo de mis jugos entre sus labios.
Sus manos no paraban de acariciar mis tetitas duras y las mías de amasar sus voluptuosos melones. Mientras iba de orgasmo en orgasmo con la polla de Mario clavada en mi interior. Mis nalgas apoyada en sus muslos, notando sus huevos casi en mi ano y moviendo mi cadera adelante y atrás.
Sé que mi madre se estaba corriendo tanto como yo pues a cada orgasmo corría el riesgo de perder la sin hueso entre sus dientes. Así perdía el control, cerrando la boca sobre mi lengua.
Al fin mi padre se corrió dentro del condón, dentro de mí y ambas nos derrumbamos a sus costados sin dejar de acariciarnos los tres.
- Ha sido maravilloso. Sois unos amantes excepcionales. ¿Como es que nunca me había dado cuenta de que os gusta tanto el sexo,
- Siempre hemos tenido cuidado de hacerlo cuando no estabas, o fuera de casa o bien dormida. Pero siempre nos ha gustado mucho y lo hemos disfrutado.
- Pero seguro que no es el primer trio que hacéis.
- Hacia tiempo ya. Pero si hemos estado con más gente en una cama. A veces más de uno a la vez.
Me estaba quedando ojiplática con esas confesiones y quería enterarme de todos los detalles. Además de esperar a que mi padre se le volviera a poner dura para disfrutarla de nuevo. También deseaba comerle el coñito a Sara. Lo que en realidad fue algo simultáneo. Mientras saboreaba a Sara, el aparato de Mario al vernos juntas recuperaba la verticalidad.
No he de decir que repetimos muchas veces cuando nos apetecía tener sexo en casa. Que yo he llegado a disfrutar de algunos de sus amigos y ellos de los míos. Ver a mi padre chupando otra polla o follando un culo de chico ha sido de lo más morboso que me pasado nunca. Aún más que los tríos con los dos y ya es decir.
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domingo, 11 de julio de 2021
Hada con su doctora
La facultad de medicina y las prácticas de MIR habían abierto mi mente y mi actitud. Algo que mi educación en un colegio de monjas había iniciado, no por las hermanas, claro, sino por mis pervertidas compañeras. Pero estos años universitarios con médicos y enfermeras siempre dispuestos a pasar un buen rato consiguieron ampliar mucho más mis horizontes.
Han pasado unos años desde entonces pero esa actitud liberal no la he perdido nunca, más bien he tratado de cultivarla cada vez que tenía oportunidad con algún buen ejemplar. A veces si era posible con dos o más a la vez.
Ahora estoy de médico de familia en un centro de salud de barrio. No ofrece tantas posibilidades pero nunca he dejado de prestar atención a las opciones que se abrían ante mí. Así han caído compañeros y compañeras, más de un paciente o familiar de buen ver e incluso uno de los camareros del bar al que voy a tomar café en los descansos, un jovencito encantador y muy complaciente.
Una calurosa tarde de verano una choni entra en mi consulta. Era la última paciente del día y un bonito espectáculo por si misma. Delgadita y provocativa, minifalda vaquera muy corta, top luciendo unas tetitas pequeñas pero bonitas y que desnudaba su torneada espalda.
Unas inverosímiles sandalias de plataforma elevaban ese bonito cuerpo a casi diez centímetros del suelo. Al verlas lo primero que pensé es que venía por un esguince en el tobillo. Nunca la había visto por el consultorio, me habría fijado en ese ejemplar. Acababan de pasarmela de otro médico ciertamente con más escrúpulos que yo y que no quería atenderla.
Deslicé la vista desde las pintadas uñas de los pies a la lisa y preciosa melena rubia teñida y muy cuidada, recreándome en su exótica y salvaje belleza. De inmediato me di cuenta de lo que ocurría, las palabras escaparon de mí boca con una incontinencia verbal que no suele caracterizarme.
- pero ¡alma cándida! ¿a que edad empezaste a tomar hormonas?.
La nena tuvo el detalle de ruborizarse y a punto estuvo de salir corriendo por la misma puerta que acababa de cruzar. Desde luego que se lo impedí y avergonzada por mí actitud le pedí de inmediato disculpas por mi torpeza.
- Perdóname pero me has pillado de sorpresa. Nunca se me ocurriría tratarte así. Pasa y cierra. Así estaremos más tranquilas y me cuentas lo que te preocupa.
Tenía que hacerle un chequeo completo para comprobar que la alteración hormonal no había causado algún problema. Ahora que aún estábamos a tiempo de tratarlo si existiera.
- Desnúdate y tiendete en la camilla, tenemos que comprobar que estés bien y ajustar el tratamiento si lo necesitaras.
Para tranquilizarla mientras se libraba de su escaso atuendo y sin que yo me perdiera ni un detalle de tan bonito striptease le fui preguntando por lo que había tomado y por cómo se encontraba. Aparte del problema puntual por el que había venido ese día, una tontería de adolescente. Parecía encontrarse bien, francamente bien a primera vista.
Tenía, tiene, un cuerpo precioso, delgado bien moldeado, en el que empezaban a despuntar dos pechitos que prometían llegar a ser dos hermosas tetas. La cadera se le había redondeado que le había dejado un culito respingón y firme. Tenía pinta de hacer ejercicio además del tratamiento que había empezado por su cuenta. Y que había consultado en Internet.
Admito que me estaba recreando viendo ese streptease improvisado y las partes de su anatomía que iba descubriendo. Sus largos y ahusados muslos en cuanto la falda cayó, el tanguita apenas podía contener su polla aún no demasiado afectada por las hormonas. Se dejó esa prenda supongo que por un resto de timidez pero no tuve ninguna misericordia. Con un gesto le hice desprenderse hasta el último trapito.
Aunque parecía bastante acojonada por la situación el rabo no parecía pensar lo mismo. Morcillón colgaba entre las piernas amenazando con ponerse firme en cualquier momento. Le, la hice tumbar en mi camilla. Empecé de un forma muy profesional con un examen detallado pero sin recrearme palpando músculos y el vientre sin encontrar ningún problema.
La bata abierta descubría mi escaso atuendo y tanto como por la temperatura como con tenerla allí a mi merced, estaba pasando mucho calor. Lo que su presencia sensual no ayudaba a aliviar. Mi talla ciento diez doble d en un top escasito, aunque algo más grande que el suyo, eso sí, luciendo los pechos sin sujetador en la cálida tarde de verano. Sus ojos estaban clavados en mis tetas creo que con algo de envidia. La falda de tubo no muy larga marcaba mi voluptuosa cadera ajustada a mis muslos.
No se me iban a presentar muchas oportunidades de tener un ejemplar así de bonito a mi disposición. Así que un momento después estaba mandando mentalmente el juramento Hipocratico a la mierda y pensando en cómo pasar un rato agradable las dos juntas. Empecé a preguntarle por sus relaciones sexuales. Era lógico para comprobar si tenía alguna venerea.
- ¿Te has acostado con muchos chicos? ¿Eres muy promiscua? ¿Lo haces con protección?
- En realidad menos de lo que me gustaría. No hay mucha gente abierta de mente que me acepte tal y como soy. Pensaba que aunque fuera por morbo algo más podría ligar, pero no. Y sí, siempre con condón.
- Bueno ellos se lo pierden. A mi me pareces muy bella. Pero, ¿no eres virgen? ¿verdad?
- No, he tenido experiencias, aunque no demasiadas.
-Y ¿con chicas?
Fui llevándola al terreno que me interesaba. Entre los toqueteos y la conversación su polla apuntaba al techo. No era muy grande, pero si bonita cabezona, con las venas marcadas, sin un pelo y a un lado, en la cadera, un pequeño tatuaje de un hada. Aproveché el momento para empezar con ella y examinarla cogiendo los huevos y palpando comprobando que estaba perfectamente sana.
- Con chicas aún menos que con chicos, a todas les parezco un bicho raro.
-¿Pero te gustan?
- Si, aunque yo quiera ser una mujer, también me atraen.
Al oír eso yo flotaba.
- Yo pensaba que la gente de tu edad estaba más liberada, con menos complejos.
- Algunos demasiado para mis gustos y la mayoría demasiado poco. También hay mucho salvaje por ahí que ha visto demasiado porno. Lo difícil es encontrar el término medio que me guste y a quien yo guste.
- No creo que te cueste mucho viendo a lo que vas a llegar, con esa carita dulce y ese cuerpo tan femenino.
Echándole cara le decía todo eso sin dejar de acariciarla y sobarla. Incluso alguna vez que me inclinaba sobre ella rozando su cuerpo con mis tetas.
-¿No me pasa nada? ¿Estoy bien?
- Estás estupenda, nena. Preciosa, para mí gusto una belleza, y si vas a seguir por este camino te ajustaré la medicación y te puedo dar algún consejillo más.
Sonriendo, pero tímida aún, se daba cuenta que estaba flirteando con ella. Tonta del todo no era. Había echado buenos vistazos a mi generoso escote y a mis pezones marcados en la fina tela. Parecía que mi cuerpo voluptuoso no le era indiferente del todo. Y a juzgar por la dureza que había alcanzado su polla le estaba gustando la situación.
Cogí su pene y lo estuve acariciando un momento para provocarla aún más. Parecía que si seguía tocándolo no tardaría en correrse y eso no es lo que quería. Bueno si se daba la ocasión me la metería en la boca y me tragaría con gusto su corrida.
- Gírate, ponte boca abajo.
Aproveché un rato para manosear sus duras nalgas. Era evidente que por su edad un examen de próstata era innecesario pero no iba a privarme de ello. Y eso que estaba deseando hacérselo con la legua. Calzándome un guante de látex le pregunté.
- ¿Has venido limpita? Sube el culito por favor.
- Creo que sí doctora, pero no estoy segura del todo.
- No importa, ¿Te fías de mí?
- Por supuesto, estoy en sus manos.
Contestó con una bonita sonrisa que me pareció bastante lasciva. Poniéndose a cuatro patas sobre la camilla me dejó completo acceso al ano. Usando con generosidad el lubricante tanto en su culo como en el guante procedí a hacer un examen completamente innecesario y que iba a aprovechar para follar ese culito con mis dedos.
En cuanto empecé a acariciar la raja se le escapó un gemido que sonó dulce y femenino. Despacio repartiendo el lubricante empecé a meter un dedo, abriendo el ano con cuidado y cariño.
-¿Te duele?
-¡No! para nada, se siente ¡uf! genial. Nadie me ha hecho nunca algo así. Nadie me ha hecho sentir tan bien.
Con el índice y el medio le estaba llegando a la próstata. Traviesa con la otra mano sin guante le volví a acariciar la polla y llenó toda la camilla bajo su cadera de semen. La cabeza apoyada en sus antebrazos, la melena ocultando la expresión de lujuria. Pero nada pudo acallar el gemido que escapó de su boca cuando se corrió.
Hubiera preferido que lo hubiera hecho en mi boca. Menos mal que había mandado a la enfermera a su casa o habría pensado muy mal de mí. O tal y como nos conocíamos las dos se hubiera apuntado a darle gusto a la muchacha.
-¿Ya estás más relajada? Puedes levantarte cielo.
- Estoy en la gloria. Eres maravillosa. Nadie me había hecho correr así.
Salió de ella, en ese momento no hice nada. Nada más que lo que ya había hecho claro. Se giró hacia mí y me besó. Nuestros labios se juntaron suaves al principio, pero sin despegarse el beso se fue haciendo más profundo, más lascivo. Juro que fue su lengua la primera que entró en mi boca. Pero si hubiera tardado un segundo más yo le hubiera metido la mía hasta la garganta. Que fue lo que hice en ese momento.
Se agarró a mis tetas como si fueran el flotador de un náufrago. Y eso que aún llevaba la camiseta. Con un grácil movimiento se deshizo de mi bata que cayó a nuestros pies. Y eso aún encaramada a la camilla. Sin separar nuestros labios consiguió bajar y quedar frente a mí. Muy cerca.
Mientras hacía esa maniobra yo aproveché para soltar el cierre de mi falda que cayó al suelo. Así que además de ponérselo más fácil conseguí que la prenda no se manchara con el semen que aún goteaba de su bonita polla. El miembro iba perdiendo su dureza después del orgasmo.
Esperaba recuperarla pronto. Por la forma en que me la flotaba por el pequeño tanga estando abrazadas no iba a tardar. Yo seguía agarrando su pétreo culito que me tenía hipnotizada. Ella en cambio buscaba mis pechos apretando sus duras tetitas contra ellos.
No tardó nada en ayudarme a librarme del top sacándolo por mi cabeza. De inmediato se agachó a besar y lamer mis domingas.
- ¡Yo quiero unas como estas!.
- Las que tienes son preciosas, cielo, date tiempo. Pronto podrás operarte y ponerte algo más. Espero que elijas bien y no exageres.
- Tus tetas son hermosas, espero que me ayudes a elegir la talla adecuada para mí.
Conseguía contestarme sin separar los labios de mi piel, sin dejar de mordisquear suave mis pezones y continuar lamiendo de mis axilas al ombligo sin dejar de babosear todo por donde pasaba.
Joven y ansiosa ahora era yo la que estaba acorralada contra la camilla. Solo tuvo que palmear la colchoneta para conseguir que me subiera. Es hábil, mientras levantaba el culo para izarme aprovechó para tirar del tanga y dejarme tan desnuda como ella.
Ya me tenía en buena postura, bien abierta de piernas. Solo tenía que agacharse un poco para hacerme un cunilingus de antología. Pero quería hacerse de rogar. Empezó por mis pies, Aunque me había duchado antes de ir al trabajo debían estar algo sudados. No le daba ningún escrúpulo y se dedicó a besarlos y lamerlos un buen rato. De los dedos, todos y uno por uno, a la planta. Tenía que animarla.
- Vamos nena cómemelo todo.
Yo estaba loca por que me llegara al coño. Pero no por esas subía con parsimonia por mis piernas para hacerme sufrir y disfrutar a la vez. Paseaba la sin hueso por los tobillos, subiendo por las pantorrillas, escalando la cara interna de mis muslos.
Cuando por fin llegó a mi vulva, me moría de impaciencia. Los labios estaba abiertos, calientes y muy muy húmedos. Y yo creía que no podía estar más cachonda. Un gemido escapó de mi garganta que no sé como no llamó la atención en el centro de salud casi vacío cuando por fin sabores mis jugos directamente de la fuente.
En segundos me había corrido por primera vez. pero no fue el único orgasmo de la tarde. Siguió chupando, lamiendo y besando sin descanso. Saboreándome y recibiendo en la lengua mis jugos cada vez que me corría.
No estaba yo para averiguar lo que ocurría por sus bajos. Tal y como estaba tumbada no alcanzaba a verlo, pero su joven polla se estaba recuperando rápidamente. Mirándome a los ojos entre mis muslos con la expresión más lasciva que le había visto preguntó:
- ¿Quieres que te folle?
- Lo estoy deseando, cariño. Méteme ya esa polla.
No se hizo más de rogar. La altura de la camilla era perfecta. Se incorporó y guiando el firme miembro con la mano, el glande se fue abriendo camino entre mis labios. Firme, pero a la vez suave y con ternura.
Apoyó mis piernas en su pecho, notaba la dureza de sus pezones en la parte de atrás de mis pantorrillas. Sujetando mis muslos con las manos empezó a moverse. Sin prisa, haciéndome notar cada penetración, justo como a mí me gusta, no muy deprisa. Como hacía poco que se había corrido aguantó un buen rato. Y como yo estaba muy excitada no hacía más que encadenar orgasmos uno detrás de otro.
Acababa de examinarla y yo tomaba precauciones así que...
- Correte dentro cielo, dámelo todo.
- Estoy a punto doctora.
Me contestó con su más linda carita de vicio. Sé cuando tuvo su orgasmo, cuando sus ojos se pusieron en blanco y soltó un suspiro que salió de lo más profundo de sus pulmones. No se conformó, siguió bombeado hasta que su polla quedó flácida. Y entonces se inclinó para volver a lamer mi coñito encharcado.
Mis jugos mezclados con su semen que me dio a probar en un nuevo beso lascivo donde nuestras lenguas se cruzaron sin tregua. Nos quedamos un rato frente a frente acariciándonos, recuperando la respiración y besándonos con ternura.
- Bueno ¿que te ha parecido esta experiencia con tu doctora?
- Ha sido algo sensacional. Y espero poder repetir alguna vez más.
- Cuando quieras, reina. Tienes una amiga y una médica.
Y volví a besarla. Respondió a mi beso de nuevo con su lengua juguetona. Contenta por haber encontrado alguien que la comprende y a quien le gusta tal y como es.
Nos vemos de vez en cuando para disfrutar juntas. Me he hecho personalmente responsable de su salud y de los cambios que ella quiere llevar a cabo, haciendo sus recetas y aconsejándola.
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