domingo, 26 de diciembre de 2021
Ligue en el billar
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Sentada a una mesa tomando mi café con una amiga me deleitaba contemplando su culito enfundado en un ajustado vaquero. Él estaba jugando una pachanguilla con un amigo en la mesa de billar. La camiseta ajustada marcando el marmóreo pecho.
Cada vez que flexionaba los brazos para una nueva jugada las mangas de su camiseta amenazaban con rendirse y romperse de una vez. Cuando doblaba la espalda sobre la felpa verde las nalgas duras lucían aun mas bonitas.
Lo deseaba. Removiéndome en mi silla conseguí dejar ante su azul mirada aún mas de mis muslos desnudos por la breve minifalda. Cruzaba y separaba las piernas cada vez que miraba en mi dirección, provocándole.
Abrí un botón mas del escote de mi blusa dejando asomar buena parte de mis poderosos pechos. El sujetador que me había puesto ese día los levantaba y juntaba dejando un bonito canalillo.
Era consciente de que la naturaleza había sido generosa conmigo concediéndome un buen par de tetas. Además de ser de buen tamaño me dan mucho placer cuando las amasan, acarician y comen.
Así que hice lo posible por enseñarlas todo lo posible. Sin que me importara un bledo lo que pensaran de mí mi amiga sentada a mi lado tomando su café o su amigo que tiraba cuando le llegaba el turno. Quería provocarle.
Por fin estuve segura que se había fijado en mi cuerpo cuando me miró directo a los ojos. Nuestros ojos azules se clavaron durante unos segundos, las comisuras de mis labios se separaron en una sonrisa sabiendo que había conseguido mi objetivo.
Al poco rato habiendo parlamentado entre ellos pagaron nuestra consumición y nos invitaron a jugar con ellos. Por supuesto hice pareja con el que me había gustado desde el principio. Juan el de ojos azules a los que miraba de forma descarada cada vez que conversábamos.
Procuraba acercarme lo mas posible hasta casi rozar con la tela de mi blusa su cuerpo, su brazo o su pecho. Evidentemente de forma que fuera mi delantera la que lo tocara. Mis pezones se estaban erizando con esos juegos.
Cuando me ayudaba en algún tiro difícil lo hacía poniendo sus manos muy cerca de las mías sobre el taco. Su pelvis apoyada en mi amplía cadera. Justo como yo quería que hiciera. Lo que conseguía que me humedeciera, que frotara mi culo disimuladamente contra su polla que parecía reaccionar con agrado endureciéndose y creciendo.
En un momento rodeó mi estrecha cintura con su brazo y puso la mano en mi vientre, lo que aproveché posta recostar mi espalda en su pecho y descubrir mi cuello a sus labios la melena rubia echada sobre el otro hombro.
Noté su aliento en mi piel y en vez de besarme que era lo que esperaba sentí un suave soplo de aire que erizó hasta el último vello de mi cuerpo.
- Qué linda eres.
Sin separarme de mí deslizó en mi oído un cumplido en voz baja y entonces si que pasó suave la lengua por mi oreja.
Nuestros amigos ocupados charlando animadamente no parecía que se hubieran enterado de nuestro intercambio. Vaya par de panoli. No quería separarme de su cuerpo. Pero si no seguíamos con la partida seriamos muy descarados.
Pero no perdíamos la oportunidad de tocarnos, las manos al jugar, los cuerpos al pasar al lado de la mesa. Sus miradas de reojo recorrían mi cuerpo de las sandalias a la melena rubia. Creo que se estaba imaginando lo que podíamos hacer sobre la mesa de billar con mucha menos ropa de la que llevábamos.
Yo tenía ganas de tumbarme sobre el verde tapete y dejar que me hiciera lo que quisiera. Tampoco lo perdía de vista, me había impresionado su personalidad y también su físico. Empezaba a desearlo, pero el billar ya no daba mucho más de sí. Aparte de algunos roces ocasionales no podíamos pasar a mayores allí.
Era hora de ir a otro sitio. No recuerdo de quien fue la idea pero a mí me gustó. Un oscuro pub donde pinchaban música caribeña, merengues, bachata y piezas así. Música con la que podíamos estar mucho más cerca. "Bailando"
Todo tiene un pero, ni siquiera él era perfecto: no sabía bailar. Lo que en cierto modo me venía bien a mí. Él me había enseñado a jugar al billar, yo podría pegarme mucho a su cuerpo mientras bailábamos.
Era un recurso , pero no debería agobiarme. El Cañaveral no era un gran pub pero más que suficiente para lo que yo buscaba. Nos pidieron unas copas como caballeros.
Mi amiga estaba encantada, su chico el súper alto era buen conversador. Pero conociéndola no creía que ellos llegaran a nada. Es guapa pero a la hora de la verdad no termina la faena. Pero hablando entre nosotras me di cuenta de que yo sí tenía ganas de seguir toreando.
Juan me trajo la copa. Su sonrisa iluminaba el oscuro pub. Ni siquiera me fijaba en su amigo. Solo veía sus ojos tan azules como los míos y que solo se fijaban en mí. En todo mi cuerpo, en mi canalillo dedicado por completo a su mirada, o bajaban por mi vientre hacia mi cadera y mis muslos.
En cuanto sonó una canción que me gustaba lo arrastré a la pista mientras nuestros amigos seguían arreglando el mundo. Meneando el culo lo más que podía y tirando de su mano. Aunque algo de vergüenza hacía que ofreciera cierta resistencia.
Lo que se derrumbó de inmediato en cuanto me paré y me eche hacia atrás dejando que su polla se clavara en mi duro culo. Rodeó mi cintura con sus poderosos brazos y apoyó la cara en mi hombro para besarme en el cuello.
Aprovechaba el ritmo de la música para perrear. Frotar mi culo con su paquete. Sujeté sus manos en mi cintura, justo sobre mi ombligo, para evitar que se separara. No creo que pensara en hacerlo.
Ya llevaba caliente toda la tarde y era por su culpa. Sus labios mordisqueaban mi piel con suavidad. Un momento más tarde empecé a notar la humedad de su lengua sobre mi hombro de donde había apartado la tela de mi blusa con la barbilla. La sombra de barba raspaba mi piel.
Ya no me molestaba en bailar. Me conformaba con sentir su cuerpo a mi espalda. Movernos despacio con suavidad.
- Te deseo.
- Y yo a tí.
Aprovechando la oscuridad de la pista sus manos se hicieron más atrevidas. Una de ella subió hacia mi pecho. No es por presumir pero mi talla ciento diez le daba para amasar y acariciar aún con el sujetador puesto. La otra bajaba despacio hacia mi pubis, pero la tela de la minifalda no le daba mucho margen de maniobra.
En mi oreja notaba la humedad su lengua y labios. Entre los pocos botones que quedaban de mi blusa sus dedos buscaban mi piel. Mis amplias posaderas se apretaban cada vez más a su dura polla. Incluso eché la mano hacia atrás hasta agarrar con fuerza una de sus nalgas y tirar de él.
Juguetón consiguió deslizar la yema de uno de sus dedos dentro de mi sujetador. Se me escapó un gemido que nadie pudo oír únicamente por culpa del volumen de la música. Quería que llegara a mi durísimo pezón. Soltar un botón más le ayudo en eso.
Si seguíamos así corría el riesgo de terminar con las tetas al aire delante de nuestros amigos y del resto de la gente del bar. Así que me giré para tenerlo de frente. Se agachó lo suficiente como para sujetar mi labio de abajo entre los suyos y pasar la lengua por él.
Su mano volvió a mi pecho amasando una de mis tetas. Me colgué de su cuello acariciando su nuca y la raíz del cabello muy corto con mis manos. Abrí la boca esperando su lengua. No sé hizo esperar, la mía salió a su encuentro. Mi saliva se unió con la suya, incluso a medio camino, resbalando por nuestras barbillas.
El beso era lascivo, justo como a mí me gustan y sus manos en mi cuerpo conseguían que lo deseara aún más. Nuestros amigos se habían quedado junto a la barra conversando, estaba claro que la cháchara es lo suyo. Así que me llevé a Juan a los sofás del fondo del local.
No éramos la única pareja que había buscado ese refugio. A nuestro alrededor chicos y chicas se besaban y metían mano. Se sentó y yo muy cerca, girada hacia él poder poner un muslo por encima de los suyos.
Si eso no era una invitación ya no podía ser mucho mas descarada. Rodeó mis hombros con el brazo de ese lado y enseguida noté sus labios mordisqueando los míos. Su lengua empezó a abrirse paso dentro de mi boca. Y yo le di la mía para que jugara.
Un segundo más tarde la otra mano empezó a acariciar mi muslo con exasperante lentitud. Suave, rozando mi piel con la yema de sus dedos, se fue introduciendo debajo de la tela de la falda. Cada vez mas cerca de mis braguitas.
Mis gemidos los acallaba con sus besos. Aunque justo al otro lado de nuestro respaldo otra chica era mucho menos discreta que yo. Podíamos oír cómo suspiraba y eso nos calentaba más.
Pasé la mano por su torso acariciando sus músculos. Si seguíamos así le montaría allí mismo aunque me pillara mi amiga. Rocé uno de sus pezones, por debajo de su camiseta. Subiendo desde la tableta de su vientre. El pezón estaba tan duro como los míos. Y ahí fue él quien gimoteó en mi boca.
- ¡Como te deseo!
Y uniendo acción a la palabra llegó con su mano a mis bragas y me acarició los labios de la vulva por encima de la tela. Si se que mi suspiro debo llegarle a mi vecina de sofá, la escándalosa.
Debía notar en sus dedos perfectamente mi humedad traspasando la tela. Notaba la caricia en mis labios que se abrían dándole acceso al clítoris. En ese momento tenía su lengua intentando llegar a mi garganta. Sino el premio del concurso de gemidos habría sido para mí.
Por fin se decidió a apartar la braguita y tocarme directamente el xixi. Mi gozo en un pozo, segundos después se acercaban nuestros amigos. Menos mal que él tenía los ojos abiertos y los vio venir. Y que la falda cubría las maniobra de su mano. O nos hubieran llamado guarro allí mismo.
- Nosotros nos vamos. ¿Os quedáis aquí un rato mas?
No sé si fueron ilusiones mías o en la voz de mi amiga detecté la esperanza de que así fuera para intimar algo más con su amigo. Puede que que por fin esta chica se suelte algo pensé. No le dejé contestar y lo hice yo.
- Sí, nos pediremos una copa más y luego me llevará a casa.
Ella tuvo que inclinarse a darme dos besos y no sé si consiguió ver la manita entre mis muslos. Sin más se despidieron y marcharon.
Antes de que se girarán ya estaba besándolo de nuevo y buscando su saliva con mi lengua. Esta vez sin miedo de que nos interrumpiera alguien conocido si mano estaba más suelta y me agarró el culo.
Me bajó la braga bajo las nalgas y se dedicó a amasar estas un buen rato sin estorbos de tela de por medio. La otra mano hacia conseguido deslizarse dentro de la manga corta de mi blusa y estaba buscando la forma de introducirse bajo el sujetador.
Maldito el momento en que había decidido ponérmelo esa tarde antes de salir. Claro que mis tetas bailando libres bajo la blusa habrían llamado mucho la atención. Pero en ese momento hubiera estado encantada de que me las agarrarse sin más impedimentos.
Mirando por encima del respaldo podía ver las tetas de mi compañera de fatigas al aire. Eran bonitas aunque algo más pequeñas que las mías y su novio se las había sacado por encima del escote de su camiseta de tirantes. De vez en cuando acababa la cabeza a comérselas.
Ella tenía ventaja en los pechos, pero se había puesto unos pantalones lo que le complicaba las cosas a su chico a la hora de acariciar su coñito. En la oscuridad de la sala me pareció que ella estaba agarrando la polla.
Eso era exactamente lo que yo estaba deseando hacer. Pero me parecía muy descarado sacársela allí. Era hora de buscar más intimidad.
- ¿No me dijiste antes que tenias el coche cerca?.
- ¡Claro! ¿Nos vamos ya?.
- Si, pero súbeme las bragas primero.
Lo hizo con discreción aunque no hacía mucha falta, la única que me estaba mirando y se había dado cuenta de todo estaba haciendo lo mismo que yo. Nos levantamos y pagó lo que habíamos tomado como un caballero.
Cogidos de la mano andamos dos manzanas hasta su coche. Un modelo viejo, pero lo único que me importaba era que los asientos fueran abatibles. Me abrió la puerta con todo un caballero y al subirme hice lo mismo con la falda para que pudiera ver el muslo hasta el culo. Con su bonita sonrisa no perdió detalle.
Ya en el vehículo, por el camino, le enseñaba los muslos hasta las bragas. Me contenía para no tocarle por mucho que lo deseaba para no estrellarnos. Aunque él en las rectas si que dejaba descansar su mano en la piel desnuda de mi pierna.
- ¿Falta mucho? ¿Cuando llegamos?
Bromeando como una niña entre risas.
- No, queda poco. Pero a mí me está encantando el viaje.
Condujo hasta fuera de la ciudad, a las tierras de un caserío abandonado en un monte cercano. Escondidos entre los robles y las encinas teníamos toda la intimidad que necesitábamos. Bajamos todas las ventanillas para no asfixiarnos.
La ropa me quemaba sobre la piel. Y le tenía muchas ganas. Antes de hacer nada más, al soltarme el cinturón de seguridad me quité la blusa. Sus ojos se clavaron directamente en mi escote y el canalillo de mis tetas.
- ¡Son preciosas! ¡Qué ganas tenía de verlas!
- ¿Sólo verlas?
- Eso lo haremos ahora mismo.
Con las yemas de los dedos recorrió con suavidad la piel de mi pecho cada vez mas cerca del sujetador. Hasta deslizarse por debajo de la tela de éste.
- ¡Quitártelo!
No tuve más que soltar el broche para que su mano rodeara mi teta y se hiciera con el pezón. Terminó de quitarme la prenda y me subí sobre sus muslos. Aunque el volante se me clavaba en la riñones por fin pude ponerle mis lolas en la boca.
Como me había demostrado sabía usar la lengua y me lo probó recorriendo mis ubres con ella, con los labios y amasándolas con las manos. Yo chorreaba pero aún tenía las bragas puestas y las tenía justo sobre su bragueta. Nuestros sexossolo separados por esas telas.
Tiré de su camiseta, necesitaba ver su torso trabajado. Verlo, tocarlo, lamerlo. Tiró de la palanca y el respaldo cayó hasta que dio con la banqueta del de atrás. Así que por fin pude ir bajando por su cuerpo.
Lamí su cuello, besé sus hombros y sus axilas. Mordisqueé sus pezones haciéndole gemir. Recorrí todo su pecho con la boca con las manos. Mientras él no separaba las suyas de mis tetas.
- ¿Tienes preservativos?
Aunque yo tenía un par en el bolso quería saber que él tomaba precauciones.
- En la guantera. Sácalos.
Lo fui preparando para que cuando llegara el momento no hiciera falta buscarlo con prisas.
- ¿No nos sobra algo de ropa?
- Estoy seguro de ello pero si sigues encima no podré quitármela.
- ¿Nos pasamos detrás?
- Si, estaremos más cómodos.
Me salí del vehículo y ante su mirada que no perdía detalle, bajo las estrellas, terminé de desnudarme. La falda cayó a la hierba seca y la bragas fueron detrás. Me estiré levantando los brazos para exhibirse, para probarlo todavía más.
Él había aprovechado para terminar de desnudarse y salió del coche detrás de mí. Completamente en bolas y al raso nos besamos y abrazamos sintiendo por fin nuestras pieles y nada más. Me agarraba el culo con sus fuertes manos para apretarme contra su cuerpo poderoso.
Dulcemente volvió a llevarme al coche esta vez al asiento de atrás donde me tumbé. Agachado entre mis muslos siguió demostrando sus habilidades con la lengua. Esta vez clavándola en mi encharcado coño.
Ya no me corté en gemir, lo único que podía oírme allí era algún conejo despistado. Segundos después de que recorríera mi vulva con la sin hueso me corrí en su boca, lo que pareció encantarle. Pero quería más. Necesitaba la dura polla que había notado un rato antes apretada contra mi desnudo vientre dentro de mí.
Le alcancé el condón y ante mis ojos de lo calzó. La maniobra me pareció tan sensual como todo lo que me había hecho hasta entonces. Ver descender el látex por su bonita y durísima polla hasta la peludos huevos, he de admitir que hasta eso me gustó.
Yo estaba más que preparada, con el culo al borde del asiento y las piernas levantadas. Solté un nuevo suspiro en cuanto noté el glande apoyado en mis labios. Poderoso y fuerte fue abriéndose camino en mi interior. Pero sin prisa para que notara la penetración. Para que lo sintieramos los dos.
Yo misma me amasaba las tetas ante sus ojos azules mientras se movía follándome. Yo le miraba a la cara viendo su lasciva expresión mientras rodeaba su cintura con mis piernas deseando que entrara todavía más en mi cuerpo.
Tenía aguante, me corrí un par de veces antes de que llenara el preservativo con su semen. Aunque el sitio era estrecho consiguió tumbarse con más de la mitad de mi cuerpo encima del suyo. Y darme lo que necesitaba en ese momento unos mimitos. Suaves besos y caricias que me permitieron relajarme y a los que correspondía recorriendo lo que alcanzaba con mis labios y manos.
Yo misma le quité el condón y le hice un nudo para no manchar nada.
- No te preocupes mucho, una más en esta tapicería no la va notar nadie.
Nos vestimos pero sin prisa, deleitándonos con más caricias y besos. Fuera del coche, bajo las estrellas y sin dejar de mirarnos. Le estaba gustando mi cuerpo voluptuoso.
Me llevó a casa y nos despedimos en el portal con los últimos besos de la noche, muy húmedos y lascivos entre sus fuertes brazos. Y con la promesa de volvernos a ver muy pronto y repetirlo.
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sábado, 25 de diciembre de 2021
Hada y el fontanero
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He sido toda mi no muy larga vida fontanero, caprintero, albañil, electricista, un chapuzas. Me dedico a las reparaciones en domicilios. A lo que haga falta y pidan los clientes.
A pesar de los tópicos y de las historias del porno nunca había follado en el trabajo. Llegaba, hacia lo mío, me pagaban y seguía con el siguiente aviso. Pero este verano la gente debe estar muy disparada.
Ayer llegué a un chalet donde tenía un arreglo pendiente. Al llamar me abrió la puerta, un ángel, una morenaza que tenia puesta la parte de arriba de un bikini mas bien pequeño. Además de un pantalón corto, pero corto por todas partes, en la cintura le quedaba muy por debajo del ombligo y por los muslos, bueno, bastante por encima del comienzo del culo.
Y la señorita estaba fantástica en todo lo que enseñaba. Era perfecta, las piernas largas, los muslos bronceados, el culo firme respingón y por lo que parecia muy duro. El vientre era plano, los pechos abundantes aunque sin exagerar, lo suficiente como para que el sujetador que tenía puesto parecía que no le hacía ninguna falta en realidad.
Y una cara preciosa, aunque algunos rasgos un poco artificiales como si se hubiera operado algo. Los labios muy carnosos, sensuales, gruesos. La nariz recta y fina, los ojos los tenía azules profundos como para terminar de ahogarse en ellos. Eso si antes no lo hubiera hecho en todo lo demás.
Y la melena negra que le llegaba a la mitad de su desnuda y perfecta espalda un poco musculosa para mi gusto. Sonriendo ante la cara de bobo que debía haber puesto me condujo al lugar de la averia.
En la que no podía concentrarme de ninguna manera. Mi mente volvia una y otra vez a lo mismo, lo jugosa que estaba la anfitriona. El que no se separara de mí no ayudaba mucho a mi concentración. El poder echarle un vistazo a sus muslos o vientre de vez en cuando no hacía que me centrara en la faena.
Ademas esta requería cierto esfuerzo físico. Eso unido a los devaneos de mi mente por el cuerpo de la chica y al calor que hacía en la estancia hizo que casi de inmediato comenzase a sudar. Le pregunté si podía quitarme la camiseta y me respondió que como estuviera más cómodo. Me la saqué y la pasé por los sobacos depilados para quitarme algo del sudor.
Y ella parecía que aumentaba su interes hacia lo que estaba haciendo o hacia mi. No estoy mal del todo, puedo presumir de unos pectorales decentes y de un vientre plano. Y gracias a haber realizado algunos trabajos al aire libre ese verano de un buen bronceado. Por lo menos en lo que ella podía ver hasta ese momento.
Si yo no podía quitar ojo a sus tetas, ella tampoco dejaba de mirar mi torso. Así que viendo que yo no podía avanzar mucho me propuso hacer un descanso y tomar un refresco.
- No se te está dando bien. Puedes parar y nos tomamos un refresco u otra cosa.
Me dijo con una sonrisa pícara. Dándome la espalda al inclinarse en el frigorífico la visión de su culo glorioso y casi desnudo terminó de ponerme la polla dura.
Y al girarse para entregarme la lata eso fue lo primero en lo que ella se fijó. Nuestros dedos se rozaban en ese momento. Ella me miró a los ojos con toda la intención levantando la vista desde mi rabo.
Algo como un escalofrio me recorrió. Me puse la lata fria en la nuca luciendo así los músculos del brazo y los pectorales levantando el codo, dejándole ver la axila depilada. Fijándome en que sus ojos no dejaban de mirarme.
-Pareces muy acalorado.
No pude mas que asentir a tal afirmación.
-Si pudiera aún me pondría más cómodo.
-¿Y por qué no lo haces?
-Por que lo que tengo debajo de esto no es muy grande.
-¿Vas desnudo?
-No, sonriendo, llevo un tanga.
-Uau, eso no es lo habitual en los chicos.
-No lo es, pero a mi me gusta.
-Pues me gustaría verlo.
-No es problema, pero a mí también me gustaría ver tu tanga.
Uniendo la acción a la palabra estaba comenzando a desabrochar y a bajarme los vaqueros que me estaban quemando sobre la piel. Estaba allí casi desnudo con la polla dura marcandose y casi saliendo del tanga.
Pero estaba claro que tenía que ponerle descaro asi que en vez de cubrirme me giré y le dejé ver mi culo desnudo y apreciar todo mi cuerpo cuanto ella quiso. Con su sonrisa descarada también desabrochó sus shorts y comenzó a bajarlos despacio.
Se giró para mostrarme su perfecto culo y ahí me dí cuenta que en realidad ella no tenía nada debajo del pantaloncito, pero su trasero era verdaramente glorioso. Apenas me dejó verlo un momento y volvió a subirlo.
-¿Eso era lo que querias ver?.
-Es precioso y para empezar, pero me gustaría ver absolutamente todo lo demas.
No se los cerró del todo, solo se subió la cremallera sin dar el botón. Entre los pliegues de la tela, sobre el pubis, se podía distinguir la tinta de un tatuaje, aunque no estaba claro lo que era. Casi una promesa. Yo no me puse los pantalones estaba mucho más cómodo así. Volví al trabajo aunque ella seguía meneando las caderas delante de mí.
Casi había terminado cuando sentí un chorro de refresco helado corriendo por mi espalda. Y detrás sus dedos acariciando mi piel húmeda de refresco y sudor. Siguió bajando por mi columna hasta que se apoderó de mi culo.
- Te has decidido tú, si llegas a tardar un poco más me hubiera lanzado yo.
Pegó la cadera a mis nalgas y pasó la mano por mi polla por encima de la tela del tanga. Me incorporé y giré para coger su cintura y besarla. Abrió los labios para recibir mi lengua en la boca. La suya pasó a la mia jugando en mis dientes y hasta el paladar.
No separó las manos de mis nalgas mientras las mias desataban el cordón del sujetador. Por fin pude apoderarme de sus tetas desnudas y amasarlas a gusto. En ese momento separó el beso y puso las manos en mi pecho.
-Tengo algo que decirte.
-¿Ahora?
-Si, si quieres seguir adelante, sí. Yo no soy una chica.
-¿Que eres?.
-Soy transexual, todavía tengo polla.
No es que yo no me hubiera dado cuenta, pero hacerme el despistado me estaba dando buenos resultados. Así que continué en mi papel de inocentón y pedí más pruebas.
-Eso tengo que verlo y tocarlo. Eres una mujer preciosa.
-Gracias, ese era mi plan.
Cerré sus labios con un nuevo beso al que ella volvió a responder con entusiasmo y con su lengua. Mi polla respondió poniendose aun mas dura.
Bajé despacio su short y de entre sus piernas fue asomando poco a poco su polla no precisamente pequeña y aún no muy firme. En el pubis tenía tatuada una pequeña hada con sus alas y todo. Se la acaricié soltando el pantaloncito que cayó al suelo y ella soltó un suspiro. Le acaricié el escroto suave sosteniendo sus testículos.
-Si no lo veo no lo creo. Nunca hubiera pensado que escondias este secreto.
Mentí como un poseso.
-¿No te importa?
-¿Pero que dices? Me encanta, eres una mujer preciosa y me encantaría probar algo nuevo contigo.
Ahí también exageré un poco aunque supongo que mi amigo que se pone tanguitas y sujetadores para que le folle su duro culito no es realmente un transexual. Pero no iba a ponerme técnico a esas alturas.
Me sonrió como respuesta. Y viendo que tenía sus huevos en la mano era evidente que los dos pensábamos en pasarlo bien. Ya no se conformaba con meterme la lengua hasta la garganta. Se dedicó a lamer mi cara, el cuello, las orejas, lasciva como ninguna mujer con la que hubiera estado.
- Me apetece comerte enterito.
-Y a mí lamer cada centímetro de tu piel.
De mi cuello pasó a mis hombros y pecho. Humedeciendo la piel con su saliva. Mordisqueó mis pezones poniéndolos aún más duros de lo que ya estaban.
Me empujó hasta tumbarme sobre la mesa de la cocina. Lamía mi vientre, metiendo la lengua en el ombligo. Se sentó en una silla entre mis muslos para estar más cómoda. Y siguió lamiendo la piel de mis piernas, ya no paró hasta llegar a mis pies.
Eso sí que era algo que nunca me habían hecho. Y me estaba encantando incluso por las cosquillas. me chupaba los dedos casi como si fueran nuevas pollas que me hubieran salido allí. Mientras que la de verdad apuntaba al techo dura como una piedra. Esperaba las caricias de esa lengua juguetona y lasciva.
Volvió a subir lamiendo la piel de mis pantorrillas y la cara interna de los muslos. Me hizo separar más las piernas. Y poco a poco levantarlas, con lo que mi culo quedaba más expuesto. Me hacía una idea de lo que venía y la verdad es que me gustaba lo que suponía.
Con una expresión de pura lascivia antes de meterse mis huevos en la boca se chupó un dedo. Empezó a jugar con él en mi ano mientras chupaba mis testículos. Subía por el tronco de mi polla con la lengua hasta llegar al glande.
No solo me acariciaba el ano. También pasaba la lengua por allí. Yo solo podía gemir. El índice empezó a entrar dentro de mí. Me encantaba que jugaran con mi culito mientras me hacían una mamada. Es de lo más morboso.
- Nena, si sigues así me voy a correr. Es lo mejor que me han hecho nunca.
-¿Así que quieres desatascar mis tuberías?
-A eso había venido. Pero esto es mucho mejor.
Se separó lo suficiente como para que me bajará de la mesa de la cocina.
- Estaríamos más cómodos en el sofá.
De pie frente a ella, volví a besarla en la boca. Mientras firme me conducía hacia su salón. De un empujón me tiró a su sofá. Tenía claro lo que quería. Se subió sobre mi pecho sin dejar de mirarme a los ojos. Lo que yo tenía frente a los míos era su preciosa polla.
Solo tenía que adelantar un poco la cabeza para meterla en la boca. A la vez que agarraba sus duras nalgas con las dos manos. Así mis dedos podían llegar a su ano y acariciarlo.
Pasé la lengua por el capullo para hacérselo desear un momento más. Y luego me la metí en la boca. Solo hasta donde pude, no soy de garganta profunda. Fue ella la que la sacó de mi boca y me puso la huevos allí. Se los estuve chupando un rato.
Comerme ese rabo mientras miraba hacia arriba y veía esas tetas perfectas y sus preciosos ojos azules era toda una experiencia. Y no debía estar haciéndolo mal del todo por los gemidos y tacos que salían de su boquita.
Mi polla seguía bien dura, apuntando al techo. No me hacía falta ni tocarla para que se mantuviera así. Pero ella sí la tenía bien cogida. Supongo que tenía el lubricante a mano porque me la estuvo repasando con el pringue.
También tuve que apartar los dedos de su ano para que ella misma se lubricara. Allá vamos, pensé. Se fue moviendo sobre mí bajando por mi cuerpo.
Sujetando mi rabo, colocó su cadera encima de mi pelvis. Fue bajando despacio empalándose. Me sorprendió la facilidad con la que entraba mi polla en su recto. Pero cuando sus nalgas se apoyaron en mis muslos contrajo los músculos apretando mi nabo.
- Sabes lo que haces.
- Y me encanta hacerlo.
Su sonrisa lasciva me lo decía todo. Sus ojos azules estaban perdidos en algún limbo de placer. Su polla dura apuntaba directa a mi rostro. No pude resistir y la sujeté con la mano. No tenía ni que moverla, según subía y bajaba la cadera la estaba masturbándo con suavidad. Le acariciaba los testículos.
Con todo lo que llevaba encima sé que no aguanté mucho. Pero pareció no importarle. Le llené el culo de semen. Se giró y me ofreció la grupa.
- ¡Cómemelo!.
- Con gusto.
Y me lancé a lamer el agujerito, morder las nalgas con suavidad, chupar los testículos. Y hasta seguir mamando de su polla.
- ¿No quieres follarme?
- Desde luego que sí. Pero creo que mis tuberías van a necesitar mucha más atención. Por ahora sigue que me esta encantando. Uffff.
Continué, claro. ¿Como iba a negarme?. Y además me estaba encantando. Terminé un rato mas tarde con su lefa en mi boca. Pero no pasó mucho tiempo allí pues me la saco con su lengua. Mezclándolo con nuestras salivas en un muy lascivo beso.
Conseguí reparar la avería. Y no pude cobrar, bastante lógico por cómo lo había pasado con ella.
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viernes, 24 de diciembre de 2021
Tomás y Carolina
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Tomás recorrió con la mirada a los hombres pendientes de, Carolina, la chica que se desnudaba con exasperante lentitud sobre el escenario. Ignorándolos pues no había ninguno guapo, e intentó acercarse a la barra.
Al ritmo lento y sensual de la música la chica continuaba desnudándose. En ese momento se quitaba el leve sujetador negro de encaje y lo arrojaba al público. Su larga melena rubia se movía al ritmo de la música enmarcando la dulce carita.
Tomás bebió de la copa de la bandeja de una camarera en top less sin apartar la mirada de la chica. Tenía un cuerpo espléndido y sabía cómo debía moverlo para excitar. Miró los senos, eran altos y provocativos, como dos generosas frutas, maduras para el mordisco.
Tetitas turgentes, firmes y separadas. perfectas para la caricia. Vientre plano, bronceado, caderas anchas en las que se acomodaba un fantástico culo, duro, amplio y generoso que mostraba sin pudor pues la tira del tanga negro no ocultaba absolutamente nada de él cada vez que se giraba.
Consiguió ver de refilón el pubis completamente depilado cuando se deshizo de la última prenda pues otra cosa atraía su atención.
Deseó hablar con jóvenes maricas, su bisexualidad desatada por el ambiente de excitación reinante en el lugar. Pero allí casi todos eran heterosexuales pendientes de las jóvenes bellezas desnudas del escenario.
Un hombre guapo se le cruzó en su camino a la barra. Al reconocerlo le soltó sin preámbulos:
- Tú eres la nena mas puta y zorra que me he echado a los genitales.
-Y tu eres capaz de prostituir a tu hermana y a la vez de follártela.
Tomás recordó los tacos que conocía para seguir la diatriba pero no merecía la pena. Ambos estallaron en sonoras carcajadas. Algunos cerca de ellos mostraban su incomodidad ante la expresividad de los dos machos.
Se abrazaron con fuerza, las manos del otro hombre recorrieron su culo sin ninguna vergüenza aunque podían observarlos. Supo que así no conseguiría follarse a la stripper que desde el escenario se estaba fijando en como el otro hombre, un antiguo amante y chapero del local le cogía la cara y le besaba en la boca con lengua y con ansia con auténtico deseo. Puede que esa escena a Carolina le diera algo de morbo.
Olvidándose de la chica desnuda se sintió arrastrado de la mano hasta los baños donde unas manos ansiosas desabrocharon el cinturón y le bajaron los pantalones y el ajustado boxer de lycra del que su polla dura saltó directa a la boca de su amante masculino.
El hombre lo lamia con fuerza, se la tragaba hasta la garganta y se metia sin descanso su escroto en la boca hasta que se corrió en ella. Se levantó y volvió a besarlo con su semen retenido en su lengua donde le pasó una parte. El resto de los hombres que entraban al baño huían escandalizados de los dos homosexuales que se la mamaban encima de un lavabo.
La hazaña iba de boca en boca por todo el local, hasta llegar a los oídos de una de las chicas. Carolina que necesitaba urgente acomodo pues había discutido con su novia lesbiana por culpa de los celos de los hombres que cada noche la admiraban cuando perdía su ropa en el escenario del club.
Tomás volvió a su casa nada más que con el desahogo de la mamada de su antigua amante. Prácticamente su calentón seguía intacto. Su piso era pequeño y quedaba muy cerca del club. Oyó como alguien llamaba a su puerta con suavidad. Apenas unos arañazos en la recia madera.
-¿Quién es?.
Al otro lado de la puerta le respondió una deliciosa vocecita femenina. Tomás abrió la puerta y vio a la chica que lo habia seguido desde el club. Se quedó boquiabierto. La reconoció de inmediato, aunque ahora estaba vestida, si podía decirse eso de las reducidas prendas que se atrevían a ocultar tan prietas carnes.
Aquella era uno de los mas opulentos ejemplares femeninos imaginables. Tendría veinte años, era rubia y tenía unos enormes ojos azules, intensos y luminosos y cubiertos de lágrimas. Llevaba la cabellera del color del trigo maduro, lacia suelta sobre los hombros, una cabellera abundante hermosa que enmarcaba la bella carita triste.
Se llamaba Carolina y a sus pies una bolsa de viaje le indicaba que venia a quedarse unos días en su casa. Escuchó su historia sentado en el sofá al lado de la hermosa mujer. Buscaba un refugio ante la ruptura con su novia lesbiana. Sabía o creía saber que él no presentaba un peligro inmediato para ella, su virtud y su coñito.
Tomás le dio refugio a la hermosa mujer. Siendo sincero consigo mismo no lo hacía por simple altruismo. Si podía conseguir sus favores ese sería un buen pago por su amabilidad. Aunque esa noche no sería un buen momento para abordarla. Sólo le indicó el dormitorio desocupado donde podría dormir.
Al día siguiente, tras el trabajo, en el departamento lo esperaba Carolina. Vio que la chica estaba pálida nerviosa y no se atrevía a mirarle a la cara.
-¿hay alguna novedad?
Le preguntó Tomás quitándose la americana y arrojándola sobre un sillón.
- Nada.
Gimoteó. Tomás se acercó a la chica. Con una mano, sin brusquedad levantó el rostro que ella ocultaba tras el cabello echado sobre la cara y la miró a los ojos. Vio las lágrimas que seguían manando por la tristeza de la ruptura.
Aquellos ojos azules eran sublimes y la naturaleza los había protegido con largas pestañas. Miró la boca. Los labios rojos, frescos bien dibujados. Esa boca. Se inclinó sobre ella y la besó. rozándola apenas con sus labios.
-Debería acariciarte por mentirme.
Le dijo. Un ligero rubor volvió a cubrir la piel de Carolina. Ya olvidada la bronca con su antigua novia. Tomás la cogió con delicadeza y la obligó a ponerse de pie. Estrechó el delicioso cuerpo de la chica entre los brazos y la besó con ardor. Sintió que ella abría los labios y respondía, al principio con timidez, luego con mayor apasionamiento.
Las manos de Tomás resbalaron a lo largo de la espalda. Una espalda firme esbelta que terminaba en un trasero tentador. Las manos acariciaron aquel esplendido culo sin que sus labios dejaran de besar la boquita de Carolina.
Sintió contra sus muslos el contacto del pubis de la chica. También la presencia del vientre: plano, firme y amplio, que empezó a moverse muy lentamente, restregándose contra la dureza del miembro tieso.
Sobre el pecho sentía los dos senos. El ligero movimiento los frotaba, los hacía palpitar bajo el calor de su piel. La manos de Tomás empezaron a explorar aquella maravilla de hembra. Era escultural.
Acarició los muslos. Después mientras una mano valoraba la magnificencia del culito y de las caderas, la otra ascendió y acarició las tetas. Carolina lanzó un sordo gemido. Un jadeo. Frases entrecortadas de deseo.
-Eres bueno.
Susurró.
-Y tú estas de verdad buena, chica...
-¡Ayy! cariño tesoro.
-¿Que ocurre?
La respuesta fue un nuevo jadeo, otros gemidos. Tomás le quitó la blusa y se apoderó del sujetador. Los senos quedaron al descubierto. Eran dos bellísimas redondeces erguidas coronadas por pezones suaves, oscuros y erectos que invitaban a hundir la cabeza en su tibio aroma. Las besó las succionó y les dio pequeños mordiscos.
-Cariño tesoro-. ¡ahh! me matas, me muero, vida mia....
Repetía la rubia. Tomás le quitó los pantalones. Al liberarla de la tanguita , ésta se enganchó en las dos estupendas nalgas. Eran dos prodigios de armonía, separadas altas y salientes. Tomás las aferró con las manos en un gesto posesivo.
Carolina también ponía su parte en aquel conocimiento más íntimo que intercambiaban. Acarició con sus manos suaves la espalda del hombre y el pecho. Jugó con los vellos que cubrían el pubis y cerró finalmente una mano sobre el miembro erecto y dilatado.
- Ohh, amor... vida... Que duro está...
La boca de Tomás descendió a lo largo del cuerpo desnudo de la chica cubriéndola de besos y de mordiscos. Se detuvo en el vientre. Después él la empujó hasta tumbarla sobre la cama y continuó con el descenso.
Aquel perfume de mujer. Aquel aroma lúbrico y tentador de hembra joven estremecida por el deseo. Hundió el rostro entre los bellos muslos y lamió la mojada hendidura.
Un gemido prolongado y exasperante escapó de los labios de la chica. Tomás lamió el clítoris y luego lo oprimió entre sus labios. Arrancando nuevos gemidos y frases de cariño de la sensual boquita de la mujer. Llevábamos los torneados muslos alcanzó incluso el cerrado año de la chica al que dedicó sus atenciones.
-¡Cariño! Y yo pensando que eras gay. Pero ¡Uf! ¡Joder!
Con la excitación el lenguaje Carolina iba perdiendo coherencia y hasta sus buenas maneras de colegio pijo. No tardó en correrse en la experimentada boca de Tomás, dejando en su lengua todo el jugo de mujer satisfecha.
- Tomás, soy virgen. Nunca he estado con un hombre. Solo con chicas. Pero, Tomás, quiero que tú seas el primero. Nadie me ha tratado con tanta delicadeza.
La erección del hombre era casi dolorosa. Tal era su deseo por la belleza que tenía ante sí. Se incorporó lo dificultades como para que el acerado mástil se fuera abriendo camino entre los labios de la vulva. Tan húmeda estaba que al principio se deslizó suavemente.
El himen apenas supuso obstáculo para verga. Sólo un empujón y la barricada cayó ante el asalto. No se preocupó de lar posibles manchas de sangre. Sólo deseaba seguir penetrando tan estrecho agujero.
Tomás se movía suave pero firme atento a los gemidos de placer de Carolina. Ella le indicaba que no había dolor solo placer ante las embestidas del hombre. Apoyado en sus pechos una de sus manos acariciaba el bello rostro y la otra tenía cogida de una nalga.
Carolina apenas notaba el peso del hombre. Sólo deseaba seguir notando en su interior la dureza de su miembro. Y continuar con sus orgasmos. Pero nada dura para siempre.
- No tomo precauciones. Sácala antes de correrte.
Tomás estaba casi a punto cuando oyó esas palabras. Se incorporó apoyando su mano a un lado de la chica. Agarró su polla y agitándola un par de veces expulsó los abundantes chorros de semen sobre el vientre plano.
Para algo era bisexual. Volvió a moverse sobre el cuerpo de Carolina para poder lamer la abundante corrida de la suave piel hasta dejarla limpia. Tragando su propio jugo continuó besando el jugoso manjar de la joven hasta conseguir nuevos orgasmos.
Podríamos decir que la noche terminó allí. Pero Tomás era demasiado exprimentado para eso. Siguió dándole placer hasta convencerla de que un hombre podía darle tanto o más que una mujer. Igual que Tomás podía hacerle el amor a hombres y mujeres y lo disfrutaba igual. Carolina andaría por esa senda a partir de esa noche.
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miércoles, 22 de diciembre de 2021
Trio con la ex
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Mi novia Sandra y yo llevábamos viviendo juntos algunas semanas. Era algo muy reciente y una decisión relativamente impulsiva. Apenas se lo habíamos contado a nadie.
Una tarde de sábado recibí la llamada de una antigua novia, Laura, para ver si podíamos quedar. Ante la misteriosa comunicación tuve que explicarme rápidamente si no quería bronca en casa. Tuve que contarle a mi novia mi historia con ella, aunque claro me guardé los detalles más jugosos.
Para mi sorpresa mi novia decidió que quedaríamos con ella y así conocer a una de mis ex. Le salio una vena competitiva que yo apenas conocía. Era una tarde de sorpresas.
Cuando terminó de arreglarse, como una hora después, el pantalón de cuero que se puso era tan corto que destapaba la mitad de sus prietas nalgas. Los largos y torneados muslos salían desnudos del todo hasta unas reducidas sandalias.
El top descubría toda su espalda, anudado detrás del cuello dejaba un sugerente escote, marcando su vientre plano y los cónicos y durísimos pechos. La roja y salvaje melena alrededor de su preciosa carita pecosa.
Llegamos a la plaza donde habíamos quedado para seguir con las sorpresas. Mi ex sabiendo que venia la mujer con la que ahora vivía se había puesto también de lo mas sexi que podía. Su cuerpo voluptuoso lo permitía. Una faldita que no le conocía tan corta que apenas merecía ese nombre marcaba su ancha cadera desnudando sus rotundos muslos.
Una fina camiseta de tirantes sin sujetador lucía sus enormes tetas, por la delgada tela se trasparentaban sus gruesos pezones que tanto me gustaba lamer y morder. La lisa melena rubia le seguía llegando a las posaderas y los rasgos sensuales y gruesos labios seguían llamando la atención.
-Laura, ella es Sandra, ahora vivimos juntos.
- Encantada, sabía que "este" tenía buen gusto y me lo estás confirmando.
- ¡Vaya! lo mismo digo, eres muy guapa.
Tras las presentaciones las cosas fueron mas civilizadas de lo que mi primera impresión me hizo suponer. No se tiraron de los pelos nada mas verse. Incluso parecía que se iban a llevar bien, o no demasiado mal. Lo que probablemente sería malo para mí.
Con las dos en ese plan y yo en medio con un polo y unos vaqueros debía parecer un pordiosero. No estoy mal del todo alto, delgado, cuerpo fibrado pues intento cuidarme. No creía merecer tanta atención de dos pibones como ellas.
Pero aún así me halagaba tener a las dos en plan zorritas pendientes de mí. Frotando sus pechos contra mis brazos y compitiendo entre ellas por mi atención. Cada una a un lado y yo en medio sin saber como reaccionar.
En esa actitud levantábamos más de una mirada de envidia. Bueno a mí me envidiaban y a ellas las deseaban. Lógicamente podía sobar a placer el culo de mi novia y morrearnos sin cortarnos poniéndole los dientes largos a Laura. De la que me imaginaba, si seguía siendo la chica morbosa que conocía, el tanga completamente húmedo bajo la escasa falda.
Una de las cosas que más me gustaban de ella cuando salíamos era lo que le gustaba el sexo y lo morbosa que es. Así que suponía que vernos a Sandra y a mí en plan pulpo la estaba poniendo cachonda.
En algún descuido de mi novia cuando se acercaba a la barra o al baño ella podía darme un piquito en los morros o permitirme sobarle el jugoso culo mientras miraba alrededor pendiente del regreso de mi actual pareja. Con todo eso mi polla estaba tan tiesa como el astil de una bandera. Ambas se habían dado cuenta de ello.
Más me sorprendieron cuando mi ex en vez de sentarse a mi lado lo hizo al de mi novia. Juguetona dejó descansar su mano en el desnudo muslo de su nueva amiga. Esta se giró hacia ella con una mano en su espalda desnuda, la otra acariciando suave uno de sus pezones por encima de la fina tela del top.
Pasó la cara por su cuello susurrando algo a su oído que yo no pude oír. Así sin mas cogieron cada una de ellas una de mis manos y salimos pitando con rumbo a nuestra casa. Mientras caminábamos mis brazos rodeaban sus cinturas apretándolas contra mi pecho.
- ¿Te fías de nosotras?
- En absoluto. Pero me imagino que no tengo otra opción.
El primer beso con lengua que se dieron fue cruzándose delante de mí en un semáforo. Eso me llevó mas allá de la sorpresa, al siguiente nivel. No conocía esa venda bisex en ninguna de las dos.
Sabiendo que lo que ocurriría esa noche estaba por completo fuera de mi control. Como si se hubieran puesto de acuerdo las dos bajaron mis manos a sus culos para que se los amasara. Ofreciéndome alternativamente sus bocas para que las besara dándome lengua como si la otra no estuviera allí.
Pero eso solo hasta llegar a casa donde me sentaron en un sillón y faltó poco para que no me ataran. Ellas se enfrentaron la una a la otra, mirándose a los ojos y sin decir nada juntaron las lenguas fuera de las bocas cruzándolas con hilos de saliva de una a la otra.
Sus manos recorrían las pieles con suavidad, rozando aquí, excitando allí. Mí novia levantó la minifalda descubriendo el culo rotundo de mi ex que el microscópico tanga no podía tapar. Esta le libró del pantaloncito que tras salvar sus duras nalgas cayó a sus pies sin impedimentos.
Luego bajaron los tirantes desnudando estos pechos talla ciento diez que en algunos momentos aún echaba de menos. No podía moverme y mi polla amenazaba con una congestión pues tampoco me habían dejado desnudarme.
Mi novia se agachó a comerse esas tetazas lamiéndolas enteras y metiéndose los pezones de areolas de casi dos pulgadas de diámetro en la boca. Mientras una de sus manos investigaba entre los muslos de la rubia lo que yo imaginaba que estaría bien depilado.
Jugando conmigo llevó dos de sus dedos, los que había tenido dentro de su nueva amiga, a mi boca dejándome probar el sabor de mi ex. Luego cayó su top que le sacó por la cabeza desnudando las firmes y duras, aunque bastante más pequeñas, tetas de mi novia.
No les quedaba mucho encima ya y mi ex tumbó a la pelirroja sobre nuestra mesita de centro aprovechando para llevarse por sus largos muslos el tanga. Separar sus piernas, arrodillarse en el suelo y ponerse a saborear el coñito que yo había disfrutado esa misma tarde después de comer. La hacía gemir y suspirar conseguía darle un orgasmo tras otro acariciando además sus cónicos pechos.
-¿Crees que le gusta?
- Le encanta, lo que yo no sabía era que a tí te iba a gustar comérselo.
- Parece que aún guardamos algunas sorpresas.
Mi novia harta de tanto parloteo y con ganas de seguir gozando tiró de la cabeza de Laura para que siguiera lamiendo. Ya no pararon hasta que tuvo su primer orgasmo de la noche.
-Me debes uno, bonita.
- No pienso negártelo, estoy deseando devolverte el favor, rubia.
Le tendió la mano para que la ayudará a levantarse y al quedar de pie frente a frente volvieron a besarse. Compartieron el sabor de Sandra que mi ex aún debía tener en los labios.
Yo seguía paralizado pero cachondo como nunca. y deseando que me hicieran caso. Pero ellas parecian seguir a lo suyo. Pegadas como con cianocrilato, sus tetas se frotaban según se movían. Entre sus vientres no cabría ni una hoja de papel de fumar.
Y un muslo de cada una entre las piernas de la otra probablemente hasta rozar los labios depilados de sus vulvas. Aprovechando su distracción me libré de mi camiseta.
-¿Y qué hacemos con él? ¿crees que se merece un poco de atención?
- Si se porta bien...
Con unas impresionantes expresiones de zorrón en sus bonitos rostros se giraron hacia mí. Se fueron acercando despacio provocándome aún más. Cada una se hizo con uno de mis pies y me descalzó. Acto seguido se los llevaron a la boca para lamer los dedos y las plantas.
Nadie me había hecho algo así nunca. Me estaba derritiendo con ello. Ahora el que gemía era yo. Ni sé qué manos abrieron mis pantalones. Pero un momento después cada una tiraba de una pernera hasta dejarme solo con el slip. Y marcándose en la tela mí pétrea erección.
Sus labios subían por mis piernas lamiendo mi piel sin prisa recreándose en cada centímetro que subían. Menos mal que antes de salir me había depilado el cuerpo entero. Solo me dejaron mensajes el culo del sillón para tirar del slip, mi durísima polla saltó ante sus caritas de vicio.
No podía durar mucho más. Al poco de notar los labios de Laura chupando mis huevos y la lengua de Sandra subiendo por el tronco empecé a echar chorros de semen como una fuente.
En el plan en el que estaban no iban a desaprovecharlo. Sus bocas empezaron a turnarse sobre el glande recogiendo la lefa. Cuando dejó de salir y mi polla empezó a perder consistencia rodaron a besarse de nuevo compartiendo mi semen. La lenguas fuera de las bocas, se las chupaban y compartían saliva y lefa en un morreo muy guarro.
Más todavía cuando se incorporaron y me hicieron participe del beso. Mi propio sabor mezclado con sus babas cayendo de sus lenguas a mi boca abierta. Yo alucinaba pero no pensaba en desperdiciar ni un momento del morbo que me estaban dando.
Por fin pude echar mano a sus culitos. Acariciar sus suaves epidermis y a veces donde ponía la mano ya estaba por allí otra mano femenina tocando. Estaba llegando con el índice al ano de mi ex, le gustaba mucho el sexo anal cuando estábamos juntos, pero ya estaban allí dos dedos de Sandra penetrándola.
Cuando alcancé el coñito de Sandra solo estaba libre porque mi ex estaba jugando con su trasero. Dejé de saborear sus lenguas para dedicarles un ratito a sus pechos. Sus preciosas tetas caían sobre mi cara y no dacia a cuál de las cuatro prestar más atención así que me tornaba besando y lamiendo esas dulces masas de carne. Mordisqueando con suavidad sus pezones.
A ese ritmo mi herramienta recuperaría pronto la verticalidad. Fueron ellas las que me llevaron de la mano a mi dormitorio. Algo mosca me di cuenta de que Laura sabía perfectamente donde caía la cama.
Como lo prometido es deuda con suavidad las manos de Sandra colocaron a la rubia a cuatro patas sobre el lecho. Yo de pie a su lado solo podía admirar tan bello espectáculo. Se puso detrás de ella. Empezó a pasar la legua por las poderosas posaderas de Laura.
Bajó por la raja hasta clavar la lengua en el ano lo que arrancó un fuerte gemido de mi ex novia. A la vez que separaba aún más la rodillas para que pudiera alcanzarlo todo con su boquita. Pronto llegó al xoxito y empezó una comida que por los suspiros que salían de su garganta pistachos de especialista.
Ya estaba claro que todo aquello era una encerrona y que esas dos ya habían tenido algún encuentro anterior. Ya se conocían y sigan lo que le gustaba a la otra. Pero no era el momento de hacer de detective sino de disfrutar de todo ello.
Laura estiró la mano y consiguió alcanzar mi rabo que aún no estaba en forma, solo morcillón. Tiró de mí para que subiera a la cama delante de ella. Así empezó a acallar sus gemidos metiéndose mis huevos en la boca. Ya debía haber tenido más orgasmos que los que ella le había conseguido a Sandra.
Por encima de su espalda y nalgas los ojos de mi novia se clavaban en los míos con una mirada de pura lujuria. Separó un segundo la boca de tan jugoso coño para decirme:
- Quiero ver como te follas este culo.
- Tus deseos son ordenes. Por supuesto.
Para entonces mí polla volvía a estar como el palo mayor de un galeón. Así que me moví hacia la grupa de la rubia. Su ano estaba tan lubricado con la saliva de mi novia y mi polla con la suya que no hizo falta nada más. Sandra cogió mi polla con la mano y la fue guiando al interior de su amiga.
Sus gemidos se agudizaron todavía más mientras despacio pero sin parar la iba penetrando hasta que mis huevos chocaron los labios de su vulva. Mi novia sin separarse un centímetro de nosotros se dedicó entonces a acariciarme los huevos y el clítoris de la rubia a la vez que me besaba con mucha lengua.
A veces también me empujaba del culo para que le diera más rápido. O tan traviesa como se había mostrado toda la noche deslizaba un dedo ensalivado por mi raja hasta ponerse a jugar con mi ano. Si la cosa seguía por ese camino no dudaba que las dos también querían probar cosas nuevas con mi culito.
Parecía que Laura entre mi polla y los hábiles dedos de Sandra en su clítoris se estaba corriendo una y otra vez. A mi ya no me quedaba mucho y en en un momento más me derramaba dentro de ese culo que llevaba meses sin probar.
Agotado me derrumbé sobre la espalda de mi ex mientras mi novia se tumbaba a nuestro lado besándose con ella. Mi polla mientras se aflojaba salía sola del poderoso culo.
De perdidos al río me dije a mí mismo. Empecé a lamer y besar la espalda de Laura bajando por ella hasta besar sus nalgas. Pasé la lengua por su raja y la clavé en el ano recogiendo el semen que salía de allí.
Mientras con la mano alcanzaba a acariciar el coñito de Sandra. Penetrarla con dos dedos mientras con el pulgar acariciaba el clítoris. Tenía el rabo para el arrastre, pero con la lengua y los dedos todavía podía darles a ese par de lobas lo que me pidieran.
Y lo que querían suponía un nuevo esfuerzo hasta de las ideas preconcebidas que me estaban volviendo del revés. Me hicieron tumbar y Sandra se sentó sobre mi cara quería mis atenciones con las lengua. Pero no se conformó con eso. Laura me hizo levantar las piernas y le alcanzó lo tobillos a mi novia.
Con la espalda arqueada le estaba ofreciendo así mi culo. Y no se hizo esperar mientras yo me dedicaba a lamer el coño y el ano de mi novia separando sus duras nalgas con las manos. Mi ex se ponía se comerme el culo y los huevos con toda la dedicación de que era capaz y conociéndola era mucha.
No consiguió que se me pusiera dura de nuevo, pero no importaba. Aún sin eso lo estaba disfrutando de verdad. Sandra si que volvió a correrse en mi boca. Al final terminaron por rendirse y se tumbaron una a cada lado besándonos de nuevo compartiendo saliva.
- Ahora me diréis de que iba todo esto.
- La llamada de esta tarde no ha sido la primera. Hace unos días llamé y tú estabas en la ducha. Sandra me cogió la llamada y estuvimos charlando un rato.
Se cedían el turno como buenas amigas.
- Después de explicarle la nueva situación. Las dos teníamos curiosidad la una por la otra. Así que como esta tarde decidimos quedar. Tú estabas trabajando.
- Tomando un café empezamos a contarnos cosas y como no, hablamos de tí y de lo bien que lo pasábamos juntos en la cama. Poco s poco nos fuimos calentando solas con la conversación y de tener una chica tan sexi al lado.
- Para seguir charlando me la traje a casa. Nos puse unas copas. Cuando me contó lo que le gustaba que le mimaras esa preciosidad de culo empezamos a besarnos.
- Pasamos un buen rato juntas y revolvimos las sabanas. Pero las dos pensábamos que de alguna forma te estábamos poniendo los cuernos y aunque estábamos genial sin una polla. Bueno, queríamos compartirlo también contigo.
- Así que montamos lo de esta tarde para que estuviéramos los tres juntos.
- Me habéis dejado alucinado.
- Esa era la idea. Y así poder repetirlo alguna vez más al menos si los dos queréis repetirlo conmigo y mientras yo no esté con alguien más.
Aunque se quedó a dormir y por la mañana seguimos disfrutando, lo de repetir quedó en el aire. Así que ya veremos si vuelve a surgir la ocasión.
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martes, 14 de diciembre de 2021
domingo, 5 de diciembre de 2021
Mi tío trabaja de noche
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una situación de cine porno
Fui a visitar a mis tíos una mañana de verano. Yo estaba de vacaciones y me aburría. Al abrirme la puerta mi tía Yolanda, la cuñada buenorra de mi madre, me invitó a pasar.
- Hola cielo, no te esperaba. pasa. Tu tío está durmiendo, ha tenido turno de noche. Nosotras en un rato nos vamos a casa de mis padres. ¡Ah! y descálzate por favor.
Ese nosotras iba por ella y por mi primita que si había sacado los gentes de sus progenitores en unos diez años más se iba a convertir en una autentica rompecorazones. En ese momento la niña vivaracha se limitó a saltar a mis brazos para cubrir mi rostro de besos.
- ¡Que rabia primo! Tengo que ir a ver a los abuelos. Pero me gustaría más quedarme contigo.
- Todos tenemos nuestras obligaciones primita. Yo este año empiezo la universidad.
Su bella madre nos interrumpió en ese momento. Saliendo de su habitación con un vestido que dejaba poco a la imaginación, entallado, cortito y con un precioso escote. Mentiría como un bellaco si no dijera que habían caído muchas pajas a costa de mi tia y su precioso cuerpo.
- Anda no agobies al primo. Déjale respirar.
- No me agobia, me encanta jugar con ella, tía.
- Bueno. ¿Podrías echarle un vistazo al portátil de tu tío? Ayer se quejaba de que iba lento y no cargaba las películas.
Todos suponen que sólo por ser joven se me da bien la informática. Vale, es verdad, pero solo por que me he interesado en ello.
- No hay problema, mientras se levanta el tío. Así me entretengo.
- He dejado comida de sobra. Os lo calentais en el microondas. Supongo que no vendremos pronto.
Me despedí de ellas junto a la puerta del pequeño piso. Dos castos besos a mi tía que me hubiera gustado que fueran más lascivos y muchos más de mí primita que salió pensado que se hubiera divertido más conmigo que con sus abuelos.
Las dos familias son de clase obrera, honradas pero no muy pudientes así que tanto el piso de mis tíos como el de mis padres son pequeños y cuidados. El trabajo de mi tío es exigente físicamente y como resultado tiene un cuerpo excelente. Casi como si se machacara en el gimnasio.
En cuanto a mí mis gustos son amplios. Así que fijarme en mi tío Manuel cuando íbamos juntos a la piscina o le veia sin camiseta por casa era algo normal.
Cuando se cerró la puerta tras el culo respingón de mi tia Yolanda pillé un refresco de la nevera y me senté en el salón con el portátil.
- Tío por lo menos podrías ponerle contraseña a tu sesión. Pensaba casi en voz alta. Como le dé a mi prima por curiosearlo igual te llevas un susto. O mi tía según la cantidad de porno que haya.
Le pasé el antivirus, las herramientas de disco y limpié el arranque. Con eso parece que mejoró el rendimiento. Le creé dos sesiones y le puse contraseña a la suya. Guardé en ella todo lo que podía ser comprometido. Si quería darle acceso a ella a su mujer sería cosa suya.
Aún faltaba un rato para la hora de despertar a Manuel. Entonces como suele decirse, cuando el diablo no tiene que hacer... me puse a curiosear su historial de Internet y los archivos del disco. Las descargas, vídeos y fotos.
Ahí fue cuando empecé a llevarme sorpresas. Mi tío había estado visitando páginas de porno gay, más en concreto de twinks. Chicos muy parecidos a mí, delgados, guapos, depilados y la mayoría actuando con hombres musculosos similares a él e incluso con parejas.
Entonces si que pensé que todo eso no deberían verlo las chicas que vivían con él. Además de excitarme suponiendo que Manuel se habría fijado en mí. Como suponía, las carpetas de fotos estaban como las organizaba el sistema operativo.
No me costó nada ver las que se había bajado; de chicos, de chicas e incluso de travestis y de transexuales. Y los videos eran de lo mismo. No me extrañaba que el aparato fuera lento, no como el que yo llevaba entre las piernas en ese momento viendo todo eso.
El pitido de una llamada de Skype me dio un susto de muerte en ese momento. Sin pensar le di a aceptar para que el ruido no despertara a Manuel. En pantalla apareció un primer plano de una polla y una mano que le estaba dando a la zambomba. En la ventana pequeña se veía mi cara de estupefacción.
Al ver que no era mi tío el que contestaba el fulano se tapó a toda prisa.
- ¿Quién eres tú? y ¿por qué contestas a esta cuenta?
Me hice un poco el despistado.
- Soy un amigo, espero que no te importe. Era una buena vista. No sé por qué te has tapado tan pronto.
Mi expresión de susto debía haber cambiado por una de morbo. Por que el nuevo amigo se echó atrás mostrando su cuerpo desnudo del todo. Con el calor que hacía en todo el país eso no era muy difícil. No es que fuera una belleza pero yo había estado con alguno parecido.
Tíos así lo que no tenían de buenorros lo suplían con lascivia, morbo y guarreo. De la edad de mi padre, con algo más de barriga y mucho más pelo. Yo me saqué la camiseta para enseñarle algo más y mantener el morbo.
No me entretuve mucho con él. Aunque tenía la polla dura desde hacía mucho rato no quería hacerme una paja por Skype en ese momento. Conseguí sonsacarle que mi tío y él se masturbaban juntos cuando coincidían. Y que los dos eran unos viciosos de marca mayor. Al ver la sesión abierta cuando yo había encendido el portátil había llamado.
La cosa se había puesto pero que muy interesante. Era evidente que mi excitación estaba por las nubes. Y yo estaba en la casa a solas con un hombre que me atraía desde que empezaron a gustarme los chicos.
De perdidos al río. Solo con las bermudas cogí mi móvil y di los escasos cinco pasos que me separaban del dormitorio de mis tíos. Abrí la puerta lo más silencioso que pude. Daba igual, estaba tan bien engrasada que no hizo ni el más mínimo chirrido.
Sobre el colchón todo espatarrado estaba mi tío en pelota picada. Con la persiana un poco levantada y el sol entrando por las rendijas de la persiana se le veia perfectamente. Solo se tapaba con una sábana que con sus movimientos dormido le cubría malamente una pierna y el paquete. El otro muslo, con la rodilla doblada, el lateral de la cadera, todo el vientre y el torso estaban ante mis lascivos ojos.
Tenía que inmortalizar ese momento. Le hice unas cuantas fotos con el móvil tanto de cuerpo entero, como recogiendo alguno de los detalles que más me gustaban. Tenía la cabeza apoyada en uno de sus antebrazos lo que me dejaba ver la axila de ese lado. Sus pezones oscuros en el pecho musculoso. La tableta marcada de sus abdominales.
Si ya antes estaba cachondo ahora estaba en el punto de ebullición. Su polla empezaba a marcarse dura con una de las erecciones del sueño. Aún no estaba tanto como la mía que empezaba a dolerme dentro de los apretados pantalones cortos.
Si aquello hubiera sido uno de los vídeos porno que guardaba Manuel en su portátil el chico se hubiera puesto a comerle la polla al maduro y este no se hubiera despertado. Suponía que mi tío no tenía el sueño tan profundo.
Así que allí estaba yo, excitado a tope, con uno de mis objetos de deseo y sin saber como seguir. Casi paralizado. No creía que Manuel se tomara a mal el que yo me cogiera algunas libertades con todo lo que había visto. Aunque le diera algún reparo el que yo fuera familia y su sobrino.
Me armé de valor y me puse a acariciarle. Con suavidad disfrutando del tacto de su piel en la yema de mis dedos. Con eso no se despertaba. Aparté la sábana hasta los pies y aproveché a hacer algunas fotos más de sus genitales y de cuerpo entero. Su rabo ya apuntaba al techo y sus huevos me atraían. Era un bonito desnudo en esa pose.
Únicamente con mis shorts me subí a la cama a su lado y empecé a comerle los pezones. Lamerlos goloso y a acariciar el nabo pajeándolo con suavidad. Fue en ese momento cuando se despertó. Pasando del sueño a la vigila con suavidad, estirándose como un gato. Me miró de reojo dándose cuenta de que era yo y no su bonita mujer quien le estaba metiendo mano.
-Buenos días, sobrino.
Su sonrisa me dijo que se estaba tomando a buenas mis avances. En mi mano su polla dio un pequeño salto poniéndose todavía más dura.
- Hola tío. Me pareció que era hora de despertarte. Yolanda y la niña están con tus suegros. Estamos solos.
- ¿Y has aprovechado?
- Te he estado revisando el portátil. Te lo he dejado fino y de paso he visto tus descargas. Me he llevado una sorpresa.
- ¿Por eso me estas acariciando?
Ahí aprovechó para estirar la mano y pasarla con suavidad por mi pecho rozando mis pezones.
- Te tocaba por que me apetecía y por qué me gustas mucho. Lo del ordenador ha sido lo que me ha dado libertad para hacerlo.
- Pues me está gustando que tomes estas libertades.
Me dijo con una expresión lujuriosa en la cara. Se incorporó lo suficiente como para alcanzar mi rostro y empezar a besarme. Era evidente que le iba a corresponder, separé mis labios y saqué la lengua en busca de la suya. Cada vez mas saliva pasaba de una boca a otra resbalando hasta por mi barbilla hasta el cuello.
Me acariciaba con suavidad, el pecho, el vientre recorriendo mi cuerpo despacio. Y yo lo hacia con él excitándonos mutuamente.
- Manolo, me has gustado desde siempre. Si llego a saber que te van los chicos te habría intentado provocar mucho antes.
- Ya me provocabas. Cuando te veía tan guapo y sexi me daban ganas de desnudarte y lamerte entero.
- Pues lo estoy deseando.
Sus manos bajaban por mi vientre, acariciando mi ombligo para librarme de las bermudas. La última prenda que me quedaba. Las arrojó a un rincon junto a mi bóxer y se inclinó para recorrer mi piel con sus labios.
Empezó mordisqueando mis pezones y pasando la lengua por mi torso de las axilas al ombligo. Su mano ya se había apoderado de mi polla depilada y acariciaba mis huevos con suavidad. Yo solo gemía y estirando las manos, tocaba sus hombros y revolvía su cabello.
Parece que tenía ganas de polla, pues hacía allí se dirigía. Cuando noté su legua recorriendo mi escroto de abajo arriba y siguió por el tronco de mi polla, solté un tremendo gemido. Menos mal que mi tía no estaba en casa.
- Joder tito, que bien me comes la polla. Seguro que la mía no es la primera.
- Y espero que no sea la última vez que te la como. Que te lo chupo todo.
Me dijo mirándome con una mueca lasciva desde mi cadera. Levantó mis piernas hasta mi pecho. Así podía comer también mi culo. No era la primera vez que me hacían un beso negro pero este me estaba gustando especialmente.
Manolo parecía todo un experto. Su lengua no dejaba ningún rincón sin explorar y su saliva humedecida todo mi pubis hasta la raja del culo. Supongo que hacía disfrutar a mi tía así. Clavó la lengua en mi ano como si me quisiera penetrar con ella.
- ¿Me quieres follar?
Dije entre gemidos.
- No me lo perdería, si me dejas. Y si quieres me gustaría que me follaras tú.
- Vamos hazlo, ya me tienes muy cachondo.
- Alcánzame el lubricante, está en ese cajón.
Me estiré para sacar el tubo de la mesilla de noche. Se lo di en la mano acariciando sus dedos. Tras su lengua vinieron sus dedos bien embadurnados con el gel. También se puso en la polla. Yo mismo sostenía mis rodillas para dejarle el camino libre.
Podía ver su cara de vicio entre mis piernas. Hacía juego con la mía, esperando al glande que se iba a abrir paso en mi interior.
- ¡Ya!, ¡dame rabo!.
Ya lo notaba abriendo mi ano. Ya lo tenía bien experimentado. Varios chicos me habían follado antes y yo a ellos. No me iba a hacer daño estando bien lubricado.
Sus manos pasaron a sujetar mis piernas y yo mismo separé mis nalgas. Empezó a penetrarme despacio con suavidad, como a mí me gusta. Un gemido se escapó de mi garganta. Otro más fuerte cuando llegó hasta el fondo.
Se movía despacio, firme y profundo. Mi ano, bien limpio por fuera y por dentro, apretaba su polla todo lo que podía como queriendo exprimirla. Su cadera golpeaba mis nalgas con buen ritmo.
- ¿Te vas a correr? tito.
- Como me aprieta. Me encanta tu culito. Con la de veces que te lo he mirado deseándolo. Y ahora estoy dentro.
- Si, Manolo, hasta que me lo llenes.
Mi propia polla durísima apoyada en mi vientre esperaba atenciones. Al rato se corría dentro de mí. Empujó más mis piernas para dejar mis nalgas al alcance de su lengua.
- ¿Me lo vas a comer otra vez?.
- Si, quiero saborearte entero.
- Ya me lo has dicho. Y me encanta.
Su lengua volvió a mi ano. Recogía la lefa que rezumaba de allí, y siguió por el perineo, los huevos y la polla.
- Tío, me voy a correr. Estoy muy caliente.
- Hazlo, sobrino. Dame tu semen.
Con fuertes gemidos me derramé en su boca. Se deslizó entre mis piernas con mi lefa en su boca. Volvió a besarme. Dejó caer en mi boca su saliva y mi semen mezclados y de inmediato metió la sin hueso entre mis dientes hasta casi mi garganta.
Solo mi propia lengua cruzándose con la suya, jugando, saboreando nuestros jugos mezclados, lascivos y morbosos.
- Joder, que bueno. Ya me habían dicho que eres un guarrete pero me ha encantado comprobarlo.
- ¿Quién te lo ha dicho?
- Uno de tus colegas del Skype. Ya te he dicho que tienes que tener más cuidado con el ordenador. Por cierto ya te he agregado como amigo, para charlar por esa cuenta alguna vez.
- ¿Una ducha y comemos?
- Claro tío.
En la ducha juntos para aprovechar el agua nos volvimos a acariciar y sobar. El gel y el agua hacían que nuestras pieles resbalaran, las manos recorrían nuestros cuerpos. todo el cuerpo.
Mientras nos besábamos bajo la alcachofa con los cuerpos bien apretados. Las pollas aún flojas juntas y agarrándonos los culos con fuerza. Su cuerpo atlético se sentía bien, los músculos y fuertes brazos rodeándome.
Sus besos y caricias hicieron que mi polla empezara a recuperarse antes que la suya. Mis dedos habían empezado a explorar su culo, separar sus durísimas nalgas y jugar con el ano. El gel me dejaba abrirlo sin esfuerzo. Y él gemía en mi oreja.
- Veo que tienes ganas de follarme sobrino.
- Muchas, ¿me dejaras?.
- Pues claro, quiero tu nabo dentro.
Allí mismo en la bañera. Se inclinó sacando el culo hacia afuera. Apoyó las manos en los azulejos para ganar estabilidad y que mis empujones no nos tiraran al suelo. Yo ya estaba detrás separando las marmóreas nalgas con las manos.
Antes de penetrarlo quise comerlo y me arrodillé para lamer su agujerito. Luego por fin, me levanté y empecé a follarlo con la misma ternura que él lo había hecho conmigo.
El gel y el agua lubricaba la penetración. Yo me movía despacio y con cuidado para no caernos. Pero el placer era igual o incluso mayor. Me apretaba el rabo como si lo tuviera en una prensa. Creo que estaba más estrecho que el mío. Al fin entre gemidos de ambos me corrí. El agua se llevó cualquier accidente que pudiera haber.
Nos secamos el uno al otro con cariño y ternura. Entre besos y caricias y más de una lamída a zonas que aún no habíamos explorado del todo. Mientras me los secaba me lamió los pies.
Durante la comida seguimos charlando y contándonos cosas.
- Esta bien que hayas puesto contraseña al ordenador por tu prima. Pero no hacía falta por tu tía. Ya sabe de mis gustos y los comparte. Es tan bisex como yo y como tú.
- ¡Ah! ¿Asi que se lo vas a contar?.
- Desde luego, no hay secretos. Y espero que podamos estar juntos los tres alguna vez.
- Pues me quitas un peso de encima. No sabes la de pajas que le he dedicado.
- Me lo imaginaba. ¿Esta buena? ¡eh!.
- Mucho, pero me ha encantado estar contigo primero.
Yo también le contaba algunas de mis experiencias con chicos y chicas e incluso con algún maduro como su amigo del Skype.
Después de comer dormimos la siesta juntos, desnudos y abrazados. Y aún nos dio tiempo de hacer un sesenta y nueve antes de que volvieran las chicas. Los besos con los que me despidió mi tía en la puerta fueron más lascivos, más húmedos. Sacando un poco la lengua con la que tocó mi mejilla.
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sábado, 4 de diciembre de 2021
Tres chicas en un bar
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Tres chicas sentadas en un bar.
Una rubia, Lola, bonita cara en la destacaban unos rojos labios carnosos y unos profundos ojos azules y con un cuerpo magnífico, voluptuoso y sensual. Sus voluminosos pechos que parecian no estar apretados en ningun sujetador se notaban a traves del fino jersey. El vaquero ajustado al precioso, ancho y rotundo culo.
La morena a su lado, la más joven, Linda, con un ligero vestido de corta falda del que salían unas piernas larguisimas apoyadas en unas sandalias de fino y largo tacón y unos finos tirantes que solo conducian la vista al profundo escote.
La cara con personalidad de rasgos casi duros en los que destacaban los ojos castaños y dulces, la recta y fina nariz sobre una boca de labios rectos y delgados. Linda ha evolucionado mucho desde su primer encuentro con sus amigas lesbianas. Ahora es una sofisticada mujer.
Y cerrando el triángulo una morena, Paula, Con su larga melena negra casi hasta el culo, de blanca piel pecosa, ojos verdes como un campo de trigo en primavera, y una boquita sensual de labios maquillados en un oscuro granate.
Los hombros desnudos y llenos de pecas saliendo de un top anudado al cuello por debajo de la melena rojo fuego y dejaba al descubierto la hermosa espalda, por debajo una minifalda apenas cubria los torneados muslos.
Al pasar a su lado todos los hombres miraban asombrados el hermoso trio. Pero ellas parecian no darse cuenta de la admiración que levantaba su presencia dedicadas solo a admirarse y desearse mutuamente. La confianza que se tienen, los roces disimulados en los antebrazos, las caderas, la cara con suavidad.
Eran viejas amigas, amantes desde hace tiempo. Por costumbre las dos más maduras pareja, a veces trio con la más joven, siempre muy queridas amigas y entre ellas no hay secretos. Están compartiendo sus últimas experiencias. Aunque sin dejar de otear alrededor en busca de nuevas chicas con las que compartir su cama.
Su placentera historia viene de lejos. Empezaron casi de casualidad, si no hubiera habido una mudanza al mismo edificio de las dos chicas, no habría pasado nada.
Por la calle llevaban cada una la mano en la cadera de la otra. Lola y Paula se besaban y acariciaban en público. Todos en el barrio sabían que eran tortilleras y en realidad nadie lo tomaba a mal. Eran bien recibidas y caían bien a casi todos.
A ellas no les importaba gran cosa lo que la gente pensara de ellas. Lo exhibían con orgullo. A veces incluso provocando y poniéndose más cariñosas de lo normal en público. Exhibiendo su amor sin complejos.
En el piso de al lado se instaló una familia que desconocía las inclinaciones sexuales de sus vecinas. La mudanza por una compañía de transportes se hizo rápidamente. Padre, madre, relativamente jóvenes y su hija Linda de diez y ocho años recién cumplidos.
En el dormitorio pared con pared instalaron a la hija. Y era un muro muy fino a través del que se oída todo. La chica era una deliciosa muchacha de diez y ocho años con un cuerpo de los que quitan el sueño. Era tímida y no le gustaba mucho salir por las noches, ni con chicos.
En esas noches cálidas la chavala oía perfectamente los jadeos y gritos de placer de la pareja de lesbianas que hacía el amor al grosor de un ladrillo estrecho de su cabeza.
No distinguía la voz de ningún varón con ellas. Eso la complacía extrañamente, nunca le había gustado salir con chicos. Siempre lo mismo, egoístas y atentos solo a su placer.
Sus vecinas le gustaban. Sus cuerpos bronceados que generosamente mostraban por las escotadas camisetas y minifaldas que habitualmente vestian. Le atraían misteriosamente cuando se cruzaba con ellas en el portal.
Alguien tenía que romper el hielo. Las tres se deseaban, a la pareja no le importaba convertirse en un trío con una criatura tan deliciosa como su bella vecinita. Espiaban sus movimientos a traves de las ventanas del patio. Miraban su breve y sexi ropa interior tendida a secar por su madre.
Ambas suspiraban y comentaban entre ellas los encantos de la dulce adolescente.
Así que un día que coincidieron en el ascensor Paula, la morenaza con una melena larguísima del color del ala de cuervo, la invitó a cenar a su casa.
- Hola, estás de vacaciones ¿verdad?
- Si, he terminado el curso bastante bien.
- No te vemos salir con amigas o amigos.
- Si, desde la mudanza estoy algo desconectada. Los veo menos.
- Podrías venirte a cenar con nosotras. Hacer nuevas amigas en el barrio.
- Estaría encantada. Sois muy amables. Se lo digo a mis padres y vamos.
- Adelante. Pasa.
Dentro del piso, Lola, la rubia, preparaba la cena cubierta tan solo con un delantal y sus braguitas minúsculas. La voluptuosa figura apenas estaba cubierta por esa poca tela. Sus enormes pechos levantaban el fino algodón dejando ver por debajo el vientre plano y la cadera. Paula explicó a Linda que allí todas eran mujeres y que no debía haber timideces entre ellas.
- Bonito atuendo.
- Todas somos chicas ¿no? No hay por qué ser tímidas. Nosotras por casa siempre vamos así de cómodas.
Sin más se sacó los pantalones y el top que llevaba quedando tan solo con un mínimo tanga que apenas cubría nada de su espléndida anatomía. Más espigada que su amiga, delgada, teta breve y un precioso culito respingón. Pidieron a la invitada:
-ponte cómoda por favor.
Y la joven extrañamente complacida se quitó su falda (bien cortita por cierto) y su camiseta negra sin mangas. Dejó las prendas en sobre una silla, ante la golosa mirada de las dos lesbianas. Quedó con el sujetador y sus braguitas de encaje. Las dos espectadoras con la tentación de gritar:
-¡que siga! ¡que siga!.
Pero tiempo al tiempo. Lo que no pudieron evitar fueron los elogios.
-¡Eres guapísima! ¡Vaya cuerpo!.
-¡Estas como un tren!.
La adolescente había avisado de su tardanza e incluso podría pasar la noche en la casa de las vecinas. Sus padres tenían mucha confianza en ella, en sus pocas ganas de estar con chicos y en qué estaba con dos mujeres. Y a ninguna de ellas le importaría que lo de pasar la noche juntas llegara a pasar.
Las tres casi en pelotas, sudando en ropa interior y moviéndose por la estrecha cocina. Se producían abundantes roces entre ellas, roces que ninguna parecia tratar de evitar. Mientras cenaban sus rodillas se rozaban bajo la mesa.
Cuando alguna se levantaba a por vais o más comida sus pechos pasaban sobre los hombros y el cuello de las demás. La temperatura subía en la habitación y no era sólo por el calor del verano.
Hablaban de la proxima entrada en la universidad de la joven, de los trabajos de las mujeres, de los chicos y el sexo. Linda confesó su poca atracción por los muchachos de su edad.
- Ya sabéis como son los tíos. Obsesionados con meterla y después si te he visto no me acuerdo o peor aún presumen de ello y nosotras quedamos como unas putas.
Sus dos nuevas amigas recibieron esta información con una descarada sonrisa. Mientras Paula se deshacía de su delantal pasaban al salón a tomar algo en el sofá. Poco a poco pasaban a temas mas personales, a hablar de ellas mismas. Sentadas muy juntas en el cómodo mueble con sus muslos rozándose.
El ambiente se iba caldeando y mas cuando Lola pasándose sus manos por los grandísimos pechos y levantandolos un poco con las palmas dijo a la invitada:
- ¿No te parece que mis pechos son un poco demasiado grandes.
Paula dirigiéndose también a la invitada y acariciando perfectas tetas cónicas le decía:
-Cada día he de convencerla de que sus senos son preciosos. Todas tienen envidia de sus tetas.
La chica respondió:
-Ya me gustaría a mí tenerlas así de grandes, las mías son demasiado pequeñas. ¡Miradlas!.
Y uniendo la acción a la palabra se libró del sujetador que a estas alturas le quemaba sobre los pechos. Paula se acercó aún mas a ella con la intención de comparar y tocar, desde luego a ella.
- No, desde luego, así me gustaría tenerlos a mi.
Y pasó las yemas de los dedos por los perfiles de uno de los senos de Linda y además son suavísimos. La chica casi desnuda perdía a pasos agigantados la poca timidez con la que había entrado en la casa. Lanzó su mano en busca de de una de las peras maduras de la lesbiana, sopesandola en su mano y retorció suavemente uno de sus pezones.
Paula aprovechando que sus compañeras estaban ocupadas se quitó el slip y apareció una espesa mata de pelo negro que cubría su sexo. En su cuerpo delgado llevarlo al natural llamaba la atención.
La chica captó el movimiento con el rabillo del ojo y desplazó la otra mano de la cintura y el seno generoso a las descubiertas nalgas de la otra mujer y tirando un poco de ella hasta juntarla a sí se besaron. Se frotaban los senos mientras la otra se masturbaba ante el turbador espectáculo. Empezaron a darse lengua en serio. Cambiando saliva de boca en boca.
Paula acabó de desnudar a la invitada mientras le sorbía el aliento, la lengua en un lascivo beso y sus tiernas manos recorrian los pezones y todo el contorno de los firmes pechitos.
Linda caliente, excitada terminó por abrazarla y juntar sus cuerpos desnudos que frotaban sus pieles sin descanso. Lola no queria perderse su parte de la diversión y se acercó a ellas con la intención de besar y acariciar.
Lola situandose tras Linda besaba sus hombros y le clavaba los duros pechos en la espalda y frotaba su monte de venus en las firmes nalgas de su invitada, mientras sus manos recorrian toda la piel desnuda que podían alcanzar.
Sentada entre las dos expertas lesbianas la chica se dejaba hacer sintiendo placeres que nunca habia imaginado hasta ese momento. Pieles bellas desnudas frotandose con la suya, dulces caricias y besos tiernos.
Paula comenzó a descender besando su cuello delicado, los hombros blancos y los dulces pechitos. Le lamía el vientre deslizando sus labios por la suave epidermis y el ombligo. Introducía por fin la lengua en coñito virgen de la chica haciendola recostarse en el sofá de la sala. Acostada sobre el voluptuoso cuerpo de Lola. Su cuello encajado entre las poderosas tetas y la espalda sobre su vientre.
La joven reclamó las atenciones de la otra lesbiana sobre la que estaba acostada. Lola solícita acudió a besar la dulce boca cuando Linda giraba su cabecita y a acariciar las adolescentes tetitas.
La bella con verdadera curiosidad deslizó sus manitas por las anatomias de sus nuevas amigas y tocó por primera vez un coño distinto al muy masturbado suyo. Gime, recibiendo las caricias.
El sofá se les quedaba pequeño. Así que las tres fueron hasta la cama. Una gran cama que las dos mujeres compartían al otro lado de la pared del dormitorio de Linda.
La chica quedó entre sus dos nuevas amigas que estaban dedicándole sus besos, sus caricias. Repasaban cada centímetro de su suave piel con las yemas de sus dedos, con sus lenguas humedeciendola con su saliva.
Lola empezó por los delicados pero de la invitada. Chupando cada dedito, la planta y el empeine. Empezando a subir despacio por las pantorrillas. Busca el tesoro de la vulva depilada, caliente, y muy húmeda. Sus suspiros llenan la estancia.
Paula ha comenzado la exploración del joven cuerpo desde los torneados hombros, las suaves axilas, los brazos en toda su extensión, incluida la parte interna del codo. Buscaba sus pechos, cónicos y duros con los pezones de punta. El vientre plano y suave. Sus besos acariciaban toda esa piel.
Linda estaba muy caliente, ya había tenido algún orgasmo en el sofá. Ahora esperaba que esas lenguas llegarán a su coñito para explotar en nuevos climax. Pero no se quedaba quieta, sus manos alcanzaban a acariciar a Paula.
No se cansaba de amasar y acariciar los pechos de la morena. Se estiraba un poco más para alcanzar el matojo negro que tapaba el coño y explorar por allí en busca de los labios de la vulva. Penetrarla con sus deditos y tocar el clítoris hasta que la morena también se corría.
Lola también quería caricias y disponía de los delicados pies de la jovencita. Cuando estaba llegando muslos arriba a su coñito el dedo gordo de uno de los pies de linda se abría paso entre los gruesos labios de la voluptuosa mujer.
Linda nunca se habría imaginado que podía recibir y dar tanto placer con cada parte de su cuerpo. Siempre se había centrado en su vulva y puede que alguna caricia a sus pezones cuando se masturbaba.
La lengua incansable de la experimentada mujer recorriendo su coñito le daba un orgasmo tras otro. Ella también quería probar los jugos de sus amigas de la fuente.
- Paula quiero saborearte, súbete encima.
Así lo hizo y sentada sobre la cara de Linda sintió la inexperta pero ansiosa lengua de esta entre los rizos negros de su pubis. Sus suspiros subieron más de tono compitiendo con los de su novia. Incluso separó las nalgas y luego a probar el ano, limpio. Linda ya había recibido lengua en el suyo de las dos chicas.
Estaba claro que Linda ya no iba a volver esa noche a su dormitorio y que tampoco iba a dormir mucho. Ninguna durmió mucho ni esa ni las demás noches que compartieron juntas en esa cama.
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domingo, 28 de noviembre de 2021
Bloguera
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Nunca había conocido a ninguna prostituta, por lo menos ninguna que me hubiera dicho a lo que se dedicaba. Pero yo tenía curiosidad sobre el tema.
Aparte de la cuestión económica, evidentemente esa sería la razón principal. De las que lo hacen obligadas, que llevaría a una chica a aceptar tener sexo por dinero, que actitud tendría una mujer así.
Hasta que un reencuentro con una vieja amiga del instituto me dio más datos. Hacía años que no nos veíamos. Tras terminar la educación obligatoria le había perdido la pista a Marian. Nos cruzamos por la calle.
De inmediato la reconocí aunque había cambiado y mucho. Ya no era para nada la chica apocada de vaqueros y sudaderas. Ahora su vestuario se había reducido y mucho. Apenas cubría su cuerpo con una minifalda y un top. Buena parte de su piel quedaba al descubierto luciendo algunos tatuajes.
- Marian ¿eres tú? ¿que es de tu vida?. ¡Increíble! ¡Estás fantástica!
- Pues a tí no te veo nada mal.
Me dijo mientras recorría con sus bellos ojos mis muslos enfundados en unos leggins que hubieran podido pasar por pintura corporal. El top deportivo sujetaba mis pechos marcando su forma. Venía de correr y hacer algo de ejercicio.
- ¿Vamos a tomar algo y nos ponemos al día?
Tomando un café tras las típicas actualizaciones y recuerdos me confesó a que se dedicaba.
- Pues sí, soy puta. ¿Sabes que vendí mi virgo? No es que fuera inocente a esas alturas. Ya llevaba a cuestas muchas mamadas, sabía complacer a un hombre.
- ¿En serio? ¿Alguien paga por el himen todavía?. Parece cosa del pasado o de países del tercer mundo.
- Pervertidos hay en todas partes, nena. Yo me aproveché de ello. Y sigue siendo mi negocio a estas alturas.
-Y ¿Como pasaste de eso a ganar dinero con tu cuerpo?
- No te engañes nena. Todas vendemos nuestro cuerpo por dinero. O tú con tus blogs, Instagrams y demás ¿no te alquilas?.
- Supongo que es una forma de verlo. Pero yo creía que estaba haciendo periodismo.
Le dije con una carcajada. Yo ya había pensado en su negocio, era simplemente un hecho mas de la vida. De la vida de algunas mujeres.
- Si pero ¿qué pasó?.
Poco a poco conseguí sonsacarle su historia.
- Lo del virgo fue cosa de una amiga de mi madre que se dedica a esto. Al verme en aquella roca de friki supuso que no me había estrenado. Y acertó relativamente.
- ¡Pues menuda amiga! Seguro que también se llevó tajada.
- Este negocio es así. Así que por supuesto que tuvo su porcentaje. Pero todo eso me abrió las puertas a un mundo más amplio. Y como no me gustaba estudiar, ni dar un paso al agua y no estaba mal del todo... pues adelante y que pasará lo que tuviera que pasar.
- Puedo dar fe de que no estabas nada mal. Más de una estaba deseando darte un muerdo cada vez que te veía en la piscina. Y no se lo callaban.
- Eso hubiera subido mi autoestima entonces, si me hubiera enterado. Pero me gustan mucho las pollas como para pasar de ahí con ellas.
Aunque algunos novios o amigos si me habían confiado haber recurrido a servicios de prostitutas o strepers en un momento de debilidad, en alguna fiesta o alguna despedida de soltero. Nunca había pensado en ello.
Pero desde que esa amiga, Marian, me había contado todo eso me entró más curiosidad por el tema. No podía quitármelo de la cabeza. Revisé algunas paginas de contactos, relatos y algo de información en documentales o internet.
Incluso encontré las páginas de Marian y sus posados sexis en lencería donde se anunciaba. Y quería saber más, volví a quedar con mi amiga y la interrogué con lo que yo creí era discreción o puede que no.
- Me gustaría saber más de tu trabajo.
Desde luego que no lo conseguí, Marian no es nada tonta y me descubrió enseguida. Supo que me estaba dando morbo, además de un posible artículo. Al poco rato supo que no era sólo por escribir algo sobre el tema en mi blog.
Así que me propuso hacer un tour por uno de los clubs en los que ejercía y presentarme algunas de sus compañeras. También ejercía en esos locales. Eso era mejor que solo relatarme alguna de sus aventuras de los contactos de Internet. Con suerte podría entrevistar a alguna de ellas.
Yo iba excitada aunque me pidió que no fuera demasiado sexi por si nos encontrábamos con algún cliente tempranero. No dar pie a confusiones. Las dos con simples vaqueros y camisetas. Entramos por la puerta de atrás de lo que en tiempos había sido un hostal y hoy un afamado puticlub.
Tenía suerte y nunca había trabajado en un sitio en el que las mafias de tráfico de blancas hubieran metido mano. Si que se había tropezado con algún chulo mal encarado pero Marian había conseguido apañarse y no depender de alguien así.
En el bar ya había tres de sus colegas charlando con el guapo camarero. Todas con las vestimentas mas escasas posibles sin estar completamente desnudas. Hizo las presentaciones.
Advirtiéndome sobre el camarero sobón y sobre una de ellas a la que su exuberante par de tetas quería escapar de un mínimo sujetador, mi amiga fue a cambiarse. Charlábamos amigablemente y me hicieron algunas bromas. Riéndose a costa de mi ingenuidad.
El camarero apostado tras la barra y preparando cosas y botellas para la noche que le esperaba. Él no podía alcanzarme desde detrás de la barra. Pero la de los pechos grandes no dejaba de apoyarlos en mi brazo y agarrarme con ternura. Arrimaba su cadera solo cubierta con un minishort de lycra a la mía.
Sus avances no me molestaban, mas de una vez había jugueteado con algún bonito ejemplar de mi mismo sexo. Aunque no estaba allí por eso sino para conocer los entresijos de su negocio lo que de verdad sentían ellas y quisieran contarme. Así que mientras la dejaba insinuarse le sonsacaba algunos de sus sentimientos y anécdotas.
Cuando volvió mi amiga venia arrebatadora. Únicamente ataviada con unos altísimos tacones, un tanga de encaje y sobre ello, una negligee, un cortísimo camisón de gasa con tirantes que trasparentaba sus pechos duros y pezones puntiagudos. Hasta mi nueva amiga de las tetas gordas se quedó sin habla unos segundos admirándola.
Se unió a nosotras mientras nos entreteníamos con unos refrescos esperando a los primeros clientes. El primero que entró por la puerta fue un cuarentón gordo y no muy atractivo. Le entró a una de las chicas pero él se había fijado en la lesbi del sujetador escaso.
Que fue a atenderle con un suspiro de resignación dejando mi costado. Por lo que pude advertir, a base de dejarse meter mano en las ubres le fue sacando al colega un buen numero de consumiciones. Eso sin tener que subir a la habitación.
Algunas chicas más se unieron a nosotras con atuendos muy provocativos. Que me fueron presentadas por mi amiga o por el atento camarero que les contaban lo que yo pintaba allí. Luego se desplegaban por el local. Según entraban los clientes la compañía variaba pero nunca me dejaron sola. Protegiéndome si alguno de ellos hacía un avance en nuestra dirección.
Me contaron anécdotas y más de una historia de terror sobre lo acontecido en sus carreras. Yo todo lo absorbía y todo lo observaba. Intentado memorizar y apuntar cada detalle para mi blog pues me habría parecido descortés intentar grabarlo o hacer fotos.
Mi amiga había subido con un cliente a la habitación, un chico guapo y relativamente joven. Que seguro lo iba a disfrutar pues Marian le haría cosas que ninguna otra mujer le habría hecho nunca. Mi experimentada amiga le abriría a ese jovencito todo un nuevo mundo de placeres.
Yo charlaba amigablemente con una dulce morenita de melena lisa y cuerpo pequeño. Pero muy bien formado apenas cubierto por lencería llena de encajes y trasparencias. Una ricura que me contaba sin pelos en la lengua que su especialidad era el sexo anal. Imaginarme a esa miniatura ensartada por el culo hizo que mojara las bragas aún mas de lo que ya estaban.
Justo en ese momento llegó la guinda del pastel. Desde los vestuarios apareció la última de las chicas una autentica amazona rubia que a primera vista me sacaría diez o quince centímetros y yo no soy baja. Su melena de león rodeaba una preciosa cara y una adorable sonrisa.
Su cuerpo bronceado y poderoso pero muy bien proporcionado solo cubría lo justo con lycra, un mini short vaquero muy recortado en la cadera y un sujetador bandeau que cubría lo que me parecieron unas tetas operadas y erguidas cuyos pezones marcados parecía que me apuntaban directamente.
No pude más que fijarme en su poderoso culo cuando otra de ellas la interceptó alejándola de mi hacia un par de lo que parecían adinerados clientes. Aún con la boca abierta solo pude arrancarle a las chicas con que estaba su nombre: Tatiana y una enigmática sonrisa. Mi mirada se perdía con frecuencia por la sala en su busca, su presencia me atraía.
Cuando estaba a punto de rendirme y dar por finalizada la noche los dos fulanos con los que estabanse fueron haciendo curvas en busca de un taxi. La otra chica acercó a Tatiana al final de la barra donde yo estaba a punto despedirme de mi amiga que en ese momento bajaba de las habitaciones.
- Esta es Tatiana, me pareció antes que te gustaría conocerla. Lleva poco tiempo ejerciendo en este local. Pero tiene mucho éxito con hombres y con mujeres también.
Evidentemente me quedé. Nos saludamos con un par de besos dándome cuenta de que el nombre eslavo solo era un Nick de guerra. Pues hablaba el castellano con el mismo acento que yo. Su voz tenía un tono grave y sensual que acentuaba su misterio. De inmediato su personalidad y simpatía me atrajeron como antes lo había hecho su físico.
Fue ella la que se ofreció a enseñarme las habitaciones y presentarme a las señoras de la limpieza que se encargaban de dejarlas presentables entre los servicios.
- Si quieres subimos y te enseño el resto del hotel, hay habitaciones e incluso un pequeño spa. No sé cómo Marian no te ha subido arriba.
Había notado la fuerza de sus bíceps al apoyarme en ella. Los abdominales estaban bien marcados sin una pizca de grasa que las cubriese. Su vientre parecía una tabla de lavar.
Cuando iba a entrar a la habitación para curiosearla apoyó una mano en el dintel para cortarme el paso. Al girarme hacia ella para pedirle explicaciones bajó la cabeza acercándola a mí y depositó un suave beso en mis labios. Cerró la presa con el otro brazo y atrajo mi cuerpo contra su amplio pecho.
Abrí la boca, busqué su lengua con la mía. Deseaba ese beso desde que la vi entrar contoneándose en el bar. Cerré mis brazos alrededor de su cintura y me agarré a su culo como si no quisiera perderlo. Amasé sus nalgas durísimas. Se notaba el ejercicio en cada musculo.
Ella echó la mano a mi muslo subiéndolo, doblé la rodilla rodeando su pierna desnuda, nuestros cuerpos pegadísimos. Me arrastró hasta la cama cerrando la puerta de un golpe con el culo. Me arrojó sobre el colchón y sacándose el top de un tirón, se echó sobre mí. Volviendo a besarme lasciva con mucha lengua y saliva.
Con maestría abrió mis vaqueros y me libró de ellos en cuanto levanté un poco el culo de la colcha que no nos habíamos molestado en retirar. Mi tanga empapado solo esperaba que me lo arrancara. En cambio sus manos se deslizaron bajo la camiseta buscando mis pechos.
Yo ya hacía rato que le amasaba las tetas operadas. Deseaba terminar de desnudarla, pero ella llevaba la voz cantante y terminé solo con la braguita antes de que ella se librara de su pantaloncito.
Comenzó a lamer toda mi piel. Notaba sus labios en mis lolas. Pero a la vez como si tuviera cuatro manos sentía sus caricias en los muslos o el vientre. Lamió mis axilas sin importarle que debían tener ya cierto sudor desde mi ducha mañanera. Hasta que hizo a un lado el tanga y clavó dos dedos en mi vulva.
Con lo encharcada que estaba no hizo falta ninguna caricia más para que entraran con facilidad. Lo que me hizo exhalar todo el aire de mis pulmones en un suspiro de gusto. A la vez que el pulgar apoyado en el clítoris completaba el placer que me daba sin dejar de follarme con la mano.
Bajó lamiendo hasta el ombligo y luego a lamer los jugos que extraía con los dedos de mi coñito. Yo no conseguía alcanzar mas que su cabello y hombros aunque estaba deseando devolverle el placer que me daba. Nunca llegué a saber cuando se sacó la polla por la pernera del pantaloncito dura y orgullosa. Ya debía hacer un buen rato que la molestaría sujeta entre sus muslos y echada hacia atrás.
La notaba allá abajo rozándome los tobillos. Cuando me di cuenta de lo que era con sorpresa lo exploré con un pie. Tocando los huevos con el empeine y luego la polla con la planta. Le oí soltar un gemido ronco, profundo cuando acaricié sus testículos con los dedos de mi pie.
Entonces ella comenzó a subir sin despegar la lengua de mi piel. El ombligo, las costillas, mis pechos, las axilas, el cuello, su saliva por todas partes. Yo me sentía hervir y gemía y suspiraba.
Su cuerpo encima del mío hasta poder clavárme su nabo imponente y duro en el coño. Había creído, con todos sus besos y lamidas, que no podía disfrutar más. Pero al sentirla dentro de mí el orgasmo fue casi instantáneo. Claro que no paró.
- Me encanta tu polla, nena. ¡Clávame al colchón!.
-Y a mí tu coñito. Toda tú. ¡Que rica estás!
Empezó a bombear. Su cadera se movía fuerte entre mis muslos. Yo notaba cada golpe, cada penetración profunda. Con nadie había disfrutado tanto, mi me había corrido tantas veces. Ella me daba un morbo especial.
- ¿La quieres en tu culito?
Me había preparado para esa eventualidad. Lo tenía bien limpio. Aunque no sabía lo que iba a pasar cuando mi amiga me recogió en mi casa, bueno me daba morbo pensar que sí. Suponía que ella sería una experta en sexo anal.
- Desde luego, pero yo también quiero jugar con el tuyo.
Contesté con mi mueca más lasciva en el rostro.
Se incorporó lo suficiente como para sacarla. Yo me limité a subir las rodillas hasta las tetas. Con los jugos que estaban resbalando desde la vulva por el perineo y con los que tenía embadurnada la poderosa polla entró en mi ano casi sin esfuerzo.
Quería ver su cara de vicio y que ella contemplara la mía. No quería perderme nada de la experiencia por eso no me puse a cuatro patas. Además así podía agarrar sus tetas y acariciarlas. Tatiana se tenía que apoyar en mis muslos para no caer encima de mí.
- Córrete, cielo. Dame tu lefa, Lléname el culo.
Y eso que follando yo no soy mucho de soltar barbaridades. Lo hizo, al poco se derramó en mi interior pero la viciosa no se conformó con eso. Al sacarla, sin dejarme mover, se inclinó y se puso a lamer mi ano y el semen que salía de él. Culo y coño pues en esa postura tan expuesta alcanzaba todo.
- ¿Quieres seguir jugando?
- Pues claro. Lávate, no me voy a marchar de aquí sin saborearte.
Salió del baño con su polla y culo todavía húmedos. Se subió a la cama en la misma postura que tenía yo unos momentos antes. Me coloqué bajó su arqueada espalda con la boca justo delante de su precioso pandero.
Pasé la lengua por toda la raja, del coxis al perineo seguí por sus huevos y por la polla que estaba floja. Como era lógico. No sabía si conseguiría revivirla pero tampoco me importaba mucho. Ella estaba sacando de mí una vena pervertida que hasta ese momento no había explotado mucho.
Chupé sus huevos. Me metí la polla en la boca. Volví al culo que ensalivé en abundancia para poder follarla con mis dedos. Me dediqué a darle todo el placer que podía a la vez que yo satisfacía mi curiosidad y morbo con ese cuerpo perfecto de mujer con una hermosa polla.
Ella a la vez se acariciaba las tetas, mientras gemía y se pellizcaba los pezones. No conseguí que se le pusiera dura del todo. Pero si lo suficientemente morcillona como para que ayudada con una mano que la pajeaba. A veces una suya y otras mía. Llegó a correrse. Recogí toda su lefa en mi boca y la compartimos en un nuevo y muy lascivo beso.
En algún momento tendríamos que dejar la habitación a algún cliente que pagara por ella. Así que empezamos a vestirnos. En ningún momento me exigió pago por ese trato de placer. Supongo que conmigo lo haría por amor al arte.
Nos despedimos en la puerta de la habitación. Antes de girarme le vi darle un lascivo beso a la chica que entraba a limpiarla y recoger el desastre que nosotras habíamos montado. Supongo que con eso y algún favor más se ganaría su silencio.
No me dió su teléfono. Pero yo no quería dejar las cosas así. La localicé en la misma web en la que se anunciaba mi amiga. Aunque tuviera que pagar quería probar de nuevo el sexo con tan bello ejemplar.
La que si me había dado su número fue la preciosidad de las tetas gordas. Y como ya he dicho, me gusta de vez en cuando probar con un bonito ejemplar de mi mismo sexo.
Con mi amiga no he vuelto a perder el contacto. Sus nuevas anécdotas me dan material para nuevos artículos. Aunque con ella no he follado y eso que me encantaría hacerlo.
Ese encuentro me ha dado para muy buenos ratos y buen material para mi trabajo.
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